Investigación Arbitrada
Retos educativos y sociales en tiempos de confinamiento
Educational and social challenges in the times of lockdown
Retos educativos y sociales en tiempos de confinamiento
Educere, vol. 25, núm. 80, pp. 131-146, 2021
Universidad de los Andes

Recepción: 02 Mayo 2020
Aprobación: 15 Mayo 2020
Resumen: El virus Covid-19 se ha extendido de manera vertiginosa por todos los países. Ha afectado a todos los grupos sociales, pero de manera muy desigual. Una pandemia que ha traspasado las fronteras nacionales y que el primer mundo se ha mostrado incapacitado para frenar sus efectos devastadores. De una primera fase de shock, hemos pasado a otra de regulación de un nuevo contexto que afecta a todos los ámbitos humanos. Este artículo, realizado durante los dos primeros meses de incidencia de la pandemia en España, tiene por objeto desvelar e interpretar la incidencia y la gestión del Covid-19 en el ámbito sociocultural y en el educativo a partir del análisis informaciones publicadas en la prensa diaria.
Palabras clave: Covid-19, cultura, educación y sociedad.
Abstract: The Covid-19 virus has spread like wildfire through all the countries of the world. It has affected all social groups but in very different ways. It is a pandemic that has gone beyond national borders and that the first world has shown itself incapable of curbing its devastating effects. From the first phase of shock we have passed to one of regulating a new context that affects all spheres of human life. The aim of this article, written during the first two months of the pandemic in Spain, is to reveal and interpret the effect and the management of Covid-19 in the socio-cultural field and in that of education, starting from an analysis of the articles published in the daily press.
Keywords: Covid-19, culture, education and society.

Introducción
El virus Covid-19 ha irrumpido en nuestras vidas como el caballo de Atila, de manera impetuosa y donde pisa, no crece la hierba; es decir, esta pandemia está afectando y transformando a muchos sectores de la sociedad. La decisión de confinamiento ha repercutido de manera notable en diversos ámbitos de nuestra vida. Las personas y la realidad humana son una, sin embargo, su parcelación en distintas ramas del saber nos facilita su análisis. Por esta razón, nuestras reflexiones sobre el Covid-19 se centrarán en dos ámbitos: en el sociocultural y en el educativo siendo conscientes de que la pandemia está afectando también, de manera especial, a la economía y a la sanidad. Pero no hay espacio para abordar todos los aspectos en este artículo.El objetivo es reflexionar sobre la incidencia que está teniendo el Covid-19 en el ámbito social y en el educativo para comprender las transformaciones que observamos. Reflexiones que nacen de la indagación de nuestro entorno que son diferentes de las que otras personas pueden realizar, porque ni los puntos de vista, ni las circunstancias son los mismos. La pluralidad nos enriquece y ojalá que este artículo estimule a quien lo lea y fomente su creatividad en forma de discrepancia o desarrollando otras ideas.
El formato que hemos elegido ha sido muy parecido al torbellino de ideas (“brainstorming”). No hemos pretendido estructurarlas. Más bien es una propuesta para el debate con el objeto de buscar nuevas reflexiones entre los lectores, porque la diversidad de puntos de vista y de facetas que está presentando la pandemia es inagotable. El contexto es el español, lugar donde viven los autores del artículo.
Desafíos en el ámbito sociocultural
A finales del mes de marzo, el 40% de los 7.800 millones de habitantes del planeta estábamos en cuarentena.1 El 17 de abril, la cifra de confinados ascendía a 4.500 millones de personas de 110 países y en territorios de todo el mundo, lo que se correspondía con el 60% de las personas.2 La Covid-19 amenaza a toda la humanidad y todos debemos defendernos. Quienes más sufren, son las personas que tienen un peor sistema sanitario, que viven en pobreza y en condiciones insalubres. Este confinamiento contrasta con la hiperconexión gracias a Internet. “La pandemia del coronavirus ha transformado nuestros hábitos cotidianos de forma radical, adoptando la modalidad digital de muchas actividades que antes hacíamos presencialmente.”3
El virus se ha propagado gracias a la globalización que ha permitido la construcción de infraestructuras y medios de transporte que han fomentado la comunicación entre países de todo el mundo. Esto facilitó la propagación del virus. Pero igualmente, la tecnología ha permitido, en este contexto de confinamiento, el fomento del teletrabajo y reuniones virtuales, la supervivencia de muchas empresas, la interconexión personal, el acceso al entretenimiento digital y que el curso escolar no se vea interrumpido bruscamente.
