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Trayectorias de simultaneidad: Experiencias de formación y trabajo entre tatuadoras mujeres y diversidades sexo genéricas
Trajectories of simultaneity: Experiences of training and work among female tattoo artists and gender diversity
Trajectórias de simultaneidade: Experiências de formação e de trabalho de mulheres tatuadoras e diversidade de género
Trabajo y sociedad, vol. 26, núm. 44, pp. 115-133, 2025
Universidad Nacional de Santiago del Estero. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Instituto de Estudios para el desarrollo Social (INDES)

TRAYECTORIAS LABORALES FRENTE A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DIGITALES DE TRABAJO


Recepção: 03 Agosto 2024

Aprovação: 11 Setembro 2024

Resumen: El crecimiento de las redes sociales digitales como Instagram en los últimos años ha sido acompañado por la proliferación de cuentas privadas y comerciales que utilizan dicha red como canal de venta y comercialización de productos y servicios. Dentro del campo de los servicios de cuidado personales el mundo de las intervenciones corporales como los tatuajes ha encontrado en el espacio virtual maneras específicas de inserción laboral, de acceso a la información y de sociabilidad laboral, especialmente en el caso de las mujeres y diversidades sexo genéricas que acceden a esta red social. A lo largo de un trabajo de campo cualitativo iniciado en 2022, se realizaron entrevistas en profundidad con tatuadoras mujeres y diversidades, así como observación de espacios de trabajo y ferias, y también, el seguimiento de las cuentas de Instagram de las personas entrevistadas y del registro de sus experiencias de trabajo en ellas. En este artículo nos proponemos indagar en las trayectorias de formación y trabajo de las tatuadoras entrevistadas, para dar cuenta de las modalidades bajos las cuales acceden al campo del tatuaje, las vías de profesionalización, las condiciones de trabajo y sus características particulares (estéticas, cuidados, seguridad, relación con los clientes vinculado al trabajo emocional). Nos preguntamos de qué manera se construye una modalidad laboral que encuentra en las redes sociales digitales una forma específica no solo de visibilización sino también de trabajo. En este texto sostenemos que resulta central analizar este mundo de trabajo a partir de la simultaneidad del trabajo off line (caracterizado por el momento de la realización del tatuaje) y el trabajo on line que las tatuadoras realizan en el marco de lo requerido en sus cuentas de Instagram.

Palabras clave: Tatuajes, trabajo, redes sociales digitales, género.

Abtract: The growth of digital social networks such as Instagram in recent years has been accompanied by the proliferation of private and commercial accounts that use this network as a sales and marketing channel for products and services. Within the field of personal care services, the world of body interventions such as tattoos has found in the virtual space specific ways of labor insertion, access to information and labor sociability, especially in the case of women and gender diversities that access this social network. Throughout a qualitative fieldwork initiated in 2022, in-depth interviews were conducted with women tattoo artists and diversities, as well as observation of workspaces and fairs, and also, the monitoring of the Instagram accounts of the interviewees and the record of their work experiences in them. In this article, we investigate the training and work trajectories of the tattoo artists interviewed, to account for the modalities under which they access the field of tattooing, the ways of professionalization, the working conditions and their particular characteristics (aesthetics, care, safety, relationship with customers linked to emotional work). We interrogate about the construction of a work modality that finds in digital social networks a specific form not only of visibility but also of work. In this text we argue that it is central to analyze this world of work from the simultaneity of offline work (characterized by the moment of tattooing) and online work that tattoo artists perform in the context of what is required in their Instagram accounts.

Keywords: Tattoos, work, digital social networks, gender.

Resumo: O crescimento das redes sociais digitais como o Instagram nos últimos anos tem sido acompanhado pela proliferação de contas privadas e comerciais que utilizam esta rede como canal de venda e marketing de produtos e serviços. Dentro do campo dos serviços de cuidados pessoais, o mundo das intervenções corporais como as tatuagens tem encontrado no espaço virtual formas específicas de inserção laboral, acesso à informação e sociabilidade laboral, sobretudo no caso das mulheres e das diversidades de género que acedem a esta rede social. Ao longo de um trabalho de campo qualitativo iniciado em 2022, foram realizadas entrevistas em profundidade com mulheres e tatuadoras da diversidade de género, bem como observação de espaços de trabalho e feiras, e ainda, o acompanhamento das contas de Instagram das entrevistadas e o registo das suas experiências de trabalho nas mesmas. Perguntamo-nos como se constrói uma modalidade de trabalho que encontra nas redes sociais digitais uma forma específica não só de visibilidade mas também de trabalho. Neste texto defendemos que é central analisar este mundo do trabalho a partir da simultaneidade entre o trabalho off-line (caracterizado pelo momento da tatuagem) e o trabalho on-line que os tatuadores realizam no âmbito do que é requerido nas suas contas de Instagram.

Palavras chave: Tatuagens, trabalho, redes sociais digitais, género.

SUMARIO: Introducción - 1. Algunas notas metodológicas - 2. Formas de acceso y aprendizaje en el mundo del tatuaje - 3. La construcción de una trayectoria en el tatuaje - 4. Modalidades de trabajo: del estudio a las redes - 5. Instagram y la gestión del trabajo - 6. Un sentido de comunidad - 7. Conclusiones, trayectorias de simultaneidad - 8. Bibliografía.

Introducción

Durante muchos años el tatuaje fue considerado en occidente una práctica marginal, fuertemente estigmatizante. Quienes portaban tatuajes en sus cuerpos eran considerados como parte de grupos sociales

“desviados” (Becker, 2009). Por lo general se trataba de una población masculina, de sectores populares, muchas veces asociado al delito y a la rebeldía. Pero tal como señala la literatura (Rolle, 2013; Lane, 2020; Force, 2020) desde la década del noventa del siglo veinte su uso se ha extendido e incluso se ha feminizado la población portadora de intervenciones corporales. Un estudio reciente realizado en Argentina observa que, del conjunto de pacientes portadores de tatuajes atendidos por el servicio de dermatología de un hospital público de la ciudad de Buenos Aires, el 51% son varones y el 49% mujeres, afirmando que el número de mujeres con tatuajes se ha cuadruplicado en los últimos 20 años (Neglia, et. al., 2021). Desde la sociología, la antropología, la medicina y sobre todo desde la psicología, han proliferado estudios centrados en las motivaciones y características de quienes eligen tatuarse. Muchos de estos estudios, especialmente desde la medicina y la psicología, parten del presupuesto que considera a la población tatuada como propensa a cometer delitos, ser detentora de alguna enfermedad o más propensa a ellas (Mortensen, 2019; Nowosielski, et. al., 2012). También ha sido analizado en tanto estigma como elemento de desprestigio social (Roberts, 2016; Sanders, 1988), y esto posee consecuencias más negativas aún en el caso de las mujeres portadoras de tatuajes (Atkinson 2002; Botz-Bornstein, et. al. 2013; Hawkes, et. al., 2004, citados por Force, 2020). Otros han indagado en los sentidos sociales y culturales vinculados a estas prácticas, ya sea por motivos ornamentales, para otorgar sentido a una experiencia particular, o como forma de expresión identitaria (Le Breton, 2013 [2002]; Giddens, 1990). Otros analizan estas intervenciones como forma de expresar una resistencia (Liotard, 2003). Sin embargo, existe un conjunto de investigaciones más recientes que se concentran en la figura de quienes tatúan, los procesos de trabajo involucrados y sus condiciones de empleo. En este grupo se destacan el estudio antropológico de Valérie Rolle, sobre las modalidades prácticas de resolución de la tensión entre las aspiraciones creativas y condiciones de empleo de los y las tatuadores en Francia (2013). Y también el estudio de David Lane (2020), originado en su investigación doctoral a través de la cual se propone saldar el largamente ignorado “mundo de los tatuadores”, del cual forma parte en tanto coleccionista de tatuajes de larga data. Dentro del conjunto de estudios que se centran en analizar el trabajo de quienes se dedican a tatuar (Baron, 2017; Marotto, 2011; Burns 2019; Sanders y Vail, 2008; Thompson 2015; Tonkovic y Basic, 2022), el estudio de Force (2020), se propone indagar la forma en la cual la red social Instagram se ha convertido en parte del arte del tatuaje y del contexto cultural en el cual este es realizado. Nuestro trabajo se inscribe en esta línea que analiza el tatuaje y sus condiciones de realización atendiendo a la centralidad que adquieren las redes sociales digitales, especialmente Instagram, en la práctica profesional y en las trayectorias laborales de quienes se dedican al tatuaje. Para ello nos centramos específicamente en las experiencias de mujeres y disidencias sexo-genéricas, quienes se han incorporado en tanto trabajadoras de manera más tardía a este espacio, debiendo atravesar mayores obstáculos para acceder a las posibilidades de aprendizaje y para ejercer su actividad. Tal como sucede en otras actividades fuertemente masculinizadas (Faur y Zamberlin, 2008), para ingresar al mundo del tatuaje muchxs1 han debido soportar situaciones de discriminación, acoso y violencia laboral. Los testimonios recabados en nuestro trabajo de campo dan cuenta de ello. Frente a esto, las redes sociales digitales se presentan como espacios en los que se vehiculizan maneras específicas de inserción laboral, de acceso a la información y de sociabilidad laboral que se conjugan con la articulación de demandas vinculadas a discriminación por género y racialidad (Gorban y Vázquez, 2023). Precisamente, y como desplegaremos a lo largo de este artículo, ubicamos nuestra mirada sobre las trayectorias laborales de lxs tatuadores en el marco general de las transformaciones generadas por las tecnologías digitales de informatización progresiva y continua del mundo de la vida (Sadin, 201722, p.23). Se trata de un proceso todavía en curso y en expansión que lleva más de dos décadas. Como plantea Berardi (2007), en el contexto de la era digital, la ejecución manual es reemplazada por tecnologías que automatizan el proceso productivo y el trabajo cognitivo constituye un lugar central. En esta transformación de tiempos largos, la digitalización llega para simplificar, estandarizar y sincronizar la forma en que se realiza el trabajo, convirtiéndolo en una combinación de información de distinta procedencia. De allí la relevancia que señala Berardi del trabajo cognitivo (2023). Si bien en el caso específico de lxs tatuadorxs el trabajo manual todavía no fue reemplazado,2 sí identificamos un incremento significativo en las tareas vinculadas al uso de tecnologías digitales para el trabajo cotidiano: edición de videos, fotografías, programación de publicaciones en línea en las cuentas de Instagram, difusión, contacto con clientes, entre otras. Force (2020) en su análisis sobre los cambios culturales en el tatuaje a partir de Instagram observa transformaciones similares. La red social digital simplificó e hizo potencialmente más eficiente el trabajo para lxs tatuadores, pero, al mismo tiempo, se exigen nuevos y diferentes tipos de trabajo, a menudo no remunerado.

