Artículo de investigación
Jorge Luis Echarte Mazorra: un arquitecto que construyó mucho, y bien
Jorge Luis Echarte Mazorra: an Architect Who Built a Lot, and Well
Jorge Luis Echarte Mazorra: un arquitecto que construyó mucho, y bien
Arquitectura y Urbanismo, vol. XLIV, núm. 3, pp. 37-52, 2023
Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría
Recepción: 20 Septiembre 2023
Aprobación: 05 Noviembre 2023
RESUMEN: Se presentan los resultados de una investigación que tuvo como objetivo analizar la trayectoria de Jorge Luis Echarte en la ciudad de La Habana durante casi medio siglo. Este artículo documenta la extensa y diversa ejecutoria de ese arquitecto a partir del análisis documental, apoyado por el trabajo de campo y el método histórico-lógico. Los resultados alcanzados demuestran la notable trascendencia de la obra de Echarte Mazorra, cuyo estudio permite una mejor comprensión de la dinámica constructiva capitalina durante el período que se analiza, y constituyen una visión actualizada sobre el tema pues del trabajo de este arquitecto solo se habían identificado sus obras más relevantes.
Palabras Clave: Arquitectura moderna, Casa de las tejas verdes, Echarte, La Habana.
ABSTRACT: The results of an investigation that aimed to analyze the career of Jorge Luis Echarte in the city of Havana for almost half a century are presented. This article documents the extensive and diverse performance of that architect based on documentary analysis, supported by fieldwork and the historical-logical method. The results achieved demonstrate the remarkable significance of the work of Echarte Mazorra, whose study allows a better understanding of the capital's construction dynamics during the period under analysis, and they constitute an updated vision on the subject since only the most relevant works of this architect's work had been identified.
Keywords: Casa de las tejas verdes, Havana, Echarte, Modern architecture.

Introducción
La Casa de las tejas verdes, proyectada en 1926, y el edificio de la Compañía de Electricidad, concebido en 1957, obras emblemáticas de La Habana, llevan la firma de Jorge Luis Echarte. Por la enorme distancia temporal y formal que las separa, pudiera pensarse que no se trata de una misma persona, sino de padre e hijo, y no es así. Pero el error sería comprensible, ya que muy pocos arquitectos cubanos han tenido un período tan extenso de actividad creadora como Jorge Luis Echarte Mazorra, y tan variado en cuanto a temas y lenguajes arquitectónicos.
Este texto se propone analizar la relevancia del arquitecto Echarte Mazorra en el ámbito constructivo de La Habana desde 1915, fecha en que se graduó, hasta 1961, cuando se marchó de Cuba a los Estados Unidos. A través de su quehacer se documentan aspectos relacionados con los inicios de los estudios de arquitectura en Cuba, la dinámica del crecimiento urbano capitalino, la evolución estilística de la arquitectura habanera, así como la asimilación de nuevos materiales y técnicas constructivas a lo largo del período que se estudia.
Materiales y métodos
Esta es una investigación de carácter histórico. Se partió de la búsqueda en fuentes primarias, en particular de la revisión de los expedientes de construcción del Fondo del Urbanismo del Archivo Nacional de Cuba (ANC); el Fondo de la secretaria de Estado (ANC); y el Fondo del Registro de Asociaciones (ANC). También se consultaron las revistas del Colegio de Arquitectos; los Fondos del Archivo histórico, y de Libros raros de la Universidad de La Habana, y las mapotecas y fototecas del ANC y la Biblioteca Nacional José Martí (BNJM).
La búsqueda documental se complementó y retroalimentó con el trabajo de campo. Fueron identificadas 43 obras a partir de sus expedientes, 25 de ellas pertenecientes al Fondo de Urbanismos del Archivo Nacional de Cuba, 11 del antiguo Fondo del Ministerio de Obras Públicas (consultados en la biblioteca de Restaura, Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana) y un expediente del Fondo de Amillaramiento.
Se revisaron además seis proyectos urbanos hechos por la firma Echarte después de 1943, en los que participaron los dos hijos del arquitecto, ambos ingenieros civiles, que tuvieron un alcance mayor al incluir viales y puentes, entre otros objetos de obra más complejos.
Se tomó como zona de estudio la ciudad de La Habana, en su delimitación actual, donde se concentra la mayor parte de la obra del arquitecto Jorge Luis Echarte, y como espacio temporal, el período completo de su trabajo en Cuba, desde 1915 a 1961.
Por el carácter de la investigación, fue empleado el método histórico - lógico para realizar una valoración crítica de la información procesada mediante el análisis - síntesis, y la discusión teórica a partir de hipótesis de reconstrucción histórica, que se validaron o se rehicieron según se avanzó.
Resultados y discusión
Jorge Luis Echarte y sus estudios de Ingeniería y de Arquitectura, 1909-1915
Las carreras técnicas, Arquitectura, Ingeniería civil e Ingeniería eléctrica nacieron en Cuba en 1900. Jorge Luis Echarte Mazorra fue uno de los primeros arquitectos cubanos graduados en la isla. En la relación de egresados de 1915, ocupó el número 14, de una lista de 26. [1, p. XLIX.]
