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Precariado y Política. Emprendedurismo y juventudes mejoristas
Pablo SEMÁN; Nicolás WELSCHINGER
Pablo SEMÁN; Nicolás WELSCHINGER
Precariado y Política. Emprendedurismo y juventudes mejoristas
Precariat and Politics. Entrepreneurship and youth “mejoristas”
Precariado e Política. Empreendedorismo e juventude “mejorista”
Trabajo y sociedad, vol. 26, núm. 44, pp. 523-533, 2025
Universidad Nacional de Santiago del Estero. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Instituto de Estudios para el desarrollo Social (INDES)
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Resumen: En este artículo sostendremos que el triunfo del mileísmo se alimentó de una transformación sociolaboral que ocurrió en los sectores medios y populares argentinos que vivieron el estancamiento económico de los últimos diez años junto con la crisis de la pandemia, las restricciones de la cuarentena, la reconfiguración del mundo laboral y la espiralización de la inflación. A la victoria de Milei le precede un cambio socio laboral y cultural, un cambio en la sociedad que encontró un actor capaz de performatizar los reclamos de una mayoría que creció a espaldas de y contra la representación política tradicional: la emergencia de una sensibilidad popular que llamamos “mejorismo”. Nuestra tesis es que una de las sedes cruciales de la sensibilidad “mejorista” son las juventudes con trabajos informales y que el triunfo electoral de Milei y la consolidación inesperada de su gobierno se deben en gran parte a que el “mejorismo”, que es parte del apuntalamiento electoral de Milei, es también el sostén del gobierno libertario. Sobre la base de un trabajo etnográfico, a lo largo del artículo describimos el “mejorismo” como la sensibilidad popular emergente que afirma la autonomía individual de los sujetos frente al Estado y la política, que cree que el mejor desempeño social posible se logra a través del esfuerzo personal. El artículo explora la relación entre la producción de la subjetividad mejorista y los nuevos liderazgos políticos que dieron lugar a la afinidad ideológica y política entre importantes sectores de las juventudes con trabajos informales y el programa libertario.

Palabras clave: Juventud, informalidad, Emprendedurismo, políitica, libertarianismo.

Abstract: In this article we will argue that the triumph of Mileism was fueled by a socio-labor transformation that occurred in the Argentine middle and popular sectors that experienced the economic stagnation of the last ten years along with the pandemic crisis, quarantine restrictions, the reconfiguration of the labor world and the spiraling inflation. Milei's victory was preceded by a socio-labor and cultural change, a change in society that found an actor capable of performing the claims of a majority that grew up behind and against traditional political representation: the emergence of a popular sensibility that we call "mejorismo." Our thesis is that one of the crucial sites of the "mejorista" sensibility is the youth with informal jobs and that Milei's electoral victory and the unexpected consolidation of his government are largely due to the fact that "mejorismo," which is part of Milei's electoral support, is also the support of the libertarian government. Based on ethnographic work, throughout the article we describe “mejorismo” as the emerging popular sensibility that affirms the individual autonomy of subjects in the face of the State and politics, which believes that the best possible social performance is achieved through personal effort. The article explores the relationship between the production of “betterism” subjectivity and the new political leaderships that gave rise to the ideological and political affinity between important sectors of youth with informal jobs and the libertarian program.

Keywords: Youth, informality, entrepreneurship, politics, libertarianism.

Resumo: Neste artigo argumentaremos que o triunfo do mileísmo foi nutrido por uma transformação sóciotrabalhista ocorrida nos setores médios e populares argentinos que vivenciaram a estagnação econômica dos últimos dez anos juntamente com a crise pandêmica, as restrições de quarentena, a reconfiguração do o mundo do trabalho e a espiral da inflação. A vitória de Milei é precedida por uma mudança sóciolaboral e cultural, uma mudança na sociedade que encontrou um ator capaz de cumprir as demandas de uma maioria que cresceu atrás e contra a representação política tradicional: o surgimento de uma sensibilidade popular que chamamos de “mejorismo”. .” Nossa tese é que um dos assentos cruciais da sensibilidade “melhorista” são os jovens com empregos informais e que a vitória eleitoral de Milei e a consolidação inesperada de seu governo se devem em grande parte ao fato de que o “mejorismo”, que faz parte do sistema eleitoral de Milei, apoio, é também o apoio do governo libertário. Com base no trabalho etnográfico, ao longo do artigo descrevemos o “mejorismo” como a sensibilidade popular emergente que afirma a autonomia individual dos sujeitos frente ao Estado e à política, que acredita que o melhor desempenho social possível é alcançado através do esforço pessoal. O artigo explora a relação entre a produção de subjetividade melhorista e as novas lideranças políticas que deram origem à afinidade ideológica e política entre importantes setores da juventude com empregos informais e o programa libertário.

