Resumen : El artículo analiza la vida, el exilio y la obra artística del pintor republicano José Luis Fernández Martínez (pintor Sarralde-“Pasajes”) bajo el gobierno republicano y el sucesivo régimen franquista. Alistado como voluntario en el ejército de la República, fue afectado en la Sección de Cultura del Comisariado General de Guerra trabajando codo a codo con otros artistas; sobrevivió a los vencedores enmascarando su pasado durante la posguerra y haciendo frente a los estragos de una España ennegrecida durante la etapa del primer franquismo. Tuvo la suerte de viajar a América muy pronto, en 1945, y la osadía, de cara al gobierno franquista, de entablar amistad con exiliados republicanos en México, en donde se casó y formó familia. Desde entonces y durante largos años residió entre las dos orillas. Su pincel retrató a ilustres personajes del ámbito de la cultura y política durante el gobierno republicano, el régimen franquista y la república de México; pero también aquellos otros exiliados republicanos o personajes afines a la causa en América. Fue único en conectar uno y otro mundo, tan distintos, gracias a su arte.
Palabras claves : José Luis “Pasajes”, Guerra Civil española, exilio republicano.
Abstract : This article analyzes the life, exile, and artistic work of the republican painter José Luis Fernández Martínez (also known as Sarralde- “Pasajes” painter) under the republican government and the ensuing Franco regime. Enlisted as a volunteer in the Army of the Republic, he worked in the Culture Section of the General War Commissariat alongside other artists. He survived the victors by masking his past during the postwar period and facing the ravages of a Spain shrouded in darkness during the early years of Franco’s rule. He was lucky enough to embark on an early journey to America, in 1945, and brave enough, in the face of Franco’s government, to make friends with Republican exiles in Mexico. There, he married and raised a family. Since then and for long years he resided between the two shores. His brush portrayed illustrious characters from the field of culture and politics during the Republican government, the Franco regime, and the Republic of Mexico; but also other Republican exiles or characters related to the cause in America. Through his art, he demonstrated a unique ability to bridge two starkly contrasting worlds.
Keywords : José Luis “Pasajes”, Spanish Civil War, Republican Exile.
Artículos
Un artista entre España y América El pintor José Luis “Pasajes” y su compromiso con el arte durante la República y el franquismo
An Artist between Spain and America The Commitment of Painter José “Pasajes” to Art during the Republic and Franquism
Recepción: 26 Enero 2023
Recibido del documento revisado: 26 Abril 2023
Aprobación: 13 Mayo 2023
El presente texto analiza la vida y obra del pintor José Luis Fernández Martínez, también conocido como Pintor Sarralde. Tiene por objetivo dar a conocer la historia de vida de este artista conectándola con su producción artística y el impacto que tuvo la misma en las sociedades española y americana de la época.
El exilio de los intelectuales y artistas españoles durante la Guerra Civil dejó una huella indeleble en sus trabajos, ya que muchos de ellos encontraron en su situación de exiliados la inspiración para crear nuevas obras. En algunos casos, el exilio se convirtió en una experiencia fundamental en la vida de estos intelectuales y artistas, que transformó su visión del mundo y su forma de trabajar. Por ejemplo, el poeta Luis Cernuda, quien se exilió en Inglaterra, encontró en el exilio un espacio para reflexionar sobre su propia identidad y para crear poesía que se centró en temas como la nostalgia y el deseo de regresar a España.
El exilio también provocó un impacto en la forma en que estos intelectuales y artistas se relacionaban con el mundo cultural de su país de origen. Muchos de ellos siguieron publicando obras que trataban temas políticos y sociales, pero desde la perspectiva de su nueva experiencia de vida. En algunos casos, los exiliados crearon nuevas formas de arte que eran un reflejo de su experiencia en el exilio, como la obra de los pintores españoles exiliados en México, como José Luis “Pasajes”, analizado extensivamente en este artículo.
José Luis Fernández Martínez es un claro ejemplo de cómo la guerra y posguerra afectó la obra y la vida de los intelectuales y artistas españoles. Asimismo, su experiencia en su pseudo-exilio en México tuvo un impacto significativo en su obra, llevándolo a experimentar con nuevas técnicas y formas de expresión artística. A través de su obra, “Pasajes” exploró la identidad y la cultura mexicana, así como su propia identidad como exiliado/inmigrante español.
La historiografía y los estudios culturales han aportado una nueva perspectiva al estudio del exilio, al centrarse en las experiencias individuales y en cómo éstas se reflejan en la cultura y en la sociedad. Nuestro análisis es un claro ejemplo, pero también lo son otros casos de estudio tales como el del artista José Renau y su obra ejecutada durante su exilio en México ( PÉREZ AGUIRRE, 2019), o aquellos con perspectiva de género centrados en analizar mujeres españolas exiliadas en México, así como sus descendientes, en el escenario artístico ( GUASCH MARÍ, 2022).
Las hipótesis de investigación de este artículo se pueden resumir como sigue:
1) La obra de José Luis “Pasajes” se vio influenciada por los distintos contextos políticos y culturales en los que vivió, tanto en España como en América. Durante su estancia en la Sección de Cultura del Comisariado General de Guerra, trabajó en colaboración con otros artistas, lo que tuvo un impacto en su estilo y técnica. Además, su exilio en México y su contacto con otros exiliados republicanos y artistas locales también tuvo un efecto en su trabajo y en la forma en que representó temas relacionados con la política y la cultura.
2) La figura de José Luis “Pasajes” se caracterizó por un compromiso constante con la defensa de los valores republicanos y su oposición al régimen franquista. A pesar de las dificultades que enfrentó durante la posguerra y en la España de Franco, su obra artística y su actividad cultural siempre estuvieron en línea con su compromiso político. Además, su viaje a América y su contacto con otros exiliados republicanos y artistas locales en México reforzaron su postura ideológica y lo llevaron a retratar a muchos personajes relevantes en el ámbito de la cultura y la política republicana.
