Artículos de investigación

Una mirada a la dinámica urbana de la Zona Metropolitana de Guadalajara, Jalisco. Bajo las teorías del desarrollo

A look at the urban dynamics of the Metropolitan Zone of Guadalajara, Jalisco. Under the theories of development

Rosario Cota Yañez
Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas, Universidad de Guadalajara, México, México
Iris Carolina Villarreal Espíritu
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara, México, México

Una mirada a la dinámica urbana de la Zona Metropolitana de Guadalajara, Jalisco. Bajo las teorías del desarrollo

Quivera. Revista de Estudios Territoriales, vol. 26, núm. 2, pp. 33-52, 2024

Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 29 Agosto 2023

Aprobación: 05 Marzo 2024

Publicación: 01 Julio 2024

Resumen: El objetivo de este artículo es analizar el crecimiento de la zona metropolitana de Guadalajara desde las teorías del desarrollo en América Latina, a través de una metodología de tipo documental. Dentro de los principales resultados, se observa un actual patrón de crecimiento con dinámica dual: el centro se densifica y las periferias se dispersan. De acuerdo con Rostow (1965) las fases de crecimiento al interior de la ciudad han sido: la sociedad tradicional (1842-1850); condiciones previas para el impulso inicial (1850-1950); el impulso inicial a partir de la segunda mitad del siglo xx; y posteriormente, se encaminó a la madurez mediante la adquisición y desarrollo del mercado inmobiliario con la aparición de los fraccionamientos cerrados y condominios de lujo en el primer quinquenio del siglo xxi. Con base a las ideas de Wallerstein (1987), Preston (1999), Cardoso y Faletto (1969), es posible concluir que la ciudad de Guadalajara no es creada con base al desarrollo, sino al desarrollismo impulsado por intereses particulares.

Palabras clave: desarrollo, dependencia, sistema-mundo, proceso de urbanización, Guadalajara.

Abstract: The objective of this article is to analyze the growth of the Guadalajara metropolitan area from the perspective of development theories in Latin America, through a documentary-type methodology. Among the main results, a current growth pattern with dual dynamics is observed: the center densifies while the peripheries disperse. According to Rostow (1965), the growth phases within the city have been: traditional society (1842-1850); preconditions for the initial impetus (1850-1950); initial impetus from the second half of the 20th century onwards; and subsequently, it headed towards maturity through the acquisition and development of the real estate market with the appearance of gated communities and luxury condominiums in the first five years of the 21st century. Based on the ideas of Wallerstein (1987), Preston (1999), Cardoso, and Faletto (1969), it is possible to conclude that the city of Guadalajara is not created based on development, but rather on developmentalism driven by interests.

Keywords: Development, dependency, world-system, urbanization process, Guadalajara.

Introducción

El objetivo del presente artículo es abordar la dinámica urbana de Guadalajara, entendida como un fenómeno histórico complejo, desde una perspectiva de desarrollo. En la primera parte se expone una aproximación al fundamento teórico con una revisión de los pilares conceptuales de cada pensador. En la segunda, se focaliza en armar un marco contextual y presentar un sumario de la historia urbana de Guadalajara. El tercer apartado es el resultado del esfuerzo de hilar el bagaje conceptual con el área seleccionada y cómo los nuevos modelos de ciudad refuerzan la idea de centralidad y dependencia.

Las ciudades actuales se desdoblan tanto hacia afuera y como hacia arriba, sobre un espacio dual, limitado física y funcionalmente, y diferenciado administrativamente. Guadalajara, pese a sus constantes esfuerzos por modernizarse, llega tarde a este estadio. Históricamente, las lógicas que apuntalan a las prácticas de los entes de gestión han creado una ciudad sin orden planificado, donde cada pieza se recorta, pinta y reagrupa a la complejidad metropolitana sin un vínculo aparente con el entorno.

No obstante, si se asume a la ciudad como un lugar en donde se concentran relaciones sociales intensas, producto y productoras de su territorio, por el bien común y a partir del conocimiento heredado, es conveniente preguntarse, ¿las lógicas de acción que subyacen a las políticas de planeación a lo largo de la historia de la ciudad, atienden a un desarrollo a partir de la explotación eficaz de las potencialidades territoriales o, en el peor escenario, solo crece en virtud de las lógicas capitalistas?

