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EFECTOS POLÍTICOS, TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA TRADUCCIÓN DE LA OBRA DE S. FREUD A LA LENGUA ESPAÑOLA. EL CASO DE “AMAR Y TRABAJAR”
POLITICAL, THEORETICAL AND PRACTICAL EFFECTS OF THE TRANSLATION OF S. FREUD’S WORK INTO THE SPANISH LANGUAGE. THE CASE OF “LOVE AND WORK”
Anuario de Investigaciones, vol. XXVII, pp. 267-273, 2020
Universidad de Buenos Aires

Psicoanálisis



Recepción: 30 Marzo 2020

Aprobación: 20 Octubre 2020

Resumen: Este artículo inaugura una serie de escritos en los que nos proponemos revisar ciertos conceptos freudianos traducidos del alemán al español. El objetivo principal es el de analizar y visibilizar los problemas que surgen en la traducción, así como sus consecuencias teóricas, políticas y clínicas, tanto dentro como fuera del psicoanálisis. Tomando como referencia una cita atribuida a Sigmund Freud respecto de la definición de salud en tanto capacidad de amar y trabajar (lieben und arbeiten), se analizan las profundas diferencias semánticas que existen, si se consideran las connotaciones disponibles de esos términos en cada lengua.

Palabras clave: Freud, Psicoanálisis, Español, Traducción, Alemán, Amar, Trabajar.

Abstract: This article inaugurates a series of writings in which we will review certain Freudian concepts translated from German to Spanish. The aim of this paper is to analyze the problems these translations entail, as well as their theoretical, political and clinical consequences inside and outside psychoanalysis. Taking as reference a quote attributed to Sigmund Freud regarding the definition of health as the capacity to love and work (lieben und arbeiten), this paper will analyze the profound semantic differences in the connotations of these terms in each language.

Keywords: Freud, Psychoanalysis, Spanish, Translation, German, Love, Work.

Introducción

El 29 de diciembre de 1977, el presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter viajó a Polonia para ganarse la simpatía del pueblo polaco, aún dominado por el Comunismo. Para ello, el Departamento de Estado norteamericano contrató a un traductor independiente llamado Steven Seymour. Este respetado y experimentado traductor polaco resultó ser menos hábil con la palabra hablada que con la escrita. Ya en Europa, Carter se refirió a lo que significaba ese viaje para él. Comenzó diciendo “when I left the United States this morning…”[1] Pero Seymour tradujo que el presidente norteamericano había abandonado su país de origen y llegado a Polonia para quedarse por siempre, puesto que tradujo el verbo “to leave” por “abandonar” lo que provocó una enorme sorpresa en los líderes comunistas. Como si esto fuera poco, Carter, aún sonriendo, anunció que quería aprender de los deseos (desires) que los polacos tenían para el futuro[2]. Pero Seymour le imprimió un sentido sexual a su traducción, afirmando que Carter había llegado para tener relaciones sexuales con las polacas, al elegir traducir desire, por un término que en polaco describe especialmente el deseo de un hombre por una mujer.

El trabajo de traducción no es fácil. Cualquier traductor se enfrenta siempre a una serie de problemas gramaticales, semánticos, sintácticos, retóricos y culturales. En un mundo extremadamente globalizado donde la inmediatez y la brevedad son capitales valiosos, no resulta difícil encontrar artículos académicos, ensayos, posteos en redes sociales y consignas orales o escritas atribuidas a diversos autores o pensadores, para resumir ideas complejas en frases simples o eslogans que aseguren un efecto inmediato a un destinatario urgido de respuestas prêt-à-porter. No menos importante es el caso de los memes, una suerte de ironía, cuya condensación de dos o más sentidos permite una rápida propagación o viralización en redes sociales. Sin embargo, la rapidez de las comunicaciones, sumada al problema estructural de cualquier traducción, muchas veces se paga con la simplificación de la ideas originales y la supresión de las diferencias entre lenguas estructural y culturalmente disímiles entre sí.

El mundo del psicoanálisis no es ajeno a este fenómeno. Los problemas de traducción abundan en los textos freudianos en español. Creemos que “traducir la traducción”, entre el español y el alemán, es un esfuerzo que vale la pena llevar a cabo a los fines de recuperar el espíritu freudiano.

Este trabajo se enmarca en un proyecto que busca analizar el uso que se hace de la obra de Freud en español, considerando ciertas ideas cristalizadas con las que nos encontramos en el discurso psicoanalítico. Teniendo en cuenta el potencial performativo que encontramos en la utilización de citas y referencias a la hora de construir argumentos, nos preguntamos si acaso ampararse en una cita o expresión determinada nos exime de dar nuestras razones o explicaciones sobre el fenómeno que pretendemos explicar. Un discurso puede modificarse o enriquecerse de acuerdo al uso que se efectúe de las citas y las traducciones. De allí se desprenderán consecuencias de diversa índole.