Es una pandemia que se ha hecho muy visible en los países desarrollados porque afecta a los habitantes de las economías más potentes, pero también a todos los grupos sociales. Sin embargo, otras “pandemias” como el hambre, los desplazados, los exiliados, los emigrantes, etc. como no nos afectan al mundo occidental, no son tan mediáticas. Al contrario, los países se defienden de ellas construyendo muros, devolviéndolos a sus países de origen o confinándolos en guetos. Nos preservamos de estas “pandemias” y no nos preocupan tanto otras que siguen siendo dramáticas. La pobreza y las desigualdades sociales y económicas afectan a millones de personas. Sin embargo, parece como si los seres humanos nos hubiésemos vacunado contra estas pandemias. Cada 10 minutos muere un niño de hambre en Yemen. 500 niños mueren cada día de desnutrición:
8.500 niños mueren cada día de desnutrición y según las estimaciones de Unicef, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la División de Población de Naciones Unidas, se calcula que 6,3 millones de niños menores de 15 años murieron en2017 por causas, en su mayoría, prevenibles. Esto supone la muerte de un niño cada 5 segundos.4
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus ha destacado que la mayoría de los países de África, América Central y del Sur, y Europa del Este están en las primeras fases de la pandemia y los efectos aún se desconocen.5
En la crisis del coronavirus, la fractura social se ha agigantado entre el norte y el sur, ricos y pobres, países desarrollados y en vías de desarrollo. La xenofobia y el racismo se han incrementado. Algunos han intentado echar la culpa de lo que sucede a otros grupos humanos. La pandemia está forzando movimientos migratorios inéditos y a la inversa. Algunos marroquíes y argelinos huyen del Covid-19 y de consecuente parón económico no dudando en regresar a su país aunque sea en patera porque están cerradas las fronteras.6
La pandemia está siendo especialmente dura en Latinoamérica.7 En la edición de El País Semanal a la que hacemos referencia, se traza un panorama muy sombrío que va “desde el desierto que abraza a Ciudad Juárez en la frontera con Estados Unidos, hasta la neblinosa Ushuaia”. Un total de más de 600 millones de persona. Allí está azotando la pandemia con mayor vehemencia que en Europa porque el contexto de pobreza es superior y se siente más el colapso de las industrias, los comercios y las economías familiares. La salida, también se pronostica más dura y afectará a los derechos sociales ya de por sí bastante deteriorados. “Pocas veces América Latina y España han resultado tan espejo la una de la otra como en esta crisis.”8
Pilar Mateo opina que “en un mundo desigual no todos contamos con la misma protección y la prevención es siempre la mejor vacuna”.9 Las desigualdades económicas y sociales son enormes. Quienes tenemos la fortuna de vivir en países desarrollados no solemos percibir los dramas humanos de las zonas empobrecidas. Y una de las consecuencias de este coronavirus ha sido aflorar los graves problemas de comunidades silenciadas. Ellas también tendrán que afrontar la pandemia, pero con muchos menos medios, con muchas más dificultades. Es una pandemia de todos porque el riesgo de contraer el virus es universal, pero al mismo tiempo es desigual. Para esta doctora puede ser una pandemia de la unidad, de la igualdad, de la equidad, la que nos haga valorar las vidas humanas estén donde estén y vivan donde vivan. Entre los muchos ejemplos que podemos poner de cómo afecta la pandemia a quienes viven en situación de pobreza mencionamos tan sólo uno: el riesgo de embarazos no deseados. “Un informe del Fondo de Población de la ONU advierte de que algunas medidas para combatir la Covid-19, como el confinamiento y el cierre de clínicas por falta de material y personal, dejarán sin acceso a métodos anticonceptivos a 47 millones de mujeres.”10
El lunes 13 de abril de 2020 el rapero puertorriqueño RENÉ, (el Residente) y la congresista demócrata estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez mantuvieron una charla en directo en Instagram sobre Puerto Rico, Trump, Biden y la gestión de la crisis causada por el coronavirus en EEUU. Alexandra dijo:
Una de las cosas que estamos viendo con el coronavirus es que está amplificando todas las injusticias que ya teníamos. Por ejemplo, para nuestros hermanos y hermanas de la comunidad negra, o para nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, ha amplificado las desigualdades en materia de salud.11
A lo que añadió Residente:
Lo que está sucediendo en Nueva York es un ejemplo vivo de hacia adónde puede ir el capitalismo. La gente que está muriendo en Nueva York son los que no tienen. Los que tienen, tienen la oportunidad de salvarse. Latinoamericanos, afroamericanos... todas las minorías son las que están sufriendo esta pandemia exageradamente y es triste.
Completó Residente: “Nueva York, que es una de las ciudades más importantes, se ve claro que no funciona el sistema y hay que cambiarlo”. El debate entre combatir el Covid-19 y salvar una economía que agoniza, está servido y la discusión sobre las propuestas de las diferentes opciones políticas, también.
Nuestra vida transcurría de una manera programada; la mayor parte de nuestras acciones eran previsibles.Con la pandemia, nos hemos visto obligados a cambiar nuestros hábitos de vida, desconocemos el final del confinamiento, las medidas que van a adoptar las autoridades, el futuro es incierto, imprevisible. Hemos pasado de una sociedad predecible, con un futuro cierto, a otra imprevisible, con un futuro incierto.
Las relaciones de pareja y con los hijos se han visto afectadas. La convivencia se ha visto prolongada en el tiempo. Se comparten actividades, se reparten los escasos espacios que permite la vivienda. Los desencuentros o los apoyos mutuos se han hecho frecuentes. Los niños juegan con lo que tienen en casa y se ha revelado, una vez más, la importancia de la TV y de los aparatos digitales como elementos lúdicos y de conexión comunicativa.
El confinamiento ha puesto al descubierto las carencias de numerosas viviendas como la falta de terrazas, espacios flexibles, luz natural o una mala ventilación.12 Muchas viviendas son interiores, no se ve la calle desde el interior de la vivienda, y en otras, parece una misión casi imposible realizar el teletrabajo o hacer un mínimo de ejercicio físico. En estos momentos se echa en falta el diseño de viviendas versátiles para un mundo imprevisto. Somos conscientes de que más duro aún es pasar el confinamiento en infraviviendas o vivir en la calle. No obstante, las carencias de cada vivienda las sufren quienes habitan en ellas.
Los mayores son un sector social débil, frágil al que hay que cuidar. No forman parte del sistema productivo, al igual que los niños, pero como personas, merecen el respeto y la solidaridad de los demás.
Durante los últimos lustros, ha proliferado la construcción de residencias u hogares para personas mayores, lo que ha supuesto una innovación muy importante a la hora de gestionar los últimos años de vida. Los mayores, que veían estos establecimientos como lugares de confinamiento y de aislamiento familiar y social, no han tenido otra alternativa que la aceptación. El Estado de bienestar ha transformado también la organización de las familias y la gestión de aquellas personas con pérdida de autonomía. Y ha sido precisamente en estos alojamientos y entre las personas mayores de 65 años, donde la pandemia se está cebando y causando mayores estragos. Las residencias se con convertido para ellos en una trampa mortal. Las cifras de fallecidos se centran, mayoritariamente, en este sector de la población por ser más vulnerables y por padecer otras patologías que desencadenan un desenlace trágico. El 16 de abril de 2020 se daba la noticia de que “Al menos 11.600 personas han muerto en residencias de servicios sociales por coronavirus. La cifra incluye los fallecidos en centros de mayores y de personas con discapacidad y se incrementa diariamente. El Gobierno español sigue sin ofrecer el dato global”.13 Estas cifras sólo incluyen a las personas a las que previamente se les ha realizado un test del COVID-19. Los fallecidos a los que no se les ha realizado la prueba antes de su muerte, no se contabilizan, con lo que las cifras reales son muy superiores.