La Revolución Francesa, además de ser convulsión social y política, es un punto de ruptura para la hegemonía científica. El estudio de la naturaleza de los cambios sociales complejos queda fuera de los límites conceptuales y prácticos de las ciencias y las humanidades, y justificado en la fase de cambio que el evento simboliza, ya que marca la pauta para el nacimiento de las ciencias sociales.

La dualidad de la investigación empírica-experimental y la comprensión hermenéutica motiva la búsqueda de un denominador común para las ciencias principales. Conforme con Preston (1999), particularmente, Estados Unidos es quien después de la Segunda Guerra Mundial, en un contexto de reestructuración económica y movimientos de minorías e independencia, ambiciona crear dentro del marco ecléctico de las ciencias sociales un término ético y parametrizable, tanto en países ricos como en pobres. Acuñando el concepto desarrollo.

Ya se ha hablado, y mucho, sobre el desarrollo, tan es así, que la adjetivación del término ha dado lugar a concepciones del progreso especializadas, poniendo por caso etnodesarrollo, que hace referencia a los pueblos en función de sus potencialidades; desarrollo sustentable, formulado en la década de 1990, enfocado al ordenamiento del territorio, la institucionalización de la educación ecológica y el cuidado de los recursos; y postdesarrollo, una deconstrucción de término original centrado en la participación local y la aplicación en territorios tercermundistas.

El término primario de desarrollo es el que en esencia alimenta la teoría de sistemas-mundo de Wallerstein; planteamiento que surge en la década de 1970, de corte eminentemente marxista y con enfoque unidisciplinario. Este resalta la necesidad de diluir las barreras entre las ciencias sociales para tener una fotografía completa de la nueva unidad de análisis propuesta: el sistema-mundo.

Esta unidad es un sistema histórico constituido por las economías-mundo y los imperios-mundo. Nada de lo expuesto hasta aquí supone que el adjetivo mundo refiera a la escala, es decir, denota el microcosmos que representan en sí mismos. Producto de los procesos histórico-sistémicos, los actores de las economías e imperios mundo emergen y actúan guiados por el sistema político y económico imperante.

Para Wallerstein (1987), la economía-mundo es una zona geográfica donde existe una división de trabajo e intercambio incesante de capital, bienes y trabajo; asimismo se conforma por múltiples unidades políticas que, en conjunción, adoptan patrones culturales comunes —geocultura—.

En consonancia con el materialismo marxista, para la economía-mundo, el capitalismo controla la producción social, misma que se ve afectada por la interrelación de seis actores: el mercado, las compañías, los Estados, las clases, las identidades y las unidades domésticas. El capitalismo, en aras de acumulación y movimiento de capital, así como de competitividad y permanencia en el sistema, depende fundamentalmente de la localización geográfica y la posterior creación de periferias y centros. Para Rostow (1965), la competitividad es una condición procedente de la expansión lateral de mercados globales, propios por operar nuevas funciones de producción en la segunda etapa de crecimiento.

Los Estados centrales, intermedios y periféricos son una expresión de la configuración de la producción en las economías-mundo. El Estado capitalista, fuerte o central, ostenta una amplia capacidad de implementación legal para acumular capital; en contraste, el raquítico poder legal de los Estados periféricos los priva de beneficios desde la inexistente reciprocidad entre ambos.

Víctimas de la presión política, los Estados pobres son los parasitarios útiles más antes dependientes de las hegemonías. Como bien lo expresan Cardoso y Faletto (1969), los modos de relación económica son los que “delimitan los marcos en que tiene lugar la acción política” (p. 20) porque son “las decisiones que afectan a la producción o al consumo de una economía dada se toman en función de la dinámica y de los intereses de las economías desarrolladas”. (p. 24)

Ahora bien, el Estado moderno recurre a un discurso basado en la soberanía para afirmar su autoridad interna y externa, dentro del sistema en cuestión. Esta situación lo posiciona como un ente no neutral, mediador entre las personas y las empresas. La persona en sentido estricto se convierte en ciudadano racional con capacidad de decisión política.

Con todo, la dinámica interna de cada Estado capitalista se diferencia en gran medida por las zanjas materiales y culturales. La comprensión de las esferas naturalista y material conduce a inferir que el progreso es, como lo refiere Preston (1999), una reforma social diferenciada que debe asegurar no sólo la supervivencia de los Estados centrales, sino del Tercer Mundo.

