INVESTIGACIONES

Ambiente y vejez. Oportunidades de empoderamiento desde una perspectiva ambientalmente sustentable

Environment and old age. Opportunities for empowerment from an environmentally sustainable perspective

Meio ambiente e velhice. Oportunidades para o empoderamento de uma perspectiva ambientalmente sustentável

Beatriz Carrera
Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Instituto Pedagógico de Caracas, Venezuela. Centro de Investigación en Ciencias Naturales Manuel Ángel Sponga. Línea: Representaciones SocialesVenezuela

Ambiente y vejez. Oportunidades de empoderamiento desde una perspectiva ambientalmente sustentable

Revista de Investigación, vol. 43, núm. 98, 2019

Universidad Pedagógica Experimental Libertador

Recepción: 01 Febrero 2019

Aprobación: 01 Septiembre 2019

Resumen: Se busca una aproximación a las representaciones sociales que jóvenes y adultos venezolanos tienen sobre la vejez y la posibilidad de lograr un empoderamiento ambientalmente sustentable. Se realizó una investigación de campo de tipo descriptiva, dentro del paradigma interpretativo. Mediante un guion de preguntas se realizaron entrevistas cualitativas a seis jóvenes y seis adultos mayores. Se encontró que los participantes identifican el concepto de vejez apoyando las teorías por pérdidas como por ganancias; manifestaron preferencia por vivir con la familia y no en instituciones; perciben entornos urbanos poco accesibles y aunque en Venezuela existen políticas y programas para el adulto mayor, se sienten desasistidos. Se resalta la necesidad de acciones para mantenerlos con una vida activa y útil. Se concluye que la mejora del entorno ambiental (hogar, institución, medio externo) podría contribuir al incremento de oportunidades para lograr mayor independencia, empoderamiento y calidad de vida.

Palabras clave: Vejez, empoderamiento, representaciones sociales, ambiente.

Abstract: This work is aimed to find an approach to the social perception that Venezuelan youth and adults have about elderliness and the possibility of achieving an environmentally sustainable empowerment. A descriptive field research was carried out within the interpretive paradigm. Through a script of questions, qualitative interviews were conducted with six young people and six elderly people. They identify the concept of old age supporting both loss and profit theories. Preference is detected for living with the family and not in institutions; there are perceived inaccessible urban environments and the existence of inadequate architectural designs, together with the lack of maintenance; in terms of policies and programs, they feel unattended. It is concluded that the presence of these factors affects the autonomy of the elderly and it limits the possibilities of making their own decisions, i.e. of achieving more independence, empowerment and life quality.

Keywords: Elderliness, empowerment, social representations, environment..

Resumo: Este trabalho pesquisou a compreensão das representações sociais que jovens e adultos venezuelanos têm sobre a velhice e a possibilidade de alcançar um empoderamento ambientalmente sustentável. Uma pesquisa de campo descritiva foi realizada dentro do paradigma interpretativo. Por meio de um roteiro de perguntas, foram realizadas entrevistas qualitativas com seis jovens e seis idosos. Verificou-se que os participantes identificam o conceito de velhice apoiando as teorias por perdas como por ganhos; Eles expressaram uma preferência por viver com a família e não em instituições; eles percebem ambientes urbanos inacessíveis, assim como a existência de projetos arquitetônicos inadequados, juntamente com a falta de manutenção; em termos de políticas e programas, eles se sentem desassistidos. Conclui-se que a presença desses fatores afeta a autonomia dos idosos e limita as possibilidades de tomada de decisões, ou seja, maior independência, empoderamento e qualidade de vida.

Palavras-chave: Velhice, empoderamento, representações sociais, Ambiente.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo forma parte de uno de los objetivos del proyecto “Vejez y empoderamiento de adultos mayores. Representaciones sociales de jóvenes y adultos venezolanos”, con financiamiento parcial del Vicerrectorado de Investigación y Postgrado de la UPEL, adscrito a la línea Representaciones Sociales del CICNAT, UPEL-IPC, y que se desarrolla ante la necesidad de buscar opciones que favorezcan las condiciones de vida de los adultos mayores.

Para contribuir en esta búsqueda el propósito de esta investigación es hacer una aproximación a las representaciones sociales (RS) que jóvenes y adultos tienen sobre la vejez y la posibilidad de empoderamiento desde una perspectiva ambientalmente sustentable.

Algunos conceptos relacionados con el tema: vejez, envejecimiento, representaciones sociales, empoderamiento, perspectiva ambiental, entre otros, se han considerado en el desarrollo del artículo.