Se ha producido una eclosión de solidaridad con múltiples iniciativas y con la cooperación de personajes socioculturales relevantes y también de personas anónimas. Se han elaborado mascarillas (tapa bocas) y útiles sanitarios de manera casera, se ha colaborado en la atención de personas mayores que viven en soledad, se está repartiendo comida, se han cedido locales y viviendas a personas sin hogar, etc. El incremento ha sido muy notable en los comedores sociales a los que pueden acudir los indigentes y las personas necesitadas para retirar alimentación sin abonar nada. Cada día se suman más familias a las colas del hambre, porque la pobreza se extiende más y más.14 Parroquias, Cáritas, comedores sociales y el Banco de Alimentos de Madrid alertan de una nueva crisis en la capital, disparándose las peticiones de ayuda para comer.
En medio de tantas muestras de solidaridad, las administraciones locales también han ofrecido sus instalaciones para las personas que lo necesitan. Numerosos polideportivos han acogido a personas sin techo y les han ofrecido alimentación, espacios para el aseo y una cama para descansar. In ejemplo lo tenemos en la Institución Ferial de Madrid (IFEMA), consorcio que organiza ferias, salones y congresos en un recinto ferial de Madrid. Distintos pabellones se han transformado en hospitales y el número 14 abrió sus puertas el 30 de marzo para los sin techo. Más de 150 personas sin hogar, han encontrado allí el suyo. No importa la nacionalidad, ni otras diferencias, cuenta que son personas y allí se dan pruebas, diariamente, de resistencia a la catástrofe que genera la pandemia y de resiliencia.15
Se ha comprobado que ayudar a los demás es moralmente bueno, pero además, la colaboración nos beneficia a todos, también a las personas solidarias. En algunos países, como en España, la actuación de un ejército solidario ha influido en la percepción que la sociedad tenía de él.
En general, la ciudadanía se ha sentido solidaria con las personas que afrontan el problema y más riesgo tienen de ser contaminados como sanitarios, policías, trabajadores de supermercados, personal de limpieza, etc. Se ha generalizado un reconocimiento a quienes tienen una profesión sanitaria y a quienes tienen un trabajo imprescindible para la supervivencia de la sociedad. Sin embargo, algunos pocos, una excepción, les han enviado mensajes anónimos rechazándolos por ser personas contaminantes. Han pintado sus autos con frases amenazantes o les han insultados al ir o al venir a sus trabajos. Comportamientos que consideramos totalmente repugnantes. Pero en general, se ha desarrollado la empatía, la colaboración y la solidaridad humana. El futuro de la humanidad no entiende de naciones, etnias, grupos sociales ni creencias.
La sociedad ha experimentado lo que es una restricción en la libertad de movimientos. El confinamiento, antes visto como algo lejano y que no nos afectaría, ahora es asumido y considerado como una tabla de salvación. Esta pandemia ha puesto a prueba la capacidad de resiliencia que tiene cada persona, es decir, la capacidad para superar circunstancias traumáticas tan graves como las que estamos padeciendo relacionadas con la salud, el paro, la economía, la vulnerabilidad social, etc. Igual que está sucediendo con esta pandemia, la sociedad puede afrontar también otros retos que se consideran imposibles como frenar el consumismo o invertir la curva del cambio climático.
Algunos se han radicalizado en sus posturas religiosas y políticas. Han construido un fortín desde el que han analizado esta crisis. Pero la pandemia está permitiendo que la mayor parte de la sociedad opine sobre lo que está sucediendo y sobre la gestión política que se está llevando a cabo. El desarrollo de la inmediatez de la noticia, la instantaneidad, el crecimiento del conocimiento y simultáneamente de la desinformación, han experimentado una gran evolución con respecto a la circulación de las noticias hace apenas dos décadas. El virus está despertando creatividad y adaptabilidad en las empresas, fomentando la investigación sanitaria y creando un clima propicio para la creación artística. El confinamiento, las demandas sociales o la visión de nuevas oportunidades económicas despiertan el ingenio humano.
Ha aparecido, en los medios de comunicación, una información abrumadora sobre el coronavirus. Tanto conocimiento produce, a veces, confusión entre la ciudadanía. Se nos ha avisado que el virus puede permanecer en el aire, en los espacios cerrados, en los abiertos, en tal o cual tejido, en plásticos o en los zapatos. No merece la pena memorizarlo.
La pandemia ha generado también el uso de términos que para muchos nos son novedosos. Nos hemos familiarizado con términos como coronavirus, Covid-19, triaje, confinamiento o cuarentena aplicada a menos de cuarenta días, pandemia, estado de alarma, estado de sitio, emergencia sanitaria, distanciamiento social, coronashock, EPI (equipos de protección individual), test PCR (Pruebas de Diagnóstico de Coronavirus) o aplanar la curva.16
El afán de consumo y el individualismo, junto con el sálvese quien pueda, nos ha impulsado a acaparar alimentos y productos sanitarios sin pensar en los otros. Hemos observado hechos incomprensibles como, por ejemplo, la acumulación de papel higiénico en España. Posteriormente, también por coincidir parte del confinamiento con la Semana Santa, se ha producido una gran demanda de productos para la repostería, como azúcar, harina y levadura. También se ha incrementado la compra de bebidas alcohólicas que antes eran consumidas en los establecimientos de hostelería.
Se han hecho visibles y se han valorado profesiones que antes eran infravaloradas como personas que se dedican a la agricultura, a la ganadería, a la apicultura, al reparto de paquetes, al cuidado de personas mayores, a la limpieza del hogar, transportistas o asistentes sociales. Profesionales que reclaman una consideración muy diferente tanto en el ámbito de prestigio social como en el económico. Así está sucediendo también en el caso del profesorado y del personal sanitario. Todas estas profesiones, necesarias para nuestra supervivencia y para nuestro bienestar, demandan un cambio radical en su consideración económica y social y que pasen de ser profesiones marginales, a prioritarias. Urge también que lo público rescate y fortalezca las residencias de mayores, la educación infantil de cero a tres años, los servicios sociales y la sanidad.
Hemos experimentado cambios en las formas de ocupar el tiempo. Durante el confinamiento, se están viendo limitados muchos de nuestros hábitos de vida y nuestras relaciones sociales. Nos hemos informado, hemos sido conscientes de cuáles son nuestras formas de distracción y cuáles disponemos en nuestra familia, hemos desarrollado el uso de las redes sociales y de la comunicación grupal. Tal vez se produzca una tendencia de estar más tiempo en casa y socializar menos para sentirnos más seguros. El hogar se está transformando en una fortaleza con todo lo que implica socialmente.
