Temático
Religiones y creencias en Argentina (2008-2019). Resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Creencias y actitudes religiosas en Argentina*
Religions and beliefs in Argentina (2008-2019). Results of the Second National Survey of Religious Beliefs and Attitudes in Argentina
Religiones y creencias en Argentina (2008-2019). Resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Creencias y actitudes religiosas en Argentina*
Sociedad y Religión: Sociología, Antropología e Historia de la Religión en el Cono Sur, vol. 30, núm. 55, Esp., 2020
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Resumen:
El artículo se propone construir un mapa de la religiosidad en la sociedad argentina contemporánea, basado en los datos de la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes religiosas. Se describen las creencias, adscripciones y prácticas religiosas en el nivel nacional, así como las actitudes frente a un abanico de temáticas presentes en la agenda pública (aborto, educación sexual, educación religiosa en las escuelas públicas, políticas migratorias y de asistencia social). El conjunto de variables es analizado según el sexo, la edad, el nivel de instrucción y la región de residencia, habida cuenta de las variadas formas de vivenciar la religión y la increencia religiosa a lo largo y a lo ancho del país. Asimismo, se avanza en un abordaje comparativo respecto a la Primera Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes religiosas realizada de 2008, a los fines de identificar cambios y continuidades en las dinámicas religiosas. En ese sentido, se registra un decrecimiento del catolicismo, un incremento en las adhesiones evangélicas y del segmento que se reconoce sin filiación religiosa. Al mismo tiempo, se advierte la consolidación del proceso de individuación religiosa: las y los creyentes se relacionan con Dios por su propia cuenta, en su mayoría no frecuentan los espacios y las celebraciones religiosas institucionalizadas, sin que ello suponga ausencia de prácticas religiosas y espirituales, en tanto éstas tienden a concentrarse en el ámbito de la intimidad.
Palabras clave: creencias, prácticas, Argentina, católicos, evangélicos, sin filiación religiosa.
Abstract:
The article aims to build a map of religiosity in contemporary Argentine society, based on data from the Second National Survey on Religious Beliefs and Attitudes. Religious beliefs, belongings and practices are described, as well as attitudes towards a range of issues on the public agenda (abortion, sex education, religious education in public schools, immigration and social assistance policies). The set of variables is analyzed according to sex, age, level of education and region of residence, taking into account the various ways of experiencing religion and religious unbelief throughout the country. Likewise, a comparative approach is undertaken with respect to the First National Survey on Religious Beliefs and Attitudes carried out in 2008, in order to identify changes and continuities in religious dynamics. There is a decrease in Catholicism, an increase in evangelical adherence and the Unaffiliated. At the same time, the process of religious individuation is consolidated: believers relate to God on their own and most of them do not frequent institutionalized religious spaces and celebrations. Nevertheless, this does not imply the absence of religious and spiritual practices, while these tend to focus on the privacy area.
Keywords: Beliefs, Religion, Argentina, Catholics, Evangelicals, Unaffiliated.
Las reconfiguraciones en la estructura social argentina se ven acompañadas por transformaciones en las creencias y prácticas religiosas (Mallimaci, 2013). Las formas de relacionarse con el mundo de lo sagrado, el papel que juegan las instituciones religiosas, los grupos y las personas en ese proceso, el abanico de creencias y de prácticas religiosas muestran signos de permanente variabilidad. A los fines de construir un mapa de la religiosidad en la Argentina contemporánea, nos interrogamos acerca de la magnitud de las transformaciones en las identidades, pertenencias, creencias y prácticas religiosas; de su distribución socio-espacial, por nivel educativo, sexo y franja etaria; de las relaciones que se establecen entre esas creencias y las actitudes frente a asuntos de relevancia pública.
En 2019, el programa Sociedad, cultura y religión (CEIL-CONICET) realizó la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes religiosas en Argentina. La investigación se basó en una encuesta probabilística. El universo de estudio estuvo conformado por la población de la República Argentina de 18 años o más, residente en localidades o aglomerados urbanos con al menos 5.000 habitantes. Se seleccionaron 2.421 casos mediante una muestra polietápica. La primera etapa, con 89 localidades/aglomerados como unidades primarias de muestreo, combinó estratificación (atendiendo a la región y el tamaño de las localidades) y selección de aglomerados urbanos intra-estrato mediante azar sistemático con probabilidades proporcionales al tamaño (PPT). En la segunda etapa, la selección de las unidades de muestreo (radios muestrales) dentro de las localidades seleccionadas se realizó mediante azar sistemático (ordenamiento a partir de indicadores de nivel socioeconómico) con PPT (atendiendo a la cantidad de población) y asignación igual por radio censal. Una vez elegidas las áreas de trabajo, se realizó el relevamiento y selección sistemática de las viviendas particulares (tercera etapa). Para la selección de las unidades últimas de muestreo (cuarta etapa) se recurrió a cuotas de sexo y edad según parámetros poblacionales. Se trabajó con un margen de error del +/- 2% para un nivel de confiabilidad del 95%. Al tratarse de una encuesta probabilística polietápica que combinó estratificación por región y tamaño de ciudad y selección mediante azar sistemático (con PPT), los datos son extrapolables a la población general atendiendo al margen de error.
El diseño del cuestionario estuvo estructurado en tres grandes dimensiones: creencias e identidades religiosas; prácticas religiosas; actitudes religiosas y opiniones ciudadanas. La magnitud de los casos encuestados y la cobertura geográfica de la investigación habilitan a emprender un análisis del total del país, y también por región, por tamaño de ciudad, por género, por edad y por estrato social. La secuencialidad con el relevamiento de idénticas características en 2008 (Mallimaci, 2013; Mallimaci, Esquivel, Giménez Béliveau, 2016) permite no solo profundizar sobre la morfología social y espacial del fenómeno religioso en la actualidad, sino también establecer comparaciones con los datos obtenidos una década atrás.
La población de Argentina y su adscripción religiosa
La adscripción religiosa de la población residente en Argentina revela que el catolicismo conserva una mayoría atenuada en el marco de un campo religioso cada vez más pluralizado: el 62,9% de los habitantes se definen católicos/as. El 18,9% se considera sin filiación religiosa y el 15,3% se define como evangélico/a. Los Testigos de Jehová junto con los mormones1 representan al 1,4% y el resto de las religiones conforman un 1,2% de la población.