En efecto, la desigualdad es una circunstancia inherente del sistema que envuelve a la sociedad moderna; si esto es así, entonces la dependencia es inapelable. El desarrollo de los que están en vías de desarrollo se subordina ante las reglas generales impuestas a nivel sistema. Empero, los autores antes expuestos refutan que esta condición sea justa.

El desarrollo, refiere Preston (1999), es un concepto ético y político que depende de las condiciones locales sociales, económicas, políticas y culturales; asimismo, objetan Cardoso y Faletto (1969) que los territorios no se desarrollan a un mismo tiempo ni bajo un esquema homogéneo. No obstante, los lineamientos propuestos por las superestructuras no responden a la singularidad de los territorios y a la diferencia de capacidades entre naciones.

Si se concilia la definición de desarrollo propuesto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU, s. f.) el progreso representa la “[…] solución de los problemas de carácter económico, social, cultural o humanitario y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”, es manifiesto primero, el esfuerzo por destacar la inclusión pero, en cambio, la incompetencia de los Estados y la supresión de los factores locales como un motor de desarrollo.

Más no se trata tan sólo de la construcción abstracta a nivel intelectual o la creación de términos lo que determine el rumbo de las naciones o las etapas a cubrir a lo largo de su historia, sino cómo se aterriza el conocimiento y se convierte en un compromiso moral para los grupos dominantes y la sociedad.

La ciudad, en sentido estricto, no es un Estado como lo plantea Wallerstein, pero siguiendo las ideas de Nel-lo y Muñoz (2007), en analogía con el estudio, centro-periferia juega tal papel. Las urbes son universos en sí mismos, son lugares delimitados por el intercambio de personas, bienes e información; con áreas centrales y periféricas (no necesariamente por su localización) dependientes de su especialización funcional y competitividad, situación que fomenta la sobrecentralidad urbana y la desigualdad territorial.

Metodología

El documento plantea destacar elementos del proceso de urbanización de Guadalajara, que compaginen con los principios básicos de desarrollo y la teoría de la dependencia conforme a las ideas planteadas. El eje del documento es el estudio del sistema-mundo de Immanuel Wallerstein (1987); la noción de Preston (1999) se añade como contrafuerte de la base teórica de Wallerstein; la teoría de Rostow (1965) figura como un armazón que condensa al proceso de urbanización, por otro lado, el ideario de Cardoso y Faletto (1969) resulta elemental al estudiar una ciudad latinoamericana.

Para ello, se analizaron los principales postulados teóricos de dichos autores y se vincularon con los procesos de crecimiento que se han llevado a cabo en la ciudad, tratando de brindar elementos que den una explicación a la dinámica imperante. De igual forma, se vincularon con el crecimiento de la población a lo largo de los últimos 60 años. A la par se hizo una revisión de periódicos durante los años de 1950 a 1960 con el fin de evidenciar mediante imágenes el crecimiento de la ciudad.

Resultados: la historia de Guadalajara

Guadalajara es la capital del estado de Jalisco, México. Se localiza en la región occidente del país en las coordenadas 20°40'36"N 103°20'51"O; cumple el rol de ciudad, municipio y metrópoli. Como municipio representa el núcleo metropolitano, en orden jerárquico, es la segunda metrópoli[1]más importante del país, por debajo de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) y por encima de la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM).

Guadalajara fue fundada el 14 de febrero de 1542, en el Valle de Atemajac, específicamente en las inmediaciones del antiguo pueblo de Tetlán. La ciudad es la materialización del pensamiento español, una abstracción con fines hegemónicos y de colonización (López, 2001; Cabrales, 2010).

Dispuesta entre antiguos pueblos indígenas y delineada por numerosos arroyos[2], la Perla Tapatía, como muchos la refieren, emerge como símbolo de poder con su imponente traza urbana, condición de centralidad urbana prematura que, para la época.

En función de su ubicación geográfica, Guadalajara despunta por ser un importante punto de confluencia entre la zona centro y norte del país (Cabrales, 2010), además, su cercanía al Océano Pacífico amplía su capacidad de oferta de oportunidades de distribución comercial con el exterior. La fuerte especialización económica y la progresiva concentración institucional afianzan su papel como vértice regional, cualidad histórica sostenida hasta la actualidad.