Analizaremos el problema de la traducción entre el alemán y el español. Intentaremos dar cuenta de algunas consecuencias políticas, teóricas y prácticas a las que se llega a partir de ciertas referencias freudianas muy difundidas, tanto dentro como fuera del ámbito del psicoanálisis.

En este escrito en particular tomaremos como ejemplo ilustrativo una referencia atribuida a Sigmund Freud, popularizada durante los últimos ochenta años: una persona saludable es aquella que cuenta con capacidad de amar y trabajar. Nuestra hipótesis sostiene que los términos en español, no sólo no reflejan los sentidos y la enormidad de connotaciones que se desprenden de lieben und arbeiten (sus pares en alemán), sino que incluso conducen a caminos muy distintos. A los fines prácticos y de especificidad, en esta oportunidad nos ocuparemos únicamente del segundo de estos dos términos: arbeiten. Dejaremos para un escrito ulterior el análisis y complejización de la traducción de lieben por amar.

Freud y la lengua alemana

Es sabido que no puede traducirse una palabra de una lengua a otra con exactitud. Muchas veces, el término al que se arriba después de esa ardua tarea, implica un alejamiento sustancial del sentido original. En ciertas disciplinas, la dificultad en el traspaso de conceptos de un idioma a otro, genera, incluso, la necesidad de pensar y teorizar sobre las ideas y significaciones. La dificultad estructural en la traducción, no sólo amplía el universo de aquella lengua a la que se quiere traducir, sino que también “hace hablar” a aquella que está siendo traducida. Es decir, las limitaciones idiomáticas pueden transformarse en enriquecedores pilares teóricos desde un idioma a otro y viceversa. Tal es el caso del psicoanálisis, pensado y escrito en alemán, traducido posteriormente a otras lenguas.

Las lenguas germánicas se fueron desarrollando durante miles de años, perdurando hoy a través de distintos dialectos regionales, así como de sus dos exponentes más conocidos: el inglés moderno y el alemán estandarizado. Una de las características presentes más llamativas en el alemán actual, es la facilidad para componer palabras complejas a partir de pequeñas partes encastrables, como si se estuviera armando toda una ciudad con piezas de Lego. Se pueden formar combinaciones con cualquier palabra, llegando a alcanzar longitudes inimaginables en español. Por ejemplo, existe la palabra Rindfleischetikettierungsüberwachungsaufgabenübertragungsgesetz, que significa “ley para la transparencia de tareas de supervisión en el etiquetado de la carne vacuna”. Un germano-parlante puede leer esta palabra compuesta por diez partes, separando cada una automáticamente en la mente y ordenándola a su vez, retroactivamente, ya que el sustantivo más importante de toda esta palabra, “Gesetz” (ley), la que determinará el sentido, es la última que aparece. Es decir, se debe retener toda la información en la memoria hasta que la palabra finalice. Las partes que la componen, pueden a su vez, relacionarse con muchas otras, estableciendo una red de significados y connotaciones infinita. Con tan solo un concepto puede nombrarse y explicarse algo muy específico, para lo que en otros idiomas serían necesarias largas explicaciones con términos diversos, unidos por preposiciones, etc.

Siguiendo esta línea, podemos inferir que en alemán no sólo pueden inventarse las más singulares y variadas palabras, sino que además, los interlocutores pueden entenderlas automáticamente y con facilidad. Tal como sugiere el traductor y psicoanalista brasileño Luiz Hanns (1996), Freud tuvo tendencia a utilizar términos germánicos de uso cotidiano y coloquial, por sobre los griegos o latinos, que suenan muy eruditos en alemán. Considerando esto, cabe pensar, por un lado, que cualquier germanoparlante, tanto hoy como en el siglo XIX, podría acceder fácilmente a la terminología freudiana, algo que no ocurre con facilidad en el caso de un lego que acceda a la obra de Freud en español. Tal vez el término Trieb, de uso habitual en el alemán moderno, y traducido tristemente por pulsión en español, sea el más claro ejemplo de este problema. Asimismo, es posible pensar que Freud sólo habría podido inventar el psicoanálisis en la lengua alemana, ya que muchos de sus pilares conceptuales y las ideas que subyacen a éstos, no pueden ser pensados fácilmente en otras lenguas. Sin embargo, puede advertirse que Freud realiza una operación intencionada sobre la lengua, utilizando su mecánica y estructura para producir nuevas combinaciones de estilo poético, que pueden ser inteligibles para cualquier lector. Freud no escatima en el uso de las posibilidades ya presentes en su lengua, llevándola más allá de los confines de la ilusión del entendimiento cotidiano.