Con relación al concepto de vejez, según Rodríguez (2011) es una condición o etapa de la vida que se ubica según la cronología de edades; mientras que envejecimiento sería un proceso que se vive desde el nacimiento y durante todas las etapas del ciclo de vida. Este proceso se caracteriza por diferentes cambios y transformaciones que aparecen en el individuo, a niveles físicos y mentales, como una consecuencia de la acción del tiempo.

Por otra parte, Martin (2011-2012) señala que:

…aunque cada sociedad tiene un modelo de vejez acorde con sus valores, este concepto ha oscilado básicamente entre dos posturas contrapuestas: la que asocia la vejez a la experiencia y el conocimiento y otra que la interpreta negativamente como una época de deterioro y antesala de la muerte (p. 3).

Para este autor, las interpretaciones sobre imagen y autoconcepto de vejez señalan que los cambios biológicos suponen pérdidas y también ganancias, pues hay funciones que a medida que aumenta la edad experimentan una mejora (el conocimiento acumulado, la riqueza verbal y la comprensión del lenguaje), algunas sufren un decrecimiento (las capacidades que exigen versatilidad para enfrentarse a las situaciones nuevas) y otras funciones se estabilizan (la personalidad).

En la presente investigación es relevante resaltar que en el caso de las teorías que definen la vejez por perdidas, el funcionalismo nos define como una sociedad organizada con base en la productividad. Desde esta perspectiva los adultos mayores son considerados una carga social y familiar.

Según Martin (2011 - 2012):

Conscientes de esa realidad y de su progresión, en las sociedades se comenzaron a aplicar medidas compensatorias para dar respuesta a las demandas y necesidades de los ancianos y ancianas que se veían privados de autonomía física, económica, psicológica o cognitiva. Con este objetivo surgieron las residencias de la tercera edad (p. 8-9)

Es a finales del siglo XIX cuando se inicia el interés científico por la vejez con el surgimiento de la Geriatría médica centrada en los aspectos del declive biológico. Posteriormente, surge una nueva disciplina dentro de las ciencias del comportamiento, la Gerontología, que suma causas sociales, psicológicas y psiquiátricas a los aspectos puramente médicos del estudio de la vejez.

Biológicamente la vejez ha sido definida como un proceso de envejecimiento caracterizado por los cambios derivados del desgaste del organismo debido al paso del tiempo. Esta visión involutiva de los sistemas biofísicos contrasta con el nuevo enfoque de la Psicología evolutiva que considera a la senectud como un período más del ciclo vital que no afecta por igual a todas las personas y que presenta cambios tanto a nivel biológico, psicológico como social. Desde esta perspectiva, el proceso de envejecimiento es individual y depende de una multiplicidad de aspectos relacionados con el momento en que las personas llegan a la vejez, cómo llegan y cómo la recorren (Martin, 2011 - 2012).

Para Osorio (2006) es mucho más que lo puramente biológico al considerar a la vejez como un proceso de construcción histórica y como una realidad social y experiencial, no sólo como una cuestión cronológica. Igualmente, Osorio (2017) afirma que vejez es sinónimo de evidencia presente y proyección futura donde la cultura provee a los individuos, de un marco de referencia para vivir sus vidas, es decir, vivir los desafíos, objetivos y logros esperados que van cambiando a lo largo de la vida.

Se puede observar que el concepto de vejez ha cambiado a lo largo del tiempo y no se encuentran concepciones únicas, sino variables y diferenciadas.

En cuanto al concepto de empoderamiento, Iacub y Arias (2015) consideran que el término se caracteriza por buscar el incremento de la autonomía ya que involucra la posibilidad de tomar decisiones y de resolver los problemas que los involucran.

Ya en el 2012, Iacub señalaba que el tema del empoderamiento en la vejez adquiere una gran relevancia en estas últimas décadas, en su conceptualización y en lo referente a significado y sentido, toda vez que implica la posibilidad de discutir el valor y el rol social de los adultos mayores en nuestra sociedad, qué relación existe entre el poder y la identidad y cómo se pueden generar procesos de empoderamiento y desempoderamiento durante el envejecimiento, tales como los acontecimientos vitales críticos, las imágenes sociales negativas y los mecanismos que disminuyen el control, las capacidades y la eficacia en la vejez.

