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Expansiones en la agenda de la investigación educativa. Nuevas derivas entre Río y Mar1
Expansions in the educational research agenda. New drifts between River and Sea
Expansiones en la agenda de la investigación educativa. Nuevas derivas entre Río y Mar1
Espacios en blanco. Serie indagaciones, vol. 1, núm. 35, 2025
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
Recepción: 06 Marzo 2024
Aprobación: 03 Mayo 2024
Resumen: El trabajo propone una práctica de lectura e indagación dialógica a partir de diferentes lenguajes con el objetivo de profundizar en la relevancia de los relatos en la investigación educativa. La selección de materiales incluye audios de la naturaleza, fotografías y textos literarios, teóricos y críticos que trascienden el campo educativo. El desafío es entramar lo estrictamente académico con la observación del paisaje y las experiencias sensibles. El artículo incluye el enunciado de una agenda propositiva.
Palabras clave: investigación narrativa, auto-biografía, educación, estética, gestos botánicos.
Abstract: The work proposes a practice of reading and dialogic inquiry based on different languages with the aim of delving into the relevance of stories in educational research. The selection of materials includes nature audios, photographs and literary, theoretical and critical texts that transcend the educational field. The challenge is to weave what is strictly academic with the observation of the landscape and sensitive experiences. The article includes the statement of a purposeful agenda.
Keywords: narrative investigation, autobiography, education, e, esthetic, botanical gestures.
1. Introducción
“Río y Mar, tal para cual”, es el nombre de un proyecto que integra acciones de docencia, investigación y extensión gestionadas desde las Universidades Nacionales del Litoral y Mar del Plata. Lo definimos como un espacio de encuentro a partir de múltiples referencias que hacen foco en la formación docente y en la investigación educativa pero que la trascienden. Río y Mar es un espacio propicio para ensayar maneras de pensar-sentir-estar vivos juntos que desafían los formatos de la clase, la conferencia o el artículo académico, entre otros. Un poco en broma, un poco en serio, hemos ido tejiendo una urdimbre de resonancias de diversa procedencia que, no sólo es la materia de nuestros encuentros, sino también es un horizonte de experiencias: “fluencia literaria, visual y sonora que deviene mundos, posibles y deseados” (Porta y Molinas, 2023:42). Este segundo texto de una trilogía problematizadora acerca de la investigación educativa expande sentidos vitales que devienen modos de ser investigación.
Un año atrás, en el marco de una primera ponencia performática, titulada “Río y Mar, tal para cual: ficciones compartidas para construir futuros en el campo educativo”2 que, con modificaciones ha sido publicada, compartimos una agenda que proponemos retomar y expandir:
Cambio de posición del sujeto con respecto a la investigación educativa: relevancia de la experiencia sensible frente a la mera interpretación.
Valorización del diálogo entre disciplinas para comprender modos de habitar que multiplican los mundos posibles y deseados.
Desplazamiento de las prácticas artísticas a las prácticas estéticas para hacer lugar a las multi-relaciones entre los órdenes histórico, natural y social.
Relevancia de las ficciones compartidas para indagar la complejidad de las condiciones y contextos educativos.
Creatividad metodológica como condición de posibilidad para desmarcarnos de las formas normalizadas de hacer ciencia.
Carácter performático de la investigación educativa en tanto práctica política que determina la acción para la transformación.
En el hilo que comunica aquel primer encuentro con este segundo momento, retomamos la conversación como forma básica de la experiencia, como registro vital de lo vivido (Piglia, 2015), con un doble propósito: reflexionar sobre algunos interrogantes ricos en derivaciones para el campo de la didáctica y hacer lugar a la experiencia sensible del paisaje, para detener nuestra atención en la sensibilidad de los seres vivos y en sus modos de habitar los territorios. Nos interesa volver al jardín para profundizar en esa ‘sabiduría del jardinero’ de la cual nos habló Gilles Clement (2021), observando la continuidad y la mutua determinación entre las especies (Coccia 2021, p. 17). “Los territorios son composiciones y concertaciones melódicas” (Despret, 2022:146) y es urgente que podamos trabajar en un estilo de atención, en una disponibilidad a las diversas maneras de estar vivo, a contramano de la crisis de sensibilidad y de la muerte del planeta que habitamos (Morizot, 2021:11).
