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Repensar el futuro implica arriesgarse a actuar
Nos encontramos en un mundo complejo, un tejido de relaciones entre personas y generaciones, donde el pasado se entrelaza con el presente, donde el hoy es fruto de las visiones, decisiones y acciones de las personas que nos han precedido.
Es un mundo bello y, a la vez, atormentado. Es nuestra herencia, y nuestra misión.
En esta edición Salus ha seleccionado para el Tópico de Actualidad a dos miembros del equipo de la unidad de perinatología de la universidad de Carabobo, Fedor Simón Gómez y Marisol García de Yeguez para tratar este interesante tema de actualidad.
Comité Editorial Salus
El siglo XXI se presenta a su vez lleno de paradojas: la libertad y facilidad de movimiento se contrapone a fenómenos como los desplazados y los cierres de fronteras. El mito de la globalización, de un mundo en continuo intercambio y relación, se detiene frente a los miles de personas que escapan de las guerras y de la pobreza, buscando un nuevo lugar donde hacer crecer sus familias y sus vidas. Al mismo tiempo, el mundo de la información y de la tecnología fomenta una igualdad global que contrasta con las grandes desigualdades sociales actuales. La gran revolución de las comunicaciones móviles está conduciendo –en muchos casos– a un creciente individualismo y aislamiento social. La velocidad parece limitar el conocimiento y la profundidad en las relaciones, aumentando un ritmo de vida que tiende a lo superficial y se encuentra cada vez más carente de raíces profundas.
Por estos motivos, se hace necesaria una reflexión sobre el fenómeno “movilidad” y sus consecuencias para la persona. La necesidad de atender con verdadera comprensión y espíritu humano a las personas que están sufriendo el drama de la guerra o del hambre en sus países de origen, las enfermedades y dificultades que millones de refugiados han tenido que sobrepasar, les hace dignos y necesitados de un trato lleno de caridad. A su vez, el creciente mundo digital, lleno de oportunidades y de beneficios, es también un mundo repleto de riesgos y peligros para el ser humano, que tiende a esconderse tras “los dígitos” y ahoga su capacidad de relación personal sin apenas darse cuenta.
Ahora bien: ¿Está el hombre creado para cambiar el mundo? ¿Es el libre hecho de escoger lo que nos hace participes de la historia del mundo? ¿Está el hombre moderno en plenas facultades racionales (con voluntad e inteligencia) apto para ejercer en el mundo un papel protagónico y decisivo en la historia de la humanidad? Sencillamente, sí. El hombre esta creado para ser un agente de cambio en la sociedad. Históricamente no es posible un deseo más grande para el ser humano que cambiar la sociedad y vivir en pleno bienestar.
Fedor Simón Gómez
Unidad de Perinatología. fedorsimonjose@gmail.com
La vida es una historia que se escribe en primera persona, pero nadie puede escribirla sin contar con los demás, ninguna vida humana es una vida aislada, sino que se entrelaza con otras vidas. Ninguna persona es un verso suelto
Durante la etapa como universitario, se irán adquiriendo las herramientas necesarias para entender la historia y escribir el siguiente capítulo. Herramientas indispensables son la escucha y la memoria, que nos llevan a apreciar la oportunidad de encontrar diálogo, apertura, intersubjetividad. Se despierta la pasión por el mundo y surgen las respuestas verdaderas a los problemas. Hacen falta conversaciones y amigos que colaboren para cambiar este mundo. Una sola persona es suficiente para que la esperanza exista, y esa persona puedes ser tú. Y entonces habrá otro “tú” y otro “tú”, y se convertirá en un “nosotros”. La esperanza comenzó con un tú… cuando hay un nosotros, comienza una revolución.
Hace 50 años, la inquietud de los jóvenes los empujó a protagonizar una revolución que derrumbó muchos puntos de referencia de la sociedad, pero sin proponer soluciones constructivas. En la búsqueda de respuestas se llegó a confundir libertad con desenfreno y así, las protestas estudiantiles de mayo del 68 cayeron cortas para la auténtica grandeza de la persona humana.
Hoy en día la palabra ‘revolución’ es una invitación al cambio y un cierto temor al mismo. Pero los jóvenes son valientes; y no toda revolución es necesariamente, una amenaza. ¿Acaso no es humano percibir las insuficiencias del presente y actuar para superarlas? Para que un cambio sea eficaz, cada paradigma necesita su reflexión. Si no llegamos a las causas, principios y fines que sostienen la dignidad
de todos los hombres, la revolución no conseguirá su meta, terminará en el caos y en los escombros. Es necesario estar a la altura de lo que nos toca. Repensar el futuro comienza contigo y, ahora. El mundo te interpela. La simple denuncia de los problemas, no sirve.
Descubramos a los “héroes” de nuestro entorno -gente que detectó un problema y supo convertirlo en oportunidad para el bien- para agradecerles y aprender de su sabiduría. La innovación bebe de las raíces profundas de la tradición. Nos damos cuenta de que si vemos más lejos, es porque hemos subido a hombros de gigantes… y ahora nos pasan el relevo.
