Resumen: Las anomalías de la vena cava inferior (VCI) representan un amplio grupo de entidades que no son infrecuentes y en su mayoría son asintomáticas. Su desarrollo tiene como punto de partida la embriogénesis, con una secuencia compleja de eventos que ocurren durante la cuarta a octava semana de gestación. Dicho proceso involucra anastomosis complejas y regresiones de venas embrionarias. La VCI es la principal estructura de retorno venoso de las extremidades y los órganos abdominales. La correcta identificación de sus anomalías es fundamental, ya que algunas tendrán implicancia clínico-patológica directa, otras determinarán un abordaje diferente en la planificación de intervenciones vasculares y, en algunos casos, será de utilidad para diferenciarlas de condiciones patológicas. Con los actuales tomógrafos multislice se pueden adquirir imágenes con alta resolución espacial, lo que hace posible reconstrucciones de alta calidad y representaciones altamente detalladas de la anatomía. No existe una clasificación definitiva para las anomalías de la VCI. Se han descripto numerosas variantes, entre las que se destacan: agenesia, duplicación, localización izquierda, interrupción de la porción intrahepática y malformación de Abernethy; existen también anomalías de las venas tributarias. En este artículo describiremos las diferentes entidades, su desarrollo embriológico y su correlación con diagramas e imágenes tomográficas.
Palabras clave: Vena cava inferior, Anomalías congénitas, Tomografía computada, Embriología.
Abstract: The anomalies of the inferior vena cava (IVC) represent a broad group of entities that are not uncommon, mostly being asymptomatic. Their development has its starting point in embryogenesis, representing a complex sequence of processes that occur during the fourth to eighth week of gestation. This process involves complex anastomoses and regressions of embryonic veins. The IVC is the main venous return structure for the extremities and abdominal organs. Proper identification of the IVC is often crucial, as it has direct clinical and pathological implications. Additionally, some anomalies will require a different approach in the planning of vascular interventions, while recognizing others will be useful to differentiate them from pathological conditions. With current multislice tomography, high-resolution spatial images can be acquired, allowing for high-quality reconstructions and highly detailed representations of the anatomy. There is no definitive classification for IVC anomalies. There are numerous possibilities, including agenesis, duplication, left-sided location, interruption of the intrahepatic portion, and Abernethy malformation. There are also anomalies of the tributary veins. In this article, we will describe the different entities, their embryological development, and their correlation with diagrams and tomographic images.
Keywords: Inferior vena cava, Congenital anomalies, Computed tomography, Embryology.
ENSAYO ICONOGRÁFICO
Revisión iconográfica de las anomalías congénitas de la vena cava inferior y sus tributarias
Pictorial review of congenital anomalies of the inferior vena cava and its tributaries
Received: 21 July 2023
Accepted: 25 March 2024
Published: 28 August 2024
Las anomalías de la vena cava inferior (VCI) y sus variantes fueron descriptas por primera vez por Abernethy en 1793, en un paciente de 10 meses de edad con poliesplenia y dextrocardia que presentaba un shunt congénito mesocavo y continuación de la vena cava con la ácigos1. Representan un amplio espectro de patologías que se pueden encontrar en hasta un 8,7% de la población general. La génesis de estas entidades se remite al desarrollo embriológico que involucra anastomosis complejas y regresiones de venas embrionarias, procesos que ocurren durante la cuarta a octava semana de gestación2,3.
El rol de las imágenes, fundamentalmente mediante tomografía computada multislice (TCMS), es crucial para la detección y caracterización. Si bien la mayor parte de las entidades son asintomáticas e incidentales, en muchos casos pueden tener repercusión clínico-patológica directa, simular otras patologías o representar un desafío en la planificación de intervenciones vasculares3. Además, pueden condicionar la presencia de insuficiencia venosa en miembros inferiores, trombosis venosa profunda y síndrome de congestión pelviana4,5,6.
El objetivo de este ensayo es describir las diferentes entidades congénitas que involucran a la VCI y sus tributarias, tomando en consideración su correlato embriológico y su representación mediante TCMS.
La ecografía con Doppler color es una modalidad útil en evaluación inicial. Sin embargo, es dependiente del operador y la visualización de la VCI puede ser limitada debido a interposición gaseosa o biotipo adverso del paciente7.
