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Metabolismo urbano de los municipios de Toluca y Metepec, Estado de México, México
Urban Metabolism of the municipalities of Toluca and Metepec, State of Mexico, Mexico
Quivera. Revista de Estudios Territoriales, vol. 25, núm. 2, pp. 107-123, 2023
Universidad Autónoma del Estado de México

Artículos de investigación


Recepción: Julio 04, 2022

Aprobación: Diciembre 05, 2022

Publicación: Junio 28, 2023

Resumen: Las ciudades modernas presentan problemas ambientales y sociales debido a su metabolismo lineal, lo cual propicia un colapso inminente. Este trabajo da cuenta del metabolismo urbano de los municipios Toluca y Metepec localizados en la parte central de México. Para ello se empleó el Análisis de Flujos de Materiales y Energía (AFME) de 2000 a 2019 considerando a ambas localidades como sistemas termodinámicos abiertos. Las entradas fueron: consumos de electricidad, de combustible y de agua; y las salidas: emisiones de CO2 (derivados de la electricidad y quema de gasolinas), aguas residuales y generación de residuos sólidos urbanos. El incremento de consumos y desechos es propio de un metabolismo lineal con altas emisiones de entropía (expresada en contingencias ambientales, islas de calor y en altos niveles de contaminación de aire, agua y suelo) como resultado de una obsoleta y deficiente planeación urbana sustentada en paradigmas deterministas y en la lógica crematística del crecimiento ilimitado. Esto ha propiciado una expansión urbana desordenada, dispersa, con problemas de movilidad; con deficiencias en el abastecimiento de agua y con mala distribución de la red de drenaje y de la cobertura de recolección de residuos sólidos; esto amplía la vulnerabilidad urbana de dichos municipios y el riesgo de colapso. Por ello es necesario replantear el paradigma dominante de la planeación urbana sostenida en la termodinámica y en metabolismo circular.

Palabras clave: metabolismo urbano, planeación urbana, termodinámica.

Abstract: Modern cities present social and environmental problems due to their linear metabolism, which is conductive to imminent collapse. This paper reports on the urban metabolism of the municipalities of Toluca and Metepec located in central part of Mexico. For this purpose, the Material and Flow Energy Analysis (AFME) from 2000 to 2019 was used considering both locations as open thermodynamic systems. The inputs were: electricity, fuel and water consumption; and the outputs were: CO2 emissions (derived from electricity and gasoline burning), wastewater and urban solid waste production. The increase in consumption and waste is typical of a linear metabolism with high entropy emissions (expressed in environmental contingencies, heat islands and high levels of air, water, and soil pollution) as a result of an obsolete and deficient urban planning based on deterministic paradigms and the chrematistic logic of limitless growth. This has led to a disorganized, dispersed urban sprawl, with mobility problems, deficiencies in water supply and poor distribution of the drainage network and solid waste collection coverage, and at the same time it has increased the urban vulnerability of these municipalities and the risk of collapse. It is therefore necessary to rethink the dominant paradigm of urban planning based on thermodynamics and circular metabolism.

Keywords: urban metabolism, urban planning, thermodynamics.

Introducción

Las ciudades son constructos antrópicos altamente dependientes del medio circundante por medio de intercambios de energía, materiales e información que, a lo largo de la historia, les han permitido crecer, evolucionar y sobrevivir. A partir de la Revolución Industrial (1760-1840) y de la lógica del crecimiento ilimitado, creada después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), dichos trueques se intensificaron debido a los avances tecnológicos y a la industrialización, lo cual propició ciudades expansionistas con altos consumos.

Por mencionar algunos datos, entre 1900 y 2005 las ciudades han mostrado un consumo de 70 Gt de materias primas, es decir, un incremento del 800%, mientras que el de la energía oscila entre el 67% y el 76% a nivel planetario. Por ello son responsables directos e indirectos de alrededor del 80% del total de los GEI emitidos y, según estimaciones, para el año 2050 serán las responsables de entre el 67% y 171% de la huella ecológica global con expansiones territoriales a tasas de 1.3 millones de km. por año (Krausmann et al., 2018; Castro, 2011; Infante, 2014; IPCC, 2014, 2022; Mohale, 2015).