Durante los dos siglos posteriores, la ciudad se desarrolla sin mayores inconvenientes, la fisionomía urbana crece caracterizada por el paradigma horizontal y la polarización de la riqueza se mantiene constante, poniendo por caso la creación de las haciendas en el siglo xvii, modelo propio por concentrar grandes dimensiones de terrenos en manos de los más acaudalados (Muriá, 1982).

Hasta aquí, podría decirse que Guadalajara, limitada funcionalmente, se guía por la producción acotada; los nexos familiares y el poder de la élite local juegan un rol preponderante en la construcción y diseño de la ciudad. De la tal forma que, retomando la idea rowstoniana, la etapa de Sociedad tradicional cubre desde su fundación en 1542 hasta 1850.

El preludio del crecimiento raudo del siglo xx de la ciudad acontece hasta la segunda mitad del siglo xix, específicamente con la Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas Propiedad de las Corporaciones Civiles y Religiosas, conocida como Ley Lerdo. Para entonces, la urbanización se desdobla hacia el poniente, dentro del marco de la ideología de progreso porfirista. De igual suerte, la ciudad experimenta un importante desarrollo en materia de infraestructura pública (Vázquez-Piombo, 2015; Muriá y Madrigal, 2004). Así como la copia de diseños arquitectónicos europeos en grandes fincas por las principales avenidas; actualmente, se pueden observar en avenida La Paz.

Con todo, el siglo xx es patente de la multiplicidad de escenarios urbanos dispuestos en la aún provincial Guadalajara. Esta centuria encierra tres momentos categóricos a los que se denominan como identidades modernizadoras, definidas como períodos donde el Estado implementa políticas y obras puntuales con el fin común de alcanzar la modernidad. Se promocionaba en los medios impresos como una ciudad moderna, exponente de imponentes mansiones estilo europeo (ver figura 1).

Guadalajara moderna
Figura 1
Guadalajara moderna
Fuente: Periódico El Informador (1917).

La primera identidad comprende desde inicios del siglo xx hasta finales de la década de los 30, consiste primordialmente en la creación de políticas evocadas al embellecimiento de la ciudad. El ideario porfirista aboga por la europeización de la ciudad (Muriá y Madrigal, 2004), la aplicación de las nociones hidrosanitarias y el desarrollo ferroviario.

Simultáneamente, los fuertes flujos migratorios, la atracción turística, la concentración educativa e institucional, así como la creación de una base bancaria y financiera motivaron obras como las colonias a inicio del siglo, la ampliación de calles y avenidas, y la mejora de edificios, plazas y otros espacios públicos. Otro rasgo de este periodo es la sectorización de la ciudad[3] (Gómez, 2002; Vázquez-Piombo, 2015).

Un segundo momento corresponde a las décadas de 1940 y 1950; se ampara en el argumento de colocar a Guadalajara “a la altura” a través de la creación de políticas por el bien común, estandarte de la administración de Jesús González Gallo (1947-1953). Durante veinte años, la transformación del espacio urbano se intensifica y se construyen diversos fraccionamientos y colonias “de alto nivel” (López, 1996).

El nacimiento prematuro del mercado inmobiliario privado, la pérdida de patrimonio en función de la modernización de la ciudad, el modelo de planeación de “ciudad por proyectos” (Cabrales, 2006), así como la copia de modelos estadounidenses (Gómez, 2002), son eventos importantes de este periodo. Dichos modelos se vieron materializados mediante la creación de fraccionamientos y casas de campo con grandes extensiones de tierra (ver figuras 2, 3 y 4).

Promoción de nuevos fraccionamientos en Chapalita, Guadalajara
Figura 2
Promoción de nuevos fraccionamientos en Chapalita, Guadalajara
Fuente: Periódico El Informador (1954a).

Promoción del fraccionamiento Las Fuentes, Guadalajara
Figura 3
Promoción del fraccionamiento Las Fuentes, Guadalajara
Fuente: Periódico El Informador (1954b).

Lotes en Colonia Independencia
Figura 4
Lotes en Colonia Independencia
Fuente: Periódico El Informador (1955).

Como hemos afirmado, desde 1850, Guadalajara ha generado nuevas funciones de producción, las inversiones en transporte y comunicaciones son mayores, y las instituciones para manejo de capital se desarrollan a pasos agigantados, por lo que, de acuerdo con las características establecidas por Rostow (1965), corresponde a la segunda etapa de condiciones previas para el impulso inicial, culminando a fines de la década de 1950, con el que inició la metropolización de la ciudad.

