PERSPECTIVAS HISTÓRICAS Y PROCESOS DE INSTITUCIONALIZACION Y REPRESENTACIÓN
Recepción: 02 Febrero 2024
Recibido del documento revisado: 05 Abril 2024
Aprobación: 02 Mayo 2024
RESUMEN:
El artículo se propone recorrer la vida y algunas de las obras de Antonio Dellepiane, quien fue el primer titular de una cátedra de sociología en la Argentina; es a partir de este hecho que se conmemora la efemérides del día del sociólogo en el país; su vida y su obra nos permiten observar las marcas socio-históricas de la Argentina de su época y de como sus ideas son importantes para dar cuenta del contexto intelectual y comprender el derrotero de la sociología argentina de aquellos años.
Examinar estas tradiciones teóricas que se encarnan en la figura de Dellepiane, posibilitan comprender algunos de los debates, desafíos y rumbos teóricos de la sociología, al igual que las transformaciones que se producen en el país y de cómo estas fueron problematizados por el autor, al igual que las tradiciones e influencias teóricas que guiaran su desarrollo profesional.
Para ello seleccionamos sus obras: Las causas el delito (1892) y Filosofía jurídica y social (1907), dado que estos textos reflejan aspectos estructurales de su impronta teórica y sociológica, para descubrir los sentidos y relatos sociales presentes, como también los grandes enunciados que dan cuenta del campo social.
Palabras clave: Dellepiane, Sociología Argentina, Positivismo, Cuestión Social.
ABSTRACT:
The article aims to cover the life and some of the Works of Antonio Dellepiane, who was the first profesor to old of a chair for sociology in Argentina; it is after this fact that the anniversary of sociologist’s Day is commemorated in the country; his life and work allow us to observe the socio-historical marks of the Argentina of his time and how his ideas are important to account for the intelectual context and understand the course of Argentina sociology of those years.
Examining these theoretical traditions that are embodied in the figure of Dellepiane makes it possible to understand some of the debates, challenges and theoretical directions of sociology, as well as the transformations that occur in the country and how these were problematized by the author, along with the traditions and theoretical influences that will guide their professional development.
For this we will select his works: The cause of crime (1892) and legal and social philosophy (1907), given that these texts reflect structural aspects of his sociological theoretical imprint and unveil the meanings and social stories, as well as the great statements that account for the social field.
Keywords: Dellepiane, argentine sociology, positivism, social issue.
RESUMO:
O artigo se propõe recorrer a vida e algumas das obras de Antônio Dellepiane, que foi o primeiro titular da cátedra de sociologia na Argentina; é a partir deste fato que se comemora o dia do sociólogo no país; sua vida e sua obra nos permitem observar as marcas sócio-históricas da Argentina de sua época e de como suas ideias são importantes para dar conta do contexto intelectual e compreender os rumos da sociologia argentina daqueles anos.
O exame dessas tradições teóricas que se consubstanciam na figura de Dellepiane, possibilitam compreender alguns dos debates, desafios e rumos teóricos da sociologia, bem como as transformações que se produzem no país e de como estas foram problematizados pelo autor, de igual forma, as tradições e influências teóricas que guiaram seu desenvolvimento profissional.
Para tanto, foram selecionadas as obras: As causas do delito (1892) e Filosofia jurídica e social (1907), uma vez que esses textos refletem aspectos estruturais de sua marca teórica e sociológica, revelam os significados e narrativas sociais presentes, como também os grandes enunciados que dão conta do campo social.
Palavras chaves: Dellepiane, Sociologia Argentina, Positivismo, Questão Social.
“La sociolojia (sic) es todavía una ciencia en embrión, y tiene que progresar mui (sic) lentamente. La dificultad que encuentra en su camino son enormes y provienen principalmente de la complejidad de los mismos fenómenos que estudia. Al contrario de otras ciencias, la sociolojia (sic) no puede producir a voluntad ni observar en todo su desarrollo los casos que han de ser materia de análisis” (Carlos Rojo: 1892:73)
Sumario: 1) Introducción 2) Trayectoria y producción intelectual de Antonio Dellepiane 3) El análisis de sus principales obras: Las causas del delito 4) Filosofia Juridica y Social 5) Consideraciones finales 6) Bibliografía
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1-Introducción
El propósito de este artículo es el de recorrer la vida y parte de la obra de Antonio Narciso Dellepiane, para desde allí destacar sus aportes al campo de la sociología argentina, en particular los elementos que conformaron los problemas sociales de su época y como estos fueron problematizados, al igual que los conocimientos y herramientos teoricas que entendia necesarios para la transformación institucional de la Argentina de finales del siglo XIX y comienzos del XX . En cuanto a su biografia, es de interés e importancia para conocer el recorrido institucional del autor, en particular en lo referido a la Universidad de su época y desde ese lugar social del que es parte. Su vida y su obra son sustanciales para aproximarnos al espirutu de época.
Este autor poco conocido fue el titular de la primera cátedra de sociología en Argentina; inaugurada el 1 de junio de 1899; fecha que además señala la primera vez que una cátedra de sociología es incluida en un plan de estudios en una carrera universitaria en Latinoamérica. La relevancia de la fecha es la razón por la cual cada 1 de junio se conmemora el día del sociólogo en el país.
La obra de Dellepiane trascurre entre fines del siglo XIX e inicios del XX y la conforman 29 libros, cinco de ellos publicados póstumamente; buena parte de su obra fue traducida y publicada en la Biblioteca Internacional de Sociología. Al igual que su vida personal, su obra se encuentra permeada por los avatares de la vida política, económica y social del país. De esta forma su producción intelectual refleja de manera acabada las marcas socio-históricas de la Argentina. En este marco, para entender sus ideas resulta interesante dar cuenta del contexto intelectual y de algunos hechos institucionales relevantes de la época, dado que ello permite considerar su legado como una pieza angular para comprender el derrotero de la sociología argentina en sus inicios.

Examinar las tradiciones teóricas que conformaron los inicios de la sociología argentina es fundamental para adentrase en el trayectoria intelectual de Dellepiane. La que en cierta medida caracteriza la etapa previa a la institucionalización de la disciplina por parte de Gino Germani en 1956 (Pereyra: 2007). Asimismo, a través de la sociología de Dellepiane es posible comprender algunos de los debates, desafíos y caminos teóricos de la sociología en Argentina. En este sentido, se analizarán los textos de Dellepiane titulados “Las causas del delito” de 1892 y “Estudios de filosofía jurídica y social” de 1907 a travésde sus páginas.
Para este artículo seleccionamos una serie de textos que reflejan aspectos estructurales de sus desarrollos teóricos y que posibilitan descubrir los sentidos y relatos sociales presentes. En ellos nos centraremos en los grandes enunciados sociológicos que tomaremos como enunciados destinados a alguien (Bajtin, 2011). Ello posibilita establecer relaciones entre un texto y otro, a efectos de configurar un marco social en un momento histórico concreto; siendo desde allí donde cobra sentido el contexto en que se conforma en un campo social desde donde emerge un discurso dentro de un conjunto de escenarios posibles (Angenot, 2010). Los textos seleccionados de Dellepiane permitieron que emerjan los aspectos polifónicos de su sociología.
Ellos son los textos más significativos para generar una matriz de relatos socialogicos, expresar la lógica de los sentidos por lo que entiende debe discurrir la sociología y los factores sociales e ideológicos presentes en su pensamiento, pero también cual entendia debía ser el papel de los intelectuales en el espíritu de lo luego analizaremos sobre la llamada “cuestión social” y como esta permeo en los centros universitarios. Para ello recorreremos las paginas de las obras seleccionadas para desde allí articular como se constituye lo social, pero también para representar las narraciones, sus principales temáticas y características.