Ante esto, surgió la necesidad de cuantificar y analizar los consumos de materiales a través de lo que Wolman (1965) denominó como “metabolismo urbano”; estudio que realizó en una ciudad hipotética al contabilizar los flujos de agua, aire y alimentos (Díaz, 2014; Céspedes y Restrepo, 2018; Kennedy et al., 2011).

A partir de ahí surgieron diversos trabajos destacados: Odum (1971) propuso mecanismos de consumo de energía sobre los ecosistemas (citado en Armenteras, et al., 2016); Newman (1999), un marco de referencia para el metabolismo urbano y calidad de vida en ciudades australianas; Bettini (1998), el concepto de ecología urbana; Kennedy et al.(2011), una revisión de los cambios que sufre el metabolismo urbano en el tiempo; Min et al. (2019), una aproximación termodinámica para el estudio metabólico urbano y su eficiencia, entre otros.

Con el seguimiento de estos trabajos se ha comprendido que las ciudades se comportan análogamente como un ecosistema y se rigen bajo las Leyes de la Termodinámica; y se ha corroborado que son altamente insustentables y vulnerables ante situaciones inesperadas pues, ante los datos mencionados, ya han rebasado sus límites homeostáticos y de los alrededores. De este modo, ahora los micro colapsos ambientales y sociales son constantes (la reciente pandemia de COVID-19, las crisis hídricas, altas olas de calor, sequías, inundaciones, problemas de movilidad, inseguridad, etcétera). Por ende, el riesgo de un colapso total crece como ha sucedido en el pasado (Dimond, 2006; Krausmann et al., 2018; Steffen et al., 2015).

Situación de América Latina

En América Latina, el proyecto de industrialización impuesto desde mediados del siglo XX se ejerció con una planificación urbana deficiente, carente de visión a largo plazo y con enfoques mecanicistas y obsoletos cuyos resultados se muestran a través de: a) una alta migración con tasas del orden de hasta 1.1% y de crecimiento poblacional del 1.8%, por lo que el 78% de la población total latinoamericana vive en urbes o mega urbes (Pellegrino, 2003); b) crecimientos desordenados, dispersos y horizontales; c) ascendentes consumos de materiales (entre 12 y 14 toneladas anuales per cápita cuando los niveles sostenibles son de entre 6 y 8 toneladas); d) graves problemas sociales (desigualdad social, inequidad al acceso a servicios básicos, desempleo y violencia), ambientales (contaminación atmosférica, de agua y suelo) y de infraestructura urbana (Delgado et al., 2012; Gutiérrez, 2014; Díaz, 2018; PNUMA, 2021).

En esta vertiente, los retos más importantes de la planeación urbana latinoamericana se deben enfocar en la dispersión, la funcionalidad y la densidad de las ciudades; en la gentrificación, en la movilidad, en el acceso a servicios básicos y en la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, hasta el momento son pocos los países que lo están planteando, entre ellos está Colombia con la Estrategia Nacional de Economía Circular (Gobierno de la República de Colombia, 2019).

De ahí nace la importancia de los estudios metabólicos, incipientes en América Latina desde 2010, que se han enfocado en el conteo de flujos de materiales. Destacan los trabajos de Díaz (2011), Inostroza (2013), Jaramillo (2017) y Rosales (2018). No obstante, existen algunos desafíos: la carencia de especialistas y dificultades e insuficiencia en la recopilación de datos y en su asimetría (Delgado et al., 2012); por lo cual se ha optado, en algunos casos, por el reciclaje de cifras y por estudios comparativos. De esta manera se han mantenido en la academia.

Situación de México

México es un país con un patrón de urbanismo creciente, donde el 74.2% de su población habita en alguna ciudad o zona metropolitana con tendencias a aumentar al 88% en 2050 (considerando 145 millones de habitantes), lo cual involucra una expansión territorial de 3,847 km. adicionales a los 14,534.73 km. ya existentes. Esto acrecentaría la vulnerabilidad climática y urbana sobre todo en los estados de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Tabasco (Delgado, 2020).

México acumula el segundo stock de materiales de Latinoamérica equivalente a 21.1% (1,095 millones de toneladas en 2015), seguido de Brasil y superando 2.3 veces al de Argentina (PNUMA, 2021). Dichos materiales se concentran en la Zona Metropolitana del Valle de México (17.9%), en las zonas metropolitanas de Guadalajara y de Monterrey (4.3%) y en las ciudades de Tijuana, León, Toluca y Juárez (35.1%). En consecuencia, la generación a nivel nacional de residuos sólidos urbanos equivale a 1.16 kg/habitante por día, cuando el promedio latinoamericano es de 0.99 kg/habitante por día (Kaza et al., 2018; Forbes, 2020).