Organizamos el desarrollo de este texto en cuatro momentos: escucha, ambientes, implicación y curaduría, para luego concluir en una expansión de la agenda con la que iniciamos nuestro trabajo. Cada uno de estos momentos se abre con un audio de la naturaleza y una fotografía, con los cuales promovemos una reflexión fenoménica que, en palabras de Marie Bardet (13 de noviembre de 2023) ponga de manifiesto un “deseo de teoría” que trasciende las definiciones categóricas y los cercos disciplinares, para hacer lugar a los estallidos fenoménicos y a la belleza de las sinestesias (Schaffer, 2005; 2018).
2. Escucha


Comenzamos haciéndonos eco de una pregunta que Ricardo Piglia (2015) enuncia en “El arte de narrar”, conferencia que ofrece cuando recibe el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, otorgado por la Universidad de Talca, Chile, en 2005: “¿Y qué sería un buen relato? Una historia que le interesa no solo a quien la cuenta, sino también a quien la recibe.” (p. 45)3.
Con un sentido próximo, en el inicio de su novela El vestido blanco, Nathalie Léger (2023) escribe:
A veces, en estos momentos vacíos, cuando la mente no está ocupada con ningún problema ni ningún placer, cuando ningún tema se impone, ni por obligación, ni siquiera por distracción, cuando con mirar ya no alcanza y no hacer nada es imposible, hay que volver a una de las preguntas que se guardan aparte, sin respuesta, en un cuarto reservado para ellas solas; encendemos la luz, la pregunta está ahí, minúscula, esperando (p.9).
En el comienzo del texto de Léger se describe un movimiento que Mark Fisher (2018) observa en Lo raro y lo espeluznante: “en la construcción del relato opera la memoria, una memoria que está plagada de ‘agujeros’ y lo que finalmente hacemos es llenar esos agujeros de narrativa” (p. 88). La narrativa surge, en términos de Fisher, para llenar los agujeros de la memoria de relatos. Huecos, orificios, aperturas, silencios o desplazamientos, como sucede con las ‘lecciones breves’ de Dubois y Rousseau (2023), esas estampas con pájaros que a la vez que nos invitan a reconectar con la naturaleza nos recuerdan la relevancia de las preguntas, del asombro y de la imaginación creativa:
Las golondrinas se han reunido sobre los cables eléctricos y luego han iniciado su larga migración; ya no volverán en todo el invierno, incorregibles viajeras. Pero ¿acaso hemos visto cómo desaparecían del cielo? ¿Hemos notado la ausencia de su gorjeo? No. ¿Y nos daremos cuenta de su regreso, cuando llegue la próxima primavera? Sin duda, tampoco” (p. 27).
La respuesta negativa como advertencia para que, llegado el momento, estemos atentos. La puntuación, seguida de la reflexión guarda la capacidad de modificar nuestra percepción y nuestra cognición. El tiempo de la narración asociado a la vida y “a la energía del calendario terrestre” (Stuart-Smith, 2022, p.19). ¿Podremos verlas la próxima primavera?
En Maneras de estar vivo, Baptiste Morizot (2021) advierte sobre la incapacidad (a fuerza de pura costumbre) para atender al bullicio de los pájaros, a la diversidad de especies, a lo movilizante que pueden ser los ambientes si logramos verlos:
En el cortejo va (…) cada uno con sus costumbres, su lenguaje, su orgullo sin ego, sin espejo; cada uno, con sus exigencias. Y cada una de estas formas de vida tiene su perspectiva única sobre este mundo compartido, domina el arte de leer unos signos que todos los demás ignoran” (p.15).
