Dossier
Recepción: 20 Marzo 2024
Aprobación: 01 Abril 2024
DOI: https://doi.org/10.37177/UNICEN/EB34-415
Resumen: Este trabajo presenta un estudio cualitativo sobre la participación social de los adultos mayores a partir del análisis de los discursos de diferentes organizaciones que realizan proyectos para adultos mayores en el ámbito de la Comunidad de Madrid (España). Estas organizaciones, seleccionadas por su innovación y por satisfacer necesidades comunitarias no atendidas por otras instituciones, han sido estudiadas a través del contenido de sus discursos, obtenido de seis entrevistas semiestructuradas con informantes claves. Las conclusiones resaltan puntos clave como la importancia de adoptar un enfoque de envejecimiento activo y combatir el edadismo; la visión de la participación como un beneficio continuo a lo largo de la vida; la necesidad de crear espacios, recursos y programas que favorezcan una estructura organizativa más horizontal; y dos conceptos fundamentales: ver al adulto mayor no solo como receptor, sino también como contribuyente activo en la sociedad (el adulto mayor como generador).
Palabras clave: participación, innovación social, envejecimiento activo, adultos mayores, estudio cualitativo.
Abstract: This paper presents a qualitative study on the social participation of older adults based on the analysis of the discourses of different organizations that carry out projects for older adults in the Community of Madrid (Spain). These organizations, selected for their innovation and for meeting community needs not met by other institutions, have been studied through the content of their discourses, obtained from six semi-structured interviews with key informants. The conclusions highlight key points such as the importance of adopting an active aging approach and combating ageism; the vision of participation as a continuous benefit throughout life; the need to create spaces, resources and programs that favor a more horizontal organizational structure; and two fundamental concepts: seeing the older adult not only as a recipient, but also as an active contributor to society (the older adult as a generator).
Keywords: participation, social innovation, active aging, older adults, qualitative study.
1. INTRODUCCIÓN
Este estudio es una continuación de la investigación titulada “Innovación y Envejecimiento Activo en entornos digitales”, financiada por el Banco Santander Universidades-UCM (Alonso González et al, 2021; Díaz-Catalán et al, 2023). Dicho estudio profundizaba sobre el acceso y uso de las tecnologías de la información y la comunicación por adultos mayores de la Comunidad de Madrid, donde en una de sus partes se analizaban los procesos participativos de los adultos mayores en entidades reconocidas de innovación social.
El estudio cualitativo que presentamos profundiza en los discursos de las entidades examinadas, para sondear aspectos que los datos estadísticos analizados no aportan. Pretendemos así contrastar y complementar los datos para aproximarnos a una visión más compleja del objeto de estudio.
Conocer los discursos sobre los requisitos, modos, niveles y cambios organizativos que deben realizarse para facilitar la participación de los adultos mayores en acciones diversas, nos permitirá mejorar los procesos participativos de estos adultos mayores en instituciones, recursos y programas diversos.
La participación social de los mayores ha sido objeto de interés en las últimas décadas, entre otras razones por la importancia que la OMS (2002) le otorga en relación con el envejecimiento activo.
De esta forma se entiende que la participación se constituye en una dimensión que genera mejores cotas de salud, bienestar y calidad de vida a las personas mayores (Alonso, Lirio y Herranz, 2007; Gallardo, Conde y Córdova, 2016; Guajardo y Huneeus, 2003; Monchietti y Krzemein, 2000; Sepúlveda et al., 2020; Yuni y Urbano, 2007) además de convertirse en la herramienta fundamental que permite al mayor formar parte de su sociedad e integrarse plenamente en ella, especialmente involucrándose en los problemas que les afectan (Garcia, 2022).
Debido a que el envejecimiento de la población plantea cambios en el ámbito laboral, en las familias y las relaciones intergeneracionales, es necesario responder con éxito a los retos de una población que envejece diseñándose actividades en las que participen todas las generaciones (Herreros et al., 2021).
A pesar de reconocerle muchos beneficios para los adultos mayores, parece que en el caso español la participación social de este colectivo sigue siendo baja (Erlinghagen y Hank, 2005) o aparece muy desigual en diferentes ámbitos, siendo escasa en el ámbito educativo y en el acceso a entidades (Herranz, Lirio y Alonso, 2015). Por ello, se necesita una mayor implicación institucional, social y científica para aprovechar al máximo las posibilidades que brinda la participación social de las personas mayores (Herreros et al., 2021). O lo que es lo mismo, la sociedad en su conjunto debe facilitar su realización (Limón, 2018).
Profundizar por tanto en las claves que llevan o no a la participación social de las personas mayores, resulta importante si queremos conseguir mejorar su calidad de vida y que desarrollen un envejecimiento activo. La participación por tanto es clave en el envejecimiento activo y un potencial reductor de desigualdades (Amezcua y Sotomayor, 2019).
También se constata que los adultos mayores no participan ni por igual, ni en las mismas acciones. Por el contrario, existen diferentes niveles, es decir, menores y mayores niveles de intensidad e implicación de la acción que realizan, que responden a las distintas necesidades que presentan los miembros del colectivo (Lirio, Alonso y Herranz, 2009). Se concluye así que la participación social no es un proceso de todo o nada, sino que se desarrolla en niveles que los adultos mayores pueden transitar de unos a otros en diferentes momentos y por diferentes razones.