Esto advierte que, si la tendencia de consumo se mantiene como hasta ahora, en 2050 podría ascender al 45.2% equivalente a un volumen de 2,421 millones de toneladas (16.7 toneladas per cápita o seis toneladas per cápita más que en 2015). Las cifras son preocupantes al considerar que el porcentaje de la población, que crecería sólo en un 29.4%, se vería rebasado (Delgado, 2020). En cuanto a emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), en 2016 México superó a América Latina con 3.94 Ton métricas/hab. y 2.92 Ton métricas/hab. respectivamente, lo cual es urgente atender (Banco Mundial, 2022).

Por su parte, el estudio metabólico es aún más escaso; en este ámbito sobresalen los trabajos de Delgado et al. (2012) y de Luna (2015) sobre las ciudades de México y Cuautla. Resulta imperante la necesidad de analizar los flujos metabólicos de otras ciudades, incluyendo el consumo energético, para plantear alternativas resilientes dentro de la planeación urbana.

En virtud de lo anterior, este trabajo expone los resultados del comportamiento metabólico de los municipios de Toluca y Metepec, localizados en la parte central del Estado de México, que forman parte de la Zona Metropolitana de Toluca (ZMT). Se les consideró debido a sus patrones de crecimiento sostenidos desde los años cincuenta. Actualmente representan la quinta zona urbana más grande de México. Además, se determinó un estudio de flujos de energía debido a que son escasos al tiempo que son indispensables para la comprensión de la complejidad urbana.

Revisión histórica de Toluca y Metepec

A partir de la década de los cuarenta, con la implementación del Modelo de Sustitución de Importaciones, el gobierno mexicano comenzó proyectos modernizadores en sus principales ciudades a través de la industrialización. En el Estado de México, con el decreto de la Ley de Protección de las Nuevas Industrias (1941), se inició la transformación de la ciudad de Toluca de vocación agrícola para dinamizar el flujo de mercancías con la ciudad de México y así convertirla en un centro industrial (Iglesias, 2019).

En los años cincuenta, el gobierno estatal decretó una serie de beneficios fiscales para permitir la instalación de empresas sobre espacios agrícolas carentes de servicios básicos y de planificación territorial; esto promovió la creación del parque industrial Toluca-Lerma (Aranda, 2000) y afectó directamente al municipio de Metepec con el cambio de uso de suelo para zonas habitacionales y con la creación de vialidades (1964-1968). Asimismo dio paso a la conexión entre municipios y a la llegada de consorcios comerciales (1970); de este modo comenzó la conformación de la Zona Metropolitana de Toluca1 (ZMT) (Aranda, 2000; Mejía et al., 2018; Liévanos y Villar, 2015).

Con el incremento de la migración, de las actividades terciarias y la implementación del modelo neoliberal (1970-1990), Metepec se ha configurado como el centro especializado de este sector (Aranda, 2000; Gordillo y Plassot, 2017), mientras que Toluca mantiene su influencia industrial y comercial a pesar de una tendencia a la desindustrialización, por ello estos dos municipios son ejes centrales de la ZMT (Liévanos y Villar 2015; Garrocho y Campos 2007).

En cuestión de planeación urbana, las correspondientes a ambos municipios se han alineado a los acuerdos firmados por México desde los 70s de HABITAT (I, II y III), así como a los ODS bajo la Agenda 2030 con el objetivo de buscar ciudades más resilientes, sustentables y con mayor calidad de vida de sus habitantes.

Termodinámica y metabolismo urbano

Las ciudades se comportan isomorficamente como ecosistemas, ya que se sustentan a partir de los intercambios con el medio circundante; como resultado transforman la energía y materia recibidas y excretan los desechos al exterior. De igual forma, desde la termodinámica, son sistemas abiertos cuyo comportamiento, organización, estructura y complejidad en el tiempo están relacionados con las fluctuaciones internas y externas de la energía y de los materiales (figura 1).