Palavras chave: Juventude, informalidade, empreendedorismo, política, libertarianismo.

Carátula del artículo

PERSPECTIVAS ANALÍTICAS: TIEMPOS, IDENTIDADES, HISTORIA

Precariado y Política. Emprendedurismo y juventudes mejoristas

Precariat and Politics. Entrepreneurship and youth “mejoristas”

Precariado e Política. Empreendedorismo e juventude “mejorista”

Pablo SEMÁN
Universidad Nacional de Gral. San Martín, Argentina
Nicolás WELSCHINGER
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Trabajo y sociedad, vol. 26, núm. 44, pp. 523-533, 2025
Universidad Nacional de Santiago del Estero. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Instituto de Estudios para el desarrollo Social (INDES)

Recepção: 09 Agosto 2024

Aprovação: 23 Outubro 2024

Sumario

Introducción. 1. La experiencia, ideología realmente existente: abordaje y conceptos 2. El cambio del alma popular: el “mejorismo” 3. La triple crítica de las juventudes mejoristas 3.1 La crítica al Estado 3.2 La crítica a la economía 3.3 La crítica a la política. Conclusiones

Introducción

Frente a un escenario social signado por los devastadores efectos de la pandemia, la alta inflación y más de diez años de estancamiento en la economía, en las elecciones presidenciales de 2023 Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza (LLA) centró su campaña en la difusión de las premisas más radicales del dogma libertario y en un espíritu refundacional al que pocos analistas otorgaban alguna posibilidad de triunfo incluso días antes de la votación. Yendo de los márgenes al centro de la escena, el candidato libertario promovía: la dolarización la economía argentina, el cierre del Banco Central para acabar con “el mal de la inflación y la emisión monetaria”, pasar una “motosierra” sobre el gasto público para combatir a esa “asociación ilícita” llamada Estado y para terminar con la decadencia y privilegios “del modelo de la casta” de élite dirigencial1.

En este artículo sostendremos que el triunfo del mileísmo se alimentó de una transformación sociocultural que ocurrió en los sectores medios y populares argentinos que vivieron el estancamiento económico de los últimos diez años junto con la crisis de la pandemia, las restricciones de la cuarentena, la reconfiguración del mundo laboral y la espiralización de la inflación. A la victoria de Milei le precede un cambio sociocultural, un cambio en la sociedad que encontró un actor capaz de performatizar los reclamos de una mayoría que creció a espaldas de y contra la representación política tradicional: la emergencia de una sensibilidad popular que llamamos “mejorismo”. Nuestra tesis es que una de las sedes cruciales de la sensibilidad “mejorista” son las juventudes y que el triunfo electoral de Milei y la consolidación inesperada de su gobierno se deben en gran parte a que el “mejorismo”, que es parte del apuntalamiento electoral de Milei, es también el sostén del gobierno libertario.

A lo largo del artículo describimos el “mejorismo” como la sensibilidad popular emergente que afirma la autonomía individual de los sujetos frente al Estado y la política, que cree que mejor desempeño social posible se logra a través del esfuerzo personal y mostramos las relaciones entre transformaciones sociales de las últimas décadas, la producción de la subjetividad mejorista y la emergencia de los nuevos liderazgos políticos que dieron lugar a la afinidad ideológica y política entre importantes sectores de la sociedad y el programa libertario.

Los hallazgos que expondremos surgen de investigaciones que venimos realizando con juventudes hace tres décadas y que a partir de la pandemia intensificamos para centrarnos en explorar su vínculo con el Estado y la política (ver Semán y Navarro 2022). Las juventudes de sectores medios y populares fueron uno de los sectores que con mayor intensidad expresó su apoyo al partido libertario encabezado por Milei2. Nuestro texto es resultado de un sostenido trabajo empírico con personas jóvenes en el que el primado del diálogo intenta superar la tentación positivista de las indagaciones cualitativas consideradas como exploraciones previas a un experimento sobre variables: nos ha interesado hacer una interpretación sobre las interpretaciones que los jóvenes tienen sobre lo social y lo político a partir de sus trayectorias. Porque se trata de interpretaciones es que los encadenamientos que observamos y describimos no son mecanismos necesarios, ni unívocos.