El contexto socio-histórico de su tesis “Las causas del delito”*, y en menor medida de “Estudios de filosofía jurídica y social”, serán los de una Argentina de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Periodo de grandes transformaciones políticas, sociales y económicas, cuyo hecho más visible será la gran ola migratoria europea. Hacia 1880 Argentina se encaminaba a un profundo proceso de modernización y ordenamiento institucional para formar parte activa de la economía mundial (González, 2000).
2-La trayectoria y producción intelectual de Antonio Dellepiane
Antonio Dellepiane nació el 29 de octubre de 1864 en Capital Federal y murió el 22 de julio de 1939**. En 1903 se casará con Mercedes Avellaneda con quien tuvo cuatro hijos. Curiosamenre, la esposa de Nicolás Avellaneda, su suegro, Carmen Nobriego Miguens, pariente directa de Enrique Miguens, creador de la segunda carrera de Sociología en la Argentina (Universidad Católica Argentina). En la actualidad Dellepiane tiene una escuela con su nombre: la N° 1 situada en la calle Baigorria 3169 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Su padre fue Andrés Dellepiane nacido en Génova y con ancestros militares en Italia. Fue un próspero comerciante, primero en Paraguay donde se radicó junto a toda la familia y luego en Buenos Aires. Su madre fue Petrona Isabel Calcena Echeverría Caballero procedente de una familia tradicional de Santa Fe que aportará cierto linaje al matrimonio (Dellepiane Avellaneda, 1964). También tuvo un hermano llamado Luis, que se destacó como ingeniero y militar, llegando incluso a ser Ministro de Guerra entre 1928 y 1930 y ocupará el cargo de jefe de policía durante los tristes sucesos de la llamada semana trágica en 1918; hoy una autopista lleva su nombre.
Dellepiane cursó sus estudios en el Colegio Nacional Buenos Aires; donde luego fue docente de la materia Psicología e Historia. En 1891 obtuvo el doctorado en Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA) con su tesis titulada “Las causas del delito”. Tesis laureada como medalla de oro por la UBA y que luego se transformaría en su primera publicación. En la UBA también fue profesor, consejero y académico en las facultades de Derecho y Ciencias Económicas. Asimismo, en 1898 se incorporó como profesor en la cátedra Historia de las civilizaciones en la Facultad de Filosofía y Letras y en 1901 en la cátedra de Historia en la facultad de Ciencias Económicas.
Este autor también fue el primer americano en ocupar una tribuna en la Sorbona (Paris, Francia). Allí dictó el curso “La teoría del progreso” que luego le permitió ocupar un cargo como profesor agregado en la Universidad de Paris*** en 1911. En la misma ciudad también fue vicepresidente del Instituto Internacional de Sociología. Fue además miembro honorario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Madrid. En Argentina tuvo participación política en 1915 cuando asumió como secretario general de la intendencia de Capital Federal. Se puede mencionar también como nota de color que fue el director de la tesis de Alfredo Palacios rechazada en 1901****.
Se incorporó a la UBA en 1897 como profesor suplente y posteriormente en 1899 y hasta 1918 ocupó la primera cátedra de sociología; en este caso en la Facultad de Derecho. A partir de 1916 sus intereses intelectuales se concentraron en los estudios históricos, en particular sobre el rosismo. Además, condujo la Academia Nacional de Historia y la Dirección del Museo Histórico Nacional; cargo en el que se jubiló en 1932.
Dellepiane fue un autor profundamente imbuido de los debates sociológicos internaciones de fines del siglo XIX y XX. Esto se debió básicamente por el acceso a las posibilidades y los vínculos internacionales con los que contó. Inicialmente gracias a las políticas de intercambio de esa época de la UBA. Ello le posibilitó el acceso a información actualizada y a la vez forjar vínculos y relaciones de importancia con distintos foros académicos del mundo, sobre todo de Francia.
Es importante mencionar que las políticas de intercambio de la UBA fueron posibles por los convenios que desarrolló el instituto de la Universidad. Este fue fundado formalmente el 3 de septiembre de 1921 (Buchbinder 2019); aunque funcionaba de manera informal desde varias décadas antes. El instituto tenía como objetivo articular y promover el intercambio académico, especialmente con la Universidad de Paris. Dellepiane fue parte de uno de los primeros intercambios realizados (Dellepiane, 1913).
Entendemos oportuno señalar aquí, más allá de que será retomado más adelante, que esa condición de “olvido” que fue objeto Dellepiane; precisamente tendrá un desplazamiento de la sociología a la historia. Esos hechos se gestaron a partir del Congreso Americano de Ciencias Sociales del año 1916, en donde se dará una unión entre historia y sociología, expresada todo ello en la sección III, la cual fue presidida por el Dr. Dellepiane y de vicepresidente estará el Dr. Juan B. Ambrosetti. Tambien este congreso tendrá como participante al Dr. Ricardo Levene, profesor de Sociologia en la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA.. El congreso abrirá nuevos espacios a las “ciencias sociales”, muy especialmente para la historia, materializándose en los medios universitarios e intelectuales en la publicación de libros y financiamiento de lineas editoriales. Precisamente, en esos años es donde Dellepiane profundizará sus publicaciones sobre la historia argentina del siglo XIX, abandonando asi sus intereses sociológicos.
3- El análisis de sus principales obras: Las causas del delito (1892)
El positivismo será su núcleo articulador, y entre 1880 y 1890 en los ámbitos ilustrados argentinos había una creciente y casi total adhesión a sus postulados; algo de lo que Dellepiane no escapará. Sus inicios intelectuales serán en esas inclinaciones sobre A. Comte, pero también habrá ecos de otros autores colindantes (Graciela Ferras, 2020). El positivismo establece una suerte de espacio cultural que serán significativos para pensar los debates propios de la época en el país y que será de importancia para que germine su sociología. Estas serán las bases científicas de Dellepiane, quien claramente es un hijo de su tiempo (Altamirano:2004).
Precisamente en ese periodo es cuando se desarrollan los orígenes de la llamada “cuestión social”, que hace referencia a las consecuencias sociales de la inmigración masiva, la avanzada industrialización y la creciente urbaniazación; elementos estos que transformaran significativamente los grandes centros urbanos del país de manera muy especial ( Zimmermann:1994) Desde estas consideraciones es posible comprender el interés por los llamados “problemas sanitarios” de higiene, los de vivienda, el crecimiento de la criminalidad y la protesta obrera, encarnada, mayoritariamente, en las corrientes amarquistas y socialistas, quienes desafiaban las instituciones y la política del país. Esto lleva a los grupos políticos e intelectuales propios del modelo liberal a abordar estos temas. El modelo liberal argentino se sale del modelo clásico que apostaba a la creación de la espontaneidad del orden social y piensa necesario que la academia y las ciencias sociales, en su desarrollo incipiente hagan una nueva interpretación del Estado y su papel frente a los problemas sociales.
Si bien era una ciencia nueva, despertará un cierto interés para ver los resultados que podía alcanzar para pensar la cuestión social y guiar a los gobiernos liberales en sus políticas sociales. Esta cuestión social va a tener fuertes lazos comunicantes con el derecho criminal, lugar de partida de Dellepiane. Ese derecho criminal tendrá lazos con la escuela italiana de criminología positiva, como insumo de partida para indagar estos temas. Este nuevo espacio intelectual influirá para generar las condiciones para que se desarrollen ambientes favorables en la creación de cátedras de sociología (Pereyra y Vilas,2019). Dellepiane es parte seminal de esta etapa de la sociología, donde es necesario establecer algún enfoque metodológico que permita encontrar leyes y principios generales inherentes a la conducta social. Un nuevo campo profesional se abre al amparo del accionar estatal sobre estos problemas sociales.