Cuando se lee a Freud en alemán, se entiende algo muy distinto que en cualquiera de las traducciones al español. Quien tenga la oportunidad de hacer esta experiencia, advertirá rápidamente que las ideas freudianas se concatenan de modo esperable unas con otras. Da la impresión de que lo que Freud explica, va de suyo, sin necesidad de notas al pie. Tomemos, por ejemplo, el concepto de “Principio de placer” y su más allá. En español, la palabra “placer” no nos sugiere lo mismo que la palabra alemana “Lust”, que indica lujuria y “ganas de”. Se trata de unas ganas que incluyen erotismo y voluptuosidad. En contraste, el placer vendría a ser una suerte de Lust lavado y deslucido, despojado de su sentido lujurioso y de bajos instintos. Se puede tener Lust de comer dulce de leche. Así, esas “ganas de” son perfectamente admisibles en contextos cotidianos y familiares. Pero cuando alguien dice, en una reunión familiar de Navidad, que tiene Lust de dulce de leche es posible hacer la asociación implícita con la imagen de alguien revolcándose en él gozosamente. Claro que las connotaciones no son conscientes para los hablantes en cada situación. Pero allí están. Coloquialmente, Lust implica una solicitación del cuerpo. El cuerpo pide. Pero en alemán, está implícito que si alguien se queda atiborrándose de dulce de leche demasiado tiempo, aquello que comenzó siendo agradable se irá volviendo siniestro (Unheimlich). Lust tiene un sentido sexual. Pero éste es admisible en cualquier ámbito mundano. Así como una prostituta puede ofrecerse, preguntando: “Hast du Lust?” (¿estás caliente?), un niñito inocente puede pedir a su abuelita un dulce, usando la misma palabra. En otros términos, en la lengua alemana, el “más allá” del placer ya está sugerido en el placer mismo (Lust).

La cuestión de la traducción es inherente al psicoanálisis

mismo y presenta dos dimensiones. Por un lado, el dispositivo analítico se asienta en la “traducción” de lo Unbewusste, llamado en español “lo inconsciente”. Es decir, se supone que ya había algo “allí”, pero no se estaba advertido de ello. Ese algo emerge una vez que se lo dice. Pero ese decir, en alemán, es una sorpresa. Aparece de repente allí donde no se lo esperaba. Irrumpe. Recién ahí, se puede estar bewusst de ello.

Por otro lado, la traducción de la obra freudiana a otras lenguas no fue una simple operación de transposición idiomática con el fin de que la misma pudiera ser difundida en otras latitudes. Paradójicamente, hoy su obra tiene más presencia en contextos hispanoparlantes que germánicos. Es decir, se propagó más la traducción que la obra original. Si uno camina hoy por Viena y le pregunta a cualquier transeúnte dónde queda la casa (devenida hoy museo) de Sigmund Freud, lo más probable es que no lo sepa. Es difícil cruzarse con algún vienés que conozca quién fue este personaje, aunque se encontrara, irónicamente, a pocos metros del lugar donde este vivió, atendió pacientes y escribió su obra. Pero ¿qué consecuencias conlleva esto?, ¿qué caminos fue tomando la teoría con el paso del tiempo?, ¿qué perdió o ganó? Si quisiéramos hoy volver a difundir el psicoanálisis en Alemania o en Austria, no podríamos hacerlo sin considerar los efectos de su recorrido histórico, geográfico e idiomático. La traducción es causa y síntoma de esa trayectoria

Andan diciendo por ahí…

Tomemos el caso de una frase popularizada hace ochenta años, con mucha difusión en la actualidad: “una persona saludable, madura e integrada a la sociedad, es aquella con la capacidad de amar y trabajar”. Uno de los caminos que tomó esta proposición en diversos contextos y épocas, por lo general de modo crítico, busca asociar el pensamiento freudiano a una suerte de adaptabilidad del individuo al medio (capitalista) a través de un empleo y una pareja estable. La mayoría de las fuentes que hacen alusión a esta frase, indica que en el verano de 1939, un periodista le había preguntado a Freud qué era para él una persona sana, madura e integrada en la sociedad. Fue entonces que el inventor del psicoanálisis le habría respondido, con una brevedad ejemplar: “cualquier persona con la capacidad de amar y trabajar”. Según refieren muchas de las fuentes, la respuesta fue dada en alemán: lieben und arbeiten, aunque hay quienes sostienen que dado que el periodista pertenecía a la BBC, y Freud estaba en Londres en aquel entonces, la respuesta habría sido en inglés: To love and to work.