El crecimiento de una oferta política de extrema derecha ha tenido interés en la literatura internacional. Una serie de trabajos ha explorado las subjetividades de jóvenes críticos de la democracia liberal y sus elites que apoyan formaciones de extrema derecha en USA (Hochschild 2016), en países de la Unión Europea (Pasieka 2022) y el Reino Unido (Pilkington 2022), en diferentes países del sur global (Pinheiro-Machado and Vargas 2023). Esta bibliografía se ha enfocado en investigar las conexiones entre malestar ciudadano, precarización laboral y emergencia de militancias en la derecha alternativa.

Menos atención se ha prestado a los jóvenes simpatizantes (no militantes), a la “gente común” y al encadenamiento de experiencias críticas con evaluaciones morales del Estado y la dirigencia política como condicionantes para seguir una oferta política de extrema derecha.

El artículo se organiza en tres apartados. El primero presenta las definiciones conceptuales y la estrategia metodológica. El segundo introduce la clave interpretativa del “mejorismo” como una sensibilidad juvenil emergente. El tercero describe la triple crítica mejorista al Estado, la economía y la política. Por último, en las conclusiones se revisa por qué le fue posible a los libertarios capitalizar políticamente la triple crítica mejorista y conseguir la adhesión mayoritaria de las juventudes.

1. La experiencia, ideología realmente existente: abordaje y conceptos

Nuestros interlocutores en esta investigación fueron jóvenes de entre 16 y 28 años de sectores medios y populares residentes de distintos barrios del Área Metropolitana de Buenos Aires3 que poseen trayectorias sociolaborales muy distintas entre sí: trabajadores de plataformas de reparto, programadores, trabajadores de la construcción, cuentapropistas, trabajadores independientes, autónomos/monotributistas, empleados de call centers, empleados de comercio, repositores de supermercado, empleados gastronómicos, trabajadores municipales, cooperativistas. Su posición en el espacio social no podría captarse como un segmento laboral homogéneo, sino como resultado de la convergencia de trayectorias sociales discontinuas y cambiantes, en las que se combinan experiencias de ascenso y mejora, con otras de permanencia y, en la mayoría de los casos, de caída social y empobrecimiento. Estos jóvenes y sus familias se sitúan entre los sectores que durante los últimos 15 años y en especial a partir de la pandemia vivieron el dinamismo del mundo laboral que implicó una reconfiguración societal marcada por la crisis de ingresos de los trabajadores registrados y el aumento de la informalidad (Salvia, Poy and Pla 2022).

La estrategia metodológica se basó en la realización de 16 entrevistas grupales en las que participaron un total de 108 jóvenes (47 mujeres y 61 varones). Nuestro abordaje podría definirse como una contra versión crítica de los grupos focales. El “reclutamiento” no fijó criterios a priori, ni buscó establecer cuotas abstractas, sino, por el contrario, un ajuste a lo que fue surgiendo como resultado de una red de contactos que se amplió y diversificó a lo largo del trabajo de campo. Una vez realizada la primera entrevista, trabajamos con los jóvenes entrevistados en búsqueda de nuevos contactos para ulteriores entrevistas. Asimismo, tampoco determinamos a priori los espacios donde realizar los grupos, sino que los puntos de encuentro fueron establecidos por los participantes mismos en el seno de interacciones en las que la entrevista surgió como posibilidad. Las entrevistas grupales se realizaron en casas, bares y en escuelas de los barrios del AMBA y tuvieron una duración variable, pero siempre superior a la que se da tradicionalmente en el contexto pautado por una cámara gesell de la que también prescindimos por artificiosa, incomoda y epistémicamente contradictoria con la posibilidad de interpretar sin exotizar. Buscamos producir conversación sobre los efectos sociales y políticos de la experiencia social y económica de los jóvenes. La “guía de pautas” fue cambiando y retroalimentandose de la sucesión de entrevistas que transformó las inquietudes de la investigación en ítems de diálogo específicos de nuestras interacciones. Nuestras interpretaciones, pero también nuestras preguntas fueron crecientemente intrínsecas a una trama de interacciones. En este contexto “la política” fue un tema emergente que se volvió central en el contenido de la conversación, en particular cuando los participantes desarrollan sus evaluaciones de la gestión del gobierno sobre la pandemia y la economía. También es conveniente resaltar que las entrevistas fueron realizadas por quienes analizamos los datos, escribimos el texto y mantuvimos todo el tiempo un diálogo reflexivo sobre la dirección del trabajo. Una aclaración que no sobra cuando domina la terciarización del trabajo cualitativos en profesionales de cada uno de los segmentos de esa faena alienando en mediaciones, los requisitos de técnicos de validez que se propone el abordaje hermenéutico y divorciando -algo que es especialmente nocivo cuando está presente el peligro de las interpretaciones socio céntricas en el marco de relaciones desiguales).

