Psicología Educacional y Orientación Vocacional
MATERNIDAD ADOLESCENTE E IDENTIDAD EN CONTEXTOS DE POBREZA
Teenage motherhood and identity in poverty contexts
MATERNIDAD ADOLESCENTE E IDENTIDAD EN CONTEXTOS DE POBREZA
Anuario de Investigaciones, vol. XXIV, pp. 79-88, 2017
Universidad de Buenos Aires
Recepción: 25 Abril 2017
Aprobación: 22 Octubre 2017
Resumen: En el presente trabajo se exponen los resultados de una investigación desarrollada en el marco de una tesis de Maestría en Sociología de la Cultura (UNSAM), que estudia los efectos de la maternidad en la construcción de la identidad en un grupo de jóvenes en situaciones de pobreza, desde un enfoque que articula dimensiones psicológicas y sociales involucradas. El estudio aborda centralmente la relación entre determinados “trabajos” simbólicos adolescentes y la maternidad, así como también su articulación con determinantes sociales de clase y género. Con este fin, se analizaron los relatos de 10 jóvenes madres a partir de herramientas conceptuales y metodológicas del Psicoanálisis y el Análisis del Discurso. Los resultados muestran de qué modos la maternidad impacta en la construcción de la identidad, y dan cuenta de modos heterogéneos de ser madre adolescente en este grupo: madres “adultas”, madres “que saben”; madres que “no saben”; madres “maternales” y madres “ambivalentes”. Asimismo, muestran la incidencia identitaria de determinados estereotipos sociales referidos a maternidad adolescente y a género, y problematizan algunos discursos (del ámbito académico y de la opinión pública) que ofrecen una versión universal y homogénea sobre la maternidad joven.
Palabras clave: Maternidad joven, Identidad , Adolescencia.
Abstract: This report presents the research outcome developed within the framework of a Master’s thesis in Sociology of Culture (Universidad Nacional de San Martín) studying motherhood effects on identity construction for a teen group in poverty situations, with a perspective that connects social and psychological dimensions involved in the subjectivity construction. The study focuses on the relationship among teenager’s symbolic “works” and motherhood, and its association with class and gender social factors. To that end, 10 young mothers interviews were reviewed from a Psychoanalysis and Discourse Analysis theoretical and methodological tools. Results show motherhood impact on the identity construction, and indicates heterogeneous ways of being teenage mother in this group: “adult” mothers, “mothers who know”; mothers who “do not know”; “maternal” mothers and “ambivalent” mothers. They also show the incidence of social stereotypes referred to teenage motherhood and gender, and discuss some discourses (academic and public opinion) offering an universal and homogenous version of teenage motherhood.
Keywords: Teenage motherhood, Identity , Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Este artículo forma parte de una investigación realizada en el marco de una tesis de Maestría en Sociología de la Cultura (Idaes - Unsam)[1] que explora los sentidos que adquiere la maternidad, así como también sus efectos en la construcción de la identidad y en los proyectos de futuro en un grupo de jóvenes en contextos de pobreza. A su vez, se inscribe en una línea de trabajo que el equipo de investigación en Psicología de la Orientación de la Universidad de Buenos Aires viene desarrollando en los últimos años (Aisenson, Legaspi y Valenzuela, 2017; Aisenson, et al., 2013, 2014, 2015), que aborda la relación entre construcción de proyectos, identidad y trayectorias en diversos colectivos juveniles en situaciones de vulnerabilidad social.
En esta oportunidad se exponen resultados de la investigación referidos específicamente al impacto identitario de la maternidad en este grupo de jóvenes.
El fenómeno de la maternidad adolescente adquiere visibilidad y comienza a definirse como problemática social en los años 60, particularmente en el área de las políticas de población y salud, y en los ámbitos académicos y de la opinión pública. Ciertos cambios sociales, como el aumento del número de madres jóvenes solteras y la creciente inserción de la mujer en el proceso de escolarización y en el mercado de trabajo, han llevado a redefinir las normas sociales en el ámbito de la reproducción (Stern, 2003:728). Esto implicó que la maternidad de jóvenes entre los 15 y los 20 años de edad, que históricamente - o en determinados contextos culturales - era una norma aceptada e incluso favorecida, adquiriera una connotación negativa y fuera representada como riesgosa o como “problema” (Adaszko, 2005:34; Fainsod, 2006:43; Pantelides, 2004:11; Stern, 1997). Se considera que los y las jóvenes no son lo suficientemente maduros ni pueden asumir la responsabilidad de la crianza de los hijos/as, y por otro lado se plantea que la maternidad en la adolescencia acarrea riesgos sanitarios[2]. Mientras que a otras edades la maternidad es considerada un fenómeno normal y supone una decisión privada, en la adolescencia se asume como un “problema público sobre el cual la opinión de los adultos tiene tanto o mayor peso que la de las propios jóvenes” (Adasko, 2005: 34 -36).
De acuerdo a la práctica internacional, se define como maternidad adolescente a aquella que ocurre antes de los 20 años, aunque es más frecuente entre los 15 y los 19 años. En Argentina, de forma similar a lo que sucede en el resto de América Latina, el porcentaje de recién nacidos de madres adolescentes respecto al total de nacimientos no ha tenido mayores variaciones en los últimos 20 años, y se ha mantenido en valores cercanos al 15%[3].
La literatura especializada coincide en pensar a la maternidad joven como un fenómeno asociado a condiciones de pobreza y exclusión social. Los estudios sociodemográficos de las últimos décadas en Argentina plantean que la maternidad se distribuye en forma desigual entre la población juvenil, siendo más frecuente entre las jóvenes de sectores pobres, con menor nivel educativo, de minorías étnicas y de grupos marginados (Binstock y Pantelides, 2005; Gogna, 2005; Pantelides, 2004; entre otros).