El Libro blanco Envejecimiento activo (IMSERSO, 2011) destaca cómo la participación social de las personas mayores es diversa en cuanto a espacios, actividades y grados de dedicación. De esta manera se propone una clasificación que habla de cuatro prácticas participativas y que se resumen en: vida cotidiana (sentirse integrado con el entorno cotidiano), desarrollo de interacciones sociales (actividades con otras personas), prácticas de reciprocidad (interacción comunitaria, voluntariados e iniciativas generadoras de productividad social) y asociacionismo estructurado (aportando tiempo y experiencia). Así, siguiendo estas prácticas pueden establecerse cuatro grandes grupos o estilos de vida que sirven de indicador de actividad:
De esta forma observamos un porcentaje elevado de la población de referencia (78%) que no está participando de forma activa fuera de su entorno inmediato.
Por ello, es importante indagar el por qué y el cómo, los beneficios y obstáculos que se encuentran y los cambios organizativos que deben realizarse para que los mayores accedan a mayores niveles de participación. Esto resulta clave si queremos orientar y diseñar prácticas sociales que caminen hacia un verdadero envejecimiento activo en el que los mayores se involucren activa e intensamente en la realidad. Por tanto, consideramos fundamental explorar esta visión desde la mirada de las entidades que desarrollan proyectos innovadores de acción social con el colectivo, dado que son ejemplos más avanzados de prácticas participativas que pueden ofrecernos pistas para orientar procesos participativos en otras entidades y programas.
2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
El objetivo de este trabajo se centra en analizar el discurso de diferentes entidades que desarrollan procesos de innovación social con adultos mayores en la Comunidad de Madrid (España) en relación con la participación de estos.
Este objetivo general se articula en torno a tres objetivos específicos:
La metodología de investigación planteada es cualitativa ya que pretende plantear preguntas que ayuden a reconstruir la realidad tal y como la observan los sujetos de un sistema social definido (Sampieri y cols., 2003). La técnica utilizada es la entrevista porque permite el acercamiento indirecto a los individuos de la realidad.
Así, para dar respuesta a cada uno de los objetivos específicos se ha diseñado un modelo de entrevista semiestructurada en torno a las siguientes categorías de análisis:
Situación actual del envejecimiento activo.
Nuevos perfiles de mayores.
Definición del envejecimiento activo.
Estilo de vida.
Requisitos del envejecimiento activo.
Filosofía y principios.
Requisitos y experiencias previas.
Organización e implicaciones en el funcionamiento.
Formas y niveles de participación.
Impacto y beneficios de la participación.
Obstáculos y dificultades para participar.
Origen y motivaciones de la organización.
Fórmula jurídica y organizativa.
Perfil de los mayores participantes.
Impacto social del proyecto.
Aprendizajes y dificultades.
Futuro y evolución del proyecto.
Innovación social y uso de TIC.
En total se realizaron seis entrevistas semiestructuras a agentes clave de las diferentes entidades, que se grabaron en soporte digital para, después, ser trascritas literalmente para realizar un análisis de contenido, reorganizado según las categorías de análisis expuestas.
Las entidades seleccionadas han sido seis y recogen diferentes experiencias de innovación social, bien por ser proyectos con altos niveles de participación o por satisfacer necesidades sociales que no son cubiertas por instituciones ni administraciones públicas ni privadas. Dichas organizaciones han sido identificadas así: E1: Cooperativa, Cohousing Senior; E2: Entidad no gubernamental, lidera un proyecto vecinal; E3: Ayuntamiento, supervisa un proyecto creativo generado por adultos mayores; E4: Empresa, desarrolla proyectos de tecnologías; E5: Fundación que gestiona una residencia especializada en diversidad; E6: Entidad no gubernamental, de tipo educativo-cultural.
3. ANÁLISIS DEL DISCURSO DE LAS ENTIDADES PARTICIPANTES
En este apartado se presentará el análisis en profundidad de los discursos de las seis entidades entrevistadas en torno a cada uno de los bloques de contenido derivados de los objetivos específicos: Posición de la organización en relación con el paradigma del envejecimiento activo; Participación dentro de las entidades; Entidad, proyecto e Innovación y TIC.
3.1. Envejecimiento Activo
El envejecimiento activo es, en primer lugar, un cambio social en la forma de ver el envejecimiento. Resulta interesante constatar cómo al abordar la cuestión del envejecimiento activo, las organizaciones refieren a una nueva situación social que implica un nuevo modo de entender el envejecimiento. Así, en el discurso de las organizaciones se menciona un cambio de situación: Despunta una nueva situación (E1).
Envejecer hoy es diferente a cómo se envejecía en el pasado, y eso influye en el abordaje que la sociedad y los individuos realizan sobre dicho fenómeno:
El cambio radical que ha habido cuando yo empiezo, desde la misma esperanza de vida o la longevidad, ahora un hombre vive de media 80 años y la mujer 86-87, llega bien a la jubilación y quiere seguir activo y participativo. Hay cerca de nueve millones que somos de más de 65 años. (E6)
Todos estos cambios que implican una mayor cobertura de necesidades de los mayores de hoy llevan, lógicamente, a un nuevo tipo de mayor con mejores cotas de salud, más participativo y con unos intereses y necesidades nuevos:
(…) creo que estamos en un punto de cambio porque sobre todo con las incorporaciones de los nuevos perfiles y porque creo que estas incorporaciones están introduciendo una forma nueva de entender el envejecimiento activo, sobre todo desde el punto de vista de las propias personas mayores. Creo que estamos en un momento de cambio. (E4)
Como mencionábamos, estos cambios sociales que incluyen mayor nivel de cobertura y atención a las necesidades de los mayores, implican que aparezcan nuevos perfiles de mayores, diferentes a los del pasado, y que aparecen caracterizados por un buen estado de salud, una alta autonomía, mayor formación y unos intereses también nuevos:
Son mayores pero que tienen una situación cognitiva perfecta, ¿no? (…) ha habido un cambio fundamental, es gente super autónoma… con muchísimas inquietudes… También el nivel cultural… es más habitual que haya personas con más formación. Y eso a efectos de estos programas también se nota mucho. (E2)
En cuanto a la forma de entender y definir el envejecimiento activo, aparece en los discursos que es un enfoque que ha calado en el colectivo, es un concepto fundamental, que han interiorizado progresivamente; que implica una mirada del envejecimiento positiva “Yo creo que el envejecimiento activo significa que después de la jubilación hay otro momento de la vida que hay que vivir y que merece la pena vivir” (E1), y una toma de postura para desarrollarlo, es decir, “seguir tomando decisiones con respecto al proyecto vital envejecimiento activo en el que tú sigues siendo el dueño de tu vida, o sea, tú sigues teniendo capacidad de decisión, tienes capacidad de decidir lo que quieres” (E5).