En el análisis que sigue nuestro enfoque se mueve de las experiencias cotidianas hacia la vinculación con la política y la ideología política partidaria. Partimos de la premisa que a las posiciones políticas se adhiere desde la experiencia, ella misma configurada ideológicamente en texturas y códigos que difieren de los de las elites militantes y dirigentes. Siguiendo los enfoques clásicos de Hoggart (2013 [1957]) y Thompson (1991 [1967]), sostendremos que los posicionamientos son el resultado de la comprensión de los procesos en los que se forman sujetos y modos de vida y en los que se establece un marco normativo que pueden vincularse a distintas propuestas políticas. La experiencia y la adhesión política se entretejen a partir de la cotidianeidad en que los agentes urden una trama entre su trayectoria, sus cálculos, sus percepciones, sus preferencias y las alternativas electorales. Ahí está presente en la práctica el programa libertario al que podrían (o no) adherir las juventudes con que trabajamos, sin necesidad de que medien marcos teóricos, agencias partidarias de educación política o aparatos clientelares. La experiencia no deja de ser ideología en el sentido de visión del mundo y forma de conciencia en mayor o menor elaboración, siempre inmersa en disputas y relaciones de poder, como sostenía Gramsci.

En este marco los éxitos en convocar políticamente resultan no solo de la potencia, originalidad, verosimilitud del mensaje o de las características extraordinarias de su emisor. Si alguien puede ser convocado, como sucede con estos jóvenes, como emprendedor o héroe del mercado, es en parte porque ha sido constituido subjetivamente como tal y porque puede narrarse a sí mismo de una forma en que esa propuesta encaja. Lo que ha venido aconteciendo con las juventudes argentinas es que sus experiencias, surgidas de condiciones y posibilidades sociales críticas, han constituido una sensibilidad mejorista a la que la convocatoria libertaria resulta capaz de establecer un diálogo co-constitutivo. Con algunos, porque ese discurso dice lo que ellos sentían y pensaban, pero no hallaba representación. Con otros, o de manera más contundente, porque el discurso político liberal de Milei les permite construir esa experiencia de la crisis, darle sentido inmediato a su práctica, hacer público algo que hasta que es convocado por el llamado político y aceptado resulta al mismo tiempo inexplicable y privado. En síntesis: si las convocatorias liberales son exitosas es porque sintonizan con las formas en que los sujetos se narran a sí mismos o les permiten narrar por primera vez: como decía Paul Willis (2014), que seguía en esto a Williams, “hacen puente” con sus experiencias dando lugar a “estructuras del sentir”.

2. El cambio del alma popular: el “mejorismo”

Belén tiene 26 años y es una de las jóvenes mujeres que trabaja con su moto repartiendo encargos con las aplicaciones de las plataformas “Rappi” y “Pedidos Ya”. Antes de la pandemia, ya combinaba su ingreso como cuidadora en un asilo de personas mayores con el trabajo por horas en la cocina de un restaurante céntrico, así que, con la pandemia, las políticas de aislamiento y el cierre del restaurante Belén decidió bajarse las aplicaciones de empresas de reparto para generar nuevos ingresos. La flexibilidad horaria del sistema que implicaba moto, app y reparto le permitió mejorar ingresos sin descuidar su principal trabajo, ni el cuidado de su hijo: no necesitó pagar un transporte privado para la escuela o pagar una niñera. El cobro inmediato en efectivo hace tangible el valor de su esfuerzo, ese plus de energía y de horas que decide sumarle al día y dependen puramente de su voluntad. Belén se presentó ante nosotros como “emprendedora”. Su sueño es algún día llegar a ser dueña de un emprendimiento de venta de ropa por Internet, para seguir siendo ella misma su “propio jefe” y no depender nunca más de un salario como empleada.

La sensibilidad juvenil tramada en estas prácticas es lo que llamamos “mejorismo”. Con recorridos y puntos de partida y llegada diferentes los jóvenes que seguimos para esta investigación comparten una elaboración similar sobre el Estado, la política y la economía: identifican como problema una excesiva presencia de las regulaciones estatales, comparten la idea de que en el país hay un exceso de derechos, ven el gasto público como el causante de la inflación valorización del esfuerzo personal como única vía de mejora y ascenso social.