Mientras que Zubero (2014), con respecto al empoderamiento en el adulto mayor, señala que le aporta estrategias para enfrentar el cambio, logrando así que pueda elegir por sí mismo, tener más control sobre sus problemas y su vida; además, le da una sensación de mayor capacidad y competencia para promover cambios en lo personal y en lo social.

Para envejecimiento activo (sf) empoderamiento se refiere a un proceso activo en el que un grupo social carente de poder asume el control sobre sus decisiones y problemas; de esta manera, dejan de estar excluidos, toman conciencia sobre la situación de injusticia en la que viven y dan pasos hacia el cambio de manera activa. El empoderamiento de las personas mayores debe suponer un cambio en el nivel de participación que este sector tiene en su vida social, política o cultural.

Con respecto a las representaciones sociales, el concepto fue propuesto por Moscovici en 1961. Desde entonces, se ha pasado de la elaboración del concepto a un desarrollo de la teoría que ha permeado las ciencias sociales porque constituye una nueva unidad de enfoque que unifica e integra lo individual y lo colectivo, lo simbólico y lo social; el pensamiento y la acción (Araya, 2002).

Con respecto a Representaciones Sociales, como lo definiera Moscovici, se refiere a un “modo de entender y de comunicarse particular, propio de una sociedad o de un grupo social determinado, mediante el cual se construye la realidad y el conocimiento de la vida cotidiana” (Moscovici, 1984, p. 15). Para este autor, el objeto principal de las representaciones es ayudar a la interpretación, la comprensión y la formación de opinión.

Según Jodelet (1986), representación social es una forma de conocimiento social que responde a una manera de interpretar y pensar nuestra realidad cotidiana, transformando los nuevos conocimientos científicos en saberes de sentido común. La investigación y determinación de las representaciones sociales permite realizar un diagnóstico para asentar las bases de una mejor comprensión de la visión que sobre un determinado tema tiene un grupo humano.

Este autor establece una definición general para las representaciones sociales, a saber: “El concepto de representación social designa una forma de conocimiento específico, el saber del sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio, designa una forma de pensamiento social" (p. 474).

Por su parte, señala Abric (1994) que todos los autores después de Moscovici están de acuerdo con la definición de la representación como conjunto organizado. El campo de representación es definido como la forma en que se organizan los diversos elementos que la estructuran, lo cual incluye especificación de su núcleo figurativo o central y de sus elementos periféricos.

Según Abric (2001a) el núcleo central está determinado por la naturaleza del objeto representado, por el tipo de relaciones que el grupo mantiene con el objeto, así como por el sistema de valores y normas sociales que constituyen el ambiente ideológico del momento y del grupo. Los diversos elementos que componen la representación social adquieren su significado y valor a través del núcleo central; al mismo tiempo, estos elementos se unifican y adquieren estabilidad, dotando a la representación social de una permanencia relativa y de resistencia al cambio. El núcleo central es el tipo de contenido de la representación que da a la misma su especificidad y su permanencia.

Alrededor del núcleo central se organizan los elementos periféricos de las representaciones sociales, los cuales se integran con base en el contexto de representación: en este tipo de elementos se integran las experiencias e historias individuales, proveyendo a la representación de un carácter flexible y heterogéneo (Abric, 2001b).

Una determinada representación social de la vejez, tanto en jóvenes como en adultos mayores pudiera ser un catalizador del empoderamiento que estos puedan desarrollar en esta etapa de sus vidas, pero también en un elemento que subestime sus capacidades y frene las prácticas de una vida activa y productiva durante el envejecimiento.

Las representaciones sociales de cualquier objeto de representación están íntimamente asociadas con el contexto socio histórico en el que se construyan, así, coincidiendo con Osorio (2017), los contenidos y significados que las sociedades le atribuyen a la vejez y al envejecimiento difieren de una cultura a otra y de un momento histórico a otro, son las prácticas culturales de las sociedades las que estructuran el curso de vida en fases y sus características, las expectativas sociales frente a lo adecuado o no de un comportamiento en una determinada edad y es lo que puede producir que existan distintos tipos de edad: la cronológica, la social y la sentida.

A fin de considerar la perspectiva ambiental desde el punto de vista físico, existen diferentes disciplinas relacionadas con el tema. Roberts (2015) señala que, desde hace una década neurocientíficos y arquitectos realizan estudios que permitieron fusionar ambas disciplinas y crear el termino neuroarquitectura, una nueva disciplina que sería de carácter obligatorio para los arquitectos.