Pero aflora también el discurso crítico del envejecimiento como “moda” o slogan generado y que enmascara realidades e intenciones bien diferentes a la idea de mejorar el envejecimiento de los ciudadanos:
Ahora todo el mundo se ha subido al carro del envejecimiento activo, fundamentalmente porque el IMSERSO es el principal promotor, digo, para las entidades de mayores, para poder conseguir subvenciones la palabra clave es que hacemos esto como parte del envejecimiento activo. (E6)
En consecuencia, con todos estos cambios en la visión de la vejez, la filosofía del envejecimiento activo y los nuevos perfiles de mayores, encontramos que envejecer activamente implica un estilo de vida determinado.
La idea de movimiento y actividad se convierte en un requisito indispensable en este enfoque “tienes que estimular las neuronas, las tienes que movilizar. Lo mismo que lo físico, el que más se mueve, más vida tiene, aquí lo mismo” (E6).
Pero no solo en el sentido de hacer cosas, sino también en la idea de tomar decisiones, elegir, poder tomar postura sobre la forma, el lugar y el modo de envejecer que deseas:
Se puede ver que la gente mayor puede organizarse, no para jugar al tute, ni para jugar a la petanca sino simplemente quieren vivir un estadio distinto, juntos con amigos, donde se puede ir a visitar cosas, donde se puede vivir, cada uno haciendo lo que le da un poco la gana de hacer. (E1)
Incluso esta visión de la vejez va más allá de la dimensión individual y apela a la responsabilidad social y al legado que desean transmitir a las generaciones futuras. Ahora bien, aparecen críticas al modelo de mayor que desde este enfoque se plantea y a los valores que implícitamente trasmite: Y luego estamos en una sociedad (…) que tenemos que ser jóvenes toda la puñetera vida, entonces claro, estás en un choque terrorífico, en ese edadismo que se da (E5).
Pero los requisitos del envejecimiento activo sobrepasan la noción individual. Además de la dimensión individual, anteriormente comentada, también es necesario que la sociedad apoye y valore este modelo de envejecimiento.
Así en el discurso de las organizaciones se menciona la necesidad de programas y recursos nuevos que permitan acceder a los mayores que buscan este estilo de vida:
Partimos de que la innovación y la creatividad son el motor para que los programas de envejecimiento activo sean estimulantes y se adapten a las expectativas e intereses de la diversidad de personas mayores que conviven en un mismo territorio (E3).
Y afloran los discursos críticos en dos direcciones: la baja inversión económica en los recursos que intentan promover el envejecimiento activo, y una excesiva monopolización de las instituciones de este tipo de ofertas:
El envejecimiento activo ... está como muy encasillado a lo que es la producción de servicios desde el ámbito institucional. Es como lo han vendido desde el punto de vista político… hablamos de un acompañamiento efectivo que damos a las personas mayores sobre todo enfocadas al crecimiento dentro de una nueva etapa de su ciclo vital, ¿no? (E4).
3.2. Participación
Cuando hablamos de participación emerge con fuerza la idea de la filosofía y principios de las organizaciones que actúe como un contexto general que dé cabida al enfoque participativo en los programas y recursos destinados a personas mayores y que las entidades deberían sostener como ideal y objetivo.
Así, se rechaza el paternalismo inserto en los enfoques tradicionales de la atención de las personas mayores ya que si no “caemos en el error de hacerlo sin ellas, diseñándolos sin ellas” (E2).
Se entiende la participación como un proceso que se da a lo largo de la vida y que tiene que ver con el concepto de ciudadanía que implica tanto derechos como deberes, a pesar de lo cual continúa siendo una asignatura pendiente de nuestra sociedad, porque “continúa siendo enormemente edadista” (E3).
Refiriéndose así a la necesidad de un cambio social que permita la implementación de programas innovadores y que los ciudadanos mayores asuman, si así lo desean, responsabilidades y un papel activo en los proyectos y recursos pensados para ellos.
Por tanto, no sólo son los mayores los que deben querer participar si no que la sociedad en sentido amplio debe permitírselo ofertando posibilidades para que éstos lo consigan. Siendo a su vez imprescindible que la filosofía de los programas y recursos que se les destinen recojan y organicen su estructura atendiendo a esta idea: Somos nosotros los que hacemos mucho hincapié, ya no tanto en el sesgo de los participantes, sino en el compromiso de la participación. ¿Por qué? Porque efectivamente, van a ser ellos mismos lo que construyan un programa (E4).
