Psicología Social, Política y Comunitaria

APORTES A LA AXIOLOGÍA DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL

Contributions to axiology from social psychology

Luis C Jaume
Universidad de Buenos Aires (UBA), Facultad de Psicología, Argentina
Marcelo A. Roca
Universidad de Buenos Aires (UBA), Facultad de Psicología, Argentina
Paula Quattrocchi
Universidad de Buenos Aires (UBA), Facultad de Psicología, Argentina
Jorge Biglieri
Universidad de Buenos Aires (UBA), Facultad de Psicología, Argentina

APORTES A LA AXIOLOGÍA DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL

Anuario de Investigaciones, vol. XXVI, pp. 131-135, 2019

Universidad de Buenos Aires

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Recepción: 01 Abril 2019

Aprobación: 03 Octubre 2019

Resumen: La axiología es una rama de la filosofía que se caracteriza por el estudio de la naturaleza de los valores. Si bien históricamente se abordó desde una rama de la filosofía desde una perspectiva argumentativa, durante el siglo XX comienzan a surgir una serie de estudios empíricos para abordar este fenómeno desde la psicología. Ésta abordó los valores desde estudios empíricos con distintos autores: Rockeach (1973), Hofstede (1991), Schwartz (1992) e Inglehart (1997). Estas distintas perspectivas para el estudio de los valores, son generalmente interpretadas como sustitutivas, producto de las perspectivas sesgadas de análisis y no se evidencian estudios que hayan analizado los diferentes abordajes, y como pueden aportar todos, considerando las particularidades de cada enfoque, al estudio de la axiología. El objetivo de este trabajo ha sido analizar las diferencias entre las distintas perspectivas, y discutir los principales aportes a la axiología desde la psicología social.

Abstract: Axiology is a branch of philosophy that is characterized by the study of the nature of values. Although historically it was approached from a branch of philosophy from an argumentative perspective, during the twentieth century a series of empirical studies began to emerge to address this phenomenon from psychology. This one approached the values ​​from empirical studies with different authors: Rockeach (1973), Hofstede (1991), Schwartz (1992) and Inglehart (1997). These different perspectives for the study of values, are generally interpreted as substitutes, product of the biased perspectives of analysis and there are no evidences that have analyzed the different approaches, and how they can all contribute, considering the particularities of each approach, to the study of axiology. The aim of this work has been to analyze the differences between the different perspectives, and to discuss the main contributions to axiology from social psychology.

Keywords: Axiología, Psicología Social, Valores, Axiology, Social Psychology, Values.

Introducción

La axiología es una rama de la filosofía que se caracteriza por el estudio de la naturaleza de los valores. Estos son los que dan sentido y coherencia a las acciones humanas, ya que para una determinada situación se ve implicada la noción de elección del ser humano por valores morales, éticos, estéticos y espirituales (Hartman, 1967).

El primer autor que refiere a la palabra axiología como término fue el francés Paul Lapie (1902) dándole un sentido restringido, empleándola para los valores de orden espiritual y trascendental, y más específicamente aplicada a las nociones de orden moral y ético. Posteriormente Von Hartmann (1908) refiere a este concepto empleado por Lapie (1902) para fundamentar sus estudios, y así consolidar a la axiología no ya como término, sino como una disciplina autónoma de la filosofía, que se referiría a un sistema formal para identificar y medir los valores.

Si bien cabe destacar la importancia de estos autores, no es con ellos que se inicia la reflexión sobre valores y juicios de valor. El estudio de los mismos, puede remontarse a Hume (1748), quien se preocupa principalmente por la reflexión de los valores morales y estéticos, elaborando una teoría antimetafísica y nominalista de los mismos. De modo que se opondrá a los sistemas éticos que pretenden fundar en la razón la distinción entre el bien y el mal y, en consecuencia, la vida moral del ser humano. Según Hume (1748) algo es bueno o malo, no porque la razón capte alguna cualidad en el objeto, sino por el sentimiento de agrado o desagrado, de aprobación o rechazo que se genera en la persona al observar el objeto, según las características propias de la naturaleza humana.