Las redes sociales nos acercan, nos hacen solidarios, pero al mismo tiempo generan un caos facilitando la transmisión de bulos. En un contexto de confinamiento, la proximidad de amigos y familiares y la sensación de cercanía, se han visto mitigadas por la eclosión de las videollamadas, que se han convertido en uno de los mejores medios para unir a las personas. Se han recuperado amistades latentes y familiares un poco arrinconadas. Se ha valorado más a las personas amigas. Nos sentimos ávidos de encuentros, de empatía al mismo tiempo que de acogida, necesitamos un diálogo enriquecedor que nos permita ser asertivos y respetuosos.
Como consecuencia de la pandemia, se ha producido el aplazamiento de eventos deportivos, congresos, conferencias, reuniones, etc. La pandemia ha recolocado nuestras prioridades prevaleciendo, como parece lógico, la salud por encima de otros elementos secundarios que antes, valorábamos de una manera desproporcionada, como se ha demostrado. Ahora, hemos antepuesto la salud y el trabajo por delante de otros intereses secundarios.
El mundo de la cultura ha eclosionado también durante el confinamiento, porque se ha generado un contexto de aislamiento propicio para la creatividad. Los artistas están demostrando que pese a los problemas dificultades que están afectando a la sociedad, son capaces de dar sentido a sus vidas a través de la cultura. José Guerrero, Irene Llorca y Emma Calvo han creado una cuenta llamada Covid Art Museum para dar visibilidad a la producción de artistas de todo el mundo, siendo un contexto que se verá duramente afectado en el plano económico.17 Los impulsores creen que se está fraguando un movimiento artístico con identidad propia. “A través de esta vía de escape, los artistas cuentan lo que viven, sienten y experimentan en el confinamiento.”18 Artistas tan prestigiosos como Banksy, Pierpaolo Rovero, Alessio Albi, Nacho Telladoo o Sarabel Santos-Negrón difunden sus obras también en este medio.
Durante el tiempo de mayor incidencia de la pandemia, el Instituto de Tecnología de Massachusetts ha elaborado una partitura con los aminoácidos del coronavirus.19 También ha habido una propuesta visual llamada “QuedARTE en casa” que presenta una galería de imágenes artísticas en las que se recoge una visión de la Historia del arte representando el hecho de “estar en casa”.20
Se ha producido una avalancha de iniciativas para animar el confinamiento. Multitud de propuestas culturales y formativas de toda índole han surgido durante los días de confinamiento. El mundo de la cultura, como otros muchos sectores, se ha mostrado solidario ayudando a los más vulnerables, entreteniendo a las personas durante los días de confinamiento y al mismo tiempo, han mantenido su mente activa. Algunos artistas como el caso de Rozalén, con su canción “Aves enjauladas”, han recogido sus vivencias del confinamiento y las han plasmado en sus obras, y además, han donado los beneficios para causas y organizaciones solidarias. Conciertos solidarios, pintores, deportistas de élite, etc. ha habido una corriente de solidaridad con el fin de colaborar con los más vulnerables.21 Igualmente, han sido innumerables las cancelaciones de conciertos, actos de Semana Santa, ritos litúrgicos, fiestas locales, celebraciones, bodas, primeras comuniones, eventos deportivos, etc. por razones sanitarias y porque la hostelería permanecerá cerrada durante muchos meses. Las cancelaciones han repercutido, sobre todo, en la clase trabajadora por ser menos pudientes.
Ha proliferado la difusión de mensajes, chistes, viñetas, etc. que producen risa. Ésta se percibe como un bien sociocultural. Se ha conseguido una espectacular visibilización de la capacidad de ingenio en el tratamientohumorístico de asuntos sociales e, incluso, de temas tan graves como el de esta pandemia. El humor ayuda aeliminar la ansiedad, el miedo, el estrés y también a sobrellevar el confinamiento. El humor es saludable para superar momentos muy duros como los que estamos viviendo. Lo que no implica que se minimice el problema, que se frivolice o que no se gestione bien esta situación tan grave.22 El humor es una vía de escape y un placebo para la esperanza; se basa en una desconexión emocional, en rebajar la tensión, en tomar distancia y analizar los problemas desde otra perspectiva, también enriquecedora.
El fallecimiento, en estos días, de familiares y amigos nos ha dejado con un doble dolor: por su pérdida y por una gestión del duelo de una manera diferente. Uno de los mayores impactos emocionales que ha generado la Covid-19 ha sido una nueva forma de gestionar el duelo. La despedida de familiares y amigos se ha hecho desde la distancia, sin la cercanía del contacto físico que tenemos por costumbre, sin el acompañando a las personas que amamos en sus últimos momentos de vida. No es fácil administrar un cambio en nuestro comportamiento ni gestionar nuestras emociones. La velocidad con la que se producen tantas muertes y lo repentino de esta circunstancia, se asemeja a cómo enfrentamos los humanos la tragedia de un terremoto, de un accidente de tráfico o cualquier catástrofe. Pero con el agravante de la separación, de la lejanía, de que no existe la posibilidad de acompañamiento con la persona difunta ni el acompañamiento social con los dolientes a través de los rituales de despedida. Las fases de duelo y su duración han cambiado. La gestión del duelo es personal. La asimilación de la pérdida y de sus circunstancias, requiere su tiempo al igual que es necesaria para la estabilidad emocional de cada uno. Emociones derivadas de la muerte como la ira, tristeza, miedo, enfado, culpa, dolor, etc. necesitamos gestionarlas para vivir en paz con nosotros mismos. Incluso se dan casos de “duelo anticipado” que se produce cuando algún familiar o persona querida está grave e ingresa en la UCI. Es una forma de adaptarse a lo que puede suceder.23
La pandemia también está generando unos efectos secundarios beneficiosos para la humanidad. En estos momentos, se ha producido una bajada muy notable de la contaminación atmosférica, debido a un descenso radical y simultáneamente sostenido del transporte aéreo y terrestre. Tanto los humanos, como la naturaleza, estamos notando este profundo cambio que repercute en un ambiente más saludable y mucho menos contaminado. Las ciudades se están transformando en lugares más habitables. La nube de dióxido de nitrógeno que se había instalado de manera permanente sobre las urbes, ha desaparecido. El mundo entero empieza a respirar un aire más limpio. Los efectos secundarios son buenos. Pero desafortunadamente, los índices de contaminación volverán a ser los de antes hasta que no tomemos conciencia de las consecuencias tan dañinas de algunos de nuestros actos. Los animales también respiran en ellas un aire más saludable y limpio y se difunden imágenes en las que ardillas, jabalíes, caballos, cabras montesas, ciervos, etc. se atreven a penetrar en las ciudades. Los animales reclaman su libertad. Ahora, los enjaulados somos nosotros, no los animales.