Por otro lado se considera que en el fenómeno de la maternidad adolescente también intervienen factores culturales: ciertas representaciones de género “tradicionales” dominantes en los sectores populares, que atribuyen a la mujer el rol de criar hijos y dedicarse a las tareas domésticas, sumadas a situaciones de exclusión social, escolar y laboral, favorecen que la maternidad constituya una opción para estas jóvenes.
Dentro de la amplia y variada bibliografía desarrollada durante las últimas décadas en relación al tema del embarazo y la maternidad joven, un grupo de estudios desde un enfoque que asocia la problemática a factores culturales, sociales y económicos, investiga los sentidos singulares que esta adquiere, atendiendo particularmente a su relación con variables de clase y género (Climent, 2009; Nauar Pantoja, 2003; Stern, 2004; entre otros). La consideración de estos factores les permite plantear la existencia de una diversidad de modos de representar y practicar la maternidad en la adolescencia, en contraposición a otros enfoques “tradicionales” (Stern y García, 2001) que piensan a la maternidad como un fenómeno universal y homogéneo, y que al enfatizar factores individuales y familiares - como conductas riesgosas, falta de información, baja autoestima, inmadurez, inestabilidad familiar - descontextualizan el fenómeno, invisibilizando diferencias y desigualdades sociales (Adaszko, 2005:37, Fainsod, 2006: 34,43). Este planteo resulta tributario de una concepción de la juventud como una categoría social e históricamente construída (Bourdieu, 1990; Margulis y Urresti, 1996; Reguillo, 2000, entre otros), lo que significa que no posee características universales asociadas a la edad, sino que “cada época y cada sector social propone diversas formas de ser joven” (Margulis y Urresti, 1996). En este sentido, existe consenso entre los autores acerca del uso plural del término “juventudes” para aludir a la existencia de una heterogeneidad de identidades, sentidos y prácticas juveniles.
Partiendo entonces de la idea de la existencia de formas diversas de transitar la maternidad en la adolescencia, este trabajo explora los efectos de la maternidad en la construcción de la identidad en un grupo de jóvenes en situaciones de pobreza, buscando sumar una perspectiva psicológica - menos desarrollada - que permitiera ampliar y complejizar el conocimiento de la problemática. Con este fin, analiza la articulación entre la maternidad y determinadas operaciones psíquicas adolescentes: el proceso de autonomización psíquica de las figuras significativas del entorno familiar originario, y el de construcción de espacios extrafamiliares - especialmente en lo referente a los vínculos y la sociabilidad con pares -. Ambos procesos involucran recomposiciones en el plano identitario.
Nos interesó conocer cómo se combinan estos trabajos psicológicos adolescentes con la maternidad, y qué modalidades y reconfiguraciones identitarias surgen de esta combinación: de qué modo estas jóvenes madres en situaciones de pobreza se autonomizan de los vínculos originarios al mismo tiempo que transitan la maternidad y construyen una nueva familia, cómo concilian los vínculos y las prácticas con pares con la crianza de sus hijos/as, y cuáles son sus modos de ser madres y adolescentes. Al mismo tiempo, analizamos la articulación entre estos trabajos psíquicos adolescentes y factores sociales de clase y género intervinientes en la construcción de dichas identidades.
El análisis de los efectos de la maternidad joven en la construcción de la identidad se realizó desde un doble abordaje discursivo y psicológico de sus relatos. Esta doble perspectiva metodológica permite comprender la articulación entre los planos de lo social y lo psíquico involucrados en la construcción de la subjetividad. Asimismo, busca mostrar empíricamente que la subjetividad y la identidad referidas a la maternidad adolescente que las jóvenes construyen en sus discursos, están sostenidas tanto por representaciones y estereotipos sociales como por rasgos psíquicos singulares.
Se apuntó a que el análisis permitiera dar cuenta de modos heterogéneos de ser madre adolescente, así como también problematizar algunos discursos sociales que tienden a una visión homogeneizadora del fenómeno.
MARCO TEÓRICO
La concepción general que orientó este estudio, así como las herramientas que utilizó para analizar e interpretar los relatos que conforman el corpus de esta investigación, se enmarcan tanto en la Teoría del Análisis del Discurso como en postulados teóricos del Psicoanálisis.
El Análisis del Discurso se basa en la idea de que el discurso es el producto de la actividad de sujetos inscriptos en contextos determinados, y que el sentido de las palabras no es independiente de los contextos en las que están insertas, ni del lugar de los locutores en el campo sociohistórico e institucional (Maingueneau, 2009), por lo que estudia la articulación de un texto y un espacio social que se expresa a través de un determinado modo de enunciación. Dentro del vasto campo de estudios que aborda esta disciplina, nos interesa en particular la Teoría de la Enunciación, por su reflexión acerca del modo en que el sujeto hablante se inscribe en los enunciados que emite. La Teoría de la Enunciación - que tiene su origen en las formulaciones de Benveniste (1976 [1958]) - plantea que el proceso de enunciación provoca la emergencia de la subjetividad: en el ejercicio del discurso se instaura un lugar - el yo discursivo - desde el cual se habla, un centro de referencia a partir del cual se organiza el discurso.
Para el Análisis del Discurso el sujeto de la enunciación es un sujeto construído a partir de discursos sociales. El locutor cuando habla, al mismo tiempo que se constituye en sujeto, construye en su enunciación una imagen, una “presentación de sí “(Amossy, 2010) que es a la vez una construcción identitaria; se muestra de una cierta manera que permite situarlo socialmente y diferenciarlo como individuo, dado que esta imagen se configura a partir de creencias, opiniones y representaciones colectivas (Amo-ssy, 2010:105). El concepto de ethos discursivo (Ducrot, 1984; Maingueneau, 2002) - una instancia interna al discurso que se diferencia del sujeto empírico que habla - alude a una apariencia o imagen del locutor, un “cuerpo” y un “carácter”, que se apoyan sobre un conjunto de representaciones sociales que permiten al alocutario identificar atributos psicológicos, morales e ideológicos del enunciador.