Pudiendo incluirse entre los objetivos de alguna de las entidades
“nace por estatus para elevar los niveles educativos y culturales de la gente mayor… ¿y para qué queremos elevar los niveles educativos y culturales de la gente mayor? Para que los mayores sigan activos, participativos y útiles a la familia y la sociedad” (E 6).
En definitiva, se trata de enmarcar la participación de las personas mayores en una visión positiva de la edad considerando al colectivo por sus capacidades ya que “los mayores organizados son un potencial de primer orden” (E6) y “entender por tanto que la participación es un derecho, un deber, más aún una necesidad” (E6).
Curioso también es constatar que las entidades destacan el derecho a vivir la propia vida y disfrutarla como le plazca al mayor, más allá de las obligaciones personales y sociales:
“Aprovecha cada instante que vida no hay más que una, goza y disfruta, olvídate de los nietos, olvídate de las herencias, gastad el dinero, disfrutar hasta el último día de vuestra vida, sacadle el jugo a la vida y pecad, con ese gustirrinín que da pecar” (E6).
En cuanto a los requisitos y experiencia previas de participación, la información, la formación y en general vivir experiencias participativas son elementos que permiten a las personas aprender a participar: “para llegar a ser participativos tienen que ser educados para la participación” (E5).
Resaltándose, además, que aquellos que tienen información y formación participan mejor: “la gente mejor formada y más informada, hablando de los mayores, pero vamos se podría aplicar a los jóvenes, la gente mejor formada y mejor informada participa mejor” (E6).
También aparecen aspectos emocionales como condiciones para poder aventurarse a participar:
“entendemos que propiciar la relación es lo que te va a facilitar el fomento de la participación. Es como una pescadilla, si verdaderamente quiero combatir la soledad y el aislamiento, lo que tengo es que propiciar la relación para que más adelante se produzca participación” (E4).
Conseguir establecer relaciones positivas y el bienestar de los implicados se convierte así en un requisito previo para comenzar a participar. Eso sí, siempre desde la libertad: “participar significa eso, participar en lo que quieras y hasta donde quieras, sin límite y sin raya de inicio por así decirlo” (E4).
Otra cuestión para reflexionar sería la referencia a la participación como un proceso que se da a lo largo de la vida y que, por tanto, continúa en la vejez: “Es decir, nosotros hemos sido independientes toda la vida, pues también queremos seguirlo gestionando independientemente” (E1).
Aspecto que también se relaciona con el activismo político o vecinal desarrollado por muchas personas mayores en alguna etapa de su vida.
Incluir procesos participativos exige, obviamente, estilos organizativos y de funcionamiento en las entidades diferentes, que exigen flexibilidad y la implicación de los participantes.
La implicación de las personas mayores en la toma de decisiones es muy importante. Es necesario trabajar desde el derecho a la participación y también desde la responsabilidad… Y las personas adultas mayores tienen una clara responsabilidad desde el punto de vista de la generatividad y también del autocuidado y la planificación de su proyecto vital de cara a hacer un uso responsable de los recursos sociosanitarios y familiares… En definitiva, la participación y el liderazgo de las personas mayores es y será determinante en la dotación y calidad de los servicios y recursos educativos (E3).
En general se indica la organización en comisiones y grupos de trabajo, como formas de organización horizontal que permiten a los adultos mayores tomar parte e implicarse en la toma de decisiones.
Implicar en la participación conlleva, además, involucrar e incluir a los adultos mayores ya que “es preceptivo para el desarrollo de las acciones considerar a las personas mayores como parte activa de la acción, respetar su opinión y diversidad” (E3).
En este sentido, es fundamental observar, preguntar y recoger las aportaciones que los adultos mayores realicen, e involucrarles en la acción que se desarrolle ya sea como interlocutores del buen funcionamiento de la entidad y sus programas, o como agentes activos en el desarrollo de éstos, o en la generación de otros nuevos:
Estamos intentando cada vez más incluirles en las evaluaciones, …que incluso queremos contar con ellos para el diseño estratégico de la entidad, o sea, ¿qué quieren que seamos? (E2).
Escuchar se convierte en una clave fundamental que permite incluir la visión de los mayores y diseñar las acciones a partir de su perspectiva: “No concebimos la participación sin haber escuchado y nos gusta tener un retorno de la gente y a partir de ahí pues programar, o simplemente diseñar actividades” (E4).
Mención especial requiere la organización de los programas y acciones de las entidades que, en el contexto de la innovación, deben pensar en unir las necesidades que los adultos mayores presentan con necesidades de la sociedad que estos puedan ayudar a solventar: “unir dos polos, que es el polo de los mayores con el polo de los museos” (E6).
Existen diferentes formas de participar, así como niveles progresivos y diversos de formar parte de las acciones de las entidades. Cuestión esencial resulta la libertad y voluntariedad en el proceso “que se sienta perfectamente libre de participar y de cómo participar, ¿sabes?” (E2).
Así desde la elección individual las entidades comprenden que la participación es un proceso progresivo y no de todo-nada, sino que se convierte en un continuo que puede generar transiciones de mayores a menores cotas de implicación en las acciones que se desarrollan: “hay una manera de integrarse poco a poco” (E1).
Parece que, cada vez más, los mayores también demandan programas que se ajusten a sus necesidades y en los que puedan elegir en qué y cómo implicarse más allá de embarcarse en procesos muy organizados: “la gente que se está incorporando no quiere participar de programas muy dirigidos” (E4).
