Artículo
LasestructurascriminalesenArgentinaylasiniciativas decooperaciónestatalparacombatirsuavance
CriminalstructuresinArgentinaandStatecooperationinitiatives tocombattheiradvance
LasestructurascriminalesenArgentinaylasiniciativas decooperaciónestatalparacombatirsuavance
Revista SAAP, vol. 12, núm. 2, pp. 337-358, 2018
Sociedad Argentina de Análisis Político
Recepción: 04 Diciembre 2018
Aprobación: 04 Diciembre 2018
Resumen: Las organizaciones criminales sobreviven gracias a su capacidad de adaptación y transformación. De allí que en los últimos años hemos visto un proceso de fragmentación que ha modificado las estructuras criminales a punto tal que los grandes carteles han desaparecido. El presente trabajo analizaesatransformaciónyseconcentraenlaparticularformaqueadoptan las estructuras criminales en Argentina: la de los clanes familiares. Asimismo, se analiza este modelo de organizaciones criminales que dependen de facilitadores para crear redes que les permiten comerciar a nivel global. En vistas a estos cambios y a los costos generados, veremos cómo los estados han debido modernizar sus estrategias de cooperación con el objetivo de contener el avance de la criminalidad.
Palabras clave: organized crime, structures, Argentina, clans, state cooperation.
Abstract: Criminal organizations survive thanks to their capacity to adapt and transform. Hence, in recent years we have seen a process of fragmentation that has modified criminal structures up to the point that the big cartels have disappeared. This paper analyzes this transformation and focuses on the particular form that criminal structures have taken in Argentina: the familyclans.Likewise,weanalyzedthismodelofcriminalorganizationsthat dependsonfacilitatorsinordertocreatenetworksthatwould allowthemto play globally. Considering these changes and the costs generated, we will alsoworkonhowStateshave hadtomodernizetheircooperationstrategies in order to contain the advance of organized crime.
Keywords: crimen organizado, estructuras, Argentina, clanes, cooperación estatal.
ElpresentetrabajoformapartedelainvestigaciónfinanciadaporelConsejoNacional deInvestigacionesCientíficasyTécnicas(Conicet)deArgentina,titulada:“Elavancede lacriminalidadyelusodelaviolenciaporpartedelEstadoenArgentinayBrasil(2005-2017)”.
I. Introducción
Aunque el crimen organizado parece ser un fenómeno reciente, es en realidaduntemaquehaganadorelevanciaenlasagendasdeseguridaddelos estados en los últimos años, pero dista mucho de ser nuevo. En este sentido, vale aclarar que el crimen organizado es una forma de cometer delitos, más queundelitoensímismo.TalcomodestacanDelaCorteIbáñezyGiménez-Salinas Framis (2015, p.19) una organización criminal es toda aquella creada con el propósito expreso de obtener y acumular beneficios económicos a través de su implicación continuada en actividades predominantemente ilícitas (y) que asegure su supervivencia, funcionamiento y protección mediante el recurso a la violencia y la corrupción o la confusión con empresas legales.
Paraello,lasorganizacionescriminalessediversifican,esdecirquedesarrollanactividadesmúltiples,setransnacionalizan,desdibujandolasfronteras estatales y expandiéndose incluso más allá de sus límites continentales, y se conectan con otras organizaciones formando amplias redes globales, absolutamentedescentralizadas,quesecomplementanconelfinúltimodeobtener beneficioseconómicos(Sampó,2017).ComodestacaGarzón(2013,p.1)“las faccionescriminaleshanlogradoexpandirsupresenciamásalládesuspaíses de origen, buscando nuevos refugios, abriendo corredores que suplen la demandadetodaclasedeproductosilegales”.Valedecirquelasorganizaciones criminalesdanrespuestaaunademandadebienesilícitos,generadadesdela sociedad civil y posibilitada por los cambios en las legislaciones vigentes. Tal como muestran Troncoso y Garay (2017), los negocios de las organizaciones criminales han mutado significativamente en el último siglo.
De acuerdo con Sullivan y Bunker (2002) las organizaciones criminales erosionan a la sociedad civil, al sistema político y afectan severamente la soberanía del Estado, al naturalizar la violencia, legitimar la corrupción y distorsionar los mecanismos de mercado. En los últimos años, es claro que esta ha sido la tendencia en América Latina. Basta con chequear los índices de homicidios cada 100 mil habitantes, que no sólo han crecido, sino que han hecho de nuestra región, libre de guerras, la más violenta del mundo.
En Latinoamérica, el tráfico de drogas es uno de los negocios más rentables en los que se manifiesta el crimen organizado y, sin duda, es una actividadquetraccionaaotras.Esdecir,lasorganizacionesquetienencomo principal ingreso la venta de drogas ilícitas (especialmente cocaína, dado que en la región se ubican los tres productores mundiales de esta sustancia: Colombia, Perú y Bolivia, en ese orden de importancia), desarrollan accesoriamente actividades vinculadas con el tráfico de armas, la trata y el tráfico de personas,elcontrabandode mercancíasylaexplotaciónilegalde recursosnaturales.Sinolvidarqueellavadodeactivosestransversalatodas lasmanifestaciones,yaque eslaúnicaformadeinsertareldinerogenerado deformailícita,en elmercadolegal.
En Argentina, el crimen organizado adopta una forma particular, muy distintadelaque se hapopularizadocon laexistenciadegrandescártelesde drogas en la Colombia de los años noventa o en el México de principios de estesiglo,porque no existen,nihan existidograndesorganizacionesylaviolencia no ha alcanzado niveles alarmantes, aunque ha crecido (algo que lo diferencia de casi todo el continente). Es por eso que el objetivo del presente trabajoesanalizarlaformaquehaadoptadoelcrimenorganizadoenArgentina,haciendoprincipalhincapiéenlasestructurascriminalesexistentesyen las actividades que desarrollan. Para ello, este artículo se dividirá en cuatro secciones. En la primera, analizaremos teóricamente las estructuras criminalesconocidasysu formade actuar.Durante lasegundasección,noscentraremosenArgentinaybuscaremosentenderquiénesencarnanalcrimenorganizado, cómo están distribuidos territorialmente y en qué manifestaciones se concentran.Entercerlugar,partiendodelapremisadequeelcrimenorganizadono puede sercombatidounilateralmente,llevaremosadelante unbreve análisis de las iniciativasde cooperación encaradas por el Estado argentino a findecombatirlo.Finalmente,enlasconclusionesbuscaremosdarcuentadel avance del crimen organizado en nuestro país y de la especificidad del fenómeno,talcomosehapresentadoenesteespacioterritorial.
