Servicios
Servicios
Buscar
Idiomas
P. Completa
OPIO 2.0: EL SER (VICIO) INTELECTUAL DE MISIÓN VERDAD
Erly Ruiz
Erly Ruiz
OPIO 2.0: EL SER (VICIO) INTELECTUAL DE MISIÓN VERDAD
Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, vol. XXV, núm. 2, pp. 57-84, 2019
Universidad Central de Venezuela
resúmenes
secciones
referencias
imágenes

Resumen: En la actualidad ciertos intelectuales “revolucionarios” se realizan existencialmente en su contribución a la confección de narrativas telúricas que justifiquen la actuación del Estado bolivariano. El siguiente artículo consta en una exploración crítica al servicio intelectual del portal de investigación Misión Verdad expuesto en la obra colectiva Radiografía de un país bajo asedio. Se parte de una aproximación documental a la función del intelectual de la mano de Raymond Aron, Julien Benda y Mark Lilla. Seguidamente se inspecciona la consecuencia primordial del servicio intelectual de Misión Verdad, como cualquier forma de oposición a los designios del Estado bolivariano representa un acto de traición que amerita la confiscación de la dignidad, la existencia y la “Patria”.

Palabras clave:Estado TotalEstado Total,Intelectualidad revolucionariaIntelectualidad revolucionaria,Misión VerdadMisión Verdad,Relato PolíticoRelato Político,Total StateTotal State,Revolutionary intellectualityRevolutionary intellectuality,Misión VerdadMisión Verdad,Political StoryPolitical Story.

Abstract: Currently, certain “revolutionary” intellectuals are existentially made in their contribution to the making of telluric narratives that justify the performance of the Bolivarian State. The following article consists of a critical exploration of the intellectual service of the research portal Misión Verdad exposed in the collective work Radiografía de un país bajo asedio. It is based on a documentary approach to the role of the intellectual by Raymond Aron, Julien Benda and Mark Lilla. Next, the primary consequence of the intellectual service of Misión Verdad is inspected, how any form of opposition to the designs of the Bolivarian State, represents an act of treason that merits the confiscation of its dignity, existence and “homeland.”

Carátula del artículo

OPIO 2.0: EL SER (VICIO) INTELECTUAL DE MISIÓN VERDAD

Erly Ruiz
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA, Venezuela
Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, vol. XXV, núm. 2, pp. 57-84, 2019
Universidad Central de Venezuela

Recepción: 09 Julio 2019

Aprobación: 10 Febrero 2020

EL SER (VICIO) INTELECTUAL

Es indiscutible la promoción de la cual goza la inteligencia en la contemporaneidad. No obstante, la querencia no garantiza su aplicación justa ni uniforme como tampoco su reconocimiento como necesidad o cualidad constitutiva de la humanidad. Plantear dudas en torno a la misma y su importancia puede suscitar ciertos malentendidos desde la moderna asociación axiomática a la noción del progreso. Es posible simplificar la reticencia crítica a la vinculación del intelecto a la vida buena; una suerte de lealtad de la inteligencia a las causas justas. La común decantación moral esboza dos situaciones que pretenden ser abordadas problemáticamente en las siguientes líneas. La primera refiere al servicio intelectual, la pregunta por su función. La segunda indica a su consecuencia, es decir, las manifestaciones de su aplicación.

Para Julien Benda la figura del intelectual no persigue esencialmente fines prácticos, sino que, al pretender su felicidad del ejercicio del arte, de la ciencia, o de la especulación metafísica, en resumen, de la posesión de un bien no temporal, de alguna manera dicen: “mi reino no es de este mundo”1. La contemplación a la cual arroja el francés produce insatisfacción en ciertos intelectuales comprometidos moralmente quienes conciben la practicidad como la arena ideal para tasar su valor e ipseidad. Un primer modo intelectual, consonante a la cualidad metafísica que apunta Benda, se encuentra en el servicio intelectual académico. Derrida expresa como la Universidad debe responder a las exigencias aristotélicas de la metafísica: de la filosofía primera, de la investigación de las “raíces”, de los “principios” y de las “causas”2. De tal manera el servicio intelectual adquiere en la academia la potencia fundamental y fuera de ella, en la doxa, consigue su objectum, la situación pública que clama por su cimiento o justificación.

Justificar es, y siguiendo ahora a Giannini, dar razón de una cosa, dar razón de su estado actual, de su ser, de su destinación3. La posibilidad de su realización acontece a través de la argumentación la cual se nutre de las palabras y su acertada conjugación. Cotidianamente el intelectual representa uno de los paladines del verbo. Tal como lo expresa Raymond Aron, su habilidad implica la no-manualidad y por ello son otros los que efectúan sus querencias y recomendaciones. Con la palabra los intelectuales estimulan pasiones con la ambición de orientar la opinión pública. Su articulación argumentativa se considera a sí misma como la tematización convincente e influyente expuesta por Habermas, el intelectual no se conforma con percibir e identificar los problemas, su contribución, comentario e interpretación persiguen que puedan ser asumidos por los demás4.

La forma expositiva intelectual provee de una seguridad contingente en el espacio público. La circunstancialidad es acentuada críticamente en el Nietzsche de Más allá del bien y el mal5, donde considera tajantemente como la mera exposición y ordenación no son una explicación del mundo. Una segunda crítica se asoma cuando la ordenación se considera científica y por ello mecánicamente impositivamente significativa. La limitación científica de Tolstoi recuperada por Weber6 ilustra la inmensidad de la existencia, la complejidad de las situaciones morales y la razón al servicio de la búsqueda por el planteamiento, no la disolución final de lo problemático. En este sentido, y regresando nuevamente a Habermas reflexionando en torno a Nietzsche, la ciencia averigua el curso de la naturaleza, pero no puede jamás impartir órdenes al hombre. Inclinación, amor, placer, dolor, exaltación, creación… nada de esto conoce la ciencia. Lo que el hombre vive y experimenta, tiene él que interpretarlo para sí desde alguna parte; y de acuerdo con ello, valorarlo7.

La ciencia deviene en el siglo XX en una de las formas predilectas de la argumentación fundamental. Expandiendo la limitación nietzscheana se puede agregar con Ortega y Gasset como la misma, en su aparente completitud, promete seguridad, pero sin sentir su llamado, necesario además para el español, su aplicación pierde todo sentido. La interpretación del filósofo coincide con Weber en el reconocimiento a la constante superación de la actividad científica. La ciencia es un ejercicio perseverante, no una estable serranía a nuestra espera. Indudablemente la práctica fomenta el pensamiento y la creencia. El llamado a la contingencia procura considerar la apertura como una condición positiva y no un lastre dentro de la formación del saber.

El interés por el orden alcanza una tintura tiránica incontrovertible en la boca y pluma de ciertos intelectuales. El cuestionamiento fundamental pareciera cumplir su único fin en la erosión de las creencias ajenas, adquiriendo su valor en la exposición “justificada” de la precariedad de las cosas muchas veces sin aportar prospectiva o contenido. Otra manera en que la inteligencia logra reconocimiento público se encuentra en su inserción en la política a través de la forma periodística. Al descender del tropo académico-metafísico a la condición política temporal ciertos intelectuales ajustan su pertinencia social dentro del marco histórico, concreto e inmediato. Empujados por el momento y ensalzados por el aguijón del día, dedican su verbo a la polémica, y en el caso latinoamericano tal como menciona Carlos Rangel, a los clásicos pronunciamientos.

La Web 2.08 aumenta las posibilidades de las declaraciones públicas transformándose en una posible tribuna política. Si bien la coincidencia de perspectivas es una propiedad manifiesta, la realización tiránica está a la orden del día. Sobre tal lógica impositiva Trejo, citado por Burgos, indica como en relación a los contenidos políticos en la red no hay diálogo sino monólogos ensimismados, no se piensa en interlocutores sino en destinatarios de mensajes imperativos9. En referencia a la búsqueda por la practicidad la Web 2.0 expone una curiosa contradicción. La información es amplificada pero su existencia es eminentemente contemplativa o teórica. La propiedad teórica puede convertirse en propaganda y como agudamente señala Aron, todos los regímenes políticos ofrecen oportunidades a quienes poseen el talento de manejar las palabras y las ideas. Ya no es el jefe de guerra, fuerte en coraje o afortunado, quien accede al trono, sino el orador, el que ha sabido convencer a las multitudes, a los electores o a los congresos10. La aventura política del intelectual no supone bajo ninguna forma un viaje en aguas mansas, involucra riesgos significativos de los cuales algunos no logran sobreponerse completamente. Los intereses políticos y las filiaciones partidistas11 pueden influir negativamente en el discernimiento, enfrentando la verdad necesaria a la verdad merecida. Retomando nuevamente a Aron, al entrar en la política el intelectual se asemeja al no intelectual, la misma mezcla de saber a medias, prejuicios tradicionales, de preferencia más estética que razonada se manifiesta en las opiniones de los profesores o escritores y en las de los comerciantes o industriales12.

La predicación intelectual, cuando expresa la conjugación temeraria ciencia y destino, se reviste de arrogancia perdiendo su potencia crítica. La inmersión temporal e histórica acentúa la concepción de que la producción intelectual adquiere su valor en la practicidad y la utilidad. En este sentido, y siguiendo a Benda, el intelectual exalta la voluntad de los hombres de sentirse en lo distinto, proclamando despreciable toda tendencia a asentarse en lo universal13. El humanismo, comprendido como el amor a los hombres, pasa a representar desde esta perspectiva un completo sinsentido, una muestra inequívoca de la decadencia moral e intelectual de los tiempos. La necesidad apremiante se ubica en el arraigo a la nación o la raza, oponiéndose firmemente a cualquier forma de abstracción y eternidad. Una excelente ilustración de la oposición a lo general se encuentra en los ecos de la obra de Carl Schmitt. El juris publicista y filósofo político alemán, representante además del llamado realismo político, proponía el antagonismo amigo-enemigo como motor de la política. La misma debía reencontrar asimismo su posición rectora la cual se materializaba en el Estado total profundamente antiliberal.

