Psicoanálisis
LA OPERACIÓN FREUDIANA DE LA CONSTRUCCIÓN
THE FREUDIAN OPERATION OF CONSTRUCTION
LA OPERACIÓN FREUDIANA DE LA CONSTRUCCIÓN
Anuario de Investigaciones, vol. XXVII, pp. 247-252, 2020
Universidad de Buenos Aires
Recepción: 03 Abril 2020
Aprobación: 20 Octubre 2020
Resumen:
El presente artículo se inscribe en el marco de nuestra investigación: “Núcleos temáticos relevantes en los últimos desarrollos freudianos. Aportes al problema de la finalización de los análisis”: En ella nos propusimos abordar una serie de núcleos temáticos desarrollados por Freud en el último tramo de sus teorizaciones que consideramos relevantes respecto del problema de los obstáculos a la finalización de los análisis. Indagaremos el estatuto y los usos freudianos de la construcción a lo largo de los grandes Historiales. Además, investigaremos las teorizaciones freudianas en torno al alcance y el valor de las construcciones en análisis a partir de la resignificación del estatuto de lo traumático y el valor que este cobra en transferencia por la relación que Freud establece con los restos de lo visto y lo oído.
Palabras clave: Construcción, Escena, Trauma.
Abstract:
This article is part of the framework of our research: “Relevant thematic nuclei in the latest Freudian developments. Contributions to the problem of the completion of the analyzes”: In it we set out to address a series of thematic nuclei developed by Freud in the last section of his theorizations that we consider relevant with respect to the problem of obstacles to the completion of the analyzes. The purpose of this article is to investigate the status and Freudian uses of construction throughout the great Histories. In addition, we will investigate the Freudian theorizations about the scope and value of the constructions in analysis based on the resignification of the status of the traumatic and the value that it charges in transference due to the relationship that Freud establishes with the remains of the seen and hearing.
Keywords: Construction, Scene, Trauma.
El presente artículo se inscribe en el marco de nuestra investigación: “Núcleos temáticos relevantes en los últimos desarrollos freudianos. Aportes al problema de la finalización de los análisis”: En ella nos propusimos abordar una serie de núcleos temáticos desarrollados por Freud en el último tramo de sus teorizaciones que consideramos relevantes respecto del problema de los obstáculos a la finalización de los análisis.
El propósito de este artículo consiste en indagar el estatuto y los usos freudianos de la construcción a lo largo de los grandes Historiales. Además, investigaremos las teorizaciones freudianas en torno al alcance y el valor de las construcciones en análisis a partir de la resignificación del estatuto de lo traumático y el valor que este cobra en transferencia por la relación que Freud establece con los restos de lo visto y lo oído.
En nuestra investigación, recortamos como problema de investigación, que en los últimos años de su producción teórica Freud intenta relevar, retomar, esclarecer, enriquecer y sistematizar los conceptos y consideraciones clínicas surgidas a lo largo de su investigación psicoanalítica. Sin embargo a la vez introduce nuevas problemáticas.
Hemos iniciado el recorrido en torno a esta temática a partir de nuestra investigación: “La clínica de la segunda tópica freudiana” (2011-2014) y “Operadores conceptuales de la segunda tópica freudiana: alcances y límites” (2014- 2017). Dentro de ese marco conceptual abordamos diversas problemáticas.
En primer lugar, realizamos una revisión de la segunda tópica y una serie de referentes clínicos que no se ordenan a partir de la primera tópica freudiana: las resistencias estructurales, la alteración del yo, la inercia psíquica, la etiología traumática, la intensidad pulsiona. Luego, delimitamos una serie de operadores conceptuales –ligado-no ligado; sadismo primario-masoquismo primario; mezcla-desmezcla pulsional- que se recortan de la formalización freudiana de la segunda tópica, en el marco del segundo dualismo pulsional (Laznik y otros 2014a). Finalmente, abordamos las articulaciones entre el trauma, los restos de lo oído y sus consecuencias en la teorización de la transferencia (Laznik, Lubián y Kligmann 2015). Esta temática se articula con las teorizaciones freudianas en torno al alcance y el valor de las construcciones en análisis; la cual constituye uno de los núcleos temáticos de nuestra actual investigación.