II. Estructuras criminales: entre clanes y cárteles, la experiencia latinoamericana
Lasorganizacionescriminales,sostienenSullivanyBunker(2002),conformanredesymuchasvecescooperanparamaximizarbeneficiosoreducir costos relacionados con evadir la intervención policial, de las agencias gubernamentalesydelosgobiernos,graciasaacuerdoscongruposlocalesque lespermitenexplotaralmáximolascondicionesparaelcorrecto desarrollo de los negocios ilícitos. Mientras las redes criminales se expanden e integran,sostiene Garzón (2013),los estados encuentran grandes dificultadesa la hora de cooperar, más allá de lo discursivo, lo que termina potenciando lascapacidadesdelasorganizacionescriminales.Enestesentido,esasredes permiten una expansión de la capacidad criminal individual de cada organización, reduciendo la competencia y el potencial conflicto. Sin embargo, cabe resaltar que no todas las organizaciones criminales tienen el mismo alcance o el mismo accionar.
De acuerdo con un informe del año 2002 de la Oficina de las Naciones Unidascontraladrogay elcrimen (UNODC,porsussiglas en inglés),existen 10 variables que pueden ser identificadas para analizar distintos tipos de organizaciones criminales. En primer lugar, debe tenerse en cuenta el tipo de estructura que la organización detenta. Esta puede ser una jerarquía: a) rígida, que cuenta con un jefe y se divide en distintas células que reportanalcentroysevalendeunsistemadedisciplinarígidaalinterior;b) jerarquía desarrollada, es decir que cuenta con una estructura jerárquica y una línea de mando, pero también aglutina otras estructuras con su propio liderazgo, con autonomía de acción en el día a día; o c) grupos criminales centrales, de rangos muy disímiles, que van desde grupos muy laxos hasta grupos relativamente cohesivos que se consideran parte de una misma organización. Son horizontales.
Ensegundolugar,esimportantetenerencuentaeltamañodelasorganizaciones. Las hay pequeñas -de 1 a 20 miembros- un poco más grandes -de 20 a 50- medianas -de 50 a 100- y grandes -de más de 100 miembros, considerando no sólo a los miembros directos sino también a individuos asociados con ellos-. Tercero, es necesario considerar las actividades desarrolladas: si se concentran en una sola y utilizan otro tipo para manteneralaprimera,sitienen2o3actividadesprincipalesosidesarrollan actividades múltiples. En cuarto lugar, es necesario considerar el nivel de operacionestransfronterizasdesarrolladas.Enesesentidosetienenencuenta organizaciones limitadas -de 1 a 2 países-, si son medianas -de 3 a 4 países- o extensivas -5 o más países-. En quinto lugar, se debe tener en cuenta la identidad de la organización, si no está anclada ni socialmente ni por etnia, si está basada en vínculos sociales o intereses sociales comunes o si su relación se ancla en lazos familiares o étnicos con membresía estricta entre los componentes del grupo (UNODC, 2002).
Luego, se debe analizar el nivel de violencia y corrupción que utilizan las organizaciones. Para ambas variables, las organizaciones pueden utilizar estasherramientaspocoo nada,deformaocasionalo biencomo algoesencial para el desarrollo de las actividades criminales. Además, es importante considerarelalcancedelainfluenciapolíticadelasorganizacionescriminales,quefluctúaentreninguna,ladenivellocaloregional,lanacional-enel país donde actúa- y la transnacional. Adicionalmente, se analiza el grado depenetracióndelaeconomíalegalenestasorganizacionesquepuedeirde ningunaolimitada,aldesarrollodealgunasinversionesconeldinerogenerado en las actividades ilegales y los cruces extremos entre actividades legales e ilegales. Finalmente, se considera el nivel de cooperación con otros gruposcriminales,quepuedesernula,desarrollarsedentrodelpaísdebase, tener lugar en el exterior o cooperar con organizaciones dentro del territorio principal y con empresas criminales fuera del país (UNODC, 2002).
Vale destacar que las características más comunes de las organizaciones
criminalesdeacuerdoconelinformedeUNODC(2002)son:quelamayoría de las organizaciones mantienen estructuras jerárquicas y cuentan con entre 20y50participantes,quelaviolenciaesutilizadaesencialmenteparagarantizarelcorrectodesarrollodelnegocioilícito(engeneralseconcentranenuna actividad),lamayoríadelosmiembrosdeestasorganizacionesnotienenlazos sociales o étnicos, casi todos hacen uso de la corrupción para poder llevar adelante sus actividades, algunos han logrado penetrar la economía ilegal y dicen tener influencia política y, finalmente, la mayor parte de los grupos cooperan con otras empresas criminales complementándose. Sin embargo, enestosúltimosaños,algunasdelastendenciasparecenhabercambiado.En especial en aquello referente a la organización jerárquica, ya que la mayor parte de lasestructuras se han vuelto mucho más horizontales. Sin embargo, el uso de la violencia y de la corrupción como herramientas que les permite desarrollar sus negocios ilícitos, siguen siendo elementos centrales.
De allí que sea necesario distinguir las diversas estructuras criminales que hemos logrado detectar en nuestra región, más allá de la creciente tendencia a la fragmentación que ha tenido lugar en los últimos años en lugares estratégicos para el desarrollo del crimen organizado como pueden ser Colombia, México e incluso Brasil.