Es importante destacar aquí, sobre todo para poder comprender con mayor claridad la obra de Dellepiane el ambiente intelectual de la época y de como la escuela italiana de criminología le lega la importancia de estudiar a los criminales y no al crimen como el objeto de estudio. Serán los juristas y médicos higienistas los más entusiastas en conocer los detalles de los principios de la escuela de criminología positivista para analizar los detalles de la cuestión social argentina. Sin embargo, Dellepiane, con su obra sobre las causas del delito de 1892, dará los primeros pasos de adhesión a esta nueva escuela y, como se vera, a la expansión de estas ideas para la sociología.
En “Las causas del delito” comienza señalando que
“la ciencia como los pueblos, tienen no solo periodos de evolución, sino también sus revoluciones, es decir sus épocas de lucha, de agitación y de trastornos, precursores de una organización distinta, de un nuevo orden de cosas, de un cambio favorable. El derecho represivo atraviesa en estos momentos uno de estos periodos.” (Dellepiane, 1892: 5).
Desde sus primeras líneas es que describe un nuevo tiempo para las ciencias del delito y de las penas; pero también de cómo esas modificaciones impactan en su objeto. De esta forma este autor pondrá en duda los viejos principios donde descansaba la función represiva del Estado. Estos cambios afectarán en menor medida al derecho civil, comercial y al mismo derecho constitucional, entendiendo que estos están sujetos a cambios más estables. Dellepiane recurrirá a la historia y la filosofía para sostener su argumentación y también para dar cuenta de las transformaciones del derecho represivo. Es decir, que desde sus primeros párrafos, nos invita a ser parte de esa lógica del descubrimiento que entiende aporta su texto.
El autor entiende que estas ideas del positivismo cientificista se asociaran al liberalismo político de la época, conjugándose en la declinación espiritual de las nuevas naciones, en pos de alcanzar el desarrollo material, como también en la búsqueda para mejorar los aspectos institucionales y reformar al sistema. Habra un incipiente debate en torno de la relación entre Estado y sociedad mediado por la cuestión social, que en buena medida se constituyo en un desafio expresado en la criminalidad urbana. Adentrarse en el domino moral seria un rumbo de peso para la marcha como nación :
“el pensamiento contemporáneo que se filtrará en todas las disciplinas, conformando el ámbito intelectual de su época.” (Dellepiane, 1892: 9); y que “la ciencia criminal ha recibido el microbio positivista que fue tardío y perezoso que hoy lo liga a los criminalistas de esta escuela.” (Dellepiane, 1892: 9).
El método positivista, entiende, lo llevará a descubrir la verdad y será su lazarillo teórico para completar esa tarea. Su idea no es estudiar el delito como una entidad abstracta, sino que se lo debe abordar como una acción humana, como un derecho natural. Siendo esta la única manera posible para conocer las causas que lo originen y así encontrar “los remedios eficaces para sino extirparlo por completo, al menos impedir su desarrollo.” (Dellepiane, 1892: 13). Este modelo teorico habillitara, muy especialmente desde lo académico, al reformismos social y a orientar a las incipientes ciencias sociales argentinas al estudio de los problemas prácticos y a la elaboración de un programa de reformas sociales. La idea final será la conformación una nueva moral, acompañada de un rigor científico al proceso de toma de decisiones.
La sociología que Dellepiane practica en 1892 le dará un enfoque novedoso a sus preguntas y a su perspectiva teórica. Ubicando a la sociología como imprescindible dentro del campo de las que llama “ciencias auxiliares”. Donde se encuentran también la psicología criminal, la antropología criminal, la medicina legal y la psiquiatría. Allí insertará a la sociología criminal, interesándose en el análisis de los datos que estas otras ciencias le pueden aportar. Además, entiende que hay dos orientaciones dominantes: la antropológica, emplazada más al estudio del delincuente que del delito, y la sociológica más interesada en el delito, vía el método inductivo, y echando luz sobre “las espesas tinieblas que hasta ahora había estado envuelto el génesis del crimen.” (Dellepiane, 1892: 16).
El objeto de interés de la visión sociológica será la delincuencia, entendiendo por esto al delito en masa. “El fenómeno de la criminalidad considerado como una función morbosa del organismo social.” (Dellepiane, 1892: 16). Es importante señalar que este autor también incorpora dentro de esas ciencias auxiliares de la criminalidad a la estadística. La que será de importancia para aclarar e interpretar los fenómenos individuales y sociales en pos de encontrar “las leyes” en las que está inmersa la criminalidad.
Es necesario volver a lo que este autor entiende que constituye la tendencia sociológica, dado que señala que en ella se bifurcará en aquellos que llamará ortodoxos y heterodoxos. Estos últimos, es decir los sociólogos socialistas, pretenden demostrar mediante las estadísticas la relación estrecha entre miseria y delito. Para luego postular lo central de la tesis socialista, que es la “necesidad de reformar por completo la organización actual del derecho de propiedad.” (Dellepiane, 1892: 17). Por su parte, Dellepiane adhiere a la postura sociológica que apuesta a poner en evidencia que aún le falta madurez y consistencia a los principios y los hechos en que se apoya la sociología, restándolo aún un plan acabado para llevar adelante con éxito las reformas morales, políticas, legislativas e industriales.
Dentro de las teorías de su época para explicar el delito Dellepiane toma a un autor de renombre como fue Lombroso y su texto “El hombre delincuente”. Si bien considera a su teoría como “muerta y enterrada” la discute para no quedar “como un reo del delito de omisión” (Dellepiane, 1892: 26). No obstante, le reconoce que fue el primer antropólogo criminal al estudiar el delito entre los “salvajes”. También reconoce que Lombroso, vía sus estudios antropométricos y fisionómicos sobre centenares de delincuentes, constituye un intento por demostrar que los rasgos o notas características de la clase delincuente se expresan en el tamaño del cráneo y en las alteraciones del cerebro, entre otros rasgos; y ellos serían propios de la especie criminal*****.
Para su crítica a Lombroso, Dellepiane se nutre de varios autores pero fundamentalmente de Tarde. De este toma la idea de que las acciones criminosas son realizadas por hombres, más que por las leyes del organismo. Constituyendo la moral de la que se nutre el delincuente el aspecto central para encarar sus respuestas sobre ell delito y describir los motivos que lo generan. Para Dellepiane, sin esa consideración moral del criminal, es poco lo que se puede señalar sobre los delincuentes y establece la necesidad de estudiar más a fondo el tema.
Ya en la Sección II del Capítulo 1, el autor ahonda sobre la sociología criminal y considera que la sociología es “la ciencia del cuerpo social, de la sociedad humana, considerada en su conjunto, de la cual emanan múltiples hechos, a que suele darse el nombre de sociología” (Dellepiane, 1892: 93). Además, señala que el estudio del cuerpo social es muy antiguo, como entiende es el del hombre en general frente a lo cual se interroga: ¿Dónde está la novedad entonces de la sociología? Y esa novedad está en
“el método de estudio y en la manera de considerar ese objeto de este estudio, es decir el cuerpo social. El positivismo moderno ha aportado conceptos nuevos sobre la sociedad. Para el positivismo moderno la sociedad es un todo orgánico que se desenvuelve según las leyes de la vida, las sociedades humanas son otros tantos organismos, que no difieren mucho de los organismos individuales y que presentan órganos y funciones.” (Dellepiane, 1892: 94).
En este marco, al considerar a las sociedades humanas como organismos (analogía propia del modelo positivista de la época), Dellepiane infiere que ellas no tendrán siempre un desenvolvimiento normal (Hirsch, 2011). Y por lo tanto, estarán sujetas a enfermedades y anomalías; estas últimas serán el motor de los estudios “ sobre los estados morbosos del cuerpo social” (Dellepiane, 1892: 95); incluyen la prostitución, la miseria, las huelgas y la delincuencia, quienes serán parte de esa “enfermedad” que llegan al cuerpo social y que será necesario estudiar en la nobel ciencia.