3) La vida y obra de José Luis “Pasajes” demuestran la capacidad del arte para conectar diferentes culturas y contextos políticos y sociales. A pesar de las diferencias entre España y América, y las dificultades políticas y sociales que enfrentó durante su vida, su arte fue capaz de trascender las fronteras y conectarse con públicos diversos. Su obra retrató tanto a figuras relevantes de la cultura y la política en España como a exiliados republicanos en América, lo que muestra su compromiso con la defensa de los valores republicanos y su capacidad para conectar diferentes realidades políticas y culturales a través del arte.
A nivel metodológico, esta investigación se ha llevado a cabo de la siguiente forma: se partió de la información obtenida a través del proyecto de investigación e-xiliad@s, 1 mediante el cual se obtuvo la mayoría de las fuentes analizadas. Dichos datos se contrastaron con la información obtenida a través de una serie de entrevistas realizadas con Juan Fernández, hijo del pintor, que se puso en contacto con una de las autoras para dar a conocer la biografía de su padre, dentro del marco del citado proyecto de investigación.
La investigación histórica es fundamental para comprender y contextualizar la obra de los artistas y su papel en la sociedad. En el caso del pintor José Luis Fernández Martínez, la exploración de los archivos históricos es esencial para entender su trayectoria y su experiencia en el exilio. Sin embargo, la fuente oral representada por su hijo, que brinda una perspectiva más personal y cercana, es una valiosa aportación a la investigación y permite conocer aspectos de la vida del artista que de otra manera podrían haber quedado en el olvido. La utilización de fuentes orales en la investigación histórica es cada vez más común y necesaria, ya que aporta un conocimiento más completo y profundo de los procesos históricos. Al fin y al cabo, la historia oral nació como un complemento para la ciencia histórica sin ningún tipo de pretensión en reemplazar a las fuentes documentales. La historia oral matiza hechos y acciones a través de lo que las personas dicen y cómo lo dicen, bañado con esa pátina de sentimientos e imaginación que dan forma a determinado hecho histórico ( SMITH, 2017); hacemos referencia a esa cosmovisión que cualquier testimonio ofrece ( PERKS; THOMSON, 2015). ¿Por qué se complementa? Tal y como indica David Mariezkurrena Iturmendi ( 2008, p. 230), se debe a que los testimonios orales transmiten algo que no se halla en la documentación escrita y es ese “contacto directo y personal con un individuo o un grupo humano que recuerda el pasado, su pasado, y aporta una dimensión humana a la Historia”. Y si, la memoria de los informantes no es infalible ya que, como bien indica este mismo autor,
ella misma es histórica, el presente matiza el pasado, la selección de los recuerdos existe y generalmente ocultamos más o menos inconscientemente lo que altera la imagen que nos hacemos de nosotros mismos y de nuestro grupo social. Por ello, no hay fuentes orales “falsas”. Las afirmaciones equivocadas constituyen verdades psicológicamente ciertas (MARIEZKURRENA ITURMENDI, 2008, p. 230).
Volviendo a nuestro estudio, a las fuentes orales se añadieron documentos y obras pictóricas, que se contrastaron con archivos digitales y físicos personales,– entre los cuales destaca el archivo personal de Juan Fernández – e institucionales – entre los que destacan: Archivo del Centro Documental de la Memoria Histórica; Archivo General de la Nación de México; Archivo Histórico del Partido Comunista de España; Archivo Histórico Nacional; Archivo Histórico del Partido Comunista; Colección Digital Complutense; Fondos de la Biblioteca del Museo del Prado. La investigación de archivos, pues, se realiza en ambos países de residencia del Pintor Sarralde.
La década de los treinta, iniciada políticamente con la proclamación de la II República y en la que también se inicia artísticamente nuestro pintor José Luis Fernández, abre un nuevo periodo para todos los protagonistas del panorama cultural en el que se producirán, como apunta Jaime Brihuega ( 2002, p. 15), “transformaciones sustanciales, eficaces y progresistas en muchos ámbitos de la cultura vinculada, por diversos motivos, a los poderes públicos”. En este sentido, son muchas las iniciativas que se ponen en marcha en estos años previos al estallido del conflicto y que generarán un auge cultural, iniciado en los años precedentes, que va a suponer en otras, la llegada de nuevos lenguajes artísticos, la multiplicidad de revistas literarias, el surgimiento de iniciativas como las Misiones Pedagógicas, el nacimiento de la Agrupación de Artistas Plásticos, con sus diversas denominaciones. También supuso la refundación de espacios desaparecidos, pero de vital importancia, como la Sociedad de Artistas Ibéricos (SAI) que había sido creada en el año 1925. Tal y como indican algunos autores, el proyecto cultural promovido por el gobierno republicano estuvo, al parecer, influenciado por el mexicano ya que ambos países tenían como objetivo común erradicar el analfabetismo en las zonas rurales, o bien el de integrar a todos los ciudadanos a un nuevo discurso nacionalista a través de las misiones culturales y pedagógicas ( PÉREZ AGUIRRE, 2019, p. 113).