En definitiva, se constata una diversidad en las formas de participar: “tu manera de participar puede ser muy diversa” (E2), así como en el modo en que se hace, ya sea como consumidor o usuario de la acción, o ya sea como generador de estos: “En general la inmensa mayoría asiste a los equipamientos y consume la oferta de actividades y servicios” (E3).
Entre los principales impactos y beneficios que se encuentran, las entidades señalan el carácter preventivo de participar, llevando a los adultos mayores a evitar la soledad y el aislamiento social. Esto es fruto de algunos de los beneficios directos de la acción de formar parte y que incluye establecer vínculos afectivos y ampliar la red social. “Al final es una red de personas con las que me puedo relacionar y en las que puedo encontrar amistades de diferentes grados” (E2).
Otra cuestión interesante se refiere a la visibilidad del colectivo ya que “eso te permite ser, y te permite estar visible. Entonces claro, porque si tú no eres visible, no existes” (E5). Es decir, la participación del adulto mayor es entendida como acción que beneficia al propio mayor, ya que a través de esta “les da a ellos la posibilidad de entender que efectivamente tienen algo que decir” (E4); pero que, a su vez, ayuda a la sociedad a conocer al colectivo y por tanto derrumbar mitos y concienciarse sobre las necesidades de éste.
Otro de los beneficios se refiere a los aprendizajes que se generan a través de la participación como puede ser lo relativo a la convivencia, a procedimientos y funcionamiento de la sociedad y las administraciones, etc.
Finalmente, la mejora en el bienestar personal y en la calidad de vida también son efectos positivos recurrentes en los discursos de las entidades, observándose en general beneficios en la percepción de competencia, pertenencia y sentimientos de utilidad y autorrealización. Aspectos todos que llevan al mayor participativo a un cambio en su estilo de vida y al abandono de “muletas” y la medicalización de la insatisfacción vital, así como la falta del propósito de vida.
Sin embargo, como todo proceso de cambio, también se encuentran obstáculos y dificultades para la participación. Así, entre las dificultades para participar encontramos que la más recurrente hace referencia al imaginario colectivo existente sobre los adultos mayores, esto es, el edadismo. Esta visión tradicional de los mayores hace que se les visualice como usuarios y consumidores de recursos y servicios, y no tanto como generadores o líderes de programas o recursos específicos o generales.
Participar requiere tanto un cambio de mentalidad, como una organización del espacio y del tiempo bien distinta, lo que exige esfuerzo y dedicación. Así la resistencia a trabajar en esta dirección dificulta el paso a la acción de los mayores:
La puesta en marcha de proyectos innovadores… siempre genera resistencias… Visión edadista de la sociedad en general… Resistencias al cambio, tanto de profesionales, como de políticos, como de las personas mayores u otros agentes comunitarios…. La participación de las personas mayores genera más trabajo y cuestiona la acción municipal (E3).
Pero además del cambio de mentalidad de los agentes implicados (los propios adultos mayores y la sociedad en su conjunto), también se requiere de una percepción positiva de la propia competencia, unos conocimientos y unos procedimientos adecuados para canalizar e implementar procesos participativos.
Por tanto, se puede entender que las principales dificultades para la participación se centrarían en barreras actitudinales (asunción de estereotipos negativos y la creencia de falta de competencia) así como en la ausencia de formación y experiencia en/sobre procesos participativos.
3.3. Entidad y Proyecto
Presentamos a continuación la narrativa de las organizaciones en relación con su propio origen y motivaciones, la forma jurídica en la que se constituyeron y su influencia en la gestión, los perfiles de los mayores que participan en las organizaciones, sus aprendizajes, dificultades, evolución y desarrollo.
Respecto al origen, y más allá de las actividades y objetivos específicos de cada una, todas las organizaciones hacen referencia a un cierto motor de origen fundamentado en una posición ideológica-política de sentido general, a la defensa de los derechos o a una cierta continuidad de una trayectoria de acción colectiva de sus miembros fundadores.
Los proyectos que impulsamos parten de la iniciativa profesional y la voluntad política. La necesidad de adoptar progresivamente medidas que aseguren el derecho a una vejez digna y una convivencia entre generaciones satisfactoria y constructiva (E3).
Respecto a las principales motivaciones que esgrimen las organizaciones en relación con la puesta en marcha del proyecto, se distinguen aquellas relacionadas con el colectivo al que se dirigen, su acción con personas mayores y su enfoque hacia la comunidad.
La interacción, la participación y su propia gestión de intereses, aflora de manera sistemática independientemente de las diferencias en los objetivos específicos de cada una de ellas. “Grupos de amigos que de alguna manera tenían claro que querían vivir en común la última etapa” (E1).
Sin embargo, aquellas que su principal población objetivo es la comunidad, su motivación viene vinculada a la capacidad de los mayores de generar conocimiento. “Y simultáneamente, promover una cultura de convivencia satisfactoria entre personas de todas las edades que potencie las fortalezas de la vejez” (E3).
En cuanto al tipo de organizaciones analizadas, su fórmula jurídica y organizativa, encontramos un enorme abanico de situaciones: cooperativas de vivienda, empresas, asociaciones, residencias de atención a la diversidad, fundaciones, ayuntamientos, etc.
Más allá de las múltiples fórmulas jurídicas de cada una de ellas, es significativo que, en todos los casos, ésta aparece como limitadora o no ajustada a las necesidades de las entidades e incluso se observa cómo la fórmula legal coacciona y estrangula procesos y la evolución de las organizaciones.
Está registrado como cooperativa de vivienda. Lo único que nosotros no hemos cancelado la cooperativa una vez construido, sino queremos ser un centro social de convivencia y como tal nos hemos inscrito (E1).
