Psicoanálisis
LA NEUROSIS DE CLASE
Class neurosis
LA NEUROSIS DE CLASE
Anuario de Investigaciones, vol. XXIV, pp. 173-178, 2017
Universidad de Buenos Aires
Recepción: 16 Mayo 2017
Aprobación: 21 Octubre 2017
Resumen: El presente trabajo se inscribe en la investigación UBACyT El psicoanálisis y otras disciplinas: lazos contemporáneos y sus antecedentes en la obra de Freud y Lacan (Azaretto y Ross, 2014), cuyo problema general de investigación trata sobre la doble relación de diálogo que se establece entre el psicoanálisis con otras disciplinas, pero también otras disciplinas con el psicoanálisis, como recurso para la formalización de sus respectivos objetos de estudios y experiencias. En esta ocasión trataremos de una noción específica –la neurosis de clase– cuya delimitación se establece en la intersección y diálogo entre el psicoanálisis y la sociología. Para ello tomaremos referencias de S. Freud, S. Ferenczi y J. Lacan, provenientes del psicoanálisis; y de V. de Gaulejac, provenientes de la sociología.
Palabras clave: Neurosis , Clase , Psicoanálisis , Sociología.
Abstract: This paper is part of the UBACyT research Psychoanalysis and other disciplines: contemporary ties and their antecedents in Freud and Lacan work (Azaretto and Ross, 2014), whose general research problem is about the double relationship of dialogue established between psychoanalysis with other disciplines, but also other disciplines with psychoanalysis, as a resource for the formalization of their respective objects of study and experiences. On this occasion we will deal with a specific notion –class neurosis– whose delimitation is established in the intersection and dialogue between psychoanalysis and sociology. For this we will take references of S. Freud, S. Ferenczi and J. Lacan, coming from psychoanalysis; and V. de Gaulejac, from sociology.
Keywords: Neurosis , Class , Psychoanalysis , Sociology.
Introducción: la neurosis y la clase
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El presente trabajo se inscribe en la investigación UBACyT El psicoanálisis y otras disciplinas: lazos contemporáneos y sus antecedentes en la obra de Freud y Lacan (Azaretto y Ross, 2014), cuyo problema general de investigación trata sobre la doble relación de diálogo que se establece entre el psicoanálisis con otras disciplinas, pero también otras disciplinas con el psicoanálisis, como recurso para la formalización de sus respectivos objetos de estudios y experiencias.
En esta ocasión trataremos de una noción específica –la neurosis de clase– cuya delimitación se establece en la intersección y diálogo entre el psicoanálisis y la sociología. No se trata para el psicoanálisis de un concepto propio o específico de su corpus teórico, pero sí para una escuela de sociología, que recibió el nombre de sociología clínica (Gaulejac, 1986). De todas maneras, el diálogo entre ambas disciplinas, permite delimitar, a medio camino entre ambas, un conjunto de ideas psicoanalíticas que podríamos atribuir como referencias al fenómeno en cuestión, independientemente de la discusión por su estatuto como concepto.
En lo que sigue desarrollaremos algunas referencias que surgen de la intersección del psicoanálisis con la sociología, en este punto específico: la relación de la neurosis con la clase, y de la clase con la neurosis. Por neurosis entenderemos el concepto freudiano de un conflicto psíquico entre el yo y el ello, a expensas del superyó y el mundo exterior (Freud, 1923). Con la expresión “clase” o “clase social” nos referiremos en términos generales al fenómeno de la clasificación, organización, distribución y pertenencia de un individuo a cierto conjunto, segmento, estrato o nivel, que recibe el nombre de clase, y que se ordena por referencia a costumbres, posiciones, recursos, intereses, identidades, etc.