Sin entrar a definir las particularidades pictóricas que asumieron los principales focos artísticos de la época, Madrid y Barcelona, sí queremos resaltar que San Sebastián, ciudad en la que recibe nuestro artista sus primeras enseñanzas artísticas formales, pasó a desbancar a la ciudad de Bilbao ( GONZÁLEZ DE DURANA, 2002, p. 51). De hecho, será San Sebastián la elegida para celebrar en 1931 una exposición de la citada Sociedad de Artistas Ibéricos, que sólo auspiciará una más en Valencia y otras en el extranjero: Copenhague y Berlín. 2
El estallido de la Guerra Civil, en julio de 1936, supuso un punto de inflexión en la historia reciente de España; sumió al país durante tres años en un conflicto armado cuyas consecuencias más directas fueron el triunfo del golpe de los llamados nacionalistas y el exilio de todos los que habían apoyado, en distinta medida, la legalidad de la República. Sin embargo, pese a las condiciones adversas, el arte, lejos de desaparecer, se convirtió en un arma más de la contienda, utilizándose desde posiciones opuestas donde el dibujo y el grabado fueron “dos de las técnicas preferidas de ambos bandos” ( PÉREZ SEGURA, 2012, p. 314). Junto a ellos, como indica Facundo Tomás ( 2006, pp. 64-65), los carteles de la guerra “fueron expresión icónica del combate colectivo, de sus razones y objetivos, constituyeron la manifestación de los ideales de justicia y libertad”, pero también, tal y como indica el mencionado autor, los carteles actuaban como un sistema de educación de la multitud, “instrumentos eficaces para la tramitación de consignas a todos los rincones y, para cada militante individual, en elemento de identificación con la propia organización, de la cual aparecían como símbolos”.
En el seno de organizaciones sindicales, asociaciones artísticas o revistas, muchas nacidas durante la contienda, los artistas desarrollaron una importante labor de propaganda cultural que también se desplegó desde los sectores oficiales, tales como la Sección de Propaganda del Ministerio de Instrucción Pública. De hecho, este Ministerio desplegó una intensa actividad que tuvo como punto álgido la organización del Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937 ( BRIHUEGA, 2002, p. 25).
El final de la contienda condujo a la salida de muchos de los artistas que se habían comprometido con la defensa de la legalidad de la República, aunque otros, como el caso que nos ocupa, se quedaron en unas circunstancias adversas pasando a engrosar las listas de fusilados y, con más suerte, la de los apresados en campos de concentración, 3 o en cárceles franquistas, que se fueron desplegando por toda la geografía española. Sobrevivir a las atrocidades vividas en estos espacios de represión ya fue un hecho heroico, lo mismo que volver a reiniciar sus vidas en una dura posguerra marcada por la autarquía y por una censura “que actuaba como si el país todavía estuviera en guerra” ( ECHEVARRÍA, 2016, p. 207).
La depuración cultural durante la década de 1940 fue una de las medidas tomadas al concluir la guerra. Se impuso entonces la censura plástica, aunque con menor intensidad que la que controló la prensa, la radio o el cine. En este escenario, los artistas que no lograron exiliarse optaron por distintas opciones para sobrevivir. Algunos se desvincularon de la creación plástica, como el caso del escultor sevillano Antonio Perea Sánchez, y los que la mantuvieron lo hicieron bajo pseudónimos, tal y como haría José Luis Fernández, o con actividades totalmente opuestas a lo que venían haciendo antes y durante la guerra.
En cualquier caso, y pese a que las grandes oleadas de exiliados se produjeron a lo largo del conflicto y con carácter masivo durante el año 1939, a lo largo de los años cuarenta y cincuenta de dicho siglo, las difíciles condiciones políticas, económicas y sociales de España, empujaron a la salida a algunos artistas asfixiados por aquel escenario opresor, como el caso que nos ocupa y aunque fuera por períodos determinados hacia México, y al que podemos unir nombres como el de la grabadora María Teresa Toral o los Giménez Cacho, por citar algunos ejemplos.
El 28 de mayo de 1917 nace José Luis Fernández Martínez en el Puerto de Pasai Antxo (Pasajes Ancho), provincia de Guipúzcoa, siendo sus padres José Fernández Grados y Feliciana Martínez Sarralde. A lo largo de su vida adoptaría una serie de nombres artísticos tales como Pintor Sarralde, durante la Guerra Civil española, o José Luis Fernández de “Pasajes” durante la posguerra 4 para, finalmente, firmar como José Luis “Pasajes”, o simplemente “Pasajes”, hacia el final de su etapa artística.
En 1929, con apenas 12 años, su padre lo mandó a estudiar en un colegio internado en Francia, concretamente en la ciudad de Dax, ubicada en la región de Aquitania, tratándose, posiblemente, de la École Primaire Supérieure Professionnelle; allí estudió también su hermana Águeda Pía en la sección de señoritas (Collège de Jeunes Filles), ambos estuvieron internados 2 años ( FERNÁNDEZ, 1999, p. 18). La memoria familiar de José Luis afirma que fue en Dax en donde el pequeño Fernández descubrió su faceta como pintor al realizar un dibujo a color en la sala de recuperación en donde se encontraba, debido a que se puso enfermo de la garganta. 5
A partir de entonces decide concentrarse en la pintura siendo matriculado en 1931 en la Escuela de Artes y Oficios 6 en Donostia (San Sebastián), lugar en donde se habían trasladado sus padres al poco tiempo de nacer José Luis. Allí estudió dibujo artístico desde 1931 hasta 1932 con los profesores Gaspar Montes Iturroz y Rogelio Gordón García-Rovés; dos pintores vascos muy reconocidos, siendo Gordón también director de la Escuela. 7 Durante este tiempo y con aproximadamente 15 años, José Luis entra en contacto con el pintor vasco Elías Salaverría Inchaurrandieta, 8 amigo de su padre José Fernández Grados, quien por entonces era escritor y con quien obtuvo consejos y enseñanzas en relación con la pintura, en el estudio que tenía Elías en el pueblo Pasajes San Juan.