En este artículo nos proponemos analizar las formas en las que las redes sociales digitales modifican las condiciones de trabajo de las mujeres y disidencias dedicadas al tatuaje, e intervienen en la manera en la que éstxs construyen sus trayectorias laborales, abriendo un campo de interacciones que refuerza procesos de aprendizaje y se configura como un ámbito de sociabilidad laboral muchas veces esquivo para este grupo específico de trabajadorxs del tatuaje. Veremos de qué manera lxs tatuadorxs inician sus trayectorias laborales, cuáles son las formas de aprendizaje y de qué manera Internet y las redes sociales digitales modifican la posibilidad de acceso a los circuitos de aprendizaje, tradicionalmente restringidos para mujeres y disidencias. A continuación, nos centraremos en las modalidades laborales, indagando en el espacio de trabajo, entendiendo que el mismo no solo se sitúa en el lugar físico en donde se presta el servicio sino también en los espacios virtuales que cada tatuadorx sostiene en Instagram. Por último, analizaremos de qué manera la sociabilidad que antes se limitaba a las interacciones en los estudios de tatuaje y convenciones, encuentra un correlato en las redes digitales, habilitando no solo la posibilidad de alcanzar un público más extenso sino de construir una trama de relaciones con otrxs colegas y personas cercanas al mundo del tatuaje. En este sentido, el espacio de sociabilidad digital también emerge como un lugar para el aprendizaje e intercambio sobre diferentes problemáticas que atraviesan sus experiencias laborales en tanto mujeres y disidencias.

1. Algunas notas metodológicas

Además del contexto académico-institucional de este trabajo relatado en la Introducción del Dossier, este artículo también se enmarca dentro de un proyecto de investigación, iniciado en 2021, donde se analiza cómo la incorporación de mujeres al mundo del tatuaje se dinamizó a partir de la expansión de los feminismos en diversos ámbitos sociales, laborales y mediáticos.3 Asimismo, potenciada por las redes de transversalización de saberes y experiencias que los feminismos ayudaron a desplegar, observamos cómo la posibilidad de acceder a entornos virtuales de formación que ofrecen las redes sociales permite la construcción de un espacio donde se despliegan modalidades particulares de visibilización de demandas, de inserción laboral, de acceso a la información y sociabilidad laboral.

Realizamos un trabajo de campo de tipo cualitativo que se desplegó en dos etapas. La primera entre noviembre de 2021 y diciembre de 2022 y la segunda entre mayo de 2023 y se extiende hasta mediados del 2024. Durante esta segunda parte del trabajo nos concentramos más específicamente en el análisis de las redes sociales digitales de las personas entrevistadas, así como de otras cuentas relevantes en el mundo del tatuaje. El medio que utilizamos para contactar distintos tatuadorxs para realizar las entrevistas y/o coordinar visitas a espacios de trabajo o eventos de tatuajes fue la red social Instagram. También observamos distintas cuentas de tatuadorxs de esta red social para incorporar al análisis el espacio virtual de trabajo. Entre ambos períodos realizamos entrevistas en profundidad, a veces de manera presencial, otras mediada por videollamada a través de la plataforma meet, a 11 tatuadorxs mujeres y disidencias sexo genéricas. La franja etaria se extiende desde los 25 hasta los 40 años y salvo dos, todxs se dedican al tatuaje como actividad profesional, constituyendo esta su principal fuente de ingreso. También realizamos observaciones en eventos de tatuaje y en diversos estudios de tatuaje y perforaciones de la Ciudad de Buenos Aires. Los eventos en los que participamos se tratan principalmente de jornadas de flashes4 organizadas por diferentes estudios y / o tatuadorxs, en donde ofrecen una serie acotada de diseños para tatuar a precios promocionales. Por lo general estos eventos también cuentan con la participación de otrxs artistas plásticos y de la música, así como emprendedores vinculados a la estética, ya sean del estudio organizador o invitadxs. Otro evento del que participamos fue una convención de tatuaje, “Expo tattoo girl”, realizada en la Ciudad de Córdoba durante agosto de 2022, organizada específicamente por mujeres y diversidades del mundo del tatuaje, motivada por la necesidad de construir espacios seguros por fuera de las lógicas imperantes en un mundo del tatuaje que se caracteriza por una fuerte presencia masculina, cis heterosexual. En ese evento pudimos recorrer una veintena de stands en los que se tatuaba y perforaba.5 Por otra parte, nuestro trabajo de campo también incluyó una experiencia subjetiva en relación al tatuaje, en diversas ocasiones participamos como clientas en sesiones de tatuajes. Esta experiencia nos permitió registrar de modo directo, dimensiones como las de cercanía física, el trato, la confianza con lx tatuadorx, participar en las conversaciones en torno al diseño, y las decisiones artísticas vinculadas a la praxis del tatuaje. En tanto clientas pudimos registrar el momento específico de realización del tatuaje, que conforma una de las etapas del proceso de trabajo de lxs tatuadorxs. Nos referimos específicamente al trabajo que se desarrolla en el estudio, donde pudimos observar y participar de la preparación de los elementos de trabajo, el armado de la mesa y las herramientas, la preparación de las tintas. Al mismo tiempo, pudimos experimentar la importancia que tiene para esta actividad, tanto para lx tatuadorx como para la clientela, el trabajo emocional involucrado. Esta experiencia cuasi auto etnográfica constituye constituyó una vía central de acceso a un lenguaje, prácticas pero sobre todo el “haber estado ahí” que nos brindó cierta “autoridad” a la hora de entablar conversaciones con lxs entrevistadxs6.

Tanto en las entrevistas como en las observaciones recolectamos experiencias de trabajo en torno a la actividad del tatuaje desde una perspectiva feminista que nos permitió identificar recurrencias y singularidades de la actividad. Tal como recupera Black del planteo metodológico de Harding (2006)7, entendemos que los datos relevados de este modo no deben considerarse como si fuera información no mediada, a través de la cual se accedería a un sentido “auténtico” de la experiencia. Por el contrario, recuperamos información a partir del relato de trayectorias laborales en el mundo del tatuaje intentando reconstruir formulaciones realizadas desde el punto de vista de trabajadorxs mujeres y disidencias sexo genéricas, reconociendo la enunciación desde esa posición subordinada, en un campo específico como es la práctica del tatuaje como actividad laboral, un espacio históricamente masculino, cis hétero y patriarcal.