Según este autor, color, altura, calidad espacial, entrada de la luz, etcétera, han estado ligadas estrechamente al estímulo de las percepciones del hombre; las estructuras y espacios que conforman el entorno humano afectan tanto la parte física como emocional de las personas. El espacio afecta la calidad de vida y el estado de ánimo, además, el espacio tiene poder comunicacional (color, altura, luz). Esto se refiere a la configuración espacial del entorno que habitamos, la luz, el color, el sonido, la textura de las superficies y la ordenación del espacio físico. Esta influencia del entorno arquitectónico en el envejecimiento saludable de la población es lo que se considera Neuroarquitectura.

La neuroarquitectura es una ciencia que busca comprender cómo el entorno afecta a la mente. Al respecto, para Mora (2010), la neuroarquitectura estudia perspectivas inéditas con las que poder romper tiempos y espacios “a secas” para reconvertirlos en tiempos y espacios "humanos", en espacios de un nuevo orden y complejidad que obedezcan y potencien la expresión y el funcionamiento de los códigos que el cerebro trae al nacimiento.

Mientras que Manzano, Muñoz y Sanz (sf) consideran que la neuroarquitectura persigue la aplicación del conocimiento generado por la neurobiología al diseño de espacios arquitectónicos. La configuración espacial del entorno que habitamos, la luz, el color, el sonido, la textura de las superficies y la ordenación del espacio físico, influyen en nuestra salud y en nuestra conducta.

En otro orden de ideas, también se cuenta con la gerontología ambiental considerada como una área de conocimiento de la gerontología que tiene por objetivo conocer, analizar, modificar y optimizar la relación entre la persona que envejece y su entorno físico-social, desde perspectivas y enfoques interdisciplinarios, que abarcan disciplinas como geografía, psicología, arquitectura, diseño, urbanismo, ciencias de la salud, trabajo social, sociología y otras ciencias afines (Wahl y Weisman, Rowles y Bernard, citados por Sánchez-González, 2015).

Según Sánchez-González (2015) la gerontología ambiental es una disciplina que integra los principios fundamentales de la ecología, la conservación y la educación ambiental y cómo ésta hace parte de las personas mayores, cómo dependiendo de su entorno puede afectar o mejorar su calidad de vida desde una perspectiva de envejecimiento y vejez saludable.

Este autor también menciona la geografía del envejecimiento que se centra en el estudio de las complejas relaciones entre el espacio geográfico y las personas mayores, dentro de un contexto socio-espacial integrado por los entornos físico-construido y humano-social.

Según Osorio (2017), la responsabilidad de este desafío está, por un lado, en la generación de conocimiento científico; y por otro, en el diseño de políticas públicas inclusivas, reflexivas y participativas, donde las personas mayores sean ciudadanas activas a la vez que un recurso de participación social real. Por lo que en la actualidad cabe preguntarnos por el lugar de las personas mayores en nuestros países.

Fernández, García, Juncà, Rojas y Santos (2005) afirman que, en los últimos años, diferentes países, han realizado esfuerzos en distintos ámbitos para mejorar la calidad de los espacios públicos y la accesibilidad de atención de público; la palabra accesibilidad está asociada a la eliminación de barreras físicas y a facilitar el acceso a los entornos urbanos, arquitectónico.

Incluso se han desarrollado manuales y normativas con detalladas sugerencias al respecto, como sería el caso del Ministerio de Desarrollo Social de Argentina (2010) que busca dar respuesta a la capacidad del entorno para aumentar o disminuir autonomía e independencia del adulto mayor (entornos favorables y accesibles donde se hayan disminuido los impedimentos); incluye no solo la vivienda sino el pavimento, los espacios para salud, cultura, recreación, espacios verdes, así como sistemas de transporte y comunicación.

En Venezuela, la Ley de Servicios Sociales (2005) tiene por objeto definir y regular el Régimen Prestacional de Servicios Sociales al Adulto Mayor. En esta normativa legal se considera adulto y adulta mayor, a la persona natural con edad igual o mayor a sesenta años.

En el artículo 9 de esta ley se aclara que:

El estado garantiza a las personas amparadas por esta Ley, los derechos humanos sin discriminación, los derechos de carácter civil, su nacionalidad y ciudadanía, los derechos políticos, los derechos sociales y de la familia, los derechos culturales y educativos, los derechos económicos, los derechos ambientales y los derechos de los pueblos indígenas, en los términos y condiciones establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, las leyes y los tratados, pactos y convenciones suscritos y ratificados por la República.