En 1933, con apenas 16 años, José Luis se traslada a vivir a Madrid e ingresa, avalado por los académicos Elías Salaverría y Enrique Martínez Cubells, 9 en dos lugares que lo consolidaron como pintor: la Escuela Central de Bellas Artes dependiente de la Academia de San Fernando, en donde estudió el arte de la pintura al óleo y, a su vez, en el Museo del Prado como copista titular por el período de 1933 a 1936. En el Museo del Prado fue copista de Velázquez, Murillo y Goya, siendo el estilo pictórico de Francisco de Goya el que más influencia ejerció en la pintura de José Luis. Entre los libros de registros de copistas del Museo del Prado, José Luis aparece como copista de las siguiente obras y años: La Cometa (1933), El Ciego de la Guitarra (1933), La Era (1934), La Nevada (1934) de Francisco de Goya; Retrato de Felipe IV (1936) y Las Lanzas (1936) de Diego de Velázquez; Concepción (1936) de Bartolomé Esteban de Murillo. 10 Durante el período de 1935 no aparece ningún registro de José Luis como copista en el Museo del Prado, este hecho quizá se deba a su participación, ese mismo año, en la XI Exposición de Artistas Noveles, donde expuso una serie de obras con apenas 18 años de edad, obteniendo un premio monetario de ciento cincuenta pesetas. 11 Posiblemente, este certamen le obligó a trabajar y viajar algunos meses en San Sebastián. En junio de 1936, poco antes del estallido de la Guerra Civil española, José Luis exhibe su cuadro titulado La herrería de Atocha en la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en el Palacio de Exposiciones del Parque del Retiro de Madrid. Lamentablemente, la ceremonia de premiación de este certamen no pudo concluirse debido al inicio de la guerra civil.

Cuando inició la Guerra Civil española, en julio de 1936, José Luis apenas contaba con 19 años de edad y se encontraba en Madrid finalizando sus estudios de pintura. Cabe destacar que los padres de José Luis, especialmente su padre, eran liberales inculcando en sus cinco hijos un espíritu de libre pensamiento y de libertad religiosa. Con el triunfo del Gobierno de la República en 1931, toda la familia ya se había inclinado por este régimen político, aunque no se afiliaron a ningún partido. Estas convicciones políticas de la familia, junto con las propias del joven artista, hicieron que José Luis se ofreciera como voluntario a favor de la causa republicana nada más estallar la contienda.^ 12
Justo antes del inicio de la guerra, la familia de José Luis, padres y cuatro hermanos (Miguel, Águeda, Isabel y David), se habían mudado desde la ciudad de San Sebastián para establecerse en Madrid. Este traslado fue debido a que su padre, el escritor José Fernández, fue nombrado Director Artístico de la discográfica Columbia-Regal; 13 lamentablemente, en noviembre de 1936, la empresa deja de operar en España por motivos de la contienda. Este hecho generó una difícil situación económica de la familia provocando que el padre de José Luis se pusiera al servicio del Gobierno de la República, en la actividad de comunicaciones, de la cual ya tenía varios años de experiencia en su último empleo. Así pues, fue nombrado Administrador de Correos 14 en la ciudad de Tarragona, en Cataluña; en ese momento la familia tuvo que dividirse: el padre se quedó en Tarragona mientras que su esposa, Feliciana Martínez, y tres de sus cinco hijos se fueron, por motivos de seguridad, a la ciudad de Valencia. Por otro lado, sus otros dos hijos: Miguel Ángel y el mismo José Luis, se ofrecieron voluntarios en favor de la causa republicana.
Los jóvenes reclutados por el Gobierno republicano eran asignados por edad, oficio y aptitudes a diferentes actividades relacionadas con el conflicto armado; de esta manera, José Luis fue destinado a la Sección de Cultura del Comisariado General de Guerra del III Cuerpo de Ejército de la República Española. El III Cuerpo de Ejército fue creado el 4 de marzo de 1937 y pertenecía al Ejército del Centro. Esta unidad militar organizó un sistema cultural adaptado a la estructura del ejército y que comprendía una Sección de Cultura de Cuerpo de Ejército, Secciones divisionarias de cultura y Hogares del Combatiente, cuyos trabajos giraron en torno a la lucha contra el analfabetismo, al intercambio cultural, la organización de bibliotecas y la creación de escuelas, entre otros ( FERNÁNDEZ SORIA, 2007, p. 103), trabajando codo con codo con las Milicias de la Cultura. Así pues, en Chinchón, a 40 km de Madrid, se instaló la Sección de Cultura en donde se encontraba el taller de pintura donde José Luis realizó diferentes trabajos artísticos, desde retratos hasta carteles políticos y de propaganda de guerra. Muchas de estas pinturas fueron destinadas a diversas localidades y frentes a cargo del III Cuerpo de Ejército; así como también otros trabajos que tenían como destino final la ciudad de Madrid.

Los pintores que trabajaban en la Sección de Cultura establecida en Chinchón tenían, a su vez, disciplina y rango militar; eran oficiales que dependían directamente del Comisario General. 15 Durante el conflicto armado José Luis obtuvo el grado militar de Alférez y utilizó el pseudónimo artístico de Sarralde, el cual era el segundo apellido de su madre. Cuando era cuestionado acerca de no haber participado directamente en los frentes de batalla, durante y después de la guerra civil, él siempre decía que su arma era el pincel, y su escudo la paleta. Sostenía, además, que en la guerra se combatía con las ideas expresadas a través del arte, utilizando, muchas de las veces, la frase atribuida a Vladimir Lenin acerca de que las ideas son más letales que los cañones. 16

El Comisariado General del III Cuerpo de Ejército con sede en Chinchón tenía a su cargo, entre otras, la Sección de Cultura y la de Propaganda, íntimamente relacionadas como consecuencia de los trabajos artísticos que en ambas se realizaban. De esta manera, la Sección de Cultura se ubicó en una casona del pueblo, instalándose en el patio de dicha casa el taller de pintura. Cerca de ese lugar se encontraba la Sección de Propaganda, donde el pintor “Pasajes” también realizó diversas actividades.