A ello se suma que en los últimos años se ha extendido entre los jóvenes la posibilidad de identificarse a sí mismos como emprendedores (McGee 2005). Las juventudes que vieron su experiencia de ingreso al mercado de trabajo marcada por el fuerte déficit de empleos (INDEC 2024) y por los efectos recesivos de las restricciones laborales en la cuarentena, intentaron componer sus ingresos suplementando con recursos provenientes de sus propios “emprendimientos”. En este contexto ocurre el reconocimiento de valencias positivas del trabajo no asalariado cada vez más reivindicadas: libertad, autonomía, flexibilidad en los horarios, el hecho de no tener que lidiar con el maltrato de jefes, compañeros o clientes en la atención, la autogestión de los esfuerzos y el ingreso de dinero en efectivo, son atributos con que los jóvenes connotan positivamente el emprendedurismo frente a otras opciones laborales. Pero para estas juventudes el emprendedurismo no es una opción laboral en el vacío sino una alternativa dentro de una trama laboral cada vez más ligada al trabajo informal. En esta situación entienden que una de sus tareas es automotivarse y mejorarse mediante un proceso de auto-optimización del yo (Nehring y Röcke 2020), una búsqueda continua de mejoras de las características personales ya sea para “ser tu propio jefe” o para volverse más competitivos en el mercado de empleo.

3. La triple crítica de las juventudes mejoristas

¿Bajo qué condiciones específicas se produjeron los progresivos anudamientos entre las sensibilidades juveniles mejoristas y las propuestas libertarias? Con esta pregunta como guía en los siguientes apartados vamos a analizar la triple crítica mejorista al Estado, la economía y la política.

3.1 La crítica al Estado

La crítica al “estado del Estado”, que en los focus groups se extiende al estado de la salud pública, el transporte público, y con énfasis a la seguridad, está indisolublemente ligada con una lectura de la situación actual del país en clave decadentista. La creencia juvenil en las potencialidades de Argentina para convertirse en una potencia global es contrapuesta a la visión sobre la decadencia argentina en el Siglo XX que encuentra su correlato en el juicio del estado calamitoso en que los jóvenes vivencian el Estado. En los focus groups los jovenes señalaron que las principales injusticias del país se concentraban centralmente en tres aspectos clave: el trabajo informal y la crisis inflacionaria, la falta de seguridad en los barrios, la discriminación y la violencia de género. En cada caso identifican que es el Estado el que prometió estar presente para solucionar estos problemas, pero en concreto se revela ausente en esas áreas. El papel del Estado sobre estos aspectos aparecía frecuentemente evocado en su deber ser (“el Estado debería”) y a su vez constatado en su ausencia o en su presencia aparente, impostada e impotente. Los participantes de los focus groups nos narraban en detalle los efectos que la ausencia del Estado tiene sobre sus trayectorias personales.

La metáfora que surge de los focus groups sobre el Estado como un actor que hace “mímica” de su presencia, se vincula y potencia con los usos irónicos de la retórica discursiva que el kirchnerismo construyó sobre el “Estado presente”, con consignas publicitarias como “el Estado en tu barrio”, las difundidas durante la cuarentena como “El Estado te cuida”. Los usos en clave de ironía sobre el “Estado presente” tienen su punto de partida en las expectativas que el Estado mismo generó sobre su accionar. Esta narrativa del “Estado presente” produjo entre las juventudes expectativas que no pudo cumplir: expectativas sobre controlar la inflación, garantizar la seguridad en las calles, mejorar las condiciones edilicias de la escuela y/o la calidad educativa, solucionar las cuestiones de acceso a la salud en cuanto a tiempo y calidad en la atención. Así, la crítica al “estado del Estado” se materializa en sentimientos de impotencia que pasa por los cuerpos de los jóvenes y que ellos viven como impedimentos que el Estado les produce ante la posibilidad de mejorar en sus vidas.

Como ya dijimos, la crítica al Estado cobra una modulación singular, sus críticas se concentran en lo que se percibe cómo una “mímica estatal”. Y si bien esta posición crítica hacia el Estado no tiene el mismo carácter, ni radicalidad, de la crítica doctrinaria que los libertarios desplegaron durante la campaña electoral sobre la existencia del Estado y su rol en la vida social -por ejemplo, Milei sostuvo en reiteradas ocasiones que “el Estado es una asociación criminal”-, si sucede que estas críticas convergen en identificar al Estado en el lugar del problema, la sospecha y el obstáculo.