Dos lecturas nutritivas se desprenden de la tiranía promovida por Schmitt. La primera indica a su apropiación histórica. Si bien en su momento el alemán representaba intereses conservadores y de derecha, su concepción del Estado ha resultado favorable a las modernas tiranías de la izquierda. La segunda refiere a la guerra como el modo conveniente del intelectual político. Ya no se plantea la justicia y templanza como aspiración socrática en la Grecia clásica. Como indica Benda, para aquellos que hoy ocupan su cargo, es la justicia la necedad -una nube-, y los arsenales y murallas las cosas serias. Hoy en día el intelectual se ha hecho ministro de guerra14.

La fijación por lo histórico y temporal, ensalzado por la lógica destinal, convierte paradójicamente al intelectual en un comisario existencial. Aunque en palabra muchos se oponen, en la acción reeditan los rasgos de una conducta religiosa dogmática. La razón intelectual expresa en ciertos casos un fervor que lo acerca al estar de las creencias. Ortega y Gasset proporcionan una diferencia de la cual es posible servirnos para comprender la vinculación entre la conducta religiosa como fe y la razón. Para el español lo que distingue al pensamiento de la creencia acontece en su ocurrencia. Mientras la primera se tiene y se sostiene, manifestando su movimiento e interpelación, en la última sencillamente estamos, la creencia es quien nos tiene y sostiene. Dicho con otras palabras, el intelectual creyente profesa la toma de posición respecto a sus intereses, no invita al discernimiento propio sobre los asuntos. La conducta religiosa del intelectual expresa otra dimensión que es pertinente encarar, la promoción y justificación de la salvación. El caso de los intelectuales identificados con el socialismo científico ilustra con claridad la vinculación entre la política y la ciencia entendiendo esta última como garantía de una victoria final. El intelectual aporta la claridad de la cual no pueden ni soñar los profanos. Según Lilla será Sartre quien representará el papel heroico del intelectual. En su influyente Plaidoyer pour les intellectuels - conjunto de conferencias ofrecidas en 1965- Sartre describe a los intelectuales como una suerte de Juana de Arco izquierdista capaz de defender lo esencialmente humano contra las inhumanas fuerzas del “poder” político y económico y también contra las fuerzas culturales reaccionarias, incluidos ciertos colegas escritores traidores cuyo trabajo venía a sustentar “objetivamente” las tiranías modernas15.

La autoproclamación prometeica resuena con la materialización de la historia, la nación y la raza en la tierra. El espíritu gregario ocupa una plaza importante en tal operación. Sobre esto Benda advierte como los intelectuales modernos todavía hacen más: declaran que su pensamiento sólo sabría ser bueno, dar buenos frutos, si en ningún caso abandonan su suelo natal, si no se “desarraigan”16. Es necesario percibir la gregariedad como una despersonificación así como una abierta oposición a la libertad cuando es llevada al extremo por los intelectuales. Los individuos, y desde una concepción sociológica tiránica, deben subordinar sus placeres o sus pasiones a un interés que los supera, el de la sociedad misma17, la cual coincidencialmente conoce a profundidad (o “en verdad”) el intelectual creyente. El intelectual revolucionario venezolano actual ilustra a la perfección el adagio de colocar la carreta delante de los caballos. Su compromiso con el Estado puede ser descrito críticamente con el pensamiento de Nietzsche donde apunta como al Estado nunca le interesa la verdad a secas, sino sólo la verdad que le es útil, o para decirlo más exactamente, únicamente se interesa por lo que le es útil, ya sea esto verdad, verdad a medias o error. Así pues, una alianza entre Estado y filosofía sólo tendrá sentido si la filosofía puede prometer serle de incondicional utilidad, esto es, que antepondra el beneficio del Estado a la verdad18. De tal manera, la lealtad supera con creces a la verdad, a la crítica y la autocrítica. En perjuicio de la historia que pretenden apoderarse justifican la evasión a lo contradictorio cumpliendo a cabalidad la perspicaz observación de Aron, el escepticismo no es revolucionario, ni siquiera cuando habla el lenguaje de la Revolución19.

La promoción intelectual de la binariedad desde la férrea lealtad exterioriza otros escollos considerables en menoscabo del discernimiento y la crítica. Octavio Paz advierte como decir cuatro verdades al adversario es, relativamente fácil; lo difícil es decirselas al amigo y al aliado20. La evasión crítica implica una doble traición para el mexicano. Permanecer en la comodidad de la creencia, sin suscitar la apertura problemática traiciona al amigo y al sí mismo. La valoración- construcción del mundo binario pasa para muchos como una posición maniqueísta la cual vale acotar, le hace bien a la reputación del intelectual revolucionario. No obstante, para que la misma pueda cumplir con tal condición es imprescindible el paso de la moral a la ética21, es decir, la introyección y discernimiento que, como se ha apuntado, eluden los intelectuales leales. Regresando a la impronta religiosa se puede afirmar, y siguiendo ahora a William James, como tales intelectuales se pretenden alejar de los pecados sin acercarse nunca a la rectitud. Al sustraerse de la crítica la tiranía intelectual puede incrementarse. Krauze, en su ensayo introductorio sobre Lilla, subraya la existencia de un tirano agazapado en todos nosotros, un tirano que se embriaga con el eros de su yo proyectado hacia el mundo y que sueña con cambiarla de raíz. Si, en un ejercicio riguroso de autoconocimiento, el intelectual identifica en sí mismo esa fuerza, si la dirige y la controla, el impulso puede guiarlo hacia el bien y otros fines superiores. Si no, esa pasión puede llegar a dominarlo22. Será la humildad, como resultado del autoconocimiento, el antídoto contra la proyección desenfrenada de la tiranía. Humildad de cara a la soberbia que caracteriza a ciertos intelectuales contemporáneos.

El compromiso revolucionario de los intelectuales puede llevarlos a la negación abierta de la diversidad que caracteriza al mundo y del diálogo como mecanismo para dirimir conflictos. Políticamente son muchos los que expresan la necesidad contundente de abolir al Estado parlamentario en función de que el mismo coincide, prácticamente y teóricamente, con la sociedad burguesa, enemigo “histórico” de los cruzados revolucionarios. La planificación centralizada de la economía en manos de un Estado “comprometido con las causas justas” es el objetivo fundamental del intelectual revolucionario, justificar la expansión del clan sobre cualquier posibilidad de philia y libre asociación. Indudablemente la narración revolucionaria, famosa por entretejer la felicidad, la abundancia, la libertad y su realización en la tierra (no en el más allá), constituye una ficción decepcionante y peligrosa. La liberación de la explotación no es más que una estafa reeditada una y otra vez por los tiranos revolucionarios. Los modos y contenidos crueles son transferidos al Estado sin disolver los problemas “sistémicos” denunciados cuando constituían su oposición. El Estado se convierte en el único actor capaz de llevar a cabo el programa revolucionario, organizando la vida común autoritariamente. De tal manera, como alude Aron, la izquierda organizadora llega a ser más o menos autoritaria, porque los gobiernos libres actúan lentamente y están frenados por la resistencia de los intereses o de los prejuicios, nacional, si no nacionalista, porque únicamente el Estado es capaz de realizar su programa, a veces, imperialista, porque los planificadores aspiran a disponer de espacio y recursos inmensos23. El intelectual revolucionario es asimismo un colonizador de la vida cotidiana, imprime sus querencias e insatisfacciones en los demás haciéndolas pasar por comunes.

El ejercicio de la tiranía, concebido tradicionalmente como potestad exclusiva del Estado, encuentra en la modernidad un valioso punto de apoyo civil. Tal es la función de ciertos intelectuales, la transducción24 de los abusos y las transgresiones de los regímenes totalitarios. Lilla recuerda como distinguidos profesores, talentosos poetas y periodistas influyentes unieron sus capacidades para convencer a todo el mundo de que los regímenes dictatoriales eran liberadores y de que sus crímenes y excesos eran nobles, observados desde la óptica apropiada25. La actividad intelectual es lenticular y, tomando prestada la expresión de Derrida, falogocéntrica. Como el mundo de la vida cotidiana está caracterizado por la superficialidad y la supuesta irreflexividad, el ejercicio intelectual revolucionario toma por misión el necesario desenmascaramiento y la denuncia crítica26. Su tenaz convicción le otorga el supuesto poder de ver profundamente y entender el verdadero desenvolvimiento de la historia. Como fue mencionado anteriormente el intelectual revolucionario contribuye incansablemente a la reducción de la actividad política a las funciones del Estado. En este sentido la democracia es minada, trastocando inclusive la vinculación política y moral. Con ellos nos encontramos en la era de la tercera vía, más allá de la dualidad tradicional. La primera vía, platónica, estipulaba el papel determinante de la moral sobre la política. La segunda, Maquiavélica, sostenía la ausencia de relación entre ambas. La tercera, representada por Maurras de acuerdo a Benda, indica como la política determina la moral. Tal fijación encuentra una sensacional ilustración en la obra de Trotsky. En un libro brillante (Su moral y la nuestra), Trotsky sostenía que era moral todo aquello que servía a la revolución e inmoral todo lo que la combatía. Trotsky no negaba la universalidad de la regla moral, pero la sometía, mientras los hombres no llegasen al comunismo, a los accidentes de la lucha revolucionaria27.