Nos interesa, en esta ocasión, retomar la resignificación del estatuto de lo traumático y el valor que este cobra en transferencia a partir de las teorizaciones que Freud establece con los restos de lo visto y lo oído (Laznik, Lubián y Kligmann 2015) así como también sus relaciones con los diferentes usos de la construcción posibles de recortar a partir de la lectura de los historiales.
En 1939 Freud vuelve a retomar desde otras perspectivas sus reflexiones en torno a las construcciones en análisis, en tanto una operación diferente a la interpretación que conduce al problema de la verdad histórica y la verdad material. Cuestión que remite a dimensiones de lo psíquico diversas de lo reprimido que se entraman a su vez con lo no asimilable del trauma. Es decir una dimensión de lo psíquico que no se inscribe en términos de memoria inconsciente.
La operación de la construcción es utilizada por Freud mucho antes de su conceptualización en Construcciones en análisis (1937) y Moisés y la religión monoteísta (1939). Es decir que las primeras aproximaciones a la construcción surgen en un contexto de lectura de la clínica diferente al que sustenta a partir de la resignificación que cobra lo traumático luego de la formulación del más allá del principio del placer y de la segunda tópica. La construcción como una intervención destinada a abordar lo inasimilable del trauma no coincide necesariamente con el valor que la misma adquiere en los diversos historiales freudianos cuando el soporte de la clínica es lo reprimido primordial.
Desde esta perspectiva es importante señalar los diferentes usos y alcances que cobra esta operación en el corpus teórico freudiano a la vez que situar e interrogar los límites de su eficacia.
¿Cuándo y por qué Freud comienza a utilizar la construcción como una operación diversa de la interpretación y el manejo de la transferencia?
En los grandes historiales -Dora, Juanito, El hombre de las ratas, El hombre de los lobos, La joven homosexual, e incluso Schreber-, se esbozan registros de la operación analítica que exceden la interpretación y el manejo de la transferencia y que en varias ocasiones Freud nombra como construcción. Se trata de distintas aristas que Freud indaga y se constituyen luego como antecedentes de la “Construcción” de 1937 a la que Freud le dedica un artículo. Vamos a tomar las cuestiones centrales atinentes a la construcción en los historiales.
En El hombre de las ratas (1909) se destaca, por un lado, el contrapunto que se establece a partir de la construcción entre recuerdo y convencimiento. Y por otro, que es la construcción aquello que le permite a Freud llegar a la resolución del caso.
Freud dice así: “Me atreví a formular una construcción: de niño, a la edad de seis años, él ha cometido algún desaguisado sexual entramado con el onanismo, y recibió del padre una sensible reprimenda. Este castigo habría puesto fin al onanismo, pero por otra parte dejó como secuela una inquinia inextinguible contra el padre y fijó para todos los tiempos su papel como perturbador del goce sexual” (Freud, 1909, p. 161).
Respecto de esta construcción, Freud dice que no se trata de obtener un recuerdo del paciente sino su convencimiento. Convencimiento que podríamos pensar a partir del valor de verdad de la escena construida. Esta característica es una de las particularidades de la construcción en su diferencia con las otras operaciones analíticas. El recuerdo no está en el horizonte.
¿Y qué ocurre con el caso? Efectivamente, Freud no obtiene ningún recuerdo directo referido a esa situación, sin embargo, para asombro de Freud: “el paciente informó entonces que su madre le había contado repetidas veces un suceso así de su primera infancia, y evidentemente no había caído en el olvido porque se anudaban al suceso cosas bien singulares. Pero su propio recuerdo no sabía nada de eso” (Freud, 1909, p. 161).