Sin embargo, añadido a esta variabilidad podemos observar cómo surge un conjunto de tipologías en relación con el tipo de usuario, el perfil del órgano gestor, por tipo de actividad y por tipo de financiación.
En relación con el tipo de usuario encontramos aquellas cuya población objetivo es población mayor y todas las acciones se desarrollan en relación con las necesidades de los mayores. “No somos una cooperativa intergeneracional, es una cooperativa de mayores (…) Pero no somos una residencia sanitaria ni lo podemos ser” (E1).
Pero también encontramos aquellas en las que su acción va dirigida a otros colectivos o a la comunidad en su conjunto. Si nos adentramos en una tipología por equipos gestores encontramos aquellas que son gestionadas por personas mayores, y aquellas que son gestionadas por equipos de otras generaciones pero que dirigen su acción a mayores.
Pero nosotros lo que introdujimos, sobre todo en un espacio, que al principio estaba enmascarado como un aula de mayores, y era un espacio básicamente del fomento de voluntariado para que ellos mismos fueran los que generaran propuestas de acción (E4).
El tipo de actividad marca diferencias:
En el otro programa, sí que tratamos de identificar situaciones de soledad y además priorizar las situaciones más acuciantes. Entonces, en ese sentido, Grandes Vecinos no tiene unos criterios muy estrictos, para nada. O sea, sí que intentamos que respondan a unos valores, que compartan la visión del proyecto, pero más allá de eso, en realidad, se trata de que sea una red de personas abierta (E2).
La financiación también ocupa un papel relevante en la propia estructura y funcionamiento de la organización. La mayor parte de ellas o provienen directamente de financiación pública (servicios municipales) o son entidades financiadas por entidades públicas o privadas.
En el otro lado nos encontramos con aquellas entidades que se autofinancian fruto de un objetivo de intereses compartidos, este es el caso de las iniciativas Cohousing.
Esto es una cooperativa, por lo tanto, tiene su consejo rector, pero tiene también una dirección técnica. Entonces en ese caballo estábamos. Y funcionó, realmente funcionó. Entonces estaba iniciando aquí, o sea nuestro crédito fue con la banca popular a través de Fiare, pero ellos se fiaron de nosotros (E1).
Estas tipologías en ningún caso deben entenderse como posiciones excluyentes. Cada organización o entidad mantiene una categorización en cada una de ellas, con lo que las fórmulas son diversas en función de cómo dan respuesta al tipo de usuario, al tipo de equipo rector, al origen de sus actividades y a sus fuentes de financiación.
Para terminar, merece la pena hacer constar cómo todas las organizaciones analizadas de origen voluntario requieren en distintos momentos de su evolución la inclusión de equipos profesionales contratados para poder prestar servicios de calidad.
El patronato ahora mismo lo componemos cuatro personas, que intentamos que… supervisar todos esos proyectos y que todos esos proyectos salen adelante, para eso necesitamos un equipo técnico (E5).
Respecto al perfil del mayor participante y/o usuario con la que ponen en funcionamiento sus proyectos se detecta una dualidad entre el mayor pensado en términos de participación y gestor de intereses, o el mayor en situación de dependencia o deterioro.
En el primer caso los perfiles se ubican en las edades más jóvenes, habitualmente delimitadas por la edad máxima de 70 años.
Pero todavía no está nada claro el que entiendan que nosotros pensamos en una vejez que no es básicamente sanitaria, que no está básicamente limitada a la dependencia o a la decadencia …habrá gente más mayor y gente menos mayor que puede ir asumiendo los cargos en la cooperativa (E1).
En el segundo encontramos que la acción de la organización va dirigida a situaciones de aislamiento o necesidades de mayores en situación de dependencia. En estos casos no es la edad el elemento determinante, sino la necesidad. “Es cierto que en la población que atendemos pues hay determinadas características, pues surgen situaciones de deterioro cognitivo, surgen situaciones de salud mental” (E2).
En relación con el impacto social percibido por las organizaciones, se detectan dos tipos de impacto: uno vinculado a su propia acción, a la consecución de sus objetivos y, el otro, vinculado a la repercusión mediática de su proyecto.
En el primer caso el impacto no es tan valorado cuantitativamente como cualitativamente, esto es la ganancia en calidad, derechos y visibilidad de aquellos con los que trabajan:
Nosotros medimos ese impacto de alguna forma sobre todo atendiendo (…) la soledad y el aislamiento y todo lo que está relacionado con ello…hemos conseguido, por lo menos, si no paliar del todo, pero sí parar un poco esa sensación de dependencia o que empieza a ser consciente de que está aislado (E4).
Por otro lado, nos encontramos aquellas entidades que, por su innovación o carácter general han conseguido la atención de los medios de comunicación y, de alguna manera, consideran que han llegado a la población general.
Hay un enorme interés de los medios por esto. Nos hemos reído hasta la saciedad con esto que hoy vienen los de antena 3, hoy viene la primera, hoy viene, de las últimas, la televisión japonesa (E1).
Si nos centramos en los aprendizajes y dificultades encontrados en el desarrollo del proyecto debemos diversificarlos en función de aquellos que son fruto del propio desarrollo de la iniciativa y, por otro lado, los que han venido dados en relación con los propios participantes del proyecto.
Así en los aprendizajes fruto del desarrollo del proyecto encontramos: la inclusión de tecnología para la intervención, nuevas fórmulas de patrocinio, el trabajo en equipo, la vivienda sostenible, etc.