EL SER (VICIO) BÉLICO

En febrero del 2018 el portal de investigación Misión Verdad28 publica Radiografía de un país bajo asedio, una obra que, en palabras de su editor Gustavo Borges Revilla, contiene en muchos párrafos evidencias y elementos de la guerra contra Venezuela en su frente económico registrados entre los años 2013-201729. El libro, acorde con la intención del portal, pretende “informar y desenmascarar” a todo aquel que represente un enemigo de la “revolución” bolivariana. Los autores toman por misión la atización del conflicto interno y el reconocimiento público de los adversarios políticos, los cuales, en sintonía al pensamiento de Carl Schmitt, surgirán como enemigos del Estado Total, y en el caso venezolano, de la Patria. En líneas generales el argumento de la obra podría considerarse una repetición de la ya clásica -y cómoda- rivalidad norte-sur. Radiografía de un país bajo asedio personifica sublimemente la impotencia intelectual esgrimida por Rafael Ramírez en su crítica a Ludovico Silva, así como una actual encarnación del Tercermundismo expuesto por Carlos Rangel30. La guerra no convencional, a la que según ha sido expuesta Venezuela cual víctima, se fundamenta en el deseo imperial por apropiarse violentamente de la riqueza natural que posee el país. Serafino y Vielma mencionan como las guerras han cambiado y con ello sus formas. No obstante, el objetivo siempre se mantendrá por más que se tecnifique y actualice: eliminar o provocar el mayor daño posible al adversario, en el caso venezolano, como muchos otros, un país soberano que no se arrodilla ante sus saqueadores31. De igual manera, y en coincidencia con Benda, toman por tarea el ensalzamiento del nacionalismo oponiéndose buen salvajistamente al capitalismo. Para los autores el problema es de factura global, no es un problema exclusivamente venezolano, porque el capitalismo como sistema -hoy en su fase de mayor crisis y deterioro- no es venezolano32. Desde esta perspectiva el venezolano es una víctima de fuerzas más grandes que sí, que, además, no puede, ni esforzándose, comprender. Sólo podrá estar a salvo gracias a la clarificación de la investigación revolucionaria.

Paradójicamente la perspicacia económica que alardean los autores nunca alude al Estado Total bolivariano. La impotencia económica que caracteriza al país posterior a la muerte de Chávez es una reacción lógica al asedio que nos somete el invencible imperialismo. Sin tapujo Serafino y Vielma indican como el daño a la economía del país es similar al bombardeo de instalaciones petroleras (como efectivamente ocurrió en Irak, Siria y Libia, para socavar las bases de apoyo de sus legítimos gobiernos). No de forma frontal, convencional y tradicional, sino a través de aproximaciones indirectas, encubiertas y colaterales, la afectación de la economía, como principio ordenador de la vida cotidiana de la población, se mantiene como objetivo, aunque se hayan tecnificado más las formas de ejecución de los ataques33. La cualidad de lo encubierto e indirecto de la confrontación permite a los intelectuales bolivarianos justificar su misión, la clarificación y orientación necesaria de cara a una eventual acción. Por ello se han esforzado en posicionar34 como slogan de su talante investigativo la frase con la cual abrió su participación el editor de Radiografía de un país bajo asedio, Gustavo Borges Revilla, en el foro realizado en Caracas sobre periodismo en tiempos de guerra no convencional, “entender la guerra es el primer paso para ganarla”35. La expresión es una perfecta manifestación del fundamento civil a las tiranías propuesto por Lilla, pero además demuestra la apropiación del lenguaje militar para los pronunciamientos intelectuales revolucionarios. La lectura de la situación, el gobierno del presidente Maduro, es indiscutiblemente militar. Sin disimulo los autores abren su capítulo sobre los Fundamentos de la GNC diciendo que la guerra no convencional (GNC) como doctrina política y militar del aparato de guerra estadounidense se enmarca en un conjunto de manuales que condensa la gran mayoría de sus aspectos operativos y funcionales36. Sobre el establecimiento de las acciones en un manual los investigadores se refieren al documento TC 18- 01 titulado Special forces. Unconventional warfare37. Curioso que aún en posesión de la información con tanta antelación 38, la efectividad de los “actos criminales en contra de la Patria” sea tan alta.

Es inconcebible para el equipo de investigación de Misión Verdad la oposición al proyecto totalitario que constituye a todas luces el Estado Bolivariano. La imposibilidad radica en su infinita bondad y benevolente protección sin la cual indudablemente el país estaría devorado por los yankees saqueadores. La condición totalitaria resuena a la clásica doble reducción revolucionaria, el partido (en este caso el PSUV) como el Estado y este último como la Patria. La misión de Serafino y Vielma consta en la justificación de la traición a través del desenmascaramiento de la presunta personalidad delictiva. Todo emprendimiento económico que no cuente con la aprobación del Estado bolivariano será marcado por Misión Verdad con el epíteto criminal. Su investigación presenta todos los rasgos de la heroica crónica policial, los que presentan a la opinión pública los personajes del crimen organizado anti patriótico. En su apartado Los actores internos hacen gala de la dispensación del crimen apátrida39 denunciando como tanto corporaciones internacionales como ciudadanos venezolanos formaron parte de una orquesta de mafias y pandillas improductivas opuestas al desarrollo buen salvaje del país.

Con la revolución bolivariana se materializa la disminución efectiva de la República al Estado. Todo lo que esté fuera del mismo debe ser señalado y eliminado. La justificación de su papel protagónico -y totalitario- radica en su posición como propietario y distribuidor a partir del control exclusivo del flujo de divisas extranjeras. Como un logro revolucionario Serafino y Vielma apuntan como la asignación de divisas por parte del Estado es el alfa y el omega de la producción e importación de más del 60% de bienes esenciales para el país (medicinas y alimentos)40. Para ellos la autonomía económica de la ciudadanía es innecesaria, desafiar al Estado y sus políticas erradas es, según tales argucias revolucionarias, oponerse a la alimentación y salud del país en pleno. De cara a la actual importación masiva de alimentos que lleva a cabo el Estado bolivariano a través de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) pareciera que la preeminencia de la lógica distributiva y la fobia a la producción nacional definen con claridad la naturaleza de la revolución. Absurdamente, y en el segundo año del ecocidio más grande de nuestra historia republicana, el Arco Minero del Orinoco, para Gustavo Borges Revilla a Venezuela, luego de haber sido un país agroexportador, en el marco de la división mundial del trabajo, se le impuso la condición de ser país mina, abriendo a partir de ahí un amplio portafolio de escenarios al poder financiero global41. El intelectual bolivariano expresa a la perfección la falta de escepticismo y autocrítica sugerida por Aron. Tal como lo advirtió Rangel en Del buen salvaje al buen revolucionario, aparentemente es una condición revolucionaria el complejo de inferioridad crónico que imposibilita el reconocimiento de las virtudes de nuestros vecinos al norte.

Misión verdad trasciende la posición de la secretaría de los caudillos42, acuñada por Rangel, convirtiéndose en los modernos asesores intelectuales de los impotentes gerentes bolivarianos. Al “desenmascarar” la acumulación delictiva del capital43 pre revolucionaria, Serafino y Vielma no sólo describen a la perfección la actual práctica de la gerencia e impotencia productiva bolivariana, invocan asimismo la traición como pivote de toda la supuesta operación “anti venezolana”. Sin reserva señalan como el rasgo delictivo del modelo de acumulación rentística en Venezuela recae en la utilización del Estado con fines de enriquecimiento personal. Las oligarquías tradicionales (los Mendoza, los Zuloaga, los Vollmer, los Boulton, los Delfino, los Branger y los Domínguez) se sirvieron de la renta petrolera para apalancar la transnacionalización de la economía del país. Enarbolando como estandarte la dependencia y el lucro desbordado que le otorgaba el hecho de ser gestores y dirigentes de la inversión norteamericana (directa e indirecta) en los sectores primarios de la economía desvenezolanizada44. A través de la expresión de Domingo Alberto Rangel, la cualidad criminal de la acumulación del capital, todo tipo de emprendimiento es potencialmente una muestra de un nuevo ciclo de colonización económica. Al verse enfrentados ante la crítica del papel cada vez más totalitario del Estado y la disminución feroz de la empresa privada Serafino y Vielma nuevamente justifican el papel protagónico del Estado en la entrega de dólares que, no producen para que puedan realizar sus importaciones. Sólo así podrán seguir siendo parte de esa casta de inútiles llamada “empresariado nacional”45. Vale la pena acotar que los dólares que “produce” el Estado bolivariano son el resultado del rentismo exacerbado durante la revolución. Aunque no les guste aceptarlo, la “revolución” se ha financiado exclusivamente en la empresa petrolera y, ante su inminente deterioro, ha encontrado un nuevo aliado en el Arco Minero del Orinoco.