Esta ley establece, en el artículo 47, que a través del Instituto Nacional de Servicios Sociales se crearán programas destinados a promover una cultura de la salud para fomentar estilos de vida saludables en toda la población, donde se contemple la prevención de enfermedades y el desarrollo de una conciencia sobre el proceso de envejecimiento.

Mientras que, a partir del artículo 65, esta ley busca garantizar el mejor desempeño posible en la vida activa de las personas adultas mayores y personas con discapacidad, para lo cual velará por que los órganos y entes nacionales, estatales y municipales responsables de las infraestructuras y urbanismos públicos y privados, promuevan y obliguen el cumplimiento de normas reglamentarias generales que permitan incorporar elementos y disposiciones dirigidas a la garantía de la mayor autonomía posible de las personas protegidas por esta Ley.

Objetivos

El objetivo General planteado es Comprender los diversos escenarios de empoderamiento para adultos mayores desde las representaciones sociales de vejez que tienen jóvenes y adultos venezolanos

Objetivos específicos

· Analizar las representaciones sociales de vejez en jóvenes y adultos venezolanos.

· Proponer desde las representaciones sociales de vejez escenarios de empoderamiento para adultos mayores en Ambiente.

MÉTODO

La investigación se ubica dentro del paradigma interpretativo, es decir, analiza de manera sistemática el problema planteado con la finalidad de describirlo, analizarlo e interpretarlo, tratando de explicar la dinámica de la realidad estudiada. En tal sentido, según Bracker (2002) “el objetivo del paradigma interpretativo es la comprensión de los hechos y actuaciones sociales con los significados que les dan las personas” (p.93).

Estos elementos significativos hacen que este paradigma sea el más adecuado para explicar la representación social que jóvenes y adultos tienen sobre la vejez y la posibilidad de empoderamiento desde una perspectiva ambientalmente sustentable.

Para poder determinar la representación social fue fundamental realizar una investigación de campo; en opinión de Sabino (2000), en este tipo de diseño, los datos o información de interés son recopilados directamente de la realidad (datos primarios).

Con el apoyo de un guion de preguntas, el equipo investigador realizó entrevistas a profundidad a 6 jóvenes y a 6 adultos mayores. Se hizo la transcripción de cada entrevista para el correspondiente análisis de contenidos.

Según Martínez (2002), el objetivo fundamental del análisis de contenido es describir la importancia que el texto hablado tiene en la comprensión de la vida social. El análisis implica establecer las unidades básicas de significación que el investigador extrae del texto

· La de discusión de referentes teóricos que puedan enriquecer el marco de coincidencias y divergencias sobre vejez y empoderamiento de adultos mayores.

· La de obtención de las representaciones sociales en jóvenes y adultos sobre vejez y posibles formas de empoderamiento, a través de las evocaciones y discursos que informantes clave puedan suministrar.

Las preguntas seleccionadas para su desarrollo fueron:

· cuatro palabras que vienen a tu mente al hablar de vejez,

· opinión de que un adulto mayor viva en su casa o en residencias,

· ¿qué mejorar en la ciudad a favor de la calidad de vida del adulto mayor?

· políticas de estado para atender a la vejez y programas que garanticen la participación del Adulto mayor.

RESULTADOS

A medida que envejecen, las personas van aceptando el declive de sus habilidades; en los entrevistados, se detectó como visión de vejez la que se relaciona con el deterioro a nivel biológico, psicológico y social. Las primeras palabras que vinieron a su mente para definir vejez se relacionan con: presencia de canas, arrugas, más edad y cuidados, menos salud, tiempo, despedida, dependencia, salud, difícil acceso a medicinas y alimentos, los viejos son más inquietos y temáticos.

Uno de los adultos mayores comentó “Antes uno era invitado a bautizos y a matrimonios…. ahora las invitaciones son para funerales, eso es lo que predomina”.

Estas palabras son coherentes con la postura de pérdidas, mencionada por Martin (2011.2012); sin embargo, también incluyeron palabras como: más madurez, reflexión, autoridad, recuerdos, sabiduría, experiencia, paciencia, más concernientes con la postura de ganancias. Tanto jóvenes como adultos mayores incluyeron palabras relacionadas con ambas posturas.

Al comparar las primeras palabras que vinieron a la mente de jóvenes y adultos, para definir vejez, no se encontraron diferencias que distinguieran alguna tendencia hacia la postura de ganancia o a la de pérdida.