La cantidad de trabajos académicos y ensayos que parafrasean esta idea es cuantiosa. Mencionaremos algunos de los textos que ya en su título incluyen esta referencia, sólo a modo ilustrativo: To Love and to Work: A Demonstration and Discussion of Psychotherapy (KAPELOVITZ 1977), Beyond Love and Work: Why Adults Need to Play (TERR 1999), Salud mental y trabajo (PIMENTA CARVALHO 2016), Zu lieben und zu arbeiten: Was Freud right all along? (CUCINA, HAYES Y OTROS 2019), entre muchos otros de todo el mundo.

La cita a la que hacemos referencia abunda sobre todo en el psicoanálisis norteamericano, donde comúnmente se la utiliza para brindar argumentos a favor de la adaptabilidad del individuo a un sistema socio-económico determinado. En los países hispanos, la cita en castellano trasciende el ámbito psicoanalítico y se puede escuchar en diversas disciplinas y campos de los más variados. La referencia forma parte ya no sólo de una tradición escrita que arrastra varias décadas, sino que también se ha popularizado oralmente. Diferentes versiones de esta frase pueden encontrarse incluso en comerciales de empresas de salud y material de divulgación.

Menuda sorpresa nos llevamos persiguiendo el rastro de la cita en cuestión. No existen registros que den cuenta de esa entrevista, ni tampoco hay artículo o ensayo alguno de Freud, donde pueda ubicarse esa definición. Tal como sostiene Alan Elms, el estatus que cobra esta cita “freudiana” es problemático por dos motivos. En primer lugar, si la cita no es auténtica transmite falsas impresiones de una importante figura cultural. Segundo, incluso si Freud hubiera dicho algo similar a las supuestas declaraciones que hoy tenemos ante nosotros, “la ausencia de contexto en la propia escritura de Freud permite una distorsión incontrolada de su significado original” (ELMS 2001, 2. La traducción es nuestra). Dicha distorsión es problemática tanto cuando se apela a la cita para criticar a Freud, como cuando es utilizada por sus simpatizantes.

El origen del problema se remonta a 1950, y especialmente al famoso libro de Erik Erikson, titulado Childhood and Society. Fue allí que, por primera vez, este autor indicó que había llegado a él la respuesta más breve que Freud hubiera dado alguna vez sobre algo:

Freud was once asked what he thought a normal person should be able to do well. The questioner probably expected a complicated answer. But Freud, in the curt way of his old days, is reported to have said: `lieben und arbeiten´ (to love and to work). (1963, 264-265)[3]

Por un lado, la referencia que brinda Erikson no incluye ninguna indicación respecto de la “integración a la sociedad” ni de la “madurez”. Aparentemente, estos dos elementos fueron agregados en alguna de las traducciones al castellano. Por otro lado, Erikson es bien claro al dejar asentado que él no está en condiciones de confirmar que la respuesta haya sido dada por Freud. Él mismo indica que Freud “is reported to be said” (se dice que dijo), por ende su referencia está basada en dichos, rumores o supuestos. El hecho de que Erikson no indique ninguna referencia escrita respecto de la cita freudiana es precisamente porque no existe. No hay ningún lugar donde esté plasmada esa supuesta entrevista. Es más, los escritos publicados por Freud en la traducción al inglés, que indexa la aparición de cada palabra sustantiva que Freud utilizó (GUTTMAN, JONES Y OTROS 1980), no ubica ningún pasaje en toda la obra freudiana en los que “amar” y “trabajar” aparezcan juntos en una oración o incluso en la misma página. Elm refiere haberle preguntado a Erikson en 1982 por el origen de esta referencia e indica que este le respondió: “Oh, I simply don’t know. I heard it in Vienna and it impressed me. I’ve never seen it in print. And some people now have said I made it up. If I did, I’m proud.”[4] (ELM 2001, 13).

Finalmente, vale la pena aclarar que si fijamos el “original” en Erikson, es notable cómo el término “normal” fue desplazado, en español, a “saludable”. Posiblemente porque en español (al menos en el contexto argentino) la connotación de la palabra normal es actualmente negativa, habiendo perdido su sentido estadístico y probabilístico (la distribución de Laplace-Gauss). En psicología, es común asignar un valor a una conducta, tomando como base un estudio estadístico. Esto se ve en algunas técnicas psicométricas, tales como el MMPI II[5]. Sin embargo, no debe suponerse que lo que ha respondido una mayoría en un estudio previo a confeccionarse el test, sea sinónimo de lo correcto. Lo normal no es necesariamente lo que está bien. Entonces, cuando la corrección política imperante en nuestro tiempo sindica la palabra normal como negativa, revela lo que está negado: la férrea creencia popular de que lo normal solamente hace referencia a lo que debe ser, lo natural, lo moralmente aceptable.

