Espejo de Lecturas
Introducción. Leer a Juan Carlos Torre. Una vida intelectual entre la sociología, la historia y la política
Introducción. Leer a Juan Carlos Torre. Una vida intelectual entre la sociología, la historia y la política
Trabajo y sociedad, vol. 26, no. 44, pp. 534-552, 2025
Universidad Nacional de Santiago del Estero. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Instituto de Estudios para el desarrollo Social (INDES)
Pereyra S., Smulovitz C, Armelino M. Por qué leer a Juan Carlos Torres. 2024. Argentina. Edhasa |
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Este libro es un esfuerzo colectivo orientado a revisitar la obra de Juan Carlos Torre. Se trata de un diálogo coral sobre sus contribuciones, pero más en general sobre su impronta en las ciencias sociales. La estela que fue dejando con el correr de los años; la huella en cuyo rastro muchos intentamos ubicarnos.
La realización de un libro de estas características es posible solo gracias a la generosidad y el compromiso de colegas destacados de distintas generaciones e inscripciones disciplinares que se prestaron al juego de releer alguna parte de su obra o de recrear las conversaciones reales o imaginarias que fueron significativas para sus propios trabajos. Como editores de este volumen, es un orgullo y una alegría haber puesto en movimiento este proyecto y canalizado el entusiasmo que fue despertando a medida que la idea cobraba forma gracias al compromiso del excepcional conjunto de autores que integran el índice: Carlos Altamirano, Alejandro Bonvecchi, Lila Caimari, Ernesto Calvo, Hernán Camarero, Jimena Caravaca, Sebastián Etchemendy, Mariana Heredia, Elizabeth Jelin, Gabriel Kessler, Steven Levitsky, Valeria Manzano, María Victoria Murillo, Vicente Palermo y Germán J. Pérez. A su turno, Fernando Fagnani nos abrió las puertas de Edhasa y desde un primer momento nos transmitió confianza y aliento para llevar a cabo la propuesta.
La obra con la que dialoga este libro está compuesta de materiales muy diversos. Textos en forma de libros y artículos, pero también de otros elementos cuya materialidad es más esquiva, aunque su importancia no sea menos crucial. Se trata también del modo en que se configura una biografía intelectual. Una vida signada por la relación entre la producción intelectual y el desarrollo de una carrera profesional en el seno de las ciencias sociales, pero marcada también por compromisos paralelos, alternativos e igualmente constitutivos de una historia de vida. Carrera que incluye formas de compromiso institucional ligadas al desarrollo de las ciencias sociales en ámbitos universitarios y también en el terreno editorial, al consejero de lecturas imprescindibles y a aquel que puede dar una opinión certera sobre nuestras decisiones acerca de cómo encarar una investigación. Múltiples formas de compromiso político e intelectual propias de una generación tan ambiciosa en sus ideales como golpeada en sus avatares. El Torre académico es también el militante político o aquel que interrumpe su vida universitaria y da el salto para integrar una gestión de gobierno, exponiéndose y comprometiéndose. O bien el analista político agudo que despliega intervenciones precisas y justas en la prensa.
No hace falta justificar por qué la trayectoria de Juan Carlos Torre invita a abrir este diálogo entre colegas. La riqueza, diversidad y densidad de sus aportes son evidentes a simple vista. Quienes hayan transitado los temas y objetos que fueron parte de esa trayectoria no tienen dudas de que sus textos son referencias ineludibles. Todos nosotros podemos reconocer en sus textos una fuente de inspiración y leerlos con la admiración y el asombro que producen los clásicos. Por muchas razones, por muchas vías diferentes, este libro muestra, de modo colectivo, cómo Torre se ha ido consolidando como un verdadero clásico. Para tomar real dimensión de ese proceso y sus consecuencias, en estas páginas iniciales subrayaremos tres cuestiones que los autores que integran el libro destacan. En primer lugar, consideran la forma en que se desarrolló su biografía intelectual. Por otro lado, dialogan con los temas y objetos trabajados, así como con la diversidad de aportes que realizó. Finalmente, debaten sobre los modos específicos de encarar el oficio de investigación y su mirada particular sobre el mundo social resaltando su capacidad para evitar la disociación entre el contenido y la forma, su notable virtuosismo en la escritura y su habilidad para mezclar, como un alquimista, la sociología con la historia y la ciencia política.
1. Una biografía intelectual
En la obra de Torre pueden distinguirse tres grandes líneas de investigación. La primera surge al comienzo de su vida académica e indaga, con preguntas de la sociología y evidencias de la historia, sobre la influencia decisiva del peronismo en el comportamiento del sistema político argentino desde mediados del siglo XX en adelante. Allí, cobra particular interés el papel de los trabajadores urbanos y sus sindicatos como vehículos de un proceso de movilización política de las clases trabajadoras y populares. Argentina no fue el único caso durante la industrialización y urbanización de América Latina en el que esto ocurrió; sin embargo, se distinguió del resto por las consecuencias institucionales que este proceso desencadenó y que signaron su perdurabilidad en el tiempo. La segunda línea de investigación, asociada a su experiencia en la función pública e influida por la ciencia política, se interroga por los condicionantes y desafíos que, en democracia, afrontan los gobiernos para administrar las crisis económicas. Desde que a comienzos de la década de 1980 se extendió en la región la crisis de la deuda pública, los países latinoamericanos han atravesado sucesivas coyunturas críticas que pusieron a prueba la fortaleza de los gobiernos para sostener sus proyectos de política pública. Los desvelos y las tribulaciones cotidianas de la gestión pública son materia de una nueva perspectiva y de nuevas preguntas para el análisis político. La tercera línea despunta en la etapa de madurez de su vida intelectual y se desenvuelve entre la sociología política y la historia social y cultural para comprender y explicar las transformaciones de la Argentina en el siglo XX. Aquella “atracción especial” del peronismo como objeto de estudio que abría las páginas de La vieja guardia sindical y Perón se inscribe aquí en el marco más vasto de los cambios estructurales y de las formas de sociabilidad que lo preceden y suceden. Es la ambición intelectual por explicar, a partir de una investigación sobre la ciudad balnearia de Mar del Plata, la pasión igualitaria que caracteriza la sociabilidad de los argentinos. Las publicaciones y hallazgos asociados a cada una de estas grandes líneas de investigación presentan un rasgo común que vuelve singular a su obra: en todos los casos se observa un esfuerzo por relacionar preocupaciones teóricas provenientes de la sociología y la ciencia política con el análisis histórico.
