Psicoanálisis

VERSIONES DE LA MADRE EN PSICOANÁLISIS

MOTHER VERSION IN PSYCHOANALYSIS

Yamila Meli
Universidad de Buenos Aires (UBA), Facultad de Psicología, Argentina
Melina V. Farje
Universidad de Buenos Aires (UBA), Facultad de Psicología, Argentina

VERSIONES DE LA MADRE EN PSICOANÁLISIS

Anuario de Investigaciones, vol. XXVII, pp. 303-306, 2020

Universidad de Buenos Aires

Recepción: 30 Marzo 2020

Aprobación: 20 Octubre 2020

Resumen: En un esfuerzo por distinguir la sexualidad femenina de la masculina, Freud formula un aspecto que sólo es determinante para la mujer: la intensa ligazón con la madre preedípica. A tal punto que sitúa el Complejo de Edipo como una “formación secundaria” en la niña y el “complejo materno” como la raíz del superyó femenino. Lacan extrae de dicha ligazón la referencia al estrago, perspectiva que articula con el Otro materno, su omnipotencia. Por otro lado, lo femenino va encontrando un lugar por fuera de la lógica Fálica a lo largo de su enseñanza hasta llegar a las fórmulas de la sexuación, donde, a partir de la lógica del no-todo, formula un goce propiamente femenino. El presente trabajo se propone interrogar el estatuto clínico de la relación entre la ligazón madre-hija y lo femenino en una mujer.

Palabras clave: Madre, Mujer, Estrago, Goce femenino.

Abstract: In an effort to distinguish female from male sexuality, Freud formulates an aspect that is only decisive for women: the intense attachment with the pre-Oedipal mother. In this sense, he places the Oedipus Complex as a “secondary formation” in the girl, and the “maternal complex” as the root of the female superego.

Lacan extracts from this attachment the reference to the ravage, a perspective that he articulates with the maternal Other, its omnipotence. On the other hand, the feminine thing finds a place outside Phallic logic throughout its teaching until it reaches the formulas of sexuation, where, based on the logic of not-all, it formulates a properly feminine jouissance.

The present work sets out to interrogate the clinical statute of the relation between the mother-daughter attachment and the feminine thing in a woman.

Keywords: Mother, Woman, Ravage, Feminine jouissance.

La fase preedípica de intensa ligazón madre.

Freud le otorga una relevancia fundamental a la fase preedípica de intensa ligazón madre en la niña, que denomina “Complejo materno” (Freud, 1915). Queda enlazado con el complejo de Edipo que ubica como secundario, como un desenlace de un largo y difícil proceso. La ligazón madre deja como secuela tantas ocasiones para fijaciones y predisposiciones que casi todo lo que más tarde hallamos en el vínculo con el padre preexistió con la madre.

En la mujer, la diferencia sexual anatómica es significada como falta, la envidia del pene se traduce en demanda a la madre que no encuentra satisfacción y acaba en odio: hostilidad hacia la madre, envidia, insatisfacción, rivalidad, sentimiento de inseguridad, reivindicación, celos como rasgos de carácter

Más allá de estos desarrollos, la sexualidad femenina queda indefinida para Freud, como se lo expresa a Marie Bonaparte, como un dark continent: “El gran interrogante que nunca ha sido respondido y que hasta ahora yo no he podido responder, pese a mis treinta años de indagación del alma femenina es: “¿qué quiere una mujer?” (Jones: 1955, 468).

Freud intenta desplegar este interrogante sobre lo enigmático y misterioso de la sexualidad femenina y postula tres salidas posibles del complejo de castración que quedan subsumidas bajo la lógica fálica: Inhibición o neurosis, que remite al extrañamiento o rechazo de la sexualidad; el complejo de masculinidad; y lo que Freud denomina la feminidad normal, es decir la salida por la vía del sustituto que colme la falta. Se trata de una equivalencia que Freud trabaja especialmente en la ecuación niño=falo. La feminidad se aproxima a la maternidad en la línea del tratamiento de la falta por la vía del falo: el deseo de recibir un hijo permanece en lo inconciente y “contribuye a preparar al ser femenino para su posterior papel sexual” (Freud, 1924: 186).

Freud no puede avanzar más allá de la envidia del pene como atolladero de un final de análisis para la mujer; cuestión que queda articulada con la fase de ligazón-madre preedípica. Es digno de destacar que el interés del fundador del psicoanálisis se dirija hacia “los mecanismos que se han vuelto eficaces para el extrañamiento del objeto- madre, amado de manera tan intensa como exclusiva” (Freud, 1931: 233). En varios lugares de su obra insiste la pregunta sobre aquello que separa a la niña de la madre, si bien señala que el punto está en el complejo de castración, no deja de mencionar que el complejo de Edipo es más prolongado en la mujer y que es frecuentísimo que nunca supere. Nos preguntamos entonces, ¿qué es lo que la mujer no supera?