Como veremos en el análisis que desplegamos en este artículo, las trayectorias laborales de las mujeres y disidencias están atravesadas por clivajes de género que condicionan su proceso de aprendizaje, su ingreso y sus experiencias en el campo del tatuaje como práctica artística y profesional.

2. Formas de acceso y aprendizaje en el mundo del tatuaje

El mundo del tatuaje es conocido por ser un mundo dominado por varones cis. La historia del tatuaje se remonta a prácticas rituales antiguas, a marinos y navegantes, que imitaban las técnicas utilizadas por miembros de culturas distantes del mundo occidental de entonces. Tatuarse era un signo de virilidad, fiereza, valentía, daba cuenta de un estilo de vida ligado al riesgo y a la inestabilidad. Hasta la década del noventa del siglo veinte, el tatuaje era una práctica propia de un grupo relativamente marginal. Tal como señala Rolle, es a partir de ese momento que se produce un aumento en la cantidad de personas que se tatúan y al mismo tiempo, un aumento en la cantidad de población femenina tatuada. Estos cambios en el interior del mundo del tatuaje, van a tener una consecuencia que, como veremos más adelante, se profundiza aún más con la intensificación en el uso de las redes sociales digitales, como Instagram. A su vez, aprender a tatuar, era una práctica propia de un circuito aún más restringido (Rolle, 2013; Lane, 2020). Si bien en los últimos años hay algunas escuelas de tatuaje que se ofrecen como tales, no son los lugares legitimados para quién quiere adentrarse en este arte. La lógica de aprendizaje que durante mucho tiempo primó en el mundo del tatuaje, se centraba principalmente en la figura del aprendiz, una lógica de aprendizaje ancestral, que consiste en la transmisión de maestrx a discípulx, tal como sucede entre otras artes. Para quienes tenían interés en aprender el oficio, la única forma de hacerlo era a partir de ser aceptado como aprendiz en los estudios de tatuadores consagrados (Lane, 2020; Rolle, 2013; Clèment, 2022). Esta forma de acceso resultó durante un largo tiempo una manera de controlar quiénes y cómo ingresaban, no solamente a un oficio, sino a una cultura y estéticas específicas (Rolle, 2013; Lane, 2020; Clèment, 2022). Aprender no solo implicaba acceder a los secretos del tatuaje, sino también a los proveedores correctos que garantizaran la calidad de los materiales a utilizar durante la práctica. El tatuador en ejercicio era entonces quien decidía a quién tomaba como aprendiz para transmitir su saber y los instrumentos para hacerlo (Rolle, 2013: 261). Esta lógica de aprendizaje requiere que el tatuador acepte enseñar el oficio y sus secretos a quien se propone para aprender. Por lo general se trata de varones tatuadores.8 El o la aprendiz se compromete entonces a realizar una serie de tareas periféricas en el estudio del tatuador mentor, sin obtener remuneración a cambio de las mismas, por un tiempo prolongado que, puede extenderse en algunos casos, durante varios años. Las tareas pueden ser de lo más variadas, limpiar y ordenar el estudio, recibir a la clientela, y otras actividades que implican estar a disposición de la persona que enseña, haciendo todo aquello “que resta por hacer” (Avril y Ramos Vacca, 2020).

Esta forma de transmisión de saberes, resulta aún más complicada para las mujeres y disidencias, que debieron abrirse un espacio en este campo a fuerza de insistencia, aprovechando los márgenes, intersticios y oportunidades que en ciertas ocasiones se habilitaban (Clement, 2022). En muchos de los testimonios recabados durante nuestra investigación, las experiencias como aprendices aparecen ligadas a abusos laborales, malos tratos e incluso acoso sexual. Aún entre aquellxs que no relatan en primera persona una situación similar, las prácticas abusivas y violentas se repiten en referencias a experiencias de personas cercanas o a las que se accede por testimonios que circulan a través de las redes sociales digitales. La precariedad de la condición que esta figura conlleva se ve incrementada por la desigualdad de poder entre quien enseña y quien aprende, no sólo en términos de un saber técnico, sino también por ocupar un lugar de prestigio en el mundo laboral al que se quiere acceder.

La antropóloga francesa Valérie Rolle, en su investigación sobre el campo profesional del tatuaje en Francia, también identifica en el cruce entre el artista y el artesano, que el profesional del tatuaje inscribe su aprendizaje en una lógica que emula la figura del aprendiz en los talleres. En adición a esta forma, la autora, agrega una segunda lógica, la del aprendizaje autodidacta. Esta lógica resulta ampliamente extendida entre las mujeres y disidencias entrevistadas, aun cuando observamos que se yuxtaponen diversas formas de aprendizaje, incluso hay experiencias cercanas a la figura del aprendiz entre las de trayectorias de las “pioneras”. El modo autodidacta, aparece acompañado por un factor determinante que caracteriza la manera en la cual se conforman las trayectorias de lxs tatuadorxs objeto de nuestra investigación, nos referimos al lugar que ocupan las redes sociales digitales en la construcción de las mismas. El acceso a Internet, a partir del uso de diversos formatos de aplicaciones y plataformas como los viejos blogs, YouTube y más recientemente, a través de Instagram, permitió “democratizar” el acceso a los materiales y herramientas necesarias para el oficio (tintas, agujas, máquina, camillas, luces, por nombrar sólo los más visibles) y fundamentalmente a diversas estrategias para acceder a una formación en el tatuaje. Todo esto generó un crecimiento de la práctica del tatuaje coincidiendo con una masificación de la misma que se extendió más allá del público de nicho. Como veremos a lo largo de este artículo, las trayectorias de lxs tatuadorxs analizadas dan cuenta de dichos procesos mostrando a la vez de qué manera sus carreras laborales no pueden escindirse de su experiencia construida en las redes sociales digitales. Tampoco pueden pensarse por fuera de modalidades de organización colectiva particulares, apoyadas fuertemente en las interacciones a través de aplicaciones como Instagram, en el marco de las cuales se comparten saberes y espacios de trabajo.

Volviendo al proceso de formación, como destaca Rolle, quienes se forman de manera autodidacta,9 lo hacen a través de la búsqueda de recursos propios, sin embargo, esto no supone la ausencia de otrxs en el proceso de aprendizaje. Existen intermediarios materiales a través de los cuales se dan estas interacciones. En el caso analizado por Rolle, cuya investigación es anterior a la expansión de Instagram, estas formas de acceso al conocimiento se encuentran en las revistas especializadas y en sitios de Internet dedicados a la práctica (2013: 162). A diferencia del aprendiz, no tienen el entrenamiento directo provisto por la supervisión de un maestro que corrige en el acto la postura, la forma de empuñar la máquina, el tipo de aguja a utilizar, la presión exacta sobre el cuerpo de quien se está tatuando. Esa experiencia, que se construye fuertemente a partir de la sociabilidad que da el estudio, se busca entonces a través de esos otros medios, convenciones, visitas a estudios de tatuaje de amigues o conocides. Esos vínculos resultan importantes para el aprendizaje y para poder afianzar la técnica, pero también para acceder a la cotidianeidad del mundo del tatuaje y la consolidación de las trayectorias laborales. En el próximo apartado nos centraremos en las formas en que se construyen dichas trayectorias.

3. La construcción de una trayectoria en el tatuaje

Las carreras laborales de mujeres y disidencias sexo genéricas en el mundo del tatuaje pueden ser graficadas de manera sinuosa, y azarosa, como muchas otras trayectorias femeninas. De acuerdo a los relatos analizados, el tatuaje no se piensa en una primera instancia como un trabajo, su aprendizaje no se deriva de proyectarlo como salida laboral a una veta artística, o como un espacio más para desplegar el arte propio, sino que se piensa como un campo específico, como la entrada a un mundo. Ese campo de saber y experiencia que se establece en torno al tatuaje, se compone de reglas y prácticas específicas. Lo que se juega en el aprendizaje es la posibilidad de acceder a estas técnicas, prácticas y saberes de ese mundo. Las carreras laborales, que en la gran parte de los casos se inician entre los 16 y los 20 años, son el resultado de una elección que se define después de meses y hasta años de práctica. Especialmente entre las pioneras, aquellas que abrieron un recorrido hacia fines de la década del noventa del siglo veinte, para aprender había que acercarse a un estudio establecido y con cierto prestigio que accediera a por lo menos dejar observar el proceso de trabajo. Si bien la figura de aprendiz existía, era una modalidad más extendida entre varones. Para las mujeres, adentrarse en el tatuaje implicaba encontrar recursos que les permitieran completar un recorrido autodidacta. Esos recursos tenían que ver sobre todo con encontrar el acompañamiento, en diferentes grados, de personas cercanas, conocidos, amigos o parejas que aceptaban explicar y enseñar. Y si ese aprendizaje relativamente solitario tenía éxito, esto permitía que luego pudieran ofrecer sus servicios (Becker, 2008:101).