Retos en el ámbito educativo
Las perspectivas de análisis de lo que se está produciendo en el desarrollo del sistema educativo pueden ser, al menos, dobles: un primer grupo lo forman sus protagonistas, profesorado, alumnado, Inspección educativa, familias y Administración; y un segundo, el que nosotros hemos realizado, desde una perspectiva externa, la de unos ciudadanos que observan lo que sucede, se informan por los medios, reflexionan y expresan su opinión. Obviamente exponemos nuestra perspectiva y de ninguna manera tratamos de plasmar la objetividad de los hechos. Hemos dividido nuestras observaciones relacionadas con la educación en cuatro apartados: las que afectan al alumnado, al profesorado, a las familias y a la Administración.
La observación más relevante y de la que se derivan las demás es que hemos constatado que el sistema educativo, ya en sí muy complejo, se ha transformado y ha pasado de una enseñanza presencial a otra virtual. La masificación de la enseñanza en algunos sectores educativos, ha puesto en evidencia la calidad del sistema educativo y la dificultad de esta transformación.
No es una situación normal la que se vive, todos los días hay centenares de fallecidos y miles de contagiados que tienen rostro, son personas con familiares, personas concretas que sufren las consecuencias de la pandemia y el profesorado no puede actuar como si no pasara nada. Lo emocional, el sufrimiento familiar, es prioritario a los intereses académicos. El sistema debe ser, ante todo, humano, atendiendo y comprendiendo los asuntos personales. La programación educativa o el curriculum no son prioritarios a las personas, sino al contrario. El estado emocional del alumnado y de sus familias, ha de ser un segmento del trabajo docente y así se considera por gran parte del profesorado.
Las clases presenciales se han suspendido, pero no el proceso enseñanza-aprendizaje. Esa es la cuestión que ha transformado todo el sistema. Ya nada es igual. El contexto es diferente, el tiempo y los espacios no son los mismos. Gestionarlos, no es fácil, sobre todo, para los más vulnerables. No es fácil la comprensión de que no es un período de vacaciones cuando hasta ahora, se han ejercido unas funciones en los centros escolares y desde hace poco esas mismas funciones se realizan en casa. El cambio requiere una adaptación, una reorganización espacial y temporal. Los niños, que generalmente tienen muchos estímulos durante el día, ahora se han visto confinados y, como consecuencia, la angustia y el aburrimiento se apodera de muchos de ellos. Gestionar sus emociones en contextos nuevos, requiere un esfuerzo adicional por parte de toda la comunidad educativa.
Como sostiene Francesco Tonucci, “Muchos no se han dado cuenta de que el colegio no funcionaba desde antes, pero en esta situación se nota mucho”,24 porque según él, la escuela no contaba con la opinión de los alumnos, todo se decide desde afuera y sin tenerlos en cuenta. Esta idea es una de las que más repite en sus obras el psicopedagogo italiano. La escuela no puede seguir como antes, porque el contexto ha cambiado. No es cierto que lo único que se haya cambiado sea el espacio, antes en los centros y ahora en los domicilios, ni la forma, antes presencial y ahora digital. También se ha puesto en evidencia el papel del profesorado como personal especializado, se ha puesto en duda si el alumnado debe estar tantas horas frente a una pantalla, si todo el alumnado debe seguir el mismo proceso de aprendizaje o el influjo tan importante que tiene el contexto socioeconómico en el alumnado que, obviamente, está repercutiendo en su proceso de aprendizaje.
La escuela no sólo se ha trasladado de lugar, sino que también intervienen de forma activa otros protagonistas, como la familia. Ahora la escuela se hace en familia, se requiere y se hace necesaria su participación porque se gestiona en el hogar. Los padres y las madres colaboran en la implementación de la programación, ayudan para que los niños y niñas comprendan, aprendan y adquieran competencias mediante el desarrollo de tareas. Pero igualmente, el confinamiento es una ocasión para que el alumnado aprenda a hacer cosas que normalmente no hacen, como cocinar, planchar, poner la lavadora, limpiar, etc. Tonucci propone transformar la vivienda en un aula de aprendizaje donde se aprenda historia a través de la comprensión y construcción de un relato partiendo de fotografías familiares. Pueden recoger las emociones que sienten elaborando un diario personal o leer en familia con el objetivo de encontrar el amor, el placer y el gusto de la lectura. También realizando una enseñanza globalizada e interdisciplinar basada en la cocina: escribiendo recetas, pesando, midiendo, contando, analizando los productos (física y química), o el cuidado de las plantas y pretexto para aprender biología, etc. En definitiva, transformando la vivienda en un lugar de aprendizaje e, igualmente, de gestión de emociones. En definitiva, transformar la casa en un laboratorio de aprendizaje.25
El alumnado que vive en un contexto más deficitario en el ámbito económico y social, lógicamente se ha visto más perjudicado con la implantación de una enseñanza a distancia. Ni los recursos de que dispone ni el ambiente, favorecen el proceso de enseñanza-aprendizaje. El alumnado cuyas familias carecen de los recursos necesarios, no tienen ordenador en casa, la telefonía móvil de la que disponen no se adapta a las nuevas circunstancias o no disfrutan de una conexión a internet adecuada, se ven excluidos, en la práctica, de un sistema educativo que no podía prever esta pandemia. Hay niños desconectados de los centros y del sistema educativo de los que el profesorado no ha sabido nada desde que se inició el confinamiento a mitad de marzo. Es cierto que son una minoría, tal vez el uno por ciento, pero existe. Las razones pueden ser variadas: alumnos que se han desplazado con sus padres al campo, a sus países o a otros lugares o familias que han decidido permanecer aislados también de los centros educativos. Los casos de mayor gravedad son los de aquellas familias que no disponen de los útiles más elementales como lápices o papel. Afortunadamente estos son los menos, pero existen. Alumnos con varios hermanos, carecen de dispositivos electrónicos para cada uno de ellos y tienen que compartir lo que tengan. Lógicamente, los padres priorizan a los de mayor edad. La mala conexión a internet suele ser un problema más común. Pero lo que más preocupa al profesorado y a las familias, más que la adquisición de conocimientos, es la salud emocional y anímica del alumnado. Por esta razón algunos profesores piden a su alumnado que ayuden a su familia, que bailen con sus hermanos, que sean responsables y participen en los asuntos de la vida diaria.