La pertenencia a uno u otro culto no es homogénea a lo largo y ancho del país, así como tampoco lo es entre los distintos niveles educativos ni en las franjas de edades. En términos comparativos, el género se presenta como una de las variables con menor incidencia en la variabilidad de la adscripción religiosa. No obstante, las mujeres afirman identificarse con alguna religión en mayor medida que los varones. Como contrapartida, estos últimos se destacan más entre los sin filiación religiosa.

El análisis por rango de edades evidencia una situación contrastante. El catolicismo decrece entre los más jóvenes mientras que supera el 80% en la población de mayor edad. Inversa es la situación de los evangélicos y los sin filiación religiosa: no superan el dígito entre los más adultos y se robustecen a medida que la población es más joven. Cabe señalar que uno de cada cuatro argentinos entre 18 y 29 años no se identifica con ninguna religión.

El catolicismo recibe una adhesión homogénea entre los distintos niveles educativos. En este tópico, la discordancia se plantea entre los y las evangélicos/as, que aumentan su volumen entre quienes tienen menor nivel de instrucción (alcanza el 26,2% entre los sin estudios) y los sin filiación religiosa que crecen a medida que el nivel de instrucción es más alto (27,2% entre los universitarios).

La región de residencia es la variable que más fluctúa según la adscripción religiosa de la población. El Noroeste argentino (NOA) aparece como la región más católica, seguida por Cuyo y el Noreste (NEA). Los evangélicos se destacan en la Patagonia y también en el Noreste. A su vez, los sin filiación religiosa sobresalen en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y en la Patagonia. Puntualmente, en el sur del país casi uno de cada dos residentes no se declara católico.

Si emprendemos un análisis comparativo, en una década el catolicismo retrocedió 13,6 puntos porcentuales, lo que se tradujo en el crecimiento de los sin filiación religiosa y los evangélicos, indicador del continuo proceso de pluralización del campo religioso. Si en 2008 tres de cada cuatro habitantes en Argentina expresaban su adhesión al catolicismo, en 2019 ese segmento de la sociedad se redujo a menos de dos tercios. Los sin filiación religiosa crecieron en un 67,3% en el mismo período (del 11,3% al 18,9%), mientras que el engrosamiento de los evangélicos correspondió al 70% en una década (del 9% al 15,3%).
Ese cuadro general no resulta uniforme a lo largo de las regiones del país. Mientras el decrecimiento del catolicismo en el Noroeste y en el Noreste se corresponde con un marcado ascenso de los evangélicos (entre 2008 y 2019 pasaron del 3,7% al 16,9% en el NOA y 10,8% al 23,1%, en el NEA); en la región Centro, Cuyo, Patagonia y en el Área Metropolitana de Buenos Aires, son los y las personas sin filiación religiosa quienes principalmente se ven vigorizados/as en contraposición con la caída en las adhesiones al catolicismo. Puntualmente en Patagonia y en el AMBA uno de cada cuatro residentes no se identifica con ninguna religión.
En otras palabras, las transformaciones en las identidades religiosas son denominadores comunes a lo largo y a lo ancho del país. Pero se configuran de modo disímil en su intensidad y direccionalidad según cada región. En el NOA y NEA, la población adscripta a una religión permanece en niveles muy altos, dado que los sin filiación religiosa alcanzan el 5% y el 7% respectivamente. En esas zonas del país, las mutaciones se producen especialmente entre espacios religiosos cristianos. Es allí donde los evangélicos experimentaron su mayor crecimiento en la década: 356,8% en el NOA y 113,9% en el NEA. En cambio en Patagonia, AMBA y, con menos intensidad en la región Centro, el proceso de cambio religioso y de creencias incluye significativamente la opción por la no filiación.