Los cárteles
Los cárteles son grandes organizaciones criminales dedicadas especial, aunque no únicamente, al narcotráfico. Están concentrados territorialmente y se caracterizan por el uso de la violencia, que tiene como fin conquistar y luegoadministrarlasactividadesilícitasquedesarrollan.ComodestacaCieza (2009) los carteles son organizaciones piramidales, que detentan avanzados sistemas de producción, transporte, logística y seguridad, que constituyen una suerte de poder paralelo al del Estado. En ese sentido, es importante destacarque,almomentodeconquistarunterritorio,ejercenviolenciadirectaydespliegantodosuarsenal,afindeamedrentaraquienespudieranresistirse. Una vez conquistada la zona, la violencia prácticamente desaparece, aunque está latente (violencia indirecta); la coerción, está siempre presente, comotambiénlo están losincentivosparamantenerlalealtad generada.
En este sentido, los carteles suelen ocupar lugares que el Estado ha dejado vacantes y que han sido objeto de reclamo por parte de la sociedad civil. De manera tal que proveen bienes públicos, tales como la Seguridad, que el Estado es incapaz de proveer. Los carteles son jerárquicos y suelen reconocer una sola cabeza, pero hacia abajo se vuelven horizontales. Se basanenrelacionesdelealtadyestrictoscódigosdesilencio.Suelensubcontratar a organizaciones criminales más pequeñas para exportar o importar sus mercancías (que funcionan como facilitadores1), pero esas redes son laxas y de ninguna forma implican ni la sesión de poder por parte del Cartel, ni son una muestrade debilidad.Por elcontrario, lasredes son utilizadasa fin de mejorar la productividad en los negocios llevados adelante. Vale decir queunCártelfuncionacomounaempresatransnacionalytienecomoobjetivo primordial,laobtención de beneficiosmateriales.
De acuerdo con Sullivan y Bunker (2002) existen distintos modelos de cárteles.Elprimero,eldel“competidoragresivo”espropensoalaviolencia, de naturaleza intransigente y con voluntad de desafiar la autoridad estatal. Es una organización con muy pocos vínculos transnacionales e incluso reticenteacooperarcon otros,dentrodelpaísenelque seasienta.Este tipode cártel estaba manejado por una cúpula pequeña de líderes, mostrando una clarajerarquíahacia su interior.Según Sullivan yBunker (2002),el ejemplo más claro es el cártel de Medellín de los años 1980. A pesar de lo novedoso desuorganización,sualcanceeralimitado,producíaparaunsectorconcreto que buscaba consumir cocaína, de manera tal que casi se los consideraba “emprendedores”.
El cártel de segunda fase o el “cooptador sutil”, como lo denominan Sullivan y Bunker (2002), toma como paradigma al cartel de Cali, que surgió tímidamentea principiosde 1980. Esuna organización máspropensaa generarredeseintentaeludirlasjerarquías,presentándosecomomáshorizontal en su organización. Cuenta con líderes a nivel de clusters, que dificultan lapersecucióny erradicación del cartel comountodo.Funciona gracias a la existencia de células que sólo se conectan con una instancia superior pero que no tienen contacto entre ellas. Desde sus inicios, las actividades desarrolladas han sido enmascaradas y dispersas, lo que les da una capacidadoperacionalmásampliaqueladeloscartelesdelafaseanterior.Poreso mismo, y porque se vale de la corrupción de funcionarios públicos, es una organización menos proclive al uso de la violencia directa. Muchas de las organizaciones mexicanas adoptaron este formato de cartel en sus inicios pero, en vistas a cómo habían afectado las capturas de algunos líderes centralesaldesarrollodelcarteldeCali,loperfeccionarondandolugaralcartel de tercera fase.
Siguiendo a Sullivan y Bunker (2002), el “sucesor criminal del Estado”, o cartel de tercera fase, tiene la capacidad de desafiar al Estado nacional, gracias a la corrupción de funcionarios públicos y la cooptación de instituciones estatales. Aunque en el año de publicación del trabajo de Sullivan y Bunker aparecían tímidamente, el ascenso de los carteles mexicanos dio cuentadesuexistencia.Valedecirquenoesquelasorganizacionescriminales quieran hacerse del poder político, sino que buscan el control territorial para manejar sus negocios cómodamente y se nutren del Estado para desarrollar sus actividades ilegales y “blanquear” sus ganancias, introduciendo el dinero conseguido espuriamente en el mercado legal. Es decir que ejercen el control político a través de la cooptación de funcionarios públicos. Sin embargo, también es necesario destacar que ese control territorial los dota de poder político, ya que son capaces de influenciar las decisiones de miles de ciudadanos. En este sentido, las organizaciones criminales se convierten en valiosos aliados del poder político.
¿El fin de los carteles?
Lejosdelalógicadeloscartelesantesdescriptos,enlosúltimosañoslas organizacionescriminaleshan pasadopor profundos procesosde fragmentación y dispersión. Según Garzón (2013) esa fragmentación ha sido resultado de las nuevas generaciones de delincuentes, jóvenes y predispuestos a rompercon ladisciplinaquese manteníadentrodelasestructurastradicionales. Audaces líderes que encontraron el negocio en funcionamiento y optaron por intentar maximizar aún más sus ganancias, rompiendo con las estructuras tradicionales -con resultados diversos- dando cuenta de un cambio no sólo generacional, sino también actitudinal. Se han convertido entonces en organizaciones más horizontales y más dispersas que responden al modelo “pulverizado” (Valverde, 2013). Ese modelo refleja un conjunto de pequeños dominios fluctuantes, unidos por el flujo de los productos. Es decir, una “territorialidad discontinua” que refleja la fragmentación de las estructuras criminales en países como México y Colombia. Esta fragmentación, se traduce en un esfuerzo constante por garantizar la provisión al mercado de consumo de bienes ilícitos, especialmente de drogas. Este sistema,seapoyaenlainformalidadyenelconocimientoycontroldelespacio en que se desempeñan.