El paciente relata entonces su recuerdo sobre los dichos de su madre: “cuando él era todavía muy pequeño (…) el padre le pegó y como todavía no conocía palabras insultantes recurrió a todos los nombres de objetos que se le iban ocurriendo (…) el padre cesó de pegarle y expresó ¡este chico será un gran hombre o un gran criminal!” (Freud, 1909, p. 161). Freud considera que este relato confirma su tesis.
A partir de los efectos de verdad de esta construcción Freud resuelve el caso al ubicar la “escena” en la cual se fija para el hombre de las ratas su padre como perturbador del deseo sexual. Esta escena dice Freud, es el arquetipo que provee el marco a todas las fantasías que el paciente lleva al tratamiento, y al conflicto que se suscita con la propuesta marital que Freud ubica en el ocasionamiento de su neurosis en la adultez: el conflicto entre la voluntad del padre –como perturbador del goce sexual–, de continuado efecto, y su deseo sexual.
Freud resalta y consigna que en virtud de la emergencia de esta escena infantil empezó a ceder el rehusamiento del paciente a creer en una ira adquirida en la prehistoria, y devenida luego latente, contra el padre amado. Nos reenvía a una extensa nota a pie de página (Freud, 1909, p. 161), donde se dedica a examinar el complejo estatuto de las escenas infantiles y señala, sin embargo, que él hubiese esperado “un efecto más intenso, pues este episodio le había sido relatado tan a menudo, aun por el padre mismo, que su realidad objetiva no estaba expuesta a ninguna duda”. Es interesante resaltar la conclusión a la que arriba Freud: “sólo por el doloroso camino de la trasferencia pudo adquirir el convencimiento de que su relación con el padre exigía real y efectivamente aquel complemento inconsciente”.
Es decir, con la construcción ubica el ocasionamiento de la enfermedad, el complejo nuclear de la neurosis, su reedición en transferencia y la resolución del caso. Freud ubica el ocasionamiento con la propuesta marital. ¿Dónde reside su valor? La propuesta marital ocasiona la neurosis porque el paciente la lee respecto de la voluntad del padre (ya difunto). De este modo, se encuentra frente al conflicto que le impone una vez más elegir entre su satisfacción y la voluntad de aquel. Esta reaparición póstuma del padre para perturbar su satisfacción tendría, según Freud, el resultado de despertar el infantil e inconsciente deseo de muerte hacia él. Y en este punto, su represión, no deja otra vía posible para la tramitación de este deseo que el despliegue de la neurosis.
Pero hay algo más. El texto freudiano se deja leer incluso en otra perspectiva. Lacan destaca en este punto la importancia de la cadena de generaciones construida por Freud. En una nota al pie, Freud comenta que el tío del paciente, marido de la reciente difunta, dice en medio del velorio: “Otros maridos se lo permiten todo y yo he vivido solo para esta mujer”. A partir de esa frase, Freud dice que el hombre de las ratas interpreta la puesta en duda del amor de su padre hacia su madre. Se vuelve a la prehistoria del paciente pero ahora no tanto porque el padre, en tanto perturbador del goce, imponga su voluntad contra el goce del hijo, sino porque revela una falta insoportable para el paciente, que Lacan califica como deuda de amor. El padre habría dejado de lado a la mujer que amaba para casarse con la madre del paciente y así devenir rico. Si el padre aparecía en la causación de la neurosis como una instancia de potencia (una potencia que en la fantasmagoría del sujeto perturbaría la satisfacción), ahora hallamos que las palabras del tío evocan para el paciente la falta del padre, en tanto deuda amorosa. Y como le resulta insoportable, enferma para ahorrarse el encuentro con dicha falta. Hasta aquí, la construcción permite dar cuenta del ocasionamiento de la neurosis, del complejo nuclear y de la resolución del caso. Se destaca el valor de la escena que Freud construye, que nombra como inconsciente, que el sujeto no recuerda pero que tiene continuados efectos.