¿Pondrás en juego tu creatividad, iniciativa y coraje? ¿Querrás convertirte en protagonista de la historia? Este reto requiere pensar en profundidad, descubrir las causas de esa situación negativa y los diferentes modos de afrontarlas; es necesario informarse bien, no actuar sobre suposiciones y contar con el tiempo: las cosas no cambian de un día para otro. Son necesarios el compromiso y la ilusión para lograr hacer algo y, ¡hay tanto por hacer! Piénsalo: si no eres tú, ¿quién? Y si no es ahora, ¿cuándo?
A lo largo de la historia sucesos imborrables han marcado la vida de la sociedad, ya sea bien unos hechos maravillosamente creados o naturalizados por el hombre. El hombre, puede llegar a ser una fuente inagotable de progreso, si es este el caso que su razón le permite o bien, puede ser un objeto de destrucción. Desde los comienzos de la historia de la humanidad el hombre, no busca más que el bien, ya sea colectivo o individual, pero que al fin y al cabo ha sido un bien. Hoy en día no es muy común buscar el bien, o quizá ya no conocemos lo que está bien y lo que está mal.
La voluntad del hombre explicado que por su misma naturaleza está orientada al bien en general, es decir, la felicidad. Sin olvidar, que el hombre en su libre albedrio es capaz de decidir en cómo implementar esta voluntad, eligiendo una conducta determinada. “El libre albedrío no es algo distinto de la voluntad, sino la voluntad misma en el ejercicio de la elección de los medios para conseguir su fin, la capacidad por la que un “hombre” es capaz de juzgar libremente, en cuanto a la elección de los medios que le permiten alcanzar el fin de su conducta. ¿Cuándo formamos parte de este libre albedrio transformador?
Es, en la juventud cuando uno está abierto a captar tanto la grandeza como la imperfección del mundo en el que vive. La capacidad de asombro ante tantas realidades nuevas, experimentadas por primera vez, convive con la insatisfacción y la frustración que nacen de percibir las injusticias tan abundantes que también se dan. Los años en la universidad son la mejor oportunidad para compartir con otras personas, que se encuentran en este mismo momento vital, los sueños, ilusiones, miedos, inseguridades…pero sobretodo, el anhelo por cambiar el mundo para hacer de él un lugar más justo.
Dados los acontecimientos actuales, parece que ahora es también un buen momento para luchar por un cambio de paradigma que posibilite construir un futuro más esperanzador. Teniendo en cuenta que las ideologías cada vez proliferan más, y que ninguna de ellas hace justicia a la auténtica grandeza de la persona humana, por ser la mayoría de las veces visiones reduccionistas del hombre, resulta acuciante la existencia de un movimiento de jóvenes que haga suya esta tarea. Será necesario que dediquen tiempo al estudio y la reflexión, así como a interiorizar toda la experiencia humana alcanzada hasta el momento, para poder conocer la verdad más profunda del corazón humano y así poder proponer, en los diversos ámbitos de la vida social, modelos que solucionen los problemas actuales y que promuevan el bien común de los ciudadanos.
El siglo XXI se presenta a su vez lleno de paradojas: la libertad y facilidad de movimiento se contrapone a fenómenos como los desplazados y los cierres de fronteras. El mito de la globalización, de un mundo en continuo intercambio y relación, se detiene frente a los miles de personas que escapan de las guerras y de la pobreza, buscando un nuevo lugar donde hacer crecer sus familias y sus vidas. Al mismo tiempo, el mundo de la información y de la tecnología fomenta una igualdad global que contrasta con las grandes desigualdades sociales actuales. La gran revolución de las comunicaciones móviles está conduciendo a un creciente individualismo y aislamiento social. La velocidad parece limitar el conocimiento y la profundidad en las relaciones, aumentando un ritmo de vida que tiende a lo superficial y se encuentra cada vez más carente de raíces profundas.
Por estos motivos, se hace necesaria una reflexión sobre el fenómeno “movilidad” y sus consecuencias para la persona. La necesidad de atender con verdadera comprensión y espíritu humano a las personas que están sufriendo el drama de la guerra o del hambre en sus países de origen, las enfermedades y dificultades que millones de refugiados han tenido que sobrepasar, les hace dignos y necesitados de un trato lleno de caridad. A su vez, el creciente mundo digital, lleno de oportunidades y de beneficios, es también un mundo repleto de riesgos y peligros para el ser humano, que tiende a esconderse tras “los dígitos” y ahoga su capacidad de relación personal sin apenas darse cuenta.
Ahora bien: ¿Está el hombre creado para cambiar el mundo? ¿Es el libre hecho de escoger lo que nos hace participes de la historia del mundo? ¿Está el hombre moderno en plenas facultades racionales (con voluntad e inteligencia) apto para ejercer en el mundo un papel protagónico y decisivo en la historia de la humanidad? Sencillamente, sí. El hombre esta creado para ser un agente de cambio en la sociedad. Históricamente no es posible un deseo más grande por el ser humano que cambiar la sociedad y vivir en pleno bienestar.