Este modelo, ha dado lugar a la proliferación de organizaciones de tamaño intermedio que ganan relevancia gracias a las redes que logran tejer con sus pares en otros espacios territoriales. Se trata de organizaciones que contratan facilitadores que contribuyen en el transporte de su mercancía y quenoseplanteancomounapotencialamenazaalcontrolquetienensobre elmercadoilegal.Setratadeverdaderasempresascriminalestrasnacionales, que hacen primar sus beneficios económicos.
Por otra parte, existen países donde predominan las estructuras criminalesmáspequeñasqueabarcanáreasgeográficasreducidas,comolosclanes. Suelen ser organizaciones mucho más horizontales en términos jerárquicos, aunque siempre reconocen a uno o algunos líderes. Se conforman en torno familias dedicadas a los negocios ilícitos -muchas veces provenientes de alguno de los países productores de drogas- y hacen de la lealtad familiarunabarreradifícildequebrar.SegúnBartolomé(2018)estasestructuras exhiben altos niveles de organización y encuentran en la confianza y lealtad provista por los lazos sanguíneos, su principal ventaja. Utilizan la violencia indirecta -la coerción- mucho más asiduamente que la violencia directa, expresada en homicidios, secuestros y ajustes de cuentas constantes. Se ganan el respeto de la comunidad, porque son parte de ella y buscan mejorar su calidad de vida proveyendo bienes básicos que muchas veces el Estado es incapaz de proporcionar. Los miembros de los clanes no ostentansusganancias-comosolíanhacerlosnarcosdegeneracionesprevias- y suelen permanecer en el lugar que los vio nacer.
Este tipo de organizaciones es la que predomina en Argentina, donde los negocios del crimen organizado están manejados por distintos clanes familiares que se vinculan de diversas formas: desde el odio irreconciliable, hasta a partir de alianzas que son, por definición, temporales. Eugenio Burzaco (2015), actual Secretario de Seguridad, sostiene que en Argentina el narcotráfico ha evolucionado transformando a las bandas locales criminales en organizaciones más complejas, capaces de corromper, transportar y comerciar sus mercancías, valiéndose de la violencia -en distintas escalas-desernecesario.Esasbandashanproliferadoysehanexpandidomás allá de su zona de influencia original, demostrando cierta capacidad de adaptación,a pesardeldescabezamiento resultante delencarcelamiento de muchosdesuslíderes.Sinembargo,másalládesuavance,estasestructuras criminales no logran controlar ciudades o provincias enteras, sino que se concentranenenclavesconcretosdentrodegrandesurbes-quesuelenser pobres y marginales- como las villas2.
III. Las estructuras criminales en Argentina, el predominio de los clanes
La proliferación de clanes en Argentina parecería responder a dos tendencias.Laprimera,decarácterregional,caracterizadaporlaformaciónde pequeñas organizaciones de redes de micro y macro tráfico estructuradas sobre una base familiar; y la segunda, global, tendiente a la fragmentación, la diversificación de los mercados de drogas (UNODC, 2017) y la adopción de estructuras criminales más informales, menos jerárquicas y poco centralizadas, que vienen a suplir a los tradicionales cárteles que marcaron los años 1980 y 1990 en América Latina.
Como bien destaca Bartolomé (2018), la criminalidad organizada en América del Sur ha registrado un cambio en el perfil de las organizaciones vinculadas al cultivo, el procesamiento, el tráfico y la comercialización de drogas ilícitas; razón por la cual, países como Bolivia y Perú, ya son testigos del incremento de este tipo de estructuras - clanes- a nivel nacional3.
En el caso argentino, si bien el avance del crimen organizado es multicausal (Sampó, 2017), el crecimiento de la demanda interna de estupefacientes generó el caldo de cultivo apropiado para el surgimiento de clanes y/o bandas que operan en diferentes provincias argentinas, amparados por la complicidad del poder político local, la connivencia policial y el endeble entramado institucional del país. En este sentido, estas nuevas formas de agrupación criminal que comenzaron a surgir hace pocos años en Argentina, suelen caracterizarse por ser grupos pequeños e informales que pueden conformarse a partir de un vínculo familiar, y que dominan los mercados regionalesde la droga através de un fuerte control territorial.
Losclanessonconsideradosestructurasautóctonas(Bartolomé,2018), con una fuerte base local y distintos grados de complejidad y logística, que se forman con el objetivo de llevar a cabo delitos mediante “la participación conjunta y coordinada de varios individuos” (Corte Ibáñez y Salinas Framis, 2015, p.19). Si bien no todos los clanes tienen el mismo alcance, tamaño y organización, algunos podrían formarse alrededor de uno o máslíderesqueaportanelcapital,yde dosnivelesmásqueseencargarían deimportarlamateriaprima,camuflarla,procesarla,transportarla,distribuirla por distintos puntos del país y venderla. En este contexto, éste bien podría ser el caso de los tres clanes que actúan desde 2011 en la ciudad correntina de Itatí, que se constituyen en uno de los principales distribuidores de marihuana del país, al abastecer a siete provincias argentinas y contar con una logística casi inmejorable (La Nación, 2017). La particularidad de estos clanes correntinos radica en su forma de trabajar, dado que lo hacen de forma coordinada y sin competir entre sí, y con ciertas ramificaciones extra provinciales que los han llevado a comercializar autos de alta gama en la provincia de Santa Fe. Por otro lado, su accionar delictivo abarca la asociación con bandas locales de Tucumán, Chaco, Santiago del Estero y dentro de la misma Corrientes, lo que sería indicativo de una complejidad interna mayor.
La connivencia con la Policía provincial y Federal (Barroca, 2017) y con dirigentespolíticoslocales,esotracaracterísticaquedescribealostresclanes correntinosyalasbandasdelcrimenorganizadoengeneral,dadoquecomo sostiene Alda Mejías (2014, p. 81) “esta vinculación y complicidad con representantesdelEstadoprecisamentepersigueprotegerseeficazmentefrente a la actuación del mismo y de otros agentes externos potencialmente nocivos para la continuidad y la expansión de sus actividades”. En este sentido, esa complicidad entre actoresestatalesy el crimen organizado,hasuscitado unfuertedebateentornoacómoladebilidaddelEstadoesunfactordeterminante de la implantación del fenómeno en el país y la posibilidad del establecimiento de un “Estado paralelo”. Al respecto, algunos autores han comenzado a desmitificar esta creencia, al considerar que en lugar de que losgruposdelcrimen organizado,laeconomíalegalylasinstitucionespolíticas establezcan una relación paralela, más bien constituyen una conexión simbiótica (Rodrigues, 2018).