El Historial de Schreber, leído desde Moisés y la religión monoteísta (1939), introduce una perspectiva distinta. En este último, Freud intenta representar por medio de la escritura de una ficción aquello del origen que no ha podido escribirse. Al releer Schreber a partir de Moisés, teniendo como operador de lectura la “construcción”, se delimita una pregunta freudiana por la dirección de la cura, en términos de una reescritura. En Moisés Freud reescribe el origen del pueblo judío. Hace del padre del judaísmo un egipcio. Esto ubica un valor distinto para la construcción ya que ella no se referencia en una escena inconsciente, ya sea reprimida o no dependiendo el Historial. En este caso, la construcción no cuenta con el soporte de una marca previa, al menos no en el mismo sentido.
Para Freud pareciera que en Moisés se trata de reescribir un origen. Una reescritura que permitiría el pasaje a otra escena. La escritura de un texto cuya verosimilitud con el texto original encuentra la distancia que necesariamente introduce la reescritura, o bien, la invención. Porque la construcción, tanto en Moisés como en Schreber, toma el valor de una invención: tanto cuando reescribe el origen del pueblo judío y hace del padre del judaísmo un egipcio, es decir un hijo; como en Schreber cuando da cuenta de la lógica de las escenas previas al desencadenamiento de las psicosis, punto en el que Freud no sitúa una escena inconsciente sino la operatoria de la ausstossung.
Ahora bien, si la interpretación apunta a aquello que cae bajo la represión (y supone la operatoria de la represión primaria) y la construcción en cambio, a partir de estos nuevos desarrollos, apunta a aquello que excede lo que se ordena a partir de la represión primaria, ¿en qué se distinguen delirio y construcción? ¿Ambos carecen del soporte de una marca efectivamente acontecida, vivenciada? Freud introduce el término de verdad histórica y utiliza la analogía con la arqueología. Pero justamente este camino lo conduce a descartar dicha figura ya que el analista apunta a la verdad en juego y el arqueólogo a la verosimilitud.
A partir de estos desarrollos volvemos a Schreber, ¿qué dice Freud de las psicosis? ¿Qué dice acerca de los exiliados de la historia? Freud señala que los delirios están hechos con jirones de relatos que tienen algún tipo de apoyatura en experiencias vividas e invenciones. Pero ¿cómo tejer los lazos con lo que nunca fue pensado? En el sentido de los pensamientos inconscientes. La “construcción delirante del mundo”, que es una operación de la que el analista en algunas ocasiones forma parte, conlleva en su seno una forclusión. Es decir, en el origen de la construcción delirante hay una forclusión, que a su vez, redobla una forclusión del período de la infancia. Entonces, ¿cómo relacionarse como lo que no está inscripto? Una vez más Freud es alguien inédito en su pensamiento cuando dice que “el delirio se nos aparece como una puesta en acto, una tentativa de plantear el origen, allí donde el sujeto no puede pensarse en la historia”. En la construcción del delirio, pareciera producirse una verdad, que viene al lugar de una antigua forclusión.
Tal vez el obstáculo para la prosecución de estos desarrollos sea que Freud planteaba que no había una clínica posible de las psicosis, por razones diversas de las que estamos indagando. Y además que Schreber nunca fue su paciente. Sin embargo, se leen en Freud estos problemas y de esta manera ya desde 1912 en adelante está en germen la interrogación por la articulación entre la construcción y aquello que no se inscribe en la memoria. Desde esta perspectiva es pertinente interrogar la diferencia entre lo que no se inscribe en la memoria, porque una operación no afirma dichas marcas como tales –la bejahung–, de lo que del trauma no es asimilable. Freud indaga la construcción en relación a ambas líneas, así también, como ya ubicamos, a lo que ese inscribió en términos de construcción de la novela familiar.
A partir de estos desarrollos de los historiales se puede leer el establecimiento de un primer marco de referencia para la “construcción” constituido por la fantasía Pegan a un niño (1919). Freud señala que el segundo tiempo de la fantasía Pegan a un niño es inconsciente y no se recuerda sino que se construye en análisis. Se pregunta por qué surge siempre la misma fantasía monótona frente a un agujero –que Freud ubica en el saber–. Y responde con la “herencia arcaica” en tanto patrimonio filogenético universal. Ubica allí las “protofantasías” (FREUD 1917), una verdad prehistórica que llena las lagunas de la verdad individual.