Según la memoria familiar de José Luis, el comisario político envío a Madrid algunos de los retratos de los diferentes líderes republicanos españoles y de otros líderes internacionales que se habían realizado en el taller de pintura a su cargo. Se encomendó a la Sección de Cultura de Chinchón la realización de tres retratos emblemáticos, de gran formato. Estos se tuvieron que pintar en secciones, con la finalidad de poderlos transportar a la capital. El primero de los retratos correspondía a la efigie de Manuel Azaña, presidente de la República Española; el segundo fue el rostro del General Lázaro Cárdenas, presidente de México; y el tercero de José Stalin, máximo dirigente de la Unión Soviética. Tanto Cárdenas como Stalin representaban los líderes internacionales que en su momento más habían apoyado a la República Española. 17 Tal y como se constata en los archivos fotográficos del Partido Comunista, 18 José Luis retrató a Lenin y a Francisco Antón Sanz (secretario del Comité Provincial de Madrid del Partido Comunista); mientras que Lázaro Cárdenas fue retratado por un compañero suyo. Cabe destacar que las fotografías de la Sede de Cultura fueron tomadas por el fotoperiodista Walter Reuter, quien también se exilió en México y en donde conoció y entabló amistad, años más tarde, con el pintor José Luis. Una vez fallecido, su hija realizó una exposición de esas y otras fotografías de Reuter en México. 19


Cuando, a mediados del mes de noviembre de 1938, llegaron a Chinchón las noticias de que el Ejército Republicano había sido derrotado por las tropas franquistas en la Batalla del Ebro, y ante la también inminente caída de Madrid, la Sección de Cultura y, en general, el Comisariado de Guerra de III Cuerpo de Ejército fueron desmantelados. El comisario político, apellidado Ortega, le había ofrecido a José Luis, y posiblemente también al resto de artistas, un salvoconducto para abandonar Chinchón y dirigirse por la todavía zona republicana a la ciudad de Valencia, con la finalidad de emprender la huida. Estamos en un momento en donde el avance nacionalista había dividido en dos la zona republicana. En Cataluña se encontraba el resto de su familia; se tenía noticias de la imposibilidad de llegar a esa zona por vía terrestre como consecuencia de la reciente ofensiva de los rebeldes nacionalistas, quienes habían cortado la comunicación entre Valencia y Tarragona desde el mes de mayo de 1938. La situación era difícil, las opciones que barajaba José Luis en ese momento fueron la de dirigirse hacia Valencia o al puerto de Alicante, para luego seguir para Francia u otro lugar fuera de España por vía marítima. 20
Cabe destacar que, en noviembre de 1938, el padre de José Luis continuaba trabajando para el Gobierno de la República en la ciudad de Tarragona; poco tiempo antes de que el territorio republicano quedara dividido en dos, había trasladado a su esposa y a sus dos hijos menores desde Valencia hasta Tarragona. Águeda, la hermana de José Luis, quien se había quedado trabajando en Valencia realizando labores periodísticas afines a la República, logró llegar a Barcelona. Miguel Ángel, su otro hermano, quien al iniciar la Guerra Civil se alistó como voluntario defendiendo el frente de la Ciudad Universitaria en Madrid, y quien había hecho carrera militar en la Escuela de Oficiales durante la contienda, en esos momentos protagonizaba la retirada de la Batalla del Ebro. En dicha batalla había participado como capitán al mando de un batallón de ametralladoras adscrito a las Brigadas Internacionales.
Finalmente, José Luis decide no abandonar Chinchón. No sabemos hasta qué punto José Luis era consciente de la dura represión que el ejército nacionalista estaba otorgando a los vencidos; en todo caso, su decisión de permanecer en Chinchón demuestra su compromiso político con el gobierno de la República, aceptando cualquier consecuencia.
Hacia finales del mes de marzo de 1939, la población civil de Chinchón se percató de la existencia de cierto nerviosismo en los mandos del Estado Mayor y de las Comandancias ubicadas en el pueblo. El día 28 del mismo mes, la población se echa a la calle secundada por algunos milicianos adictos, organizándose una manifestación que terminó en el Ayuntamiento en donde fue colocada una bandera bicolor, bandera que había sido confeccionada y bordada en la clandestinidad por algunas mujeres del pueblo ( MEDINA PINTADO, 2007, p. 192). Entre febrero y marzo de 1939 se sucedieron en Chinchón dos alcaldes: Vidal Roldán y Rafael Díaz; el 29 de marzo de 1939, a escasos días de terminar la guerra, finalmente arribaron a Chinchón las tropas españolas del ejército franquista y en el transcurso de las siguientes semanas ocurrieron más detenciones, entre las cuales estuvieron las de otros integrantes del Comisariado General de Guerra, miembros del Partido Comunista, del Comité del Frente Popular y líderes sindicales. Tal y como comenta la historia local, Chinchón pasó de ser republicano a ser franquista sin dar un sólo disparo, incluso antes del primero de abril tenía corporación municipal constituida, cuyo presidente fue Enrique Recas Catalán ( MEDINA PINTADO, 2007, p. 193).
José Luis también fue detenido y enviado a un campo de internamiento en Guipúzcoa en donde realizó trabajos forzados en la zona de Peñas de Aya. 21 En ese lugar operaron los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores barrenando el terreno y realizando otros tipos de trabajos ( MENDIOLA GONZALO; BEAUMONT ESANDI, 2006, p. 23). Posiblemente se encontraba enrolado José Luis en uno de esos batallones por el espacio de un año y medio hasta que, a finales del año 1940, fue liberado. Regresó a la vida civil y posteriormente a la vida artística que tenía antes de la guerra; pero con una marca indeleble que dicho conflicto armado le había dejado a él y al resto de su familia, para siempre.