¿En qué creen y cómo practican su religión los habitantes de Argentina?
Los habitantes de Argentina muestran un variado rango de creencias en distintas figuras religiosas. Encabezan el ranking Jesucristo y Dios (con algo más del 80%) y la energía (con el 76%), mostrando las raíces judeocristianas de la escena religiosa en Argentina, y a la vez la pluralización de las creencias. Es interesante notar que entre los tres grandes grupos en que se distribuyen mayoritariamente las adscripciones, el orden de las creencias varía: mientras que los y las católicos/as creen en primer lugar en Jesucristo, Dios y la Virgen, los y las evangélicos/as privilegian a Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo, y los y las sin filiación religiosa creen en primer lugar en la Energía, la Suerte y los OVNIs. Católicos y evangélicos forman parte del mundo cristiano que tiende a mantener las creencias de sus tradiciones religiosas aunque los significados de esas creencias se van transformando; mientras que las personas sin adscripción religiosa destacan en primer lugar creencias variadas relacionadas con tradiciones diversas.
Si comparamos con los datos de 2008, notaremos que la mayoría de las creencias ha tendido a bajar: la creencia en Jesucristo, Dios y el Espíritu Santo descendieron alrededor de 10 puntos porcentuales; y alineada con la baja de la adscripción al catolicismo, la creencia en la Virgen cayó 16 puntos. En este panorama se mantuvo constante la creencia en el diablo, y aumentó la creencia en la energía y en la astrología.

Creen en Dios 8 de cada 10 argentinos. Entre los creyentes en Dios, la relación con lo sagrado está marcada por la autonomía: 6 de cada 10 personas se relacionan con Dios por su propia cuenta. Esta proporción aumenta entre quienes no tienen filiación religiosa (69,6%) y entre los católicos (65,4%) y disminuye entre los evangélicos (35,6%). Los y las evangélicos/as privilegian la relación con Dios a través de la iglesia o templo: el 55,3% de ellas y ellos lo elige. Como era de esperar, las personas sin filiación religiosa se destacan por no relacionarse con Dios en proporciones más altas que católicos y evangélicos.

La asistencia al culto fue considerada en la tradición disciplinar en distintos países (Chenu, 2011) como una variable central para pensar la religiosidad de las personas, y se la asoció históricamente con la secularización de la sociedad y con la mayor o menor influencia de las instituciones religiosas en la población (Ruiter & Van Tubergen, 2009). Fuertemente relacionada con la “práctica religiosa” en sí desde una mirada centrada en las instituciones, funcionó también como la variable central para dividir a los fieles de una determinada tradición religiosa en practicantes y no practicantes. En Argentina los registros cuantitativos no nos permiten trazar líneas históricas en el siglo XX, pero podemos afirmar que en 2019 casi 3 de cada 10 personas no asiste nunca al culto, poco más de 4 de cada 10 asiste sólo en ocasiones especiales y la asistencia frecuente (más de una vez por semana, una vez por semana y una o dos veces al mes) alcanza el 27%.
Más allá de los números generales, se observan diferencias significativas entre católicos/as, evangélicos/as y personas sin filiación religiosa. Mientras que la asistencia frecuente al culto de los católicos/as llega al 25,5%, entre los evangélicos/as escala al 62,2%, y entre los sin filiación religiosa cae al 1%. Algo más de la mitad de los evangélicos (53,1%) asiste a las celebraciones de su culto al menos una vez por semana, y la mitad de los católicos y católicas (53,9%) asiste a su culto sólo en ocasiones especiales, mientras que 7 de cada 10 personas sin filiación religiosa no asisten nunca y 3 lo hacen sólo en ocasiones especiales. Destacamos que el 28% de las personas sin filiación religiosa mantienen algún lazo con las instituciones religiosas, asistiendo a las celebraciones del culto de manera ocasional.