Sin embargo, los ecosistemas naturales son estructuras cuyo proceso evolutivo es de alrededor de 500 millones de años (Oparin, 2008), lo que los hace altamente eficientes en el proceso de transformación de la energía y la materia por medio de flujos circulares. En cambio, las ciudades tienen alrededor de 10,000 años de antigüedad (Vera, 2009), por lo tanto, su organización de flujos y procesos son lineales debido a que no logran incorporar la energía y los materiales en el medio circundante; como resultado se generan grandes cantidades de entropía, expresada en desechos y calor disipado (Fariña y Ruíz, 2002).

El problema principal de las ciudades radica, por un lado, en que a lo largo de su historia han aumentado el uso de la energía exosomática, proveniente del exterior, que ha formado redes con él cada vez más complejas, lo cual acrecienta su vulnerabilidad; y por el otro, en que la emisión de entropía emitida no es posible convertirla en información útil. De ahí los graves problemas ambientales y sociales que vuelven necesaria su gestión (Prigogine, 1996; Díaz, 2018).


Figura 1.
Sistema termodinámico abierto
Montoya (2022)

El metabolismo urbano consiste en la suma de las entradas, consumos y salidas de los materiales y de la energía de una ciudad (Kennedy et al., 2011). No obstante, un estudio completo radica en dos cuestiones: la intangible, expresada en las cuestiones sociales, económicas, culturales, históricas y políticas; y la tangible, sustentada en los conteos matemáticos de los flujos de materiales, energía e información que entran al sistema (González y Toledo, 2011; Díaz, 2014).

Gracias a eso, esta herramienta no se limita únicamente al conteo de los flujos metabólicos, sino que, a través de ella, se pueden hacer investigaciones más profundas encaminadas a: a) indicadores de sustentabilidad, porque puede aportar información de eficiencia energética, de ciclos de materiales y manejo de residuos e infraestructura urbana; b) cuantificación de GEI en una ciudad con la posibilidad de ampliarla a la contabilidad indirecta (por ejemplo generación de electricidad); c) el diseño de modelos matemáticos para el análisis de políticas públicas; d) la gestión de la entropía; e) creación de nuevos instrumentos basados en la tras e interdisciplinariedad que permitan nuevos diseños urbanos (Kennedy, et al., 2011) y f) y estudiar para implementar la economía circular (Díaz, 2020).

Metodología

Al considerar a los municipios de Toluca y Metepec como sistemas abiertos, su estudio metabólico se llevó a cabo a través del Análisis de Flujos de Materiales y Energía (AFME)2 durante el periodo de 2000 y 2019. Dicha metodología se sustenta en balances de materia y energía, por lo que los flujos metabólicos se cuantifican a partir de las entradas y salidas.

En lo concerniente a las entradas se tuvieron en cuenta: 1) los consumos de electricidad en cuestión residencial (CTR) y de las actividades comerciales e industriales (CTCI) cuya suma es el consumo eléctrico total (CTE); 2) la quema de combustibles para vehículos particulares (VP) y para transporte público (VPC) y 3) el consumo de agua. Como salidas se determinaron: 1) las emisiones de CO2-eq del consumo de electricidad; 2) las emisiones de CO2-eq por la quema de combustibles; 3) el volumen de agua residual y 4) la generación de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) (figura 2).


Figura 2
Entradas y salidas de los sistemas abiertos Toluca y Metepec
Fuente: elaboración propia

De acuerdo con la disponibilidad de la información, los datos de consumo de electricidad, agua y residuos sólidos se obtuvieron directamente de los Anuarios Estadísticos del Estado de México3 (INEGI, 2001; 2003; 2011; 2014 y 2017). Mientras que el consumo de combustible, sus emisiones, así como las del consumo de electricidad, se calcularon.

Los primeros se determinaron a partir de datos del parque automotor de ambos municipios tomados de los Anuarios Estadísticos del Estado de México (INEGI, 2001; 2020). Para los cálculos se consideró la distancia de sus límites territoriales hacia su cabecera municipal y se hizo un viaje por automóvil (ida y vuelta) para obtener la distancia recorrida por vehículos por año (DVRA) que, junto con el factor de consumo estimado (FCCA) se obtuvo el consumo de combustible (VPC). Las emisiones en este sector junto con las generadas por el consumo de electricidad se obtuvieron a través de factores de emisión (INECC, 2014; SEMARNAT, 2010; 2016) (tabla 1).

