Presentación
La masonería y la educación obligatoria y laica, han alimentado las fantasías de los adversarios de la orden masónica y, de igual forma, las de los masones mismos.
En Francia, por ejemplo, perdura y persiste la idea de que la instauración de la escuela republicana en el siglo XIX fue obra de la masonería francesa. Es bien cierto que, durante el segundo imperio y la tercera república, la red de logias masónicas permitió el debate entre republicanos(2) en el momento en que se pensó en poner la educación pública, gratuita, obligatoria y laica, bajo la égida del ministro y masón Jules Ferry (1881-1882). Pero, aparte de esta importante contribución de la masonería, no se puede pensar que existiera un “plan masónico” para volver laica la educación pública(3), contrariamente a lo que afirman los que creen en el complot masónico y, en ocasiones, los masones mismos(4). Esto también puede decirse para la cuestión de la laicidad que, contrario a lo que pudiera pensarse, dividió profundamente a los masones, en especial cuando se debatió la libertad de enseñanza o incluso la laicización de los programas(5). Podría pensarse que, dada la diversidad entre republicanos y masones, en las logias masónicas fue posible el encuentro y el debate entre dichas diferentes tendencias republicanas y librepensadoras, en añadidura a las discusiones parlamentarias. Claro que otras asociaciones y círculos desempeñaron un papel de naturaleza similar, pero la función que cumplieron las logias fue sin duda esencial en los primeros momentos de la institución de la educación pública en Francia.
Al día de hoy, ninguna revista científica había puesto la mirada en el tema “masonería y educación”. Este es, precisamente, el objeto de este número especial e internacional de REHMLAC+. La propuesta es analizar la naturaleza de esta relación, alejándose de los mitos y de los discursos incendiarios. A la luz de los estudios de casos europeos como Francia, España e Italia, pasando por el Medio Oriente mediterráneo o el esoterismo teosófico, y cruzando el Atlántico hasta Argentina, Chile o Costa Rica, los autores nos invitan a formarnos una concepción relativa de este lazo.
Cualesquiera que sean los países estudiados, la masonería parece estar a la vanguardia de los cambios que no ha podido provocar debido a su gran heterogeneidad. A final de cuentas, ¿se ha beneficiado la masonería de no haber sido la instigadora de un movimiento, en el que ha tenido participación importante, pero que la ha rebasado por mucho? Esta pregunta, hecha a la luz de este panorama internacional, no tiene la intención de menoscabar el papel de la masonería en la formación de la escuela. Las logias masónicas indudablemente ayudaron a pensar la educación, pero es inútil perpetuar el mito de una masonería todopoderosa y conspiradora para valorizar dicho papel, que de cualquier forma fue esencial.
¡Qué lo disfruten!
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