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Carta do editor convidado
Gustavo Caponi
Gustavo Caponi
Carta do editor convidado
GUEST EDITORS’ NOTE
História, Ciências, Saúde-Manguinhos, vol. 25, núm. 3, pp. 631-633, 2018
Casa de Oswaldo Cruz, Fundação Oswaldo Cruz
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CARTA DO EDITOR CONVIDADO

Carta do editor convidado

GUEST EDITORS’ NOTE

Gustavo Caponi
Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil
História, Ciências, Saúde-Manguinhos, vol. 25, núm. 3, pp. 631-633, 2018
Casa de Oswaldo Cruz, Fundação Oswaldo Cruz
Jean Gayon: historiador y filósofo de la biología (Saint-Maur-des-Fossés, 15/6/1940 – Paris, 28/4/2018)

El 28 de abril de este año, Jean Gayon nos dejó: falleció en París como consecuencia de una larga enfermedad cuyo primer episodio ocurrió en el año 2000, pero que retornó con crueldad inesperada en 2016. Circunstancia que, me apuro a decirlo, no impidió que Jean continuase dedicado a la vida académica y a la actividad intelectual hasta pocas semanas antes de su muerte; manteniendo, incluso, cierto buen humor y su conocido gusto por charlar amenamente, pero también con orden y rigor, sobre los más diversos asuntos que hacen parte de la filosofía y la historia de la biología. Aludo a esto último por dos motivos: primero porque quiero dar una idea de cómo fueron, no solo sus últimos días, que fueron realmente duros, pero sí sus últimos meses de vida; y también lo hago para evocar el espacio en el cual entablé mi amistad con él. Nunca me olvidaré de la última charla de ese tipo que mantuvimos. La circunstancia en que se dio retrata, además, cómo fue Jean Gayon a lo largo de toda su vida y también en esos últimos meses que antecedieron a su muerte.

Nuestro encuentro, que no fue el último, ocurrió en diciembre de 2017 y no tuvo como escenario un café de Paris: ni La Rotonde, ni Le Select. Fue en un cuarto del Hospital Saint Jacques, mientras Jean recibía un tratamiento destinado a paliar una de las tantas complicaciones de su enfermedad. Durante un par de horas, nos olvidamos de todo eso y nos enfrascamos, larga y tranquilamente en la noción de correlación y sobre sus vínculos, en el dominio de las ciencias biológicas, con las nociones de causa, forma y función. Ajeno a una sonda por la que le administraban insulina, se mostraba tan lúcido y tan interesado en el asunto, como siempre lo hacía en tales ocasiones; sus observaciones, atinadas y precisas, no tendían a imponerse sobre las mías, sino a contribuir para que ambos pudiésemos llegar más lejos en nuestras reflexiones. Con Jean, el diálogo filosófico nunca era una dialéctica que pudiese naufragar en la vulgar logomaquia; era, conforme Jorge Luis Borges lo presenta en su poema ‘El principio’, una conversación entre amigos que no quieren competir y sí ayudarse en la búsqueda de la verdad.

Jean Gayon nació el 15 de junio de 1940 en Saint-Maur-des-Fossés, departamento de Val-de-Marne. Estudió filosofía en la Sorbonne y comenzó su carrera docente en el Liceo Dumont d’Urville de Maurepas, Yvelines. Más tarde, a inicios de la década de 1980, retornaría a la universidad, en este caso a Paris-VII, para complementar su formación con un DEA (diplôme d’études approfondies) sobre biología evolucionaria que concluyó en 1983; y eso ya anticipa el encaminamiento que le daría a su doctorado en filosofía. Lo realizó en la Sorbonne, bajo la dirección de François Dagonet, defendiendo la tesis en 1989 que se intituló La théorie de la selection naturelle: Darwin et après-Darwin. No fue una tesis cualquiera: fue un hito en los estudios histórico-epistemológicos sobre la biología evolucionaria.

Constituyó una contribución crucial para la comprensión del desarrollo y de la estructura conceptual de la teoría de la selección natural, sobre todo en lo que atañe a la relación entre la nueva síntesis y las posiciones de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace. Bajo el título de Darwin et l’après-Darwin la obra fue publicada en 1992, en París (Gayon, 1992); en 1998 fue también publicada en inglés bajo el título de Darwinism’s struggle for survival (Gayon, 1998). La repercusión de esa edición en lengua inglesa fue muy amplia y cimentó gran parte del prestigio internacional que, tan merecidamente, Jean pudo conquistar y, felizmente, disfrutar. Me consuela saber que el aprecio, el respeto y la admiración que hoy podemos manifestar por Jean, no le fueron ajenos, ni desconocidos. Ese prestigio, por otra parte, se vio reiteradamente ratificado y reforzado por toda su amplia obra posterior.