Sobre estas anomalías Dellepiane sostiene que es necesario especializarse. Una de ellas será la sociología criminal. Ella se abocará a la criminalidad en su estado actual, a las causas que producen el crimen, y por último, a la organización de los medios para combatir la criminalidad. Desde ese lugar, la sociología criminal se ocupará, como el derecho penal, del delito y de la pena, pero entendiendo que cada uno de ellos tiene un punto de vista particular. Para el derecho penal, el delito es un fenómeno jurídico, pero para la sociología criminal es un fenómeno social “cuya enfermedad es necesario descubrir para llegar a los medios adecuados de combatirla. La pena será para la sociología no un hecho jurídico, sino una función social.”(Dellepiane, 1892: 97).
Dellepiane sostiene que la sociología será útil para brindar un mayor conocimiento de las funciones normales de la sociedad. Pero para ello será necesario contar con el concurso de la estadística La que dará a conocer los crímenes, los lugares y sus características, y el sexo y la edad de los delincuentes; dado que cuenta con elementos precisos para caracterizar ese estado de la criminalidad******.
Las estadísticas criminales muestran notables diferencias de un año a otro. Esto llevó a Dellepiane a pensar sobre como ciertas condiciones o circunstancias deben acarrear un cambio correlativo en la delincuencia. Precisamente esas irregularidades serán las que lo pondrán en la pista de los motivos y efectos de esas “causas perturbadoras” (Dellepiane, 1892: 133). Las leyes las piensa como portadoras de lineamientos directores que se imponen al ser humano y que están revestidas de una fuerza intelectual y moral; que “se imponen a la razón humana y esas leyes humanas tienen al hombre como interprete y objeto, pudiendo el hombre reconocerlas o no, prescindir de ellas o violarlas.”(Dellepiane, 1892: 134).
A su vez, no deja de incorporar los aportes que se producen en Europa sobre los estudios en criminalidad. Y paralelamente comienza a desarrollar una línea de pensamiento que liga la delincuencia al medio social y a la conformación de una cultura de la criminalidad. Ello dará lugar a la categorización de un caldo de cultivo que hará fermentar “la criminalidad que se merece cada sociedad….” (Dellepiane, 1892: 106).
En el punto central de las causas del delito en Argentina, argumenta que el delito es un fenómeno social. Pero además sostiene que no por ello deja de tener abierta la puerta para un conjunto de factores diversos como: biológicos, físicos y sociales; siendo estos últimos los que tienen un lugar angular en su argumentación. En síntesis, este autor piensa, sobre la base de datos proporcionados por la Dirección de Estadística, que a “…tal sociedad, tal delincuencia.” (Dellepiane, 1892: 250). Sus esfuerzos se encaminan a conocer ese cuerpo social para encontrar las claves sobre la criminalidad en Argentina. Su creencia es que la sociología no puede detenerse únicamente en la caracterización de los sujetos o grupos sociales, sino que debe atender al comportamientos y modos de hacer.
En su estudio Dellepiane realiza una suerte de estratificación social sui generis y divide a la población del país en seis grupos sociales: europeos, criollos descendientes de europeos, criollos que provienen de la unión de europeos con indígenas, indígenas, negros y mulatos. Particularmente, para su estudio sobre la criminalidad, se focaliza en el grupo de los europeos que se compone de italianos, españoles, franceses, ingleses y suizos, entre otros. Resalta que por influjo de la inmigración es el grupo que más incrementó su población en Capital Federal en los comienzos de 1890; y que ellos han predominado sobre “el elemento nativo” .
Por su parte, destaca que el grupo de los criollos son parte de “un proceso de mestización humana y ha sido obra de cuatro siglos.” (Dellepiane, 1892: 252). En este marco, el gaucho de nuestra campaña es “..parte del resultado de esta cruza.” (Dellepiane, 1892: 252)*******. El grupo de los indígenas va camino a desaparecer "… luego del dominio definitivo de las pampas.” (Dellepiane, 1892: 253) y “los indios están completamente fuera de la civilización.” (Dellepiane, 1892: 254). En cuanto al grupo de los negros sostiene que “ellos fueron introducidos en América, para que reemplazasen a los indios en los rudos trabajos que comenzaban a concluir con ellos.” (Dellepiane, 1892: 254). Este grupo forma una parte muy pequeña de la población. Por último, el grupo de los mulatos, que provienen de la unión con los descendientes negros y europeos, son poco numerosos y ocupan posiciones “ muy modestas de la sociedad.” (Dellepiane 1892: 255). Ese fin de siglo, tendra como preocupación a la raza y a la conformación biológica de la población y ello ocupaba una buena parte del pensamiento social latinoamericano; es pensada como un elemento clave para entender el desarrollo de una sociedad por intelectuales y políticos de las más diversas tendencias (Zimmermann:1994).
Todos estos grupos, y la particular división que Dellepiane establece entre ellos, lo llevan a plantear que “la composición étnica de la república, no difiere del resto de Sudamérica.” (Dellepiane, 1892: 256). A partir de esto plantea una serie de interrogantes, como por ejemplo si ello, ¿traduce de alguna manera su influencia en la criminalidad? A continuación, y ya despojándose de la influencia de la “raza”, se aboca al verdadero punto de su interés que es nacionalidad sobre los índices de criminalidad en Argentina.
Dellepiane es parte de esa suerte de “narrativa histórica” sobre la importancia y la necesidades de contar con una plataforma explicativa que tendrá a la raza como elemento central amplia; este aspecto conto con tanta difusión a finales del siglo XIX. La misma será entendida como parte del camino científico de una ciencia (Grondona, 2021; Martínez Estrada, 2005). Inclusive esta mirada sobre la visión racial, será algo mucho más presente a mediados del siglo veinte; sin embargo estos aspectos apuntan en su obra a dar un sentido al conjunto de la experiencia nacional, ya que desde ese pasado era posible pensar el futuro y lo acerca a la visión liberal sobre el país, En su obra no hay mujeres, son las grandes ausentes, sus letras son marcadamente masculinas. También se puede mencionar que por aquellos años se comenzaba a configurar el género “criollista”, fuertemente entrelazado con el de Nación (Prieto, 2022). Inclusive Horacio González señala que
“La formación de una raza sería, pues, el indicio de una formación nacional argentina y cultural estudiadas con criterios de ciencia -la sociología- que no debería privarse de una apología del papel constructivo de la raza blanca” (Gonzalez, 2000: 42).
En las siguientes tablas y gráficos tomados de “Las causas del delito” se puede apreciar el uso de los datos estadísticos secundarios; proporcionados por la que luego sería la Dirección de Estadística a cargo Francisco Latzina. Cabe señalar el carácter “artesanal” de la información que se adjunta, muy especialmente el de los gráficos. Por entonces confeccionados totalmente a mano. También se destaca la forma en que los individuos de nacionalidad Uruguaya eran categorizados como orientales.




Luego de esta primera aproximación estadística, centrales para analizar estos hechos, Dellepiane examina las condiciones económicas de Argentina. Destacando una visión muy de época de las élites intelectuales (Teran, 2008), en donde “… el trabajo abunda y es ampliamente remunerado. La vida es fácil y cómoda.” (Dellepiane, 1892: 259). Desde su perspectiva, esa lucha por la vida es menos ardiente que en Europa y el pauperismo es desconocido en Argentina. Son precisamente esas circunstancias económicas prosperas las que se traducen en una influencia en la actividad inmoral y criminosa en Argentina y que se retribuye genéricamente; más “cuando la prostitución es escasa, la vagancia sólo tiene débiles manifestaciones.” (Dellepiane, 1892: 260).