¿Qué sucedió con su familia? Sus padres y tres de sus hermanos, ante los incesantes bombardeos en la ciudad de Tarragona, y posteriormente sobre Barcelona, en donde estuvieron viviendo por muy breve tiempo, lograron a duras penas cruzar la frontera con Francia. Su hermana Águeda fue la primera en partir al exilio y se embarcó en el buque Mexique con destino al Puerto de Veracruz, arribando a México en julio de 1939. Su hermano Miguel, después de permanecer un tiempo en condiciones sumamente precarias en el campo de concentración francés de Argelès-sur-Mer, también se asiló en México en 1940. Miguel no tenía como destino inicial México; se embarcó en un barco llamado Cuba desde Francia hacia República Dominicana, pero las autoridades de esa isla, con Leónidas Trujillo como presidente, no dejaron desembarcar a los republicanos españoles. Fue entonces cuando el gobierno mexicano, por indicaciones del General Lázaro Cárdenas, fletó un barco llamado Saint Domingue que trajo ese grupo de republicanos hasta el Puerto de Coatzacoalcos en México. 22
Sin embargo, los padres de José Luis y sus otros dos hermanos menores, Isabel y David, estando ya en territorio francés y con posibilidades de embarcarse a México, no lo hicieron. Según la memoria familiar, se debió a que su padre era un idealista y además no quería para él ni para su familia el exilio; de esta manera decidió regresar casi enseguida a España con su esposa y sus dos hijos menores. 23 Este hecho fue muy común en la historia del exilio republicano; hacia mediados-finales de 1939, gran cantidad de exiliados retornaron a España: cerca de 268.000 regresaron siendo mayoritariamente población civil y excombatientes no especialmente implicados en causas políticas ( BAUTISTA VILAR, 2009, p. 72). Muchas de las veces fueron persuadidos por el gobierno francés quien instaba a los exiliados a repatriarse bajo el convencimiento de que no habría represalias franquistas o bajo amenazas, para el caso de los hombres, de alistarse en las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE), en la Legión Extranjera o a los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros (RMVE). La realidad fue bien distinta. Una parte importante del colectivo de exiliados que regresaron no tenían consciencia de tener responsabilidades políticas o militares, ni tampoco sabían lo que les esperaba para muchos de ellos: campos de concentración franquistas, consejos de guerra, investigaciones político-sociales y las depuraciones ( VILANOVA, 2009, p. 18). Una vez la familia de José Luis ingresó en territorio español, su padre fue detenido por sus antecedentes al servicio de la República y enviado a prisión, donde permaneció tres años. En ese momento, su madre y sus dos hijos menores regresaron a vivir al País Vasco, siguiendo la tónica de la mayoría de mujeres exiliadas de primera generación que regresaron a sus lugares de origen en el período comprendido entre 1939 y 1940 ( ESCOBAR DERAS; BOCANEGRA BARBECHO, 2020, p. 297).
Una vez sale del campo de concentración a finales de 1940, José Luis intenta rehacer su vida artística adoptando, esta vez, el pseudónimo de Fernández de “Pasajes” , lo que le permitió entre otras cosas continuar su trayectoria artística en la España de posguerra.
Entre los años 1941 y 1942, estando en Madrid, José Luis tuvo como guía y consejero para su carrera artística al famoso pintor vasco Ignacio Zuloaga Zabaleta, 24 quien por aquellos años tenía su estudio de pintura en la capital española. Ignacio le autorizó para que copiara dos de sus cuadros más conocidos, Torerillos y el Retrato de Juan Sebastián Delcano. 25 En 1942, con apenas 25 años, José Luis pinta en las montañas de los Pirineos el paisaje titulado Peñas de Aya, obteniendo el primer lugar en la XII Exposición de Artistas Noveles, celebrada en la ciudad de Donostia/San Sebastián, y recibiendo un premio consistente en una pensión económica de 3.850 pesetas de la Diputación de Guipúzcoa. 26 Habían sido jurados del certamen el reconocido pintor Ignacio Zuloaga y el arquitecto Pedro Muguruza. 27
El talento artístico de José Luis continuó recibiendo premios. El 21 de junio de 1943, residiendo en San Sebastián, obtuvo por concurso de oposición 28 el nombramiento de becario de la Fundación Conde de Cartagena de la Real Academia Española de Bellas Artes de San Fernando. Esta beca consistió en un fondo económico de 8.000 pesetas que le fue entregado para que, durante un año, realizara su obra artística en las ciudades de Granada y Palma de Mallorca. 29 De esta manera, José Luis se traslada a dichos lugares, pasando seis meses en cada uno, donde pintó una gran cantidad de paisajes y expuso los cuadros en varias muestras colectivas. 30 En Granada se hospedó en el antiguo Convento de San Francisco que, por aquel entonces, se había convertido en Residencia de Pintores de la Alhambra. 31 Por otro lado, en diciembre de 1944 José Luis presentó su paisaje Legazpi en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona, obteniendo el premio de manos del alcalde de dicha ciudad, Miguel Mateu y Pla. 32 Posteriormente, el cuadro fue adquirido por el Museo de Arte Moderno de Barcelona. Los premios continuaron: el 13 de junio de 1952, en sesión pública y solemne celebrada en Madrid, en la sede de la Real Academia de San Fernando, José Luis fue galardonado con la Medalla Conde de Cartagena; 33 la cual le fue entregada con carácter retroactivo como ganador del concurso de becario en el año 1943.