De todos modos, su carrera como docente universitario comenzó antes de que su labor fuese tan conocida, esto fue a fines de la década de 1990. En 1985 Jean ingresó como Maître de Conférences en la Université de Bourgogne; siendo promovido a professeur, el grado más alto en la docencia universitaria, en 1989. Permaneció en Dijon hasta 1997, año en que se integró a la Universidad de Paris-VII. Allí se desempeñó como docente del doctorado en epistemología e historia de las ciencias, sumándose también al equipo Rehseis que en esa época era coordinado por Michel Paty. Ahí lo conocí y ahí pude asistir a sus inolvidables clases de filosofía de la biología. Poco después de eso, en 2001, Jean se transfierió a Paris-I; en esa universidad, en 2016, accedió a la condición de profesor emérito. Esto coronó 15 intensos años presidiendola escuela doctoral de filosofía de la Sorbonne, desde 2002 hasta 2016, y en cuyos últimos seis años también fue director del Institut d’Historie et de Philosophie des Sciences et Techniques de la rue du Four, creado en 1932, el mismo centro que alguna vez dirigió Georges Canguilhem.

Vale mencionar ese hecho porque el mayor legado que Jean le deja a la filosofía e historia de las ciencias es la renovación de la tradición de estudios histórico-epistemológicos cuya sede principal siempre ha sido ese espacio institucional que él terminó dirigiendo. Como Dagonet, como Gaston Bachelard, como Alexandre Koyré, y como el propio Canguilhem, Gayon asumía que filosofía e historia epistemológica de la ciencia son parte integrante de un único emprendimiento filosófico destinado a comprender por qué, bajo qué presupuestos, y en función de qué opciones conceptuales fundamentales las diferentes ciencias se desarrollaron del modo en que lo hicieron, llevándonos a los modos vigentes de pensar. Él sabía, además, que las arduas y laboriosas elucidaciones gramaticales, en las que se empeñaba la filosofía de la ciencia angloamericana, siempre podían verse auxiliadas, y mejor encaminadas, si se las refería a las evoluciones conceptuales efectivamente ocurridas en cada dominio de investigación científica. Sus trabajos muestran muy bien eso. Pero, sin cuestionar las motivaciones y las ideas rectoras de la tradición epistemológica francesa, Jean también supo reconocer que los estudios histórico-epistemológicos podían verse ampliamente beneficiados, y potenciados, si sus cultores aceptaban valerse de los recursos analíticos desarrollados por la filosofía de la ciencia angloamericana; aceptando incluso parte de sus resultados como puntos de partida de las indagaciones histórico-epistemológicas.

En ese sentido, Darwin et l’après-Darwin es un texto ejemplar. Con un modo de exponer y de argumentar que recuerda más a Koyré que al propio Canguilhem, Gayon traza ahí la historia epistemológica de la teoría de la selección natural; pero lo hace de un modo que puede servir de modelo, aleccionador como pocos, respecto de qué es la historia epistemológica en general, de cuáles son sus objetivos, sus modos de análisis y de argumentación, y de cuál es su relevancia y su capacidad para clarificar genuinos problemas epistemológicos. Pero, creo que también vale hacer un esfuerzo para entrever cómo, a lo largo de todo el texto, de manera implícita y elegantemente discreta, Jean se está valiendo de sus muchas lecturas de la filosofía de la biología angloamericana. Allí él obtiene los recursos y las claves conceptuales con las que individualiza los clivajes y los nudos de esa historia que está reconstruyendo. Como en sus conversaciones, en sus obras siempre apostó en la convergencia de las ideas: en la búsqueda de consensos y denominadores comunes a partir de los cuales llegar más lejos, minimizando las oposiciones estériles e inconducentes. La cooperación y la amistad por sobre la competencia y la rivalidad: Jean era así y así lo recordaremos.

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REFERENCIAS
GAYON, Jean. Darwinism’s struggle for survival. Cambridge: Cambridge University Press. 1998.
GAYON, Jean. Darwin et l’après-Darwin. Paris: Kimé. 1992.
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