No se conocen los datos globales de los alumnos desconectados del sistema educativo. Casi todas las comunidades han repartido ordenadores y tabletas en cantidades variables, pero insuficientes. “El Ministerio de Educación estima que un 10% de los 8,2 millones de alumnos de enseñanzas generales no puede seguir las clases por internet”.26 Estos datos son muy aproximados y se basan en la encuesta sobre tecnología doméstica del Instituto Nacional de Estadística (INE). La pandemia ha afectado especialmente al alumnado del sistema público porque acoge de manera desproporcionada al alumnado desfavorecido. Este dispone de menos tecnología y su entorno sociocultural presenta más dificultades para adaptarse a las nuevas circunstancias. Dependiendo del programa que se utilice para la conexión, la interacción con los alumnos es más o menos fluida. Cuando la tecnología es más avanzada, la experiencia puede ser más o menos comparable a la de un aula presencial. Sin embargo, esto no es lo frecuente, lo que dificulta la comunicación profesorado-alumnado y la atención de éste. En la enseñanza universitaria se plantea el desafío, en un futuro próximo, de “pasar sin problemas de una plataforma presencial a una virtual, sin que ello repercuta negativamente en la experiencia de aprendizaje.”27 Probablemente la educación cambiará después de esta epidemia.
Algunas plataformas digitales han incrementado el número de usuarios y de servicios desde la situación de confinamiento. Desde un primer momento, la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza, (ANELE), ha reforzado sus plataformas digitales y ha ofrecido sus recursos educativos al profesorado y al alumnado de manera desinteresada. Esta Asociación ha colaborado también con el Ministerio de Educación y Formación Profesional y con Radio Televisión Española (TVE) poniendo en marcha Educlan y la conversión de la parrilla de TVE2 en un canal educativo. José, Moyano, presidente de ANELE, lo explicaba así:
Ante la situación excepcional en la que nos encontramos, las editoriales de contenidos educativos queremos contribuir a ofrecer normalidad a una situación excepcional. De este modo, queremos contribuir ofreciendo toda nuestra experiencia en el desarrollo de contenidos y programaciones curriculares a través de herramientas que permitan a profesores y alumnos continuar con la actividad docente. Las nuevas tecnologías nos permiten desarrollar recursos para su uso a distancia y ofrecerlos a través de las plataformas con las que cuentan las empresas.28
Además, estas editoriales de contenidos educativos abrieron las vías de comunicación con centros y profesorado para conocer las necesidades a las que se estaban enfrentando y para ofrecer sus soluciones. Otra acción de solidaridad que suele pasar desapercibida para una gran parte de la población.
Casi un mes y medio más tarde de la nota de prensa anterior, ANELE emitió otra en la que se ha informado que las plataformas de contenido educativo de las editoriales han incrementado su uso un 250% y que un total de 1.500.000 alumnos y profesores han solicitado licencias de acceso gratuito para emplear estas herramientas para continuar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Las editoriales llevan años apostando por un entorno educativo virtual. “Gracias a esa preparación tecnológica previa, las editoriales han sido capaces de responder, de la noche a la mañana, a las necesidades y a la punta de demanda de servicio causada por el nuevo escenario donde nos encontramos”.29
Un sector del alumnado que está sufriendo el aislamiento del sistema educativo de manera más grave es elalumnado con necesidades educativas especiales con un total de 722.000 jóvenes y de forma especial los 70.000 alumnos con discapacidad intelectual. Este “alumnado con discapacidad intelectual o del desarrollo es uno de los que sufre en mayor grado la brecha económica y digital, a lo que se une la cognitiva y de accesibilidad”,30 afirma Amalia San Román, responsable de Educación Inclusiva en el portal digital Plena Inclusión.
El profesorado se enteró del cierre de los centros educativos al mismo tiempo que la ciudadanía: por los medios de comunicación. No tuvieron tiempo de preparar el tránsito de un sistema de enseñanza presencial a otro a distancia, lo que representa una transformación radical en el sistema educativo. Prácticamente, en dos semanas tuvo que gestar una auténtica revolución. El primer punto que tuvieron que afrontar es cómo responder a la situación personal de aquellos estudiantes con dificultades para acceder a los medios digitales y compaginarlo con el derecho a la educación. También son conscientes de que hay alumnos que necesitan la cercanía del profesorado, sobre todo, en Educación Infantil o en Primaria, etapas en las que el alumnado no es tan autónomo. Si el profesorado de Primaria tiene que afrontar como dificultad el hecho de abarcar varias materias, el de Secundaria por su parte, tiene que atender a un número muy superior de alumnos. La atención personalizada es complicada en ambos casos.
La digitalización ha eclosionado y ha obligado a una actualización y formación acelerada al profesorado. De manera inesperada, se ha presentado un nuevo contexto educativo y los profesores han encontrado una oportunidad para poner en práctica sus propuestas educativas y una batería de métodos educativos que bien tenían guardados o que han tenido que adquirir. El profesorado se ha visto desbordado en un contexto virtual. Las horas de trabajo se han multiplicado y los medios de enseñanza se han tenido que adaptar.
El profesorado ha tenido que ajustarse a las nuevas circunstancias, adaptando las programaciones, centrándose en lo fundamental del curriculum, modificando el sistema de evaluación, asumiendo una tutorización personalizada, etc. La normativa regulaba desde hace treinta años (Ley Orgánica General del Sistema Educativo, LOGSE de 1990) la evaluación continua; sin embargo, el poder de la tradición se había impuesto, hasta el momento, y había impedido su implementación en gran parte de los centros educativos. En el contexto actual, se ha retomado el debate y se ha visto la necesidad de su implantación.