Su obra comenzó a tomar forma a fines de los años sesenta, luego de graduarse como licenciado en Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Pero, curiosamente, como lo recordó en una entrevista que le concedió al IDAES a fines de 2022, su paso por esa carrera y la idea misma de una vida académica no habían sido decisiones planificadas ni claras. Nacido en Darregueira, un pequeño pueblo cercano a Bahía Blanca, Torre llega a Buenos Aires para iniciar sus estudios universitarios:
Mi padre tenía una casa de comercio en Darregueira. Y esperaba que yo, el primogénito de la familia, me hiciera cargo en algún momento del negocio. Ocurrió que cuando me preguntó que quería estudiar le respondí “quiero estudiar filosofía”. Explicablemente, a mi padre no le pareció una buena opción y me propuso, en cambio, que estudiara para contador público. Conversamos y llegamos a un acuerdo: contador y filosofía. Vengo pues en 1958 a Buenos Aires y me anoto en las dos facultades, Ciencias Económicas y Filosofía. Durante un año estuve dando materias en una facultad y en la otra. Fue entonces que apareció la carrera de Sociología y me apresuré a escribirle a mi padre diciéndole “la sociología es la combinación de filosofía y economía”. Era un abuso de la imaginación, pero a esa altura del partido mi padre estaba resignado y no puso objeciones, (Entrevista a J. C. Torre, EIDAES, 2022).
Torre se integra, entonces, a esas camadas iniciales de una carrera de Sociología recientemente creada y en pleno proceso de definición sobre su identidad y su institucionalización en los claustros universitarios.
Durante los años iniciales, la carrera fue una disciplina que se estaba buscando a través de la guía orientadora de Gino Germani, su promotor, que tenía una mirada muy amplia y, en los hechos, nos expuso a una literatura muy variada en la que los textos de sociología convivían con textos de psicología social, antropología, filosofía. Más tarde, la carrera habrá de tener un formato más sistemático, pero siempre congruente con su matriz original, el fuerte énfasis en la investigación empírica. (Entrevista a J. C. Torre, EIDAES, 2022).
Torre se suma a una carrera en plena ebullición, marcada por la búsqueda y la inquietud intelectual, en el contexto de un ámbito universitario atravesado por la vocación de intervención política. “Al poco tiempo de estar en Sociología comencé a militar. Pero en esa época, para muchos, la sociología tenía que ver con la acción política, tenía que nutrir la acción política, pero
¿qué acción política? En Filosofía y Letras había dos grandes corrientes en la región: eran los socialistas y los comunistas” (Coloquio Mar del Plata, 2022). Torre es, a la vez, un sociólogo en formación y un militante del Partido Comunista. Pese a las afinidades entre Filosofía y Letras y la actividad política, las cosas distaban de ser armónicas. Una de las contribuciones del libro recrea las polémicas surgidas en torno a la relación entre ciencias sociales y militancia política, recuperando el posicionamiento de Torre ante las críticas del Partido hacia las pretensiones científicas y profesionales de la nueva disciplina social. Torre comparte la preocupación por una deriva formal o no comprometida de la sociología, pero discute los argumentos antisociológicos que el Partido esgrime. Al igual que muchos de sus contemporáneos, vislumbra en la sociología la posibilidad de desarrollar un “marxismo con datos”, una alquimia entre sociología y vocación de cambio social. Esa tensión se resolverá poco tiempo después con su alejamiento de la militancia partidaria.
Su itinerario político-ideológico seguirá por el camino de la nueva izquierda, más afín a los cruces del marxismo con otras corrientes de pensamiento y a concebir un universo de ideas más heterodoxo y menos partidario. En ese registro se inscriben sus colaboraciones en las revistas Cuadernos de Filosofía y Pasado y Presente y asoma su vocación sociológica de compromiso con la producción de conocimiento sin renunciar a los valores de izquierda que lo movilizaban políticamente.
La relación de Torre con la vida universitaria de esos años es episódica. En 1965 empieza a trabajar en el Consejo de Inversiones y en el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE). Su recuerdo general -más allá de algún proyecto particular- de ese período es el de un alejamiento del mundo de la sociología. A principios de los años setenta se integra al Instituto Di Tella y comienza sus estudios sobre el mundo sindical, sentando las bases de lo que será su investigación doctoral. Para ese fin, obtiene un subsidio del Social Science Research Council que le permite instalarse en París tras el golpe militar de 1976.