Dos vertientes del estrago

En la enseñanza de Lacan pueden distinguirse dos dimensiones del estrago, la primera, se extrae del Seminario 4 y 5 y se formaliza en el Seminario 17. Remite al fantasma de devoración, a la ley caprichosa de la madre cuando aún no funciona la ley del padre que la introduce en el intercambio fálico: “el papel de la madre es el deseo de la madre. Esto es capital. El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre” (Lacan, 1969-1970 :118)

Esta línea del estrago sitúa que si bien el deseo de la madre hace estragos, el falo tiene una función de mediación, el padre opera como un límite.

La otra dimensión, surge de la lectura del texto El atolondradicho donde Lacan retoma los desarrollos freudianos sobre la sexualidad femenina y, en vinculación directa con la ligazón- madre dice: “La elucubración freudiana del complejo de Edipo que hace de la mujer pez en el agua, por ser la castración en ella inicial, contrasta con el hecho doloroso del estrago que en la mujer, en la mayoría, es la relación con la madre, de la cual parece esperar en tanto mujer más sustancia que del padre, lo que no pega con su ser segundo en este estrago” (Lacan, 1972: 489)

La clínica femenina ofrece varios ejemplos sobre la “espera” que deja a la mujer sumergida en el vínculo con la madre sin pasar al padre. En esta segunda referencia Lacan alude a la especificidad del estrago en la mujer a partir de la relación con la madre.

En esta línea, algunos autores proponen pensar el estrago a partir de un sin límite: el estrago en relación a un resto que escapa al falo, vinculado al goce suplementario, goce sin límites que arrasa, no articulado a la castración simbólica. Se trata de un goce que se siente y del que nada se sabe.

Según Brousse (2017), Lacan trabaja esta cuestión en el Seminario El deseo y su interpretación (1958-1959), en relación a la madre de Hamlet. “Se puede ver allí el surgimiento de un goce femenino, no reducible al deseo, y refractario al límite simbólico. El estrago puede aparecer en el punto de goce enigmático percibido en la madre por la hija, goce no limitado por el falo”.

En este sentido, Barros sostiene que ese goce envuelto en su propia contigüidad no conoce el no e impugna de modo permanente el valor de los semblantes fálicos. Así, se le cierra a la hija ese viraje que interesa a la constitución de su deseo (Barros, 2018).

Freud no dejó de observar que la incidencia de la ligazón materna en la constitución del superyó tiene hondas consecuencias en la hija mujer haciendo estragos en su sexualidad: la madre como “observadora desfavorable” y “perseguidora” en el “complejo materno”, puede tener el poder de mantener alejada a la mujer del varón, provocar una “denegación del goce sexual” y convertirse en el núcleo de los delirios paranoicos en la mujer (Freud, 1915).

La varidad de la madre[

Retomando la propuesta de los autores mencionados, nos preguntamos por los diversos modos en que se presenta en la madre la experiencia de un goce que escapa a la palabra.

Para ello, partiremos de una cita de Lacan que consuena con nuestros interrogantes clínicos:

En Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina dice: “conviene preguntarse si la mediación fálica drena todo lo que puede manifestarse de pulsional en la mujer y principalmente toda la corriente del instinto materno ¿Por qué no plantear aquí que el hecho de que todo lo que es analizable sea sexual no implica que todo lo que es sexual sea accesible al análisis?” (Lacan: 1958, 693)

Nos interrogamos sobre la relación entre la mujer y la madre partiendo de que no todo lo materno puede ser drenado por lo fálico, es decir, Lacan sugiere a partir de la referencia al “instinto”, que hay algo de lo real en la madre que escapa a la simbolización.

Además, esta referencia se orienta en la dirección de situar que no todo lo sexual es accesible a la palabra.

En La juventud de Gide, o la letra y el deseo (1958) Lacan se ocupa de la escisión madre- mujer en la figura de Medea, que frente a la traición de Jasón mata a sus hijos a quienes amaba, ultrapasa los límites y sacrifica lo más preciado, los bienes, el tener. De modo que su posición de mujer se distancia subjetivamente de su posición de madre en tanto que tiene. Así, concluye que el acto de lo que denomina “la verdadera mujer” tiene la estructura del acto de Medea.

Colette Soler postula que la variedad de figuras de la madre se despliega entre dos extremos: de la madre demasiado madre que encierra al niño, a la madre demasiado mujer: “entre la posesividad tan a menudo denunciada y el abandono que frecuentemente se percibe en menos.” (Soler, 2007: 145).

Respecto del todo madre, el niño viene como tapón a colmar la falta, se trata de la madre completamente ocupada del niño que hace de él su rehén fálico. Esto se vincula con la primera de las dos dimensiones del estrago mencionada. En otro extremo, el deseo femenino vuelve a la madre ausente, se trata de una madre que no se ocupa para nada del niño.

Hasta acá, para pensar la relación entre la mujer y la madre, partimos del pegoteo freudiano, donde la maternidad es la salida femenina frente al encuentro con la castración; para luego, con Medea dirigirnos a la madre como lo más alejado que existe de una mujer. Continuando el recorrido, nos dirigimos hacia la variedad de las figuras de la madre que se despliegan entre los dos extremos. Es decir, se puede plantear como hipótesis que la parte del “no-todo” ex-siste en la posición de madre.