Finalmente, debido a asimetría en la información, a desfases en algunos datos y la interdependencia de los flujos a cuestiones sociales que intervienen en el metabolismo urbano, se presentan resultados en diferentes rangos, siendo entre el año 2000 y los años 2016 y 2019.


Tabla 1
Cálculos para la estimación de combustible y emisiones de CO2-eq de la ZMT*
Elaboración propia.

Resultados y análisis

El acrecentamiento en el consumo de electricidad en los municipios de Toluca y Metepec es innegable (tabla 2). Destaca que el gasto de electricidad para el sector comercial e industrial (CTCI) aumentó significativamente en Metepec: de 0.28 PJ/año en 2000 pasó a 0.48 PJ/año en 2016 equivalente al 41%, y en Toluca pasó de 3.96 PJ/año a 5.39 PJ/año igual al 24%.

El crecimiento en las cifras es resultado del proceso de terciarización, lo que ha consolidado a ese municipio como “Pueblo Mágico” (Reynoso, 2018)4 y ha provocado la concentración de plazas comerciales, restaurantes y bares; en cambio, la capital mexiquense mantiene su especialización industrial a pesar de la terciarización que está sufriendo (Rendón y Godínez, 2016).

En contraste, el consumo de electricidad en el sector residencial (CTR) fue más significativo en Toluca, sobre todo en la cabecera municipal, pues de 0.58 PJ/año pasó a 0.86 PJ/año; mientras que en Metepec ascendió de 0.52 PJ/año a 0.79 PJ/año; leve diferencia en las cantidades debido a que se concentra un sector social de altos ingresos, por ello el costo de la vivienda es elevado en relación con la capital mexiquense.

Destaca también que el consumo per cápita en Toluca decreció de 1,892 KWh/año hab. a 1,718 KWh/año hab., mientras que en Metepec ascendió de 737 KWh/año hab. a 839 KWh/año hab. debido a problemas relacionados con el acceso y costos del servicio (Ortiz, et al., 2017), al hacinamiento y al crecimiento irregular presente en las periferias de la ciudad.

Las emisiones indirectas de CO2 equivalente generadas por el consumo de electricidad no presentaron alzas significativas en el periodo de estudio, aunque la tasa per cápita en ambos municipios presentó una disminución: en Toluca de 1,143 TonCO2-eq/año a 787 TonCO2-eq/año y en Metepec de 445 TonCO2-eq/año a 384 TonCO2-eq/año.

Esta situación no refleja un consumo eficiente, ya que éste se ha acrecentado y su suministro depende de la quema de carbón5; debido a ello, las cifras exponen problemas sociales, por ejemplo: México ocupa el noveno puesto nacional en hacinamiento donde un 30.5% de las viviendas presenta esa dificultad (Huerta, 2017).

A su vez, ante el desarrollo del parque vehicular privado en ambos municipios, el ascenso en el consumo combustible fue considerable en el periodo de estudio. En Toluca pasó de 3.91 PJ/año a 11.15 PJ/año, y en Metepec de 1 PJ/año a 3.52 PJ/año en comparación al sector público (tabla 2). Las cifras evidencian la preferencia de los habitantes por el vehículo en comparación con el transporte democrático debido al traslape de rutas que oscila en el 25% (Centro Mario Molina, 2014), a los altos tiempos de traslado, a la inseguridad y, sobre todo, al imaginario estatus y confort (Jiménez et al., 2015, de la Cruz, 2018).

Ambos municipios concentran las principales actividades económicas de la ZMT, por lo tanto, la movilidad en sus calles no sólo proviene de sus habitantes, sino de los foráneos al acudir a sus centros de trabajo, escuelas o áreas de esparcimiento. Esto fomenta problemas de saturación de vialidades donde el 50% es por vehículos privados y el 35 % por transporte público (de la Cruz, 2018).

Por esa razón, las emisiones de CO2 equivalente por la quema de combustibles se incrementaron considerablemente. Metepec pasó de 124,136 TonCO2-eq/año a 356,920 TonCO2-eq/año y Toluca de 620,130 TonCO2-eq/año a 1,293,150 TonCO2-eq/año en el periodo de estudio. Cifras que evidencian un micro colapso y una expresión de la entropía manifestada en islas de calor y en las frecuentes contingencias ambientales desde 1994 hasta la fecha.