3. Ambientes


Y cuando la mirada se des-automatiza sobrevienen nuevas preguntas. Retomamos algunas de las enunciadas por Rubén Ortiz (2020), cuando define la palabra ‘territorio’: “¿Cómo se vive aquí? ¿Qué historias han dado lugar al espacio donde nos encontramos? (…) ¿Quiénes se juraron amor eterno en ese árbol? (…) ¿Qué pasó con los alfareros que dieron prestigio a este barrio? ¿Por qué le interesaría a la maestra de la primaria el dispositivo que despliego?” (p.94).
Este prestarles atención a los ambientes (en plural) pone de manifiesto la imposibilidad de escaparnos de la condición de historicidad y de la necesidad de historización del sujeto. El tiempo denso configura nuestras formas de ser-estar en el mundo. Nuestra atención sobre los ambientes se acrecienta, entendiendo que los ambientes historizados nos hacen no solo ver, sino ser historia, ser memoria y ser sujeto. En Teoría de la vida, el biólogo estonio Jacob von Uexküll (2023) construye una metafísica que, contra el materialismo mecanicista, piensa una naturaleza pluralista y organizada partir de factores inmateriales. Retomado luego por filósofos como Heidegger, Merlau-Ponty y Deleuze, insiste en que “no es verdad que los animales sean máquinas de estímulo y respuesta, no es cierto que sean heterónomos, no se les hace justicia cuando se los imagina como imbéciles titiriteados desde el exterior” (p.11). Nos habla de ‘ambientes intersubjetivos’, lo cual implica animales, plantas y humanos componiendo un mundo exuberante, donde se entreteja lo incalculable. Ambientes narrativos que nos constituyen, agujeros de la memoria que dan sentido a las vidas, condiciones sensibles que nos consagran.
El pedacito de tierra que habitamos es un gran laboratorio y, al mismo tiempo, “el fundamento de una manera de aprehender y de hacer existir socialmente a muchos actores que poseen una identidad dispar y heterogénea y que por naturaleza no estarían destinados a asociarse recíprocamente” (Aït-Touati y Coccia, 2023, p.12). En el pedacito de tierra que habitamos importan los lazos, los tránsitos y las conexiones, importan los gestos que des-bordan los campos científico, educativo y poético, porque “intensifican la mirada y hacen aparecer el-ser-en-medio del hombre y abren a la dimensión ética y política, además de la estética” (Agamben, 2001, p.54).
El cambio climático es una constatación científica, un desafío educativo y una urgencia política. Sin embargo, con un sentido próximo al que plantea Bruno Latour (2017), alejados de las posiciones apocalípticas, nos propusimosir más allá de los ámbitos disciplinares y profesionales específicos, y comprender la importancia de las vecindades (Despret, 2022, p.141). De allí nuestro interés por las investigaciones que reconocen sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, en términos de nuevos paradigmas para interpretar la contemporaneidad (Clément, 2021; 2022; Coccia, 2011; 2017; 2021 y Mancuso, 2017; 2019; 2020, entre otros). Tal como lo enunció Edith Litwin (2008), con cada nueva ida al río, con cada nueva venida al mar, buscamos “enriquecer y posibilitar nuevas miradas en torno a lo que acontece y rodea el espacio escolar para aprender así a ver de manera más analítica, crítica y emocional cada una de las actuaciones de la enseñanza” (p. 135).
4. Implicación


Ahora bien, “¿Qué hacemos con esto? ¿A qué tipo de pruebas somos convocados y qué régimen de vitalidad hará posible que nos dejemos tomar por ellas?” (Despret, 2021, p. 32). Encontramos una posible respuesta a los interrogantes enunciados por la filósofa belga en el texto de Piglia (2015) que ya citamos: “La narración depende de la implicación. Se acelera o se distiende según el interés que produce, y esa es una clave de la tradición oral de la narración” (p. 45).