De pintor Sarralde durante la guerra a Fernández de “Pasajes” en la posguerra; José Luis fue un joven con mucho talento, con distinciones y reconocimientos varios. La memoria familiar narra que, en un certamen de pintura celebrado en el Palacio de Exposiciones del Parque del Retiro de Madrid, en la década de 1940, el pintor Fernández de “Pasajes” fue saludado y felicitado personalmente por el general Francisco Franco quien, por norma, no tenía ninguna clemencia con sus enemigos. 34 De hecho, las autoridades franquistas, según la memoria familiar, no supieron nunca que el pintor Sarralde y Fernández de “Pasajes” se trataron de la misma persona, con lo cual desconocieron sus antecedentes políticos republicanos. El haber recibido distinciones por parte de instituciones y miembros del régimen fascista, habiendo tenido que alternar y retratar en ocasiones a personas afines a ese movimiento, no significó que José Luis cambiara su ideología o forma de pensar; él siempre conservó los ideales republicanos, especialmente el sentimiento antimonárquico, siendo muy afín a la ideología comunista hasta el final de sus días. 35
Mientras en España José Luis iba cosechando éxitos, parte de su familia continuaba exiliada en México y a quienes no veía desde que estalló la guerra. Así pues, inició los trámites para viajar a América y reencontrarse con su familia. Para que los trámites de entrada al país fueran más expeditos, José Luis obtuvo el visado por un año a través del Consulado de México en Lisboa, Portugal, el 15 de octubre de 1945, en calidad de asilado político inmigrante. 36 Zarpó del puerto de Lisboa en dicho mes de octubre con rumbo a América haciendo escala en Nueva York, en donde permaneció un breve tiempo realizando paisajes y composiciones. Fue en ese primer viaje a América, a bordo del vapor Marqués de Comillas, cuando conoció al torero Manolete, a quien le pintó un retrato al óleo posando sobre la propia cubierta del barco.


José Luis tenía 28 años cuando llegó a México, D.F., un 12 de diciembre de 1945, después de haber estado en Nueva York. Desde esa primera visita, José Luis vivió entre México y España, realizando ininterrumpidamente viajes entre estos dos países por los siguientes 42 años, conservando siempre su nacionalidad española y estableciendo su residencia en ambos lugares. Durante esos viajes tuvo la ocasión de conocer a quien sería su futura esposa, Carmen Corro, casándose con ella en la ciudad de México en 1955. Juntos, tuvieron cinco hijos.
A los pocos años de haber realizado sus primeros viajes a México, se relacionó rápidamente con el medio intelectual y artístico local. En 1946, José Luis pintó un retrato al natural al empresario de origen vasco Ángel Urraza Saracho, entonces presidente de la Sociedad de Beneficencia Española en México. Fue el propio Ángel quien le encargó a José Luis pintar un mural al fresco, Fundadores de Hospitales, para la Sociedad de Beneficencia. Desafortunadamente, Ángel Urraza fallece antes de que el mural estuviera terminado, ocupando entonces la presidencia de la Sociedad otro empresario español: Santiago Galas, con quien José Luis no tuvo muy buena relación, debido a la oposición del nuevo presidente en la designación de un pintor republicano con ideas izquierdistas. Las tensiones entre ambos continuaron; en un claro arrebato, José Luis decidió retratarse a sí mismo en el mural; esto provocó mayor descontento que, tras varias disputas y amenazas por parte de la Junta Directiva de la Sociedad de destruir el mural y rescindir el contrato, se llegó a un acuerdo: finalmente José Luis accedió a borrar su rostro y a terminar el mural. Durante estas disputas, José Luis inició una querella de ámbito legal y de protección de derechos artísticos contra la Sociedad, contando con el apoyo de los muralistas mexicanos Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, este último amigo del pintor por su afinidad con la causa republicana española. También recibió el apoyo del Instituto Nacional de Bellas Artes y de su, por entonces, director Carlos Chávez. Como consecuencia de la controversia que generó la pintura mural y ante la imposibilidad de borrarla o destruirla, en 1948 la Junta Directiva tomó la decisión de tapar la obra que había pintado José Luis, cubriendo el mural con un lienzo, copia del cuadro La Peña de Horeb del pintor Murillo; por lo que el mural Fundadores de Hospitales pintado por José Luis “Pasajes” ha permanecido tapado por casi setenta años. 37
Los contactos con las altas personalidades en México continuaron y sus trabajos artísticos también. En el año 1948, José Luis retrató al magistrado Salvador Urbina y Frías, presidente de la Suprema Corte de Justicia de México. En 1949, invitado por su amigo el pintor Josep Bardasano, 38 exiliado republicano en ese país, ingresó en el Círculo de Bellas Artes de México, asociación que habían fundado el propio Bardasano junto a varios pintores republicanos españoles exiliados. Se conservan fotografías de José Luis pintando la Pirámide del Sol en Teotihuacán, la cancha del juego de la pelota Maya en Chichén Itzá, entre otros. En relación a la ciudad de México, José Luis realizó entre los años 1957 y 1958 una colección consistente de 87 paisajes de diversas facetas de la capital mexicana, de los cuales 60 son cuadros al óleo y el resto bocetos y dibujos. Se destacan los cuadros al óleo Ángel de la Independencia y Diana Cazadora (en el Paseo de la Reforma), Monumento a la Revolución (en la Plaza de la República) y Hospital e Iglesia de Jesús. Todas estas obras formaron la colección Un Retrato de la Ciudad de México, presentada en la Galería de Artes Plásticas de la ciudad del 18 de noviembre de 1958 al 7 de enero de 1959. 39 José Luis tuvo su estudio de pintura en calle de Palma Norte, en pleno centro histórico y, posteriormente, en la calle Bucareli.
Además de México, José Luis realizó constantes viajes por diferentes ciudades de Europa (Roma, Venecia, París, Londres) y de América (Caracas, Washington, San Francisco); en donde trabajó en su pintura y se involucró muy de cerca con la gente, con el fin de conocer las costumbres de los lugares y para realizar sus composiciones, paisajes y retratos.
En 1949, los padres de José Luis y su hermana Isabel se fueron a vivir a México, yéndose esta última al poco tiempo a residir a Venezuela. El menor de sus hermanos se quedó para siempre en España, en la ciudad de Bilbao, por lo que la familia, que se había entregado sin reservas a la causa republicana, nunca más se volvería a reunir en forma completa desde aquella súbita separación ocurrida en noviembre de 1936.