A partir de este objetivo y criterio de articulación, trataremos las siguientes referencias:
· El concepto de novela familiar de Freud, que data de un escrito de 1908;
· Una posición invertida de este concepto, desarrollada por S. Ferenczi, al cual llamó novela familiar de descenso social, de 1922;
· Otra idea, también de Ferenczi, que consiste en una neurosis de progreso social, escrito también en 1922;
· El concepto de imago paterna y su posición de declinación, que J. Lacan observa en 1938 y 1952;
· El concepto de neurosis de clase, que V. de Gaulejac desarrolla en el campo de la sociología clínica
La novela familiar
Una primera referencia puede ubicarse en el escrito freudiano La novela familiar de los neuróticos (1908), donde Freud se refiere a la “categoría” y “posición social” de los padres del niño: “Para el niño pequeño, los padres son al comienzo la única autoridad y la fuente de toda creencia. Llegar a parecerse a ellos –vale decir, al progenitor de igual sexo–, a ser grande como el padre y la madre: he ahí el deseo más intenso y más grávido en consecuencias de esos años infantiles. Ahora bien, a medida que avanza en su desarrollo intelectual el niño no puede dejar de ir tomando noticia, poco a poco, de las categorías a que sus padres pertenecen. Conoce a otros padres, los compara con los propios, lo cual le confiere un derecho a dudar del carácter único y sin parangón a ellos atribuidos.” (Freud, 1908: p. 217) El niño advierte, señala Freud, que “otros padres son preferibles en muchos aspectos” (Freud, 1908: p. 217).
Freud analiza este fenómeno como un caso específico de fantasía neurótica, al punto que el sujeto puede desarrollar una novela familiar al respecto, que va desde los juegos y las fantasías del niño, hasta los sueños diurnos, nocturnos y las fantasías inconscientes de los adultos: “librarse de los menospreciados padres y sustituirlos por otros, en general unos de posición social más elevada.” (Freud, 1908: p. 218) Por medio de la fantasía, el niño “sustituye a sus dos padres por unos de mejor cuna.” (Freud, 1908: p. 218)
La rectificación que esta fantasía realiza reconoce dos grandes metas principales, observa Freud: una erótica y otra de ambición, tras la cual se suele hallar en muchas ocasiones una fantasía erótica también.
La novela familiar se define entonces como un tipo particular de fantasía neurótica, que atañe a la categoría y posición social de los padres, rectificando o sustituyendo sus figuras por otras de mejor cuna, a partir de metas eróticas y de ambición. El modo, la función y las estructuras en que estas fantasías se ponen en juego en cada neurosis varían caso por caso, incluso los puntos diferenciales en que toca al padre o a la madre, o teje historias diferenciales entre ellos
La novela familiar de descenso social
En 1922 Ferenczi escribió dos trabajos breves que vuelven sobre la temática: La “novela familiar” del descenso en la escala social y Perturbación mental como resultado del progreso en la situación social. Trataremos ambas referencias por separado, porque si bien están articuladas, intentan aislar una idea específica y singular en cada caso.
En el primer escrito Ferenczi parte de la descripción de un caso, que comentaremos brevemente para entender las preguntas e ideas del autor. Se trata de una joven condesa, de 19 años de edad. El episodio que suscitó la consulta con un psicoanalista fue a raíz de un accidente en la nieve, donde esta mujer se fractura una pierna y estando en estado de inconsciencia profiere juramentos obscenos y utiliza un lenguaje vergonzoso para la educación que recibió.