Cabe aclarar que si bien en el campo de la Psicología las nociones de subjetividad e identidad se suelen usar indistintamente, para esta teoría constituyen categorías diferenciadas: el sujeto discursivo se expresa a través del “yo” del enunciado que se dirige a un “tu”, en un lugar y en un tiempo determinados, a partir de indicadores discursivos tales como los deícticos (unidades gramaticales que tienen la capacidad de remitirnos al contexto de enunciación, como los pronombres personales, posesivos y demostrativos, los adverbios de tiempo y lugar). La identidad discursiva, como señalamos, refiere a los modos en que este “yo” se muestra - a sus competencias y atributos morales, psicológicos y corporales -, lo que también tiene sus marcas enunciativas, como los subjetivemas (sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios axiológicos, expresiones somáticas y afectivas).
El Psicoanálisis por su parte, concibe un sujeto “dividido”, con un psiquismo configurado por dinámicas conscientes e inconscientes, por lo que su modo de representar el mundo da cuenta de esta dualidad, y del conflicto entre instancias contrapuestas del psiquismo - entre deseos y prohibiciones, entre aspectos pulsionales e instancias defensivas, entre sentimientos de amor y odio hacia un mismo objeto -. Y esta modalidad de representación, que se expresa discursivamente, tiene como característica particular el estar atravesada por deseos, fantasías y mecanismos defensivos, producto de una historia pulsional, identificatoria y vincular singular.[4]
Este corpus conceptual provee categorías e instrumentos que permiten identificar y analizar rasgos psíquicos vinculares, identificatorios y afectivos - relativos a las historias singulares de las jóvenes - que participan en la construcción discursiva de la subjetividad e identidad referidas a la maternidad adolescente.
También, este estudio se apoya en la línea conceptual y de investigación de la Psicología de la Orientación (Aisenson, D. et al., 2002; Aisenson, G., 2009; Guichard, 1995; entre otros), que estudia la articulación entre factores psicológicos y determinantes sociales que intervienen en la elaboración de proyectos, en la construcción de la identidad, en los procesos de transición y en las trayectorias de los jóvenes. Desde esta perspectiva se plantea que los modos de los sujetos de representarse a sí mismos se desarrollan en los distintos contextos de socialización en los que están insertos, por lo que varían de acuerdo a las distintas trayectorias familiares, laborales y escolares (a su vez estas representaciones de sí condicionan en parte el modo de pensar el futuro y los proyectos).Como ya mencionamos, este estudio integra un grupo de trabajos que analizan la relación entre las trayectorias y la construcción de la identidad en distintos colectivos juveniles en situación de vulnerabilidad social (Aisenson, G, Legaspi y Valenzuela, 2017; Aisenson, G. et al., 2013, 2014, 2015).
Acorde a nuestro interés por analizar los efectos identitarios de la maternidad joven considerando la relación entre factores psicológicos y determinantes sociales, definimos a la identidad como la articulación entre dos dimensiones de las personas, realizada en el plano del discurso: lo biográfico y lo relacional. Es el producto de la tensión entre una transacción interna al individuo - que remite a la relación de cada sujeto con su propia historia e ideales - y una transacción externa entre el individuo y las instituciones y grupos a los que pertenece (Dubar, 2003). El sujeto construye en una misma identidad dos dimensiones de sí: la identidad para sí y la identidad para otro.
Como señalamos al inicio, tanto la maternidad como las operaciones psíquicas adolescentes involucran reconfiguraciones identitarias.
En los tiempos de la adolescencia los sujetos realizan, aunque de modos heterogéneos de acuerdo a sus diversas trayectorias, “trabajos simbólicos” (Rodulfo, 1992), procesos de reestructuración psíquica - referidos a los planos pulsional, identificatorio y vincular - que conllevan transformaciones identitarias. Esta investigación se centra en los trabajos de autonomización psíquica de los vínculos familiares originarios y de construcción de espacios extrafamiliares, a partir de los cuales el lugar anteriormente ocupado por las figuras parentales (o subrogados) sobrevaloradas de la infancia es reemplazado por los vínculos horizontales - los amigos, los grupos de pertenencia, las parejas -, que se tornan centrales en tanto soportes de nuevas identificaciones e identidades (Efron, 1996; Rodulfo, 1992; Viñar, 2013; entre otros).
Pese a la importancia que los estudios culturales y psicológicos sobre juventud y adolescencia atribuyen a los grupos de pares en cuanto a su función identitaria y socializadora, en las investigaciones que abordan el fenómeno de la maternidad adolescente, mayormente las áreas problematizadas son aquellas referidas a los estudios, la inserción laboral y la construcción de proyectos. Esta lectura adultocéntrica prioriza aquellas esferas relacionadas con la inserción de las jóvenes en el sistema productivo, en especial tratándose de jóvenes madres de las que se espera responsabilidad y madurez, y a quienes la maternidad privaría de su condición adolescente. Pero si consideramos la perspectiva de las propias jóvenes, encontramos que la cuestión de los vínculos y las prácticas con pares - y de cómo se concilian con la crianza de los hijos/as - constituye un tópico central en todos los relatos, de repercusiones identitarias.
La maternidad, por su parte, además de constituir una práctica de crianza, también es concebida, desde un enfoque que articula teorías de Género y Psicoanálisis, como una construcción simbólica que surge de la relación entre discursos sociales que moldean las significaciones y orientan las prácticas individuales de la maternidad, y procesos psicológicos individuales (referidos tanto a modalidades históricamente determinadas como a nuevas organizaciones psíquicas que la maternidad genera), que acarrean reestructuraciones en el plano identitario (Fernández, 1993; Tubert, 1999).