Para la mayor parte de nuestrxs entrevistadxs, el mundo del tatuaje no les era completamente ajeno. Algunxs empezaron trabajando como recepcionistas en un estudio, o simplemente frecuentando los estudios de tatuajes como clientxs. En otros casos el ingreso parece darse “de casualidad”, o debido a una coyuntura favorable (una mayor demanda de mujeres tatuándose) que les permite ser contratadas.

Ana, tatúa desde los 19 años, luego de haber terminado su carrera en Bellas Artes, como maestra de plástica. El tatuaje surge en el marco de su propia investigación en el arte, como una forma de explorar otra técnica. Se compró una máquina, agujas y tintas dispuesta a probar. Fue así que llegó hasta un estudio de tatuajes, un local comercial al público en una conocida galería del centro de la ciudad de Buenos Aires.

“Buscaban lo que sería como el cupo [se refiere al cupo femenino], porque como el público se había abierto tanto, ya no eran todos chabones, iban muchas mujeres, iban menores de edad con los padres, con las madres. Entonces había que tener alguien como para atender a esas personas. Yo tenía 19 años y no tenía hijos, no le representaba muchas complicaciones al dueño. “Listo, acá tenés este box [se refiere al cubículo en que trabaja], así quedás más protegida y le vas a caer mejor a los padres y a las madres. (...) En ese momento no lo consideraba ni ahí como un trabajo, me compré algunas cosas, pero no, la verdad es que no puedo decir que tatué antes. Porque ni siquiera fui a buscar trabajo, fui a buscar material para tatuar, pregunté un par de cosas y me engancharon justo.

Me preguntaron “para, ¿vos estás tatuando?”, no, digo la verdad, estoy empezando. (Ana, tatuadorx, 40 años, CABA)

Luego de ingresar, Ana permaneció trabajando allí durante siete años. En ese tiempo el ritmo intenso de trabajo, y la popularidad del estudio le permitió adquirir una vasta experiencia y mejorar su técnica. De las 14 personas que trabajaban con ella, Ana y la recepcionista eran las únicas mujeres. Como tatuadoras, solo dos mujeres más ingresaron durante el tiempo que ella trabajó allí, por un corto período. La mayoría de sus compañeros esperaban juntar dinero suficiente para irse a trabajar por su cuenta o cambiar de estudio. Para ella irse fue más difícil, no conocía a otras mujeres, y temía quedar fuera del circuito, tal como no se cansaba de repetirle al dueño de aquel lugar.

Experiencias como las de Ana son recurrentes entre las de trayectorias más extensas. Para quienes se iniciaron luego de los tempranos años 2000, los recorridos se modifican en función de la posibilidad de acceder a diferentes recursos de aprendizaje que posibilita Internet. El relato de Juana se ubica en este grupo, señalando la importancia de la red global para el acceso de las mujeres y disidencias a este oficio:

“Más allá de mi caso particular, que ahora te cuento, hay en general dos caminos posibles que son los que más se usan. Uno es el de entrar de aprendiz de alguna persona o en algún estudio, qué es esto que vos decías, con todo lo que pudo haber cambiado, tenemos testimonios de situaciones muy bravas. Y después yo creería que la mayoría de mujeres y disidencias, no te lo puedo asegurar, pero puedo conjeturar que siguen el camino autodidacta, que es el que hace posible la Internet. Básicamente, ese fue el camino que hice yo, que empecé a tatuar hace como 12 o 13 años. Si bien Internet no era lo que es hoy, había YouTube, foros, espacios donde había gente dispuesta a compartir cierta información, con el nivel de desorganización que implican esos espacios, dónde una dice una cosa, y otra dice otra. [se trataba de] Ir investigando y formando el propio camino”. (Ana, tatuadora, 40 años, CABA)

En efecto, para la gran mayoría de las personas entrevistadas, el camino autodidacta se explora a partir de las herramientas que ofrecen plataformas como YouTube, complementadas con la búsqueda de asesoría y acompañamientos de otrxs tatuadores conocidxs. El aprendizaje a partir del contacto con otrxs resulta central, tal como señala Ana al hablar de su experiencia en el estudio de tatuajes y la dificultad de irse, a pesar de no encontrarse cómoda trabajando allí:

“En ese momento, si estabas afuera del circuito, quedabas siempre ahí como amateur, tatuando cada tanto si te tocaba, y si no tenías práctica no, no podías avanzar. Si trabajas de manera individual, tampoco avanzas, por más cosas que haya y por más que estés en You Tube y veas gente y te contactes por las redes sociales. Hay un montón de información que se mueve ahí y está buenísima y hay un montón de material que podés conseguir, pero si no estás en contacto con otros tampoco avanzas, necesitás la interacción con otras personas.” (Ana, tatuadora, 40 años, CABA)

Un punto en común entre las trayectorias analizadas es que el acercamiento al mundo del tatuaje se relaciona directamente con la fascinación por haberlo experimentado en sus cuerpos. Es a partir de ese primer contacto que comienzan a explorar formas de aprender y acercarse a ese saber.

Jimena inicia su relato afirmando que “desde chica mi familia y yo sabíamos que iba a tener algo que ver con los tatuajes”. El arte estuvo presente en su vida desde siempre, y la fascinación que manifiesta por los tatuajes la acompaña desde su infancia. Cuando la entrevistamos trabajaba en un estudio de tatuaje en una galería de un barrio de clase media alta de la Ciudad de Buenos Aires.

“Mi familia y yo sabíamos desde que yo era muy chica que iba a tener muchísimos tatuajes, que iba a pasar algo con eso en serio. Porque me sentía como, ¿eh? completamente fascinada por los tatuajes al, punto de que yo volvía del jardín de infantes con todo el brazo dibujado que era porque alguien me pidió que le dibuje un circulito dentro un circulito pegado otro circulito adentro de otro circulito y así todo el brazo. Entonces era como que claramente yo tenía interés muy prematuro por el tema, desde siempre me expresé mucho a través de las artes plásticas”. (Jimena, 34 años, tatuadora, CABA)

La fascinación que relata Jimena también está presente en otros testimonios que recabamos a lo largo de nuestro trabajo de campo. Muchas veces esa fascinación se acompaña de una experiencia previa en el campo artístico, ya sea el estudio de diseño, arte, pintura, o simplemente la afición por el dibujo. En esos casos, el tatuaje parecería una “deriva” de esas experiencias estéticas, resultado de una búsqueda en y desde el arte. Pero también están aquellas que manifiestan que antes del tatuaje no tenían una inclinación particular por el arte, como Juana que dice que ella no aprendió a dibujar antes de ser tatuadora y que por eso cuando le preguntan por su habilidad para el dibujo, ella responde que solo sabe tatuar, que no sabe dibujar.

En cualquier caso, con o sin trayectoria artística previa, la fascinación y el deslumbramiento resultan disparadores para acercarse a la máquina, las tintas y las agujas. Se trata de un camino en el que se busca la adquisición de maestría en este oficio que no se aprende de la misma forma que algunos otros oficios y profesiones, que se realizan en escuelas e institutos.

Yo empecé de muy chica, no sé si es la historia convencional de, bueno el arte me llegó y lo tomé, sino que quizás yo siempre estuve metida, siempre dibujé y siempre estuve en contacto con mi lado artístico y que realmente no, no, mi historia no es la historia “difícil” que quizás se romantiza un poco, sino que me llegó, se presentó realmente, porque fue así que un conocido de mi papá me dijo che, ¿por qué no te lo ponés a hacer y probás? Hacelo, está bueno, ese fue un primer contacto.” (Telma, tatuadora, 28 años, CABA)

Tradicionalmente, ingresar al mundo del tatuaje era equivalente a ingresar a una sociedad cerrada que posee sus secretos en relación al acceso a los instrumentos, el saber, y las formas de circulación de ambos. En los últimos treinta años, tal vez un poco más, las convenciones y revistas de tatuajes, prolongaron los espacios de intercambio, reforzados más adelante por Internet, que abrió el acceso a las herramientas de tatuaje y contribuyó a la difusión del discurso que apunta a la rehabilitación de la práctica del tatuaje (Mello, 2000, citado por Rolle, p 261). Precisamente, las redes sociales digitales vienen a completar este círculo masificando no solo el acceso a la actividad sino también promoviendo la circulación ampliada del tatuaje como mercancía. Como señala Jimena: “Ahora es mucho más fácil acceder a la información que se necesita para poder tatuar, ahora buscas en YouTube y hay 250 tutoriales de cómo armar una máquina.”