Desde esta desdichada perspectiva todos los venezolanos dependen del noble Estado Bolivariano y su “justa” distribución de la renta. En Venezuela nunca existieron empresas, es más, nadie nunca produjo absolutamente algo. Una excelente manifestación de tal osada declaración se encuentra en el situación de la empresa farmacéutica nacional donde los intelectuales bolivarianos ratifican la supuesta improductividad voluntaria sosteniendo que no existe un capital farmacéutico (aunque sus gestores digan que “producen” el 50% de los medicamentos consumidos en el país), sino apéndices diseñados para absorber la renta petrolera y luego traspasarla a esas corporaciones, sea bajo el mecanismo de importación directa o por importación de materias primas (que ellas mismas patentan producen) para la sostenibilidad de los pocos laboratorios locales que existen46. El “crimen” de tal manera queda expuesto, nunca fue de mayor preocupación generar una industria química independiente y soberana del gran capital transnacional47. He aquí una magnífica muestra de la zona de confort que implica la denuncia revolucionaria. De cara al desabastecimiento de medicamentos la solución bolivariana ha sido apoyarse en el capital transnacional “revolucionario” (China y Rusia), nunca se inclina, ni por error, a la producción nacional que le demandan a los “parásitos” sus secretarios Serafino y Vielma. Vale la pena retornar nuevamente a la posición profética de Aron, no existe disolución de los problemas “sistémicos” o “delictivos” son simplemente transferidos al Estado para su ejecución. El “abuso” de los monumentales recursos financieros48 entregados a la industria farmacéutica lleva a los autores a determinar que estamos ante un enemigo que tiene como objetivo asesinar venezolanos y tiene todos los mecanismos económicos, políticos y financieros para seguirlo intentando49.

Para los autores la declaración de guerra contra el país se materializa en la orden ejecutiva decretada por el presidente norteamericano Barack Obama el 9 de marzo del 2015. A pesar de que la orden sanciona específicamente a 7 individuos, policías y militares50, los intelectuales bolivarianos consideran que los norteamericanos repiten la estrategia de embargo y bloqueo que ejercen contra Cuba a Venezuela. Las sanciones son catalogadas como un ataque jurídico, donde tal especie de asfixia económica51 es, indudablemente, una declaración de guerra. Quizás podría decirse que la canción necesaria de la revolución bolivariana es la guerra. Versan en el enfrentamiento y el resentimiento para devenir en el coro trágico de la muerte masiva. La percepción internacional de las acciones del Estado venezolano son serias instigaciones bélicas en los ojos de los intelectuales bolivarianos. La injerencia se les presenta como una ofensa a pesar de que su propia unidad de investigación se fundamenta en el entrometimiento y la exposición negativa de la vida de los “traidores apátridas”. La exposición del enemigo opera tanto internacionalmente como localmente. No existe diferencia significativa entre ellos, todos se oponen al Estado y por ello, si se puede, deben ser hasta xenofóbicamente señalados. En su apartado Instrumentos y recursos de la guerra financiera los autores cándidamente sostienen que allí Standard & Poor´s no se diferencia mucho del portugués dueño de una panadería del centro de Caracas, ya que, si se invirtieran los papeles, tendríamos a Douglas Paterson -presidente de Standard & Poor´s- haciendo señoritas en vez de canillas para aumentar sus ganancias y al señor Barbosa extorsionando a inversionistas para que compren bonos de empresas quebradas52. Se pueden extraer varios elementos de tal declaración. El primero consta en la reafirmación de que toda acción privada es inequívocamente un acto delictivo. El segundo, la aseveración nacionalista, quizás si un venezolano estuviera a cargo, no existiría ninguna percepción negativa.

El equipo de investigación de Misión Verdad reconoce el valor de la violencia sólo si le es útil al Estado totalitario. La dinámica de violencia cotidiana como resultado de los objetivos estratégicos de las guerras no convencionales denunciada por Serafino y Vielma a través de Kaldor y su texto Las nuevas guerras53 retrata a la perfección la actuación del propio Estado revolucionario. El desmantelamiento de la infraestructura de la economía nacional a través de las expropiaciones y la imposición de una violencia cotidiana, delegando funciones de seguridad ciudadana a la propia delincuencia con sus llamadas Zonas de paz54, le es efectivamente funcional tanto a la globalización neoliberal (el Arco Minero del Orinoco) como a las economías ilegales y al capital extranjero (los Comités Locales de Abastecimiento y Producción). Desde esta posición pareciera que la guerra no convencional la lleva a cabo el Estado bolivariano a la ciudadanía en pleno, sumergiéndola inclementemente en una incertidumbre y temor institucionalizados. Como se ha mencionado varias veces el discurso bélico atizado por los intelectuales bolivarianos pretende ocultar la impotencia productiva revolucionaria. Las contracciones económicas son siempre orquestadas desde el extranjero suponiendo un claro acto de guerra y donde es imperativo tomar un bando. Descaradamente, y sin asumir nunca algún tipo de autocrítica a lo largo de la obra, declaran que reducir la producción de un país completo no es sólo una fría estadística, sino un disparador para que la violencia impregne hasta las rutinas económicas más básicas de la gente55. De tal manera la violencia le es útil a la revolución, dentro de tal situación generalizada, es mucho más fácil aplicar la lógica schmittiana y elegir el bando “patriótico” representado coincidencialmente por los bolivarianos: Son los otros quienes niegan la alimentación y los medicamentos.

Por su condición nobiliaria bolivariana Serafino y Vielma creen estar en la posición de confiscar la dignidad, la existencia y la patria a cualquiera que no simpatice con su credo totalitario. En la conclusión del capítulo Los actores internos expresan la nobiliariedad y la parcialidad correcta afirmando que en Venezuela nunca habrá empresarios serios, responsables, bolivarianos y productivos. No existe planificación posible en el ámbito empresarial más allá de la exigencia de divisas, de ampliar el mercado promoviendo la importación, de comprometer el dinero de todos los venezolanos a la aventura especulativa, usurera y ambiciosa que tiene 100 años haciendo estragos56. Más adelante, siendo nuevamente eco de la profecía de Aron, la izquierda organizadora . imperialista, dirán que no existe un “proyecto empresarial venezolano” por el mismo hecho de que los que ostentan en título (y uno que otro aspirante) no piensan de aquí a 20 años57. El Estado bolivariano es el único protagonista honesto dentro de la narrativa delirante de Misión Verdad. No sólo todo aquel disidente civil es un enemigo, sino además es de la peor clase. Una excelente muestra de tan entusiasmada ficción, pasada por investigación, se encuentra en como la Universidad de Harvard es considerada por Serafino y Vielma como una plataforma para el bloqueo financiero. Al referirse a Ricardo Hausmann dirán que su única diferencia con Al-Qaeda o con un grupo de mercenarios afiliados a Daesh es que Hausmann está enflusado. Este sicario de cuello blanco no necesita una metralleta si maneja los contactos que pueden significar para un país comer - aunque sea poco- o morirse de hambre, a cambio de entregarlo todo, como hizo en los 90 aquí en Venezuela58. Fieles a su telúrica intelligentsia los intelectuales bolivarianos reverberan con su posición totalitaria: En Venezuela no existía nada ni nadie antes de la revolución bolivariana. El poder que le otorga Misión Verdad a los “operadores financieros de alto nivel” es idéntico al que los revolucionarios de antaño le concedían a la CIA durante la segunda mitad del siglo pasado59. Son increíblemente todopoderosos, poseen unos malignos tentáculos que afectan profundamente a los representantes del mundo justo a pesar de que todas sus jugadas siempre “sean de manual”.

En su exposición del Frente externo contra Venezuela los intelectuales bolivarianos se dedican a señalar la importancia de la opinión civil en la formación de conflictos internacionales. Sobre Steve Hank, antagonista jurado de la revolución, corre la misma denominación que Hausmann: sicario financiero al servicio de gran capital. De acuerdo a Serafino y Vielma, Hanke es un comentarista estrella, factor clave en la imposición de opiniones económicas sobre Venezuela y otros países dentro de las principales agencias corporativas que se articulan en torno al asedio financiero contra nuestro país60. La reiteración en torno a la existencia de fuerzas macabras que impiden el desarrollo de las revoluciones puede ser asimismo comprendida a través de la teoría conspiracional de la sociedad propuesta por Sir Karl Popper La misma proviene de la supresión de Dios, para luego preguntar: “¿Quién está en su lugar?” Su lugar lo ocupan entonces diversos hombres y grupos poderosos, grupos de presión siniestros que son los responsables de haber planeado la gran depresión y todos los males que sufrimos61.

Los intelectuales bolivarianos, vale tener presente, al denunciar, nunca actuar, estiman desactivar las confabulaciones en torno a la patria. El epíteto común dentro de sus narrativas enardecidas, lo histórico,responde a tal variación teísta, la creencia en dioses cuyos caprichos y deseos gobiernan todo. Desde esta perspectiva cobra sentido la generalización y eternidad de una declaración como: todos los caminos de la guerra financiera llevan a Wall Street62. Las investigaciones de Serafino y Vielma no procuran estimular el pensamiento, cumplen su cometido con promover la posición “correcta”. No explican, se conforman con señalar.