A partir de la década de 1960 y finales de los noventa surge una tercera identidad. Con la conurbación del primer anillo metropolitano,[4] la posterior conformación de la metrópoli, aunado al aumento exponencial de población después de alcanzar el millón de habitantes[5], la ciudad no sólo ha de ampliarse sino también revalorizar su espacio público e introducir nueva tecnología (Vázquez- Piombo, 2015). Dicho brevemente, la modernización de Guadalajara ya es un cometido de la esfera pública y privada.

El boom inmobiliario en los setenta creó un mosaico urbano. El mercado (formal, privado, público e informal) es el gestor metropolitano absoluto. Se crean desarrollos periféricos de interés social al sur y oriente (Núñez, 2007); en paralelo, la informalidad en la urbanización de ejidos propicia el paracaidismo, las “cartolandias” y los cinturones de miseria (Gómez, 2002), característicos de las grandes ciudades latinoamericanas. Donde llegan grupos de personas sin hogar organizados por un líder y se apoderan de tierras, que van adecuando a sus necesidades, pero sin los servicios públicos básicos. A la larga la situación genera diversos problemas.

Al mismo tiempo, al poniente se alzan fraccionamientos residenciales y suburbiales de estrato medio-alto, de circuito cerrado y abierto, nuevos modelos habitacionales de tipo residencial-campestre anexos a campos de golf y áreas verdes, destacando Ciudad Buganvilias en el extremo sur y Las Cañadas al norte; además, de construirse torres de departamentos (Núñez, 2011; Cabrales, 2006; Gómez, 2002).

Se crean diversos planes de ordenamiento urbano a partir de 1970. La finalidad radica en resolver problemáticas acarreadas desde inicio de siglo, agudizadas una vez que nace la metrópoli, como el crecimiento periférico, déficit de vivienda, tratamiento de desechos, disponibilidad de agua y tránsito.

La Guadalajara de los años noventa es una amalgama de formas y estructuras urbanas dispuestas de formas arbitrarias e irregulares sobre lo que una vez fue el Valle de Atemajac. El agotamiento de reservas territoriales municipales en los setenta prevé lo que Núñez (2011) denomina como “crecimiento en tentáculos” (p. 93) o lo que Cabrales (2010) refiere como proceso de difusión suburbial, a finales de siglo.

Partiendo de la premisa propuesta por Núñez y Cabrales, la expansión periférica y más aún, producto del deterioro y encarecimiento de suelo urbano, la población se desplaza hacia las afueras, proceso que reprime el crecimiento demográfico de Guadalajara y simultáneamente, aviva el poblamiento de los anillos metropolitanos.

El impulso inicial de Rostow cubre entonces la segunda mitad del siglo xx. La transformación estructural de la ciudad es progresiva y depende en gran medida de las capacidades tecnológicas. El sector privado tiene un mayor peso en los esquemas de planeación y la innovación son parte de la propaganda en los discursos de venta de nuevos modelos de vivienda ofertados por el mercado. El aprovechamiento de los recursos de Tercer Mundo, aludido por el autor, bien puede aterrizarse en la invasión y explotación de espacios periféricos de la ciudad; lugares de naturaleza agrícola que, a consecuencia de la especulación inmobiliaria y el paracaidismo e invasión informal, terminan por urbanizarse, en un principio como necesidad de tener una vivienda, posteriormente, siendo utilizados de forma especulativa.

Una vez entrado el nuevo siglo, la ciudad se mantiene fiel a la ampliación desmesurada de sus confines. Para entonces, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda para el año 2000, el municipio rebasaba el millón y medio de habitantes y la metrópoli albergaría a más de 3 millones 700 mil (ver cuadro 1, 2 y 3). Si bien, a estas alturas el suelo a urbanizar está agotado, el crecimiento se desenvuelve sobre los municipios de las dos coronas metropolitanas.

Aquí inicia el camino hacia la madurez, ya que Rostow (1965) la define como una fase de adquisición de habilidad técnica y de empresa, de competitividad, especialización y terciarización económica. Esto se justifica con la aparición de nuevos modelos de ciudad, es decir, fraccionamientos cerrados, condominios de lujo y torres de departamentos.