De acuerdo con mediciones de contaminantes criterio, Toluca y Metepec presentan altas incidencias en partículas PM10 y PM2.5 en verano e invierno (Espinoza, 2020). En 2018, Toluca ocupó el noveno lugar entre las ciudades latinoamericanas más contaminadas por PM2.5 con concentraciones de 26.4 µg/m3, y con el 65% de los días de 2019 con “mala” calidad del aire” (World Air Quality Report, 2018; Toluca Capital, 2019). Metepec obtuvo el mismo lugar en 2021 con concentraciones del orden de 28.4 µg/m3 (World Air Quiality Report, 2021).

En lo correspondiente al consumo de agua, Metepec pasó de 23 hm3 en 2000 a 32 hm3 en 2010; Toluca de 64 hm3/año a 97 hm3/año. Es importante destacar que ambas localidades dependen del Sistema Cutzamala y de pozos, lo cual representa los siguientes problemas: 1) un “mercado negro” en las concesiones de éstos para industrias y grandes consorcios comerciales por una estimación de 3 hm3 al año a pesar del decreto de veda de 1965 (Bastida, 2016); 2) subsidencia en Toluca de 50 m entre 1968 y 2011 y en Metepec de aproximadamente 8 m (Esquivel et al., 2015) y 3) la creciente dependencia al Sistema Cutzamala al suministrar en el 2000 de 177.26 hm3 y en 2016 de 194.55 hm3 (GEM, 2018).

Aunado a ello, la ciudad de Toluca presenta problemas de abastecimiento de agua debido al crecimiento irregular en las periferias y en las zonas residenciales. Massé et al. (2018) sostienen que el 21.6% de la población dispone de agua tres días a la semana; el 10.5%, una o dos veces a la semana y el 3.73%, ocasionalmente. Situación que las autoridades no han podido resolver; además no hay mantenimiento a la red de suministro, de la que se reporta un 40% de pérdidas por fugas (Velásquez, 2021; GEM, 2018).

La situación de las aguas residuales presenta dos problemas: 1) la mayoría de éstas no pasan por un tratamiento antes de ser vertidas a cuerpos superficiales y originan contaminación y 2) tanto Toluca como Metepec no tienen una cobertura del 100% en el servicio de drenaje (GEM, 2018). De esa manera, la capital mexiquense disminuyó su cuantificación de 61 hm3 a 46 hm3 y su vecino de 20 hm3 a 20 hm3 entre los años 2000 y 2010 (tabla 2). Tesitura que no es posible ante el principio de balance de materia; por lo tanto, las aguas residuales se vierten en la clandestinidad y conforman un problema de planeación urbana.

La realidad es similar con los Residuos Sólidos Urbanos (RSU), pues Metepec redujo sus vertidos en rellenos sanitarios de 109,500 ton. a 91,000 ton. y Toluca pasó 292,000 ton. a 270,000 ton. entre los años 2000 y 2015. Del mismo modo, las tasas per cápita de ambos disminuyeron pasando en la capital mexiquense de 1.20 kg/día. hab. a 0.73 kg/día hab. y en su vecino de 1.54 kg/día. hab. a 0.95 kg/día. hab (tabla 2).

Sin embargo, destaca que la tasa latinoamericana es de 0.99 kg/día. hab. (Kaza et al., 2018; Forbes, 2020) y en conjunto, la tasa de estos municipios ascendió en 2015 a 1.68 kg/día. hab. Eso evidencia, por un lado, que los habitantes tienen una predilección por el consumo de materiales de un solo uso y, por el otro, que el servicio de recolección es ineficiente y que existen vertederos irregulares.

Asimismo, ambos municipios no cuentan con rellenos sanitarios propios, por lo que Metepec envía sus residuos a San Antonio la Isla; y Toluca, a Zinacantepec, San Antonio la Isla, Xonacatlán y Tlalnepantla (Gómez, 2021). Situación que acarrea problemas técnicos en la gestión, en el transporte, en el traslado y causa irregularidades en las concesiones a particulares para estas actividades (Reporte Índigo, 2021). En México no hay una política que promueva la separación, la reutilización y el reciclaje de materiales, únicamente el 5% pasa por este proceso (Rodríguez y Montesillo, 2017).