Cuando solicitó matricular las carreras de Ingeniería Civil y Arquitectura, a la edad de 18 años, el joven Echarte trabajaba como dibujante para el arquitecto español Tomas Mur [2], en el diseño de la Lonja del Comercio, ubicada en la Plaza de San Francisco, que se construyó entre 1907 y 1909. Este temprano vínculo con el mundo de los proyectos, además de procurarle sustento, lo preparó para enfrentarse a sus futuros estudios universitarios.
Jorge Luis Echarte empezó su educación superior en 1909 y se graduó de Ingeniero Civil y de Arquitecto respectivamente, en enero y mayo de 1915, con 23 años. [3] Para entonces la Universidad tenía una nueva ubicación. Tras abandonar el convento de San Juan de Letrán en la Habana Vieja donde había nacido, en 1902 se emplazó en los terrenos de la antigua pirotecnia militar, en un punto de elevada cota, conocido como Loma de Aróstegui, zona que empezaba a urbanizarse a inicios del siglo XX. De ahí que, durante su etapa de estudiante, Echarte fuese testigo del comienzo de la transformación de la vieja pirotecnia en un moderno campus universitario. Presenció la culminación del Aula Magna, terminada en 1911, primera obra de la que se llamó Universidad Nacional y el inicio de la construcción de las Escuelas de Física y Química, concluidas en 1916, un año después de su graduación.
Y mientras estudiaba, asistió también al vertiginoso proceso de crecimiento y de transformaciones arquitectónicas que revolucionó a La Habana en aras de modernizarla, dirigido por algunos de los que fueron sus profesores. Así, junto con la docencia recibida en las aulas, su formación se complementó con un entorno que se engrandecía, tanto por un pujante desarrollo urbano, como por la presencia de nuevas edificaciones de una escala y carácter inéditos. En esa época Echarte vivía en la calle Industria, lo que le permitió presenciar desde muy cerca el inicio de la construcción de la sede del Palacio Presidencial o Capitolio viejo, en los terrenos de la antigua Estación de Villanueva, comenzado en 1912, paralizado un año después, durante el gobierno de Mario García Menocal. El edificio fue proyectado por Eugenio Raynieri Sorrentino, uno de sus profesores más prolíficos, de quien Echarte recibió dos cursos de Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico, y un curso de Estereotomía de la piedra, y quien además fungió como presidente del Tribunal que lo evaluó para la obtención de su título de arquitecto, con el diseño de una “Casa para familia rica en el casco de la población”. Por su parte, para el ejercicio de obtención del grado de Ingeniero Civil, desarrolló el “Proyecto de un acueducto para el pueblo de Meco”, situado en un mapa entregado al azar por el tribunal. En ambos casos, tal como estaba establecido, se aprobaron los croquis y anteproyectos realizados en un día, y le concedieron cinco meses para el completamiento definitivo de ambos trabajos, que recibieron la aceptación y aprobación final del tribunal. [3].
Esas primeras hornadas de Ingenieros civiles y Arquitectos graduados en Cuba cursaron sus carreras bajo un Plan de Estudios aún en ciernes. Una y otra especialidad se diferenciaban muy poco, apenas a partir del último año de la carrera los alumnos recibían contenidos propios de Arquitectura, por lo que fue común que obtuviesen los títulos de ambas especialidades.
El joven arquitecto
Echarte Mazorra fue de los primeros graduados en unirse al Colegio de Arquitectos de La Habana, fundado en 1916, entonces con carácter voluntario, y se insertó en la vorágine constructiva capitalina al fundar la compañía constructora García & Echarte, Ingenieros, Arquitectos y contratistas, que tuvo su sede legal en la calle Lamparilla, en la Habana Vieja. Sus primeros proyectos fueron concebidos en Marianao, municipio que había ido incrementando su importancia e interrelaciones con La Habana, justo donde residía en esa fecha, específicamente en Buen Retiro, reparto que contribuyó a la transformación del paisaje del oeste de La Habana, al modificar su aire rural para convertirlo en lugar de emplazamiento de proyectos innovadores desde el punto de vista urbano.
El auge de Buen Retiro coincidió con el nacimiento de la revista Arquitectura, órgano oficial del Colegio Nacional de Arquitectos, y precisamente en su segundo número, salió publicada la primera obra documentada de Echarte, su propia casa, con una foto a media página, identificada como “Residencia particular del señor Jorge Luis Echarte”, [4, p.11] que constituyó una gran promoción para el novel arquitecto. (Figura 1)
![Residencia particular de Jorge Luis Echarte. 1a) Foto publicada en la Revista Arquitectura en 1917 [4, p.11]. 1b) La casa en el presente.](../1815-5898-au-44-03-37-gf1.png)
El desempeño profesional de Jorge Luis Echarte comenzó con un eclecticismo sobrio, de raíz clásica, con un juego de volúmenes apropiado para destacar el acceso y que se diferenciasen las distintas funciones desempeñadas en los interiores de la vivienda. Resulta interesante la parca solución empleada, con fachadas asimétricas, sin cornisas entre el primer y el segundo nivel, y su escasa ornamentación, algo poco habitual en La Habana en esa fecha. Llama la atención también el uso temprano del hormigón armado para esa función. El ciclón que azotó La Habana en 1926 destrozó los techos inclinados originales, pero no afectó la losa plana construida con ese material, que es la que se mantiene hasta el presente.