Cuadro 1
Evolución demográfica del AMG 19602020
Evolución demográfica por década en el periodo 1960-2020
MunicipioPoblación
1960197019801990200020102020
Guadalajara740,3941,199,3911,626,1521,650,2051,646,3191,138,2261,385,629Núcleo
Zapopan54,562155,488389,081712,0081,001,0211,243,7561,476,4911er. anilloMunicipios interiores
San Pedro Tlaquepaque56,199100,945177,324339,649474,178608,114687,127
Tonalá15,88024,64852,158168,555337,149478,689569,913
Tlajomulco de Zúñiga26,20735,14550,69768,428123,619416,626727,7502do. anillo
El Salto9,01412,36719,88738,28183,453138,226232,852
Zapotlanejo5,2555,5018,08110,06811,79213,21864,8063er. anillo
Ixtlahuacán de los Membrillos7,68210,65212,31016,67421,60541,06067,969Municipios exteriores
Juanacatlán26,17431,81935,58839,90253,46163,63630,855
Área Metropolitana de Guadalajara941,3671,575,9562,371,2783,043,7703,752,5974,141,5515,243,392
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de los Censos de Población y Vivienda del INEGI, 1960-2020.

Evolución demográfica del AMG por década, 1960-2020
Cuadro 2
Evolución demográfica del AMG por década, 1960-2020
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de los Censos de Población y Vivienda del INEGI (1960-2020).

Área Metropolitana de Guadalajara. Conformación de la dinámica urbana de Guadalajara
Cuadro 3
Área Metropolitana de Guadalajara. Conformación de la dinámica urbana de Guadalajara
Fuente: Elaboración propia con base en cartografía del Marco Geoestadístico 2010, INEGI.

Conforme a Cabrales (2006), la ciudad experimenta un boom inmobiliario en el primer quinquenio. En la prensa se habla del auge de los bienes raíces y de la plusvalía como la esencia del discurso del mercado inmobiliario, así como de las múltiples dificultades como la lucha por la vivienda, la urbanización masiva y el colapso de las periferias (ver cuadro 4).

Expansión Urbana, análisis y prospectiva: 1979-2045. Guadalajara, Jalisco, México
Cuadro 4
Expansión Urbana, análisis y prospectiva: 1979-2045. Guadalajara, Jalisco, México
Fuente: Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (IMEPLAN, 2015).

La revalorización de los espacios interiores (Cabrales, 2010) impulsa el desarrollo de la verticalización y fraccionamientos cerrados, en un inicio en Zapopan. posteriormente, en Guadalajara. La zona de Puerta de Hierro y Andares es la primera plataforma en la ciudad para las construcciones en altura. El establecimiento de centros comerciales y de servicios “aumentó la plusvalía del suelo y propició el desarrollo y promoción inmobiliaria de las zonas aledañas” (Núñez, 2011, p. 49). Pero también produjo externalidades negativas a los residentes locales; como: aglomeraciones, inundaciones, tránsito, ruido y contaminación.

El Salto y Tlajomulco de Zúñiga, municipios del segundo anillo, experimentan desde 1990 un importante aumento demográfico, en función de la alta incidencia de fraccionamientos de interés social. No obstante, problemáticas en materia de inseguridad, déficit de infraestructura y servicios, contaminación y riesgos, en su mayoría, relacionados a la modificación de cuencas como la de El Ahogado o el Río Grande de Santiago, avivan el abandono masivo y posterior desmantelamiento de viviendas.

En términos generales, la ciudad actualmente crece con una dinámica dual, donde las periferias se dispersan al mismo tiempo que el centro se densifica. Así llega Guadalajara al siglo xxi, entre lo moderno y lo inviable, con los de fuera y los de dentro. La que una vez fue la plácida Ciudad de las Rosas se convierte en el espacio territorial donde la modernidad emerge respondiendo al capital más que a la necesidad social. Convirtiendo mercancía con valor de cambio a la creación de nuevas viviendas en las modernas torres, sin tomar en consideración la función social que ejercen, como dotadoras de un espacio en donde vivir, se derrumban casas con valor patrimonial. Se está creando una ciudad para el capital, no para los ciudadanos, ya que muchos de los departamentos son adquiridos con fines especulativos, que alimentan las plataformas digitales para la renta como Airbnb, Booking, Trivago, Vrbo (Vacation Rental by Owner), entre otras.