Torre se doctoró en Sociología en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (París) en 1983, bajo la dirección de Alain Touraine. Su tesis, El rol del sindicalismo en los orígenes del peronismo, fue editada en 1990 con el título La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo, y reeditada en 2006. El punto de partida de esa investigación fue la publicación en 1969 de Ejército y sindicatos, libro escrito junto con Santiago Senén González, uno de los periodistas más destacados en la cobertura del mundo sindical de las décadas de 1960-1980, y continuó con más de veinte publicaciones de carácter teórico e histórico sobre el vínculo entre organización sindical, peronismo y el desarrollo de la vida política argentina. Como puede apreciarse en muchos de los artículos de este libro, la tesis de Torre es un punto de confluencia entre su interés por el estudio del movimiento sindical de los años cuarenta, influido por las huellas de Touraine, y un diálogo fluido con la sociología política anglosajona.
Señalábamos antes la relación discontinua de nuestro autor con la vida universitaria en esas décadas. Prueba de ello es, también, el salto temporal que existe entre la finalización de su tesis y su publicación en formato libro. Entre uno y otro momento se abre una “temporada en el quinto piso” del Ministerio de Economía de la Nación, cuando se integra a la gestión económica del gobierno de Raúl Alfonsín. Una experiencia que tendrá un impacto directo en su trabajo posterior y cuyo registro tomó la forma de un diario publicado recién en 2021. El paso por la función pública fue vivido por Torre como un alejamiento de la vida intelectual, en estos términos: “Entonces, entrar al Ministerio de Economía o al gobierno significaba poner entre paréntesis esa libertad en la cual yo vivía como parte del Instituto Di Tella o como intelectual que era, o pretendía ser, en esa época” (Entrevista a J. C. Torre, EIDAES, 2022).
Pasados los años del quinto piso (1983-1988), la trayectoria de Torre se afirma en la vida universitaria y realiza un giro temático, influido por aquella experiencia como funcionario de gobierno. En una entrevista realizada en los tempranos años noventa señalaba en relación con este tema: “El ingreso al mundo de los políticos y de las decisiones de gobierno fue un descubrimiento; desde entonces estoy explotando en mis trabajos la nueva perspectiva que gané entonces. Desde un punto de vista cognoscitivo es mucho lo que aprendí; ahora tengo una percepción de los problemas de la decisión política que antes no tenía” (Hora y Trímboli, 1994: 213). Su interés por los procesos de cambio político se renueva a partir de la década de 1990, en el marco de las transiciones a la democracia y de la liberalización económica que venían desarrollándose en la mayoría de los países de la región desde la década de 1980. Allí hay un nuevo objeto de estudio, no solo para las inquietudes intelectuales de nuestro autor, sino para las ciencias sociales y, en particular, para la ciencia política, que desde el ángulo del policy making y la política comparada buscará elaborar nuevos conceptos e hipótesis para comprender los matices del fenómeno a nivel regional y de otras regiones. Esta tarea la emprenderá de regreso al Instituto Di Tella, donde radicó su sede de trabajo. Dirigió allí el Centro de Investigación en Ciencias Sociales (CIS), entre 1989 y 1992, y al año siguiente pasó a integrar el plantel docente de la universidad homónima, que en 2009 lo nombró profesor emérito como testimonio de su destacada trayectoria académica y en donde dirigió hasta 2021 el Doctorado en Ciencia Política. Una trayectoria que incluye estancias de investigación en el Institute for the Advanced Studies en Princeton University, el Institute of Latin American Studies de la University of London y del Departamento de Sociología de Oxford University. Su actividad docente, en tanto, abarcó a las universidades de Buenos Aires, San Andrés y la sede argentina de la de Bologna, y en el exterior en la New York University, la École de Haute Études en Sciences Sociales (París), la Universidad de Sao Paulo, la Universidad Internacional de Andalucía y el Instituto Universitario Ortega y Gasset. También se destacó en su faceta editorial. Entre 1995 y 2019, dirigió Desarrollo Económico, única revista argentina de ciencias sociales ranqueada en el ISI Web of Knowledge. En la década de 2000, dirigió dos colecciones en la editorial Siglo XXI. No obstante, sus intereses académicos y políticos iniciales estuvieron más ligados a cuestiones vinculadas al movimiento estudiantil y al lugar de los jóvenes en tanto estudiantes en los procesos de cambio social. Fue una “contingencia trágica” la que lo desplaza a otras inquietudes:
Les recuerdo a ustedes que yo empecé siendo sociólogo y, a la vez, militante estudiantil. Mi primer interés intelectual fue el movimiento estudiantil. Yo tenía veintiuno o veintidós años y pensaba estudiar el movimiento estudiantil porque en la década de 1960 era un tópico importante en la agenda de sociología de Latinoamérica. Por entonces y luego de la Revolución cubana de 1959 las juventudes estaban en movimiento; de allí el interés que suscitaban. Ocurre que, paralelamente, entre los primeros graduados o estudiantes de Gino Germani fueron varios los que discutían sus tesis sobre el peronismo. Una de ellas fue Celia Durruty. Antes que Juan Carlos Portantiero y Miguel Murmis hicieran conocer sus trabajos, convertidos luego en una referencia emblemática en esa discusión, Celia fue quien tomó la iniciativa revisando las claves de las tesis de Germani. Fue una exploración incompleta porque falleció muy temprano, a los treinta años, en 1967. Yo estaba casado con ella. A su muerte reuní sus aportes, que eran todavía borradores, en un libro, y me propuse retomar su proyecto: ahí encontré un tema y dejé de lado mi interés por el movimiento estudiantil. El viraje de mi agenda de investigación fue, así, el resultado de una contingencia trágica. Y comencé a estudiar el papel de la vieja guardia sindical, esto es, sindicalistas iniciados al gremialismo en los años de 1930, en los orígenes del peronismo. Con esa hoja de ruta fui armando mi tesis de doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. La presenté a principios de 1983. (Entrevista a J. C. Torre, EIDAES, 2022).