Si observamos el arco que va de 2008 a 2019, notaremos que la asistencia frecuente al culto desciende del 35,2% al 27%, a la vez que aumenta la proporción de quienes asisten ocasionalmente (37,7% en 2008 vs. 43,3% en 2019) y sube ligeramente el porcentaje de quienes no concurren nunca (26,8% en 2008, 29,6% en 2019). Estas cifras muestran un descenso de la asistencia frecuente al culto en el total de la población, y la permanencia de una minoría que concurre más de una vez por mes a las celebraciones religiosas.

La asistencia al culto, si bien no es la única práctica religiosa, ni siquiera la más frecuente en comparación con otras prácticas sociales regulares, no debe ser desdeñada. Indagados sobre sus actividades religiosas, los habitantes de la Argentina priorizan aquellas que se realizan en la intimidad: las tres primeras acciones religiosas más frecuentes son rezar u orar (77,2%), leer la Biblia u otro libro religioso (41,2%) y hablar con los seres queridos difuntos (40,7%). Podemos contar también en este sentido un grupo de personas (con gran incidencia de los y las evangélicas/os por sobre los y las católicas/os) que escuchan música religiosa (26,2%), leen libros, diarios o revistas religiosas (23,9%), y miran programas religiosos en TV, internet o radio (28,3%). Las celebraciones colectivas alcanzan a un tercio de la población: el 27,7% declaró concurrir a peregrinaciones, fiestas o encuentros espirituales. Otras prácticas relacionadas con un mayor compromiso hacia las organizaciones religiosas implican a una proporción menor de fieles: el 26,2% se confiesan y comulgan, el 14,4 % predican o misionan, y el 1,3% consulta a exorcistas. Los habitantes de Argentina también realizan prácticas que testimonian de tradiciones múltiples y diversas: el 21,6% se cura el mal de ojo, empacho o culebrilla, el 11,4% hace yoga o meditación trascendental, y el 3% consume sustancias con fines espirituales.

La elección de un papa no europeo por primera vez en la historia en 2013 fue un hecho mayor en la escena católica global. Sin embargo, no parece haber afectado mayormente la religiosidad de los habitantes de Argentina, de hecho, el 82,4% de las personas declaran que su religiosidad se mantuvo igual desde el papado de Francisco. Luego minorías divididas en partes casi iguales afirman que su religiosidad aumentó (7,9%) o disminuyó (7,3%).

Por otro lado la valoración del papa Francisco muestra una alineación diferenciada en la mayoría de la población. Mientras al 40,6 % de la población el accionar del Papa le resulta indiferente, una mayoría de casi el 55% se divide en partes iguales entre quienes lo consideran un líder mundial que denuncia las situaciones de injusticia del planeta (27,4%) y los que piensan que está demasiado metido en política en lugar de ocuparse de la parte espiritual (27%). Vemos entonces como en Argentina, el papa Francisco es también el cardenal Jorge Bergoglio.

Las religiones y las opiniones sobre los temas relacionados con la autonomía del cuerpo y el consumo de drogas
Indagados sobre su opinión sobre el aborto, la mayoría (51,8%) se alinea con la legislación vigente hasta fines de 2020 -considera que éste debe estar permitido sólo en algunas circunstancias, como por ejemplo en casos de violación o peligro para la vida o la salud de la mujer, o malformación del feto-, el 27,3% afirma que el aborto es un derecho de las mujeres, y el 18,4% considera que debe estar prohibido siempre. Estas opiniones varían significativamente según las tradiciones religiosas: mientras que entre los católicos y entre los evangélicos la opción más elegida es que el aborto debe estar permitido sólo en algunas circunstancias (57,7%), y los evangélicos son quienes optan en mayor proporción por que el aborto debe estar prohibido siempre (41,9%, contra 17,2% de los católicos y 3,1% de las personas sin filiación religiosa), las personas sin filiación religiosa consideran mayoritariamente que una mujer debe tener derecho al aborto siempre que así lo decida (58,4%).

La sociedad argentina ha ido transformando su opinión sobre el aborto entre 2008 y 2019, producto de la visibilización de los debates y la lucha del movimiento de las mujeres y disidencias. La opinión de que una mujer debe tener derecho al aborto siempre que así lo decida aumentó hasta casi el doble en 11 años (representaba el 14,1% en 2008 y llegó al 27,3% en 2019). La opinión de que el aborto debería estar prohibido siempre aumentó ligeramente, pasando del 16,9% en 2008 al 18,7% en 2019. La opción por la situación legal vigente hasta 2020 (el aborto debe estar permitido sólo en algunas circunstancias, como por ejemplo, en casos de violación o en que esté en peligro la vida o la salud de la mujer o malformación del feto) sigue siendo mayoritaria, y ha disminuido del 63,9% al 51,8%, lo que indica que la posición del aborto como derecho creció a costa de la opción moderada.