La herencia arcaica precisa una de estas tres líneas de la construcción que venimos ubicando, y destaca la diferencia entre realidad y verdad, que atraviesa a Freud principalmente en el historial de El hombre de los lobos (FREUD 1918). Allí, Freud articula la construcción y la escena primordial (Freud, 1918, p. 40). Se destacan, por un lado, la pregunta freudiana por la escena primaria y su interés por develar si fue efectivamente acontecida. Y por otro, y principalmente, se destaca que es a partir de la construcción que Freud arriba al armado de la neurosis infantil.
Más allá del principio de placer y los desarrollos de la segunda tópica ¿modifican nuevamente la utilización freudiana de la construcción? Como ya dijimos en Proyectos anteriores, a partir de “Más allá del principio del placer” las teorizaciones freudianas se centran en indagar una dimensión de lo psíquico que excede el retorno de lo reprimido. Estos desarrollos alcanzan su formalización con la formulación de la segunda tópica y el masoquismo erógeno primario. A partir de la relación con las nuevas instancias yo, ello y superyó, Freud puede inscribir la compulsión de repetición, y por ende lo traumático, en relación con un inconsciente que no coincide con lo reprimido (LAZNIK, LUBIÁN, KLIGMANN 2010b); recién entonces resulta posible separar lo reprimido de lo no ligado; aquello que escapa a la redes del principio del placer y a la posibilidad del cifrado inconsciente.
Así como en 1912 las formas resistenciales de la transferencia conducen a delimitar el manejo de la transferencia como una nueva intervención, necesaria y pertinente al dispositivo, la formalización de un inconsciente no reprimido reconduce en 1937 a la pregunta por los obstáculos para abordar dimensiones de lo psíquico diversas de lo reprimido, y de este modo, a una nueva conceptualización de la “construcción”.
Sobre el final de la metapsicología Freud aún muestra cierto optimismo al considerar que la producción de la nueva neurosis artificial coincide con la resolución de la enfermedad previa. Y sin embargo, Freud ya había vislumbrado un sesgo distinto de la repetición (FREUD 1914). Freud sitúa un tipo particular de importantísimas vivencias tempranas de la infancia que en su tiempo no fueron entendidas, y que hallaron inteligencia e interpretación con efecto retardado, para las cuales la mayoría de las veces es imposible despertar un recuerdo. Esta problemática está presente desde los primeros desarrollos sobre el trauma. En las neurosis traumáticas, la causa eficiente de la enfermedad es el afecto de horror, mientras que en las psiconeurosis sitúa al recuerdo inconsciente en dicho lugar. En la medida en que Freud interroga la etiología de la histeria, las primeras formulaciones sobre el trauma, parten de la existencia de un síntoma. Desde esta perspectiva se aborda fundamentalmente lo que del trauma pudo ser cernido en la trama de las representaciones. Por ello, si bien Freud postula la existencia de una vivencia traumática, el acento recae en la eficacia de los recuerdos inconscientes.
Estos interrogantes podrán ser retomados desde otra perspectiva a partir de las nuevas conceptualizaciones de Más allá del principio de placer donde Freud afirma que las huellas mnémicas del tiempo primordial no subsisten en estado ligado, y aún, en cierta medida, son insusceptibles del proceso secundario (FREUD 1920). Aquello que escapa a la redes del principio de placer y a la posibilidad del cifrado inconsciente, hallará entonces su lugar en la estructura. Las neurosis traumáticas enfrentan a nuevas problemáticas. En el encuentro con aquello que vale como un nuevo trauma, lo sorpresivo, lo inesperado, deviene en ocasiones una actualidad permanente no atemperada por el olvido.