Con criterios similares, además de su casa, construyó otras dos residencias en 1917 para Enriqueta Echarte Alfonso de Farrés y Aurelio Hernández Miró, también en Buen Retiro.
Echarte, arquitecto que se consagra
Jorge Luis Echarte liquidó la compañía García & Echarte en 1917, y trasladó su estudio hacia el sector de la Habana Vieja donde se construyeron muchos bancos y oficinas en esos años, un cuadrante conformado por las calles Empedrado, Amargura, Oficios y Villegas. La nueva dependencia se emplazó en la importante calle Cuba, próxima a las oficinas de los proyectistas más destacados de la etapa, Leonardo Morales, Moenck y Quintana, Evelio Govantes, Rafecas y Toñarely, entre otros. [4, p.41-44]
El proyecto que realizó en 1923 para los talleres y dependencias de los conocidos impresores Ricardo Seoane y José Fernández constituyó un cambió en su quehacer en cuanto a temas constructivos, y da muestras de la solidez que había alcanzado, tanto en la composición y manejo de elementos formales de la edificación, como en la solución portante, al utilizar una estructura de acero remachada y atornillada, combinada con techos monolíticos de hormigón armado y muros de ladrillos. [5] (Figura 2)
![Edificio Seoane y Fernández, calle Compostela No.135, Habana Vieja. 2a) Fachada proyectada. Fuente: ANC [5]. 2b) El edifico en la actualidad.](../1815-5898-au-44-03-37-gf2.png)
En paralelo, Echarte fue recibiendo encargos de propietarios de alto poder adquisitivo en zonas residenciales distinguidas por su carácter aristocrático, como El Vedado y Miramar. Si bien el reparto Miramar se proyectó en 1911, su ocupación inicial fue muy lenta. A partir de 1918 cambiaron sus dueños y los nuevos propietarios, presididos por José Ramón Rodríguez, alias Pote, encaminaron el despegue y consagración definitiva del reparto por múltiples vías. En 1921 se puso en funcionamiento el que se conoció como Puente de Pote, lo que facilitó la conexión de Miramar con El Vedado, y acuñó la importancia de la 5ta avenida y el criterio de que el reparto era una especie de prolongación de El Vedado hacia el oeste, bordeando el litoral. Además de levantar el puente, construyeron ocho residencias a sus expensas, con el fin de comercializarlas, para que sirvieran de una especie de muestrario de alternativas que incentivasen la compra de los lotes [6, p.17- 79]. Jorge Luis Echarte estuvo incluido en el selecto grupo de arquitectos prestigiosos que proyectaron esas obras pioneras, muestra de la buena reputación que había alcanzado en su trabajo profesional, tras sólo una década después de haberse titulado.
El depurado lenguaje clásico de la trayectoria de Echarte fue modificándose con otras alusiones historicistas, como las del estilo renacimiento español, empleado en la primera residencia que proyectó para Alberto Cocó de Armas en el reparto Alturas del Río Almendares, o el gótico-tudor de la Casa de las Tejas Verdes, una de sus realizaciones más conocidas, concebida también para el acaudalado De Armas, quien se había desempeñado como mayordomo del Palacio Presidencial durante el gobierno de Mario García Menocal. [7]
La Casa de las Tejas Verdes está ubicada en un privilegiado emplazamiento en el que, junto con la fuente de Las Américas, desde hace casi un siglo da la bienvenida a quien llega a Miramar desde El Vedado, entonces atravesando el Puente de Pote y más tarde, transitando el túnel de la 5ta avenida. Esa mansión inició la ocupación de un sector del reparto que permanecía prácticamente despoblado en 1926 cuando se concluyó. (Figura 3)
![Casa construida para el Sr. Alberto de Armas, conocida como Casa de las tejas verdes. 3a) Fachada proyectada. Fuente: ANC [7]. 3b) La casa en el presente.](../1815-5898-au-44-03-37-gf3.png)
Aunque la casa está situada en la 5ta avenida, su fachada principal mira hacia el rio, de modo que no es uno más de los palacetes alineados a lo largo de la calle, es el primero y, además único, no sólo por sus inconfundibles tejados verdes, sino también por el espacio libre que tiene al frente que, a modo de atrio, permite visualizarla desde que se arriba al reparto.