Discusión: desarrollo de la ciudad mosaico

La ciudad de Guadalajara nace de la confluencia de ideologías multiculturales, en el marco de un tradicionalismo indígena y el ideario español. La traza, en un inicio, fue símbolo de poder y diferenciación entre los citadinos y los indígenas de los pueblos aledaños. El diseño urbano y la morfología son generadores de multipolaridades, fragmentando al territorio en áreas céntricas y periféricas.

La ciudad por proyectos y los procesos elitizadores han producido no sólo nuevas modalidades de vivienda sino toda una mutación —aunque gradual— del hábitat urbano. La nueva cultura urbana exige nuevos modos de vida jerarquizados y ocasionalmente utópicos. Los consumidores, como señala Muñoz (2008), surgen en la década de 1990 y son resultado de la hiperindustrialización urbana que, como bien afirma Rostow (1965), recae en la etapa del impulso inicial.

En el esquema cartesiano el centro histórico corresponde al centro; para las áreas limítrofes, rurales o semirrurales a la periferia queda obsoleto. La colonización urbana, en las fases de acumulación de sociedad tradicional (1942-1850) y condiciones previas para el impulso inicial (1850-1950), puede responder a este esquema, más la complejidad de la realidad rebasa por mucho a esta visión de la ciudad.

La ciudad es un mosaico de territorios autónomos y de potencialidades variadas. La morfología ha creado paisajes contrastantes, en el sentido que, en una hibridación conviven torres; fraccionamientos residenciales de circuito cerrado, campestres de lujo; fraccionamientos de casas seriadas de interés social; ciudades dormitorio y colonias populares e irregulares a lo largo y ancho de la metrópoli; aunque, debe admitirse, con patrones de distribución definidos.

El problema no radica en la multiplicidad de los espacios porque, al final, es una condición invariable del espacio urbano. Sin embargo, si los tres primeros representan el centro y los tres restantes la periferia urbana, ¿los espacios marginados ostentan la suficiente capacidad legal para defenderse y exigir el apoyo gubernamental en aras de potenciar su desarrollo?

Wallerstein (1987) sostiene que la participación política en el Estado moderno es fundamental para el funcionamiento de la economía-mundo y el triunfo del sistema capitalista. Si esto es así, y retomando las ideas de Preston (1999), Cardoso y Faletto (1969), Guadalajara no atiende al desarrollo sino al desarrollismo impulsado por los grupos del poder económico que, en coalición con el poder ejecutivo, diseñan el rumbo de la ciudad.

El siguiente ejemplo sirve para elucidar esta hipótesis. Se debe aceptar que, como afirman Cardoso y Faletto (1969), las políticas de planeación dependen de los factores político-sociales provenientes de los capitalistas, es decir, de las áreas centrales. Se explica entonces el porqué de la especulación de terrenos y las malas —o buenas— condiciones de vida que se ofrecen a los ciudadanos, quienes en teoría y de la mano con Wallerstein (1987), aunque diferentes, ostentan el mismo derecho a la ciudad, a la accesibilidad y a la calidad de vida que, volviendo a la definición de desarrollo de la onu, corresponde a las libertades fundamentales sin distinción.

Sin embargo, la producción capitalista introduce un nuevo esquema de construir ciudad. Los espacios se valúan en virtud de quiénes van a habitarlo, o lo que es lo mismo, los espacios de mayor valor son destinados a personas con mayor poder adquisitivo y las áreas pauperizadas periféricas, a clientela con capacidades económicas reducidas. Entonces, la naturaleza ética del desarrollo que refiere Preston (1999) se diluye.

Municipios metropolitanos, como El Salto y Tlajomulco de Zúñiga, son la prueba de las falacias del discurso del ideal metropolitano. El progreso no parece ser equitativo, al menos no en la práctica. La subordinación de las periferias favorece la canalización de recursos (materiales e inmateriales) al centro, ensanchando las brechas entre ambos espacios.

Otra analogía interesante es sobre el éxito de las economías de desarrollo originario (Cardoso y Faletto, 1969, p. 31). Una vez que Guadalajara decide entrar de lleno a la modernidad, se enfrenta con un territorio global donde las redes funcionales de competencia y cooperación le exigen apertura.

De acuerdo con Aceves et al. (2004), “en la ciudad coexisten la ciudad histórica, la ciudad moderna industrializada y la ciudad comunicacional” (p. 302), en este sentido, la primera corresponde a la periferia y las dos últimas al centro. Al interior de estos tipos existen sus gradientes de intensidad que los caracteriza entre cada una. Los hábitats de los grupos económicamente favorecidos son partícipes de flujos globales, o para comprender mejor, los ciudadanos cosmopolitas tienen mayores oportunidades de contacto con otras realidades que los ciudadanos tercermundistas, de periferia.