Otro aporte importante es el de Kant (1788) en el cual los valores, ya no estarán en relación con la inspiración religiosa, sino con la razón. Debido a que para el autor, los ideales o los valores corresponden a la subjetividad del hombre. Desde esta perspectiva, las ideas relativas al propio ser humano, son las que orientan y determinan la conducta. Así pues, el conocimiento moral se formula en imperativos categóricos, juicios del deber ser. En el fondo se trata de asumir o no asumir la noción trascendental de razón, ya que para Kant (1788) existe una separación entre el valor y el ser, sin desligar al primero de la moralidad, siendo el valor una “idea” y un “ideal” de la razón práctica.

Por otro lado, también Marx y Engels (1848) utilizan un concepto económico de valor para fundamentar en buena medida sus críticas y análisis socioeconómicos. El marxismo enfoca la teoría de los valores reconociendo, el carácter objetivo de los valores sociales, científicos, morales, estéticos, a la vez que niega el carácter ahistórico de los mismos, ya que los ve en absoluta dependencia de las condiciones socioeconómicas históricas. Siendo de esta manera una correlación dialéctica de los aspectos relativo y absoluto en el desarrollo de los valores.

Además, otro aporte a la axiología fue el realizado por Nietzsche (1887). El autor tiene una concepción genealógica de los valores, según la cual no sólo los juicios estéticos y morales dependen de valores como pensaba Hume (1748), sino que hasta las verdades científicas y las observaciones cotidianas responden a ciertos valores y formas de valorar. De modo que los valores son preferencias individuales y objetivos que llegan a imponerse en las sociedades como modas. Por lo cual, los valores no son eternos, sino percepciones personales o de grupo, siendo por lo tanto, relativas a la época y al lugar.

Por último, entrando ya en el siglo XX, Scheler (1916) elaboró una jerarquía adecuada de los valores, la cual es conocido como una “ética axiológica”. Lo que Scheler (1916) realizó en primera instancia, fue distinguir las esencias de lo que es tangible, real o existente, lo que llevó a la afirmación de la independencia de los valores (eternos e invariables) respecto de los bienes, que serían sólo sus portadores circunstanciales. Debido a lo cual, Scheler (1916) cambia el enfoque formal de Kant (1788) por un estudio de los valores en cuanto contenidos específicos de la ética, los que se presentan de un modo directo e inmediato a la persona.

De este modo, se puede dar cuenta que la naturaleza de los valores, es una cuestión ampliamente estudiada por la axiología, la cual cabe destacar que si bien es una rama de la filosofía, ha recibido aportes de distintas disciplinas como pueden ser la sociología, la antropología o la psicología. Esta última ciencia mencionada, se caracteriza por haber realizado los aportes más novedosos hasta el momento, ya que si bien existen estudios a principios del siglo XX como los de Thomas y Znaniecki (1918), es en las últimas décadas y luego de los estudios de Rockeach (1973), en donde el tema de los valores humanos se ha constituido para la psicología en objeto de investigación científica (Gouveia, Martínez, Meira & Lemos, 2001).

En este sentido, hay tres grandes perspectivas psicológicas actuales que tienen particular importancia (Shearman, 2008). La primera propuesta fue realizada por Hofstede (1991) quien propone cinco dimensiones básicas o valores a partir de los cuales se puede expresar la variabilidad cultural. La segunda propuesta fue desarrollada por Inglehart (1997), el cual considera dos dimensiones o valores centrales las cuales ponen de manifiesto las creencias de un determinado grupo en lo que respecta a varios ámbitos de la vida cotidiana. Finalmente, la tercera, fue postulada por Schwartz (1992) quien postula diez tipos de valores, los cuales conforman una estructura circular en la que los valores opuestos se encuentran enfrentados, mientras que los complementarios se hallan próximos entre sí, alrededor de la circunferencia.

El estudio de los valores desde la psicología ha sido abordado en estudios empíricos por distintos autores: Rockeach (1973), Hofstede (1991), Schwartz (1992), Inglehart (1997). Las distintas perspectivas para el estudio del fenómeno de los valores, son generalmente interpretadas como sustitutivas, producto de las perspectivas sesgadas de análisis. Sin embargo, no se evidencian estudios que hayan analizado los diferentes abordajes, y como pueden aportar todos, considerando las particularidades de cada enfoque, al estudio de la axiología. Es por ello que el objetivo principal de este trabajo ha sido analizar las diferencias entre las distintas perspectivas, y discutir los principales aportes a la axiología desde la psicología social

Los estudios iniciales de Rockeach

Uno de los primeros psicólogos que realizó un estudio de los valores humanos ha sido Rockeach (1973). Este autor buscó diferenciar el concepto de valor respecto de otros constructos psicológicos emparentados como las actitudes, las creencias o los rasgos de personalidad. Asimismo, Rockeach (1973) elaboró uno de los primeros instrumentos de evaluación, el cual permitió a los investigadores de la época, conocer empíricamente este constructo, demostrando su legitimidad y especificidad.