El pensamiento revolucionario y la religión poseen muchos puntos en común a pesar de que los intelectuales revolucionarios, supuestamente racionalistas, no estén dispuestos a reconocer. Además de la valiosa posición popperiana, las palabras de Luis Alberto Sánchez, citadas por Carlos Rangel, ilustran sensacionalmente tal vinculación. Por religión se entiende no solamente religarse con Dios, sino religarse con cualquier ente o idea que reemplace nuestra capacidad de explicar racionalmente lo que nos acontece, (de modo que) el marxismo es tan opio de los pueblos como el deísmo cristiano63. El arraigo en la religión le proporciona a la guerra ensalzada por los intelectuales bolivarianos una serie de características particulares. La primera refiere a la acción justa. En la guerra los revolucionarios siempre representarán el bando inmaculado y justiciero, están destinados a ello. La segunda indica a la aceptación del credo y la expansión catequista de la revolución. No es casualidad que la unidad investigativa tome por nombre Misión Verdad. Borges Revilla, Serafino y Vielma son misioneros modernos, trabajan para difundir la verdad de la tiranía. Desde la moral impoluta que se auto adjudican los revolucionarios la guerra acontece como una forma justa de depuración. La violencia es necesaria. Tal como apunta Benda, el respeto por el contrato es el “arma de los débiles”; la necesidad de justicia “propia de los esclavos”64. El intelectual guerrero patriota es profundamente anti metafísico. Considera como ficción sin valor todo aquello que se oponga a los designios del Estado totalitario. Así apuntan como el control cambiario no atenta contra las “ficticias” leyes del mercado, pero sí contra sus procesos de acumulación en Venezuela. El aumento descomunal del precio del dólar paralelo es un bypass para imponer el precio que a ellos les conviene en contraposición al que impone el Estado a través del control cambiario. Es un escenario de medición de fuerzas políticas, no de fallas o virtudes de las “leyes de la economía” como nos dicen65. Es innegable la dimensión política dentro de los procesos aludidos por Serafino y Vielma. El asunto radica en la negación y supresión de todo aquello que no comulgue con sus creencias, las cuales casualmente siempre serán reales mientras todas las demás son producto de la artificialidad y el engaño.

EL SER (VICIO) HISTÓRICO

La confección de la historia revolucionaria necesaria es uno de los objetivos primordiales de Misión Verdad. En el foro realizado en Caracas sobre periodismo en tiempos de guerra no convencional el editor de Radiografía de un país bajo asedio Borges Revilla apunta como Libia, Irán, Siria, Afganistán, Venezuela y Bolivia luchan por preservar su raíz y por eso son víctimas de las Revoluciones de colores que buscan borrar sus raíces culturales y destruir la cuestión nacional66. De la misma forma que los intelectuales revolucionarios contribuyen a la disolución del Estado en el partido, disuelven la noción de cultura nacional en su dogmatismo, vale la pena recalcar, importado. Como fue mencionado anteriormente, la develación conspirativa actúa como un motor fundamental de la “investigación” revolucionaria. Desde tal óptica podría considerarse la producción intelectual revolucionaria como la narración de “hechos” a partir del complejo de inferioridad crónico suramericano. Similar a la crítica, la sospecha será auténtica sólo si es revolucionaria, afianzando de nuevo la condición nobiliaria que define al revolucionario bolivariano promedio. Serafino y Vielma, tal como sentencia el maestro de la sospecha Nietzsche de tanto mirar hacia atrás, terminan creyendo hacia atrás, evadiendo olímpicamente el presente: El materialismo histórico revolucionario sólo acepta hechos históricos favorables a la tiranía revolucionaria.

Indudablemente Misión Verdad es una excelente exhibición de la ceguera y la fe revolucionaria contemporánea. En su perorata sobre la “falta de inversión” de Empresas Polar denuncian como optaron por la solución más lucrativa: sacarle el máximo provecho a la renta petrolera con el firme propósito de favorecer desmesuradamente la mega importación67. La opción es problemática porque es ejercida por la sociedad civil, si es efectuada por el Estado bolivariano, como efectivamente ocurre con los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), es una actividad revolucionaria, justa y bondadosa. Más adelante acusan a las potencias gringo-europeas como el corazón financiero por donde circula y se condensa la plusvalía que viene de las minas-países periféricos68. La condición de país-mina, impuesta además según Borges Revilla, es una decisión voluntaria del Estado bolivariano de cara a la destrucción de PDVSA. El Arco minero del Orinoco funge como la continuación del rentismo con el cual casualmente favorecen, entre otras cosas, la mega importación denunciada previamente y la circulación del capital a las potencias “gringo europeas”. En referencia a Ricardo Hausmann, sostienen que su tarea era sencilla pero perversa: enlazar los tentáculos del gran capital foráneo con los parásitos de adentro para la jugada común del saqueo privado69. La Comisión Nacional de Administración de Divisas (CADIVI), y todas sus posteriores re denominaciones, surge como la forma en que el Estado bolivariano realiza el saqueo criticado por los autores, enlaza el capital foráneo a su actual desinterés productivo.

La historia la hacen los hombres y, casualmente, Misión Verdad los conoce muy bien a todos. De alguna forma, Radiografía de un país bajo asedio puede comprenderse como la exaltación de individuos poderosos y de cualidades esenciales inmutables. El enemigo no actúa frontalmente sino a través de distintas organizaciones (tanques de pensamiento, grupos de presión, organizaciones empresariales nacionales y lobbies financieros) para promover procesos de desestabilización económica sin asumir mayores riesgos directos70. Paradójicamente, el poder social local existe exclusivamente en el Estado Total, nunca aparece como móvil de momentos históricos relevantes para los revolucionarios bolivarianos. El formalismo académico se le presenta a ciertos revolucionarios como una condición que impide la libre narración de la actualidad. El ensayo, opuesto al artículo académico, prescinde de ciertos aspectos argumentativos fundamentándose en la afectividad y la narrativa estética. Desde allí le es mucho más fácil estimular la acción del lector, apelando a la emoción71. El desenmascaramiento heroico de Serafino y Vielma no le dedica ni una palabra crítica al Estado, al gobierno, al partido o a la revolución. Su cosmovisión binaria, ellos contra nosotros, los justos, los llevan a deshacerse tristemente en elogios a la tiranía. Así, y desde las zonas cómodas del discurso tercermundista, apuntan como el capitaneo político de Nicolás Maduro y del tren dirigencial chavista han impedido que el país sea al día hoy un territorio propiedad del caos marca CIA/Pentágono72.

Es posible comprender el materialismo histórico de los intelectuales bolivarianos como una lectura ortodoxa fundamentada en el reino natural. De algún modo, los autores exhiben la común claudicación de la ciencia social de izquierda en el naturalismo. Radiografía de un país bajo asedio es una narración en torno a la “actividad delictiva” de unas cuantas personas (apátridas por supuesto), la vocación gerencial, justa y benevolente del Estado bolivariano y la importancia primordial de la naturaleza en la constitución de la riqueza que el imperialismo “gringo-europeo” desea vorazmente saquear. En referencia a la expulsión de Venezuela del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) Serafino y Vielma destacan esta infortunada comprensión de la economía mencionando como el MERCOSUR amputa de su cuerpo político y económico a la nación con más reservas de petróleo del mundo, el país con reservas gasíferas más grandes del continente y país con reservas ingentes de minerales estratégicos. Una paradoja económica resultado de la infamia política también planificada desde el norte73. Surgen dos elementos interesantes de tal afirmación. El primero indica al papel secundario de los humanos en la constitución de la supuesta riqueza, la economía e inclusive, la propia nación formulando un retorno al mercantilismo pre económico. La importancia “geopolítica” de Venezuela no toma en cuenta a la vida humana, se cimenta exclusivamente en el subsuelo y la noción de la reserva74. El segundo elemento ratifica la posición gerencial del Estado totalitario bolivariano: la revolución ha llegado para administrar y distribuir, no desea, ni le hace falta, estimular la producción. Dicho de otra manera, la revolución bolivariana no necesita personas como tampoco se fundamenta en el trabajo humano. Los ciudadanos existen para dar su vida por esta menesterosa posición telúrica, la soberanía es la tierra, no la vida sobre ella. Otra manifestación de este tipo de reducción existencial ocurre en la negación absoluta de las calificadoras de riesgo país bajo el argumento de que Venezuela está al día con el pago de sus compromisos internacionales75. Nuevamente la posición económica del intelectual revolucionario excluye la actividad humana, no importa que el Estado se dedique a la aniquilación sistemática de su población, si paga a tiempo, no puede ser nunca un “cliente indeseable”.

La minoración es una cualidad emblemática del intelectual revolucionario. Como se ha sostenido previamente, la economía desde tal óptica no es una relación humana, se expresa y fundamenta exclusivamente en los recursos naturales. A partir de tal disminución Serafino y Vielma construyen la ficción de la guerra económica, convalidando el rentismo y la impotencia productiva revolucionaria. La misión de los intelectuales bolivarianos radica en la abrogación de una efectiva manifestación de una sociedad, la diversidad. Las protestas ocurridas en el país durante el 2017 funcionan como pantalla ideal sobre la cual los intelectuales bolivarianos proyectan sus dogmáticas restricciones. Según Serafino y Vielma el 2017 en Venezuela marcó una transición hacia un momento político donde todos los dispositivos de desestabilización económica engranaron finalmente, eliminando las fachadas políticas locales, o simplemente usándolas como cajas de resonancia. Marca el fin de una continuidad de agresiones que no fueron preparadas para el “cambio de gobierno” como único objetivo, sino con el propósito de crear las condiciones idóneas de la destrucción del país y su soberanía (El estado-nación)76. La posición dogmática de los autores, edulcorada como compromiso político, es bastante clara. Elegir otra cosa que no sea la revolución bolivariana es elegir la desaparición del país, la soberanía y el Estado: dentro de la revolución todo, fuera de ella, nada existe. La negación del poder legislativo es otra manifestación espectacular de la reducción y como la doctrina del partido deviene en ortodoxia nacional. Serafino y Vielma denuncian que desde el ascenso de la oposición como mayoría al parlamento se produjeron cambios en la ecuación política venezolana que han estremecido la realidad nacional. El chavismo ha denunciado que la AN en manos de la MUD ha elevado exponencialmente los enfrentamientos políticos nacionales. Han evolucionado ahora a la categoría choque de poderes. Se ha producido una escalada sin precedentes que para el chavismo y el gobierno venezolano se traduce en “intentos de paralización del Estado y del país” mediante el uso pragmático de la Asamblea Nacional como fórmula para el asalto de Miraflores77. La política revolucionaria no es más que la obediencia al caudillo del momento. Reunirse a hablar públicamente sobre los desaciertos de la revolución es, paranoicamente, conspirar abiertamente en contra del Estado y del país. El diálogo revolucionario no es más que una fachada para la promoción perenne de sus mensajes imperativos. El país es el Estado bolivariano, nadie, ni nada, importa más que su preservación.