La clientela de Echarte se fue haciendo mayor y más selecta. Continuó recibiendo pedidos en El Vedado, entre ellos la casa para Isabel Reyes de Zúñiga, quien lo contrató en 1927 para la construcción de su residencia. En esta de nuevo se adscribió al estilo renacimiento español, repitiendo una versión del motivo de Palladio con columnas retorcidas o salomónicas, tanto en el acceso principal como en las ventanas del primer nivel, mientras que en el segundo jugaron un rol protagónico las cubiertas de tejas y los hermosos óculos cuadrifoliados. [8] (Figura 4)
![Casa de Isabel Reyes de Zúñiga, sita en Calzada y L, Vedado. 4b) Fachada proyectada. Fuente: ANC [8]. 4b) La casa en 1941.](../1815-5898-au-44-03-37-gf4.png)
En la misma fecha realizó otros trabajos distantes de las zonas consolidadas de la capital, como el restaurante campestre “Cacolota”, (Figura 5a) edificado a finales de esa década en Arroyo Arenas [9, p.431], que recuerda la majestuosidad de las añejas quintas del Cerro, barriada donde transcurrió la infancia del arquitecto, y el chalet de madera construido en 1927 para el señor Pedro Carrillo López en el reparto El Porvenir, (Figura 5b) barriada de Arroyo Apolo, que demuestra su versatilidad y el dominio del trabajo con diferentes materiales y técnicas constructivas. [10]

Asimismo, diversificó la temática de sus empeños, con su participación en 1926 en la ampliación de la Cervecería La Polar, una de las tres más importantes de Cuba, situada en la finca del mismo nombre, a orillas del río Almendares. Trabajó en la reestructuración integral, que permitió el aumento de su capacidad productiva y la calidad de la cerveza, y, además, en la renovación del paisajismo y las instalaciones recreativas y deportivas de los famosos Jardines de La Polar, realizados en un costo cercano a los 12 mil 900 pesos. [11, p.3].
Responsabilidades gremiales
A principios de los años treinta, Jorge Luis Echarte presidió el Colegio de Arquitectos y la Federación de Arquitectos de Cuba, donde prestó una valiosa ayuda al gremio. Al frente de los arquitectos cubanos demostró liderazgo, lo que le permitió aceptar cargos de mayor envergadura en la administración del país entre 1935 y 1936, un período marcado por los ecos de la crisis mundial de 1929, y la caída de los precios del azúcar que condujo a una drástica disminución del ritmo que había mostrado la esfera constructiva décadas atrás. En ese difícil contexto, Jorge Luis Echarte se vinculó a los círculos políticos cubanos, asumiendo diferentes funciones en dos de los gobiernos provisionales constituidos tras el derrocamiento de presidente Gerardo Machado en 1933. Fue Secretario de Obras Públicas desde el 21 septiembre de 1935 hasta el 20 de mayo de 1936, durante la presidencia del coronel Carlos Mendieta, y asumió la Secretaría de Estado y la cartera de Ministro del Exterior entre el 13 de diciembre de 1935 y el 20 de mayo de 1936, durante el mandato del Dr. José Antonio Barnet y Vinageras [12, p.30-40]. (Figura 6)

La Secretaría de Obras Públicas, bajo su tutela, pudo culminar los monumentos dedicados a José Miguel Gómez en la Avenida de los Presidentes, y a Máximo Gómez, en la Avenida del Puerto, que habían quedado inconclusos. Igualmente controló la terminación del Hospital General Calixto García y varios proyectos de embellecimiento de La Habana, entre ellos, la iluminación nocturna de la Plaza de Armas.
Bajo su mando, los diferentes Negociados de la Secretaría asumieron otras acciones fuera de La Habana como la reparación de varias escuelas en Cárdenas, Matanzas, mejoras en la cárcel de Pinar del Río, reformas en el edificio del Palacio de Justicia de Santa Clara, la reparación del monumento a los veteranos de la Guerra de Independencia en el cementerio de San Antonio de Río Blanco en Jaruco, así como la reparación de las sedes de La Aduana de Santiago de Cuba y Baracoa, [13] y el dragado del puerto de La Isabela y la carretera Sagua- Rancho Veloz. [14]
El 24 de febrero de 1936, en ceremonia oficial realizada en el Palacio Presidencial, se impuso a Jorge Luis Echarte Mazorra mediante el Decreto Ley No. 930, la más alta condecoración de la República: la Orden Nacional del Mérito “Carlos Manuel de Céspedes”, en el grado de Gran Cruz [15]. Ese importante galardón y sus insignias complementarias, joya y roseta, se sumaron a otros reconocimientos con los que contaba: la Pontificia Orden Ecuestre de San Gregorio Magno, en el grado de Cruz y la Legión de Honor, otorgada por el gobierno francés, en el grado de Oficial. [12, Págs. 30-40] Pero apenas concluido su mandato, Jorge Luis Echarte se alejó de las responsabilidades como funcionario público, y retomó su trabajo de arquitecto, del que se había distanciado por el desempeño de esas actividades.
Echarte fue el primer Presidente del Colegio Nacional de Ingenieros civiles de Cuba, desde el 3 de septiembre de 1941, hasta el 4 de enero de 1943 [16]. De hecho, fue quien redactó los estatutos y el reglamento por los que debía regirse el colegio al constituirse, y su primera sede radicó en sus propias oficinas en la Manzana de Gómez.1
Echarte trabajando junto a sus hijos
Al iniciarse la década de los años cuarenta, los dos hijos de Echarte se graduaron de ingenieros civiles. Jorge del Carmen Echarte Romero se tituló el 4 de junio 1940 por el Massachusetts Institute and Technology (MIT) de los Estados Unidos y revalidó su título en Cuba en 1941 [17]. Por su parte, Luis del Carmen Echarte Romero también comenzó sus estudios en el MIT, pero solo concluyó los dos primeros cursos en ese instituto. Tras su regreso a la isla, continuó la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad de La Habana, donde se graduó en julio de 1943. [18]
Echarte invitó a sus hijos a trabajar en su compañía, lo que amplió las posibilidades y el contenido de trabajo de la empresa, que además de sus habituales proyectos de arquitectura, realizó levantamientos topográficos, estudios de suelos, trazados de perfiles de calles, construcción de puentes y otras actividades vinculadas a las necesidades que impuso el incremento del uso del automóvil.