4. Modalidades de trabajo: del estudio a las redes

Como vimos en la sección anterior, las personas entrevistadas durante nuestra investigación acceden al mundo del tatuaje en gran medida, a partir de la búsqueda autodidacta en relación al aprendizaje. Muchas inician esa exploración a partir del contacto con alguien que ya forma parte de ese mundo, atraídas por el tatuaje en tanto forma de expresión. Estos vínculos no implican necesariamente una relación maestro- aprendiz, sino la posibilidad de acceder al conocimiento sobre un saber hacer específico. Como analizamos en el apartado precedente, ese vínculo habilita un camino de aprendizaje que no se clausura con la incorporación de una serie de técnicas, sino que es justamente aquello que se conforma como la posibilidad de construir una experiencia en el oficio. Es esta experiencia, que necesariamente implica una dimensión relacional, la que permite la construcción de saberes situados compartidos por quienes integran este grupo profesional (Becker, 2008). Sin esta sociabilidad, la técnica y el estilo personal de quien tatúa, no pueden ser desarrollados.

Si bien como observamos bajo la figura de aprendiz se justifican malos tratos y abusos laborales también en el caso de varones cis, esta condición resulta más vulnerable en el caso de las mujeres y disidencias. Es en ese contexto que la formación autodidacta y la búsqueda de espacios de trabajo seguros, se combinan en las trayectorias analizadas. En ambas instancias, las redes sociales digitales, especialmente Instagram, poseen un papel gravitante.

Si en el apartado anterior vimos que antes del acceso a Internet y a las herramientas que ésta posibilita para la formación, ese saber compartido se construía sólo a partir de la permanencia en un estudio u observando el trabajo de quienes ya eran profesionales, las redes sociales digitales permiten establecer a las identidades feminizadas, espacios alternativos de sociabilidad que posibilitan tramar redes con otrxs colegas y potenciales clientes (Gorban y Vázquez, 2023). Esta forma de intercambio también potencia el aprendizaje:

“(...) gente que también los toma para aprender y otros por el intercambio [se refiere a la participación en cursos que se dictan de manera virtual o al mero contacto uno a uno que se da en las redes a partir del cual dos tatuadorxs acuerdan tatuarse mutuamente u observar el trabajo del otrx], como que si tenés un artista que te gusta, podés generar un vínculo. A mí me pasó, por ejemplo, con Dana. Me gustó su trabajo, le escribí y ella me respondió y me dijo que estaría encantada de intercambiar y eso fue maravilloso, ¿no? Como bueno, conozco a alguien, me tatuo, aprendo, esa persona aprende de mí y es otra forma.” (Lina, 32 años, tatuadora, CABA)

El acceso a las redes sociales digitales impacta también en los circuitos de formación disponibles, desde el encuentro con otrxs colegas, potenciando las experiencias de intercambio y aprendizaje a partir de la observación del trabajo de otrxs.

Al mismo tiempo, modifican la modalidad de trabajo de quienes tatúan, tanto en relación al tipo de espacio en el que trabajan como en cuanto a la dinámica de contacto, difusión y contratación. En estudios como los de Rolle (2013), desarrollados previamente a la expansión de Instagram, encontramos la referencia a diferentes modalidades de trabajo, que se diferencian en función del tipo de local o estudio en el que lxs tatuadores se desempeñan. En el caso de la autora citada identifica dos modalidades en cuanto al lugar de trabajo: el estudio -por lo general a la calle- y el departamento privado. En este último caso se refiere específicamente al trabajo que se desarrolla en la vivienda de quien tatua. Se trata de espacios físicos que, en conjunto con ciertas características como el tipo de dedicación, la presencia y seguimiento de reglas de higiene y seguridad, el tiempo de trabajo dedicado, el respeto o no por ciertas reglas informales sobre el equipamiento del lugar, definen la condición de profesionalidad de quien/es allí trabajan. Entre las personas entrevistadas para nuestro trabajo de campo, la modalidad en cuanto al tipo de espacio en el que se desempeñan puede ser caracterizado también ya sea que se trate de un local a la calle, abierto al público, o como estudio en un departamento y/ o espacio privado, al que se accede a través de cita previa. En nuestro caso, la forma departamento en el domicilio privado de quien tatúa, sería una tercera forma, pero que se vincula específicamente con el momento de inicio de la carrera laboral de algunxs entrevistadxs. En este caso, la modalidad se extiende durante un período de tiempo relativamente breve, cuando al iniciarse en el trabajo no encuentran un estudio que acepte recibirlas.

El tipo de espacio (sea privado o a la calle) condiciona la manera en la que se organiza la dinámica laboral. Los estudios de tatuaje que funcionan en locales con acceso público, tienen como principal efecto sobre la modalidad de trabajo, el estar a disposición de quien pase por el lugar. Si bien se trabaja con cita previa, estar a la vista de transeúntes o peatones ocasionales, habilita la demanda espontánea, impactando en la forma de organización del trabajo, sobre todo condicionando el tiempo destinado a cada cliente. En estos casos el trabajo tiene un tiempo estimado de realización, los diseños a tatuar por lo general son aquellos disponibles en los books de los locales. Sin embargo, no todos los estudios abiertos trabajan con un mismo perfil de público y demanda.10

Los locales de tatuaje a la calle, cuentan con un plantel relativamente numeroso de diferentes tatuadorxs, a quienes el o los propietarios les ceden las instalaciones comunes (el espacio para tatuar, camilla, luces, mobiliario, servicio de recepción, visibilidad y promoción de su trabajo por ser parte del staff) a cambio de un porcentaje sobre los trabajos realizados. Los espacios privados, que bien pueden funcionar en una casa o departamento, también pueden albergar a un grupo heterogéneo de tatuadorxs, y en ese caso se organizan de manera similar a un estudio a la calle en cuanto al tipo de arreglo económico a través del cual se suma a quienes tatúan, y también proveen el mobiliario básico y las instalaciones para trabajar. Pero en algunos casos, estos espacios privados son relativamente pequeños y se alquilan por día y horario a diferentes tatuadorxs que usan el espacio sin tener instancias de sociabilidad con otrxs colegas mientras están allí.

Otra modalidad registrada en relación al tipo de “contrato” de lxs tatuadorxs con el espacio es la figura del guest, una modalidad de trabajo muy extendida en el mundo del tatuaje. Se trata principalmente de una forma bajo la cual un estudio de cierto renombre invita a diferentes artistas a que realicen estadías, por un período acotado, en un estudio particular. Por lo general, se trata de artistas no residentes, que encuentran bajo la forma de invitaciones de un estudio, la posibilidad de tatuar en diferentes ciudades del país y también del extranjero, accediendo a la clientela propia de ese estudio y a la infraestructura disponible. Además, para el estudio que lxs recibe, es una forma de variar los perfiles de quienes allí tatúan, atrayendo a followers de lxs artistas invitadxs. A su vez, les permite mantener una oferta que se va renovando y una forma de circulación de novedades en las redes sociales digitales. De esta manera logran alcanzar a quienes siguen las cuentas de lxs tatuadorxs invitadxs. Esta modalidad se da sobre todo entre estudios de tatuaje a cargo de tatuadores establecidos (Rolle, 2013).

Los espacios colectivos también pueden estar conformados a partir del trabajo de unx o más tatuadorxs que deciden asociarse para afrontar los gastos de mantenimiento y funcionamiento, y a veces construir una identidad común. Durante nuestro trabajo de campo encontramos ejemplos de espacios colectivos, que no sólo albergan estudios de tatuaje sino también otros emprendimientos artísticos y / o comerciales (como en el caso de La Casa Mostra y de Gotan Tattoo).11 Si bien en cuanto al funcionamiento, formas de organización y construcción de un proyecto artístico cada espacio posee una dinámica propia sobre la que no profundizaremos en este texto, comparten un punto en común en relación a la difusión y visibilización de sus actividades: el rol de las redes sociales digitales. Específicamente, nos referimos a la gestión de las cuentas de Instagram, tanto del estudio como de quienes allí tatúan.