Tal como terminará por quedar claro en lo que sigue, la crítica juvenil de los mejoristas y su actitud de antagonismo moral hacia el Estado encuentra semejanzas con la dicotomía que el discurso de Milei construye entre, por un lado, el Estado asociado a lo ineficiente, la corrupción y los privilegios de una casta beneficiaria de los recursos públicos, versus por otro lado, el Mercado y el ámbito privado asociados a la eficiencia, el esfuerzo y la dignidad personal. La propuesta de Milei para liberar a los ciudadanos de las inconsistencias, ineficiencia y arbitrariedades del “Estado presente” fue someter al sector público a un ajuste feroz fiscal del gasto y la inversión pública que en su performance de campaña graficaba con una imagen grotesca, muy presente entre las conversaciones de los grupos focales: la “motosierra”.

3.2 La crítica a la economía

De modo análogo a la crítica a la mímica estatal, la crítica juvenil a la economía es en primer lugar una crítica a la incertidumbre a la que las dos gestiones anteriores (Cambiemos y el Frente de Todos), introdujeron en sus proyectos personales al no lograr estabilizar la economía. Al momento de realizarse las elecciones presidenciales en 2023, la situación socioeconómica se encontraba signada por un prolongado periodo de estanflación: caída de la actividad económica junto con crecimiento de la inflación mensual en torno al 12% e interanual superior al 170%. Las dos gestiones de gobierno que precedieron a la victoria de Milei duplican cada una la inflación heredada del periodo anterior: el gobierno de la alianza Cambiemos lleva la inflación del 25 al 50% y la del Frente de Todos de 50% a más del 120% (Dal Poggetto y Kerner 2023, INDEC 2023); dejando a Argentina en el quinto lugar del ranking de países con mayor inflación a nivel mundial (Infobae 2023).

Así, en una línea de continuidad con la crítica al estado del Estado y a la mímica del “Estado presente”, la crítica juvenil a la economía se conforma como una crítica al peso argentino como moneda fallida: con la espiralización de la inflación la moneda nacional se ve destruida en su capacidad de fijar precios de referencia y como moneda de atesoramiento (Luzzi y Wilkis 2023). Los jóvenes ven que de modo semejante a otros aspectos clave de la vida común, como los casos que ya revisamos del mundo del trabajo o la educación pública, en que el Estado dice estar presente, pero se revela ausente o impotente, esto mismo sucedería con la moneda nacional.

En particular, la crítica a la economía hace foco en el efecto distorsivo de la inflación sobre la posibilidad de calcular y poder saber cuánto vale el esfuerzo personal. La imposibilidad de poder calcular la relación entre ingresos y gastos los angustia y esa angustia se expresa en una serie de males -ataques de ansiedad, pánico, depresión- que ellos mismos identifican como “problemas de salud mental” propios de su generación. Así, en un juicio comparativo con la experiencia de sus mayores, los jóvenes se auto explican el sentido específicamente generacional de sus malestares: observan que los que son un poco mayores que ellos por unos seis u ocho años (hermana/os, primos, amigos) han aprovechado en el comienzo de la adultez condiciones económicas menos frustrantes y menos exigentes, tanto para acceder a un trabajo estable como para acceder a bienes de capital. Entonces, la crítica a la economía también nace de la experiencia del sufrimiento de no poder poner a rendir el esfuerzo personal como si rendía para la generación de sus mayores.

De esta consternación que identifican como “el estigma de la generación” también nace una percepción de la injusticia de sufrir sobre sus trayectorias el peso de la decadencia en la dirigencia política y la incapacidad para gestionar el rumbo ante la crisis. La propuesta de Milei de dolarizar la economía como la mejor salida al laberinto de la inflación, logró adhesión entre las juventudes al conectar con su demanda de previsibilidad y futuro. El apoyo a la propuesta4 no se explica entonces solo por el malestar y “la bronca” contra los efectos de la inflación sino porque desde este punto de vista juvenil el dólar sería la moneda de los emprendedores y el peso la moneda de la casta parasitaria. La dolarización de la economía argentina sería la consagración de la superioridad moral de los emprendedores y expresa públicamente la crítica juvenil al Estado y la clase política.