La historia bolivariana desarrollada por Serafino y Vielma es innegablemente telúrica como arrogante. El argumento de la reserva es llevado al extremo llegando a afirmar como en Venezuela no sólo se disputa el poder político, sino la organización de una nueva geografía política, financiera y energética a escala continental y planetaria, enmarcada en una elevada pugnacidad política78. Misión Verdad es un excelente representante del fundamentalismo naturalista, promoviendo a lo largo de su obra como la geografía dirige la política mundial. De algún modo la historia revelada por los intelectuales revolucionarios es una narración de carácter destinal que, curiosamente, prescinde del humano. La noción de la riqueza expandida durante todos años por la revolución pretende cimentar la impotencia productiva nacional. Dicho de otra manera: Si somos ricos

¿Para qué trabajar? Venezuela es el Paraíso para muchos en este sentido, la riqueza es posible como monoproductores. Por ello no debería resultar sorpresiva como las neuronas revolucionarias toman por misión la defensa a ultranza de la improductividad de la nación durante la era bolivariana. Según Serafino y Vielma existe un plan global para destruir empresas que son emblemas y sostenes económicos de ciertos países (los casos brasileños de Petrobras y Odebrecht son paradigmáticos) para luego privatizarlas bajo el mandato corporativo estadounidense79. De esta afirmación se pueden extraer varios elementos significativos. El primero, el evidente, la repetición hasta el cansancio del argumento imperialista como causa exclusiva de los males. El segundo, la admisión de la existencia de ciertas personas e intereses privados sólo si colindan con el credo revolucionario. Tal es es el caso de Odebrecht, la cual siendo una empresa privada le resulta “emblemática” a los revolucionarios venezolanos.

La retahila de disparates, omisiones y ensoñaciones dogmáticas de Radiografía de un país bajo asedio se expande exponencialmente mientras más se pretende afianzar en la historia. Su prosa catequista se dedica a la constante anulación (nacional e internacional) de la voluntad de quienes se adversan a su credo político totalitario y a la exposición de la eterna conspiración en su contra. Para Serafino y Vielma las protestas en contra del gobierno de Dilma Rousseff no fueron espontáneas, fueron orquestadas por el imperialismo. Su posterior destitución, un golpe que la sacó de la presidencia80. En el caso del dictador Gaddafi mencionan que fue derrocado y asesinado luego de que decidió vender petróleo en euros y luego introducir un dinar de oro para reemplazar la moneda europea81. La corrupción es inclusive para los autores un “velo mediático” el cual es utilizado como mecanismo para la “intervención imperialista”82. Tal como indicaba Lilla, los intelectuales tienen siempre una justificación para los desmanes de la revolución. El ciudadano, o el pueblo, urge de la óptica apropiada de los intelectuales para poder realizar su existencia auténtica.

La historia revolucionaria deviene en prescripción, en una exigencia a tomar posición, no a discernir sobre la situación. La justificación del derrocamiento del tirano Gaddafi a causa de la supuesta desdolarización que llevaba a cabo en su país busca imponer la muerte como una consecuencia de oponerse al imperialismo. No obstante, y por esto, es preciso recordar a Paz, la posición de Serafino y Vielma dista mucho del maniqueísmo. Tal como señala el ensayista mexicano, los maniqueos se distinguieron, como todos los gnósticos, por la pureza de su conducta y la intransigencia de sus opiniones. Por eso fueron víctimas de muchas persecuciones, entre ellas la feroz cruzada de los dominicos que acabó con la civilización provenzal. Los intelectuales que llamamos maniqueos no sufren persecución por sus opiniones; al contrario, los tiranos y sus propagandistas se sirven de sus opiniones para justificar sus persecuciones83. Cándidamente, la unidad de investigación de Misión Verdad celebra las cualidades antiimperialistas de la revolución bolivariana en la adopción de la “desdolarización” a pesar de que la misma representa un claro viraje hacia el imperialismo chino. La óptica apropiada del intelectual revolucionario no sólo impide evadir la impronta capitalista que caracteriza al país asiático en el siglo XXI, difumina y desaparece asimismo el derecho a la autonomía y soberanía del Tíbet.

Es muy importante señalar el papel que cumplen los “datos” y los “hechos” para los intelectuales bolivarianos en la deformación de la historia. Como se puede entrever, una de las tareas primordiales de Misión Verdad consta en la formación “intelectual” de una opinión favorable al gobierno bolivariano la cual se fundamenta en la supuesta correcta comprensión del presente y la historia geopolítica mundial. La comprensión, y aquí es donde los “datos” y “hechos” cumplen una función clave, se enmarca exclusivamente en la percepción y el control de la apariencia. La investigación revolucionaria manifiesta con claridad el eco de la sentencia nietzscheana expuesta previamente, tales intelectuales anteponen lealmente el beneficio del Estado a la verdad. Sobre el problema estructural de alimentación que padece el país, expandido radicalmente durante la gestión del presidente Nicolás Maduro, la solución radica en atacar la percepción, no la causa. De tal modo expresan que los CLAP comenzaron a romper con una percepción que estaba más que consolidada, basada en la ausencia de acciones consistentes, palpables en el terreno, del Gobierno nacional para proteger a la población. Aunque tal cosa no era cierta, los CLAP comenzaron a transformar la subjetividad alrededor de la situación problema y han permitido que los factores políticos organizados del chavismo asuman un rol activo en la coyuntura84. La subjetividad (no-revolucionaria) será el foco del engaño, la objetiva verdad, el regalo de Serafino y Vielma “al terreno”. La visión a través del compromiso religioso militante permite la localización y desenmascaramiento de los enemigos históricos y destinales, reduciendo al mundo, y regresamos nuevamente al pensamiento del mexicano Paz, a un proceso criminal. Los “hechos” y los “datos”, elementos constituyentes, objetivos, verdaderos y reales existen exclusivamente para cimentar la enemistad contra quien no comulgue con el dogmatismo revolucionario, transformando al intelectual en un servil comisario.

Una propiedad manifiesta de la historia confeccionada por Misión Verdad se encuentra en su fijación cuantitativa. El Estado bolivariano siempre piensa y actúa en grande, otorgando, como si fuese su propiedad o fruto de su trabajo, “monumentales recursos financieros”. El asentamiento en lo descomunal cumple varias funciones dignas de consideración. La primera función radica en la propagación de la noción del país rico, o dicho bolivarianamente, la tierra rica. La conformación del Arco Minero del Orinoco, así como el especial interés puesto en la certificación de los minerales extraídos allí, avanza en esta dirección. En el último capítulo de Radiografía de un país bajo asedio, Serafino y Vielma afirman que según estimaciones en esta vasta zona hay reservas de oro calculadas en unas 3 mil 500 toneladas. Los procesos de exploración a iniciarse ahora podrán certificar la cifra de 7 mil toneladas, reservas que colocarían a Venezuela en el segundo lugar mundial en reservas de oro. Estas reservas auríferas con los precios actuales del oro podrían alcanzar los 200 mil millones de dólares. En el rubro de diamantes, Venezuela se ubica en el sexto puesto de países con mayores reservas de diamantes, con un aproximado de 11 mil 800 millones de quilates. Por otro lado, sobre la cuantía de coltán (recurso estratégico en las nuevas tecnologías) en el subsuelo venezolano, las estimaciones iniciales de reservas a la fecha podrían colocar a Venezuela entre los siete países del mundo que poseen reservas de dicho material, cifra que se va a certificar85. Si estos “datos” son ciertos, la revolución bolivariana puede sostenerse en el tiempo sin ningún otro tipo de trabajo más que la extracción-destrucción de la naturaleza. La insistencia en la certificación no es casual tampoco, es otra variante planificada del cuidado de la percepción tratado previamente. La fijación de la economía venezolana en el oro es la realización institucional del instinto saqueador colonialista español denunciado por los intelectuales bolivarianos por años86. La segunda función se expresa en la numerología como verdad evidente o argumento conclusivo. La declaración cuantitativa pretende otorgarles a las ficciones revolucionarias de Misión Verdad un halo de cientificidad e imparcialidad a pesar de que no comparten sus fuentes y exista además la políticamente planificada ausencia de estadísticas nacionales.

La desmitificación histórica, epígrafe común dentro de las “investigaciones” revolucionarias, realiza, por la vía de los hechos, una colonización de corte bélico sobre la sociedad civil. Tal como se mencionó en el apartado anterior, la verdad sólo existe a través del conflicto milenario norte-sur. Desde tal posición, los llamados a la responsabilidad revolucionaria, o en nuestro caso bolivariano, patriótica, se efectúan exclusivamente en la obediencia y la sumisión al Estado totalitario. Misión Verdad exhibe magníficamente la posición lamentable del Partido revolucionario institucional (PRI) denunciada por Paz: No les hace falta preguntarle nada al pueblo, ellos saben bien interpretar su voluntad. Radiografía de un país bajo asedio es una expresión actualizada de la autoproclamada conducción necesaria de la intelligentsia, el saber que justifica y existe más allá de la acción práctica e “irreflexiva” de los cuadros revolucionarios. La separación del cuadro y del pueblo revela el origen burgués de tales personajes. A pesar de que los investigadores bolivarianos poseen educación técnica e universitaria y están versados en la cultura occidental importada, señalan en los demás tales cosas como cualidades esenciales negativas, contra revolucionarias. La historia revolucionaria contada por Serafino y Vielma es lastimosamente reactiva, no en vano la última sección de su obra está titulada Contraofensiva.Su producción intelectual es reflexiva en tal sentido, justifican su fracaso perenne en la actividad ajena. Desde esta perspectiva no existe la acción revolucionaria, siempre es un reflejo de fuerzas siniestras que pretenden apoderarse de la naturaleza y su riqueza. Por ello la gestualidad prima sobre el contenido en Radiografía de un país bajo asedio. La “crisis del capitalismo neoliberal”, denunciada hasta el cansancio por trasnochados revolucionarios impotentes desde el siglo pasado, cumple el papel del otro que desea la disolución de la revolución.