Indagados acerca de sus opiniones sobre el final de la vida, la mitad de los habitantes de la Argentina consideran que frente a una enfermedad terminal elegirían que se hiciera la voluntad de Dios. El resto se divide entre quienes pedirían a los médicos que hicieran todo lo posible por prolongar la propia vida (22,6%) y los que pedirían a los médicos que pusieran fin a la vida (18,8%). Estas opiniones varían considerablemente según la adscripción religiosa: mientras que entre los y las católicas/as es similar a la de la población general, entre los y las evangélicas/os aumenta la opinión de dejar que se haga la voluntad de Dios (79,8%) y entre las personas sin filiación religiosa aumentan las opiniones alineadas con la intervención de la medicina, ya sea porque pedirían a los médicos que pongan fin a la vida (35,6%), o porque pedirían a los médicos que hagan todo lo posible por prolongarla (33,4%).

En relación con las opiniones sobre la legalización de las drogas, más de la mitad de la población sostiene que la marihuana debería estar legalizada para consumo medicinal (51,9%), confirmando la centralidad de los motivos terapéuticos en relación con la despenalización del consumo de sustancias hoy prohibidas. Si consideramos las opciones de que el consumo de marihuana debería estar legalizado en todos los casos, que congrega al 13,9% de la población, y la opción más aperturista, que enuncia que todas las drogas deberían estar permitidas (7,6%), notamos que las posiciones regulacionistas en relación con el consumo de drogas superan significativamente al 23,9% de la población que opina que las drogas deberían estar prohibidas siempre.
Estas posiciones varían según la adscripción religiosa. Mientras que entre los católicos las proporciones se mantienen cerca del total general (con un ligero aumento de la opción del uso de la marihuana para uso medicinal), entre los evangélicos se refuerza la opinión que las drogas deberían estar prohibidas siempre (38,5% vs. el 23,9% del total general), y entre las personas sin filiación religiosa aumentan las opciones más permisivas, relacionadas con la legalización total de la marihuana (32,2% vs. el 13,9% del total general) y la legalización de todas las drogas (16,4% vs. el 7,6% del total general).

Opiniones sobre la familia, la escuela, el Estado y la sociedad en relación con la adscripción religiosa
Nos interesaba rastrear las opiniones de la población sobre la familia y la sociedad, para lo cual se propusieron una serie de afirmaciones frente a las cuales las personas tenían que definir su acuerdo o su desacuerdo. El análisis de las respuestas nos muestra un altísimo grado de acuerdo con la idea de que la universidad debe seguir siendo gratuita para todos (94,3%).
Indagamos sobre una serie de temáticas relacionadas con la sociedad: la situación de los migrantes, el seguro de desempleo, los planes sociales y la pena de muerte. 7 de cada 10 habitantes de Argentina piensan que debería ser más estricto el control de ingreso a los migrantes, 6 de cada 10 consideran que los planes sociales fomentan la vagancia, y la mitad opina que debería aplicarse la pena de muerte para delitos graves. A su vez, el 54,1% opina que el Estado debe otorgarle un ingreso a quienes no tienen trabajo.
Frente a una serie de preguntas relacionadas con la familia y las relaciones entre varones y mujeres, la población argentina manifestó posiciones tendientes a la apertura: 6 de cada 10 habitantes de Argentina consideran que una pareja de gays o lesbianas deberían poder adoptar niñes, el 35,9 % piensa que el único matrimonio válido es entre el hombre y la mujer, el 24% opina que la mujer debe permanecer en el hogar para el cuidado de los niños, y menos de 1 de cada 10 habitantes piensa que el hombre es superior a la mujer y por ello debe ser el jefe de familia.
Si observamos las diferencias por adscripción religiosa, notaremos que los y las católicos/as suelen ser más conservadores frente a temas de organización social, comparados con las personas sin filiación religiosa: el porcentaje de católicos que considera que los planes sociales fomentan la vagancia, que debería implementarse la pena de muerte para delitos graves y que habría que implementar controles más estrictos supera al de las personas sin filiación religiosa. Los y las evangélicos/as suelen ser más conservadores en temas relacionados con la familia, y más ampliamente partidarios de su organización heteropatriarcal que las personas sin filiación religiosa: la proporción de evangélicos contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de adopción de hijos de parejas gays o lesbianas aumenta, sobre todo en relación con las personas sin filiación religiosa, y también muestran mayor grado de acuerdo con que la mujer debe permanecer al cuidado del hogar y con la idea que el hombre es superior a la mujer y por eso debe ser el jefe de familia.