Al contemplar estos años de la carrera de Juan Carlos Torre puede notarse que han sido consustanciales a la notable transformación de las ciencias sociales en la Argentina. En las últimas décadas, sus disciplinas registraron un intenso proceso de crecimiento, institucionalización y profesionalización. A su vez, la heterogeneidad y diversidad propias de las mismas muestran importantes continuidades con el escenario intelectual y cultural en el que se fraguó el inicio de su biografía intelectual. Biografía que, como vemos, sirve como un punto panorámico para admirar y comprender ese itinerario.
2. Los temas y los textos
El libro está organizado en cinco partes. Cada una de ellas se aproxima al conjunto de aportes que la obra de Juan Carlos Torre hizo a las ciencias sociales, y recupera sus ideas, textos, intervenciones, compromisos institucionales, relaciones y vínculos personales. Abarca los temas que fueron objeto de análisis e investigación a lo largo de su obra (movimiento obrero y peronismo, democracia y representación, reformas y procesos políticos, transformaciones estructurales y sociopolíticas), pero también otros aspectos de orden biográfico asociados a su inscripción intelectual-profesional en el campo de las ciencias sociales.
El lector va a notar que La vieja guardia sindical y Perón es una referencia omnipresente. Se trata de uno de los aportes más importantes de la segunda generación de debates sobre la génesis del peronismo. Debate que también está explicitado en su artículo seminal “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”, otra de las referencias recurrentes en estas páginas. La primera parte de esta compilación comprende, entonces, una conversación más amplia sobre mundo obrero, sindicatos y peronismo. La sección ofrece un conjunto de discusiones que, con el foco en el estudio sobre los años cuarenta, incluye un recorrido por temas como el itinerario sindical en los años treinta y su vínculo con la izquierda partidaria, el 17 de octubre como acontecimiento insoslayable y la política sindical en la década de 1970.
Una de las claves de la repercusión de los análisis de Torre sobre estos temas es que, mientras la perspectiva histórica le permite entender cómo se forjó la alianza -inicialmente no buscada- entre Perón y los sindicatos, la perspectiva sociológica le permite entender las mutuas restricciones a la acción política futura que surgieron con dicha relación. El argumento de Torre indica que, para entender el impacto del peronismo en la vida política argentina, es necesario tener en cuenta, además de los condicionantes políticos y sociales que los estudios de Germani y de Murmis y Portantiero ya habían advertido, la forma en que estos se concatenan con las decisiones que, entre 1943 y 1946, dieron lugar a una alianza política que iba a tener consecuencias duraderas. Su análisis muestra que la explicación sobre los orígenes y la persistencia del peronismo requiere no solo la consideración de determinantes estructurales sino también el análisis de los motivos y consecuencias de las decisiones que tomaron los actores. En otras palabras, su estudio muestra el efecto que tiene en los acontecimientos políticos la interacción entre condicionantes estructurales y agencia política. El argumento histórico-político respecto de esas consecuencias institucionales tiene su apoyatura teórica en la literatura sociopolítica de los populismos latinoamericanos, que Torre publicó como artículo en la revista Desarrollo Económico (1989) con el título “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”. Su argumento conceptual inscribe al estudio del peronismo dentro de esa literatura, pero pone de manifiesto aquello que lo diferencia del resto de las experiencias del continente. En otras palabras, su análisis sobre los orígenes de la coalición peronista deriva entonces en un estudio sobre los límites que, a partir de ese momento, tendrá el Estado argentino para hacer política pública en forma autónoma de los conflictos sociales de la coyuntura.
