Dossier
Presentación
Presentación
Universidades, núm. 74, pp. 2-3, 2017
Unión de Universidades de América Latina y el Caribe
Presentación
La desigualdad está anidada en nuestras sociedades latinoamericanas de múltiples formas, en diversas escalas y bajo formas culturales simbólicas que conllevan a que sea asumida como fatalidad en distintos sectores sociales. La educación, como herramienta de movilidad social y posicionamiento cultural, ha desempeñado un papel significativo en cerrar brechas y asimetrías, pero nos falta mucho. En efecto, las múltiples formas que asume la desigualdad, en la propia escala de la educación superior, pone a discusión la efectividad del modelo educativo, la vinculación con las políticas públicas y las prácticas sociales que reproducen la desigualdad.
En la tradición liberal clásica, la educación jugaba en favor de una ciudadanía de derechos y una prosperidad de sectores excluidos. En la sociedad moderna del conocimiento, como explica Stiglitz, es “condición crear una sociedad abierta, democrática e incluyente”, es decir, un reto formidable donde las universidades están implicadas como actores relevantes, pero no exclusivos: el fortalecimiento de la educación superior va encaminado con políticas de equidad, pluralidad y cambio sustantivo de los patrones de reconocimiento social de la innovación y la educación significativa para la igualdad.
Las experiencias analizadas en este número dan testimonio de la difícil trayectoria de reconstitución democrática y desigualdad, como en el caso de Chile analizado por O. Espinoza, donde la salida de un régimen autoritario ha dado lugar para que el mercado haya suplido el acceso diferenciado, pero sin transformar social y simbólicamente la desigualdad: los ricos disfrutan de una educación cualitativamente mejor que los pobres, a un coste proporcionalmente menor. Espinoza aplica un modelo multimodal de equidad e igualdad, que despliega elementos de juicio más allá de la cobertura, para poner el acento en la relación equidad/calidad educativa, entre quintiles extremos de ingresos.
El mercado educativo, de calidad dudosa, ha suplido la inversión en educación pública y en consecuencia domina dos terceras partes de la matrícula chilena: la aparente equidad en el acceso no resuelve la desigualdad respecto al conocimiento significativo que ofrece oportunidades de ascenso social, acorde con la justicia distributiva. La equidad atiende a iguales necesidades, capacidades y logros: la calidad educativa importa y marca las diferencias.