El verbo arbeiten y sus derivaciones

En alemán, como ya indicamos anteriormente, además de poder crearse nuevas palabras combinando varias entre sí, pueden agregarse prefijos y sufijos a diversos lexemas, haciendo surgir así, nuevos términos. La diferencia entre el alemán y las otras lenguas indoeuropeas radica principalmente en que en el primer caso, la relación entre las partes es de menor fijeza. Es decir, hay mayor libertad. En español, por ejemplo, las combinaciones son limitadas y no es fácil crear nuevas (i.e. satisfecho / insatisfecho; empleo/desempleo).

En la lengua alemana una misma raíz puede ramificarse en distintos sentidos, conservando algo de sí. Por ejemplo, al verbo arbeiten (traducido como trabajar), puede agregársele el prefijo ver- (verarbeiten) dando la idea de proceso interno, como digerir, asimilar. También el prefijo mit- (mitarbeiten) colaborar, cooperar; be- (bearbeiten) elaborar con dedicación; durch-(durcharbeiten) atravesar un proceso, trabajar sin interrupción en algo; auf- (aufarbeiten), poner al día, poner en autos, algo que debe ser elaborado, tratado o debatido; um- (umarbeiten) remodelar, reformar. Estas son algunas de las combinaciones más utilizadas por Freud a lo largo de su obra a partir de arbeiten, aunque hay, por supuesto, otras posibles. Como puede observarse, este verbo, enriquecido por el cuantioso aporte semántico de sus asociaciones, da la idea de un proceso que requiere un esfuerzo subjetivo, laborioso, una tarea que involucra dedicación y cuidado.

A pesar de tener arbeiten un origen distinto al de la palabra trabajar, su etimología guarda cierta relación. Arbeiten proviene del indoeuropeo y significaba “niño huérfano”. Evolucionó a través de un término del antiguo germano que significaba ser niño huérfano obligado a pesada actividad física (GRIMM y GRIMM 1971). Algo similar sucede con la palabra trabajo. De acuerdo con Ricardo Soca en Origen de las palabras (2016), encontramos su base en tripalium, un elemento de tortura que constaba de tres palos. El diccionario de Corominas (1973) define trabajar como sufrir y esforzarse. Ahora bien, ¿qué relación guarda una etimología, entendida como origen, con el vocablo que se usa en determinada época? La manera en que un significante va adquiriendo diversos sentidos, y las connotaciones que de allí se desprenden, depende de procesos complejos. Tal vez, la etimología nos aporte algo, en caso de que queramos decir algo a partir de ella. Pero es claro que ese supuesto origen, no explica por sí mismo un sentido ni los usos a lo largo del tiempo. Podría también pensarse lo que evoca el sonido de la palabra en un momento, y la posible asociación homófona con otros sentidos. Por ejemplo, la palabra trabajo, incluye los sonidos de “traba” y “abajo”. En ese sentido, el origen de la palabra y aquello que invoca, parecen correlacionados.

Cosa distinta sucede con la connotación de la palabra arbeiten, que “a partir de Martín Lutero, fue adquiriendo un carácter más positivo y ético, perdiendo el aspecto peyorativo de actividad degradante y humillante (…) En nuevo alto alemán designa actividad dirigida y útil, y actividad profesional.” (HANNS 1996, 203) El Protestantismo produjo, sobre todo en las culturas germánicas, de las que partió, un cambio importante respecto del sentido del trabajo, alejándolo de la tortura, y acercándolo a algo virtuoso que enaltece el espíritu. Existe también, en alemán, la palabra werken para referirse a algo similar al trabajo. Puede advertirse fácilmente su parentesco con la palabra inglesa work, derivada de la misma familia germánica. En alemán puede utilizarse para referirse a una obra, como es el caso de las Gesammelte Werke[6] de Freud. Es decir que, por varios caminos, llegamos a la idea de arbeiten y work como aquello que requiere gustosa dedicación, la obra de una vida, el trabajo sobre uno mismo, etc.

