Editorial
Cultura, patrimonio y participación comunitaria
Culture, Heritage and Community Participation
Cultura, patrimonio y participación comunitaria
Arquitectura y Urbanismo, vol. XLIII, núm. 2, pp. 3-6, 2022
Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría
Cincuenta años después de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, adoptada por la UNESCO el 16 de noviembre de 1972 [1] y después de cuarenta años desde la Declaración de México sobre Políticas Culturales, adoptada durante la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales de la UNESCO en agosto de 1982 [2], el tema del patrimonio cultural y ahora el papel de la cultura vuelven a estar presentes en los debates internacionales. La Agenda 2030 de las Naciones Unidas, aprobada en 2015, también ha propiciado nuevas reflexiones sobre la importancia que el patrimonio cultural y las políticas culturales han asumido dentro de cada nación.
Seguramente se puede afirmar que la Conferencia de México de 1982 publicó la primera declaración de la UNESCO sobre políticas culturales, pero no fue la primera conferencia sobre políticas culturales organizada por el Departamento de Educación de las Naciones Unidas; de hecho, la primera conferencia importante sobre políticas culturales se celebró en Venecia (Italia) en 1970 y se tituló “Aspectos institucionales, administrativos y financieros de las políticas culturales”. A ésta le siguieron “conferencias regionales” entre Helsinki (Finlandia), Yogyakarta (Indonesia), Accra (Ghana) y Bogotá (Colombia) que desembocaron en la Conferencia y Declaración de México en 1982.
Sin duda, el avance más importante de la Declaración de Ciudad de México de 1982 fue la aprobación de la definición antropológica holística de la cultura como un conjunto complejo o forma de vida total confirmada por los delegados. Esta definición es: “la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden” [2].
Esta definición, sin embargo, no se ha promovido en gran medida porque las comunidades culturales han preferido quedarse con la definición más estrecha de cultura como las artes, las humanidades, las cosas buenas de la vida y las “industrias culturales”. Esta definición mucho más amplia de la cultura es muy relevante para lo que está sucediendo en el mundo de hoy y las perspectivas para el futuro.
Sin embargo, D. Paul Schafer, Director del World Culture Project con sede en Markham (Canadá), nos recuerda que la diferente interpretación de la cultura se intensificó y reforzó aún más cuando se publicó en 1959 el libro de Charles Percy Snow The Two Cultures and the Scientific Revolution. En este libro, Snow afirmaba que el mundo occidental estaba dividido en dos culturas -la cultura artístico-humanística y la cultura científica- y que había que prestar mucha más atención a la cultura científica y mucha menos a la cultura artístico-humanística en las instituciones educativas del mundo occidental porque esto era necesario para afrontar los problemas más urgentes, apremiantes y persistentes del mundo en aquel momento [3, p. 177].
Estas cuestiones estaban relacionadas sobre todo con las condiciones económicas y financieras de los países y su desarrollo, pero sin entender que sólo gracias a una política cultural basada en la educación es posible el desarrollo de los territorios.
Ahora, cuarenta años después de la Declaración de México de 1982, y con una condición geopolítica del mundo totalmente cambiada, incluso con importantes guerras en Europa, África y Asia, y grandes cambios sociales en América, la reflexión sobre el significado de la cultura es un reto que no puede perderse.
Seguramente, esta compleja realidad global permite volver a analizar el significado y el papel de la cultura, pero sobre todo, entender que ahora se debe potenciar y valorizar la definición local, y no encontrar significados universales.
En realidad, en los últimos años, los retos que se enfrentan ya no respetan las fronteras nacionales sino que son globales. Se trata de las crisis sanitaria, de los conflictos bélicos y geopolíticos, y en todas las cuestiones que tienen un estrecho vínculo con la cultura, pero de las que se alejan. En verdad, la cultura, que es una clara expresión de la creatividad de los pueblos y por lo tanto de las comunidades, durante demasiado tiempo ha sido considerada sólo como “expresión de una élite y de la dominación de unos pocos” y por lo tanto relegada dentro de perímetros sociales que han degradado su verdadero significado, poniendo ésta al servicio de otros fines, muy alejados de los propuestos por la Declaración de México de 1982.
La propia organización de las Naciones Unidas es consciente de esta realidad, hasta el punto de que en los últimos tiempos su secretario general ha tomado conciencia de que el experimento de cooperación internacional más audaz y visionario de la historia de la humanidad atraviesa un periodo de crisis a nivel mundial. No cabe duda de que cuando surgió de los escombros de la Segunda Guerra Mundial, la ONU representó un paso de gigante en la forma de gobernar la humanidad; y desde la respuesta a las crisis humanitarias hasta el tratamiento de la emergencia ecológica, las Naciones Unidas han desempeñado un papel crucial en la configuración de nuestro mundo para mejor. Mientras tanto, aquellos principios bien expresados en la Carta redactada en San Francisco el 26 de junio de 1945, pero aprobada sólo el 5 de octubre de 2001, necesitan responder ahora a otras necesidades que ya no son de carácter global sino local.
Por eso, es necesario volver a poner en el centro los diferentes significados que asume la cultura en los territorios en diálogo con sus “padres” que la generaron. Todo ello encuentra una interesante clave interpretativa porque la cultura es esa dimensión creativa generada por diferentes concatenaciones biológicas; es el ADN de las personas y como todo ADN nunca es igual a los demás.