El sostenido ascenso de los precios del azúcar había permitido la recuperación de la economía cubana en la segunda posguerra, lo que favoreció el desarrollo de otras esferas, demandó el mejoramiento de la red vial existente y la creación de nuevos ejes con una infraestructura moderna que posibilitara la conectividad entre los diferentes sectores capitalinos, y entre La Habana y otros territorios distantes. Justo en esa etapa, entre 1943 y 1944, Echarte estuvo al frente de la Dirección de Carreteras y Caminos, adscrita a la Comisión para el Desarrollo Nacional, puesto clave en medio del auge de las construcciones vinculadas con el crecimiento vial de la capital de la isla.
La firma familiar asumió trabajos de gran envergadura, como la construcción de la carretera desde los cuarteles de La Cabaña hasta el campo de tiro del regimiento No.7 [19] y la ejecución de un puente sobre el río Quibú, de 10 m de largo, en el Km.1 de la carretera de San Pedro, al oeste de ciudad [20]. Por otro lado, la promoción del litoral este de la capital como zona de recreación favoreció la creación de la compañía “Zona Turística de Cuba, S.A.” de la que Echarte Mazorra fue Presidente y propietario, sociedad que fomentó en 1944 la Playa Marbella, (Figura 7) ubicada entre Boca Ciega y Guanabo, a 26 Km de La Habana. [21]
Para acceder a la Playa Marbella, en su estudio se proyectó la carretera Guanabacoa- Playa Cuba- Playa Hermosa hasta el Rincón de Guanabo, reconocida entonces como una de las obras de infraestructura vial más importantes de las realizadas en el este de la capital [22, p.67]. Con la construcción de la Vía Blanca, atribuida también a la firma de Jorge Luis Echarte [23, p.191-192], se logró perfeccionar ese enlace que habría de desempeñar un rol protagónico en la nueva dinámica de la capital pues favoreció el emplazamiento de nuevas industrias, el surgimiento de nuevas urbanizaciones y, sobre todo, significó una conexión entre La Habana y Varadero, península que despegaba como balneario privilegiado en los planes nacionales de desarrollo turístico.
A partir de 1945, Jorge del Carmen tuvo a su cargo proyectos urbanos materializados por la empresa familiar, entre los que destaca la urbanización, en ese propio año, de la finca Las Piedras, para ampliar el conocido reparto Biltmore, al oeste de La Habana. Alturas del Biltmore mantuvo el carácter elitista de su predecesor. El proyecto incluyó el trazado de la calle 2 y las avenidas Central, Santeiro y de la Victoria. Las condicionales de fabricación que se establecieron permitían construir una sola residencia en cada lote o solar, y nunca para dos familias. [24, p.429]
Hacia un nuevo lenguaje arquitectónico
En el quehacer de Echarte de fines de los cuarenta e inicios de los cincuenta se aprecia un tránsito en su lenguaje, a tono con lo que estaba pasando en el mundo arquitectónico cubano. Fue una etapa en la que en sus proyectos coexistieron propuestas de corte clásico con otras en las que ya desterró las composiciones académicas, distanciándose poco a poco de las vertientes historicistas y del exceso de ornamentos, junto a otras más novedosas que asimilaron la arquitectura moderna. En las obras que construyó para su familia más cercana, sin la presión de un cliente que impusiera sus preferencias, se muestra la transición que experimentaba su desempeño. Así, mientras las casas que hizo entre 1939 y 1949 en una misma manzana del Vedado para Julio A. de Arcos Romero [25][26][27][28], conservan una apariencia monumental (Figura 8a), la que construyó para María J. Romero Ochotorena [29] en el reparto Club Residencial Miramar (Figura 8b), revela ya su acercamiento al lenguaje de la arquitectura moderna.
![Transición en el lenguaje arquitectónico en las obras de Echarte. 8a) Conjunto de viviendas para Julio A. de Arcos Romero, en 3ra, esquina a A, Vedado, proyectado en 1939. Fuente: ANC [25][26][27]. 8b) Fachada proyectada en 1949 para vivienda de María J. Romero Ochotorena en el Club residencial Miramar](../1815-5898-au-44-03-37-gf8.png)
Pero cuando en 1949 los Echarte Romero decidieron trasladarse desde El Vedado al reparto Ampliación de Séptima Avenida, una de las prolongaciones de Miramar, urbanizada pocos años antes, el veterano arquitecto se adscribió limpiamente al racionalismo en el proyecto de su residencia y las de sus hijos, abandonando el vocabulario de su trabajo anterior, algo que muy pocos de sus contemporáneos fueron capaces de hacer. [30][31] (Figura 9)

Esas viviendas del reparto Séptima Avenida, inauguraron una nueva etapa en la trayectoria de Jorge Luis Echarte. Predominan los volúmenes puros, en una sucesión horizontal que solo es rota por la inclinación de los techos, y el empleo de materiales como ladrillos a vista, celosías de barro, pisos de terrazo pulido, grandes paños de vidrio y columnas de acero inoxidable. Pero el nuevo lenguaje no solo quedó en lo expresivo. La distribución espacial fue fluida, logrando la convergencia hacia un patio común a las tres edificaciones.