METODOLOGÍA
El abordaje de esta investigación es cualitativo, exploratorio y descriptivo, y se adoptó el método biográfico del relato de vida para el relevamiento de la información. Los relatos de vida, en tanto operaciones de “semantización” (Berteaux, 1993), a la vez que posibilitan explorar significados que en relación a la propia historia realizan los sujetos en una narración biográfica, constituyen una vía para acceder a los elementos simbólicos de la vida social a través de las apropiaciones que los sujetos efectúan en los relatos.
A partir de una muestra de casos conformada por 10 jóvenes madres de contextos de pobreza urbana que fueron madres por primera vez entre los 15 y 19 años, se realizaron entrevistas en profundidad, diseñadas a partir de una guía de pautas (referidas a la presentación de sí de las jóvenes, a sus experiencias de embarazo y maternidad, a sus vínculos familiares - familia originaria, hijo/a, pareja - , a sus trayectorias escolares y laborales, a sus prácticas y vínculos con pares, a los tiempos anteriores al nacimiento del hijo/a)[5]. El corpus de análisis está configurado por 17 entrevistas (mayormente se han realizado dos entrevistas a cada joven).
El material obtenido fue organizado alrededor de categorías generadas a partir de la lectura de los relatos de las entrevistadas. De acuerdo al “método de comparación constante” (Glaser y Strauss, 1967) se fueron estableciendo relaciones dentro y entre las categorías.
Se analizaron las entrevistas atendiendo a indicios significantes y huellas de la presencia del sujeto discursivo, de acuerdo a criterios metodológicos y conceptuales del Psicoanálisis y el Análisis del Discurso. Nuestro objetivo fue, por un lado, localizar en los relatos de las jóvenes indicadores discursivos de la emergencia de la subjetividad e identidad (análisis de la deixis, subjetivemas, ethos discursivo y presentación de sí), así como también visibilizar estereotipos sociales en torno a la maternidad, y su articulación con la identidad discursiva.
El abordaje psicológico posibilitó analizar rasgos psíquicos - que expresan modalidades vinculares, identificatorias y afectivas de cada joven - que participan de la subjetividad e identidad referidas a la maternidad adolescente que construyen las entrevistadas en sus relatos, y que determinan posiciones subjetivas diferenciadas.[6]
Las modalidades identitarias identificadas surgen del análisis de los modos de “presentación de si” (Amossy, 2010) que construyen las jóvenes al hablar. Es importante señalar que esta imagen de sí emerge no solo a partir de lo que el sujeto enuncia de modo explícito sobre sí mismo, sino que también es siempre el resultado de la enunciación toda: el “yo” de la enunciación se muestra, habla sobre sí mismo aunque no se refiera manifiestamente a sí mismo. En este caso entonces, los modos en que estas jóvenes se “presentan” como madres en sus discursos, además de referirse a las definiciones explícitas de sí, también son producto de todo un relato que refleja sus modos particulares de transitar simultáneamente la maternidad y la adolescencia, las reconfiguraciones vinculares e identitarias que la maternidad produce en ellas, así como sus modos de pensarse a futuro.
RESULTADOS
El análisis de la construcción discursiva de la identidad nos permitió identificar en los relatos diversos modos de ser madre adolescente en este grupo de jóvenes (cada una de estas modalidades de presentación de sí no se corresponde con un sujeto empírico; podemos encontrar en el relato de una misma joven varios de estos estilos identitarios referidos a la maternidad, incluso contradictorios):
· La madre “madura” y “adulta”: reflexiva, paciente y adaptada a la nueva situación de maternidad. También es un modo identitario disciplinado y obediente en relación al cuidado de los hijos/as.
Como se observa en el siguiente relato, la joven se muestra como una madre serena, pausada, sin apuros, con capacidad de tolerar un tiempo de adaptación y ensayo, y de reflexionar sobre sí misma.
Agustina: - Así de a poquito […] si total tengo tiempo todavía […] empiezo de a poquito a ver cómo voy llevando la situación. Estudiando y a ver cómo puedo. O sea, yo también digo “voy a poder”. No, sé que no es fácil con una nena. Pero bueno, es intentar y es probar [...] Bah, es mi pensar. Si digo, si aguanto, aunque sea pruebo, con probar… [...] Soy consciente que fui muy chica, soy chica. También tenía toda una carrera, estaba justo terminando el secundario, con todas las puertas abiertas. (Agustina, entrevista 1)
Esta modalidad “madura” y “adulta” aparece asociada en los relatos a un “yo” “moral” y “responsable”, observante de las normas, cuidadoso y preocupado por las personas de su entorno, que se hace cargo de su hija/o, y de sus propias acciones.
Camila: - […] Pero siempre pensé que el día que me llegue a mandar una cagada de este género me iba a hacer responsable de cualquier cagada que me mandara. (Camila, entrevista 1)
Agustina: - También uno no quiere mucho invadir, decir “te dejo a la nena y me voy”. No. Porque es mi hija y me tengo que hacer cargo yo. Es mi responsabilidad. (Agustina, entrevista 1)
Estas jóvenes construyen un estilo identitario que posee, de acuerdo a sus rasgos “adultos”, capacidad de colocarse en el lugar de los otros integrantes de su entorno y de preocuparse por no generar molestias, en este caso referidas a la maternidad. Son modos normativos y culposos; de ahí el que el hacerse cargo, responsable del propio hijo/a, constituya para ellas una máxima de la maternidad en la adolescencia.