Los capítulos de este libro muestran tanto los temas recurrentes de su obra como los giros y las aperturas de nuevos caminos. Torre parece siempre atento e interesado a los cambios de época (¿a las transiciones de Germani?). Es lo que ocurrió con la ola de reformas de mercado que alcanzó a la mayoría de los países de América Latina durante las dos últimas décadas del siglo XX. Junto con Vicente Palermo, escribieron en 1992 “A la sombra de la hiperinflación”, un texto que nunca se publicó, pero que todos sus colegas y especialistas en esos temas leyeron y citaron. En ese texto, que se convirtió en una suerte de incunable, está planteado ya el interés por la morfología de los cambios de época y cómo aproximarse a ellos, cómo abordarlos, con qué herramientas teóricas pensar algo novedoso y no trabajado aún. Durante toda la década de 1990, Torre estará abocado al análisis de una realidad común a la región, pero llena de matices. Dicho de otra manera, América Latina atraviesa un cambio de época con las reformas, pero los resultados de esa empresa en cada país son diferentes. Por cierto, no es el único que se embarca en estas investigaciones y en averiguar estas inquietudes, pero, como enfatiza uno de los autores que repasan esos años, es el primero entre nosotros y contribuye a marcar algunos de los pilares temáticos de esa agenda en construcción. Lo que asoma en aquel escrito inédito de 1992 se reafirma en otro artículo escrito junto con Pablo Gerchunoff en 1996 en el que analizan el caso argentino (“La política de liberalización económica en la administración de Menem”). El recorrido culminará en un libro de 1998 dedicado a la región (El proceso político de las reformas económicas en América Latina) que mostrará las diferencias de un proceso que, en principio, aparecía como uniforme si nos guiábamos únicamente por las lecturas más normativas sobre los desafíos del ajuste estructural. Estos textos son más politológicos que la producción anterior, más cercanos al terreno de la elaboración de la política económica que inunda el debate público y académico de esos años. En el libro de 1998, analiza desde una perspectiva de political economy los condicionantes económicos y las opciones políticas de los gobiernos para afrontar los desafíos del cambio. Sostiene que, si bien “la adversidad económica” fue una condición necesaria para el ajuste estructural, las modalidades de ajuste que tuvieron lugar dependieron de factores contextuales internos de carácter político como la influencia de las ideas, los recursos de las fuerzas sociopolíticas, las instituciones que intervinieron en las decisiones y en la implementación de las políticas. El análisis de la forma en que estos factores interactuaron con los condicionantes estructurales le permite explicar la intensidad, velocidad y curso que tuvieron los distintos procesos de reforma en la región. El trabajo cuestiona la visión que entiende a los procesos de reformas como actos administrativos uniformes y muestra que la gestión de las mismas es una operación centralmente política, cuyo resultado depende de la gravedad de la crisis económica pero también de los condicionamientos políticos e institucionales que enfrentan los agentes públicos (Torre, 1998: 14-20).
La noción de proceso político es estructurante de una mirada sociológico-política que ubica a los actores -en toda su complejidad- en el centro de la escena. La variable temporal importa puesto que permite poner en perspectiva la relación entre instituciones y actores que interactúan, mostrando procesos de aprendizaje, de ensayo y error, de sofisticación de estrategias, de habituación a determinadas prerrogativas, y confrontándose a sus múltiples limitaciones (estructurales, ideológicas, etc.). Desde esta perspectiva, el juego de las reformas no es tanto el que definen y diseñan los actores interesados en el cambio sino más bien uno que se juega en un tablero ya estructurado, con actores que tienen sus tradiciones y recursos. Aunque los actores quieran y puedan transformar las reglas de juego, aunque quieran ejercitar su vocación fundacional (y aunque existan condiciones que favorezcan ese ejercicio), ello nunca ocurre en el aire.
Finalmente, las reflexiones de Torre también se orientaron a registrar las transformaciones de la sociedad argentina en el siglo XX. Esa perspectiva tiene algunos eslabones fundamentales en “La democratización del bienestar” (2002) y Mar del Plata. Un sueño de los argentinos (2019), ambos escritos junto con Elisa Pastoriza, o en el artículo “Transformaciones de la sociedad argentina” (2010). En estos trabajos Torre enhebra los cambios en la movilidad social, en prácticas cotidianas y de sociabilidad, en la vida familiar y en la identidad y constitución de los actores sociales. Su mirada retrospectiva sobre estas transformaciones permite observar una de las principales fuerzas movilizadoras que caracterizaron a la sociedad argentina en el siglo XX: lo que Torre denominó la pasión por la igualdad social. Patrones de convivencia jerárquicos asentados en estructuras de prestigio y de poder dan lugar a otros que se caracterizan por el desafío de los privilegios. Los efectos de esta “pasión” se registran en la modificación de formas de sociabilidad y en la transformación de los comportamientos de los actores políticos, transformación que su análisis sobre el peronismo había advertido. La otra dimensión que, según Torre, caracterizó al proceso de “democratización del bienestar” argentino fue “que los resultados se distribuyeron en proporción a los recursos de poder e influencia de los distintos grupos sociales”. Al igual que lo que sucede en sus investigaciones sobre el peronismo, aquí también la investigación historiográfica y la sociológica se complementan. Mientras la mirada histórica permite observar cambios en el acceso a bienes como salud, educación pública y vivienda, y la “invasión” popular de los espacios de la élite, la mirada sociológica permite advertir los factores relacionados con la organización de los actores que condicionaron el acceso desigual al bienestar.
Como ya hemos mencionado, la relación de Torre con las ciencias sociales es múltiple y tiene algunas marcas generacionales y algunas particularidades que la hacen excepcional. Estas marcas y particularidades pueden apreciarse en las últimas dos partes de este libro (“Los procesos de reforma y la experiencia en la gestión pública” y “El desarrollo de las ciencias sociales”), dedicadas a revisar otros modos de habitar la sociología -o las ciencias sociales- que no son producto directo del trabajo de investigación. Son modos de concepción y de ejercicio de la tarea intelectual que -como parte de una marca generacional- también suponen una inquietud y una búsqueda constante. Se podría decir que allí aparecen modalidades de intervención intelectual en las que las ideas, las lecturas, ponen a prueba la vinculación de las ciencias sociales con la vida social y con la vida pública. Y lo hacen de modo directo en tanto ponen en evidencia la capacidad de estas intervenciones para aportar a la resolución de problemas sociales, o al ejercicio de la función pública o para incidir en la producción y reproducción del propio campo intelectual.