Hay que destacar los vínculos que se forjan entre la sociología que desarrolla Dellepiane y los primeros pasos de la profesionalización de las estadísticas en Argentina de la mano de Francisco Latzina. Interrelación muy importante para el desarrollo y reconocimiento de la sociología como una nueva ciencia en el país (Castiglione, 2022).
Esas estadísticas dan cuenta que en 1897 los niveles de delincuencia son bajos, pero al año siguiente suben. En este contexto, las intervenciones policiales más comunes se dan en asesinatos, homicidios, robos y hurtos. En 1890 las cifras de delincuencia se acentúan y seguirán en aumento los robos y hurtos. Estas circunstancias llevan a Dellepiane a preguntarse por ejemplo: ¿Cuáles son las causas de este fenómeno?, ¿cómo es posible que en una ciudad cuyos elementos culturales se acrecientan en gran escala, hasta colocarse a la altura de las viejas ciudades europeas, vea casi triplicarse la cifra de su delincuencia? Y ¿qué ha producido este resultado? Para dar respuesta a estos interrogantes utiliza las estadísticas disponibles de la ciudad de Buenos Aires. Allí observa el rápido crecimiento poblacional pero también que ello no basta para explicar el “… aumento exagerado de la delincuencia.” (Dellepiane, 1892: 280).
Posteriormente el autor no prescinde de dar cuenta de las razones políticas de los hechos de su interés y para ello se centra en la presidencia de Juárez Celman (1886-1890). Figura de corte claramente liberal; creador del llamado “unicato”, es decir una fuerte concentración del poder. En 1890 Juárez Celman anuncia la imposibilidad de pagar la deuda externa del país, lo que acrecienta las dificultades de los trabajadores y se incrementa la desocupación. En ese contexto, emerge el primer partido político moderno: La Unión Cívica. Que denuncia la situación reinante al mismo tiempo que levanta las banderas del sufragio universal. El 26 de julio de 1890 la Unión Cívica pasa a la acción y la revolución es derrotada después de algunos días de tensión política********. Inclusive, otro autor liminar de la sociología argentina por aquellos años, Carlos Rojo señala que “lo sucedido en la catástrofe del 90, la conquista de las libertades, como el remedio que pondría el fin a nuestros males” (Rojo,1892:208).
Dellepiane no será muy extenso ni minucioso en la descripción política de estos hechos históricos, solo se limitará a destacar que ellos provocaron una multiplicidad de contactos sociales y el aumento de los movimientos de las personas como hechos ligados al incremento de la criminalidad. Siendo estos elementos cooperantes en la mayor producción del delito y que “… agrupará a las personas en el ejercito del crimen.” (Dellepiane, 1892: 284).
Según Dellepiane esta crisis está acompañada de otra “aún más desastrosa, es decir de una crisis moral.” (Dellepiane, 1892: 284). Esta última lleva al ciudadano a olvidar sus deberes. Sin embargo, cuando las condiciones cambian, a partir del epicentro de la crisis en 1890, la criminalidad no disminuye, más bien se incrementa. Su explicación es que estos hechos radican en lo que él llama la inercia del factor económico y que esta seguirá actuando sobre la delincuencia; aunque en forma diferente dado que la vida de los sujetos es más difícil y “la miseria aparece como un cortejo obligado de males, de ocio, la prostitución, el vicio, y, finalmente, el delito.” (Dellepiane, 1892: 285).
Por otra parte, este autor señala que los socialistas atribuyen el marcado crecimiento de la criminalidad al estado de guerra. Es decir que “las guerras, tienen un efecto pernicioso sobre la moralidad de los países que la soportan y esos estados convulsionados endurecen el corazón.” (Dellepiane, 1892: 286). Esos estados dan lugar a las pasiones violentas y los instintos salvajes que “… van a intimidar nuestra moral.” (Dellepiane, 1892: 286). También afectan a los estados vía el incremento de la deuda pública y la creación de nuevos impuestos. Tal es así que “la historia y las estadísticas comprueban estos hechos en repetidas y numerosas circunstancias.” (Dellepiane, 1892: 287).
Su visión de estos hechos y tiempos dan cuenta de una desmoralización y desorden; donde los hechos políticos los piensa como de “utilidad de la revolución en general o de la revolución en articular, es enteramente ajena a la índole de este trabajo que nos ocupó.” (Dellepiane, 1892: 289). Su intención formal es la de constatar el fenómeno, su guía no fue “la política”, “sino la noble pasión de la ciencia”; “No hacemos política, hacemos sociología”, afirma (Dellepiane, 1892: 289); sin duda un posicionamiento novedoso para la disciplina, pero también para si mismo, más cuando el autor tenia a “mano” otras opciones profesionales. Ya en 1892 se siente que hace sociología y que su profesión es la de sociólogo.
4-Filosofia Jurídica y Social (1907)
En su obra “Estudios de filosofía jurídica y social” de 1907 es posible hallar un Antonio Dellepiane mucho más “maduro” intelectualmente, dejando ya de lado ese autor que en 1892 se abre al campo sociológico en la argentina, espacio este sin mayores antecedentes formales como tales pero que, sin embargo, a los intelectuales se les empezó a abrir un zona para el estudio y análisis de las reformas sociales necesarias, algo que fue requeriendo un conocimiento que economistas, sociólogos y juristas podían aportar. Dellepiane se mantiene al corriente de los grandes debates y lecturas de esa época. En su tesis, en ese periodo, accederá a las problemáticas contemporáneas y a un “cosmopolitismo” sociológico no habitual en aquellos años.
Cuando Dellepiane escribe este texto entiende que desde hacía tres décadas se había perdido la ilusión de enmarcar a los “hechos sociales en el cuadro de los fenómenos naturales mediante la identificación de los primeros con los segundos.” -Dellepiane, 1907:58. Entenderá muy claramente que hay un cambio de época en esta nueva ciencia, pero también que aún no se rompieron las amarras teóricas con el pasado.
Leerá en francés a Augusto Comte y otros pensadores de la época; pero muy especialmente a quien tendrá mayores consideraciones para su camino intelectual: Gabriel Tarde. En cuanto a Augusto Comte es presentado como el “inminente sociólogo y padre de la nueva ciencia.” (Dellepiane, 1907: 48), pero también como alguien que fue capaz de mostrar “la complejidad de las ciencias sociales.” (Dellepiane, 1907: 48). Sin embargo, no quedará atado a las ideas del positivismo, ya en los comienzos del siglo XX realiza algunas críticas a este modelo sociológico; entendiendo la necesidad de despejar ese pasaje al que se encamina la sociología. Recorre los debates sociológicos de su época, tal es el caso de la tesis organicista para pensar el mundo social, posición esta defendida por Novicow y Worms. Y que tendrá como oponentes a Tarde, Stein, Garofalo y Espinas. Las objeciones que realizan a la tesis organicista son que no es posible identificar a la sociedad con un organismo vivo, dado que no son adecuadas para el mundo social. En Argentina quien sostuvo la tesis biologicista a ultranza será Carlos Rojo, quien señala que
“La sociolojia (sic), en ese socorro mutuo que se prestan las ciencias, han encontrado un preciosos auxiliar en la biolojia (sic). Esta ciencia le presta un inmenso caudal de luces” (Rojo,1892:75);
Dellepiane se mantendrá firme en su crítica “la concepción biologicista de la sociedad entraña una idea no solo falsa, sino que es perjudicial al desarrollo de la sociología” (Dellepiane, 1907: 67).