En la entrevista con la paciente Ferenczi destaca un comportamiento singular en su historia: “La paciente se había comportado siempre de una manera curiosa: siempre que podía, se escapaba de las habitaciones privadas del castillo hacia el ala de servicio. Allí, su amiga en especial era una niñera, a quien desde su primera infancia ella había tratado como a una confidente. Como la condesa tenía dieciséis años esta niñera dejó el castillo y se fue a vivir a un lugar distante del mismo; no obstante, hasta que tuvo dieciocho años, nuestra paciente, continuó visitando allí a su íntima amiga; por cierto, a menudo se quedaba días enteros con ella, la ayudaba en las tareas de la casa, fregaba pisos, daba de comer a los animales, limpiaba los establos, etc., todo en oposición a los deseos de sus padres. Detestaba la compañía de las personas de su propia clase y solamente con grandes dificultades se la podía inducir a que hiciera y recibiera visitas, por cierto únicamente cuando estas actividades sociales eran completamente inevitables. Envió a paseo con bastante brutalidad a varios pretendientes de origen aristocrático que no eran del todo malos.” (Ferenczi, 1922a: p. 322)
Del relato de la madre, Ferenczi toma noticia que “algunos años antes” la joven había padecido una neurosis: “Estaba sobrecogida por un terrible temor: temía haber sido violada por alguien mientras se encontraba en estado inconsciente.” (Ferenczi, 1922a: 322) Esto podría haber ocurrido, refiere la paciente, un día que volvió al castillo en el coche de la familia, ella sola con el cochero: “En el camino se sintió mal y pensó que probablemente perdió el conocimiento: el cochero se habría aprovechado de su situación para acometerla. En realidad ella no podía recordar si aquél le había hecho algo realmente; sólo sabía que cuando volvió en sí, el cochero le dijo alguna cosa pero no recordaba exactamente qué.” (Ferenczi, 1922a: 322)
A partir de esta idea-temor, la joven quedó muy angustiada, luego tomó una posición melancolizada y llorosa, relata Ferenczi. No fue hasta que pudo “confesar” toda la secuencia ocurrida a la madre que pudo reponerse. Pero además: “la angustia de la muchacha no se alivió hasta que su madre no la hubo llevado a una cantidad de ginecólogos eminentes, todos los cuales pudieron asegurarle después de un examen que era virgo intacta.” (Ferenczi, 1922a: 323)
Finalmente, observa Ferenczi, no tuvo oportunidad de continuar trabajando con la paciente: “en lugar de someterse a un tratamiento, como yo le había aconsejado, la paciente siguió un tratamiento quirúrgico convaleciente en un sanatorio, mostró creciente interés en la cirugía, trabajó como enfermera durante la guerra, y a pesar de la oposición paterna se casó con un joven cirujano de ascendencia judía.” (Ferenczi, 1922a: 323)
Ferenczi señala que se trata de un caso no de novela familiar pero invertido, no un ascenso en la escala social sino una disminución. En la lectura de este fenómeno Ferenczi analiza las posiciones que subyacerían a ambas novelas, estableciendo un paralelismo entre la clase social y el medio cultural. En la novela de ascenso social el sujeto deja su medio cultural rústico para pasar a uno aristocrático, y a la inversa, en la novela de descenso social, pasa de un medio aristocrático a otro de tipo rústico, lo cual se traduce por ejemplo en el modo como se regula la sexualidad en la vida anímica: “Toda una serie de casos observados en niños de poca edad me ha demostrado que muchos chicos se sienten mucho más cómodos con la clase rústica, con los sirvientes de la casa y personas de humilde origen que en su propio medio más culto. Frecuentemente esto adopta la forma de un ansia de llevar una vida nómade y gitana, o de transformarse realmente en una persona u otra. Una vida amorosa sin impedimentos (incestuosa, claro está, por añadidura) ejerce un irresistible atractivo para estos jóvenes; para lograr esta libertad están dispuestos a sacrificar rango y posición.” (Ferenczi, 1922a: 323)
La neurosis del progreso social
Desde otra observación clínica, el segundo escrito del autor mencionado, Perturbación mental como resultado del progreso en la situación social, trata un tipo de fenómeno neurótico que se suscita a raíz de un progreso del sujeto en la escala social: “Tengo hechas una serie de observaciones en neuróticos en quienes el adelanto social de la familia, en la época en que los pacientes eran niños pequeños, especialmente en el período de latencia resultó un factor etiológico muy significativo.” (Ferenczi, 1922b: 324)
En este escrito Ferenczi no desarrolla el comentario de los casos que parte, pero observa la situación de tres hombres que sufrían de “impotencia sexual”, y el de una mujer con “tic convulsivo”. En el caso de dos de estos hombres, que eran además primos, sus padres se habían vuelto “ricos y refinados” cuando los niños tenían entre siete y nueve años.