Y ahora bueno estamos llorando entre comillas al Director General del IMSERSO, estamos diciéndole a los de la ONCE, a todo con el que nos reunimos que estamos buscando un patrocinador, un promotor, alguien que dé algo a cambio de que vayan a aparecer sus logos por todas partes (E6).
En el lado de los aprendizajes personales, fruto de la relación de los participantes, aparecen como prioritarios al pasar de la visión asistencialista a participativa, las alianzas, afrontar retos juntos como la dependencia, la entrada de nuevas generaciones con competencias digitales, etc. Y “con el tiempo, uno de los retos fundamentales, a los que nos enfrentamos, es, primero pasar de esa visión más asistencialista a una más participativa” (E2).
En el lado opuesto, todo proceso innovador genera resistencias y cambios, por ello las entidades describen las principales dificultades que se han encontrado en relación con dos grandes ejes.
El primero hace referencia a los estereotipos sobre los mayores, a la desconfianza en el éxito de proyectos encabezados por mayores, en la visión edadista de la sociedad que afecta tanto al resto de la población como a los propios mayores. “La puesta en marcha de proyectos innovadores de Envejecimiento Activo o que suponen cambios, por pequeños que sean, siempre generan resistencias” (E3).
En segundo lugar, otra de las dificultades que parece repetirse es la que precisamente es consecuencia de su propio éxito: el aumento de usuarios, de proyectos y de participantes. El crecimiento de la propia organización presenta dificultades de gestión, organización y dimensión: “estamos súper, súper desbordados, porque llevamos muchas cosas” (E6).
En lo que sí son coincidentes la mayor parte de las organizaciones es que su principal dificultad a la hora de implementar sus objetivos es la diversidad de personalidades, historias vitales, situaciones sociales y niveles de deterioro a los que se enfrentan. Dar respuesta a esta enorme diversidad parece constituir una de las complejidades de su trabajo.
Tenemos que atender al que se está muriendo, tenemos que atender al que está en situación de calle, al que está desahuciado… Al que le están incapacitando porque tiene una demencia o porque tiene Alzheimer (E5).
Cuando las organizaciones piensan en su propio futuro y evolución del proyecto piensan en sobrepasar cada una de las dificultades que detectan en sus organizaciones, esto es, poder dar respuesta al incremento de demanda y usuarios, avanzar en las necesidades de los usuarios ya sean de vivienda, de afrontamiento de la muerte o de la dependencia.
Entonces, si ya en general el proyecto está funcionando y entraba gente, ahora con esta repercusión mediática entran muchísimas más personas y vemos que en sí mismo es un reto que por ahora estamos adaptándonos a él pero que tenemos que diseñar un plan claramente, ¿no? (E2).
De manera más externa, otro de los retos que describen las organizaciones, tiene que ver con su capacidad de visibilización tanto de los proyectos como de las realidades que atienden, la necesidad de que la población general y la ciudadanía, cambien su propia percepción de la vejez.
Es fundamental realizar una constante pedagogía desde la información y visibilización de la realidad de los proyectos, sus objetivos y resultados dirigida tanto a las personas mayores como a sus familias y al entorno (E3).
Una de las tendencias que subyacen de la totalidad de las entrevistas es que hablar de innovación se asocia inmediatamente con la inclusión de tecnologías de la información y de la comunicación. Es llamativo que entidades que presentan un alto nivel de innovación social, tanto por su actividad como por su gestión y organización, asocien directamente la innovación a la tecnología.
Empezamos en el 2012 a hacer “soy mayor y me gusta navegar”. Hicimos un programa con ciber-voluntarios, eran los primeros momentos que venían los móviles, que venía el Facebook… Y empezamos a dar herramientas, y a enseñarles a utilizar el Facebook. Era lo primero, esa brecha digital no podía ser (E5).
En los casos en los que se hace referencia a otras cuestiones, principalmente aparecen temas de innovación en la organización de la entidad o en la participación de otros actores sociales en la propia entidad.
Hacemos actividades con empresas a la hora de colaborar pueden aportar una cantidad para financiar los proyectos de acompañamiento y socialización, y a veces también a través del voluntariado corporativo, por ejemplo (E2).
En cuanto al tipo de uso de las TIC, volvemos a encontrar una diferenciación entre las necesidades de la organización y las de los usuarios.
Entre las tecnologías más demandadas para la organización se encuentran los programas propios de gestión, contabilidad y diseño: Clipper, bases de datos, ContaPlus, diseño de Apps, tecnología 3D, nuevas tecnologías para la proyección.
Sin embargo, los principales usos de los mayores y sus demandas se circunscriben a aquellas aplicaciones que usamos todos en nuestra vida cotidiana, aquellas que se encuentran más implementadas en nuestras sociedades, principalmente vinculadas a las redes sociales y comunicación.
Hicimos un encuentro de dudas sobre el móvil, porque vemos que las personas mayores usan los móviles y tienen un montón de obstáculos (…) guardar contactos y tú sabes escribir a alguien por WhatsApp, pues nos lo contamos. Y funcionó, la verdad, súper bien, y es una actividad que queremos hacer (E2).
En el caso de los aprendizajes de los usuarios, las entidades describen que ya están coexistiendo dos generaciones donde la brecha digital tiene dimensiones completamente distintas. Se observa una generación por encima de los 80 años sin ninguna competencia digital, y una nueva generación de entrada que no requiere aprendizaje ya que el uso y manejo de las tecnologías de la comunicación es habitual.
Hay una brecha digital totalmente, cada vez más reducida (…) seguramente una persona mayor hoy de 60 o 65 años, no le hace ya falta un curso de informática porque ha trabajado en eso y no le hace falta (E2).