5. Instagram y la gestión del trabajo

En efecto, tal como desarrollamos en un trabajo anterior (Gorban y Vazquez 2023), el régimen de visibilidad que dispone la red social digital Instagram, conforma un elemento fundamental para la construcción tanto de una reputación profesional, entre colegas, como un canal de publicidad y contacto, entre la potencial clientela. Conseguir seguidores, pero sobre todo poder sostener una presencia en redes a través de las historias y posteos, obteniendo niveles significativos de interacción como condición para poder ampliar y sostener un público y clientes, resulta una de las principales tareas en la jornada laboral de quien tatúa. Tal como sostiene Force, ser un artista del tatuaje en las redes sociales supone un tipo de trabajo relacional que se traslada más allá del estudio -físico- hacia Internet, para construir y expresar una forma de presentación de sí virtual (2020: 12). Esto supone un trabajo intelectual y creativo que apunta a “curar” y diseñar esta identidad online y a sostener el vínculo con actuales y futuros clientes. Tal como se desprende de las entrevistas realizadas, la gestión de las redes sociales, principalmente Instagram, abarca el contacto con actuales y posibles clientxs, colegas y otras cuentas próximas al tatuaje, el seguimiento de la agenda laboral, y sobre todo la creación de contenido que permite sostener el flujo de actividad dentro de la cuenta, y la conformación del portfolio, que se vincula estrechamente con la mencionada identidad del tatuadxr. Estas tareas de gestión de redes ocupan, para la totalidad de las personas entrevistadas la mayor parte del tiempo de trabajo diario. El resto de la jornada laboral se divide entre el mantenimiento del espacio de trabajo (limpieza, arreglos, pago de servicios, entre otros), y en adaptar y / o diseñar un proyecto para el clientx y el momento de realización del tatuaje, que incluye el tiempo de preparación de las condiciones de bioseguridad de las herramientas -máquina, agujas, tintas, luminaria, entre otros y el mobiliario que se va a utilizar durante la sesión.

Las redes sociales como Instagram, permiten alcanzar un público extendido, sobre todo para quienes trabajan en ciudades medianas y grandes, al cual resultaría difícil llegar de no mediar esta herramienta, especialmente entre quienes trabajan en estudios privados, fuera del circuito de estudios reconocidos ya sean a la calle o privados. Antes de la expansión de esta red social, la principal forma de hacerse conocer era desde un estudio a la calle junto con la recomendación del “boca en boca”. Instagram, se transforma en una manera de hacer visible el trabajo propio, a través de una vidriera digital que exhibe a modo de catálogo los tatuajes realizados, diseños disponibles, el lugar físico de trabajo, la estética y el estilo personal, así como también un canal para dar a conocer promociones. De esta forma, la gestión de esta red, que al comienzo significaba un elemento más en las formas de acceso a posible clientela, se convirtió en muy poco tiempo, en una de las vías principales no solo para visibilizar el trabajo propio, sino en un espacio digital de trabajo que requiere una dedicación sistemática y sostenida que en muchos casos también demanda una inversión en publicidad para alcanzar una audiencia/clientela más extendida.

Telma comenzó su proceso de aprendizaje a los 16 años, primero con un cliente conocido de su familia y al finalizar el secundario en una academia de tatuaje en la Ciudad de Buenos Aires. Desde ese momento empezó a tatuar de manera más o menos esporádica, primero a su madre, amigxs, familiares, y clientes de sus padres a quienes éstos les comentaban sobre el trabajo de su hija. Pero en el inicio de su carrera reconoce que abrir una cuenta en Instagram hizo toda la diferencia:

“(...) más que nada fue así como un poquito de boca en boca entre conocidos y después fue todo por Instagram (...) En Instagram creo que abrí la cuenta en 2016, creo, o 2017.

Entrevistadora: ¿Y ahí ya te contactaban a través de Instagram o eso fue más adelante?

Telma: No, fue un año o dos años de preparación, o sea fueron… como que estaba ahí la cuenta y tenía un “me gusta” de mi mamá, un “me gusta” de mi abuela y después arranqué un poco más fuerte en 2019 y durante la pandemia. A mí realmente me dio mucho espacio, porque yo en ese momento lo que hice fue pagar publicidad en Instagram que en ese momento los algoritmos eran diferentes, entonces había más llegada [se refiere al público potencial cliente] cuando pagabas. Yo pagaba y había invertido en Instagram 4.000 pesos digamos, no es que fue una locura, pero bueno, en el medio de la pandemia donde yo no estaba trabajando y ahí fue mi momento más activo, porque la gente no sabía cuánto iba a durar [se refiere al aislamiento por el COVID], entonces de repente venías vos y me decías: “Hola, guardame un turno ya para cuando se abra”, listo te agendo y de repente tenía dos meses llenos de personas que no me conocían, que nunca se habían venido a tatuar y que estaban ansiosas y desesperadas por tatuarse. Entonces tomé eso, lo guardé, traté de activar el Instagram, hacía qué sé yo, algún juego, algún sorteo, interactuaba con la gente, les hablaba”.

Este extenso fragmento da cuenta de al menos dos elementos que nos interesa destacar. Por un lado, la centralidad que ha ido adquiriendo Instagram en la cotidianeidad del mundo del tatuaje (Force, 2020). Invertir en publicidad representó para Telma la posibilidad de “llegar” a un número extenso de clientes que de no mediar esta herramienta no hubieran conocido su trabajo en un período tan acotado de tiempo. Por el otro, permite entrever el inicio de una trayectoria en esta red social, que supone un aprendizaje complejo que requiere saberes específicos relacionados a la manera de grabar reels, historias, armar posteos y sobre cómo sortear las variaciones que el algoritmo realiza eventualmente. Como sugieren Bard Wigdor y Udovicich (2021:2), Instagram monitorea los contenidos durante la primera hora desde su publicación y en base a eso establece la visibilidad de las publicaciones en función de las interacciones que reciban de otros perfiles o audiencia.

En el testimonio siguiente una de nuestras entrevistadas narra este proceso de aprendizaje:

“Aprendí a comunicar al cliente qué es lo que ofrezco, qué estilos y a qué apunta mi trabajo. También a gestionar y empezar a tratar mi arte como un negocio, y a las redes como herramientas para publicitarme, entender qué intereses tienen los usuarios y cómo captar la atención de ellos para llegar a tener más alcance y cómo aprovecharlas con cada herramienta nueva que sale. Pero sobre todo, aprendí a cómo desenvolverme y tratar con el cliente para llegar a lo que este quiere”. (Renata, 29 años, tatuadora, CABA)

Este aprendizaje supone una permanencia en la red social Instagram, y un uso continuado de la misma a través del cual van incorporando las constantes modificaciones que la plataforma introduce para visibilizar los posteos, reels e historias de sus usuarixs. Es en este sentido, que entendemos que nuestrxs entrevistadxs van construyendo una trayectoria de saberes sobre el entorno digital en dicha red, construyendo una identidad pública de sí mismos como trabajadores del tatuaje y aprendiendo a modificar los contenidos publicados para que el algoritmo muestre las publicaciones a un público más extendido, y creando permanentemente estrategias de interacción con lxs seguidorxs que dan cuenta del despliegue de un tipo específico de trabajo relacional (Cohen, 2021):

“Principalmente [aprendí] a interactuar con la persona del otro lado, es difícil hacerse entender y es todo un ejercicio del día a día. Las imágenes que subas definen tu trabajo, pero la forma de expresarte y crear un espacio de entendimiento a veces es mucho más relevante. Por otro lado, entender que los “seguidores” son solo un número si no son activos. Son algunas de las cosas que se me vienen a la mente”. (Telma, 25 años, tatuadora, CABA)

Este aprendizaje no garantiza sin embargo un éxito asegurado, o al menos, supone una inversión continua y constante en tiempo y también en dinero. Sandra tatúa desde hace nueve años, su relación con el tatuaje se inicia en su infancia, compartiendo las sesiones en las que se tatuaban su padre y madre. Estudia artes plásticas y en su recorrido laboral pasó por diferentes modalidades: itinerante, es decir a domicilio, sub alquilando espacio en diferentes departamentos - estudio, y actualmente como parte del staff de tatuadorxs de un estudio de tatuajes LGTBIQ+ de la ciudad, que tiene vidriera a la calle. A lo largo de su trayectoria en el tatuaje fue construyendo una experiencia en el manejo de las herramientas, técnicas y afirmándose en un estilo propio, pero también un recorrido en lo que hoy considera su espacio de trabajo: Instagram. Tal como nos cuenta en una sesión de tatuaje, durante su semana laboral, que incluye sábado y a veces también domingo, los días que no tiene agendados turnos, los destina a crear contenido para mantener activa su cuenta. Estos contenidos incluyen posteos, reels, historias donde publica encuestas, releva gustos sobre estilos de tatuajes, ofrece diseños disponibles, sorteos y promociones con cuadros de preguntas diversas para interactuar con sus seguidorxs. Esto le permite conseguir nuevos turnos en su agenda para cubrir los días siguientes. Cuando no publica contenido, detecta que se resiente su agenda de trabajo y la posibilidad de confirmar nuevas citas para tatuar. Parte de ese contenido es producido los días que trabaja en el estudio, aprovechando que uno de los dueños posee un IPhone con el que registra muchas de las sesiones de lxs tatuadorxs residentes. Tal como ella nos cuenta, las historias que son filmadas o fotografiadas con un celular de esta marca obtienen más visualizaciones que las registradas con otras marcas y sistemas operativos. Instagram modifica de manera permanente los criterios técnicos que habilitan un mayor alcance de los posteos, eso también es parte de la gestión de esas cuentas. Gestión que en la mayoría de los casos ocupa un tiempo de trabajo muy significativo dentro de la jornada laboral que no es contabilizado en el precio final del tatuaje, permaneciendo como una carga laboral invisible ante la mirada de clientxs y seguidorxs.