La influencia de las interacciones entre la persona mayor y su entorno confirman la importancia del entorno físico-social en la comprensión del envejecimiento de la población y en la posibilidad de mejorar la calidad de vida en la vejez, en concordancia a lo planteado por Sánchez-González (2015). Según este autor, a través del control del ambiente se puede influir en el bienestar físico y emocional de los adultos mayores.

Esta situación favorecería las probabilidades de su empoderamiento, es decir, le daría al adulto mayor una sensación de mayor capacidad y competencia para promover cambios en lo personal y en lo social, de acuerdo a lo expuesto por Zubero (2014), así como un incremento de la autonomía según Iacub y Arias (2015).

Con respecto al ambiente social, se hace referencia a la institucionalización o no del adulto mayor. Martin (2011-1012) afirma que frecuentemente el primer caso se muestra asociado a una situación de dependencia, desprotección y muerte, pues los mayores son considerados una carga social y familiar; esto convertiría a las Residencias “en un universo marginal, en el lugar de retiro donde se aísla al anciano de la sociedad” (pp 14).

Este autor encontró que se considera erróneamente que los residentes constituyen un grupo marginal carente de suficientes recursos económicos o de apoyo familiar pues en su investigación encontró residentes que tienen hijos e hijas, cuentan con ingresos o pensión y hasta detectó casos de carácter voluntario y deseado.

Es relevante resaltar que el mayor temor en este grupo etario es la dependencia de cualquier tipo (Neugarten citado en ComunidadMujer, 2016), ya sea que permanezca con la familia o en una residencia. Además de la dependencia económica también hay mucho temor a la falta o disminución de afecto.

La mayoría de los entrevistados justifica el apoyo, atención y calor de la familia antes que incluir al anciano en geriátricos donde la atención es menos personalizada; además, en Venezuela los medianamente adecuados tienen costos muy elevados.

Algunos comentarios al respecto, fueron:

Estar con la familia es la mejor medicina porque se deprimen menos”; “la mejor medicina para ellos es estar rodeados en el entorno y con las personas con los que ellos se sientan cómodos, que comúnmente son sus familiares y amigos más allegados”; “mejor compañía es la familia y el mejor lugar de cuidado el hogar”; “el estar rodeado de parientes le provee una mente emocional más estable”; “la persona tiene el calor de hogar, la atención, y está siempre bien atendida en sus necesidades específicas.

Según Martin (2011-2012), actualmente prevalece la consideración de la vida familiar como el modo de convivencia más favorable para las personas; por ello, en España se están realizando esfuerzos por mantener a la población mayor en sus hogares y retrasar el ingreso en las Residencias.

Otros entrevistados consideran las residencias o ancianatos como un recurso de último momento; “hay personas que tienen una vida muy complicada de trabajo, del hijo, la hija, el esposo, la esposa, complicada de trabajo en la calle” y no pueden atender como es debido, a la persona que necesita de más cuidados. La carga es para la familia, “Eso, a lo mejor no lo quieren hacer, pero es lo que las circunstancias de la vida moderna, también, la vida de trabajo que a esa persona le lleve hacer”.

Aunque consideran que en un ancianato el adulto mayor entra en el colectivo por lo que tendría menos amor y atención poco individual. La tendencia en jóvenes y adultos entrevistados es a favor de que el adulto mayor permanezca con la familia.

Martin (2011-2012), indica que estar con la familia facilita mayor interacción social y se establecen relaciones caracterizadas por buenos vínculos y sentimientos de pertenencia al grupo, mientras que en un geriátrico el adulto mayor tiene menos probabilidades de sentir pertenencia o tener fuertes vínculos de amistad porque generalmente los compañeros de cuarto son impuestos y se convierte en un contexto menos propicio para el intercambio social.

Se podría afirmar que los adultos mayores que permanecen con sus familiares tienen mayores probabilidades de empoderamiento que los institucionalizados. Según Martin (2011–2012) el hogar también genera un cúmulo de actividades (las tareas domésticas, ver sus programas favoritos de televisión, salir a hacer la compra, cuidar los nietos…) que utilizan los mayores independientes como soluciones a la soledad. La carencia de esos importantes ámbitos de autonomía y desarrollo personal repercute negativamente en los ancianos institucionalizados.

Con respecto al ambiente físico, se hace referencia a Pizzi (2017), sobre la necesidad de entornos urbanos accesibles al señalar que las ciudades chilenas son inadecuadas, que disponen de pocas áreas preferenciales dedicadas a los adultos mayores y la existencia de diseños inadecuados de los pavimentos, lo que aumenta el riesgo de caídas. Es decir, se tiene un medio ambiental poco preparado para acoger diversas realidades de la discapacidad que presentan las personas de la tercera edad.