Con la publicación del Diario de una temporada en el quinto piso (2021), Torre detalló aquello que, de manera sintética, había esbozado anteriormente en múltiples intervenciones públicas: la importancia y los desafíos que le implicaron participar en la gestión del equipo económico de Sourrouille durante la presidencia de Alfonsín. Sabemos ahora que esa experiencia fue reveladora en muchos sentidos. Primero, porque le mostró cómo pueden diversificarse los modos de inscripción de las ciencias sociales como saberes de Estado. El registro cotidiano de esa temporada resulta un material valioso como observación casi etnográfica del funcionamiento del Estado, del diseño y la implementación de la política económica (en contextos de crisis e incertidumbre), pero también como una ventana al trabajo del sociólogo Torre inserto en un contexto organizado en torno a saberes económicos. En segundo lugar, la experiencia también le sirvió para reflexionar sobre los oficios y los tiempos de trabajo. La función pública implicó un sufrimiento para las inquietudes académicas del autor. El tiempo invertido en un ámbito es tiempo descontado en el otro. Para alguien con inquietudes políticas, la primera línea del Estado es un lugar desafiante y deseado, aunque no necesariamente buscado. La posibilidad de intervenir, de transformar, implica una tentación que difícilmente pueda ser esquivada o ignorada, dadas las circunstancias.
Pensada en perspectiva, la experiencia de la gestión pública puede ser considerada como un hito más en una vida política. Dijimos que eso representa una marca generacional y, en el caso de Torre, se expresa como una potencia constante, si tenemos presente que su socialización académica se produce como viva expresión de la tensión entre su formación en la carrera de sociología y su militancia de izquierda. Dos universos próximos, afines, pero que chocan y se tensionan mutuamente. Torre es testigo y participa de un proyecto de institucionalización y profesionalización de la sociología como disciplina universitaria y se encuentra en el ojo de la tormenta de la crítica de una izquierda que desconfía y ataca ese proceso. Torre reconoce esa tensión e interviene en los debates hasta forjar su propio universo de amalgama entre esos intereses e inquietudes que lo movilizan. Más allá de los avatares de su militancia partidaria, esa búsqueda del intelectual público persiste como marca de origen en sus modos de intervención y en sus preocupaciones, incluso en sus temas y objetos de investigación. Cómo no reconocer esas inquietudes políticas en el foco de su trabajo sobre el mundo obrero y sobre el mundo popular. ¿No está ordenado ese interés recurrente por una pregunta sobre el sujeto del cambio y la transformación social? ¿No es acaso el movimiento sindical fuente y depositario de ese vector de cambio y su proceso de institucionalización una progresiva mutación hacia la estructuración de un modelo de política corporativa? Es difícil no ver también en su mirada sobre el peronismo esa pregunta por la oclusión de un crecimiento de la izquierda en los sectores populares y, a la vez, la configuración allí de una expresión genuinamente política de esos sectores.
Al mismo tiempo, la institucionalización del campo de las ciencias sociales es un espacio de autorreconocimiento en el que se concentraron muchos de sus esfuerzos. De allí que este libro se propone, también, explorar sus inquietudes editoriales. Esa tarea, ese oficio, como artífice de la consolidación del campo, se evidencia claramente en algunas de sus iniciativas. Mencionamos ya -y es objeto de una de las contribuciones de este volumen- su labor como director de la revista Desarrollo Económico durante veinticinco años. En 1995, cuando Torre inicia su gestión, la revista cuenta ya con más de veinticinco desde su aparición en el ámbito académico, pero bajo su dirección Desarrollo se consolidará como uno de los espacios principales de publicación y circulación de las ciencias sociales en el país y la región. Movilizará una agenda intelectual para la revista que estará atravesada por los procesos de transición a la democracia y a la liberalización económica en la región. La ciencia política toma particular nota de este giro porque uno de los interrogantes de ese momento remite a la fortuna de esos flamantes gobiernos democráticos para avanzar con reformas de las instituciones económicas consolidadas tras la posguerra. La agenda politológica de esos años señala las limitaciones de gobiernos que como el de Alfonsín en los ochenta fallaron en sus intentos por ponerlas en marcha y las circunstancias por las cuales los gobiernos que los sucedieron lo lograron. Torre contribuirá mucho con sus inquietudes a darles espacio en la revista a la discusión sobre estos procesos de cambio político y a los debates sobre los procesos de ajuste estructural en democracia. Las discusiones sobre cambio político implicaron la inclusión de debates sobre las relaciones entre los poderes del Estado, las fortalezas y debilidades del presidencialismo en la región y los cambios en el sistema de partidos, entre tantos otros. La literatura que dominó estos temas fue desde una perspectiva neoinstitucionalista y comparada predominantemente anglosajona; Desarrollo conectó con esa bibliografía y tradujo mucho de ese material que, en esos tiempos, resultaba difícil hallar y circular. De hecho, nuestra literatura sobre cuestiones de análisis político de las décadas de 1980 y 2000 está cartografiada en gran medida en el mapa de lecturas que trazó esta revista. Esta verdadera renovación temática implicó la apertura de canales de diálogo e interlocución entre la economía -como disciplina predominante y como matriz de origen de la publicación- y la ciencia política, pero también con otras ciencias sociales, como la sociología, la historia, la antropología. Esa mixtura de miradas y disciplinas que fue adquiriendo el propio trabajo de Torre se vio reflejada, también, en la diversificación del índice temático de la revista. En consecuencia, Desarrollo se desmarcó de los debates que hasta entonces reproducían otras publicaciones de la región influidas aún por agendas procedentes de los debates que las habían estructurado en los años setenta. Asimismo, la traducción de artículos y la influencia del mundo anglosajón en sus páginas le permitió colocarse como una de las fuentes de difusión de los debates internacionales que estaban teniendo lugar en los principales centros políticos y académicos del mundo.