Por último, existen dos aspectos sustanciales dentro de la hechura de la historia propuesta por Misión Verdad. El primero casualmente reafirma la autoproclamación del intelectual en la conducción de los procesos y las sociedades. Tal necesidad radica en la propiedad críptica de los acontecimientos histórico-políticos. De alguna forma, Serafino y Vielma recrean una suerte de Código DaVinci revolucionario. La decodificación es fundamental en medida de que la revolución bolivariana supuestamente juega un papel protagónico en la estrategia emancipadora global. La arrogancia bolivariana exhibe asimismo el segundo aspecto significativo de la confección histórica del intelectual bolivariano, la comprensión milenarista de la revolución. Tal como advierte Rangel, una característica del milenarismo es que sus metas y sus promesas son ilimitadas. Los trabajos del presente no son vistos como la vía hacia objetivos razonables y específicos (“reformistas”) sino como el preludio a un evento de importancia única, diferente a todas las demás mutaciones acaecidas en la historia, un cataclismo del cual el mundo saldrá radicalmente transformado y que cambiará por completo la vida de los hombres87. La sociedad venezolana está desorientada y es necesario conducirla a este evento sin comparación, al argumento histórico- conclusivo de la felicidad colectiva que supone la vida en revolución. En la historia bélica necesaria, el intelectual bolivariano logra no sólo hacerse útil a los intereses tiránicos, trasciende de igual modo la crítica utilitaria evadiendo su demanda necesaria a causa del “calor del momento” histórico y su carácter “no convencional”.

EPÍLOGO: LA CRÓNICA IMPOTENCIA INTELECTUAL REVOLUCIONARIA

En la búsqueda por el reconocimiento personal y la utilidad de su producción, el intelectual revolucionario se aboca exclusivamente a la estimulación y transducción de la pasión desde la comodidad y seguridad que le provee la Web 2.0. Su actividad cobra sentido en la arena de la opinión pública, ratificando el papel determinante de la percepción sobre la estimulación del pensamiento. Fijados en una concepción histórica destinal (prestada, por supuesto), el Estado es el único que puede realizar la misión trascendental. La aplicación de la trascendencia, que se traduce en la planificación de la pérdida del poder adquisitivo del venezolano y el regreso a un modo de vida digno del siglo XIX (sin electricidad, sin agua, a la merced de deplorables caudillos locales) es necesaria y correcta, vista desde la perspectiva apropiada. La confección del paisaje, así como de la vivencia adecuada, es la lamentable tarea de Serafino y Vielma. Radiografía de un país bajo asedio existe para respaldar los desmanes totalitarios del Estado, el “pensamiento correcto” que justifica irse a dormir sin cenar.

El compromiso político, la cárcel de la convicción revolucionaria, prima sobre cualquier intento autocrítico. La posición telúrica bolivariana exhibida por Serafino y Vielma como “geopolítica estratégica” desestima, por no decir, desecha, al ser humano, o como les gusta decir, al pueblo de a pie.Con estos intelectuales revolucionarios no hemos comprendido apropiadamente a Simón Bolívar. Moral y luces no son nuestras primeras necesidades, el petróleo y el oro lo son. La obligación partidista es una clara manifestación de la voluntaria no- integración de la diversidad. El credo revolucionario se debe extender homogéneamente, siendo el constante “sean como Chávez” una excelente expresión de ello. Misión Verdad refleja magníficamente el ascenso de la (cómoda) tiranía civil, la humillación pública como argumento y la odiosa erosión de las creencias ajenas como labor intelectual convicta.

Serafino y Vielma reflejan estupendamente el agotamiento y la claudicación del pensamiento revolucionario. Uno de los pilares fundamentales de la obra, la guerra no convencional, no es más que una pobre y confortable actualización del argumento imperialista que definía a los impotentes que les precedieron como “pensamiento crítico”. Ser intelectual revolucionario es vivir holgadamente en el pensamiento ajeno, sin necesidad de producir pensamiento propio. El agotamiento no sólo se revela en el contenido argumentativo, se exterioriza de igual manera en la forma discursiva. El funesto desempeño estadal bolivariano no existe, es la consecuencia de la guerra fantástica que preservan y fomentan los “investigadores” revolucionarios. Los “actores de la guerra” son expuestos a través del lenguaje militar-policial en un intento de diluir el carácter delirante de sus proposiciones. Sin pensamiento ni argumento propio, sus enunciados consiguen seguridad en la gestualidad popular, en el cuento de los héroes y los bandidos.

La convicción revolucionaria se adjudica la capacidad de confiscar a sus adversarios políticos su existencia, su dignidad y su patria. Sin la cualidad- sustancia revolucionaria, la ausencia de pensamiento propio, la vida no vale nada, y, careciendo de sentido, se es completamente dispensable. Misión Verdad es testimonio de la condición catequista que define la praxis revolucionaria, la correcta conducción del vivir bajo la caridad del Estado totalitario. La sospecha convicta es presentada por Serafino y Vielma como herramienta clarificadora, siempre hay alguien oculto en contra de la benevolencia revolucionaria. Tal posición refleja la victoria práctica de la crónica impotencia intelectual revolucionaria. La confección histórica los coloca casualmente como los conductores de los procesos, una suerte de estructuras o pilares de la tiranía revolucionaria. De tal manera auto justifican su inutilidad existencial, sin la labor “investigativa” de Misión Verdad, el pueblo continuaría ciego y engañado, sin las “claves” para comprender la auténtica existencia. La denuncia pasional deviene en el único argumento intelectual revolucionario, el perpetuo revolcarse en la reacción.