Encontramos que, mientras en algunos casos estos rasgos de madurez y responsabilidad están asociados a estilos identitarios “históricos”, en el caso de otras jóvenes estos atributos se adquieren a partir de la experiencia misma de la maternidad:
Carina: - Porque antes no me importaba nada a mí, no sé, no me interesaba. Por ahí me levantaba y tenía la habitación toda tirada y dormía así con todo tirado, con mugre por todos lados, no me importaba nada, no me causaba nada ni nadie. Y después que nació Martín cambié bastante, me di cuenta de que ya no era yo sola, me cambió demasiado la cabeza, como que se me dio vuelta la cabeza […] no sé, que tengo otra responsabilidad aparte de yo misma, que se yo… (Carina, entrevista 1)
La viñeta expresa, a través del uso de la metáfora “como que se me dio vuelta la cabeza”, la transformación radical acontecida en el plano psicológico: la llegada del hijo resulta ordenadora y reparadora, en contraste con cierto “desorden” psíquico anterior.
· La madre que “sabe”: aunque comparte rasgos “adultos”, constituye una modalidad identitaria diferenciada. Se muestra segura, experimentada y crítica, tiene conocimientos de sí y de la maternidad - incluso en relación a las dificultades con su hijo/a -. Puede transmitir esa sabiduría y experiencia, y aconsejar a otros.
Camila: - No me hace caso. Bue, nada, ningún hijo le hace caso a su madre. (entrevista 1)
C: Porque obviamente que como madre uno quiere lo mejor para su hijo. (Camila, entrevista 2)
C: - (En relación a la madre) tuvo un montón de novios y fuera de joda que eran de abajo para arriba. Yo le digo “vos también…pero si ustedes dos están juntos, la plata, para mí que tiene que ser de los dos, y vos tendrías que progresar para que tus hijos estén con vos”. (Camila entrevista 2)
C: - […] Siempre dije que iba a tener un hijo o una hija a los 27 años más o menos como mi mamá me tuvo a mí, por la diferencia que nos llevábamos, por lo que nos llevábamos bien, al margen de nuestras discusiones, que, todo el mundo tiene discusiones con los padres. Y bueno, nada, quedé embarazada a los 16. (Camila, entrevista 1)
En este discurso el uso de leyes, máximas universales y citas de sí misma muestran a esta joven como alguien sabia y experimentada, que se conoce a sí misma, con ideas claras que sostiene a lo largo del tiempo, tal como lo expresan los enunciados “ningún hijo”, “como madre uno quiere lo mejor”, “siempre dije”, “todo el mundo tiene discusiones con sus padres”. Y desde esta posición de sabiduría “adulta” juzga y aconseja a su madre.
El siguiente fragmento muestra cómo estos atributos identitarios de sabiduría y superioridad contribuyen a la configuración de modalidades vinculares particulares:
Mariela: - Tenía que ir a la reunión y como que ella estaba acostada ahí y le digo “¿Por qué no vas a la reunión?” le digo, “si es de tu hija, ya que nosotros no fuimos, que vaya ella”. […] bueno, listo, así te van a salir tus hijos […]. Se va a lo de su amiga y a veces no deja nada de cocinar y se va. Bah, igual yo ya no me hago problema porque sé que tengo en mi pieza […] (refiriéndose a sus hermanos) Que se arreglen solos. Eso no está bueno, a mí no me gusta. […] Porque ella los crió con una mentalidad a mis hermanos, son medio mezquinos. (Mariela, entrevista 1)
Como observamos en el relato de Mariela, los nuevos vínculos con su hija y su pareja - y la coexistencia de dos “estructuras familiares paralelas” (la originaria y la nueva)[7] - le confieren una distancia a partir de la cual construye un yo superior respecto de su madre: un yo que “sabe”, que juzga y cuestiona su modelo de crianza, en el marco de un vínculo de rivalidad con ella, como lo indican los enunciados ¨así te van a salir tus hijos”; “se va a lo de su amiga y a veces no deja nada de cocinar y se va”; “porque ella los crió con una mentalidad a mi hermanos, son medio mezquinos”. Ambas son madres, cada una con sus respectivos hijos; son “tus hijos”, y no “sus” hermanos.
· La madre que “no sabe”: en contraste con las madres “adultas”, “maduras” y “responsables”, y las que “saben”, se presenta como alguien que no “piensa”; no se siente preparada o capaz para maternar y necesita de la asistencia de los adultos, lo que en algunos casos le confiere una característica infantil. Son modalidades identitarias algo “desentendidas” en relación a la maternidad, sin demasiados registros de sí mismas, tal como lo ejemplifica la siguiente viñeta:
Julieta: - Cayó como una bomba a todos. Porque yo encima me enteré tarde que estaba embarazada, a los cinco meses (risas). [….]… y cuando se enteró mi mamá vino ella y me preguntó, no fui yo a contarle. […] Y mi mamá se enojaba, no quería que haga nada […] Me quería cuidar pienso yo.
E: - Y cuando estabas embarazada ¿qué te imaginabas de ser mamá, de cómo iba a ser?
J: - Em… no, no pensaba. Tenía, decía “bueno, qué se yo, haré lo que pueda” (risas). Porque no me imaginaba yo, me veía un desastre. Yo soy media torpe para algunas cosas. Por ejemplo, así, me golpeo de nada, o estoy hablando y me confundo las palabras, así […] o sea, muchas cosas juntas no podía hacer al mismo tiempo […] ¡Antes se me quemaba todo! Ni el perro lo quería comer. […] (Julieta, entrevista 1)
Julieta se presenta con un yo devaluado y deficitario, que abunda en la enumeración de sus incapacidades, tal como aparece expresado en los términos “torpe”, “desastre”, “me golpeo de nada”, “me confundo las palabras”. No cree poder demasiado, “va a hacer lo que puede”. El embarazo y la maternidad no era un asunto que la involucrara a ella del todo en el pasado (percibe su embarazo en el quinto mes); “no pensaba”, son los padres los que en principio se anotician, se conmocionan, se preocupan, la cuidan o se enojan.