Teniendo en cuenta que la TCMS se utiliza en múltiples ocasiones para la evaluación de cuadros abdominales, es habitual que sea esta la técnica por la cual se detectan por primera vez, de forma incidental, muchas de estas entidades3. En dicho contexto, la obtención de imágenes se realiza comúnmente luego de los 60-70 segundos de la inyección del contraste endovenoso, lo que permite una correcta tinción de la porción suprarrenal de la VCI. No obstante, las adquisiciones entre los 70 y 90 segundos pueden aportar una mejor opacificación de los segmentos infrarrenales de la VCI8.
Las ventajas de la TCMS son su alta resolución espacial, que permite la obtención de imágenes con información isotrópica, y también cuenta con herramientas que permiten reconstrucciones posprocesamiento de imágenes, como volúmenes 3D o reconstrucciones en máxima intensidad de proyección (MIP)2,8.
La resonancia magnética (RM) es una alternativa válida particularmente en el contexto de pacientes que no pueden recibir contraste iodado. La ausencia de radiación ionizante es otra particularidad en el contexto de la población pediátrica y adultos jóvenes8.
La VCI definitiva se compone de cuatro segmentos: hepático, suprarrenal, renal e infrarrenal. La génesis de la VCI involucra diferentes procesos que incluyen formación de anastomosis y regresiones de estructuras venosas embrionarias3. Las anomalías congénitas de la VCI son resultado de la persistencia o regresión anómala de estas estructuras venosas fetales9.
Estas últimas se constituyen principalmente por la vena vitelina y una serie de venas pares, ubicadas a cada lado de la línea media, incluyendo las venas cardinales posteriores, subcardinales y supracardinales.
El segmento hepático de la VCI deriva de la vena vitelina derecha. La VCI suprarrenal surge del segmento craneal de la vena subcardinal derecha. La anastomosis entre las venas supracardinales, posteriormente, y las venas subcardinales, anteriormente, constituye el segmento renal de la VCI10. Una porción de la vena supracardinal derecha persiste como el segmento infrarrenal de la VCI. Las venas cardinales posteriores (las porciones caudales) se transforman en las venas ilíacas. Por último, el sistema ácigos es el resultado de la persistencia de las venas supracardinales superiores (Fig. 1)3.
La ausencia de VCI es rara e incluye dos variantes: ausencia de VCI infrarrenal con preservación del segmento suprarrenal o ausencia completa de VCI2. Esta última sugiere que existe una falla en el desarrollo de los tres pares de venas embrionarias, mientras que la primera implica una alteración en la génesis de las venas cardinales posteriores y supracardinales. Es complejo establecer un único evento embriológico, por lo que se plantea que pueda ser resultado de trombosis venosa perinatológica11,12. El retorno venoso en estos pacientes ocurre a través de venas lumbares ascendentes que drenan hacia el sistema ácigos y hemiácigos, dando como resultado colateralidad prominente de estructuras venosas que pueden simular masas paraespinales (Fig. 2)7,13.
Es el resultado de la persistencia de ambas venas supracardinales3. Tiene una prevalencia del 0,2-3%11. La identificación de esta entidad tiene vital importancia en el contexto de pacientes candidatos a colocación de filtros de VCI, dado que su desconocimiento puede desembocar en el desarrollo recurrente de tromboembolia pulmonar (Fig. 3)3.
Su prevalencia va del 0,2 al 0,5%10. Es secundaria a regresión de la vena supracardinal derecha y persistencia anómala de la vena supracardinal izquierda3. Tiene un curso craneal izquierdo a lo largo de la aorta abdominal, se une a la vena renal izquierda (VRI) y en conjunto toman un curso anterior para drenar finalmente en una VCI suprarrenal normal (Fig. 4)3,7. No tiene importancia clínica en sí misma; no obstante, puede imitar adenopatías paraaórticas7,14.
Se produce como consecuencia de una falla embriológica al formar la anastomosis subcardinal derecha hepática. La VCI suprarrenal drena en el sistema ácigos-hemiácigos para retornar al corazón a través de la vena cava superior. Debido a la ausencia del segmento intrahepático de la VCI, las venas suprahepáticas desembocan de manera directa a la aurícula derecha3 (Fig. 5). La vena ácigos suele estar dilatada y puede simular una masa paratraqueal o adenopatías retrocrurales10,15. También hay que considerar la posibilidad de una ligadura accidental durante el contexto de una cirugía torácica, que desencadenaría en un evento fatal para el paciente10. Es imperativo tener en cuenta esta variante previa planificación de un bypass cardiopulmonar10,16. La asociación más común con esta anomalía incluye a los síndromes heterotáxicos (isomerismo izquierdo) y la malrotación intestinal17.