Estas teorizaciones permiten recortar el lugar del trauma en la estructura en su valor universal, constitutivo y necesario para todo ser hablante; a su vez posibilitan abordar la génesis de la neurosis, más allá de su dimensión psicopatológica, como el nombre de una modalidad de respuesta frente al deseo del Otro y por lo tanto como un modo de inscripción de la castración. Desde la perspectiva señalada podemos afirmar que la génesis de la neurosis dependerá del modo en que se transiten los avatares de la constitución subjetiva; el fantasma, en tanto respuesta propia del campo de la neurosis, constituirá el indicador de que ha habido la posibilidad de la interrogación ¿Qué me quiere?
En Inhibición, síntoma y angustia, Freud diferencia dos dimensiones de la angustia: la señal y la traumática. Lo que vale por lo traumático, ya sea en el campo de las psiconeurosis o respecto de las neurosis traumáticas conduce ineludiblemente a interrogar el estatuto que cobra lo actual y los avatares respecto de su inscripción en la memoria. La fijación al trauma, y los modos de defensa frente al trauma que en tanto intentos de ligadura, aun fallidamente, participan de su tramitación, denotan la imposibilidad del olvido y enfrentan una y otra vez al sujeto al retorno infinito de una vivencia. Se trata de un vivenciar que no es pasible de olvido (Laznik, Lubián y Kligmann 2015). En esta línea, en la Gradiva de Jensen, Freud ubica la represión como un género del olvido. El olvido es más amplio que la represión. Pero en este punto lo que se destaca es un cambio de rumbo freudiano. Primero hallamos un esfuerzo en pos de la rememoración, y ahora en cambio, un trabajo respecto de las huellas que no se dejan olvidar. En la línea de Funes el memorioso de Borges, que por no olvidar no puede dormir. En este sentido, pareciera que la clave freudiana del olvido es la muerte del padre.
En Análisis terminable e interminable (1937), Freud vuelve a interrogar el estatuto de lo traumático. La etiología de todas las perturbaciones neuróticas es mixta; o se trata de pulsiones hiperintensas, o del efecto de traumas tempranos. Considera que por regla general, hay una acción conjugada de ambos factores, el constitucional y el accidental. Mientras más intenso sea el primero, tanto más un trauma llevará a la fijación y dejará como secuela una perturbación del desarrollo; y cuanto más intenso el trauma, tanto más seguramente exteriorizará su perjuicio (FREUD 1937). Los desarrollos del Moisés y la religión monoteísta zanjan la disyuntiva y vuelven a establecer la conexión entre trauma y pulsión, retoman el planteo relativo a las series complementarias y remarcan ahora la importancia trascendental de las vivencias tempranas. Una dimensión de estas vivencias cobra valor a partir de la particular posición en la que un sujeto entra al mundo, mientras que otras remiten a la categoría de lo contingente, es decir a lo accidental. Señala que por regla general, las vivencias pertinentes al tiempo primordial han caído bajo un completo olvido, no son asequibles al recuerdo, pertenecen al período de la amnesia infantil que las más de las veces es penetrado por restos mnémicos singulares, los llamados «recuerdos encubridores».
El uso del término olvido, que es el que comienza utilizando Freud en Construcciones en análisis (1937), conlleva una dificultad ya que sugiere la posibilidad del cifrado inconsciente y por ende la acción de la represión secundaria. ¿Se trata de lo “olvidado” o de lo imposible de recordar como una arista de lo reprimido primordial que remite en este caso a las marcas primordiales que participan en la constitución de la neurosis infantil? De cualquier manera, se trata de una dimensión de lo psíquico que para ser abordada requiere de una intervención particular dice Freud: la construcción.
La construcción como un operación diversa de la interpretación, fue abordada por Lacan en relación al fantasma pero no fue retomada como una intervención que a su vez intenta cernir dimensiones que remiten a lo inasimilable del trauma. Entre 1937-1939 las construcciones freudianas remiten a dimensiones de lo psíquico diversas de lo reprimido que participan e inciden en el padecimiento psíquico. Esta nueva modalidad de intervención intenta conceptualizar modos de abordar lo actual en relación al trauma, lo no inscripto en la memoria y el problema de lo visto y lo oído en épocas tempranas y su conexión con lo reprimido primordial.
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