La sociedad argentina opina mayoritariamente que el Estado no debería financiar las confesiones religiosas; seis de cada diez habitantes de la Argentina eligieron esta opción. El 27,5% considera que el Estado debería financiar a todas las confesiones religiosas, y un muy minoritario 6,4%, compuesto casi exclusivamente de católicos, considera que el Estado tendría que financiar sólo a la Iglesia católica. Entre las personas sin filiación religiosa aumenta la proporción de quienes consideran que el Estado no debería financiar ninguna religión (89,3%). Si observamos el mundo de los y las evangélicos/as, notamos que la mitad considera que el Estado no debería financiar ninguna confesión religiosa, y que presentan la proporción más alta (en relación con católicos/as y personas sin filiación religiosa) que opina que el Estado debería financiar a todas las confesiones (43,1% vs. 27,5% general).

Comparando la opinión de la sociedad argentina en 2008 y en 2019 respecto del financiamiento estatal de las religiones, se observa que ésta ha sufrido una baja notable en la consideración de los habitantes de Argentina. En 2008 el 34,4% opinaba que el Estado debe financiar sólo a la Iglesia católica y el 51,4% acordaba con que el Estado debe financiar todas las confesiones religiosas: esos guarismos caen al 6,4% y 27,5% respectivamente en 2019. En 11 años ha crecido claramente la opinión de que la financiación estatal de las religiones no debe cumplirse (41,7% en 2008 vs. 59,7% en 2019).

La opinión más frecuente respecto de la enseñanza de religiones en la escuela estatal es que no debería darse (46,2%), seguida de cerca por la opinión que debe haber una materia general sobre religiones (43,6%). Muy minoritaria resulta la opinión de que debería enseñarse sólo la religión católica (7,3%). Esta opinión aumenta entre los y las católicos/as. Entre los y las evangélicos/as la opinión de que debe enseñarse una materia general sobre religiones es mayoritaria (52,4%), mientras que entre las personas sin filiación religiosa aumenta significativamente la opinión que no debería haber enseñanza religiosa en las escuelas (65,9%).

La Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes religiosas midió confianza en las instituciones. La institución en la cual los habitantes de Argentina más confían es la universidad, con 7,8 puntos en una escala de 1 a 10. Los y las católicas/os encabezan esa confianza en relación con evangélicos/as y sin religión. Las instituciones y líderes religiosos suman entre 4 y 5 puntos: la Iglesia católica obtiene 5,4, el papa Francisco 5,3 y las iglesias evangélicas 4,2. Las instituciones de seguridad siguen con 5,4, las Fuerzas armadas y 4,8 la policía, y los medios de comunicación con 5 puntos. Las instituciones relacionadas con la política obtienen puntajes más bajos, el Congreso 4,4, el Poder Judicial 4 y los partidos políticos 2,9. Los sindicatos obtienen 3,4, y las que menos confianza generan son las organizaciones piqueteras con 2,6 puntos.
Resulta lógico que entre los y las católicos/as aumente la confianza en la Iglesia católica y el papa Francisco, y entre los y las evangélicos/as aumente la confianza en las iglesias evangélicas. Las personas sin filiación religiosa suelen confiar menos en todas las instituciones, excepto en las universidades públicas.