Ya mencionamos sus otras inquietudes editoriales, que incluyeron la dirección de colecciones de libros. En Siglo XXI Editora Iberoamericana, Torre dirigió entre 2003 y 2009 las colecciones Nueva Ciencia Política e Historia y Política, que se interrumpieron por avatares ajenos al espíritu de la divulgación científica. Los tres títulos editados dentro de la primera de ellas incluyen nuevos enfoques sobre el análisis del pensamiento constitucional americano en sus años fundacionales, a cargo de Roberto Gargarella, y sobre distintos aspectos de los procesos de reformas de mercado en América Latina, a cargo de María Victoria Murillo y Javier Corrales. En la segunda, en tanto, los títulos publicados ofrecen un índice temático variado y ambicioso sobre la historia y la política argentina moderna e incluyen obras con nuevas aproximaciones al estudio de la historia social como el trabajo de Roy Hora sobre los terratenientes de la pampa, el de Leandro Losada sobre la sociabilidad de las clases altas en los comienzos del siglo XX, el de Hernán Camarero sobre el Partido Comunista y su inserción en el mundo obrero de 1920-1930 y el de Fernando Devoto sobre la historia intelectual y política de la imbricación entre nacionalismo, fascismo y tradicionalismo. La colección también incluyó la edición por primera vez en español de las investigaciones de la historiadora canadiense Louise Doyon sobre los orígenes del sindicalismo peronista, de la politóloga estadounidense Kathryn Sikkink sobre los proyectos desarrollistas en la Argentina y Brasil de Frondizi y Kubitschek, y del politólogo Steven Levitsky sobre las transformaciones del Partido Justicialista de fines del siglo XX. Completó el itinerario de esa colección la reedición de dos investigaciones publicadas a fines de los años ochenta que una década después estaban agotados: el estudio sobre los intelectuales en la década del sesenta por la socióloga Silvia Sigal y Los sindicatos en el gobierno, 1973-1976, del propio Torre, que rebautizó como El gigante invertebrado. Los sindicatos en el gobierno, Argentina 1973-1976.
3. La imaginación sociológica como oficio
Recapitulemos. ¿Por qué editar un libro sobre la obra de Juan Carlos Torre? La respuesta más obvia es que nos permite recorrer su trayectoria, los temas y las actividades que realizó. Los temas específicos que tratan cada uno de los capítulos cumplen con ese propósito. Sin embargo, estos capítulos hacen algo más, y esto explica por qué un libro sobre Torre. Todos sugieren que, más allá de las contribuciones específicas que pudo haber realizado en cada tema al que se aproximó, sus textos y sus intervenciones dejan una estela radiactiva que excede a cada uno de ellos. Solemos identificarlo como el mayor analista del peronismo; sin embargo, lo que más sorprende a los que lo leemos es su forma de mirar cada una de las cuestiones que aborda. Uno de los autores señala su habilidad para analizar temas controversiales con el talante que él resume con la frase de Tácito “Sine ira et studio”. Ese talante lo persigue cada vez que aborda cualquier tema que le interesa. Otro de los autores confirma los méritos de esta disposición cuando observa que una de las cosas que aprendió de Torre es que para estudiar al peronismo había que partir de dos premisas: que “el peronismo tiene una racionalidad” y que es necesario analizar su comportamiento como el de cualquier otro actor, esto es, como un comportamiento impulsado por intereses concretos. Es ese mismo carácter el que le permitió escribir un libro como Diario de una temporada en el quinto piso en donde, más allá de la empatía y amistad que lo unían a sus protagonistas, pudo diseccionar la gestión, entender sus motivaciones e identificar las limitaciones que enfrentaban para realizar la tarea.
Además de este talante, los escritos de Torre muestran otra marca de identidad. Suelen comenzar con una historia, una anécdota que tiene la capacidad de captar una escena, como si se tratara de una fotografía. Juan Carlos explota allí los detalles. Esa historia se volverá a su tiempo el indicio que tendrá la capacidad de revelar el mundo que quiere explicar. Si la actitud que sugiere la máxima de Tácito apunta a la necesidad de que el análisis no sea gobernado por las pasiones, el uso de los detalles le permite mostrar la materialidad y carnadura histórica del fenómeno que quiere explicar, pero también las emociones que atraviesan a los actores que están siendo analizados. Mencionaremos aquí un par de ejemplos. En uno de sus primeros escritos, aparecido en 1967 en la revista Todo es Historia, se ocupa de la crónica de los llamados “asesinatos de Tandil”, una matanza de treinta y seis personas en esa localidad bonaerense, que tuvo lugar a comienzos de 1872, perpetrada por un caudillo local conocido como “El Tata Dios”, un personaje respecto del cual circulaban historias acerca de sus poderes curativos, considerados milagrosos, y de los que se había servido para afirmarse como el gaucho mesías. Con esta historia, Torre registra el único movimiento milenarista ocurrido en la Argentina y expone un tema que será núcleo de sus reflexiones posteriores: las tensiones que provocan los cambios en torno a la movilización política popular. En ese caso, el desarrollo de la nueva Argentina que irá emergiendo con la inmigración finisecular y la relocalización social y política de las clases populares. El otro ejemplo aparece en “La democratización del bienestar”, donde se subraya la relevancia que tuvieron en esos años las transmisiones radiales de las competencias de Turismo Carretera. Esa historia anclada en dimensiones de la vida cotidiana sirve de modo notable para mostrar no solo la resolución de la puja entre las políticas que favorecían al transporte automotor por sobre el ferroviario, sino también para mostrar cómo se construyó la idea de lo que era en ese momento la Argentina y quiénes eran entonces los argentinos. Esas transmisiones radiales con esas minuciosas descripciones por parte de los locutores volvían próximos territorios lejanos y unificaban poblaciones diversas. En una Argentina en la que la política hacía esfuerzos por incorporar e integrar a los que aún no pertenecían, una historia como la de las transmisiones radiofónicas de las carreras de Turismo Carretera le sirve para mostrar no solo las grandes transformaciones que se estaban produciendo sino también uno de los inesperados instrumentos a través del cual tenían lugar.