El autor observa además una característica de la sexualidad infantil de estos hombres, y su decurso ulterior en el movimiento de posición social: “En los tres casos de impotencia los pacientes habían atravesado un período infantil de sexualidad ‘polimorfa perversa’, de intensidad y variedad más que ordinaria y variada. Durante este período no había habido en realidad nada que se refiriera a control o restricción convencional. A la edad anotada empezaron a vivir en condiciones refinadas a las cuales no estaban de ningún modo acostumbrados y en gran medida tuvieron que abandonar un medio rústico por la situación social de la vida ciudadana. Por este cambio perdieron su apostura y autoconfianza anteriores; y más aún porque su anterior falta de restricción necesitó una ‘formación reactiva’ especialmente vigorosa, de modo de poder acomodarse, aunque fueran parcialmente, a los tipos de yo ideal del ambiente nuevo y más refinado. No es de ningún modo sorprendente que esta ola de represión envolviera en grado muy marcado su agresividad sexual y su capacidad genital.” (Ferenczi, 1922b: 324)
El padre humillado
En la obra de Lacan tomaremos referencias de dos fuentes: La familia (1938) y El mito individual del neurótico (1952), para situar la función del padre, pero además el estatuto o la dimensión de su caída, tanto en la estructura familiar como en la estructura del sujeto.
La familia es un texto que pone en juego ideas a medio camino entre el psicoanálisis y la etnología, la antropología y la sociología. Lacan se refiere a la familia y el matrimonio como dos instituciones humanas, y por lo tanto sujetas a contingencias culturales. En ese contexto trata el concepto jungiano y freudiano de complejo, precisando la función de tres complejos y tres imagos, a la vez organizadores del desarrollo psíquico y de los cuadros psicopatológicos estudiados por el psicoanálisis: el complejo materno y la imago del seno materno; el complejo del semejante o de intrusión y la imago fraterna; el complejo paterno o de Edipo y la imago paterna. Es sobre esta última imago que quisiéramos detenernos para comentar algunas ideas de Lacan que se articulan con el tema de este escrito.
En el capítulo titulado El complejo de Edipo introduce la cuestión poniendo en relación cuatro términos: las estructuras mentales y los hechos sociales, por un lado, y por otro, la familia paternalista y la neurosis contemporánea. Lo citamos: “El orden metódico aquí sugerido, tanto en la consideración de las estructuras mentales como en la de los hechos sociales, conducirá a una revisión del complejo que permitirá situar en la historia a la familia paternalista e ilustrar con mayor profundidad la neurosis contemporánea.” (Lacan, 1938: p. 62)
En el apartado La imago paterna precisa: “Ahora bien, la estructura misma del drama edípico designa al padre para proporcionar a la función de sublimación su forma más eminente, por ser la más pura. La imago de la madre en la identificación edípica revela, en efecto, la interferencia de las identificaciones primordiales, marcando con sus formas y su ambivalencia tanto al Ideal del yo como al Superyó.” (Lacan, 1938: p. 82-83)
En el apartado siguiente El complejo y la relatividad sociológica señala que el complejo –en tanto función psíquica– es siempre relativo a determinada estructura social: “El resorte más decisivo de sus efectos psíquicos, en efecto, se origina en el hecho de que la imago del padre concentra en sí la función de represión con la de sublimación; pero se trata, en ese caso, de una determinación social, la de la familia paternalista.” (Lacan, 1938: p. 84)
La experiencia psicoanalítica es así la experiencia de una estructura –social y psíquica– particular, la cual delimita no sólo el campo de sus observaciones sino también los puntos de partida, los elementos o las matrices de las estructuras que analiza: “En efecto, las relaciones de la psicología del hombre moderno con la familia conyugal son las que se proponen al estudio del psicoanalista; este hombre es el único objeto que ha sometido verdaderamente a su experiencia, y si el psicoanalista observa en él el reflejo psíquico de las condiciones más originales del hombre, ¿puede pretender la curación de sus flaquezas psíquicas sin comprenderlo en la cultura que le impone las más altas exigencias, sin comprender, del mismo modo, su propia posición frente a este hombre en el punto extremo de la actitud científica?” (Lacan, 1938: p. 89)