Conclusiones
El análisis general de la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes religiosas en Argentina nos muestra espacios religiosos abiertos y plurales, con diversidad de católicos, evangélicos y sin religión –los tres grandes grupos que trabajamos- en movimiento. Se mueven dentro de una sociedad en recomposición que produce sagrados y profanos, magizaciones y desmagizaciones, lo secular y lo religioso al mismo tiempo. Sociedad en disputa que sigue exigiendo y ampliando derechos más allá de crisis, empobrecimientos y dominaciones. Grupos y personas activas, racionales, emocionales, con sus imaginarios sociales que interactúan y sueñan junto con las instituciones y más allá o a pesar de ellas, por cuenta propia y comunitariamente, tanto en la intimidad como en el espacio público.
Las modernidades capitalistas múltiples (Eisendstadt, 2007) que ordenan el mundo resultan en una modernidad religiosa propia en América Latina y el Caribe. Las sociedades, religiones y gobiernos se articulan a través de vasos comunicantes y vínculos históricos y sociológicos múltiples y complejos, no solo en el presente sino desde hace cincuenta, cien o quinientos años. Ante un sentido común “perezoso” de cierto mundo intelectual y mediático que universaliza, generaliza y conceptualiza en pares binarios y muchas veces coloniales, que desconoce matices, grises y particularidades, en esta investigación se analiza cómo las creencias se van transformando y pluralizando en nuestro país. El punto de partida de la investigación no se pregunta tanto si hay vínculos entre las diferentes arenas, esferas o campos, sino dónde, cuáles, cómo y con quiénes se relacionan los mundos de la política, de la economía, de la cultura, del género, de las religiones, del poder y del Estado ayer y hoy. Así, el objetivo central de estas reflexiones es interpretar cómo, cuáles, entre quienes, desde que grupos, instituciones y sentidos, acciones, autonomías, cuidados del cuerpo y del alma, culturas, visiones, identidades, formas y representaciones se están dando estas transformaciones en y desde las personas que habitan en Argentina.
Analizamos y comparamos creencias y prácticas que son plurales y no se viven de igual manera entre pobres y satisfechos, entre varones y mujeres, entre las personas que viven la individuación y el comunitarismo en el AMBA, el NEA, NOA, Cuyo, la Patagonia o el Centro de la Argentina, entre las que no han finalizado la primaria y las que han terminado la universidad; entre las cuentapropistas y las institucionales donde –lo repetirnos una y otra vez- el continuum y la negociación priman sobre la ruptura total. Las historias, memorias, tiempos y representaciones que producen y reproducen las creencias –en este caso particular las religiosas- no pueden ser ignoradas, ninguneadas ni tomadas a la ligera: deben ser comprendidas e interpretadas. Las creencias producen prácticas y subjetividades y las prácticas y subjetividades producen nuevas creencias. Si lo sabrán las instituciones religiosas (y los partidos políticos, y los estados), que han inventado durante siglos infinidad de dispositivos del creer, de combatir al no creer y de transformar credos, normas y dogmas a fin de no distanciarse de los espíritus de época. No ha existido ni existe un “dogma religioso” inamovible, de la misma manera que la economía, la política, la familia, el género y las relaciones sociales y simbólicas no son inmutables. La historia, la larga historia de las continuidades y las rupturas, de personas, pueblos, estados, sectores dirigentes y dominantes, instituciones y sistemas, sigue siendo un camino para comprender, sin abandonar ni sucumbir ante los intentos dominantes de mostrar un presente continuo donde nos quieren “hacer creer” que no hay pasados, ni porvenires, ni esperanzas.
La recomposición de las creencias no se da solamente en el paso de una adscripción religiosa a otra o en la toma de distancia de cualquier institución e identidad religiosa, sino también dentro de esas tres matrices que –por motivos teórico-metodológicos- analizamos: los catolicismos, los evangelismos y la no filiación religiosa. Las creencias de las personas sin filiación religiosa adquieren una importancia sin precedentes pues estamos hablando de casi un quinto de todas las personas que habitan nuestro país y de las cuales conocemos muy poco. La Segunda Encuesta nos permite analizar las normas que las instituciones e investigadores han naturalizado como legítimas y reflexionar sobre la brecha con las prácticas de los creyentes. Sabemos –por nuevas investigaciones de historiadores que han cambiado los paradigmas evolutivos (Barral, 2007; Di Stefano, 2007)- que estas distancias tienen siglos de existencia en nuestra modernidad religiosa latinoamericana realmente existente, y que esto no ha constituido un problema para la consolidación del poder institucional. Es fundamental conocer cómo se produce esa negociación permanente entre normas institucionales y prácticas religiosas (o sea el largo y continuo conflicto entre el habla y el lenguaje) en las personas y grupos para comprender perdurabilidades históricas. Investigaciones como las que aquí presentamos, junto con otros instrumentos de investigación, son indispensables para abordar realidades que de otro modo serían incomprensibles.