3.3 La crítica a la política

La acumulación de frustraciones en la experiencia del “estado del Estado” y la crisis económica, que combina estancamiento con alta inflación, confluye en la identificación de “la política” como un grupo social diferenciado de todo el resto de la sociedad: un grupo social que vive de los privilegios de la política, alejados en sus estilos de vida, capacidad de consumos y en los valores morales del resto de la población. Los políticos representan en ciertas narrativas juveniles una alteridad radical: son vistos como el único grupo social que asciende socialmente cuando a todo el resto de la población “le va económicamente mal”, incluso en los grupos focales aparecen excluidos de estos grupos “privilegiados” los empresarios que fundieron sus empresas culpa de la decadencia a la que la dirigencia condujo al país. A la hora de conversar sobre “los políticos”, en los focus groups los participantes evocaban a modo de pruebas concretas de la existencia de la casta, distintos episodios y escándalos públicos que han ofrecido los políticos argentinos durante las últimas dos gestiones de los gobiernos bajo la presidencia de Mauricio Macri y Alberto Fernandez. Pero está relacionado a los acontecimientos sucedidos durante los dos años de la pandemia cuando en los focus groups se intensificaba el tono crítico. En particular a partir de las imágenes de hipocresía y corrupción más fuertes de las memorias pandémicas: la llamada “fiesta de olivos”, la celebración del cumpleaños de la primera dama junto al presidente Alberto Fernández y diez invitados más violando así el cumplimiento del ASPO (Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio) que regía para todo el país por DNU presidencial. Tras la filtración a los medios masivos de fotos del festejo de cumpleaños se produjeron manifestaciones en contra y los participantes del festejo fueron imputados por la justicia federal por “haber violado las medidas adoptadas por las autoridades nacionales para impedir la propagación de la pandemia de COVID-19”. Este hecho devenido en escándalo mediático produjo indignación y ayudó a confirmar la percepción juvenil, no solo sobre que la política de cuidados era hipócrita, inconsecuente y discriminatoria a sus ojos (“era para los giles”), sino que certifica también que los políticos viven una vida de vicios que todos podían imaginar, pero de la que ahora había imágenes. Toda suspicacia sobre los dobleces del poder político se justifica un poco más luego de esos hechos. La confirmación de la perversión de los que debieran haber sido ejemplares en el cuidado y contradijeron su propia palabra ha causado el estrago de erosionar la confianza en el Estado en general.

A estos elementos se suma que la clase política es definida por estos jóvenes como un actor social que vampiriza el esfuerzo de la sociedad para sostener sus propios privilegios. Las valencias positivas, afirmativas, del “mejorismo” contrastan con la perversión de lo que para ellos comienza a adoptar el nombre mileista del “modelo de la casta”. Los jóvenes constituyen un antagonismo moral que toma la forma de una oposición entre los esforzados emprendedores y el parasitismo. El plebeyismo juvenil que combina elementos anti elitistas e igualitaristas con otros nostálgicos del pasado nacional tiene largo arraigo en la historia de los sectores populares. Por ello marcamos que existe un carácter ambivalente en las demandas juveniles ante la política: son demandas que tienen un componente democrático que clama por mayor transparencia y calidad en la representación, y al mismo tiempo, son demandas plebeyas anti-elitistas que conectaron con las posiciones anti-clase política de los libertarios. Al verse expresados en la denuncia de Milei, que hace eje en los privilegios no justificados, arbitrarios o frutos de la corrupción de los políticos, muchos de estos jóvenes apoyaron posiciones cada vez más autoritarias contra la lógica universalista de los derechos y contra la democracia como sistema con el objetivo de liberarse de estas injusticias.

La crítica libertaria contra “el modelo de la casta política” logra una conexión con la crítica juvenil al Estado y la economía: entiende la Libertad como la lucha contra las regulaciones e imaginan un futuro libre post-casta y post-estatal en el que el esfuerzo personal se libera de esos lastres y encuentra su realización en el mercado, donde ahora gracias a los mecanismo de la competencia entre la oferta y demanda cada individuo obtendría lo que se justamente se merece de acuerdo a los esfuerzos que realice.

Desde esta perspectiva la política es “un robo” de los frutos del esfuerzo personal. El ataque de Milei a las bases del paradigma social del peronismo se centra precisamente en impugnar el dogma que afirma que “donde hay una necesidad nace un derecho”, para denunciar a la “justicia social como un robo” de la sociedad al individuo. Podemos ver cómo esto opera en la consigna libertaria sobre “la gente de bien” como aquellos ciudadanos que “se ganan el pan con el sudor de su frente”, que se recorta sobre una alteridad a la que se confronta como “la mala gente/la casta”, aquellos privilegiados que cobran un sueldo del Estado o viven del dinero público de los impuestos. Por todo ello, estos jóvenes reivindican la superioridad moral de aquellos que sobreviven en el mercado (la sociedad, los emprendedores, los empresarios), sin depender de ingresos de algún modo provistos por el Estado o de los privilegios, en esencia corruptos, del “modelo de la casta”.

Conclusiones

¿Por qué la derecha puede interpelar a la sociedad en términos tan radicales con más éxito que otras fuerzas políticas? Aquí, a partir de nuestro trabajo de investigación con jóvenes, propusimos pensar esa pregunta en una clave sociológica que nos permita aportar una respuesta a través de analizar por qué y cómo el mileismo capitaliza políticamente al “mejorismo”.