El reparto Náutico
Los Echarte trabajaron en 1951 uno de los primeros repartos residenciales cerrados de Cuba, lo que se conoce hoy como condominios; el reparto Náutico (Figura 10a). Para su urbanización fue necesario dragar y desecar parte de la desembocadura del Rio Quibú. En su ampliación, de la que merece destacarse la inclusión de una zona comercial con frente hacia la 5ta Avenida, participaron los ingenieros Luís y Jorge, mientras su padre estuvo a cargo del proyecto y la ejecución de varias viviendas. [32]
En el Náutico Echarte Mazorra dio continuidad a los preceptos del Movimiento Moderno probados en las casas de 7ma Avenida. Utilizó la planta baja libre, destinada generalmente a estacionamientos y varios pisos repetitivos, con amplios patinejos para crear tiros forzados de ventilación, lo que permitió mejorar el confort climático, solución que repetirá en sus edificios de apartamentos de los años cincuenta.
En 1952 los Echarte estuvieron a cargo del trazado del Reparto Hidalgo, (Figura 10b) fragmento irregular ubicado en el lado suroeste del Cementerio de Colón, que completó la porción sin ocupar entre la urbanización decimonónica del Vedado y el reparto Nuevo Vedado, desarrollado a partir de 1948, [33] y en 1955 proyectaron un completamiento del nombrado Ensanche del Vedado (Figura 10c), aprobado en 1927, entre los terrenos cercanos a los ferrocarriles de Ciénaga y la finca Infanzón, en El Cerro. [34]
![Urbanizaciones proyectadas por los Echarte. 10a) Reparto Náutico (1951). Fuente: Mapoteca BNJM [32]. 10b) Reparto Hidalgo (1952) Fuente: ANC [33]. 10c) Reparto Ensanche del Vedado (1955)](../1815-5898-au-44-03-37-gf10.png)
La firma Echarte en los años cincuenta
El dinamismo de La Habana de los años 50 impuso mayor velocidad en el ámbito constructivo. La ampliación de la avenida Boyeros a cuatro vías a partir de 1951 fue consecuencia directa de la gran importancia que adquirió dicho recorrido como vía directa hacia el aeropuerto. Esa avenida, fue concebida veinte años atrás para enlazar el centro de la ciudad con su región suroeste, desde el importante nudo de convergencia de la avenida Carlos III con la Avenida de los Presidentes (calle G del Vedado), hasta el Mausoleo de Antonio Maceo en el Cacahual. Boyeros, nombrada en diferentes momentos Carretera a Santiago de las Vegas, Avenida de Rancho Boyeros o Avenida de la República, se bifurcó a pocos kilómetros de su nacimiento en dos lazos que conformaron la conocida Plaza Cívica José Martí, hoy Plaza de la Revolución. Las avenidas Carlos Manuel de Céspedes por el este, e Independencia por el oeste, abrazarían el moderno centro administrativo que desde finales de la década se delimitó por importantes edificios públicos, y mientras avanzaba la remodelación de ese eje, se fueron cosiendo los espacios libres próximos. La conexión con Boyeros y la cercanía a la plaza propiciaron que los repartos “Ensanche del Vedado” y “Alturas de Ayestarán” fueran vistos como nuevas zonas de desarrollo, idóneas para la construcción de edificios altos.
Uno de los pioneros en ubicarse en ese pujante segmento capitalino fue Jorge Luis Echarte. A principios de los cincuenta su empresa construyó un edificio de apartamentos y comercio para el señor Enrique J. Conill y Rafecas, presidente de la Cía. Inversionista Conill. Echarte siguió los pasos de su acaudalado cliente y también se trasladó para el prometedor sector. Así, en 1953, la empresa de Echarte Mazorra cambió su domicilio legal desde la Manzana de Gómez hacia un edificio alto, de propiedad familiar, ubicado en Tulipán y La Rosa, y contó con su propio reglamento interno, inmueble que aún se conoce por su denominación original, Edificio Echarte, [35] y que fuera el primer edificio de apartamentos de propiedad horizontal que se concluyó en La Habana. [36] (Figura 11)

El edificio Echarte constituye un valioso exponente de la arquitectura moderna habanera y destaca por la acertada disposición de los apartamentos en dos torres enlazadas por un núcleo transparente de circulaciones verticales, retirado de la línea de fachada, lo que, junto con el tratamiento de los balcones, produce un efectivo juego de volúmenes [37]. Asimismo, el énfasis en los elementos estructurales, vigas y columnas, desempeña un rol protagónico en su expresión pues, además de sobresalir de los muros, se destacaron con un color diferente.
La planta baja, lugar privilegiado del edificio, favorecida por sus áreas verdes, quedó destinada a la renta para establecimientos, lo que representó un beneficio desde el punto de vista económico. Sus nuevas oficinas quedaron en el sótano, en una zona casi robada al estacionamiento, pero no por ello un espacio relegado. Los clientes accedían al estudio atravesando el jardín desde la gran avenida, símbolo de prestigio y modernidad.