Tabla 2.
Metabolismo urbano de Toluca y Metepec
Elaboración propia.

Conclusiones

Las deficiencias en la planeación urbana de los municipios de Toluca y Metepec han configurado municipios urbanos con flujos metabólicos lineales al aumentar sus consumos y por presentar un patrón de crecimiento horizontal, disperso y desordenado. Las políticas de ambos municipios se han enfocado en diseños urbanos en función del automóvil, razón del aumento del parque vehicular privado y consecuentemente, del consumo de combustible.

Existen deficiencias de planeación urbana en cuanto al suministro de agua y desechos de aguas residuales, lo cual da cuenta de vertederos ilegales, de altos niveles de contaminación y de pérdidas de red de cobertura. Realidad similar persiste en la recolección de residuos sólidos urbanos donde las irregularidades en la planeación, ejecución y gestión del servicio han exacerbado la contaminación de suelos y la clandestinidad. Por ello la aparente reducción en el volumen de residuos en rellenos sanitarios; no obstante, persiste un aumento en el consumo de materiales de un solo uso.

La realidad termodinámica de los sistemas Toluca y Metepec señalan que son altamente ineficientes al generar grandes cantidades de entropía. Éstas son expresadas en micro colapsos de las vialidades en las frecuentes contingencias ambientales, en las altas concentraciones de contaminantes criterio (PM2.5) que han ubicado a ambos municipios dentro de las ciudades más contaminadas de América Latina; en la sobreexplotación de pozos y en la alta vulnerabilidad ante la incapacidad del suministro de agua y en la contaminación de cuerpos superficiales y de suelos. Esto afecta a los alrededores de ambos sistemas y da cuenta que sus límites homeostáticos se están rebasando; lo cual incrementa su vulnerabilidad urbana y el riesgo de colapso.

Bajo el actual modelo metabólico lineal e insostenible de Toluca y Metepec, se está lejos de alcanzar los objetivos ODS 6, 7, 9, 11, 12 y 13y los acuerdos del Protocolo de Kioto, lo que indica que la calidad de vida de sus habitantes y de sus ecosistemas están en detrimento.

Ante el no reconocimiento de la vulnerabilidad urbana actual por parte de las autoridades, y la falta de acciones contundentes para disminuirla el riesgo de colapso en ambos municipios, se requiere imperiosamente un profundo replanteamiento de la planeación urbana de Toluca y Metepec donde los gobiernos reconozcan: a) que sus municipios son máquinas térmicas complejas sujetas a las Leyes de la Termodinámica; b) la innegable relación y dependencia de dichos territorios con sus entornos; c) sus límites homeostáticos; d) la necesidad de gestión de la entropía a través de programas, políticas y un cambio de paradigma dominante, es decir, del crecimiento ilimitado y de la lógica crematística; e) la indispensabilidad de los análisis metabólicos para la planeación territorial y g) la reconfiguración urbana a un metabolismo circular.

Referencias

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Notas

1 En 2015, la Zona Metropolitana de Toluca (ZMT) quedó conformada por 16 municipios: Almoloya de Juárez, Calimaya, Chapultepec, Lerma, Metepec, Mexicaltzingo, Ocoyoacac, Otzolotepec, Rayón, San Antonio la Isla, San Mateo Atenco, Temoaya, Tenango del Valle, Toluca, Xonacatlán y Zinacantepec (SEDATU, 2018).
2 El Análisis de Flujos de Materiales y Energía (AFME) es una aproximación sistemática de los flujos de materiales y energía en un sistema definido que generalmente se concentra sólo en el componente másico (Naohiro et al., 2016), pero, al considerar a la energía, se adquiere una mayor precisión en el estudio del fenómeno en cuestión.
3 Censos anuales del Estado de México.
4 El PBT de las actividades terciarias de Metepec se incrementó de 11,481 millones de pesos en 2004 a 57,216.77 millones de pesos en 2018. En el caso de Toluca, el PBT en el mismo sector y periodo pasó de 43,223.29 millones de pesos a 59,877.23 millones de pesos (Montoya, 2022).
5 La generación de electricidad para Toluca y Metepec provienen de una carboeléctrica ubicada en Michoacán, con eficiencias del 35 al 40% (SENER, 2019).
* Nota al lector: se hicieron conversiones de MWH/año a J/año.


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