6. Un sentido de comunidad

Las tareas antes descriptas en relación al tiempo de trabajo dedicado a Instagram apuntan a reforzar el espacio laboral de cada tatuadorx, entendiendo por este no sólo el espacio físico donde se desarrolla el acto de tatuar sino también la cuenta en la red social. En relación con esto, también registramos durante nuestro trabajo de campo una dimensión colectiva generada a partir de la construcción de vínculos entre colegas. Esta dimensión del uso de las redes resulta central para las mujeres y disidencias que trabajan en el mundo del tatuaje. Así, Instagram no sólo opera como vidriera global y espacio de trabajo sino como espacio de articulación entre colegas, que se construye especialmente en base a la circulación de información (Gorban y Tizziani, 2018). Esa información como afirmamos, tiene que ver centralmente, con la diversidad sexo-genérica, las condiciones de trabajo, incluyendo allí las prácticas de higiene y seguridad, así como prácticas de cuidado y respeto en el proceso de trabajo, así como la problemática de la discriminación racial12. A lo largo de nuestro estudio, pudimos observar y registrar la importancia de esos contactos a través de Instagram, para establecer intercambios de aprendizaje, de trabajo, de amistad y también de construcción de un colectivo, como en el caso de Cuerpxs en red. Esta cuenta, creada en el 2020, agrupa a una colectiva de artistas corporales, tatuajes y piercings, y desde la misma desarrolla materiales de consulta para el trabajo cotidiano en estas actividades. Sus integrantes se definen como mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+, profesionales y aprendices de estos oficios, y se proponen a partir de este espacio contribuir a revisar y generar cambios en las prácticas que llevan adelante, en sus espacios y en la comunidad. Con este fin difunden prácticas inclusivas de la diversidad, la creación y promoción de espacios seguros y libres de violencia y la generación de vínculos respetuosos en el trabajo con clientxs y también entre colegas. Esta agrupación realiza talleres y capacitaciones sobre técnicas, materiales, bioseguridad para el tatuadxr y el clientx, una atención a evitar prácticas de discriminación (de género y étnica) y de violencia, entre otros. Y también un aspecto importante está dedicado al desarrollo de talleres y cuadernillos sobre condiciones de trabajo. Esto incluye la construcción de un tarifario orientativo para honorarios, capacitaciones en contabilidad, costos y otras cuestiones financieras que fueron identificadas a partir de las reuniones de intercambio entre colegas que conforman la colectiva. Estas reuniones se desarrollaron principalmente a través de la plataforma de videollamadas Zoom, sosteniendo un alto número de participantes durante la pandemia y continuando luego en la post pandemia. Quienes integran la agrupación de manera más activa han sido invitadxs a participar de diferentes actividades que convocan principalmente a un público LGTBIQ+ y mujeres en Congresos de tatuadorxs, exposiciones de tatuaje, en donde dictan charlas y talleres vinculados a las temáticas señaladas. Y también han llevado adelante conversatorios, talleres y transmisiones en vivo a través de Instagram. Allí, lxs tatuadorxs profesionales formando equipo con una especialista en contabilidad y legales asesoran a la comunidad. Al mismo tiempo, desde sus publicaciones en historias y reels también suman recomendaciones sobre consentimiento informado y la difusión de la guía de procedimientos seguros para tatuadores y clientes. El armado y la presentación de esta Guía13 es una de las principales actividades de Cuerpxs, contribuyendo al objetivo de construir espacios seguros de trabajo para profesionales y clientxs.

En este sentido cabe realizar un pequeño desvío para poder clarificar de dónde surge la necesidad de establecer, promocionar y alentar espacios seguros de trabajo. A lo largo de las entrevistas realizadas, lxs mismxs tatuadorxs refirieron a experiencias personales de abusos y violencias durante sesiones de tatuaje en las que participaron como clientxs. Los abusos referidos van desde la exigencia de desnudez innecesaria, forzar situaciones de intimidad no consentidas, e inclusive mal trato por manifestar dolor en la sesión.

Una de nuestras entrevistadas lo relataba de esta forma:

“A mí cuando me pasó yo era súper chica tenía 17 18 años y claramente la que está en error, sos vos. En este caso fue con un chico que trabajaba en un local súper reconocido de tatuajes en donde yo conocía a la gente que tatuaba. Ahí me había tatuado una vez con él y no había tenido ningún problema. Yo iba cuando cerraban local y él me cobraba más barato. La primera vez no me sentí expuesta pero la segunda vez sí me sentí súper expuesta, claramente fue un abuso, porque me besó ¡y yo no quería! Yo tenía la remera puesta y me pidió que me la sacara para hacer un tatuaje en donde no había necesidad de que me la saque, o sea… durante el tatuaje también me tocaba ¡y eso no estaba consentido! (…) Hay mucha violencia en el tatuaje muchísima, desde un tatuador que se pone de mal humor porque te está doliendo, o porque no te decidís lo que querés hacerte, hasta alguien que si te tienes que tatuar el pecho te piden que te saques la remera y el corpiño.” (Jimena, 34 años, tatuadora, CABA)

Si de manera individual Instagram permite una presencia y visibilización del perfil profesional y el porfolio de cada unx, también resulta en un vehículo de articulación , que si bien se asimila a lo que sucede para los tatuadores varones y comunidad de tatuaje en general, tal como analiza Force (2020), en el caso de mujeres y disidencias esta forma de comunicación reticular posibilita el encuentro de otres que, debido a su modalidad laboral, resultado de diferentes marginaciones dentro del campo, lxs aíslan del resto. Internet primero, y luego específicamente Instagram facilitan esa búsqueda y esos encuentros:

“Mis observaciones iban avanzando, digamos en mi recorrido académico y eso fue como un filtro que me fue dilucidando varias cosas. También esto de encontrar el camino, o sea, como profesionales que estuvieron en la misma en mis mismas condiciones, como que dije loco, no hay ninguna feminidad las tengo que encontrar, las tengo que buscar y me hice un foro generé un foro en Internet y encontré varias personas que hoy en día son colegas, pero están en distintos puntos y nos intercambiamos información en lo posible. Como yo yo sí tengo algo, como les dije cuando empezó la entrevista, si tengo un saber lo voy a compartir porque me parece que es como ir compartiendo la data” (Lina, 32 años, tatuadora, CABA)

Del relato de Lina se desprende el lugar de centralidad que Internet y las redes sociales digitales adquieren como lugar de sociabilidad, de construcción de una comunidad. Si las cuentas en Instagram operan como un espacio para la construcción de identidades desde donde les tatuadorxs se posicionan respecto de las normas tradicionales de género de la industria. También abre un campo de difusión, aprendizaje, conocimiento que instituye una comunidad virtual desde donde conectarse y apoyarse, promocionado espacios seguros, diversos e igualitarios dentro del mundo del tatuaje. No sólo apuntando a otrxs colegas sino también incluyendo a clientes y seguidores en la difusión y aprendizaje sobre sobre técnicas adecuadas de esterilización, prácticas seguras de tatuaje e instrucciones de cuidado posterior.