A diferencia de la anatomía habitual de la VCI infrarrenal que surge de la vena supracardinal derecha (localizada posteromedial con respecto al uréter homolateral), en esta entidad la VCI infrarrenal se desarrolla a partir de la vena cardinal posterior derecha (que discurre anterior y lateral con respecto al uréter). Como resultado, el uréter proximal queda confinado posteriormente con respecto a la VCI, pudiendo generar compresión y consecuente hidronefrosis y/o infecciones urinarias recurrentes (Fig. 6)16. Tiene una prevalencia del 0,06 al 0,17%, ocurriendo más comúnmente en hombres, del lado derecho10,18.
Aunque es raro en la mayor parte de los países del mundo, la obstrucción membranosa de la VCI es la causa más común de obstrucción del flujo venoso hepático en Asia y Sudáfrica. Se expresa como una lesión oclusiva de la VCI generalmente completa, pero ocasionalmente con un pequeño orificio central, ubicándose en proximidad al ingreso en la aurícula derecha o inmediatamente por debajo del diafragma. La causa permanece incierta, aunque se han planteado dos posibles orígenes: resultado de una malformación congénita vascular o secuela de trombosis en la porción hepática de la VCI19. Puede desarrollarse colateralidad prominente, intrahepática y extrahepática, y clínicamente puede causar obstrucción del flujo hepático, síndrome de Budd-Chiari congénito y carcinoma hepatocelular3.
La malformación de Abernethy, también conocida como shunt portosistémico extrahepático congénito (SPEC), es una condición rara en donde la sangre portal drena parcial o completamente a la circulación sistémica a través de una comunicación anormal. Embriológicamente, la vena porta (VP) se desarrolla a partir de la vena vitelina derecha e izquierda y de anastomosis intervitelinas alrededor del duodeno. La regresión selectiva de los canales anastomóticos forma la VP. Se piensa que estos shunts extrahepáticos se deben a una involución excesiva de la vena vitelina o a la falla de la vena vitelina para establecer anastomosis con los sinusoides hepáticos o venas suprahepáticas3. Se clasifica en dos categorías20:
La repercusión clínica de los SPEC se puede dividir en aquellos que son consecuencia del shunt de la circulación portal (síndrome hepatopulmonar, disfunción metabólica y encefalopatía hepática), las anomalías congénitas asociadas (cardiacas, arterio-venosas, viscerales y musculoesqueléticas), y las secundarias a lesiones hepáticas (nódulos regenerativos, hiperplasia nodular focal, hepatocarcinoma, entre otras)21.
Las anomalías de la VCI incluyen también otras variantes derivadas de las venas tributarias. Normalmente, la VRI deriva de anastomosis intersubcardinales que cruzan anteriormente a la aorta.
La VRI es retroaórtica cuando deriva de venas intersupracardinales, las cuales se posicionan posterior con respecto a la aorta. Ocurre en un 1,7-3,4% de los individuos (Fig. 8).
La persistencia tanto de venas intersupracardinales como de las intersubcardinales resulta en un anillo venoso circumaórtico (una vena anterior y otra posterior a la aorta). La prevalencia es del 2,4-8,7% (Fig. 9).
Dichas variantes asumen un significado importante en la planificación preoperatoria de nefrectomía. También pueden imitar adenopatías. En raras ocasiones, puede existir compresión de la vena renal en su curso posterior y resultar en insuficiencia venosa periureteral y hematuria, entre otros7.
Las técnicas de imagen tienen un rol fundamental en la detección de las diferentes anomalías congénitas de la VCI. Su correcta caracterización, principalmente mediante tomografía computada (TC) con contraste endovenoso, es crucial, ya que puede tener implicancias clínicas directas, imitar otras enfermedades o plantear desafíos en la planificación de intervenciones vasculares.
*Correspondencia: Florencia Prado-Morán. E-mail: pradoflorencia.m@gmail.com