Asimismo, la resolución 20GA de ICOMOS de 2019 “People-Centred Approaches to Cultural Heritage” es ahora crucial para promover los enfoques centrados en las personas, las conexiones de las personas con el patrimonio y los lugares, el diálogo y el entendimiento intercultural, la sostenibilidad y el bienestar cuando se abordan las políticas y prácticas del patrimonio local, nacional e internacional. De este modo, se aprovechará mejor todo el potencial del patrimonio cultural para proporcionar vías resistentes que fortalezcan el desarrollo sostenible, al tiempo que se promueve una transición justa hacia un futuro mejor para nuestra casa común [4].
Por lo tanto, ahora es necesario destacar la importancia de las acciones sinérgicas entre la cultura y las políticas culturales, por lo tanto entre la comunidad y la educación para apoyar el desarrollo de los territorios, las transformaciones evolutivas de los sistemas educativos, y la pedagogía, en diálogo con las necesidades locales, fortalecer la inversión en la educación del patrimonio cultural local, integrar los procesos de formación continua para aumentar y mejorar las habilidades de las personas, y apoyar las inversiones para el empleo en las instituciones culturales [5].
La Carta de Tokio (2021) Reconnecting With Your Culture, Education, Culture, Heritage, and Children invita a los gobiernos locales, las instituciones, las escuelas y las organizaciones internacionales a valorizar el conocimiento de la cultura local y a potenciar la educación de calidad de las jóvenes generaciones. El artículo N.3, Potenciar los contextos culturales locales, afirma:
El conocimiento y la concienciación del “contexto” tienen una importancia crucial en todos los procesos culturales y patrimoniales, ya que, los contextos suelen determinar los contenidos. Un programa pedagógico eficaz en este ámbito debe, por tanto, permitir a los estudiantes y a las generaciones implicadas que conozcan, comprendan y aprecien la importancia de la cultura y la historia. Esta metodología acerca de los contextos culturales e históricos, comenzando por su propio contexto familiar, ampliando a partir de éste para incluir el contexto de su entorno inmediato y de sus localidades, de sus países y el patrimonio natural, cultural y digital de la humanidad y el entorno ecológico en su conjunto. En este sentido, las culturas y los patrimonios no se identifican únicamente por su belleza y los logros, sino, sobre todo, por el conocimiento, el significado y la comprensión que proporcionan a los estudiantes y a las personas que los observan, identifican y viven en ellos y, por consiguiente, por los estímulos que son capaces de proporcionar en todas las situaciones de aprendizaje cognitivo y afectivo[6].
Por lo tanto, gracias al análisis del contexto internacional, se puede comprobar que en la actualidad es fundamental conocer y analizar las identidades culturales individuales y, por lo tanto, el patrimonio heredado, no identificando esto en relación con los principios del utilitarismo y el consumismo, sino favoreciendo la capacidad de cada uno de reconocer y potenciar su propia identidad específica, que es también una expresión de libertad e igualdad social.
Este reconocimiento del valor del patrimonio heredado y de la participación colectiva establece un estrecho vínculo entre la sociedad y el patrimonio cultural, por tanto, con la memoria y la identidad del lugar. Estas reflexiones sirven para introducir este número especial de la Revista AU “Arquitectura y Urbanismo” con motivo de Mondiacult (Ciudad de México, 28-30 de septiembre de 2022), y para compartir con todos los lectores la necesidad de investigar los valores locales la cultura sin olvidar que el primer patrimonio que se debe salvaguardar es la vida.
18 de Agosto de 2022
Referencias bibliográficas
UNESCO World Heritage Convention. Convention Concerning the Protection of the World Cultural and Natural Heritage [Internet]. UNESCO: World Heritage Centre; 1972. [Consultado: 16 de agosto 2022]. Disponible en: Disponible en: https://whc.unesco.org/en/conventiontext/
UNESCO. Mexico City Declaration on Cultural Policies[Internet]. United Natios Educational, Scientific and Cultural Organization; 1982. [Consultado: 17 de agosto 2022]. Disponible en: Disponible en: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000052505
Schafer DP. International Cultural Relations: Canada and the European Union. Past, Present, And Future. En: Ravlić S, editor. Cultures in Cooperation: Realities and Tendencies. Rijeka: European Capital of Culture; 2020. p. 175-186.
International Council on Monuments and Sites. People-Centred Approaches to Cultural Heritage. Resolution 20GA/19 [Internet]. ICOMOS; 2021. [Consultado: 16 de agosto 2022]. Disponible en: Disponible en: https://www.icomos.org/images/DOCUMENTS/Secretariat/2021/OCDIRBA/Resolution_20GA19_Peolple_Centred_Approaches_to_Cultural_Heritage.pdf
Niglio O. Towards a Humanist Education: Understanding Cultural Heritage to Redesign the Future [Internet]. Academia Letters. 2021 [Consultado: 14 de agosto 2022]. Article 3223. Disponible en: Disponible en: https://doi.org/10.20935/AL3223
EDA Esempi di Architettura. 2021) Reconnecting With Your Culture in the World. Tokyo Charter 2021 [Internet]. International Research Center; 2022. ( [Consultado: 16 de agosto 2022]. Disponible en: Disponible en: http://esempidiarchitettura.it/sito/rwyc-tokyo-charter/
Notas de autor
*E mail: olimpia.niglio@unipv.it
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