Nuestro argumento ha sido que las juventudes mejoristas en primer lugar tienen ciertas reivindicaciones sociales que al ser interpeladas por la performance política de Milei logran conformarse como anti estatistas y anti casta. Así las ambivalencias latentes en las demandas de las juventudes fueron definidas por la interpelación libertaria en dos sentidos complementarios: la impugnación al modelo de la casta conteniendo bajo ese nombre los elementos de la triple crítica y la afirmación del valor de la libertad.

Todo lo que usualmente se ve como el producto del adoctrinamiento y la difusión de los dogmas neoliberales o como el efecto de la masificación del smartphone y las redes sociales, es más bien el resultado de una interpelación efectiva de experiencias cotidianas en las que las vicisitudes del vínculo con el Estado, la economía y la dirigencia resultan tanto o más formadoras que la adquisición de consignas, teorías o doctrinas.

Para personas que sean constituido subjetivamente como sobrevivientes de la pandemia, héroes del mercado, emprendedores de sí mismos, leones a la intemperie en la selva social, es más atractiva, convocante y explicativa la convocatoria de Milei a liberar las fuerzas del trabajo de las regulaciones y trabas del Estado, a liberar la economía de la incertidumbre inflacionaria del peso y la emisión monetaria del Banco Central con el objetivo de subsidiar los “derechos que empobrecen”, a liberar a los emprendedores y ejercer la rebeldía contra “el modelo de la casta” corporizado en el Estado.

Por el contrario, la intensidad de la crítica juvenil hace que la capacidad para convocar a las juventudes “mejoristas” se estreche para discursos que pretenden que los receptores de su convocatoria política sean sensibles a consignas que, o son poco prácticas como el “Estado presente”, “la derecha versus los derechos” o son directamente irritantes para ellos como la denuncia a “la meritocracia” o a que “nadie se salva solo, el Estado te salva”. A esto se suma que el ascenso social que los “mejoristas” imaginan y anhelan, no corre/transita por los canales que hasta hace unos años eran legítimos: la educación, el salario, el sindicato. Los recorridos mejoristas son descentrados de las instituciones estatales: se vinculan con las formas de obtener mejoras a través de la optimización del yo como unidad productiva cada vez más competitiva en el mercado.

La opción libertaria en Argentina no se configura ni en el vacío ni por el sólo influjo de una ola internacional que distribuye un cliché que se incorpora de forma unívoca y automática al escenario político local. Su emergencia y masificación se dan en el juego de oposición a las medidas y contradicciones que mostraron las dos grandes coaliciones políticas que fueron oficialismo luego de la crisis de 2001: la orientación insustancialmente pro mercado del gobierno de Cambiemos y la grandilocuentemente estatista del Frente de Todos. Dentro de este juego de oposición y afirmación, la interpelación de la derecha libertaria logró el arraigo masivo y popular del que las otras fuerzas carecieron a través de estas formas concretas y hasta el momento duraderas de anudar su prédica al “mejorismo”.

Material suplementar
Referencias bibliográficas
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Notas
Notas
1 En Argentina el proceso electoral de 2023 se extendió a lo largo de varios meses implicando la convocatoria a la ciudadanía a votar en tres instancias distintas, sumiéndose en un prolongado clima de campaña y debate proselitista. La primera instancia de votación en el mes de agosto para las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias), en las que para sorpresa de los analistas la fuerza política encabezada por Milei consiguió con el 30% la mayor intención de votos. La segunda instancia de votación transcurrió dos meses después en octubre con la primera vuelta electoral. Finalmente, la tercera instancia de votación sucedió en noviembre en el balotaje que consagró la victoria de Milei con el 56% de los votos, por más de diez puntos de diferencia sobre el candidato del peronismo Sergio Massa.
2 Como lo indican también cuantitativamente múltiples encuestas y estudios de opinión pública (Vanoli 2023) fueron los menores de 30 años quienes expresaban el mayor grado de acuerdo con las principales propuestas económicas y sociales de LLA. A su vez, los menores de 30 años representan aproximadamente el 43% del padrón electoral a nivel nacional.
3 Para un análisis de la historia y composición social del AMBA ver el trabajo coordinado por Gabriel Kessler (2015).
4 Los estudios de opinión pública del periodo señalaron que ese electorado que apoyaba la dolarización era mayoritariamente joven (Gonzalez y Asociados, 2023) y que la aceptación de esta propuesta en el electorado que apoyaba la candidatura de Milei alcanzaba el 78%, mientras que en el electorado general rondaba el 35% (Vanoli, 2023).
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