A partir de 1960, José Luis añadió a su profesión de pintor la faceta de actor, iniciando una nueva modalidad pictórica: la de pintor-actor. La técnica consistía en memorizar rostros de personajes famosos y retratarlos en crayón o lápiz sobre papel en tres o cuatro minutos en una canvas de 40 x 50 cm, incluso de 90 x 140 cm. Entre las celebridades que José Luis había memorizado para sus espectáculos estaban los rostros de personajes como Francisco de Goya, Diego Rivera, Gustavo Adolfo Bécquer, León Felipe, Agustín Lara, George Washington, John F. Kennedy, Sigmund Freud, Juan Sebastián Elcano, Confucio, Cleopatra, Beethoven, Chopin y el dios azteca Huitzilopochtli. Al mismo tiempo que “Pasajes” realizaba de memoria el retrato, se escuchaba una grabación con la biografía del personaje esbozado y música alusiva como fondo sonoro. Las biografías fueron escritas y narradas por el propio José Luis y, cuando el personaje a retratar era un poeta, él mismo recitaba los poemas. Llamaba al espectáculo Recital de Dibujo. Para poder ejercer el oficio de pintor-actor se hizo miembro de la Asociación Nacional de Actores de México (ANDA) y en España de la Agrupación Nacional Sindical de Bellas Artes (ANSIBA).

José Luis “Pasajes” y el poeta León Felipe fueron amigos por muchos años ya desde los primeros viajes que el pintor había realizado a México; la amistad poco a poco fue consolidándose y ésta permaneció intacta hasta la muerte del poeta en el año de 1968.
Varios grupos de republicanos españoles organizaban sus tertulias en diversas cafeterías de la Ciudad de México, en las cuales coincidían a menudo José Luis y León Felipe, normalmente en el Café Sorrento, ubicado en el centro histórico de la ciudad y el cual, posteriormente, desapareció a raíz del terremoto del año 1985 que sacudió a la capital mexicana. Tanto León Felipe como José Luis eran bohemios por naturaleza. Algunos domingos, el pintor acompañaba al poeta al Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México, en donde León Felipe con su altavoz disfrutaba recitando a la gente sus poemas, entre los cuales declamaba El Gran Cambalache ( FELIPE, 2008, p. 583).
En noviembre de 1969, en el primer aniversario del fallecimiento de León Felipe, José Luis le rindió un gran homenaje inaugurando en el Museo de la Ciudad de México una exposición titulada Las Cien Caras de León Felipe. La exposición contenía cien dibujos de diferentes rostros del poeta; algunos de los cuales se los había realizado en vida, incluso un retrato hecho en una servilleta mientras charlaban y discutían sus innumerables temas en la tertulia que encabezaba León Felipe.


Con motivo de la exposición del pintor “Pasajes”, el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros 40 escribió el siguiente comentario: “León Felipe, Español Mexicano en toda la amplitud de los términos, le donó a su tierra refugio, la más alta torre de la literatura hispana e internacional. El centenar de efigies de los dibujos de José Luis ‘Pasajes’ sellan los espíritus de nuestras dos patrias”. 41 Destáquese que Siqueiros había participado en la Guerra Civil española como voluntario en las filas republicanas; fue un acérrimo militante del Partido Comunista Mexicano y uno de los primeros artistas que conoció José Luis, en 1947, cuando realizó su segundo viaje en México; fue también quien defendió al pintor “Pasajes” en aquel litigio de este último con la Sociedad de Beneficencia Española de México. José Luis lo retrató en varias ocasiones a lo largo de su vida y en uno de los retratos que le pintó en lápiz sobre papel, Siqueiros escribió lo siguiente: “Pasajes y yo luchamos juntos en las filas militares de la República Española. México, 22 de abril de 1972”. 42
La amistad con el poeta León Felipe era intensa; en una ocasión, Felipe le escribió en una dedicatoria lo siguiente:
Pasajes. Eres un gran hombre un gran artista y un ser errático que no te detendrá nadie. Yo quiero ser amigo tuyo porque los hombres como tú, que van sobre las cosas y no se paran nunca es lo que a mí me hubiera gustado ser. Te abrazo con mi corazón. 43
Durante varios años después de la muerte del poeta, y en sus aniversarios de fallecimiento, José Luis visitaba la tumba de León Felipe y, sobre su lápida, llegó a pintar al óleo el rostro del poeta, según narra la memoria familiar del pintor.
Sin duda alguna la obra y la vida de José Luis, el pintor Sarralde, o Fernández de “Pasajes”, o “Pasajes”, como quiera que se autodenominara, fue mucho más compleja y variada de lo que aquí se muestra, quedando de esta manera fuera del alcance del presente artículo. Terminamos esta investigación haciendo referencia a la obra plástica de José Luis: en sus casi 60 años de vida artística realizó una gran cantidad de retratos, pintó paisajes urbanos, del campo y del mar; composiciones políticas y escenas de la vida cotidiana. Parte de su obra tiene un estilo pictórico realista, como algunos retratos y paisajes; aunque desarrolló también un estilo figurativo-impresionista en sus composiciones, otros paisajes y retratos que contienen gran soltura de síntesis. Con un talento innato para la pintura, el maestro José Luis “Pasajes” dominó la técnica del dibujo y el óleo de una manera extraordinaria, habiendo ejercido su profesión de dibujante y pintor ininterrumpidamente, desde los 13 años hasta su muerte en Ciudad de México el 15 de noviembre de 1987, contando 70 años de edad. Alternó la pintura con sus ideales políticos, manifiestos durante la Guerra Civil española y escondidos durante la posguerra, como cualquier otro superviviente más de aquellos años oscuros, de represión y tabú. Europa, América, especialmente México, significaron una bomba de oxígeno y un reabrir sus ideales políticos manifiestos en tertulias afines con otros artistas, intelectuales y políticos más allá del ámbito familiar. Sobrevivió, y lo pudo hacer aferrado a su pincel que le ayudó a convivir entre el rojo y el azul.
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