Junto al cambio de sede de su oficina, Echarte Mazorra introdujo importantes reformas en su empresa. Decidió abandonar la ejecución de obras y deshacerse de la infraestructura y el equipamiento relacionado con esas funciones, para ocuparse únicamente del proyecto y la dirección facultativa. La palabra contratista se eliminó de los documentos oficiales de la empresa.
El estudio de arquitectura fue reforzado con personal fijo. La gran mayoría de los proyectos de esta época fueron dibujados por Rafael L. Rodríguez Guinot, quien siendo aún estudiante de arquitectura, comenzó a trabajar para la familia, y después de graduado permaneció en el estudio de Tulipán y La Rosa. También fue contratado el arquitecto Allan Borroto, encargado de las revisiones y la supervisión de los proyectos terminados, y el arquitecto Jorge A. Rivero, cuya firma aparece en los proyectos de edificios altos, junto a la de Echarte Mazorra.
Una nueva escala en los trabajos de la firma Echarte
En la segunda mitad de los cincuenta Jorge Luis Echarte acometió proyectos vinculados al tema de la salud y el culto, y ejecutó varios edificios de oficinas, de una escala sin precedentes para su empresa. Los nuevos trabajos ocuparon manzanas enteras y algunos hasta llegaron a abarcar más de una hectárea de superficie.
El proyecto de la Casa de Ejercicio Pío XII, un edificio de culto y meditación, propiedad de la Agrupación Católica Universitaria, que ocupó casi los 40 mil m2 de la finca La Asunción en el reparto La Coronela, exigió que la empresa de Echarte tuviera que realizar un complicado levantamiento topográfico en 1955, firmado por Jorge del Carmen, mientras que el edificio y su capilla adjunta, estuvieron a cargo del padre, quien además, en 1959, estuvo al frente de una de las ampliaciones del conjunto, con vistas a mejorar la zona de cocinas y el equipamiento gastronómico. [38]
Otra labor a gran escala fue la ampliación del Hogar Clínica San Rafael en Marianao, compleja faena que se prolongó por más de 10 años y que exigió la elaboración de gran cantidad de planos. Entre 1945 y 1948 se adicionaron dos niveles de habitaciones a la antigua quinta Almagro, manteniendo la columnata del portal y los puntales originales. [39]
En la primera mitad de los cincuenta se introdujeron otros cambios, con la adición de dos nuevos cuerpos de tres niveles alrededor de un patio central. Con excepción de la última, en el resto de las transformaciones intervino Echarte en colaboración con el arquitecto Ernesto Batista González de Mendoza.
Un año antes de la terminación de San Rafael, Echarte comenzó a trabajar en el proyecto de otro sanatorio de varias hectáreas de extensión, San Juan de Dios, ubicado al sur de La Habana, en la finca Lillian del reparto Los Pinos, en Arroyo Naranjo. San Juan de Dios no respondió a la tipología hospitalaria de tipo concentrada en un bloque alto. Al estar ubicado en una zona poco poblada asumió una variante menos compacta, que recuerda en cierta medida el sistema de pabellones aislados de las primeras Quintas de salud, sin embargo, su arquitectura es totalmente moderna. [40]
Los edificios de San Juan de Dios se caracterizan por los efectos plásticos, producidos a partir del empleo de enchapes pétreos, el juego entre líneas horizontales y verticales, el contraste de texturas y colores y la conjugación de techos planos e inclinados. Echarte proyectó torres-miradores en las azoteas de los pabellones para establecer un ambiente acogedor entre familiares y pacientes durante las visitas.
Resulta notable su propuesta de estructuras laminares para una gran pérgola con una cubierta compuesta por siete bóvedas que cubrían una superficie de 252 m2, apoyada en tan solo 16 columnas, concebida para el área de deportes náuticos, que al parecer no llegó a ejecutarse. (Figura 12).

La Compañía de Electricidad y la Terminal de Helicópteros
La obra cumbre de Jorge Luis Echarte es, sin lugar a dudas, el Edificio Caja General de Retiro y Asistencia social de los trabajadores de las industrias eléctrica, gas y agua, más conocido como el Edificio de la Compañía de Electricidad, una de las edificaciones más notables de la arquitectura moderna cubana, ubicada en una importante avenida de la ciudad, el Paseo de Carlos III, hoy Salvador Allende, calle que por su ancho facilita que se observe desde lejos la majestuosidad de este imponente edificio de siete niveles y sótano.
El estudio de Echarte comenzó a trabajar en este proyecto desde 1955. Hubo una propuesta inicial menos compacta que la que se construyó, pues si bien las primeras plantas ocupaban toda la manzana, a partir de la tercera los pisos se desarrollaban en forma de L [41]. El edificio de la Compañía empleó las tecnologías más avanzadas del momento para edificios de oficinas, y materiales lujosos, como el granito, el mármol, elementos de aluminio y grandes vidrios que propiciaron efectos de transparencia y brillo, acorde con la estética de la arquitectura moderna. El imponente paralelepípedo se distingue por una segunda piel sobre su fachada principal compuesta de elementos de protección solar, que además del confort térmico que supone, desempeña un rol esencial en su austera expresión. (Figura 13)

Por su notable significación, la Compañía de Electricidad apareció en la portada de la revista del Colegio de Arquitectos de marzo de 1958, número que le dedicó su primer artículo, un extenso texto que resalta los valores de esta obra [42, p.98-106]. Asimismo, la publicación Álbum de Cuba, dirigida por el profesor Emilio de Soto, donde se reunían las obras más importantes construidas en el país cada año, incluyó esta edificación en su número de 1957 [43, s/p].