Toda la secuencia que Lacan desarrolla culmina en un último apartado del capítulo que titula Declinación de la imago paterna. Allí se refiere en primer lugar al devenir histórico de la familia paternalista, su reducción a la célula papá-mamá-hijo, para señalar que no se trata según su perspectiva de un “debilitamiento del vínculo familiar”: “Un gran número de efectos psicológicos, sin embargo, están referidos, en nuestra opinión, a una declinación social de la imago paterna. Declinación condicionada por el retorno al individuo de efectos extremos del progreso social, declinación que se observa principalmente en la actualidad en las colectividades más alteradas por estos efectos: concentración económica, catástrofes políticas.” (Lacan, 1938: p. 93)
Lacan asocia el surgimiento mismo del psicoanálisis a este proceso histórico: “Cualquiera que sea el futuro, esta declinación constituye una crisis psicológica. Quizás la aparición misma del psicoanálisis debe relacionarse con esta crisis.” (Lacan, 1938: p. 93)
Para finalizar señala algo que define como la “gran neurosis contemporánea”: “Nuestra experiencia nos lleva a ubicar su determinación principal en la personalidad del padre, carente siempre de algún modo, ausente, humillada, dividida o postiza.” (Lacan, 1938: p. 94)
Catorce años después, Lacan retomó algunos aspectos de esa idea en El mito individual del neurótico, diferenciando la función del padre en sus registros imaginario, simbólico y real. Y no azarosamente en la consideración del caso del Hombre de las ratas, cuya neurosis está atravesada por el conflicto de la elección matrimonial entre la mujer rica y la mujer pobre: “…el padre resulta ser el representante, la encarnación, de una función simbólica que concentra en ella lo que hay de más esencial en otras estructuras culturales, a saber, los goces pacíficos, o más bien simbólicos, culturalmente determinados y fundados, del amor de la madre, es decir, del polo con el cual el sujeto está vinculado por un lazo, para él, incuestionablemente natural. La asunción de la función del padre supone una relación simbólica simple, donde lo simbólico recubrirá plenamente lo real. Sería necesario que el padre no sea solamente el nombre-del-padre, sino que represente en toda su plenitud el valor simbólico cristalizado en su función. Ahora bien, está claro que este recubrimiento de lo simbólico y de lo real es absolutamente inaprehensible. Al menos en una sociedad como la nuestra, el padre es siempre, en algún aspecto, un padre discordante en relación a su función, un padre carente, un padre humillado, como diría Claudel.” (Lacan, 1952: p. 56)
Esta discordancia del padre respecto de su función da lugar a por lo menos dos lecturas: a. en el sentido de una estructura social, el padre no está a la altura de su función, porque los fenómenos de “concentración económica” y de “catástrofes políticas” lo dejan, por referencia a su lugar en la sociedad, en el lugar de un personaje “humillado”; b. en el sentido de la estructura del sujeto, el padre en las neurosis no está nunca a la altura de su función, razón por la cual interviene en su nombre, para representar una ley qué él sólo encarna pero no representa de manera total o cerrada
La neurosis de clase
Desde el campo de la sociología, V. de Gaulejac dio forma a lo que llamó la “neurosis de clase”. Se trata, en términos del mismo autor, de un concepto impreciso o ambiguo pero que tiene un potencial para interrogar el campo de fenómenos que ocurre en la intersección de la neurosis con la posición de clase, particularmente cuando la persona se mueve de clase social (Gaulejac, 1986: p. 9 y 123). En el libro La neurosis de clase, de 1986, define el concepto como: “…el cuadro clínico que caracteriza los conflictos psicológicos vivenciados por individuos que cambian de posición en la estructura de clase.” (Gaulejac, 1986: p. 126) Y la doble relación de génesis –social y psíquica– del conflicto en cuestión.
