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ENDOCRINOLOGÍA INFANTOJUVENIL EN VENEZUELA. RESEÑA HISTÓRICA
Revista Venezolana de Endocrinología y Metabolismo, vol. 19, núm. 2, pp. 70-72, 2021
Sociedad Venezolana de Endocrinología y Metabolismo

Palabras de inauguración del XXI Congreso Venezolano de Endocrinología y Metabolismo “Dr. Roberto Lanes”. Caracas, septiembre 2020

Las primeras noticias de esta especialidad recuerdo haberlas tenido cuando hacía mi curso de Postgrado en Pediatría en el Hospital Universitario de Caracas los años 1961, 62 y 63, siendo jefe del Servicio el ilustre pionero de la Pediatría Venezolana el Dr. y Profesor Pastor Oropeza, especializado en Francia, quien escribió un libro titulado “El Niño”, en su Carora natal, libro que fue leído por el Ministro de Sanidad en tiempos del Presidente de la República el General Eleazar López Contreras, quien pronunció la certera frase: “un hombre que es capaz de escribir este libro en Carora, a 40 grados de temperatura, debe estar en Caracas a nuestro lado” y lo trajo a ser uno de los primeros Directores del incipiente Hospital de Niños, ubicado al lado del Hospital Vargas, hoy Hospital de Niños José Manuel de los Ríos. Estuvo acompañado de eminentes pediatras profesores como los doctores Espíritu Santos Mendoza, Ernesto Vizcarrondo, Miguel Raga, especializado en EEUU y acertado pionero de la Nefrología, Eduardo Urdaneta dedicado especialmente a la Neumonología Infantil, un libro abierto a todos nosotros, Ernesto Figueroa, de los primeros epidemiólogos e infectólogos de nuestro país, Luis Vega Wonsiedler, también especializado en EEUU y quien nos enseñó las bases de la moderna hidratación intravenosa. También recordamos con mucho respeto al Dr. Hernán Méndez Castellano, con profundos conocimientos pediátricos y pionero de la Antropometría, fundador de Fundacredesa, con Mercedes López (Checheta), con gran espíritu didáctico y excelente amigo. Con toda seguridad se me escaparán algunos profesores igualmente famosos, pero ya la memoria con tanto kilometraje recorrido no da mucho más.

Pero he dejado a exprofeso de último a quien realmente viene al caso, el verdadero pionero de la Endocrinología Infantil en Venezuela; allí brilla un PROFESOR, con todas las mayúsculas bien puestas, como lo fue el Dr., mi maestro, ductor e inspirador GUILLERMO TOVAR ESCOBAR, quien, especializado en los EEUU, trajo las primeras gráficas de Crecimiento y Desarrollo con las cuales nos enseñaba cuáles niños tenían problemas de esta índole, cuáles exámenes ordenar, qué hacer en cada caso. Así conocimos el libro para lectura de edad ósea de Greulich y Pyle, aún vigente y que nos ayuda a diario en nuestro trabajo.

En ese tiempo, visitó Caracas el Profesor Joppich, Rector de la Universidad de Góttingen y Jefe del Departamento de Pediatría, en Alemania Occidental; en su entrevista con el Dr. Oropeza manifestó que estaría complacido en que uno de los alumnos fuese a su Servicio de Endocrinología en Góttingen, y fui seleccionado. Luego de mi entrenamiento básico, el Profesor Joppich me refirió al Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Hamburgo a cargo del Profesor y Rector Dr. Shäffer, autor de un nutrido tratado de Pediatría. Fui adscrito al Servicio de Endocrinología con los Profesores Bierich, Blunk, y otros más. Luego, el Prof. Shäffer consideró que yo debía continuar con el Profesor Prader en el Kinder Spital de Zürich, Suiza donde concluí mi curso. A mi regreso a Venezuela me presenté a las autoridades, y al cabo de algunos meses ingresé como Endocrinólogo y Pediatra en el recién construido Centro de Recuperación Nutricional “Menca de Leoni” y luego como jefe de la División de Educación del Instituto Nacional de Nutrición.

En el Hospital de Niños José Manuel de los Ríos funcionaba una consulta de Endocrinología, eran 3 médicos que operaban aisladamente, el Dr. Rodríguez, médico general que venía del exilio, el Dr. Rafael Santander Santi, endocrinólogo de adultos con magnífica formación en París en la parte infantil, muy inteligente y leído y el Dr. Arnobio Padua Coronel, también de adultos e igualmente muy preparado en niños. Corría el año 1975 y el último nombrado, a los pocos meses, me comunicó que renunciaría y que entrara yo, ya que era el primer pediatra que ingresaba al país con curso de Endocrinología Infantil en el extranjero. A la vez, me hizo ingresar al Hospital San Juan de Dios para encargarme de la consulta de Endocrinología Infantil la cual ejercí durante 24 años ad honorem.