Han proliferado los vídeos hechos por el profesorado en los que a través de una canción acompañada de gestos, simpatía o carteles con frases lacónicas pero muy significativas, intentan darle ánimos a su alumnado.
La mayoría del profesorado rechaza el aprobado general del alumnado. La expresión “aprobado general” requiere de una definición y explicación de los posibles significados, matizaciones e interpretaciones. Esta crisis está haciendo reflexionar sobre la importancia de tener claro qué competencias clave debe adquirir el alumnado en cada nivel educativo. Competencias que fueron planteadas por el proyecto DeSeCo-OCDE31 a inicios de siglo y en la Ley de Orgánica de Educación de 2006 (LOE). Pero desafortunadamente, estos criterios no calan en el trabajo del profesorado. Es ahí donde se debe hacer hincapié en el proceso enseñanza-aprendizaje y no en la evaluación de objetivos concretos, sino en competencias generales.
El profesorado, en general, es consciente del contexto sociocultural en el que vive cada uno de sus alumnos, no permaneciendo pasivo ante las situaciones más graves de vulnerabilidad. Si en una casa hay un ordenador y el padre o la madre lo necesitan para realizar teletrabajo, es obvio que simultáneamente no lo pueden utilizar sus hijos y, en el caso de que sean varios, tendrán que disponer de los instrumentos necesarios. La brecha digital que tienen algunas familias no es fácil de superar máxime en un contexto de incremento del paro, despidos o falta de ingresos en las economías más necesitadas. La brecha digital enmascara la brecha social y económica que es la más importante y la más difícil de solucionar. En este contexto, también es importante tener en cuenta que no todas las familias responden de igual manera ni están preparadas para afrontar el aprendizaje de sus hijos en casa. Las familias con recursos y que antes de la pandemia no veían necesario el incremento de materiales informáticos, han hecho efectiva una compra de medios como ordenadores, tablets, portátiles, etc.
En esta pandemia, que afecta a todo el entramado social, se ha visto la necesidad de colaboración entre distintos profesionales, profesorado, psicólogos, trabajadores sociales, sanitarios, etc. La familia, por su parte, participa en el sistema educativo de sus hijos colaborando como buenamente puede. Unos se implican más y otros, menos. Su formación y su dedicación es muy dispar. También tienen que solventar varios problemas como la caída de las redes y el mal funcionamiento de las plataformas; a veces se produce una falta de coordinación entre el profesorado de su hijo lo que desorienta al alumnado y a los familiares; profesorado y familia han tenido que aprender a adaptarse a los nuevos procesos de enseñanza aprendizaje; no todas las familias, lo mismo que sucede con el alumnado, comprenden las orientaciones del profesorado de la misma forma, con lo que el aprendizaje tiene que soslayar una doble dificultad: la interpretación de los mensajes que emite el profesorado por parte de las familias y por parte del alumnado.
El profesorado, en general, está demostrando su competencia profesional motivando, facilitando el aprendizaje, orientando y asesorando. Sus propuestas son múltiples y variadas. Ha tenido que buscar las herramientas que le permiten la construcción, en tiempo record, de aulas virtuales y aprender a manejarlas. Antes, la enseñanza online era residual en muchos centros. De manera repentina se ha hecho imprescindible. Se han construido plataformas, se han organizado redes de aprendizaje entre el profesorado en poquísimo tiempo. Instagram, Youtube, Skype, Google Classrooms, Colaborate, Moodle,… cada uno se ha buscado la vida para conseguir los objetivos marcados en la planificación educativa. También es cierto que algunos Gobiernos Autonómicos han impartido cursos online para formar al profesorado para el uso de alguna plataforma en concreto como por ejemplo Moodle Centros en Andalucía. Las plataformas se han convertido en el cordón umbilical que conecta profesorado-padres y madres-alumnado. La jornada se ha complicado para todos. Para el profesorado, porque ha tenido que ampliar su horario laboral para atender adecuadamente a las innumerables preguntas que le formulan las familias y el alumnado. En algunas familias, se lleva a cabo una triple jornada: padres y madres tienen que trabajar, realizar las tareas en el hogar y colaborar en el aprendizaje de sus hijos. Para ellos, es difícil compaginar estas tres funciones. Además, tienen que aprender a utilizar las plataformas que utiliza el profesorado. Y el alumnado, tiene que adaptar sus biorritmos mentales, físicos y emocionales a un nuevo contexto.
Las familias han colaborado en el proceso enseñanza-aprendizaje de manera desigual. De manera que el nivel cultural de los padres y de las madres y la dedicación que cada cual ha prestado a sus hijos ha abierto aún más la brecha educativa entre el alumnado. La otra cara de la moneda es que las familias se han visto saturadas por la colaboración en la formación de sus hijos. El protagonismo les ha llegado de manera inesperada y en un contexto totalmente novedoso teniendo que afrontar los problemas derivados de un exceso de tareas de sus hijos, junto con una crisis económica y en un ambiente de confinamiento. Por otro lado, una parte de las familias ha sido consciente del desconocimiento del sistema educativo, en concreto, del proceso enseñanza-aprendizaje, y del rol que tenían que asumir. Por causa de fuerza mayor, han entrado en un proceso de regulación y de ajuste a una nueva realidad.
Los políticos se han preocupado, sobre todo, de que la escuela pueda seguir de manera virtual, a través de una pantalla y sentados. Esto sirve también de gran ayuda para las familias porque la ocupación de los niños haciendo los deberes les proporciona, al mismo tiempo, tranquilidad. Pero muchas familias se preguntan ¿son necesarios tantos deberes?
Una de las medidas que han tomado conjuntamente las asociaciones de padres y madres de familia, los equipos directivos y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado ha sido el reparto de los libros y material escolar que los escolares habían dejado en los centros. La premura, rapidez e imprevisión con la que se cerraron los centros durante el fin de semana del 14 y 15 de marzo de 2020 hizo que muchos de esos materiales permanecieran en los centros educativos. Posteriormente, se ha hecho necesaria la colaboración de diferentes grupos y entidades para poder llevar estos materiales a los domicilios de cada uno de los alumnos como trabajadores de los ayuntamientos, policía local o nacional, Protección Civil, voluntarios, etc. Como en tantas otras cuestiones, la comunidad educativa ha tenido que generar propuestas y soluciones novedosas a problemas igualmente diferentes. Esta medida tiene como objetivo dar respuesta a la demanda de muchas familias, sobre todo las que no tienen acceso a las nuevas tecnologías, para que sus hijos puedan continuar con el aprendizaje.