La concepción biologicista de la sociedad lleva, según Dellepiane, el germen de la concepción psicológica, dado que al establecer que la sociedad es un organismo vivo el pensamiento psicológico de la sociedad, que al igual que la biología, tienen tantos matices como lo son los sociológicos que la sustentan. Sin embargo, por esos años, aparecen líneas de trabajo ligadas a la llamada psicología de las muchedumbres y estudios sobre el comportamiento de los seres humanos reunidos en grupo, y su sentir y obrar. Estos lineamientos tendrán como su gran mentor a Le Bon y su búsqueda por encontrar el alma de las muchedumbres; además de su interés en hallar los estados de conciencia que la sustentan. Por su parte, Dellepiane considerara a estos estudios como deficientes y en este camino critica a José María Ramos Mejía; hombre ligado también a la historia de la sociología argentina y en alguna medida a las ideas de Le Bon.
Dellepiane solo le reconoce a Ramos Mejía méritos por ser portador de “… una cultura bio-psicológica” y le asigna a su obra sólo un “mérito literario” (Dellepiane 1907: 85)*********. Vale aclarar, aunque más no sea como dato anecdótico que, con anterioridad, Jose Ingenieros criticará también a Ramos Mejia en línea con el autor de nuestro análisis, pero también este será objeto de su critica también, atento a que pondrá en duda sus meritos en el campo de la sociologia (Ingenieros: 1957).
Reconoce que la nueva ciencia tiene problemas sociológicos y que aún le resta interrogarse sobre el campo de exploración de los fenómenos sociales y los hechos que se propone estudiar. Su preocupación angular es conocer qué es lo que reviste de social a una sociedad y qué no lo es. En este punto, y a comienzos del siglo XX, introduce a este debate a Emile Durkheim, de quien lee Las reglas del método sociológico, refiriéndose a él como “el reputado sociólogo” (Dellepiane, 1907: 105). Sin embargo, no le parece aceptable su definición sobre los hechos sociales y su forma de obrar y sentir como exteriores a los individuos. En este sentido, se interroga sobre quien impone esos modos de sentir y obrar a los que alude Durkheim.
Fuera de este señalamiento, que sin duda da cuenta de un cocnocimiento del autor francés y constituye una cierta recepción del autor, pero no tendrá un vinculo profundo con los conceptos que se encuentran en Las reglas del método sociológico, muy especialmente ls ligadas a su tema de interés en esa obra inicial de Dellepiane, como lo es el crimen y sus relaciones de él como un hecho “normal”, algo que le hubiera posibilitado ampliar su visión y las consecuencias de la relajación de las reglas morales. (Vila y Pereyra, 2019).
Dellepiane es uno de los receptores tempranos de la obra de Durkheim, pero no asumirá un vinculo profundo con su obra y por ello tendrá, seguramente, una capacidad limitada para esparcir el cuerpo de ideas de Durkheim, más alla de ese lugar provilegiado que tuvo como el de ser profesor universitario y poder desarrollar una cadena de difusión capaz de influir en esta nueva disciplina.
“… quién es el que impone esos modos de sentir o de obrar á que alude Durkheim? ¿No son los individuos los que se les impone a sí mismo o en otros términos no están esas maneras de obrar en las conciencias de los contemporáneos o han estado en la de los antecesores del que soporta la presión? (Dellepiane, 1907: 112).
El camino que emprende Dellepiane sobre las inquietudes sociológicas lo lleva a interrogarse sobre la causalidad en la sociología. Es importante saber que para él “la sociología es el estudio de los hechos de asociación; que ella se propone explicar la sociedad, en sus múltiples actividades.” (Dellepiane, 1907: 117). También se pregunta sobre los nexos causales que ligan los hechos sociales, recurriendo a los Anales del Instituto Internacional de Sociología, a Marx, Engels y Labriola. Paralelamente, rechaza las ideas que Tarde aporta al respecto y sus pautas sobre la imitación.
Su búsqueda intelectual lo lleva a reflexionar sobre si es posible determinar la existencia de leyes para el mundo social. Y como en cada uno de estos debates, vuelve a estar al tanto de lo que acontecía en Francia. Tiene una clara convicción de la disposición de poder contar con pocas leyes sociológicas, en contraposición a las expresiones literarias. Las cuales entiende que abundan en sociología:
“Las leyes sociales no pueden sin duda ser concretadas en fórmulas matemáticamente exacta, pero si traducirse, en multitud de casos, en formulas numéricas aproximadas, que hablan al espíritu con el lenguaje de las cifras y no sólo con esas impresiones literarias.”(Dellepiane, 1907: 149).
En los capítulos de su libro a los que denomina “notas de crítica sociológica” señala que es necesario “combatir la idea, tan generalizada como errónea, de que los problemas de la ciencia social se hallan al alcance de cualquiera aún de los indoctos. No hay hechos más complejos que los fenómenos sociales.” (Dellepiane, 1907: 159). Desde esta perspectiva epistemológica, es que se aboca a reproducir de forma más sintética su estudio sobre la delincuencia en Buenos Aires. Lo que luego dio origen al trabajo denominado El suicidio en Buenos Aires de 1895.
En este trabajo sobre el suicidio sostiene que “allí donde la vida es más activa, es más frecuente la tentación de la muerte.” (Dellepiane, 1895: 201). El mismo se realizó sobre la base de informes policiales de los periodos de 1881 a 1892 y el anuario estadístico de la ciudad de Buenos Aires de 1892. El trabajo tuvo como epicentro a los inmigrantes y sus formas de integración social a ese nuevo país que los acoge. Esta problemática es un tema caro y sentido en la historia sociológica, más cuando es preciso recordar que la obra El suicidio de Durkheim es de 1897.
En el Buenos Aires en 1881 había doce suicidios por cada 100.000 habitantes, subiendo en 1884 a 19 y en 1886 a 25 casos. En este contexto, Dellepiane plantea que “… desde entonces ha oscilado alrededor de los 25 casos, ya descendiendo hasta 22 en 1890, ya elevándose hasta 28 en 1891.” (Dellepiane, 1895: 201). Esta duplicación de las muertes por suicidio, lo lleva a interrogarse si “… la cifra ¿es abultada o exigua. Ni lo uno, ni lo otro.” (Dellepiane, 1895: 202) concluye. Entonces recurre a los datos secundarios de las muertes por suicidio en otros países, destacando que los valores más elevados se dan en Londres (8,5), Berlín (32), Paris (32) y Nueva York; siendo esta “ la ciudad del mundo en que prospera más vigorosa y más lozana la planta maldita de la suicidomanía” (Dellepiane 1895: 202).
Este autor nuevamente hace hincapié en la crisis económica y financiera de 1890 para analizar los suicidios en Buenos Aires, de la cual ya se había basado su modelo explicativo en el otro texto analizado del autor y cuyos efecto se harán sentir hasta 1891, Entendiendo que
“será un periodo de derrumbamiento propiamente dicho, de la liquidación de los negocios y de la liquidación de las personas, de la inmigración hacia Brasil o hacia Europa y de la inmigración hacia el otro país que jamás vuelve.” (Dellepiane, 1895: 203).
En 1891 habrá en Buenos Aires 150 suicidios y su explicación lo ligará a los acontecimientos político-económico de lo acontecido en 1890, y la llamada revolución del parque, pero sin una profundización sobre los aspectos políticos que rodean estos hechos.
Entiende necesario analizar la población inmigrante y su relación con el suicidio. En este contexto, las muertes violentas están encabezadas por los alemanes, seguidas por los franceses, ingleses, españoles, argentinos e italianos. También se interroga si “… ¿en efecto la raza, o bien de algún factor social como la religión o la instrucción? Difícil es decirlo.” (Dellepiane, 1895: 204). Cuando analiza las muertes por sexo en Buenos Aires señala que el número de suicidios masculinos es tres o cuatro veces superior al de las mujeres.
Dellepiane también relaciona esas muertes por suicidio en Buenos Aires con el estado civil. Entonces plantea que los solteros de ambos sexos “son más dados al suicidio que los viudos, y estos los son más que los casados.” (Dellepiane, 1895: 206). El fenómeno observado también está bajo la lupa de
“las clases sociales de una cierta cultura, recibe entre nosotros una acabada comprobación. ciudad de inmigración en grado inminente, Buenos Aires encierra entre sus habitantes una masa enorme de adultos analfabéticos”(Dellepiane, 1895: 206).