Creemos que es fundamental, siguiendo la línea de pensar la articulación madre-mujer, trascender la perspectiva de la madre fálica que se encuentra colmada con su fetiche y considerar que “el niño no sólo colma sino que divide” (Miller, 2005). Es causante de una división entre madre y mujer en el sujeto femenino que accede a la función materna. Es decir, se es hijo de una madre pero también de una mujer. El complejo de castración no es otra cosa que el descubrimiento de la mujer que habita en la madre. Sobran referencias clínicas que den cuenta de la división que causa el niño en la madre, para quien ese lazo, no siempre cumple la función de estabilización.

Según Barros, siempre hay una inadecuación respecto del objeto hijo, porque el objeto de deseo como tal, maternal o no, no existe ab initio. Lo que hay desde el principio es la falta de objeto, no hay instinto materno, siempre se tratará de un encuentro signado al azar. No obstante, siempre hay un resto en el hijo que es extraño (Cf. Barros, 2018). Por ejemplo, en el aspecto de medusa de la mujer parturienta no se puede desconocer la nota de estupor , que oscila entre el pavor y el encanto (cf. Soler, 2007). Esta referencia clínica refleja la oscilación misma que acompaña la experiencia de la maternidad en todo momento.

Afín a nuestra discusión, situamos la idea de Lacan en el Seminario 10 La angustia donde señala que la mujer está con respecto a su goce “doblemente gobernada” (Lacan, 1962-63: 279), anticipo de la mujer gobernada por el goce femenino. Hay autores que se preguntan por la incidencia del “doblemente gobernada” en la relación madre hijo y concluyen que, lejos de pensar la madre y la mujer en extremos opuestos, la estabilidad madre-hijo se esclarece por su función de anclaje fálico que compensa el extravío del goce femenino. El goce femenino quedaría intervenido por la huella de la maternidad como acontecer corporal. Podemos situar aquí la experiencia de ciertas mujeres en quienes la maternidad hace las veces de carretera principal.

Reflexiones finales: el real de la maternidad.

Partimos de la relación preedípica en la mujer, recorrimos las dimensiones del estrago madre-hija, para bordear la experiencia libidinal de la maternidad a partir del clivaje madre-mujer. El recorrido nos condujo a la idea de que en la madre está en juego, tal como señala Freud y recupera Lacan, el modo en el cual el complejo de castración conduce a una mujer hacia la ecuación simbólica hijo=falo; que puede operar como anclaje al goce femenino sin colmarla toda.

Pero también, y no con menor importancia, la experiencia de la maternidad implica una acontecimiento de cuerpo y allí reside lo más real del asunto, en que hay algo que escapa a la mediación fálica. No sólo el embarazo, parir, amamantar, el puerperio sino también la angustia de los primeros tiempos que surge del encuentro con la maternidad. Angustia que no se corresponde con la angustia de castración sino que se trata de la angustia ante lo real del goce forcluido, que bordea la angustia de castración propiamente dicha pero se distingue de ella. Esto es lo que muchas veces hace que ella huya del análisis y se autorice unas vacaciones de palabras, no todo puede ser atribuído a la restitución fálica. Reencontramos aquí lo sexual que queda por fuera del análisis. Es decir, un punto fundamental que retoma lo planteado en Ideas directrices: el falicismo habla y se transmite por signos, al contrario el no-todo calla, su silencio es absoluto y se encuentra en los márgenes de todo lo que se ordena en la serie fálica.

BIBLIOGRAFÍA

Barros, M. (2018) La madre. Apuntes lacanianos. Buenos Aires: Grama.

Brousse, M-H. (2020) Lo femenino. Buenos Aires: Tres Haches.

Brousse, M-H. (2017) Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación con la madre. En Ética y cine. Vol 7, Nº 2. p 29-35.

Freud, S. (1915) Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica. En Obras Completas, tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1925) Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos. En Obras Completas, tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1931) “Sobre la sexualidad femenina”. En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu.

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Lacan, J. (1958) Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina. En Escritos 2. Buenos Aires: siglo XXI.

Lacan, J. (1958) La juventud de Gide o la letra y el deseo. En Escritos 2. Buenos Aires: siglo XXI.

Lacan, J. (1958-1959) El Seminario. Libro 6: El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1962-1963) El seminario. Libro 10: La Angustia. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1972-1973) El Seminario. Libro 20: Aún. Buenos Aires: Paidós.

Miller,J-A. (2005) Eo niño entre la mujer y la madre. Virtualia revista digital de la Escuela de la Orientación Lacananiana, año IV, Nº 13 http://www.revistavirtualia.com/articulos/562/virtualia-13/el-nino-entre-la-mujer-y-la-madre

Miller, J-A. (1993) De mujeres y semblantes. Buenos Aires: Cuaderno del pasador.

Soler, C. (2007) Lo que Lacan dijo de las mujeres. Buenos Aires: Paidós.

Notas

1 Lacan en el seminario 24 condensa las palabras vérité (verdad) y variété (variedad) formulando el neologismo varité (varidad) para dar cuenta de la dimensión de verdad como variable en el síntoma.
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