Rockeach (1973) expresaba que los valores son creencias duraderas, las cuales tienen un modo de conducta específico (valor instrumental) que refiere a los fines deseables; las metas que un individuo quisiera lograr o un estado final de existencia (valor terminal) que refiere a las maneras predilectas de comportamiento, es decir a los medios de lograr los valores terminales de cada uno. De este modo, los valores forman parte de la cognición, modulando aquello que es deseable. Teniendo en cuenta esto, poseer un valor implica que un sujeto conoce el modo correcto de conducirse, o el fin último que desea alcanzar. Por lo que los valores sirven como guía en la elección y evaluación de las situaciones y comportamientos.

Por otro parte, para Rockeach (1973) la definición de los valores se ha vuelto paulatinamente uniforme, ya que la comunidad científica ha consensuado determinadas características de la misma. El autor da cuenta de estas características, las cuales estarán implícitas en los diferentes teóricos e investigadores. En primer lugar, los valores son creencias vinculadas a las emociones y a las cogniciones. Otro punto importante a tener en cuenta, es que los valores son objetivos deseados que las personas intentan conseguir. También, los valores van más allá de las acciones y situaciones específicas. De modo que son metas abstractas, distinción que los diferencia de otros conceptos tales como las normas y actitudes, las cuales refieren a acciones, objetos o situaciones específicas. Además, los valores determinan la selección o evaluación de las acciones, las políticas, las personas y los eventos. Es decir, los valores ejercen como estándares o criterios. Por último, los valores se ordenan por la importancia que tienen respecto de otros. De modo que, las personas forman un sistema ordenado de prioridad de valores que los caracteriza como individuos.

Si bien estas cinco características señaladas de los valores, son utilizadas comúnmente para todas las teorías de los valores, el enfoque fundamental que permite la diferenciación entre los valores es el tipo de meta u objetivo que manifiestan.

El estudio de Rockeach (1973) fue el comienzo de numerosos estudios sobre los valores en el ámbito psicológico. Desde entonces, diversos autores han hecho contribuciones psicológicas significativas al estudio de los valores, destacándose tres vertientes por su desarrollo tanto teórico como empírico (Shearman, 2008). Estas son las propuestas por Hofstede (1991), Inglehart (1997) y Schwartz (1992).

Perspectivas psicológicas en el estudio de los valores

La primera gran perspectiva actual en el estudio de valores fue la desarrollada por Hofstede (1980) quien en un principio, postuló que las culturas se podrían categorizar en cuatro dimensiones independientes entre sí: distancia jerárquica, evitación de la incertidumbre, individualismo/colectivismo, y feminidad/masculinidad. Luego, a partir de presentación de los trabajos empíricos de Bond (1990; 1996) y la Conexión de la Cultura China (CCC, 1987), el modelo propuesto por Hofstede (1980) incorporaría una quinta dimensión: larga orientación en el tiempo frente a corta orientación en el tiempo. Este modelo de cinco dimensiones, permite considerar la variabilidad cultural, comparando y contrastando las diversas culturas, además de poder dar cuenta de cómo inciden ellas en el comportamiento de las personas.

Para Hofstede (1980) estas cinco dimensiones son cuestiones básicas por las que toda sociedad debe atravesar, aunque las posibilidades de resolución de cada una son diferentes. La distancia jerárquica refiere a la igualdad-desigualdad entre personas, entretanto la evitación de la incertidumbre está relacionada con la incertidumbre y la estructura de vida. El individualismo/colectivismo da cuenta de cómo se vinculan las personas entre sí, a su vez que masculinidad/feminidad permite observar la posición emocional y motivacional a nivel de la orientación personal. Por último, la quinta dimensión, es decir, la larga orientación en el tiempo frente a la corta orientación, muestra la importancia atribuida al pasado, presente y futuro.

La segunda vertiente psicológica actual en la investigación sobre valores es la desarrollada por Inglehart (1997), quien se ocupó del estudio de los valores, postulando dos dimensiones para su análisis. La primera dimensión es la supervivencia frente a la libre expresión, mientras que la segunda dimensión es la tradicional frente a la secular-racional.