Según el censo de 1887 más de una cuarta parte de la población mayor de ocho años no sabía leer ni escribir;
“los iletrados entran, sin embargo, en la cifra de suicidios mucho menor a un cuarto. Por lo regular el 10% no sabe leer ni escribir. De nuestros cálculos resulta que en cada 100000 alfabéticos hay 42 suicidios y solamente 10 en cada 100000 analfabéticos” (Dellepiane, 1895: 206).
En este contexto el autor entiende la importancia analizar la cifra de suicidios según la influencia de la religión. El censo de 1887 da cuenta que Buenos Aires contaba con 420.263 católicos y 8061 protestantes; es decir que atento a esas cifras había un protestante cada 52 católicos. Entonces señala que “la inclinación a la muerte es más fuerte entre los católicos que en los sectarios de la iglesia reformada.” (Dellepiane, 1895: 207).

En las conclusiones de su trabajo sobre el suicido en Buenos Aires señala que la curva mensual de muertes ofrece una serie de particularidades dignas de mención, dado que “desciende en los primeros meses del año de un modo notable, para elevarse, poco a poco, a comienzos de la estación brumal y alcanzar su máximum en junio.” (Dellepiane, 1895: 208). Esa curva de suicidios no coincide con la curva térmica, siendo la intermedia entre el verano y el invierno la que se lleva las mayores cifras. Pero más allá de que no cuenta con una respuesta precisa deja bien en claro que ello “responde, probablemente, a influencias sociológicas, más bien que cósmicas” (Dellepiane, 1985: 208).
5 -Consideraciones finales
La historia de una disciplina como la sociología no deja de desplegarse en el marco de un contexto histórico. Siempre depende del medio intelectual, pero también del resguardo de instituciones, desafíos, demandas y horizontes que lo configuran. Repasar esa historia desde un “vacío” es realmente imposible y siempre es necesario pensarlo desde lo situacional. Además, por si lo señalado no fuera suficiente, pensar la historia siempre es algo complejo y controversial. Más aún cuando el personaje que se analiza, Antonio Narciso Dellepiane, se encuentra desdibujado, salvo alguna cita ocasional que le da vida a su existencia sociológica.
Esta situación nos lleva a preguntarnos, ¿por qué esto fue así? Más cuando señalamos que, además de esa efeméride de importancia, fue un autor significativo para el desarrollo de la disciplina. Esto se ve en la apertura de nuevas expresiones teóricas y debates que se daban fuera de las fronteras del país. Como así también al desarrollo de trabajos empíricos y al vínculo de la disciplina con los adelantos y datos estadísticos que se producían en Argentina, además de abrir un espacio a la profesionalización de la sociología.
Claramente Dellepiane escapa en su obra al simple sentido común, para remitirnos a las transformaciones del mundo moderno que se avecinaba en Argentina, pero tendrán los textos que les presentamos una cierta ruptura con las herencias filosóficas que la sociología traía. Este autor se propone ser guía del conocimiento sociológico en sus aspectos teóricos, metodológicos y técnicos. Su actitud sobre Comte será muy marcada al comienzo de su periplo intelectual, algo que podríamos pensar como imposible de omitir en esa escena inaugural de la sociología argentina.
El artículo buscó presentar el sello del autor y el horizonte que deseaba desarrollar para esa sociología de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Tarea que por cierto cuenta con un objetivo casi lógico, como es dar el puntapié inicial para que la historiografía de la disciplina se interese por él y su obra. Precisamente, “esa historia en la que nos sumerge esta biografía intelectual, no dejará de ser un campo de disputas donde se ponen en juego lecturas sobre ese pasado.” (Turkenich, 2012: 1). Sobre todo cuando no se dejarán de señalar y discutir aspectos teóricos, epistemológicos y metodológicos. Además, se intentan establecer posicionamientos respecto del ámbito que se trate y
“en este campo de estudio, cada vez más consolidado, conviven un conjunto de interpretaciones que incluyen: disquisiciones sobre marcos analíticos para el abordaje histórico, historia de sus conceptos teóricos fundamentales, discusiones sobre el origen -sus iniciadores o padres fundadores-, las historias institucionales, lecturas sobre su profesionalización, sus vínculos con la coyuntura política, etc.” (Turkenich, 2012: 3).
Dellepiane tiene dificultades para ser parte del panteón de los precursores de la sociología en Argentina. Aun así destacamos las ideas, preguntas y percepciones que son parte de su producción y que intentamos reflejar al revisar su obra. En este sentido, entendemos que ella merecería una mayor atención por parte de los que han historiado la sociología argentina. La ausencia de referencias a Dellepiane son notorias, por ejemplo en la obra de Poviña (1941), en el trabajo “Introducción a la historia de las ciencias sociales en la Argentina” de Juan Agustín García (1955), en la obra “Sociología” de Raúl Orgaz (2013) o bien en lo señalado por su ex discípulo, Ricardo Levene (1947). En su historiografía de la disciplina, Poviña menciona la llamada generación del 37, que tiene como figuras descollantes a Echeverría, Sarmiento y Alberdi; siendo ellos los iniciadores de las primeras grandes ideas sociales en el país, adaptadas a sus posiciones políticas de orden práctico.
Desde otras perspectivas historiográficas, la sociología de Dellepiane entra en aquel periodo llamado de titularización o la llamada sociología de cátedra en las universidades. En cuyo caso ese espacio fue la Universidad de Buenos Aires y tuvo la particularidad de ser la primera cátedra del país (Blanco 2004). Serán en su mayor parte abogados quienes se dedicaban a la enseñanza de la materia; siendo este un “… periodo de escaso desarrollo de datos sobre obras y autores.” (Pereyra, 2010: 7). Al introducir a Germani en las consideraciones de este debate, Dellepiane entiende en ese periodo, como quienes se ocupan de la “sociología” como una suerte de ensayistas o literatos (Germani, 1956). Recién en 1957 se producirá una ruptura significativa entre el pasado y el presente con la fundación del Departamento de Sociología en la UBA (Donini, 1961).
Dellepiane era abogado, pero también tenía las credenciales y los vínculos necesarios, atento a los cánones de la época para acceder a la vida universitaria de su época. Contactos que aumentaron a partir del 1900 con su noviazgo y posterior casamiento con la hija del influyente ex presidente Nicolás Avellaneda; lo que le facilitó la consecución de títulos para ser parte de esa “élite” intelectual universitaria (Teran, 2008).
Es oportuno señalar que Dellepiane fue parte de un periodo, más precisamente el de 1880, en donde el proceso de la llamada organización nacional era vivido como un periodo de crecimiento importante del país y de bienestar. Además de contingentes importantes de inmigrantes que poblaran las grandes urbes del país (Germani, 1964). Los pensadores de ese periodo carecían, en su consideración, de un enfoque científico sobre el análisis de las problemáticas que emergían. Esos sociólogos precientificos, para Germani, son una serie de autores destinados al olvido sin mayores remordimientos; y Dellepiane entra esa constelación.
Por su parte, Francisco Delich será aún más severo con los precursores. Con quienes tiene resguardos para considerarlos sociólogos y los identifica más bien como recopiladores de datos (Delich, 1977). Otros autores tendrán una mirada menos severa al respecto, como por ejemplo Sidicaro (1993), Torcuato Di Tella (1980) y Altamirano (2004), por mencionar algunos de ellos. Vale destacar a Horacio González cuando señala que
“el ocupante de lo que de hecho puede considerarse la primera cátedra de sociología argentina, en la Facultad de Filosofía y Letras a partir de 1904 --salvo, como dijimos, la menos visible actuación de Antonio Dellepiane o la menos atendida de Juan A. García.” (González, 2000: 40).