Estos procesos de transformación en la morfología y la dinámica de los grupos criminales locales han demostrado estar en consonancia con un cambiode épocacausado por el desarrollo de la tecnologíay laexplotación de las formas de organización en red, lo cual ha obligado a las organizaciones delictivas tradicionales y por venir, a ser las primeras en adaptarse al nuevo contexto que resultó de dicho cambio (Sullivan y Bunker, 2002). Esto dio como resultado la emergencia de estructuras criminales mucho más informales, que dejan atrás los formatos tradicionales de organizaciones jerárquicas, para darle paso a grupos más independientes, dinámicos y adaptables, que generalmente establecen lo que Linares (2008) denomina “redes sociales” del crimen organizado. Estas redes son mucho más fluidas yflexiblesde lo que eran loscarteles, sebasan enlasrelacioneshumanas,lo que les permite construir vínculos entre personas y grupos de distinta proveniencia. Además, surgen a nivel local y “establecen lazos de cooperaciónconotrasredescriminalesenotrasregionesdelmundo”(Linares,2008, p. 376).
En Argentina, el crecimiento del narcotráfico estuvo inmediatamente relacionadoconelsurgimientoyafianzamientodeunmercadolocal,locual no solo coadyuvó a que “familias enteras se consolidaran alrededor del negociodeladroga”(Gallo,2014,s/p),sinoqueademásledioformaalmodelo narco local, caracterizado por los clanes familiares.
En términos generales, estos clanes, así como las redes de tráfico que operanenArgentina,seinicianconlaventadedrogay/ocigarrillosapequeñaescala, paraluegoampliarsusactividadesilícitasincorporando ellavado de activos, el contrabando de mercaderías, el tráfico de armas y la trata y tráfico de personas. A medida que el negocio crece, los clanes comienzan a construir “alianzas” con fuerzas policiales y judiciales para asegurarse la impunidad, pero también tejen redes con el poder político local (por ejemplo, intendentes4), loque les otorga protección y complicidad en el negocio ilegal, además de ganancias mutuas. De allí proviene la importancia de la lógica territorial -y provincial- que profesan los clanes en el interior del país, dado que se valen del conocimiento de su zona de influencia y de los actoresque en ellaoperanpara realizarsusactividadesycomprarlealtades. Por otra parte, y “como resultado de la profundización de los procesos
de globalización, los avances tecnológicos en las telecomunicaciones y la cada vez más alta movilidad transfronteriza de personas y bienes” (Linares, 2018,p.5),elcrimen organizadoen generaly elde Argentina en particular, haadquiridouncarácter transnacionalinédito. De estoderivaelincremento cada vez más evidente de bandas transnacionales en buena parte del territorioargentino,comoporejemploelclanMezaenMisiones,compuesto por ciudadanos argentinos y extranjeros y con ramificaciones que pasan por provincias como Corrientes y llegan hasta el conurbano bonaerense.
La transnacionalidad también tiene consecuencias en la economía ilegalde losclanes.Dado que lasbandasygruposque operanen la región del noreste y nordeste se benefician aún más de las actividades ilícitas gracias a su posición fronteriza, especialmente de cara al tráfico y la trata de personas. Al respecto, se cree que Argentina importa una buena cantidad de mujeres paraguayas y dominicanas que terminan “empleadas” en prostíbulos. Mientras que en provincias como Salta -una de las más permeables junto con Misiones-, bandas como las del “Patrón del mal del Norte” traficaban ciudadanos chinos, haciéndolos ingresar -previo pago de soborno-deformailegalporelpasointernacionalAguasBlancas-Bermejo,para luego trasladarlos al barrio porteño de Once.
Enelmismocontextodelatrata,elclanAlesehizocelebreenTucumán por el caso “Marita Verón”. Mientras que, en la provincia de Córdoba, una nuevamodalidad de trata temporal-conocida comotrataexprés5-denota vinculación directa con el narcotráfico al captar mujeres adictas para ser utilizadas con fines de explotación sexual (Gordillo, 2018).
Consecuentemente, si bien el país carece de los altos niveles de violencia urbana y societal como la que detentan países como Brasil, México o Colombia,laestructuracriminalargentinasehavueltomuchomássofisticada ycompleja.Estoexplica,enparte,lasinfiltracionesdegrandesorganizaciones bolivianas, colombianas, mexicanas y peruanas entre los “bagayeros”6 que cruzan a diario la frontera por Salta (Sierra, 2014) y la sospecha de la penetraciónenterritorioargentinodelPrimeiroComandodaCapital(PCC), principalempresacriminalbrasilera,odelpropio clanBarakat,alcualsele atribuyen vínculos con Hezbollah.
En los últimos años, la figura del clan se ha ido consolidando en el mapa de la criminalidad organizada en Argentina, a punto tal, que su expansión se ha dado a lo largo y ancho del país. En este sentido, la distribución de estas estructuras puede rastrearse desde las provincias que lindan con la llamada Triple Frontera -frontera que comparten Argentina, Paraguay y Brasil-, hasta la Patagonia. Aunque en el caso del Sur, se sostiene que no existe una problemática tan acuciante en materia de laboratorios y bandasorganizadas (Federico,2016) como sí se observa en elresto delpaís, dondeelincrementodecentrosdeprocesamientodedrogastradicionalesy sintéticas, junto con el desmantelamiento de “cocinas”, dio cuenta de la complejizarían que adquirió el crimen organizado local. Incluso, de acuerdo con fuentes policiales, en algunas de las provincias del norte se está produciendo cocaína a partir de hoja de coca proveniente de Bolivia.