Desde esta perspectiva, el desafío consiste en hacer de cada historia compartida una ‘matriz narrativa’ que anime, que alimente, otras historias, las propias, unidas según Despret por una trama, de tal manera que conformen un tejido al que podamos ingresar por diferentes puntos. Esta manera de escuchar y de escribir historias conlleva, en sí misma, una propuesta metodológica:
Cuando comencé a tomar dimensión de esta inteligencia particular de los acontecimientos (narrados), me di cuenta de que lo mejor sería dejarme llevar por las personas que iba conociendo. Abandoné decididamente todos los métodos de investigación que me eran propios, renuncié, por lo menos provisoriamente, a la literatura psicológica y antropológica (sólo volvía ellas más adelante), abandoné el plan bibliográfico (cuando un libro o un artículo nos interesa, estamos atentos a buscar lo que lo nutrió, lo que nos remite a él, y así sucesivamente, que es la manera en que trabajamos usualmente). Y empecé a escuchar lo que la gente me contaba en las salidas, las comidas entre amigos, los eventos culturales, los encuentros fortuitos, ya no como un comentario que se agregaría a lo que yo hacía, sino como lo que al mismo tiempo iba a nutrirlo, guiarlo, orientarlo, constituir su principio y su final, o más bien su medio, dado que ya no había, hablando propiamente, ni principio ni final (Despret, 2021, p.33).
La implicación se sostiene en la complicidad de la escucha, en la connivencia que la nutre y en el compromiso de un intercambio de roles que de paso a la escritura.
5. Curaduría
¿Es posible curar y cuidar a partir de los relatos? La respuesta es afirmativa desde la perspectiva de Corvalán (2023), quien nos propone pensar en modos de enunciación colectivos que trascienden los intereses museísticos y las disputas del mercado: “la curaduría afectiva es un modo particular de organizar relatos sobre la voz colectiva, relatos que recuperan lo que se demora, lo que puede perderse amenazado (una vida) por el relámpago de un instante de peligro” (p. 19). La autora destaca la potencia colectiva (como los ambientes) que es la materia de nuestros sueños, a partir de enunciados (vidas) singulares:
(La curaduría nos permite) organizar maneras de que el flujo de imágenes y de palabras (los agujeros) rompa el modo único de “bajar” estrellas del cielo de los museos. Organizarnos en la duda, en la incomodidad, en la construcción de vínculos. Y por supuesto, desde la contradicción. La curaduría afectiva es un dispositivo cultural para mostrarnos en todas nuestras contradicciones (p. 20).
En tanto praxis, es una acción que des-nuda, en la que la conversación emerge como fuente de creación de conocimiento, como acto político, sin clausura, sin un modo preciso. Abierto, siempre de nuevo, como imágenes infinitas que dan cuenta de vidas narradas en ambientes intersubjetivos.
Un año después de la ponencia performática que marca el inicio del proyecto “Río y mar, tal para cual”, insistimos en que “un relato es algo que nos da a entender, no nos da por hecho el sentido, nos permite imaginarlo” (Piglia, 2015, p. 52). De allí que nos adentremos en la narración como quien navega río arriba, hacia su origen, sabiendo que en su cursohabrá “recodos y desvíos, zonas calmas y tumultuosas, y distintos modos de entrar en el fluir de las historias” (p. 53).
De allí, la expansión de la agenda con la que iniciamos este recorrido:
La narrativa como sustrato.
La escucha como condición de la narrativa biográfica.
Los ambientes como territorios expandidos que crean lazos y posibilitan la condición intersubjetiva.
La implicación como posición afectante en la investigación educativa.
La curaduría como modo de ser, estar, sentir y cuidar a la Tierra y, haciéndolo, cuidarnos.
En ocasión de la primera presentación de este texto, recurrimos a un haiku del poeta Ueshima Onitsura (1661-1738) para describir el movimiento que emparenta nuestras búsquedas entre río y mar: “Aquí agua / y allá agua / las aguas de la primavera” (Onitsura, 2013, p.19). En un sentido literal pero también en su profundidad metafórica, la imagen de las ‘aguas de la primavera’ nos invita a imbricar la investigación educativa con la observación del paisaje, las experiencias botánicas, los gestos sensibles y las artes. El desafío es hacer lugar a comprensiones más profundas, capaces de entramar lo estrictamente académico con aquello que se aleja de la abstracción del concepto para rozar lo real y hacer arborecer la interpretación.
Referencias bibliográficas
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Corvalán, K. (2023). Curaduría afectiva. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Cariño.
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Notas