En el Hospital de Niños muy pronto ingresaron excelentes especialistas en nuestra materia, como son la Dra. Matilde García de Blanco, preparada en Barcelona, en el Hospital Vall d’ Hebron, y en París, en el Hospital Saint Vincent de Paul. También el Dr. Peter Gunczler formado en Nueva York y el Dr. Roberto Lanes proveniente de Baltimore y Nueva York, excelente especialista y gran investigador. Como Jefe de Servicio quedó designado el Dr. Rafael Santander, quien lo condujo muy eficientemente hasta su muerte prematura. A partir de ese momento ejercí la jefatura del Servicio hasta 1995 cuando fui jubilado. Me han sucedido en esta jefatura las Dras. Matilde García de Blanco, Loida Gaffaro de Valera, Nora Maulino y quien lleva la jefatura actualmente, Marvelys Pérez.

Con ayuda del hospital se adquirieron importantes equipos para nuestra especialidad, tales como Estadiómetros de Harpender para niños en bipedestación y también infantómetros y calibradores para medición de pliegues cutáneos, balanzas, negatoscopios Picker, equipos de proyección para la sala de reuniones y la de conferencias que lleva el nombre del Dr. Rafael Santander Santi. Se implementó el novedoso concepto que trajo de Francia la Dra. Matilde García de Blanco, el cual consiste en la creación del Hospital de Jour, de hacer estudios de día y enviar los niños a su casa en la noche; se destinaron ocho camas para estas pruebas dinámicas.

Pronto se dio inicio a los cursos de postgrado en Endocrinología de Niños y Adolescentes, primero en Venezuela, gracias al denodado esfuerzo del jefe de servicio y adjuntos que trabajamos en este sentido. Paralelamente, en áreas del Laboratorio Central del Hospital, se fundó un moderno laboratorio para mediciones hormonales el cual fue por largo tiempo dirigido por la Licenciada Marisol Bolívar. Las primeras egresadoas fueron las Dras. Loida Gaffaro de Valera, Carmen Rojas, Ileana Malagola, Gisela Merino y Nora Maulino. Así, han egresado hasta la fecha cerca de 50 especialistas esparcidos en la capital y en el interior del País, brindando atención que no existía antes. Larga sería la lista de sus nombres. Al poco tiempo supimos del regreso al país de mi compañera de Pediatría la Dra. Evelyna Fonseca, quien formó junto con el Dr. Julio Montero el Servicio de Endocrinología en el Hospital Central de Maracaibo y quienes por muchos años rindieron muy buen trabajo.

Volviendo a la historia, creo que debemos recordar algunos datos interesantes: a comienzos de los 60 cuando comenzamos nuestras labores, con lo único que contábamos para diagnosticar un simple hipotiroidismo era, aparte de la anamnesis y el examen clínico, con la medición del iodo unido a proteínas (PBI) para obtener un T4 total muy aproximado; se trataban los casos con Tiroides Armour que era un extracto de glándulas tiroideas bovinas, desecadas y pulverizadas. Comenzamos a hacer pruebas rudimentarias para medición de Hormona de Crecimiento; la primera prueba de hormona de crecimiento estimulada con insulina hecha en el país, que tengamos noticias, la hicimos en el Instituto Diagnóstico en San Bernardino el Dr. Elías Zissman y yo, que trabajé por 45 años allí; fue realizada en una niña de Valera, quien resultó deficiente. Estos pacientes con deficiencia se trataban con extractos hipofisarios de pituitarias de cadáveres, pero bien pronto se observó la aparición de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, neurodegenerativa, ocasionada por un virus lento que no tenía tratamiento.

Pronto vino la época de oro de nuestra especialidad. Abundaron los laboratorios que promovían y subvencionaban reuniones, congresos, giras al interior del país y a países muy lejanos allende los mares. Colaboraban trayendo investigadores de Europa, toda América, y de otras partes del mundo, nos proveían de trabajos impresos, panfletos, gráficas, charlas de expertos de aquí y del extranjero. Fuimos a congresos en Nueva York, Cancún, México, Curazao, Manila, Cartagena, Lima, Argentina y algunos fueron hasta Israel y otros a países de Europa. Asimismo, aparecieron modernos tratamientos y medicamentos de toda índole, entre ellos la Hormona de Crecimiento recombinante. Algunos productos muy costosos eran subvencionados, aún hoy en día quedan algunos. En materia de exámenes de laboratorio, se realizaban en laboratorios privados y públicos, se traían reactivos del extranjero, se enviaban algunas muestras a Palo Alto, California y a otros países como España, para investigar trastornos metabólicos y/o genéticos específicos.

Luego y más rápido que lentamente, las cosas fueron cambiando en nuestro País. Menguaron todas las situaciones buenas que hemos nombrado, fueron desapareciendo las becas, cerraron la mayoría de laboratorios que tan buen soporte nos proveían, escasearon y se encarecieron los medicamentos, la diáspora se llevó un enorme porcentaje de los pacientes, emigraron muy buenos especialistas, y así hemos llegado a la situación que todos conocemos hoy en día. Paramos aquí porque no queremos ni pensar el final, pero esperamos que sea pronto y volvamos a ser lo que éramos y lo que todos desearíamos volver a ser y aún mejor. Dios es grande y misericordioso.



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