El crecimiento exponencial de clanes dedicados mayoritaria, aunque no exclusivamentealnarcotráfico,hadadolugaraestructurasmuydiversas,que van desde aquellas más informales como las que encontramos en el noreste argentino,alasquecomienzan aimitar tácticasdegruposregionalesyaestablecidos, como el sicariato (Cawley, 2014). Dos ejemplos de esto último lo encontramosenlalocalidadmendocinadeGodoyCruz,conlosdenominados “angelitosdelaYaqui”7,yenlaprovinciadeCórdoba,conladenominada“banda de la Gringa”, la cual utilizaba una red de adolescentes como soldaditos.
En la región de Cuyo y Centro, las organizaciones que operan van de mayor a menor complejidad. La provincia de Mendoza alberga una amplia variedaddeestructurascriminalesdedicadasalcomercioilegaldemarihuana y cocaína, negocio que de acuerdo a la fuente consultada, recae generalmente en manos de clanes familiares. Por otro lado, las familias más humildessededicanallevaradelanteelnarcomenudeoatravésdelosdenominados “quioscos”8, lo cual representa para muchas de ellas un medio de subsistencia, teniendo en cuenta la situación de precariedad que enfrentan. De allí que sea tan difícil erradicarlos en su totalidad y que, al poco tiempo de ser desarticulados por las fuerzas de seguridad provinciales, vuelvan a resurgir en la misma zona o en áreas aledañas.
EnelcasodeSantaFe,las bandasdedicadasalcrimenorganizado también se basan en vínculos familiares. En este sentido, si bien la provincia es mayoritariamentereconocidaporelclanCantero(losMonos)deRosario- hoy en decadencia- existen otras agrupaciones familiares dedicadas al narcomenudeo y a la asociación ilícita, como son las familias Bassi, Ungaro y Funes, en el sur de la ciudad de Santa Fe. De acuerdo con fuentes consultadas,estosclanesseiniciaronenlacriminalidadatravésderobos,alosque luego añadieron la amenaza a los barrios, la venta y comercialización de estupefacientes y la tenencia y portación de armas (Infobae, 2018).
LaestructuradeclanestambiénalcanzaalaprovinciadeCórdoba,aunque coexisten por otra parte, microorganizaciones dedicadas al crimen organizado y bandas encargadas de “narcosecuestros” (Federico, 2016), no siempreunidasporunvínculofamiliar.Enestesentidoycomoresultadode la transformación de la provincia en un centro clave deltráfico y transporte de estupefacientes en Argentina, Córdoba ha incrementado los niveles de violencia urbana y la presencia de búnkeres para comercializar la droga en los barrios.
En las provincias de Corrientes, Misiones, Formosa y Chaco la composición de los clanes responde a su cercanía con Paraguay y Brasil, de forma tal que es cada vez más común hablar del carácter transnacional de estas bandas, dedicadas fuertemente al narcotráfico y al tráfico y trata de personas.
Con respecto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), el mapa delacriminalidadorganizadasediversifica. Si bienexistengruposdefamiliasdedicadasalaventadedrogas(clanCorvalán),ybandastransnacionales de paraguayos, peruanos y colombianos que controlan el negocio de la marihuana, lacocaína yel paco en las villas9 1-11-14 y en la 31, lo cierto es que CABA se caracteriza por una multiplicidad de delitos y formas criminales que no se agota en el crimen organizado. En este sentido, los robos, hurtos y homicidios están entre los principales delitos, junto con el comercio o tenencia para comercializar, almacenar y transportar estupefacientes, cuyas causas iniciadas en el periodo 2011/2016 representaron el 41 por ciento según datos de Procunar.
Como se mencionó, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires conviven diferentes tipos de bandas y grupos criminales pequeños10, que se concentrangeneralmenteenvillas,desdedondemanejanelnegociodelaventade drogas. De acuerdo con fuentes consultadas, las mismas funcionan como verdaderos feudos en donde reina la violencia y los constantes enfrentamientosentre bandasrivalesporeldominiodel territorio.
La trama del crimen organizado en Argentina ha ido mutando en los últimos años como consecuencia de una multiplicidad de factores, entre los cuales contamos: la porosidad de sus fronteras tanto terrestres como fluviales, la transformación del país de ruta de tránsito a territorio de tránsito y consumo, la consecuente penetración de miembros de carteles colombianos y mexicanos al territorio nacional, la corrupción de funcionarios públicos y la creciente demanda de drogas para consumo interno. De acuerdo con fuentes periodísticas y académicas,este últimofactor haresultadoclave para el desarrollo de clanes familiares autóctonos que vieron en la alta demanda de drogas, la fuente de su economía.
Considerado un fenómeno poco conocido, pero ampliamente establecidoenArgentinayenlaregión,losclanesfamiliaressonunatendenciaque puedetransformarlamaneraenquesecomerciadentrodelosmercadosde ilícitos latinoamericanos y la forma en la que se relacionan las estructuras criminales, cuyo conocimiento es necesario para entender más a fondo la trama del crimen organizado en el país.
IV. Los costos del crimen y la cooperación entre los países de la latinoamericana
El crimen genera costos muchas veces intangibles, pero que presionan fuertemente a las economías de la región generando distorsiones. En ese sentido,esnecesariotenerlosencuentadeformatalqueseanalicecorrectamentelainversiónllevadaadelantetantoenpolíticasdecombatealacriminalidad,como encostosdirectose indirectosresultantesde la existenciadel crimen, ya que muchas veces se desestima el desvío de fondos generado
Como destacan Jaitman y Torre (2017) en América Latina, se gasta el equivalente al 3,5 por ciento del producto bruto interno (PBI) de la región en políticasde combate ycontención delcrimen. Este costo estácompuesto por tres grandes categorías: 1) costos sociales del crimen, que refieren a la pérdida de calidad de vida debido al impacto de los delitos violentos y a los ingresosque nose generana partirdelencarcelamientode unaproporción de la población económicamente activa; 2) costos incurridos por el sector privado, que considera los gastos de las empresas y los hogares en prevención de delito; y 3) costos incurridos por el gobierno, que contemplan el gastopúblicodirigidoalsistemajudicial,alaprestacióndeserviciospoliciales y a la administración de prisiones.