4. CONCLUSIONES
El objetivo principal de esta investigación, consistente en analizar el discurso de diferentes entidades, ha guiado todo el trabajo constatándose cómo las organizaciones participantes describen el envejecimiento activo y cómo determinan los procesos de innovación en relación con la participación de las personas mayores. Entre las principales conclusiones encontramos que un aspecto fundamental reside en construir una visión positiva de la edad, así como la inclusión de la filosofía del envejecimiento activo no solo en los recursos y entidades específicos para mayores, si no en la sociedad en su conjunto. Es decir, la sociedad debe reconocer las capacidades de los adultos mayores y su libertad para elegir cómo, dónde y en qué términos desean envejecer.
De mantenerse la visión deficitaria de la vejez, dicha visión limitante y edadista constituye, junto con la ausencia de formación y experiencia en procesos participativos, una de las principales barreras para desarrollar estas acciones.
Otro aspecto que llama poderosamente la atención es la constatación de la participación como un proceso que se desarrolla a lo largo de la vida y que, por tanto, las personas continúan desarrollando en esta etapa. Resaltándose en este sentido el activismo político (vecinal, de defensa de derechos sociales, etc.) como acción participativa desarrollada por los adultos mayores a lo largo de su existencia. Estos hallazgos coinciden con los de Herrera, Elgueta y Fernández (2014) que afirman que el contexto de socialización familiar aumenta la participación social de sus miembros, si se tienen modelos participativos.
En esa dirección se indica que la participación es un proceso progresivo, que se va desarrollando a lo largo de la vida (Lirio, 2016) y en diferentes niveles de intensidad. Hecho que nos lleva a la diversidad en los modos de participar, tanto en la intensidad e implicación, como en las acciones a través de las que se canaliza la participación.
También se confirma que la participación genera beneficios especialmente en la mejora de la calidad de vida y la prevención de dificultades (soledad, aislamiento social, ausencia de propósito de vida, etc.), conformándose como las principales dificultades: barreras actitudinales (estereotipos, baja percepción de competencia, etc.), así como ausencia de formación e información en este tipo de procesos.
Además del cambio de mentalidad y los aspectos comentados, se necesitan recursos, programas y entidades que permitan canalizar las potencialidades de los adultos mayores y articulen su participación. Se confirma así la estrategia de ofertar espacios comunitarios para actividades de diverso tipo (Sepúlveda et al., 2020). Concluyéndose en los discursos analizados que, para ser participativas, dichas entidades tienen que recurrir a fórmulas organizativas horizontales y poseer flexibilidad en los modos de incorporarse de los adultos mayores a sus proyectos.
De manera general se han detectado cuatro dimensiones básicas en la estructura y filosofía organizacional que, en sus diversas combinaciones, pueden definir procesos participativos de mayor o menor intensidad (figura 1).
Así, se ha detectado que cuando el equipo gestor es población mayor, la población objetivo puede variar tanto en población mayor como en la comunidad, el tipo de actividad también puede incluir la cobertura de necesidad propias o de terceros y los tipos de financiación se vinculan a la subvención, cuanto cubren necesidades de otros, y a la autofinanciación cuando las necesidades son propias.

Mientras, en el caso de equipo gestor de otras generaciones, la tendencia general es a que su población objetivo se vincula principalmente con la población mayor, con la cobertura de necesidades de terceros y vinculadas a subvención pública.
Más allá de las estructuras organizacionales, se trata, en definitiva, de dos grandes cosmovisiones en la participación de las personas mayores: el mayor como generador o el mayor como usuario.
El mayor como generador suele venir vinculado a la lucha por los derechos de ciudadanía en su espectro más amplio, escapando así de la visión edadista de la sociedad y con un alto nivel de participación como creador de iniciativas. Asimismo, y en la misma dirección de entender la participación como proceso vital, la mayor parte de los mayores generadores son, y han sido, activistas a lo largo de su vida.
El mayor como usuario, sin embargo, se vincula a las entidades con el objetivo de cubrir determinadas necesidades, con un bajo nivel de participación y en busca de experiencias que permitan salir de la soledad o de situaciones de dependencia.
En definitiva, participar significa formar parte de una acción colectiva a partir de la cual se generan aprendizajes y que aumenta el sentido de utilidad, pertenencia y propósito de vida. Convirtiéndose así en un bucle de construcción de vínculos, aprendizajes y significación que, sin duda, genera bienestar y contribuye al envejecimiento activo.
En este sentido, la educación se presenta como escenario privilegiado en el que participar. La educación de adultos mayores les permite la oportunidad de aprender a participar brindando un espacio seguro en el que desplegar sus capacidades para, posteriormente, desarrollarlas en otros espacios y recursos comunitarios.
Para ello, la educación y sus profesionales deben involucrar a los adultos mayores en la toma de decisiones -organizativas y didácticas- contribuyendo a que tomen protagonismo y asuman un papel activo frente a las cuestiones que les afectan directamente. Además de potenciar una responsabilidad compartida a través de relaciones más horizontales y dialógicas, la educación puede ayudar a desarrollar la toma de conciencia y el empoderamiento de los adultos mayores al ser un escenario en el que experimentar nuevas relaciones y descubrir las propias potencialidades.
De esta manera, la educación además de una herramienta para fomentar y enseñar a participar se transforma en un semillero de adultos mayores dispuestos a contribuir con su saber y capacidades a la sociedad a la que pertenecen, enriqueciéndola y mejorándola al incorporar sus experiencias.
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Notas de autor