Como ya adelantamos, en el ámbito del psicoanálisis, arbeiten aparece ligado a varias ideas y conceptos complejos. Mayormente, su aparición en la obra freudiana circunda la idea de trabajo analítico. Es notable que en alemán, a diferencia del español, la diversidad de sentidos posibles alrededor de ese trabajo es muy rica, pudiéndose describir acepciones del mismo con mucha sutileza y especificidad. A partir del verbo de base, arbeiten, las ramificaciones de sentido que se van desarrollando, conforme se agregan partículas, van describiendo diferentes ideas de modo muy metafórico y preciso. Son verdaderos conceptos en sí mismos, que orientan sobre pautas teóricas y prácticas. Esto se pierde en español. Además, como analizamos previamente, luego de la traducción de dichos conceptos, se arriba en español a palabras que inevitablemente se alejan del significante “trabajo”, mientras que en alemán prevalece la raíz arbeiten. Es decir que el sentido está más fijado a su base y se puede jugar más libremente con sus derivados sin perderse. Un ejemplo que permite ilustrar este desajuste es bearbeiten, que si bien es traducido en psicoanálisis como “elaboración”, no tiene traducción directa en español y significa algo así como “aplicar cierta labor sobre un objeto”. Evoca una acción inespecífica. Pero al traducirse por “elaboración”, la acción se aleja del objeto. Pierde su conexión con él. Queda, incluso, asociada a crear un objeto inexistente previamente. Se aleja de ese objeto que está aludido al principio. Nótese que en alemán la presencia del objeto permanece vigente.

Freud utiliza el concepto sekundäre Bearbeitung, traducido como “elaboración secundaria” y relacionada con el trabajo analítico (FREUD 1900: VII; FREUD 1910, 165), al que también se asocia analytische Bearbeitung, que se encuentra traducido como “cura”, a pesar de que Freud no hace alusión a algo relacionado con “curar” (FREUD 1914, 155). En todos los casos, se trata de una laboriosa tarea que tiene como fin volver inteligible, poner en orden o contextualizar aquello de origen inconsciente que aparece como ajeno y desligado de la vida individual. En esta misma línea, encontramos la palabra umarbeiten, que significa convertir, para referirnos al contenido onírico transformado regresivamente (FREUD 1917, 228). Mitarbeiten, a su vez, aparece sobre todo en los escritos técnicos y se refiere a la colaboración del paciente.

Más prolífero en significaciones es aún el caso de durcharbeiten, traducido al español como re-elaborar (FREUD 1895, 293), que implica un atravesamiento subjetivo conforme al desarrollo de una tarea, una experiencia que sitúa coordenadas espacio-temporales que se recorren de principio a fin. Implica un avance que se va obteniendo a partir de la acción, estando ya implícita la conclusión de la tarea. Es decir, se entiende que se recorre el trayecto desde su principio a su final. En Freud, este término aparece generalmente ligado a las resistencias (Widerstände) que deben ser atravesadas. Incluso puede pensarse que la resistencia es un punto de apoyo o una señal que indica por qué puerta hay que “pasar”, más que una barrera. El uso en español de re-elaboración para referirse a esto, lleva a una idea bien distinta

El término verarbeiten también es poco afortunado, al ser traducido como “elaborar”. El prefijo ver- (que deriva de la raíz indoeuropea per), también presente en conocidos conceptos psicoanalíticos, como Verwerfung (¿forclusión?) o su forma verbal verwerfen, conserva algo de su significado original: “conducir hacia afuera pasando sobre”. Remite a la idea deshacer al hacer o “hacer” bien hecho hasta que no queda nada. Es decir, queda perdida o extinguida la forma anterior al proceso. En el ámbito industrial, por ejemplo, si una pieza fundida está fallada, se puede verwerfen y volverse a fundir. Es decir que se aborta o descarta algo que aún no está fijado, acabado, o que no pasó aún por algún hito que cambie su cualidad. Es algo que todavía está en etapa de “borrador”, algo potencial. Combinado con arbeiten implica, por ejemplo, enfrentarse emocionalmente a una situación ineludible, tramitar, transformar, asimilar, digerir. Evoca algo visceral. Se trata de un proceso arduo y largo. Prácticamente nada de estos sentidos y connotaciones sobreviven luego de la traducción por “elaborar”. Tan sólo con estos pocos ejemplos ligados a arbeiten podemos hacernos suficiente idea de las consecuencias en la práctica clínica en uno u otro idioma.

Como mencionamos al comienzo, si quisiéramos seguir explorando las connotaciones y derivados de arbeiten, podríamos extendernos durante muchas páginas más. La intención de este recorrido apunta a visibilzar el problema de traducción de un término que remite a cientos de significaciones distintas que en español no pueden captarse. Por ende, la distancia que existe entre arbeiten y trabajar, es inconmensurable, y sería apresurado y sesgado arribar a conclusiones de lo que Freud pudo haber querido decir (en la cita apócrifa mencionada) partiendo de un término ya traducido, con sus propias resonancias en el idioma español.

La americanización del arbeiten

A pesar de que no existe evidencia alguna de que Freud haya enunciado que la capacidad de amar y trabajar responda a una persona sana, nos interesa centrarnos en los efectos producidos en su repetición.