Lorena: - [Dice su hermana] “¿Por qué no lo pensaste antes de tener a tu hijo? ¿Pensaste que toda tu vida voy a estar a tu lado?” [...] Me decía “no te pones a pensar, por mí, no piensas, en qué estás pensando”. […] O sea, no pensaba. […] ahora lo que pienso, es algo distinto a todo lo que me pasó. Porque hoy en día me doy cuenta de todo lo que me pasó, y no lo puedo creer…no puedo creer tanto daño que me hice a mí misma. (Lorena, entrevista 1)
L: - No estaba preparada para nada. Aprendí sola. Aprendí porque tuve que aprender porque ya estaba nacido. Nunca nadie me dijo “tenés que hacer esto, esto va a pasar, te va a salir mucha leche, tenés que ponerte protectores […] Yo no recuerdo nada de haber compartido con mi mamá, ni de que me haya enseñado algo. No sé cómo explicarte. Como que no sabía nada…. Como que, bueno, voy a intentar de copiar, de imitar. Tampoco tenía nada que imitar. (Lorena, entrevista 1)
Esta joven se representa a sí misma en el tiempo anterior al embarazo como alguien que no podía pensar, anticiparse, cuidar de sí ni de los demás. También aquí el no estar preparada expresa un sentimiento de soledad y desamparo, y también una reclamo hacia una madre - a quien “conoció” a sus 10 años, cuando vino a vivir a Argentina - que no le brindó ni enseñanzas, ni cuidados, ni afecto, según refiere Lorena en otra parte de su relato.
E: - ¿De qué te imaginas trabajar?
Sofia: - Mmm… de lo que sea. Cualquier cosa. […] A lo que esté a mi alcance porque no terminé el secundario. Y eso como que complica un poco. Y el papá de Joaquín no quiere que yo trabaje […]
E: - ¿Y vos qué pensás de que él no quiere que trabajes?
S: - Y no… y él porque quiere, él me dice que quiere que yo, por ejemplo, cuando nos vayamos a vivir juntos, que yo me ocupe de la casa y de Joaquín.
Las expectativas de Sofía en relación al futuro remiten a una presentación de sí “desentendida”, que “no sabe”, según la cual son los otros los que expresan deseos y deciden acerca del futuro de ella, tal como lo indican los enunciados “el papá de él no quiere que yo trabaje” y “él me dice que quiere […] que yo me ocupe de la casa y de Joaquín”. También, sin capital educativo suficiente y desde un yo desvalorizado, la joven se imagina en el futuro trabajando de “cualquier cosa”, no pudiendo demasiado - “lo que esté a mi alcance”- .
Por otro lado, este relato da cuenta de la presencia - y del impacto identitario - de ciertas representaciones tradicionales que rigen los intercambios de género, que en algunos casos favorecen un pasaje desde un vínculo de dependencia (respecto al entorno familiar originario) a otro, referido al vínculo de pareja. En ese sentido, podemos decir que en este grupo el proceso de autonomización psíquica de los vínculos originarios puede adquirir modalidades más “dependientes” y modalidades más “autónomas”. Mientras que para algunas jóvenes la maternidad y el proyecto de construcción de la familia suponen de forma excluyente la presencia de un varón, o el vínculo de pareja (en general, un vínculo desigual y de cierta dependencia), para otras, en cambio, el armado de la nueva familia no incluye necesariamente la presencia y la ayuda del hombre, o en todo caso, el modelo de pareja que se establece es simétrico y autónomo.
· La madre “maternal”: abnegada, incondicional, sacrificada y entregada a la crianza, y a los tiempos y necesidades de su hijo/a.
Carina: - Yo soy re delicada, muy delicada, súper atenta con Martín […] no me da ganas de salir, y otra porque no salgo por el más que nada […] (Carina, entrevista 1)
E: - ¿Qué cambió cuando llegó Martín?
C: Todo, por completo, mi forma de ser [...] quería ser mamá, no sé por qué [….] yo sentía que no podía seguir siendo la misma teniendo un hijo, no podía estar en la calle. Igual eso es lo que menos me interesaba, lo veía a él y prefería mil veces quedarme en mi casa que estar en la calle. (Carina, entrevista 1)
E: - ¿Cómo era tu vida antes de que naciera Martín?
Carina: - Mmm, antes de que naciera Martín… un desastre. […] No, sí, sí en realidad sí, era cuando recién empezaba a salir a la calle, ya tenía demasiada libertad por el hecho de que mi mamá estaba muy metida en su dolor. […] Fue entonces cuando empecé a salir y salía hasta las 12 y me di cuenta que mi mamá no me buscaba y me quedaba hasta más tarde. […] Me iba a caminar por ahí con mis amigas, me iba para el lado de la villa, hasta que, sí,… en realidad estuve un tiempo metida en la droga […] fumé, cosas que no tendría que haber fumado…por querer experimentar más que nada, porque veía que mis amigas que lo hacían y dije bueno […](Carina, entrevista 1)
Cintia: - Es estar todo el día pendiente de ella. […] Es mis ganas. […] Es mi motivo de levantarme, de todo... Me cambió para bien. [...] Porque antes por más que estén mis hermanos, todo, tenía muchos problemas con mi mamá, con mi abuela...No tenía casa. Ahora tampoco, pero tengo un motivo.