7. Conclusiones, trayectorias de simultaneidad.

A lo largo de estas páginas hemos visto que para construir una trayectoria en el tatuaje las mujeres y disidencias sexo genéricas, deben emprender un recorrido principalmente autodidacta. La inserción en una actividad principalmente hegemonizada por varones cis, ha supuesto el despliegue de una serie de estrategias que, aun cuando hayan incluido el paso por estudios consagrados en algunos pocos casos, principalmente dependen de una búsqueda alternativa para encontrar espacios de formación y aprendizaje y de práctica laboral. En ese marco, Internet y más específicamente las redes sociales digitales se abren como una ventana de oportunidad. Tal como fue señalado por los testimonios recabados, el acceso a información y recursos a través de plataformas como YouTube, Facebook o Instagram permite suplir la marginación y discriminación que mujeres y disidencias sufren en espacios tradicionales de tatuajes. Es interesante observar cómo otros estudios recientes (Rolle, 2013; Tankanovic, 2022; Force, 2020) destacan la gravitancia de las redes digitales en las prácticas profesionales que tienen lugar en el mundo del tatuaje. A partir de nuestro estudio pudimos constatar que la vinculación entre el mundo del tatuaje y las redes sociales digitales, no reside en ser éstas un complemento del proceso de trabajo, es decir en tanto instancia de difusión y contacto, sino que constituyen un elemento clave de la conformación de las trayectorias y de las modalidades de trabajo. La gestión de las cuentas creadas por tatuadorxs en Instagram forman parte esencial del proceso de trabajo ocupando un alto porcentaje de la jornada laboral. Es en este sentido, que obliga a desarrollar una organización específica del tiempo de trabajo para destinarlo a la creación de contenido, su edición, el contacto con posibles clientes y la interacción con los seguidores a partir de las pautas propuestas en las historias. Ese tiempo, que nuestrxs entrevistadxs señalan como una de las principales tareas en las que se ocupan cotidianamente, en muy pocos casos es contabilizado como parte del costo del tatuaje. Así, aún cuando las redes sociales digitales permiten ampliar el público al cual pueden llegar a través de su trabajo, se convierte en un tipo de inversión en tiempo y dedicación, sobre todo para poder seguir las modificaciones continuas que se realizan dentro de la aplicación, que no es fácilmente cuantificable en el costo final. Ese tiempo de trabajo no remunerado, es reconocido en tanto tal por lxs tatuadorxs pero pasa a formar parte de aquellas instancias del proceso de trabajo no así identificadas por quiénes contratan sus servicios.

A su vez, vimos que a partir de la presencia en redes lxs tatuadorxs construyen un espacio de sociabilidad entre pares que por un lado potencia las experiencias de aprendizaje e intercambio desde el contacto con el trabajo de otrxs, nutriendo la experiencia en el oficio. Y por el otro, permite la construcción de una dimensión colectiva que resulta sustancial para las mujeres y disidencias sexo genéricas. En este sentido, Instagram, como hemos señalado, opera a la vez como vidriera del trabajo realizado y espacio de articulación, así como también constituye un espacio político entendido en tanto lugar de activismos y de construcción de una experiencia de sociabilidad laboral. En efecto, tal como planteamos en trabajos anteriores, el encuentro -en este caso a partir de Instagram- entre trabajadorxs, permite la puesta en común de las experiencias individuales de trabajo. Construyen así un marco de referencia de dimensión colectiva, una “cultura colectiva del trabajo”.14 Se trata de un conjunto de valores, prácticas, saberes compartidos y también una serie de criterios sobre lo que es aceptable y lo que es inaceptable en un puesto laboral (Gorban y Tizziani, 2018: 112-113).

En relación a lo antes expuesto, entendemos que el trabajo de lxs tatuadorxs se configura simultáneamente entre el espacio físico en donde se realiza la práctica de tatuar y el espacio que constituye la cuenta de cada tatuadorx en Instagram (y Facebook en menor medida). No se trata de dos instancias separadas, sino que tanto la trayectoria profesional como el espacio de trabajo se conforman de manera articulada entre la virtualidad y el espacio físico en donde se lleva adelante la práctica de tatuar. La simultaneidad entre ambos espacios obliga a seguir profundizando en las consecuencias que Instagram tiene en la escena del tatuaje (Force, 2020) atendiendo tanto a la transformación que está generando en las condiciones laborales, la sociabilidad de quienes allí encuentran un espacio de visibilidad de sus tareas, y también en una cultura del tatuaje que se diferencia cada vez màs de las formas tradicionales del tatuaje occidental del siglo XX.

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Notas

1 Consideramos que la norma que establece el uso del género masculino como universal es controversial, ya que incluso cuando se utiliza el genérico masculino o femenino se obtura la multiplicidad de identidades de género de todas las personas. Optamos por utilizar lenguaje inclusivo adoptando la X como gesto político de poder simbólico que visibiliza la diversidad y la disidencia sexo genérica. También porque algunxs de nuestrxs entrevistadxs no se identifican como mujeres.
2 Vale la pena indicar que durante el trabajo de campo encontramos el caso de una máquina 3D experimental que imprime tatuajes de manera automática. https://entresd.es/blog/ya-posibles-tatuajes-impresora-3d/ Recuperado el 13/06/24.
3 Se trata del proyecto CyTUNGS 2021/22 radicado en el IDH, UNGS dirigido por Cecilia Vázquez y co dirigido por Débora Gorban, titulado “La visibilidad de las multitudes en el régimen de visualidad mediática en la Argentina contemporánea”, programación científica 2020-22, IDH-UNGS, dirigido por Cecilia Vázquez. Los intercambios entre ambas investigadoras cruzan el análisis de representaciones mediáticas contemporáneas de muchedumbres y la construcción de visibilidad en espacios públicos (Vázquez 2019, 2020, 2021), con el estudio de las experiencias y condiciones de trabajo de mujeres, problemática que Débora Gorban viene desarrollando en sus investigaciones (Gorban y Tizziani, 2018; Gorban 2018; 2019, Gorban y Von Lurzer, 2019).
4 Se denomina “Flash Tattoo” a un número acotado de diseños impresos o dibujados a mano en papel. Se exhiben en catálogos y/o se exponen en las paredes de los estudios para ser tatuados de una manera rápida. Suelen ser medianos o pequeños; estos diseños se diferencian de las piezas exclusivas que los artistas confeccionan a medida y a pedido. Este tipo de tatuajes se ofrecen a menudo en eventos especiales, que son promocionados con precios más bajos que los diseños personalizados y se realizan por orden de llegada, sin cita previa.
5 Nos referimos a la práctica denominada “piercing”, perforación en inglés, que es una modificación corporal en la que se insertan aros y todo tipo de bijouterie en distintas partes del cuerpo.
6 Queda pendiente la escritura de un trabajo metodológico donde recuperemos esta experiencia de “ser tatuadas” como parte de nuestra implicancia en el campo.
7 Traducción de las autoras.
8 En este caso utilizamos el masculino ya que en la tradición del tatuaje hasta muy recientemente, quienes ocupaban este lugar como tatuadores establecidos eran los varones, que en algunos casos aceptaban tomar mujeres en el lugar de aprendiz. Tal como señala la propia Rolle o como se desprende de los testimonios de algunas de nuestras entrevistadas con trayectorias más extensas en el medio.
9 Lane (2020) también incluye esta figura dentro de las cuatro categorías de tatuadores identificados en función del tipo de aprendizaje que realizan: los aprendices formales, los aprendices casuales, las escuelas de tatuaje, y los autodidactas. Cada categoría ocupa además según el autor, un lugar en la jerarquía del mundo social del tatuaje.
10 No pretendemos explayarnos sobre este aspecto en este trabajo, para mayor detalle consultar: Rolle, 2013; Lane, 2020.
11 @la.casa.mostra y @gotantattoo
12 La discusión sobre la discriminación racial, asociada a prácticas instaladas en el ámbito del tatuaje desde hace mucho tiempo, refieren sobre todo a la obtención de un tatuaje “poco satisfactorio” a la hora de trabajar sobre cuerpxs racializadxs (colores que supuestamente no alcanzan su plenitud, diseños que no se “lucen”, entre otros). A lo largo de nuestro campo registramos este tipo de comentarios de parte de algunxs tatuadorxs, sobre todo lxs agrupadxs en Cuerpxs, acerca de situaciones de discriminación racial vividas por clientxs en diversas experiencias de tatuaje. Estos testimonios refieren principalmente a la experiencia de clientxs que en esta etapa de la investigación no hemos registrado de manera directa.
13 La guía se puede consultar en: https://tr.ee/0hgOvAj0Iv Recuperado el 25/06/24.
14 Tal como lo analizan Hondagneu-Sotelo (1994) y Armenta (2009) para el caso de las trabajadoras domésticas. Un análisis en este sentido sobre el trabajo doméstico en la ciudad de Buenos Aires fue desarrollado en Gorban y Tizziani, 2018.


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