La mayor bibliografía sobre “la capacidad de trabajar” proviene de los Estados Unidos. El psicoanálisis de los “posfreudianos” norteamericanos se ocupa principalmente de los avatares del Yo, convirtiendo a esta instancia psíquica en el estatuto central de la personalidad, siendo que el psicoanalista en este caso suele encargarse de reforzar el yo, llevando al paciente (o cliente) a un nivel de realidad. Entre los analistas más destacados de esta escuela se incluyen Hartmann, Kris y Lowenstein. La Ego Psychology trata de guiar al individuo hacia una adaptación al sistema social o comunitario al que pertenece, de la mejor manera posible. La capacidad de un yo fuerte para amar y trabajar, es una vía regia para conseguir este propósito. La Ego Psychology se ha dedicado a entender al Yo como elemento independiente del aparato psíquico caracterizado por su autonomía funcional, sobre el que el psicoanalista tiene que apoyarse en el tratamiento. Para tal fin, éste promueve la identificación con su propia persona, consiguiendo finalmente la feliz adaptación del paciente a la sociedad. Los psicoanalistas que emigraron a Inglaterra y a los Estados Unidos supusieron que era factible pensar lo escrito por Freud en inglés, sin ningún esfuerzo de trasposición, sin transformar la lengua inglesa, para permitir incluir el descubrimiento del inconsciente. Tal propuesta es denunciada por Jacques Lacan, quien, no casualmente, leyó la obra freudiana en su idioma original.

Es en la vía de un refuerzo del yo donde el psicoanálisis de hoy pretende inscribir sus efectos, por un contrasentido total sobre el resorte por medio del cual Freud hizo entrar el estudio del yo en su doctrina (…) En una concepción tan contraria como retrógrada, se supone que el yo constituye el aparato de una relación con la realidad, cuya noción estática no tiene ya nada que ver con el principio de realidad que Freud instituyó en su relación dialéctica con el principio de placer. (LACAN 1957, 436)

Lacan sostiene que un auténtico tratamiento analítico tiene que traspasar las fronteras del ego, haciendo emerger el deseo del analizante, lo que coincide con la subversión planteada por el propio Freud. Tal como señala Domenico Cosenza, “la psicología del yo (…) tanto en la teoría como en la práctica, produce el efecto de atenuar, reducir o anular el alcance innovador del descubrimiento de Freud y lo reconduce bajo la égida de la función sintético-cognitiva del Yo, haciéndolo función de un principio de adaptación social del individuo” (2003, 27).

No hay dudas de que colocar al Yo en primer lugar, nos lleva por el camino de la identidad y la simplificación de los asuntos referidos a nuestra existencia, entre otras importantes consecuencias en nuestro tiempo, en que la identidad parece haberse instalado en el centro del debate global.

Existen muchos ejemplos que podemos tomar de la cultura popular norteamericana que permiten ver el modo en el que se concibe lo saludable, lo moralmente correcto o lo esperable en términos de la adaptación de un individuo al sistema, generalmente a través del trabajo. No nos sorprendería saber que la expresión más utilizada en las ficciones norteamericanas sea la de “I am doing my job”[7], como paradigma de lo correcto, que a su vez desresponsabiliza al agente. Estar haciendo el trabajo de uno, es una tarea indiscutible que permite avalar casi cualquier decisión o accionar. Cuando un personaje de ficción experimenta una situación traumática y no se encuentra en condiciones de seguir con su vida cotidiana, es derivado a un psiquiatra o psicólogo, con la presunción de que una situación traumática per ser, traerá aparejadas consecuencias psíquicas ineludibles. Es decir, el nexo entre el trauma y el síntoma, guarda relación directa. El personaje en cuestión generalmente no manifiesta estar atravesando una situación especial que le impida seguir adelante con sus tareas habituales. No obstante, existe siempre otro personaje antagónico, usualmente un superior, que le informa que deberá realizar una evaluación o incluso una psicoterapia para que el profesional certifique la aptitud para continuar con sus labores habituales. La función del profesional será la de hacer ver al protagonista, desde un lugar de saber absoluto, que la situación que está atravesando lo está afectando más de lo que supone. El objetivo del profesional será demostrar que existe algo inconsciente que impide que el protagonista efectúe sus tareas laborativas de modo adecuado. Luego de unas pocas sesiones, el protagonista logra, a través de un trabajo hermenéutico dirigido por el terapeuta, hacer consciente un supuesto trauma inconsciente. Llegado ese punto, el protagonista consigue encaminarse y, con la aprobación del psicólogo, logra volver a trabajar, readaptarse de modo adecuado al sistema del que había sido excluido poco tiempo atrás. La salud mental, aparece aquí asociada a la capacidad de trabajar, de poder cumplir una tarea en una maquinaria donde cada quien debe ocupar un rol. Cualquier ficción que incluya a veteranos de algunas de las guerras en la que participaron los Estados Unidos, o películas o series de televisión sobre el FBI, la CIA o el Servicio Secreto, reflejan esta estructura y muestran claramente que el lugar del terapeuta es reinsertar al individuo a la sociedad, a través del fortalecimiento del Yo. Salud mental como sinónimo de poder realizar el trabajo que a uno le es asignado. Nada más lejos del espíritu freudiano.