Su trabajo comenzó a partir de un dispositivo grupal donde los participantes fueron invitados a conversar partiendo de dos ejes: las trayectorias sociales y las novelas familiares y amorosas. El dispositivo y registro de estos encuentros tomaron la forma de historias de vida (Gaulejac, 1986: p. 12 y 74). Enmarcó al concepto y a esta experiencia bajo el nombre de sociología clínica: “Sociología porque se trata de entender de qué manera la dinámica de las contradicciones sociales y el peso de las estructuras intervienen en los destinos individuales para canalizar su sentido, es decir, su dirección y la representación que el individuo tiene de ella. Clínica porque el análisis de los procesos sociológicos recién está completamente ‘convalidado’ (es decir, a la vez verificado y valorizado) cuando la conceptualización se corresponde con una experiencia vivida a la que la hipótesis da un sentido y una coherencia.” (Gaulejac, 1986: p. 268)
La particularidad de la neurosis de clase es la doble presencia de factores sociales y psíquicos que colaboran mutuamente en la configuración de un conflicto, a la vez psíquico y social: “El fortalecimiento mutuo entre los conflictos vinculados a un cambio de clase, o de cultura, y los conflictos psicosexuales es lo que produce la neurosis de clase. Muchos individuos en situaciones similares no se vuelven neuróticos, porque esos dos registros en lugar de fortalecerse, se compensan. De este modo, conflictos de orden sexual y conflictos de orden social pueden, o bien entrar en correspondencia y fortalecerse mutuamente, o bien compensarse y aniquilarse. En el primer caso, se producirá una neurosis. En el segundo, el sujeto habrá sabido encontrar las mediaciones para su conflicto, jugando sobre distintos registros.” (Gaulejac, 1986: p. 13)
El autor destaca la presencia de tres registros –sexual, familiar y social– que se refuerzan mutuamente para producir la estructura cerrada que configura la neurosis de clase (Gaulejac, 1986: p. 13). De esta manera, la familia constituye un registro intermedio, o mediador entre lo sexual y lo social. Tomando una metáfora del autor: como una “correa de transmisión” (Gaulejac, 1986: p. 48). Analiza particularmente este fenómeno a partir de lo que llama el “proyecto parental”, noción en principio sociológica, pero que referencia dentro del psicoanálisis a los conceptos de deseo, ideal del yo y superyó. Se trata del “conjunto de representaciones que los padres se hacen del futuro de sus hijos” (Gaulejac, 1986: p. 48); “…el nivel de aspiración escolar y profesional de los niños está determinado por el nivel al que los padres llegaron. Los padres agricultores pueden desear que sus hijos sean maestros, mientras que si son maestros, desearían que sus hijos llegase a ser profesores […] El punto esencial es comprender que el proyecto parental se ajusta a las condiciones sociales de existencia a las que son confrontados los padres en su propia trayectoria. En particular, refleja sus estrategias de ascenso social y sus temores de descenso.” (Gaulejac, 1986: p. 50)
Como un análisis sociológico más general, enmarcan esta fenomenología neurótica en la clave de la idea de individuo que nace con la modernidad: “…el individuo se define menos por referencia a un grupo social/étnico/familiar que le confiere un lugar dentro de un orden estable, que con relación a sí mismo, en referencia a categorías desocializadas (su personalidad, su cuenta en el banco, su signo zodiacal, su físico, etc.) dentro de un orden cambiante. Este fenómenos tiene varias consecuencias”; “En el mundo industrial, uno nacía obrero o burgués y seguía siéndolo toda la vida en la gran mayoría de los casos. En el mundo actual, la competencia por ocupar o ‘inventar’ los lugares sociales es cada vez más fuerte”; “…tiende a hacer del individuo su propio referente, convierte la ‘realización personal’ en un objetivo a alcanzar, cada persona está de alguna manera condenada a realizarse, ‘el yo de cada individuo se ha convertido en su carga principal’, según la acertada expresión de R. Sennet. El reino de la jerarquía superyoica tiende a ser reemplazado por la tiranía del narcisismo, tal como lo analiza C. Lasch a propósito de la sociedad norteamericana.” (Gaulejac, 1986: p. 15-16) De esta manera establece una correlación entre el desarrollo de la movilidad social y el desarrollo del individualismo, donde realizarse como proyecto personal supone el imperativo “hay que subir”, en relación a la escala social. (Gaulejac, 1986: p. 58 y 113)
Gaulejac traza un conjunto de conceptos que utiliza como analizadores de la relación neurosis-clase, entre ellos cabe destacar la historia, la identidad, el deseo, los ideales del yo, los imperativos del superyó. Tomando un sesgo empírico o de registros de casos, destaca en los relatos fenómenos articulados a la culpa, la inferioridad, la vergüenza, las novelas familiares, la división del yo, y el aislamiento.