Material suplementario
BIBLIOGRAFÍA
ARON, Raymond. El opio de los intelectuales. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires. 1967.
BENDA, Julien. La traición de los intelectuales. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2008.
BURGOS, Edixela. Los flashmobs. CDCH-UCV. Caracas. 2014.
GIANNINI, Humberto. La “reflexión” cotidiana. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 2004.
HABERMAS, Jurgen. Facticidad y validez. Editorial Trotta. Madrid. 1998.
HABERMAS, Jurgen. Sobre Nietzsche y otros ensayos. Editorial Tecnos. Madrid. 1994.
LILLA, Mark. Pensadores temerarios. Debate. Barcelona. 2004.
NIETZSCHE, Friedrich. Schopenhauer como educador. Valdemar. Madrid. 2001.
PAZ, Octavio. El ogro filantrópico. Seix Barral. Barcelona. 1983.
POPPER, Karl. Conjeturas y refutaciones. Ediciones Paidós. Barcelona. 1991.
RANGEL, Carlos. Del buen salvaje al buen revolucionario. Monte Ávila Editores. Caracas. 1982.
RANGEL, Carlos. El tercermundismo. Monte Ávila Editores. Caracas. 1982.
SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018.
VATTIMO, Gianni (Compilador). Hermenéutica y racionalidad. Grupo Editorial Norma. Santa fe de Bogotá. 1994.
WEBER, Max. El político y el científico. Alianza Editorial. Madrid. 1979.
Notas
Notas
1 BENDA, Julien. La traición de los intelectuales. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2008. P. 123.
2 DERRIDA, Jacques en VATTIMO, Gianni (Compilador). Hermenéutica y racionalidad. Grupo Editorial Norma. Santa fe de Bogotá. 1994. P. 178.
3 GIANNINI, Humberto. La “reflexión” cotidiana. Editorial Universitaria.Santiago de Chile. 2004. P. 303.
4 HABERMAS, Jurgen. Facticidad y validez. Editorial Trotta. Madrid. 1998. P. 439.
5 NIETZSCHE, Friedrich en HABERMAS, Jurgen. Sobre Nietzsche y otros ensayos. Editorial Tecnos. Madrid. 1994. P. 44.
6 “La ciencia carece de sentido puesto que no tiene respuesta para las únicas cuestiones que nos importan, las de qué debemos hacer y cómo debemos vivir”. TOLSTOI citado en WEBER, Max. El político y el científico. Alianza Editorial. Madrid. 1979. P. 207.
7 NIETZSCHE, Friedrich en HABERMAS, Jurgen. Sobre Nietzsche y otros ensayos. Editorial Tecnos. Madrid. 1994. P. 38.
8 “El término 'Web 2.0' o 'Web social' comprende aquellos sitios web que facilitan el compartir información, la interoperabilidad, el diseño centrado en el usuario y la colaboración en la World Wide Web. Web 2.0 permite a los usuarios interactuar y colaborar entre sí, como creadores de contenido. La red social conocida como web 2.0 pasa de ser un simple contenedor o fuente de información; la web en este caso se convierte en una plataforma de trabajo colaborativo.” “Web 2.0”. [Consulta: febrero 2020] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Web_2.0
9 TREJO, Eduardo citado en BURGOS, Edixela. Los flashmobs. CDCH-UCV. Caracas. 2014. P. 49.
10 ARON, Raymond. El opio de los intelectuales. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires. 1967. P. 202.
11 Una muestra de tal compromiso se puede conseguir en la contraportada de La intelectualidad impotente del sociólogo Rafael Ramírez: “Rafael Ramírez, Sociólogo, Profesor de la Escuela de Sociología y Antropología de la Universidad Central de Venezuela, metodólogo y epistemólogo, forma parte de una nueva generación de intelectuales que se identifica con los intereses de la clase obrera desde una perspectiva marxista y que coloca su elaboración teórica al servicio de la acción revolucionaria de esta clase y de la lucha por la Venezuela Socialista”.
12 ARON, Raymond. El opio de los intelectuales. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires. 1967. P. 210.
13 BENDA, Julien. La traición de los intelectuales. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2008. P. 152.
14 Ibid. P. 174.
15 LILLA, Mark. Pensadores temerarios. Debate. Barcelona. 2004. P. 173.
16 BENDA, Julien. La traición de los intelectuales. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2008. P. 140.
17 ARON, Raymond. El opio de los intelectuales. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires. 1967. P. 53.
18 NIETZSCHE, Friedrich. Schopenhauer como educador. Valdemar. Madrid. 2001. P. 158.
19 ARON, Raymond. El opio de los intelectuales. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires. 1967. P. 71.
20 PAZ, Octavio. El ogro filantrópico. Seix Barral. Barcelona. 1983. P. 199.
21 Mientras la moral se centra en el comportamiento de nuestra vida la ética implica discernimiento sobre ella, lo cual suscita el paso a la cuestión filosófica.
22 KRAUZE, Enrique en LILLA, Mark. Pensadores temerarios. Debate. Barcelona. 2004. P. 14.
23 ARON, Raymond. El opio de los intelectuales. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires. 1967. P. 53.
24 Conducción fuera de sí a otro sistema de condiciones de posibilidad. Más sobre esto en la obra de Alejandro Moreno.
25 LILLA, Mark. Pensadores temerarios. Debate. Barcelona. 2004. P. 173.
26 Actividad que inclusive ciertos intelectuales revolucionarios acusan de impotencia. Más sobre este asunto en La intelectualidad impotente. Crítica a la obra de Ludovico Silva de Rafael Ramírez.
27 PAZ, Octavio. El ogro filantrópico. Seix Barral. Barcelona. 1983. P. 196.
28 “Misión Verdad es una página web impulsada por un colectivo de profesionales de la comunicación con el fin de proporcionar una información veraz sobre la realidad venezolana y latinoamericana y desenmascarar la guerra de propaganda desencadenada por las grandes corporaciones mediáticas”. [Consulta: febrero 2020] Disponible en: http://misionverdad.com/
29 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 12.
30 “El Tercermundismo, hoy tan de moda, consiste esencialmente (sean cuales puedan sus disfraces) en la proposición de que tanto el atraso de los países subdesarrollados como el adelanto de los países desarrollados (no socialistas) son debidos a la explotación imperialista y a efecto enervante de la dependencia; pero además en el uso de esa proposición como argumento abierto o implícito a favor del socialismo. RANGEL, Carlos. El tercermundismo. Monte Avila Editores. Caracas. 1982. P. 74.
31 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio.

Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 13. El subrayado es propio.

32 Ibid. P. 13.
33 Ibid. P. 13.
34 Usando adrede la expresión de publicista millenial.
35 GÓMEZ, Nathaly. “Entender la guerra es el primer paso para ganarla”. [Consulta: Noviembre 2018] Disponible en: https://actualidad.rt.com/actualidad/246753-entender- guerra-primer-paso-ganarla
36 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 78. 52 Ibid. P. 85. 53 Ibid. P. 21.

SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio.

Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 17.

37 “Special Forces: Unconventional warfare”. [Consulta: noviembre 2018] Disponible en: https://nsnbc.files.wordpress.com/2011/10/special-forces-uw-tc-18-01.pdf
38 El documento está fechado en noviembre 2010
39 Al referirse a los negocios de Gómez con la Standard Oil y la Royal Dutch-Shell los autores nos dicen: “Por la vía de este mecanismo los petrodólares serían entregados hacia Estados Unidos mediante la importación de insumos, bienes de capital, repuestos y renovación de maquinarias para que la “producción nacional” siguiera su (anti)desarrollo. De esta forma la mafia “Los Parásitos” concretaría un jugoso ciclo de especulación desbordada en moneda nacional.” SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 25. El subrayado es propio.
40 Ibid. P. 57.
41 Ibid. P. 14.
42 “Intelectuales han sido y siguen siendo los encargados de formular las apologías para todos los poderosos; han sido y siguen siendo los secretarios de todos los caudillos; y han sido ellos mismo parte, por alguna faceta, de la estructura de poder, de la clase dominante en el sentido exacto de la expresión.” RANGEL, Carlos. Del buen salvaje al buen revolucionario. Monte Ávila Editores. Caracas. 1982. P. 343.
43 Ibid. P. 28.
44 Ibid. P. 28.
45 Ibid. P. 47.
46 Ibid. P. 63.
47 Ibid. P. 64.
48 Ibid. P. 66.
49 Ibid. P. 66.
50 Antonio José Benavides Torres, Gustavo Enrique González López, Justo José Noguera Pietri, Katherine Nayarith Haringhton Padron, Manuel Eduardo Pérez Urdaneta, Manuel Gregorio Bernal Martínez y Miguel Alcides Vivas Landino
51 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 78.
52 Ibid. P. 85.
53 Ibid. P. 21.
54 "Las zonas de paz es un eufemismo que reciben las zonas en Venezuela delimitadas por el gobierno nacional donde los funcionarios policiales no pueden ingresar a la localidad a realizar operativos a cambio de que los delincuentes de la zona no cometan crímenes. Según periodistas especializados, las zonas de paz aumentan el nivel de delincuencia, robos, asesinatos, secuestros y extorsiones, ya que los responsables no pueden ser aprehendidos por la policía mientras estén dentro del perímetro restringido para los funcionarios." “Zonas de Paz”. [Consulta: febrero 2020] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Zonas_de_paz
55 Ibid. P. 60.
56 Ibid. P. 74.
57 Ibid. P. 74.
58 Ibid. P. 103.
59 “En esta forma la CIA está llegando a desempeñar, en el enmascaramiento de los abusos y las insuficiencias de los gobiernos latinoamericanos, un papel semejante al que antes representó el “comunismo internacional””. RANGEL, Carlos. Del buen salvaje al buen revolucionario. Monte Ávila Editores. Caracas. 1982. P. 90.
60 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio.

Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 113.

61 POPPER, Karl. Conjeturas y refutaciones. Ediciones Paidós. Barcelona. 1991. P. 160.
62 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 113.
63 RANGEL, Carlos. Del buen salvaje al buen revolucionario. Monte Ávila Editores. Caracas. 1982. P. 347.
64 BENDA, Julien. La traición de los intelectuales. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2008. P. 192.
65 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 113. El subrayado es propio.
66 GÓMEZ, Nathaly. “Entender la guerra es el primer paso para ganarla”. [Consulta: Noviembre 2018] Disponible en: https://actualidad.rt.com/actualidad/246753-entender- guerra-primer-paso-ganarla
67 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 42.
68 Ibid. P. 89.
69 Ibid. P. 99.
70 Ibid. P. 109.
71 “Lo que usted leerá a continuación contiene en muchos párrafos evidencias y elementos de la guerra contra Venezuela en su frente económico registrados entre los años 2013- 2017. Por lo tanto, está plasmada toda la carga anímica, emotiva y reflexiva del momento en que se hicieron los análisis.” Ibid. P. 12.
72 Ibid. Pág. 206.
73 Ibid. P. 211. El subrayado propio
74 “Imposible es no reconocer estas cuestiones como expresiones concretas de una estrategia articulada de guerra no convencional contra nuestro país, que tiene 300 mil millones de barriles bajo sus pies (las reservas petroleras más grandes del mundo) y una reserva política, ética y moral llamado chavismo igual de gigantesca.” Ibid. P. 86. El subrayado es propio
75 Actualmente (febrero 2020) el país se encuentra en default.
76 Ibid. P. 139.
77 Ibid. P. 141.
78 Ibid. P. 182.
79 Ibid. P. 168.
80 Ibid. P. 96.
81 Ibid. P. 219.
82 Ibid. P. 136.
83 PAZ, Octavio. El ogro filantrópico. Seix Barral. Barcelona. 1983. P. 196.
84 SERAFINO, William y VIELMA, Franco. Radiografía de un país bajo asedio. Misionverdad.com. Caracas. 2018. P. 236.
85 Ibid. P. 246.
86 La posición pragmática-reduccionista del revolucionario bolivariano es cínicamente manifiesta: “Se ha decidido asumir por la vía de los hechos el control directo y soberano sobre los recursos que le son estratégicos al país y en el plano tecnológico al planeta entero, en esa franja de territorio donde se encuentra uno de los pocos yacimientos no- explotados (a escala industrial) y codiciados en la actualidad. Y el punto se reduce a una decisión sencilla: o transitamos el momento o el momento nos transita a nosotros, y en las peores condiciones posibles, esas que consisten básicamente en imponerle al país guerras civiles, mientras se gestiona por las armas la disolución del territorio entero.” Ibid. P. 243.
87 RANGEL, Carlos. El tercermundismo. Monte Ávila Editores. Caracas. 1982. P. 258.
Buscar:
Contexto
Descargar
Todas
Imágenes
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R por Redalyc