Estas jóvenes se presentan con un “yo” radicalmente transformado por la maternidad. Ser madre es una identidad deseada, sin cuestionamientos ni dudas - “quería ser mamá, no sé por qué” - , y exclusiva; no hay otra importante - “es estar todo el día pendiente de ella”; “soy super atenta”, “es mis ganas” -. En muchos casos la construcción de este estilo identitario “maternal”, entregado y pendiente de la crianza de sus hijos/as también se articula con la función reparatoria que ejerce la maternidad en ellas, respecto a un pasado con dificultades familiares, carencias afectivas y materiales, o fracasos escolares. Ser madre otorga sentidos, “motivos de levantarse” y las “cura’ en relación a un pasado “desastroso” o desprotegido; incluso hasta puede resguardarlas de una grupalidad adolescente asociada a peligros y excesos. Por lo tanto, como observamos en el relato de Carina - desde un estilo “maternal” capaz de sacrificarse en pos de las necesidades de hijo - , “salir” con amigas no es un deseo en el presente.
· La madre “ambivalente”: en contraste con la madre “maternal” y con la “reflexiva” y “paciente”, se muestra quejosa e impaciente, con sentimientos contradictorios en relación al hijo/a y a la maternidad, tal como aparece expresado en las siguientes fragmentos a través del uso de los subjetivemas “feo”, “desgraciadamente”, “es lo peor que te puede pasar”, “la amo y me encanta jugar con ella”.
E: - ¿Cómo fue el embarazo?
Dalia: - No…era muy feo [...] Porque no podía salir a ningún lado con la panza todo así…Me quedaba en casa, el papá salía. (Dalia, entrevista 1)
Camila: - Yo desgraciadamente todo el mundo que viene y me pregunta por Violeta le digo que es terrible, es insoportable […] Entonces una criatura que encima es caprichosa… es lo peor que te puede pasar porque es re feo […] igual, al margen… la amo y me encanta jugar con ella cuando se pone así en copada mi hija. (Camila, entrevista 1)
Desde este estilo identitario, algunas jóvenes representan el vínculo con sus hijos/as como una relación de dependencia intensa, absorbente e ilimitada en el tiempo, que las deja a merced y pasivas frente a las demandas del hijo/a:
Camila: - Durante el día sale del jardín y “mamá teta”. Es lo primero que hace tipo “mamá teta” vos decís “la puta madre recién saliste, Violeta, viene y te manosea toda en el colectivo también, y vos te sentís re mal ya porque a mí ya me pudre. Una cosa es cuando sos bebé que tenés que andar sacando la teta, ella es grande es así una cosa enorme arriba mío y vos decís ¿cómo te voy a dar la teta? “¿Tenés 10 años y voy a estar dándote la teta?” (Risas). […] soy una teta (risas). Soy una vaca para ella, siempre le digo “pará, que te pensás que soy una vaca”. (Camila, entrevista 1)
Estos fragmentos, a través del uso de modalizaciones afectivas y expresiones somáticas - “te manosea”, “soy una teta”, “estaba colgada, se agarraba y no quería soltarme’” “me pudre”, “me cuesta”, “te sentís re mal” -, indican un nivel corporal de dependencia y los sentimientos de malestar y enojo que esto les provoca. Este modo de significación, además de expresar una dificultad para limitar las demandas del hijo/a, muestra el conflicto de intereses entre la maternidad y la vida adolescente: para algunas jóvenes la maternidad resulta sorpresiva y disruptiva respecto de una vida anterior sin hijos, de tiempo libre y con otros proyectos, lo que genera sentimientos ambivalentes.
Observamos que algunas de estas modalidades identitarias identificadas reproducen un estereotipo social según el cual los y las jóvenes no estarían lo suficientemente preparados/as y maduros/as para hacerse cargo de la crianza de sus hijos/as. También vehiculizan ciertas máximas referidas a la maternidad (como “para ser madre hay que estar preparada, ser responsable, pensar”), lo que da cuenta del impacto de dichos discursos sociales en las construcciones identitarias de las jóvenes.
En relación a los posibles contextos de producción de estos estereotipos, este modo de representar socialmente a la maternidad joven como no adecuada está muy asociado a la forma de concebir al adolescente en general (Adaszko, 2005: 34). Según una definición más bien acorde a los sectores medios y altos, se considera a los y las jóvenes como sujetos inmaduros e incompletos, en transición hacia la adultez, y en consecuencia no enteramente responsables; sujetos vulnerables que requieren control adulto. Se trata de una concepción “negativizada” de la juventud, definida a partir de lo que le falta en relación a una adultez madura y responsable (Chaves, 2005). Desde esta perspectiva adultocéntrica y de clase, los y las jóvenes aún no tendrían la suficiente madurez psicológica y no poseerían las capacidades necesarias para evaluar los costos de sus acciones; no habrían desarrollado aún cualidades - que los adultos, sí - para asumir adecuadamente el cuidado y crianza de un hijo/a (Adaszko, 2005).
Encontramos en este grupo de jóvenes diferentes modos de exposición frente a estos estereotipos. En algunos casos, como vimos, se representan a sí mismas como inmaduras, no reflexivas, y no preparadas, o es la maternidad la que repone esas competencias necesarias e indispensables que a causa de su precocidad “naturalmente” no poseen. Otras, en cambio, cuestionan la relación inexorable entre edad y madurez / preparación: ni todas las adolescentes ejercen la maternidad de un modo inmaduro e irreflexivo, ni la adultez garantiza por sí misma un “adecuado” ejercicio de la maternidad.
Valeria: - O sea mi mamá a mí me tuvo a los treinta y cinco años y no es un ejemplo de nada. Y era madre de seis chicos, y tuvo un montón de experiencia y era re grande y… no hay punto de comparación. (Valeria, entrevista 2)
La adultez y la experiencia con hijos/as no suponen naturalmente madurez, ni preparación, ni capacidad para maternar, no al menos en un plano emocional, argumenta Valeria, a partir de un “yo “reflexivo” y “adulto”, y desde su propia historia con una madre que pese a ser “re grande” y experimentada, no la pudo cuidar[8].