Por otra parte, la Administración también ha tenido que atender emocionalmente al profesorado por medio de la Inspección educativa, en un proceso de acompañamiento a los centros y a su personal.
Las administraciones tardan en dar respuesta a las demandas de la comunidad educativa. Ante la desinformación y el caos informativo, algunos profesores han optado por no avanzar en el temario, los menos, y otros, seguir su programación. Se ha tenido que potenciar el empleo de la “autonomía pedagógica y organizativa” de los centros ante una situación que ha desarticulado la conexión entre los centros y la Administración autonómica. Se ha producido un corto circuito en la comunicación como lo demuestra el hecho que desde que el alumnado no va a los centros, el día 16 de marzo, hasta el 2 de abril, no se emite la primera circular general por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y el mismo comportamiento ha sucedido en el resto de la Comunidades autónomas. También se han puesto en evidencia las deficiencias digitales del sistema. En este contexto, han tomado la iniciativa el profesorado y las familias.
Reflexiones finales
El primer motivo de reflexión que extraemos de la incidencia de la pandemia es que, una vez más, las personas pobres y quienes tienen una mayor vulnerabilidad social y económica son quienes más están sufriendo los efectos de esta pandemia. Los problemas derivados la grave crisis económica que está conllevando la pandemia causan estragos entre los más pobres en todos los ámbitos y, por supuesto, en el educativo. Aunque se producen acciones solidarias no son suficientes para paliar tantas necesidades porque el sistema en sí, es insolidario y desigual. El derecho más elemental, el de la vida, no existe para millones de ciudadanos. En este contexto, los derechos sociales son una quimera para estas personas.
Ahora que se está produciendo, de manera escalonada, el desconfinamiento, tendremos que ir rechazando el miedo y la desconfianza hacia el otro y recuperar al mismo tiempo el optimismo, la solidaridad y la empatía. Es hora de mostrar nuestro apoyo incondicional a las personas más vulnerables y, sobre todo, a quienes viven en una situación de pobreza.
Se han producido cambios evidentes como consecuencia de la pandemia. También se ha generado un mayor conocimiento de la realidad escolar y una transformación del sistema educativo.
Se ha realizado una transición, que no es fácil, de una enseñanza presencial a otra virtual con el objetivo de no disminuir la calidad de la enseñanza. Para ello, está siendo necesario que se afronte el problema con la unidad de toda la comunidad educativa: alumnado, familia, profesorado y Administración y aportando un esfuerzo igualmente extraordinario. El curso escolar está finalizando y se pretende que sea con la mayor normalidad posible. Todo ello requiere un gran esfuerzo, una adaptación a un contexto totalmente novedoso y una empatía con las demás personas implicadas. La escuela, en general los centros educativos desde Educación Infantil hasta la Universidad, tienen una clara función social. La integración de los jóvenes en la sociedad y los beneficios sociales que aportan los centros educativos, no se detienen por esta incidencia. Al contrario, la complicidad, el esfuerzo, el sentido de responsabilidad y el compromiso de todos se ponen de manifiesto para paliar las consecuencias negativas de esta pandemia. La unión y el sentido de pertenencia a la comunidad hace más responsable a la ciudadanía e implica que su comportamiento sea acorde con las decisiones que adoptan las autoridades competentes, de lo contrario, el caos está garantizado.
En estos días de confinamiento, se ha hecho viral en las redes lo que Don Quijote dijo a Sancho y que a nosotros también nos parece oportuno reflejar aquí:
Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca. Así que no debes congojarte por las desgracias que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas.32
Y nos parece oportuno, porque la solución a esta pandemia nos corresponde a todos; porque la durabilidad del mal no implica una actitud de inacción, sino todo lo contrario y porque la fe y la confianza en un futuro mejor nos motiva y alienta en nuestro trabajo diario. Cada uno, y la sociedad en su conjunto, podemos ser capaces de afrontar los retos que esta pandemia está haciendo más visibles. Bulos, incompetencias y dificultades no suponen un obstáculo insalvable para humanidad.
Importar imagenSe han utilizado términos relacionados con la guerra porque se considera que la sociedad está librando un enfrentamiento contra un enemigo invisible, el Covid-19 que afecta a todos los ámbitos de nuestra vida. Nosotros solo hemos reflexionado en el ámbito social y educativo. Estamos convencidos de que el virus genera muerte y dolor y que no afecta por igual a toda la población. Pero igualmente confiamos en la capacidad y competencia del ser humano, y más en concreto de los profesionales, para afrontar este nuevo reto.
Notas
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Información adicional
Inés María Muñoz Galiano.: Doctora en Pedagogía y diplomada en Educación Social. Actualmente profesora del Departamento de Pedagogía de la Universidad de Jaén. Tiene formación en diversos temas de índole social y educativa. La principal línea de investigación se centra en la Educación Permanente, analizando recursos y procesos educativos en distintos contextos. Estudia el proceso educativo en todas las edades, dentro y fuera de la educación formal, centrando la atención en recursos materiales y humanos, así como su desarrollo en diferentes contextos: la sociedad, la familia y los centros educativos.
Erika González García.: Doctora en Pedagogía (Mención Internacional) por la Universidad de Granada. Profesora en el Departamento de Pedagogía de dicha Universidad desde el año 2009, impartiendo docencia en Magisterio de Educación Primaria, en los Grados de Pedagogía y Educación Social. También en el cuso de Adaptación Pedagógica (CAP) , en el Máster Universitario de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas y en el Máster Universitario en Educación Social: Investigación y Desarrollo Profesional. Miembro activo del grupo de investigación “Valores emergentes, educación social y políticas educativas” (HUM-580). Sus líneas de investigación están centradas en el estudio de la ciudadanía y las identidades en los recursos educativos.
Miguel Beas Miranda. : Ha sido profesor en todos los niveles educativos. Es doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación (Sección de Pedagogía), Licenciado en Historia, Licenciado en Pedagogía y Maestro. Dentro de la Historia de la Educación, ha venido desarrollando su actividad investigadora en tres líneas fundamentales: los libros de texto y el sector editorial, el curriculum y sus agentes y las identidades ciudadanas.