Señalamiento que está afirmación se encuentra muy alejado de los hechos históricos sociológicos que venimos presentando. A pesar de la omisión de su figura intelectual, Dellepiane es parte del mito fundante de la sociología en Argentina. Este autor intentó situarse por sobre las disputas políticas del país y desde allí establecer una mirada sobre su accionar y esa nueva ciencia que era sociología en Argentina. Nunca dejó de estar presente su interés en constituirse en una suerte de faro, referencia y voz autorizada, sobre los rumbos y caminos que debia emprender la sociología.
En su obra “Las causas del delito” se percibe una suerte de metamorfosis. En este sentido, en sus comienzos escribe desde una perspectiva jurídica, y de la sociología criminal como una importante ciencia auxiliar del derecho; para concluir señalando que el delito es un fenómeno social. Sin embargo, al momento del análisis del delito a través de los datos secundarios sobre lo que acontecía en Buenos Aires, su postura fue la de situarse como un sociólogo. Es decir que asumió esa identidad profesional como tal. En este marco, vale repetir algo que ilustra lo que venimos reflexionando, y es dar cuenta de Dellepiane como un iniciador de una tradición discursiva.
Dellepiane consideraba que para que la sociología crezca, debería estar atenta a los desarrollos de la estadística y su información, ya que sin datos la sociología tendrá poco para ofrecer. Entiende además que la sociología debe ser aséptica de los contextos políticos para poder conformarse como una ciencia. Ya en 1892 está claramente desarrollada su perspectiva epistemológica y aspira a convertirse en una voz fuerte y potente, para señalar qué es lo que debe hacerse en el campo de la sociología. Introduce, claramente, un lenguaje sociológico en su obra, preocupaciones en igual sentido y una nueva forma novedosa de construir y presentar aspectos sociales al debate político de la época.
En 1892 Dellepiane, como se señalo, se sentía un sociólogo, profesión que seguramente contaba con un número poco significativo de adherentes y un escaso reconocimiento social. Es muy probable que hasta haya sido poco conocida en el país. Aun así, esto no le impide intentar establecer compromisos institucionales con esa nueva ciencia y buscar ligar a ella a otros autores y también instituir diálogos con actores sociales y políticos del momento. Sus esfuerzos estaban encaminados a que su obra se inscriba en una escena entre el pasado y lo moderno. Que la asunción de lo nuevo sea en los entornos institucionales, las normas y los valores para actuar y dar sentido a un futuro de la sociología (Blois, 2018).
Este autor fue nombrado profesor titular de la primera cátedra de sociología en el país y posteriormente alcanzó prestigios y honores internacionales. Sus textos se tradujeron en la Biblioteca Internacional de Sociología y llegó ocupar la Vicepresidencia de la Asociación Internacional de Sociología**********. También fue profesor agregado en la Universidad de París; lauros que ningún otro de los llamados precursores de la sociología de su época alcanzó. Además, su voz estaba presente en la sociología argentina y se lo conocía y escuchaba en europea, muy especialmente en Francia.
Finalmente, queda para otro momento tratar de encontrar una respuesta más acabada del ¿por qué? este autor no forma parte del “panteón” de los sociólogos iniciadores de la sociología en Argentina; otro aspecto curioso es que en 1918 se retiró de la cátedra de sociología y su huella se pierde del campo sociológico, no asi en el campo de la historia y sus publicaciones se encaminan a un derrotero más de corte histórico si se quiere; como por ejemplo: “Una fundación de Mitre” de 1917, entre otros.
Un punto angular para dar cuenta del desplazamiento de Dellepiane de la sociología a la historia, podemos encontrarlo en los hechos que se gestaron a partir del Congreso Americano de Ciencias Sociales del año 1916. En esos años en que se desarrollo el congreso se daba una consolidadción del Estado Nacional, quien facilitará mayores relaciones internacionales para las “ciencias Sociales” y faciliades para que ella se exprese en el espacio público de la época (Pagano:2016). Estos eventos carecían de todo forma de masividad, más bien estaban reservados para una minoría ilustrada que fijaban una imagen importante del estado liberal del que eran parte. Por otra parte, la reforma universitaria de 1918 modifico significativamente las formas de acceso a los medios universitarios, marcando junto con la victoria de la Unión Civica Radical ese mismo año, más los hechos que se desarrollaban en la contienda mundial de 1914/18, darían cuenta de un verdadero cambio de época que comenzaria a sepultar el mundo conservador por otro de corte más “moderno”.
En esa nueva asociación científica que se desarrollaba en la Argentina, pero también en buena parte de Latinoamerica, los hechos políticos locales cuenten con mayor interés por parte del Estado y dará como resultado una estrecha vinculación con los intelectuales para poner proa a este nuevo rumbo que emergia. Desde este marco, el Estado, facilitará nuevas posibilidades editoriales, encuentros, seminarios y una circulación importante de este espacio de intelectuales en el mundo social. En ese contexto Antonio Dellepiane, abandona en primer lugar los estudios de corte sociológico y posteriormente la Catedra de Sociologia en la Facultad de Derecho, para ocupar lugares de importancia en el campo estatal, ahora ligado a la historia; esos trabajos se encaminaran al campo de la historia del siglo XIX, en particular sobre el rosismo. Este “abandono” por parte de Dellepiane del camino sociológico y su inserción al campo de la historia; ello puede ser un elemento sustancial para comprender ese “olvido” del que fue objeto Dellepiane. Para el derrotero de la sociología a partir de la década del veinte del siglo XX , el autor en cuestión quedará muy lejos de los futuros acontecimientos de esta ciencia.
Agradecimiento
Deseo hacer constar mis agradecimientos a dos árbitros anónimos de la revista Trabajo y Sociedad por sus comentarios, críticas y aportes que me permitieron, creo, mejorar mi versión original al contar con nuevas miradas y perspectivas
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Sus Obras
Las causas del delito. Buenos Aires, 1889
El idioma del delito. Buenos Aires, 1894
El método histórico en las ciencias jurídicas. Buenos Aires, 1897
Aprendizaje técnico del historiador americano. Buenos Aires, 1905
Cuestiones de enseñanza superior. Buenos Aires, 1907
El doctorado y los seminarios de investigación. Buenos Aires, 1907
Estudios de filosofía jurídica y social. Buenos Aires, 1907
Nuevos rumbos de la critica histórica. Buenos Aires, 1908
La universidad y la vida. Buenos Aires, 1910
El progreso y su formula (lecciones profesadas en La Sorbona). Paris, 1912
Figuras universitarias:Goyena. Buenos Aires, 1913
Los tres Lopez. Buenos Aires 1914
Jose María Ramos Mejia. Buenos Aires. 1914
Les Sciences et la méthode reconstructives. Paris, 1915
Una fundación de Mitre. Buenos Aires, 1917
La tarja de Potosi. Buenos Aires, 1917
Sintesis de filosofía del derecho. Buenos Aires, 1918
Dos patricias ilustres. Buenos Aires, 1923
Dorrego y el federalismo argentino. Buenos Aires, 1926
El himno nacional argentino. Buenos Aires, 1927
Estudios de historia y arte argentino. Buenos Aires, 1929
Rosas en el destierro. Buenos Aires, 1936
La expresión en el arte. Buenos Aires, 1937
Nueva teoría general de la prueba. Buenos Aires, 1939
Obras póstumas
Arte e historia. Buenos Aires, 1940
Rosas. Buenos Aires, 1950
Rivadavia y la filosofía. Buenos Aires, 1952
Figuras ilustres. Buenos Aires, 1953
Tres episodios históricos. Buenos Aires, 1957
Notas