Reflexiones finales

Consideramos que la obra freudiana pasó a lo largo de la historia por tres etapas que podrían definirse de la siguiente manera: la escritura de la obra original, sus traducciones a otras lenguas y el uso de esas traducciones con fines de transmisión, investigación, de índole clínico, etc. Ante los problemas que se suscitan a partir de la última de estas tres etapas, proponemos volver a centrarnos en la interacción entre las primeras dos. “El original” en psicoanálisis es la obra de Freud en alemán. Los debates actuales en torno a la implicación y significación de los conceptos freudianos, no deberían basarse en la traducción, sino que deberían centrarse en el paso anterior, o sea, en el impasse que existe entre el original y su traducción. El uso y desgaste de los conceptos a lo largo del tiempo genera un riesgo del que hay que advertirse: se puede hacer decir impunemente a una teoría lo contrario de lo que dice. Esta suerte de falsedad ideológica no sólo desorienta, sino que socava el espíritu y la integridad con la que las ideas nacieron. Cuando se apela a la autoridad, tanto para defender una idea, como para lo contrario, y quien lo hace no entiende cuál era el espíritu de esa idea primigenia, no sólo queda éste en una posición equivocada, sino que además lleva creer a quienes lo leen, ideas tergiversadas que atentan contra esa teoría misma. Conforme a la hipótesis que hemos desarrollado, creemos que Freud nunca habría podido hablar del trabajar en el sentido que lo usamos en español, ya que esa idea en alemán no existe como tal. Arbeiten no significa trabajar.

Más allá de los casos que abordamos, es habitual encontrar en distintos períodos de la historia, tal como sucede actualmente, críticas a la teoría freudiana en tanto patriarcal, misógina y heteronormativa. El análisis de la tensión entre las fuentes originales y su traducción pueden dar cuenta de que dichas críticas son, por lo menos, infundadas.

BIBLIOGRAFÍA

Corominas, J. (1973). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (Vol. 3). Madrid: Gredos.

Cosenza, D. (2003) Jacques Lacan y el problema de la técnica en psicoanálisis, Barcelona: RBA, 2018.

Cucina, J., Hayes, T. y otros (2019) “Zu lieben und zu arbeiten: Was Freud right all along?”. En Industrial and Organizational Psychology, v.2 (2), pp. 199-205.

Elms, A. (2001) “Apocryphal Freud: Sigmund Freud’s Most Famous `Quotations and Their Actual Sources”. En Annual of Psychoanalysis, v. XXIX, pp. 83-104.

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Freud, S. (1914) Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, II), Obras Completas v. XII, Buenos Aires: Amorrortu, 1991

Freud, S. (1917) Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños, Obras Completas XIV, Buenos Aires: Amorrortu, 1990.

Freud, S. (1895) Sobre la psicoterapia de la histeria, Obras Completas II, Buenos Aires: Amorrortu, 1985.

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Terr, L. (1999) Beyond Love and Work: Why Adults Need to Play: New York, Scribner.

Notas

1 When I left the United States this morning, I told the people of my Nation that this journey reflects the diversity of a rapidly changing world. Cuando dejé los Estados Unidos esta mañana, le dije al pueblo de mi Nación que este viaje refleja la diversidad de un mundo rápidamente cambiante (La traducción es nuestra).
2 I have come not only to express our own views to the people of Poland but also to learn your opinions and to understand your desires for the future. He venido no sólo para expresar nuestra propia mirada al pueblo polaco, sino también para aprender de sus opiniones y para entender sus deseos para el futuro (La traducción es nuestra).
3 Una vez se le preguntó a Freud qué pensaba que una persona normal debería ser capaz de hacer bien. El interlocutor probablemente esperaba una respuesta complicada. Pero se dice que Freud, en la última etapa de su vida dijo: "Lieben und arbeiten" (amar y trabajar) (La traducción es nuestra).
4 Oh, simplemente no lo sé. Lo escuché en Viena y me impresionó. Nunca lo vi escrito en ningún lado. Y ahora algunas personas dicen que yo lo inventé. Si es así estoy orgulloso (La traducción es nuestra).
5 El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota es uno de los instrumentos más populares dentro de la psicología para evaluar la personalidad, las características psicopatológicas globales y específicas de la persona.
6 Obras completas.
7 Estoy haciendo mi trabajo.


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