Debido a esta organización, es posible estudiar los valores en diferentes espacios como la religión, el trabajo, la familia, la política, el medio ambiente y el comportamiento sexual. La primer dimensión, la de la supervivencia frente a libre expresión, da cuenta de la medida en que la gente privilegia la seguridad económica y física por sobre componentes como la calidad de vida, la libre expresión y el bienestar subjetivo. La dualidad mencionada, se demuestra en una sociedad en la prevalencia de valores de supervivencia frente a valores humanísticos, ya que los individuos que viven en sociedades que son percibidas como inseguras, tienden a privilegiar valores en los cuales la seguridad física y económica sea tenida en cuenta, mientras que en sociedades seguras, los individuos dan más importancia a valores que impliquen la autonomía personal, la libre expresión y el bienestar subjetivo. La segunda dimensión antes mencionada, la tradicional frente a la secular-racional, muestra una diferencia entre valores tradicionales y valores seculares. Los valores tradicionales, los cuales se dan en el intento de las personas por mantener sus roles y valores como las creencia religiosas, obligaciones familiares, respeto por la autoridad, orgullo nacional y una menor preocupación por el medio ambiente. Mientras que los valores seculares-racionales se muestran en la antípoda de los valores tradicionales.

Finalmente, la última corriente que hemos señalado es la confeccionada por Shalom Schwartz (1992). Este autor trabajó junto con diversos investigadores en más de 60 países, reuniendo datos de más de 60,000 individuos, con la finalidad de demostrar la confiabilidad teórica y empírica de sus desarrollos conceptuales (Schwartz & Sagiv, 1995). Además, es importante destacar que el modelo teórico de este autor es una extensión del modelo propuesto por Rockeach (1973); teniendo tres diferencias importantes con el mismo.

La primera diferencia es que Schwartz (1992) propone una medida que combina los intervalos con las categorías (generalmente dos valores: uno, evaluado como de máxima importancia; mientras que otro, es identificado como contrario a los demás valores del individuo). La segunda diferencia es que destaca la base motivacional, como argumento para la estructura de los valores. Por último, la tercera sugiere la universalidad de la estructura y del contenido de los tipos motivacionales de los valores.

Para Schwartz (2005), existen diez valores motivacionalmente básicos, que derivan de las tres necesidades universales de la condición humana: las necesidades del individuo como un organismo biológico, los requerimientos de interacción social coordinada y las necesidades de vivencia y bienestar en grupos. Schwartz (1992, 2005) define y diferencia a cada uno de los diez valores. En primer lugar, tenemos la autodirección que es la independencia en el pensamiento y en la toma de decisiones, creación y exploración (creatividad, independencia, libertad). En segundo lugar, la estimulación que se relaciona con la emoción, novedad y logros en la vida, por variedad y cambio. En tercer lugar, encontramos el hedonismo como la búsqueda de placer y satisfacción sensual, para la propia persona. En cuarto lugar, hallamos al logro operacionalizado como el éxito personal, a través de la demostración de competencia, de acuerdo con los estándares sociales. En quinto lugar, propone al poder como el estatus social y prestigio; control o dominio de personas y recursos. En sexto lugar, postula el valor de la seguridad, definido como la armonía y estabilidad de la sociedad, tanto de las relaciones, como de uno mismo. En séptimo lugar, visualizamos la conformidad como el control tanto de las acciones, como de las inclinaciones y de los impulsos probables de lastimar a otros, y de violar las normas y expectativas sociales. En octavo lugar, vislumbramos la tradición como el respeto, compromiso y aceptación de las costumbres e ideas que la cultura tradicional y la religión brindan a las personas. En noveno lugar, aparece la benevolencia como la preservación e incremento del bienestar de aquéllos con quienes uno está en frecuente contacto personal. Finalmente, en décimo lugar, la universalidad como el entendimiento, apreciación, tolerancia y protección, para el bienestar de todas las personas y de la naturaleza.

Teniendo en cuenta estos diez valores establecidos por Schwartz (2005). El autor plantea un esquema circular concéntrico, que da cuenta de las posibles relaciones entre los valores tanto de carácter congruente como incongruente. El esquema circular representa un continuo motivacional, en el cual los valores complementarios se hallan próximos entre sí, alrededor de la circunferencia, siendo que mientras más cercanos se encuentren dos valores, más similares son sus motivaciones. Entretanto es mayor el antagonismo entre las motivaciones, mientras más distantes se encuentren dos valores.