Este autor afirma que la accidentabilidad de las personas mayores fuera del hogar es un problema relevante por tratar y que se traduce principalmente en caídas. Comenta que en las ciudades abundan: los pavimentos dañados, la existencia de escalones y desniveles, los semáforos que no otorgan los tiempos necesarios para cruzar o la presencia de obstáculos temporales o permanentes, que no permiten un desplazamiento sin riesgos.

La mayoría de las veces estos casos pueden evitarse, analizando y actuando sobre sus causas del medio ambiente construido que las generan; incluso, si se realizan adaptaciones, tanto en las viviendas de las personas mayores, como en su entorno urbano, es posible disminuir de manera relevante las caídas (Pizzi, 2017).

Los adultos mayores entrevistados manifestaron su temor a caídas en la calle. Una de ellas, de 82 años, mencionó que sufrió fracturas hace 8 años, por lo que considera necesario la presencia de escaleras que tengan pasamanos, declives en vez de escalones para que las personas que están en sillas de ruedas no tengan limitaciones para ir a los lugares y, sobre las irregularidades en el terreno; insiste en que tienen que haber “sitios que no estén llenos de huecos, que no estén llenos de piedras, que sean lisos, que no sean subidas ni bajadas, que sean llanos”.

Entre las mayores dificultades del medio construido, Pizzi (2017) distingue: salvar desniveles y escaleras debido a problemas musculares y/o de equilibrio en los adultos mayores, a los que se agregan problemas de disminución de las capacidades visuales y/o auditivas. Dificultad para realizar trayectos largos sin descanso o necesidad de uso de baño. Mayor peligro de caídas por tropiezos o resbalones. Dificultad para abrir y cerrar puertas o para accionar mecanismos que precisan de ambas manos a la vez. Dificultad en la identificación de objetos como botoneras en ascensores, entre otros.

De igual modo, este autor señala la importancia de la prevención a fin de identificar barreras que ocasionan impactos en la calidad de vida, así como definir las adaptaciones necesarias en las ciudades: las aceras, la altura libre de paso, los cambios de nivel y cruces, y sus componentes en cada caso. Los elementos más determinantes de inaccesibilidad y riesgo de caídas en el espacio urbano son las aceras y los cruces de calzadas. Luego de la incorporación de adaptaciones, las personas mayores reportaron un mejoramiento en su calidad de vida y en lo que se refiere al aumento de su independencia ya que al tener mayor acceso a los espacios públicos (parques, áreas verdes), se propician las actividades al aire libre (caminar), las relaciones sociales y el envejecimiento saludable.

Se podría afirmar que al mejorar el entorno físico también mejora la calidad de vida y el estado de ánimo del adulto mayor desde una perspectiva de envejecimiento y vejez saludable, de acuerdo con lo planteado por diferentes autores (Roberts, 2015; Manzano, Muñoz y Sanz, sf y Sánchez-González, 2015). El investigador asume que atender adecuadamente el ambiente físico, también contribuiría al incremento de oportunidades para fortalecer el empoderamiento del adulto mayor.

La consulta a los participantes incluyó preguntas relacionadas con políticas y programas en Venezuela, para la atención de la vejez. Al respecto, los adultos mayores entrevistados indicaron que conocen la existencia de ministerios (“Ministerio de la Felicidad”) e instituciones (“Universidad de la Tercera Edad”) con programas dedicados a este grupo, además de la pensión de vejez del seguro social y la pensión del adulto mayor.

Otros entrevistados manifestaron que hay programas y leyes, “pero no se cumplen”; “los programas están montados, nuestras leyes están claras, pero a veces son letras muertas”; “aquí debería haber más atención al adulto mayor en el área de salud, en transporte”, además, se requieren más “programas de recreación”.

Estas exigencias derivan de lo expresado en el artículo 80 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000) donde se establece que el Estado garantizará que “los mayores de 55 años tengan pensión de vejez, no hagan colas en los bancos y en otras instituciones, tengan asientos preferenciales en el transporte público, descuentos en los pasajes, en cines, teatros y en otros eventos”.

Estos participantes consideran la necesidad de una ciudad más amable para los adultos mayores; señalan que Caracas en general, es una ciudad que no protege ni al niño ni al anciano. “Caracas es anti viejos, anti ancianos porque incluso en ciertas avenidas tú no las puedes cruzar a menos que tú tengas la energía de un joven. Y en el Metro mismo, a pesar de que, en el Metro, uno no paga. Pero en el Metro no hay esa atención que no sé si la habrá en otras partes”.