Los resultados de la Segunda Encuesta nos muestran que alrededor de un cuarto de la población practica e interactúa cotidianamente con espacios religiosos, sin que otro espacio político, social, cultural o actividad local compita: la participación en otras instituciones es mucho más baja. Hay así una amplia disputa de sentido en la cual también participan las redes sociales y los medios masivos de comunicación. Las religiones siguen siendo importantes comunidades de interpretación desde lo cotidiano, y están presentes en el día a día: la opinión publicada y difundida en medios de comunicación tiene poco registro de estos planos, y las opiniones de los creyentes son así poco conocidas: la Segunda Encuesta aporta conocimiento sobre una esfera de la sociedad escasamente investigada y noticiada.
Las instituciones y los agentes religiosos son además actores significativos en la construcción del lazo social en el territorio y en la vida política, estatal y cultural de Argentina. Las promesas de la modernidad no cumplidas, el “progreso global que no llega”, produce incertidumbres y angustia generalizadas, y en un mundo donde la política partidaria pierde credibilidad también se crean nuevas posibilidades de presencia social y simbólica de esos “otros” religiosos, ya no vinculados a tal o cual institución sino en tanto significantes silvestres con utilizaciones disruptivas y a veces antisistémicas y antipolíticas múltiples.
Es relevante destacar la combinación dentro del masivo cristianismo (poco más del 80% de los habitantes), de, por un lado, un comunitarismo intensivo y electivo –tipo secta según las categorías troeltschianas (Troelstch, 1992; Séguy, 1999)- revitalizado en las últimas décadas más en los evangelismos que en los catolicismos, en la pluralización y diversidades institucionales, y por el otro el mayoritario cuenta-propismo religioso, con convicciones otras alejadas de lo religioso cristiano que permite rearmar creencias múltiples haciendo convivir prácticas y vivencias diversas. No estamos sólo frente a un proceso de descristianización sino de toma de distancia del poder histórico institucional católico construido en el siglo XX.
El cuentapropismo religioso es masivo en la Argentina de la segunda década del siglo XXI. Estas personas –la mayoría en nuestro país- incluyen de manera selectiva contenidos, valores y prácticas provenientes de varios sistemas de producción de creencias –como dijimos antes, tanto sagrados y profanos como religiosos y seculares-, sin que quienes lo llevan adelante lo vivan como contradicción, sino más bien como ampliación de sus decisiones personales y familiares.
Por otro lado las religiones en América Latina siguen siendo agentes presentes en el espacio público, en la política, en las sociabilidades y subjetividades de millones de personas y en la redefinición de las modernidades, disputando los derechos de ciudadanía. Vemos así cómo el campo religioso puede ensancharse (o restringirse) y los límites extenderse (o limitarse) a otras dimensiones, esferas y arenas de la vida social. Sin embargo esto no solo es el esfuerzo del propio “poder religioso” (ayer monopólicamente católico y hoy con la presencia también del evangelismo que reproduce, a su manera, ese devenir histórico), sino por los vasos comunicantes con otros poderes, en especial el político y el estatal que siguen relacionados –híbridamente y en continua recomposición, compensación y subsidiariedad- desde otras formas y propuestas, tanto en el espacio público como simbólico.
Es por ello que nos interesa discutir los datos con las teorías que afirman el crecimiento inexorable, unívoco y unidireccional de la grieta entre instituciones y sujetos. En este planteo subyace el supuesto que en algún momento el control institucional fue total, y esa suposición surge de categorías y conceptualizaciones elaboradas en otros espacios, lo que plantea problemas epistemológicos sobre cómo conocemos desde América Latina. Si leemos la modernidad latinoamericana desde categorías y conceptualizaciones trasplantadas de modernidades europeas, construidas bajo la hegemonía “de especialistas de instituciones” que regularon la vida cotidiana de las personas, dejaremos de lado configuraciones socio-históricas singulares que constituyeron las sociedades latinoamericanas. La pérdida de credibilidad institucional construida a partir del supuesto de un pasado donde no habría brechas ni grietas y donde la gran mayoría de las personas creían obedeciendo a las instituciones (Willaime, 1982) no responde a la historicidad de América Latina y mucho menos a esta región del sur de América Latina y el Caribe, donde esa institucionalidad católica era comparativamente muy reducida. Esto impide comprender los dispositivos propios de la conformación del poder religioso en nuestra modernidad argentina y latinoamericana, que no se basó en la expansión del personal eclesiástico sino a partir de vínculos históricos entre campos y esferas en las que se privilegió una autonomía relativa por sobre una separación estricta (como la modernidad europea occidental) entre los diferentes campos.
Los datos que presentamos aquí “muestran que la religión no puede tratarse como un dato estático, heredado ni coercitivo, sino que es preciso dar cuenta de la dimensión activa de los sujetos, basada en la búsqueda constante, donde el individuo va seleccionando creencias y prácticas que le ofrecen un sentido trascendental o una experiencia de lo sagrado” (Gutiérrez Zúñiga & De la Torre, 2020).
En estas páginas las creencias no se clasifican en falsas, verdaderas, disidentes, implícitas, sino que se toma la perspectiva de los creyentes tal como la enuncian, sin caer en juicios previos sobre lo que las instituciones esperan de sus creyentes. Presentamos aquí las voces de los y las habitantes de Argentina en relación con sus religiones, cercanas, alejadas o ausentes.
Referencias bibliográficas
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Notas
Información adicional
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