Otras publicaciones mucho más recientes, como La Habana, Guía de Arquitectura [44, p.116], The Havana Guide. Modern Architecture 1925-1965 [45, p.198], y La Arquitectura del Movimiento Moderno. Selección de Obras del Registro Nacional, Docomomo_Cuba [46, p.89] la citan como una de las obras insignes de la arquitectura moderna cubana.
Justo al concluirse esta obra, Echarte asumió otro de sus edificios más importantes, la Terminal de Helicópteros, que se construyó en la manzana comprendida entre las calles Obispo, O’Reilly, San Ignacio y Mercaderes, en la Habana Vieja, justo en la parcela ocupada desde finales del siglo XVI, con sucesivas ampliaciones, por el Convento de Santo Domingo, donde nacieron en 1728 los estudios universitarios en Cuba, en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. (Figura 14)

Tras la decisión en 1898 de crear una nueva sede para la Universidad Nacional, el vetusto convento quedó en desuso, y en 1916 fue vendido en subasta pública. La empresa Zaldo, Salmon y Cía. lo adquirió con la intención de erigir un edificio comercial y comenzó la demolición del inmueble, que quedó inconclusa durante varias décadas a causa de indefiniciones y cambios de propietarios. Los trabajos fueron reanudados en 1957 cuando la compañía Terminal de Helicópteros S.A., presidida por Vladimir M. Presik, decidió construir un inmueble destinado a oficinas, con una terminal de helicópteros en la azotea, y para ello contrataron los servicios de Jorge Luis Echarte. [47, p.1-5]
El edificio se concibió como una estructura flexible, abierta, que podía ser rentada para oficinas de diferente extensión en dependencia de las necesidades de las compañías interesadas. Echarte se encargó también de la subdivisión y el diseño de los espacios para las firmas que se ubicaron dentro de la obra, entre ellas, las oficinas y laboratorios para pruebas de la Aduana de La Habana, el bufete de los doctores Caveda, Núñez, Cossio y Ramos, y las propias oficinas de la Terminal de Helicópteros. [48, p.2-3]
En 1959, después de la Revolución, la edificación fue remodelada para acoger el Ministerio de Haciendas. En la adaptación para esa nueva función participó también Jorge Luis Echarte junto a las arquitectas Luz María Moreno y Flora María Cañas, delegadas por el Ministerio de Obras Públicas. [49, p.1-4]
Las modificaciones consistieron en crear un volumen anexo en la azotea para instalar oficinas generales, un salón de actos con capacidad para 400 personas y un gimnasio. Se prolongó además el recorrido de los elevadores para servir a los pisos adicionales y se amplió el sistema de aire acondicionado. De igual forma, fueron añadidos servicios sanitarios en todas las plantas. Las columnas de la planta baja se revistieron de mármoles cubanos al igual que las columnas interiores del vestíbulo, y se construyeron bóvedas de seguridad, mostradores y taquillas para uso público en áreas destinadas a la futura Tesorería General de la República y algunas de sus pagadurías y colecturías. Las dos plantas bajas se cerraron al exterior por medio de vidrieras de cristal con marcos de aluminio. El edificio fue durante décadas sede del Ministerio de Educación hasta que, a finales de los años noventa se decidió convertirlo en el Colegio Universitaria San Gerónimo, una Facultad de la Universidad de La Habana dedicada a la formación de profesionales encargados de la preservación y gestión del patrimonio cultural.
Con esta obra, Echarte regresó a la Habana Vieja donde había instalado sus oficinas en 1917, siendo un arquitecto prácticamente desconocido, muy cerca también de la Manzana de Gómez, sede oficial de su empresa por espacio de casi diez años. Y por esas coincidencias del destino, la Terminal de Helicópteros fue su última obra en Cuba. Jorge Luis Echarte Mazorra murió en julio de 1979, en Fort Lauderdale, Condado Broward, Florida, Estados Unidos.
Conclusiones
El arquitecto Jorge Luis Echarte Mazorra incursionó en diferentes temas y su pensamiento no se mantuvo estático a lo largo de su prolongada carrera. Proyectó un importante conjunto de edificaciones, que lo sitúan entre los arquitectos más destacados de la escena constructiva cubana del periodo en que trabajó.
Seguir la extensa trayectoria de Jorge Luis Echarte proporciona una muestra de la evolución de la arquitectura habanera a lo largo de casi medio siglo, y algunas de sus obras clasifican entre los exponentes más importantes de esa evolución. Su quehacer enriqueció el acervo arquitectónico habanero, no solo por su cantidad, sino y, sobre todo, por su calidad.
Echarte fue celoso con su trabajo, y recibió por ello el reconocimiento de sus compañeros de profesión, y también el de las generaciones posteriores que aman La Habana y su buena arquitectura. Sirva este texto como contribución al conocimiento sobre el loable desempeño del arquitecto Jorge Luis Echarte Mazorra.
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Notas
Notas de autor
* Autor para la correspondencia: marivizardoya@gmail.com
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