Por lo tanto, sugieren fomentar áreas preferenciales y adecuadas para ellos, en diferentes espacios e instituciones, públicos o privados, como por ejemplo: “sillas suficientes en bancos, hospitales, entre otros; que la atención sea especial, agradable, rápida y eficaz, adecuada para la fácil comprensión de la información impartida”.

A pesar de esta concepción paternalista beneficiaria por parte del estado donde los sujetos son pasivos y solo receptores de las llamadas misiones, los participantes insisten en indicar que se sienten totalmente desasistidos: “hay una gran inseguridad”, los adultos mayores “son descalificados, no existen, no hay respeto, como está nuestra ciudad hoy en día hay un alto grado de agresividad e irrespeto”. “Las personas se irrespetan y entonces andan con una carga de lo que les afecta a todo nivel y se descargan en quien menos tiene la culpa, diría así, en quien menos deben”.

Sin embargo, es relevante resaltar que hoy en día, el tiempo libre del que disponen las personas mayores es un valor ampliamente reconocido, en opinión de Fernández, García, Juncà, Rojas y Santos (2005); así como, según Martín (2011-2012) que la satisfacción de los mayores estará positivamente relacionada con el número de actividades en que participen.

De allí la importancia de resaltar el envejecimiento activo como una estrategia basada en la promoción de la salud y prevención de enfermedades para garantizar el desarrollo de capacidades de las personas mayores, fomentando estilos de vida saludables (Rodríguez, 2011).

Según Rodríguez (2011), es optimizar las oportunidades para el bienestar físico, social y mental, con el objeto de ampliar la esperanza de vida sana, la productividad y la calidad de vida en la vejez; además, activo no se refiere solo a lo físico sino a participar en actividades recreativas, económicas, religiosas, social, cultural y cívica.

Al consultar con los participantes en cuanto a actividades que podrían contribuir a mantener una vejez activa, mencionan: realizar manualidades, el tejido, el baile, la costura, la cocina, la pintura, tener un espacio donde puedan sembrar unas hortalizas, entre otros.

Insisten en la necesidad de crear espacios donde el adulto no fuera únicamente a sentarse, sino que hiciera cualquier trabajo, como sería el Club de Abuelos o participar en actividades religiosas o culturales, cooperativas, consejos comunales; lo relevante es que pueda mantener una vida sana: “comida sana, actitud, carácter, hábitos sanos, control médico, vida activa, sentirse útil”.

En general, se puede decir que el medio ambiental, el hogar, una institución, el medio externo en el cual se desenvuelve el adulto mayor, le debe facilitar tener la mayor autonomía posible para él, con el propósito de lograr mayor independencia, empoderamiento y calidad de vida.

CONCLUSIONES

· Las palabras utilizadas por jóvenes y adultos mayores, para definir vejez, apoyan tanto las teorías que indican pérdidas como las que se orientan por las ganancias.

· La mayoría de los entrevistados justifica el apoyo. atención y calor de la familia antes que incluir al anciano en geriátricos ya que la atención es menos personalizada y los medianamente adecuados tienen costos muy elevados.

· Los adultos mayores que permanecen con sus familiares tienen mayores probabilidades de empoderamiento que los institucionalizados (ambiente social).

· La mejora del ambiente físico podría contribuir al incremento de oportunidades para fortalecer el empoderamiento del adulto mayor.

· Se resalta la necesidad e importancia de acciones para mantener una vida activa y útil en el adulto mayor, a fin de contribuir con su empoderamiento e independencia.

· Si los entornos ambientales (hogar, institución, medio externo) en los que se encuentra el adulto mayor, le facilitan tener mayor autonomía, es posible que pueda lograr mayor independencia, empoderamiento y calidad de vida.

Recomendaciones

Promover más investigaciones relacionadas con Representaciones Sociales, Vejez y Educación Ambiental.

Desde la UPEL, promover la organización de programas y acciones educativo- ambientales, probablemente a través del Servicio Comunitario, que se integran para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores y su participación en actividades recreativas, culturales y deportivas.

Plantear encuentros con investigadores de otras disciplinas (ingeniería y hábitat, arquitectura), que también incluyen lo ambiental en sus planes de estudios, para el fomento de espacios que faciliten y fomenten mayor independencia y calidad de vida en el adulto mayor, y en consecuencia el logro de mayor empoderamiento.

REFERENCIAS

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