Si bien el autor se refiere en términos generales a fenómenos neuróticos que se suscitan asociados a un ascenso de clase social, también destaca la situación de la neurosis de clase asociada al descenso de la posición social, marcando diferencias típicas en cuanto a su fenomenología o coordenadas del conflicto: “Los efectos de la regresión social pertenecen al registro de lo opaco, lo que los hace difícilmente observables. Mientras que las promociones son social y subjetivamente reconocida como tales, las regresiones no se muestran. Se disfrazan y disimulan detrás de diversas formas de racionalización y de negación. El fenómeno de la regresión choca con la ideología dominante que valoriza la promoción, que asimila el éxito individual con el ascenso social, que impone la representación de un mundo en el cual hay que subir, condenando a quienes descienden a la desconsideración, la invalidación y el olvido. La ausencia de reconocimiento tiende a provocar el desconocimiento, con más razón aún en una sociedad donde el individualismo, la ‘promoción personal’, la invasión de la sociedad por parte del yo, etc., remiten a cada uno a su propio narcisismo, tal como lo demuestra Christopher Lasch para la sociedad norteamericana. La regresión es entonces social y psicológicamente inadmisible, lo que hace que su observación y su análisis se tornen delicados.” (Gaulejac, 1986: p. 113)
Comentarios y palabras finales
Hemos tratado hasta aquí cinco referencias enmarcadas en la intersección entre la sociología y el psicoanálisis, relativas al concepto de neurosis, la posición del padre, y las funciones de estructura –tanto subjetivas como sociales– que convergen en un mismo campo de fenómenos. El nombre de “neurosis de clase”, proveniente de la sociología clínica, sirve a los efectos de denominar en un solo sintagma la referencia tratada. Pero no queda claro, aún en palabras del mismo autor, que se trate de un concepto nuevo, específico o autónomo.
En este sentido, quisiéramos hacer algunas observaciones finales, a modo de articulación y precisión de las referencias tratadas:
1. El concepto freudiano de novela familiar designa una fantasía, y remite en ese sentido a la función que tienen las fantasías en las neurosis. Al menos en su referencia original no se refiere a desplazamientos de clase, sino a los efectos en el niño de una percepción de sus padres. Haciendo una paráfrasis freudiana podríamos llamarlo: algunas consecuencias psíquicas de la diferencia social de los padres, ya sea entre ambos padres, o en la comparación con otros padres.
2. El caso relatado por Ferenczi de la joven condesa, leído en la clave de una novela familiar de descenso social, contiene elementos que trascienden el campo de las fantasías, toda vez que la paciente efectivamente realiza o desarrolla una práctica que involucra un desplazamiento de su escena social. Más allá de leer este desplazamiento como un fenómeno sintomático, neurótico, incluso como la realización de una fantasía o una práctica, o de una elección…debemos observar que no se trata sólo de una fantasía.
3. Las viñetas clínicas y la idea de neurosis de progreso social comentadas por Ferenczi coinciden en algunos aspectos con el concepto de neurosis de clase de V. de Gaulejac.
4. En Lacan se retoma este análisis haciendo una consideración que podríamos llamar de la fantasía a la estructura, en el doble sentido de una estructura social y una estructura del sujeto, donde la posición del padre en el espacio social resulta correlativa de una posición del mismo en la estructura del sujeto. No se trata de una correlación lineal ni directa, sino de una clave social o histórica en que se inscribe y se lee la función paterna, tanto para el sujeto como para el analista.
5. Para V. de Gaulejac la neurosis de clase no es una fantasía en el sentido de la novela familiar freudiana, aunque pueda incluir fenómenos de este tipo. Constituye una forma de neurosis, no una neurosis nueva, sino una forma, variedad o especificación, asociada a ciertas condiciones, relaciones, movimientos en el espacio social
BIBLIOGRAFÍA
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