Si “Sine ira et studio” es una sugerencia acerca de la disposición con la cual se debe abordar el análisis de cualquier tema, la estrategia narrativa de seleccionar y hacer explotar los detalles muestra aquello que es necesario ver para que los hechos sociales que se quieren explicar sean inolvidables y puedan transmitir las vivencias y emociones de los actores.
Los capítulos que siguen pueden leerse como un registro de las distintas innovaciones que se han ido acumulando y sucediendo en su obra, pero también como un inventario de los cambios en las preocupaciones intelectuales a lo largo del tiempo. Aparecen así temas que resultaron estructurantes de los debates de las ciencias sociales en su momento, como los efectos de la aristocracia obrera en la acción colectiva o el rol del intelectual comprometido. Y en conjunto los sucesivos textos que aquí se presentan muestran la trayectoria de un sociólogo que en sus inicios estaba en la búsqueda de un tema hasta su transformación en un intelectual con capacidad para fijar una renovada agenda académica, política y pública. Este recorrido tiene otra virtud: permite entrever el mundo intelectual y político en el que estos conceptos y temas vivían y se desarrollaban. En otras palabras, el libro no habla solo sobre su obra sino también sobre las circunstancias en las que se desarrolló y sobre los interrogantes que estuvo forzado a considerar. Por ejemplo, Juan Carlos siempre estuvo preocupado por temas como quiénes son los agentes del cambio social y cuál es el rol del liderazgo político en este tipo de fenómenos. De hecho, como ya se dijo, antes de introducirse en el mundo de los sindicatos esa era su principal preocupación intelectual. Distintas situaciones y distracciones se interpusieron en el camino y, por ese motivo, en su obra solo trató esas cuestiones en forma tangencial. Sin embargo, los acontecimientos de los años setenta y ochenta lo forzaron en algún momento a preguntarse: ¿cómo es que la Argentina pasó de ser un país con jóvenes a un país con una juventud que se convierte en un actor político relevante? Esta inquietud, hasta entonces inexplorada, invitó a otros investigadores a explorar el tema y resultó en la incorporación del mismo a la reflexión sociopolítica en la literatura argentina.
Sus textos también agregaron nuevas perspectivas a temas clásicos. Así, por ejemplo, como señalan los autores que analizan sus escritos sobre el peronismo, lo específicamente novedoso de su interpretación es que supo mostrar que la fortaleza y persistencia de las lealtades iniciales a dicho movimiento político se originaron en la habilidad para convertir la pulsión igualitaria en acceso a derechos. De hecho, como sugiere otro de los textos del libro, la aparente erosión de su fortaleza podría ser atribuible no solo a la reconversión de su base social sino también al hecho de que esta reconversión supuso también una alteración del mecanismo que alimentaba la producción de lealtad e identidad política. Cuando la fuente de la lealtad pasó a ser centralmente el intercambio de bienes, cualquiera podía convertirse en el proveedor, los líderes se volvieron intercambiables y los antiguos lazos identitarios perdieron fortaleza. Ideas e intuiciones que, como estas, brillan y aparecen constantemente en su obra permiten entender cambios recientes de la Argentina: La mutación de una sociedad con pobres en una sociedad de pobres e indigentes, así como el cambio de una realidad en la que se discutía el rol de la aristocracia obrera por otra en la que se impone la pregunta por la incorporación productiva de los desocupados y trabajadores informales.
Todos estos temas revelan también otra arista de su obra. A diferencia de otros grandes sociólogos que también analizaron la morfología de la estructura social argentina, Torre nos permite acceder a la misma a partir de la crónica de las transformaciones que atraviesan y experimentan los actores sociales. Esas historias incluyen el registro de los cambios en las características de los sectores obreros y medios de la Argentina hasta las mutaciones que atravesaron los intelectuales convertidos en funcionarios públicos con la llegada de la democracia. Son los textos de un observador en el terreno que registra la vida social como un campo de experimentación continuo. Un observador que a veces es historiador, otras politólogo, pero que nunca abandona su sombrero de sociólogo para registrar y entender las transformaciones que ocurren y las que se avecinan en la vida política de la Argentina.
Referencias bibliográficas
Hora, Roy y Trímboli, Javier (1994). “La figura del intelectual es muy difícil de sostener en la Argentina. Los que pasan entre nosotros por intelectuales son, en realidad, profesores” (Entrevista a Juan Carlos Torre). En Pensar la Argentina. Los historiadores hablan de historia y política. Buenos Aires: Ediciones El Cielo por Asalto Imago Mundi.