La idea de una preparación y anticipación posibles también aparece cuestionada en algunos discursos de las jóvenes. La máxima acerca de la preparación requerida para ser madre supone la existencia de algún saber previo - que, de acuerdo al estereotipo social, las jóvenes no poseen -, que les posibilitaría anticiparse a la llegada del hijo/a, prever lo que va a suceder. Sin embargo, la llegada concreta del hijo/a produce transformaciones psíquicas emocionales, vinculares e identitarias no anticipables, tal como lo muestra el relato de Mariela:
Mariela: - Soy ordenada, bastante ordenada. […] Pero yo decía que cuando nazca Julia va a ser así, va a ser así, va a tener una rutina…yo ya tenía todo planeado. […] Después Julia un desastre total […] - Yo pensé que a los tres meses ya iba a empezar a estudiar, o sea que ella no dormía a la noche, dormía de día… que iba a empezar de vuelta al colegio a estudiar y la podía dejar. Pero no, nada que ver, se complicó. Es chiquita, me daba cosa dejarla y no sé… (Mariela, segunda entrevista)
Para esta joven ni el anticiparse, ni el tener “todo planeado”, ni sus conocimientos previos de la vida - desde un “yo que sabe” - la prepararon para lo que sucedería con la llegada de su hija. El nacimiento de Julia no solo le desordena los planes previos, sino que además le provoca sentimientos imprevisibles, como el no poder dejarla.
Diversos estudios socioantropológicos que investigan la maternidad adolescente desde una perspectiva de género, sostienen que en los sectores populares la presencia de modelos de socialización de género tradicionales, según los cuales las jóvenes son educadas para la realización de las tareas domésticas y la crianza de los hijos (Climent, G. y Arias, D., 1996; Climent, 2002, entre otros) - sumada a la frecuente experiencia de haber cuidado hermanos menores -, las prepararía para ser madres. Sin embargo, existen factores psicológicos involucrados en la construcción de la maternidad que exceden la cuestión de las prácticas de cuidado. Como señalamos, la maternidad supone operaciones de simbolización resultantes de una historia vincular, identificatoria y pulsional que se actualiza en el marco de la propia experiencia del maternar y del vínculo con el hijo/a. Y al mismo tiempo, el nacimiento del niño/a genera nuevas organizaciones psíquicas que producen una ruptura en la repetición de las determinaciones históricas, por lo que no habría posibilidad de anticipación o preparación psíquica.
COMENTARIOS FINALES
Los resultados obtenidos muestran de qué modos la maternidad impacta en la construcción de la identidad, y dan cuenta de la existencia de diversos modos de ser madre adolescente en este grupo de jóvenes. Sus singulares trayectorias biográficas[9] y rasgos psíquicos determinan posiciones subjetivas y modalidades identitarias diversas frente a factores comunes (determinantes sociales - materiales y simbólicos - y procesos psicológicos adolescentes).
Asimismo, muestran la incidencia de determinados estereotipos sociales - referidos a los adolescentes, a la maternidad adolescente y a las relaciones de género - en las modalidades identitarias que construyen las jóvenes.
Si bien en el campo de la Psicología y del Psicoanálisis el planteo acerca de la singularidad del sujeto constituye un acuerdo básico, la propia perspectiva de las entrevistadas y el abordaje psicológico y discursivo que aquí realizamos permiten problematizar algunos discursos sociales (del ámbito académico y de la opinión pública) que ofrecen una versión única y estereotipada sobre la maternidad adolescente. Dimos cuenta de la presencia en este grupo de jóvenes de modalidades “adultas”, “maduras” y “responsables”; “sabias” y “experimentadas”; “infantiles” y “desentendidas”; “maternales” y “ambivalentes”.
La intención general de este trabajo fue aportar una mirada psicológica para la comprensión del fenómeno de la maternidad joven, así como también integrar lecturas y herramientas de distintas disciplinas que permitieran dar cuenta de la complejidad de la problemática. El enfoque psicológico amplía el conocimiento de los efectos subjetivos de la maternidad joven al considerar, por un lado mecanismos adolescentes, y por el otro, analizar el plano psíquico involucrado en la construcción de la identidad. Un ejemplo de ello lo constituye el hecho de que una joven puede al mismo tiempo desear ser madre y no querer perderse su vida adolescente con proyectos y amigas, y estar contrariada por ello.
Es importante enfatizar que el abordaje psicológico apuntó aquí al análisis de determinados “trabajos” adolescentes en su articulación con la maternidad, y a la identificación de algunos rasgos psíquicos que den cuenta de la heterogeneidad de modalidades identitarias, distanciándose de una lectura psicopatologizante de los discursos de las jóvenes que las ubicara en posiciones deficitarias.
Como dijimos, la articulación entre dimensiones psicológicas y sociales constituyó el eje central de este estudio; un abordaje aislado de factores psíquicos encubriría los factores sociales y las condiciones de desigualdad que atraviesan el fenómeno de la maternidad adolescente. En ese sentido, la combinación de los enfoques discursivo y psicológico posibilitó dar cuenta de dicha articulación.
Pensamos que los hallazgos obtenidos también pueden brindar información para el diseño de políticas públicas dirigidas a la asistencia de la maternidad adolescente. El conocimiento de las perspectivas de las propias jóvenes, y de los distintos modos en que estas transitan la experiencia de la maternidad atendiendo a sus particularidades adolescentes, pueden resultar insumos relevantes para planificar e instrumentar programas y políticas específicas destinadas a promover la integración social y mejorar las oportunidades de las jóvenes.
Referencias
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Notas