Este esquema motivacional, el cual integra las relaciones entre los valores, genera la posibilidad de realizar un estudio sobre cómo todos los sistemas de valores, se emparentan con otras variables. El modelo de valores propuesto por Schwartz (1992) se rige a partir de la interrelación de dos reglas en relación a los valores adyacentes. La primera en la cual los valores básicos del esquema, deberían poder asociarse del mismo modo, con otras variables. Mientras que la segunda regla, destaca que la asociación de estos valores con otras variables debería disminuir en ambas direcciones, desde el valor más positivo asociado, hacía el más negativo. De este modo, el orden de asociación, para los diez valores básicos debería seguir un patrón establecido. Siendo que, si un rasgo, se relaciona positivamente con uno de los valores, pero más negativamente con otro, el patrón esperado de asociación con los demás valores sigue el esquema circular del valor.

Conclusión

Las características de los valores básicos se encuentran implícitamente en las diferentes teorías que fueron presentadas. En primera instancia, los valores son creencias que no refieren únicamente a un plano teórico, sino que implican un correlato emocional. Esto se debe a que los distintos valores son un constructos basados en la motivación, dado que se conforman por las metas que cada individuo desea obtener. Otra cuestión a destacar es que los valores son de carácter abstracto, ya que están basados en la trascendencia de las situaciones específicas y concretas, las cuales podrían atribuirse a conceptos como las normas o actitudes. Además, son útiles como medidas o criterios por los cuales una persona evalúa o selecciona eventos, acciones, individuos, entre otros. Por último en relación al orden, poseen una significación relativa el uno del otro, debido a que se ve implicada una diferencia jerárquica a nivel interindividual. Esta función jerárquica de los valores también los diferencia de las normas y actitudes.

De este modo, se puede determinar que los valores son observable a través de las convicciones de un grupo de personas o un individuo en particular, y que las mismas se pueden percibir tanto de manera consciente como inconscientemente, así como ser comunicados tanto implícita como explícitamente. También pueden ser utilizados como criterios para juicios cognitivos, afectivos y de conducta para determinar nuestras elecciones, las cuales influyen sobre la sociedad, del mismo modo como ésta influye sobre los individuos, viéndose modificada su escala de valores (Schwartz & Barnea, 1995).

En este sentido, podemos encontrar cinco aportes importantes de la psicología social a la axiología: En primer lugar, los valores son observables por las creencias de una persona o grupo de personas. Es decir los valores de un individuo o grupo se mantienen en diferentes áreas tales como la biológica, la social, la cultural o la idiosincrática, las cuales son mutuamente interdependientes, debido a que al modificarse una puede tener influencia en las otras. En segundo lugar, podemos percibir a los valores tanto consciente como inconscientemente, siendo comunicados explícita o implícitamente. Refiere a la posibilidad de comunicar nuestros valores de manera verbal o hacerlo a través de la conducta mediante indicios simbólicos. En tercer lugar, los valores son utilizados como pautas normativas y evaluativas de los juicios cognitivos, afectivos y de la conducta. Es decir, las pautas evaluativas refieren al juicio en tanto sea bueno o malo, falso o verdadero, deseable o no deseable. Mientras que las pautas normativas refieren a lo que es aceptado socialmente, lo normal. En cuarto lugar, el impacto de los valores en nuestra conducta determinan las elecciones de opciones disponibles. Rockeach (1973, 1979) postula que los valores son reglas que nos ayudan a tomar decisiones en nuestras vidas. Finalmente, en quinto lugar, tanto la cultura como la sociedad impactan sobre los valores, los cuales a su vez lo hacen sobre las personas individualmente o colectivamente.

En conclusión a partir del presente trabajo, podemos concluir que el principal aporte que realiza la psicología social al estudio de la axiología es la evaluación empírica de los valores a partir de los estudio realizados por autores como Rockeach (1973), Hofstede (1991), Schwartz (1992) e Inglehart (1997). Ellos impulsaron la construcción de herramientas de evaluación psicológica, la cual le permitió a la axiología dar un pasaje epistemológico desde perspectivas argumentativas de los valores desde la filosofía a abordajes empíricos viendo cómo estos valores se ven implicados entre sí en la conducta humana teniendo componentes cognitivos y emocionales, y permitiendo una organización sociocultural de las persona

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