Según datos del año 2014, en América Latina se gasta poco más de 0,6 por ciento del PBI en costos sociales, mientras que se destina el 1,4 por ciento a costos privados y el 1,5 por ciento corresponde a gastos gubernamentales (Jaitman y Torre, 2017, pp. 24, 26 y 28). Vale decir que, aunque Argentinase ubicalevementepordebajo delgastodeAmerica Latina,utiliza cerca del 3 por ciento de su PBI para afrontar los costos del crimen. Este porcentaje, es similar al que se invierte anualmente en infraestructura. Es decir,quesuutilizacióntieneunimpactomuyimportanteparalaeconomía del país.
Cabe destacarque,comosehamencionadoalprincipiodeltrabajo,las característicasdelcrimenorganizadoenlaactualidadhacenimposiblepensar que un país sólo pueda combatir de forma eficiente su accionar. La transnacionalidad delfenómeno hace que seanecesario cooperarcon otros estados, no sólo con los vecinos, sino también con aquellos que inician y/o continúan la cadena que permite el desarrollo de las manifestaciones del crimen organizado. En este sentido, las redes criminales que se conforman con el objetivo de generar mayores ganancias a partir de las actividades realizadashacenqueseaindispensablequelosestadostrabajenenred.Delo contrario, cuando se sientan acorralados en un espacio territorial irán a buscar refugio en aquel que los persiga o controle menos. Es el llamado “efecto cucaracha”, tal como lo denomina Bagley (2012). Cuando se empuja desde una zona, brota un nuevo efecto en alguna de las zonas aledañas, ya sea en el cultivo, procesamiento o tráfico de drogas. En cambio, si existe una iniciativa regional de combate al crimen organizado, los costos de subsistencia de las organizaciones suben considerablemente y la relocalización no es una alternativa viable. De hecho, es más riesgoso intentar mover la estructura criminal hacia otro Estado, que tomar más recaudos a la hora de realizarlastransaccionesilícitas.Porotraparte,silospaísescooperananivel regionale incluso interregional,pero ademásse enfocanen eldinero generado por las actividades ilegales persiguiendo la pista del dinero e incluso congelandooconfiscandocuentas,larazóndeserdelaorganizacióncriminaldejadeexistir.
Desde ya, las redes de corrupción son las que facilitan y posibilitan el accionar de las organizaciones criminales. Tal como sostiene Alda (2015), estas organizaciones establecen relaciones clientelares con funcionarios del Estado,corrompiéndolos demaneratal que su existenciaquede asegurada. Esporesoqueesnecesariocombatirlacorrupción,almismotiempoquese combate el crimen organizado. Ese combate, puede ser a través de la ruta deldinero,evitando quelossobornossepuedan cobrarobien quelasorganizacionesilícitastenganacceso aldineroque hanconseguido“blanquear”. Tantoenesasiniciativas,comoen lapersecuciónalasorganizacionescriminales, es necesario que los países cooperen y compartan información. En ese sentido, América Latina ha dado pasos tendientes a mejorar la relación los estados que conforman la región.
Durante julio del 2017, Argentina y Bolivia firmaron un convenio para luchar contra el crimen organizado. La idea central del acuerdo es reforzar los controles en zonas fronterizas con el fin de impedir el desarrollo de las actividades criminales “regulares”. En la misma dirección, durante el mes de septiembre, Argentina firmó un acuerdo con México a fin de reforzar la cooperación(yasehabíafirmadounacuerdoduranteladécadade1990)en tornoalintercambiodeinformaciónyexperienciasenelámbitodelainvestigación policial, la profesionalización de las fuerzas y la participación en actividades operacionales y de investigación, según informó el Ministerio de Seguridad de la Nación Argentina. En agosto de ese mismo año tuvo lugarlaCumbredeProcuradoresyFiscalesdeAméricaLatina,queconvocó a 12 países de la región y sumó a Canadá y a España gracias a los medios tecnológicos disponibles. El objetivo de la reunión fue impulsar y mejorar las estrategias de combate al crimen organizado, sin perder de vista el rol que la violencia y la corrupción tienen en el despliegue de las organizaciones criminales.
Enparalelo,durantefebrerode2018,Argentinahacomenzadoanegociar con Estados Unidos una mayor presencia de la Agencia Antidrogas (DEA, siglas en ingles), con el fin de reforzar la lucha contra el narcotráfico ymáscolaboraciónconlaOficinaFederalde Investigaciones(FBI,siglasen ingles).Valedecirquedelosacuerdosformaronpartenosólolaministrade Seguridad, Patricia Bullrich, sino también el Ministro de Defensa, Oscar Aguad, en lo que muchos consideran una señal clara sobre la intención de incorporar a las Fuerzas Armadas en el combate al crimen organizado.
En abril de 2018, se lanzó el Europa-Latinoamérica Programa de Asistenciacontra elCrimen Transnacional(EL Paccto), una iniciativade cooperación entre la Unión Europea (UE) y 18 países latinoamericanos. Ese programa,financiado por la UE (con 19 millones de Euros para los primeros5 años) busca promover la seguridad ciudadana y reforzar el estado de derecho en Latinoamérica, al tiempo que fortalece la cooperación policial y la cooperación entre sistemas de justicia y sistemas penitenciarios. Además del intercambio de información sensible, el Paccto prevé la capacitación de fuerzas de seguridad y organismos de inteligencia de todos los países intervinientes.DeacuerdoconXavierCousquer(codirectorgeneraldelprograma por parte de la UE) “la cooperación judicial, de inteligencia y de finanzas(nos) servirápara atacaralasredesdelcrimenorganizado que hoy realizan movimientos financieros en todo el mundo” (Dinatale, 2018). Vale destacar que es la primera vez que se trabaja holísticamente en el fortalecimientodelacooperacionpolicial,judicialydesistemaspenitenciarios.Además,se lohaceentornoa5ejes:elcibercrimen,lacorrupción,losderechos humanos, las políticas de género y el lavado de dinero.
Finalmente,ellogromásimportantesealcanzóafinesdejuliode2018, cuando los ministros de seguridad pública de Brasil, Raul Jungmann, y de seguridaddeArgentina,PatriciaBullrich,firmaronunacuerdoparafortalecerlacooperaciónymejorarelintercambiodeinformaciónsobrecriminalidad organizada transnacional -que prevé mayor celeridad, seguridad y precisión en el otorgamiento de datos, incluyendo antecedentes penales e impresiones digitales, entre otros-, además de la participación binacional en investigaciones y operaciones conjuntas. De acuerdo con el mandatario brasilero, la integración de información generada a partir del acuerdo es básica para que se pueda combatir al crimen organizado en el espacio común. Por su parte, Bullrich sostuvo que, así como el delito transnacional va cambiando sus formas de actuar, los países deben modificar la forma en la que cooperan buscando que la comunicación sea inmediata, sin escollos burocráticos.
V. Reflexiones finales
La constante transformación de las organizaciones criminales es una muestra de su capacidad de adaptación como estrategia de supervivencia. En consonancia con esa transformación, las estructuras criminales en América Latina han mutado significativamente en los últimos años, flexibilizándose y adoptando formatos más laxos, que han permitido la cooperaciónentredistintasorganizacionesconelfindemaximizarsusganancias. Asimismo, las organizaciones se han vuelto más pequeñas, con estructuras horizontales. Como resultado, han desaparecido los carteles que solían caracterizar al narcotráfico en Latinoamérica. En su lugar, han surgido redes criminales capaces de hacer el mismo trabajo que antes llevaba adelante su cartel. Una de las principales ventajas de esta transformación está relacionada con el conocimiento del terreno de las organizaciones y con la capacidad de penetrar a las estructuras gubernamentales valiéndose de la corrupción y de la coerción, basada en la información proveniente de los facilitadores. Es decir, que la transformación de sus estructuras les ha permitido a los criminales reducir los riesgos con los que operan en los territoriosenlosquedesempeñan.Unincentivoprimordialparaseguiroperando en esos mercados ilegales.
A pesar de no escapar a la tendencia global, especialmente en lo que refierealaexportacióndebienesilícitosenmanosdegrandesorganizaciones, Argentina reconoce un modelo interno de estructuras criminales sustancialmente distinto al de la mayor parte de los países de la región (con excepcióndeBoliviayPerú,probablemente),basadoenelmanejodepequeñasporcionesterritorialesenmanosdeclanesfamiliares.Esadistribucióndel controldelosmercadosilegaleshaimpedidoquesedisparenlosindicadores deviolenciacomosíhaocurridoenotrospaísesdelaregión.Brasil,sinirmás lejos, ha visto cómo el enfrentamiento de las organizaciones criminales que dominan su territorio resultó en un marcado incremento de los niveles de violencia. Si se toman como referencia los homicidios dolosos, en la actualidad,Brasildetenta30cada100milhabitantesconzonasdehasta70/100mil (IPEA,2018).Argentina,encambio,segúndatosdelMinisteriodeSeguridad delaNación,sesiguemanteniendocercadelamediamundial,en6,6homicidios cada 100 mil habitantes (Segundo Enfoque, 2017).
Sinembargo,existenenfrentamientosdirectosentrealgunosdelosclanes más conocidos, como los que han tenido lugar en los últimos años en la ciudad de Rosario que han dado como resultado la decadencia de los “Monos” y el ascenso de sus rivales. A pesar de ello, la violencia parece estar contenidaalrededordelasorganizacionescriminalesysusteatrosdeoperaciones.
Vale decirque elstatus de Argentina hacambiado.Porun lado,hadejado de ser un país de tránsito para ser uno de los mayores consumidores de cocaína del mundo. Pero, además, de acuerdo con el último informe de Naciones Unidas (2018) ha comenzado a ser señalado como uno de los países que envía las drogas que son incautadas en puertos africanos, europeos o incluso asiáticos. Esta modificación en los patrones de conducta de lasorganizacionescriminalesrespondesindudaadosvariables:primero,el incremento de la producción de cocaína que ha subido incansablemente desde el año 2013, especialmente en Colombia y que debe ser colocada en nuevos mercados y, en segundo lugar, a la modificación en los patrones de consumodelpaísquesehaconvertidoenunodelosquemásaltaprevalencia. En este contexto, no es difícil pensar que -teniendo en cuenta las condicionesgeográficasylasfronterascompartidascon Bolivia-Argentinade ha convertido en un incipiente productor de cocaína, de acuerdo con fuentes policiales.
En este sentido, es necesario destacar la importancia de la cooperación en el combate a la criminalidad. Tal como postulamos en el apartado anterior, si no existen iniciativas conjuntas, las organizaciones criminales mueven sus estructuras a aquellos lugares donde el riesgo sea menor. En cambio, si los estados cooperan y acorralan a las organizaciones criminales, los costos de mantener los negocios ilícitos son cada vez más altos y la tarea se vuelve cada vez más difícil. De allí la importancia de generar iniciativas de cooperación,nosólocon losvecinossino tambiénconaquellosquedemandan los bienes producidos por los mercados ilegales, no sólo la droga. En este sentido, El Paccto, merece un voto de confianza en la profundización delintercambiodeinformaciónentreEuropayAméricaLatina-entreproductores y consumidores- así como también en las iniciativas de capacitación que contempla.
Sinduda,lainiciativadecooperaciónfirmadaentreArgentinayBrasiles un gran paso de cara al combate conjunto al crimen organizado, porque da cuenta del reconocimiento por parte de los gobiernos de la región de que la seguridadpúblicayanodependedecadaEstado,sinoqueestádirectamente relacionada con lo que ocurre en otros países de la región. En resumen, la seguridad yanopuede ser pensada como “seguridad interna” sino que debe ser entendida más allá de las fronteras de los estados, a partir de los espacios comunes de losque lasorganizaciones criminalesmuchasvecessacan partido.
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Notas