Estas áreas de centro se consolidan a la par de las tendencias globales del sistema. Fruto del alto poder adquisitivo, se les ceden los mejores terrenos, tecnologías, infraestructura y oportunidades. En consecuencia, pasan a ser los espacios dominantes, donde se origina el desarrollo que, selectivamente, guía el devenir urbano.

Otro punto a resaltar es como la producción de plusvalía, a saber, parte del discurso del mercado contemporáneo de la construcción, desembocando en la lucha de clases. Los costes de producción se pagan por los ciudadanos de periferia, poniendo por caso, los problemas de inundaciones en Tlajomulco de Zúñiga o los riesgos a la salud por la contaminación en El Salto.

Las periferias ceden ante las constructoras que, en aras de maximizar las ganancias y no optimizar los espacios, construyen megaproyectos inmobiliarios asequibles para la demanda potencial que, de forma previa, fue seleccionada y valorizada. Una vez vendidos los lotes, las empresas se desplazan a otros espacios “tercermundistas” y en semejanza con el movimiento cíclico del capital y los cuasi monopolios que Wallerstein (1987) explica, la empresa explota y maximiza la ganancia y competencia, para posteriormente desplazarse a otro lugar.

Conclusión

La realidad urbana es un fenómeno complejo y multifacético que rebasa los planteamientos teóricos más atemporales. La teoría de los sistemas mundo de Wallerstein parece una abstracción bastante eficaz para interpretarse en diferentes escalas, la diferenciación virtual o física de los espacios, que son creados a partir de fuerzas externas. El mercado juega un papel importante que, en muchos de los casos, se supedita a la oferta y demanda. El Estado, a la vez, es partícipe de dicho proceso creando y modificando leyes y reglamentos en la construcción de los tipos de vivienda, de acuerdo a la conveniencia de los desarrolladores inmobiliarios. Que condicionan y regulan la forma y tipo de crecimiento de la mancha urbana.

Desde la geografía, esta teoría puede considerarse como el punto neurálgico para estudiar el crecimiento de las ciudades porque prepondera en la importancia de la localización geográfica en el funcionamiento del sistema que, de entrada, pareciera focalizarse en los factores económicos. Así mismo, autores como Rostow (1965) complementan la visión del Sistema Mundo. Además, la obra de Cardoso y Faletto (1969) es tan sugerente que abre el espectro de lo que uno espera definir como desarrollo.

La ciudad crece de forma variada, creando morfologías contrastantes: conviven torres, fraccionamientos cerrados con fraccionamientos de interés social, ciudades dormitorio y colonias populares irregulares. Las dos primeras en el centro y el resto en las periferias con patrones de distribución definidos.

Actualmente, se observa un patrón de crecimiento con dinámica dual: el centro se densifica y las periferias se dispersan. De acuerdo a Rostow (1965) se observan las siguientes fases de crecimiento al interior de la ciudad: la sociedad tradicional (1842-1850); condiciones previas para el impulso inicial (1850-1950); el impulso inicial a partir de la segunda mitad del siglo xx, y posteriormente se encaminó a la madurez mediante la adquisición y desarrollo del mercado inmobiliario con la aparición de los fraccionamientos cerrados y condominios de lujo en el primer quinquenio del siglo xxi.

La ciudad de Guadalajara no es creada con base al desarrollo, sino al desarrollismo impulsado por intereses particulares. Ya que la producción del capital induce un nuevo esquema de construir la ciudad. Los espacios son evaluados en virtud de quienes van a habitarlos. Municipios como El Salto y Tlajomulco son relegados, por lo tanto, el progreso no se muestra equitativo por lo menos en la práctica; se canalizan los recursos hacia el centro.

Definitivamente, el desarrollo, con o sin adjetivo, es una construcción de difícil definición, porque depende, en gran medida, de las particularidades territoriales; no obstante, las fuerzas sociales son las únicas responsables del cambio en áreas periféricas y la única, o al menos la inmediata, alternativa para: primero, romper con la estructura del subdesarrollo; segundo, pero no menos importante, con la deconstrucción de un desarrollo efectivo.

Referencias

Aceves, J. E., De la Torre, R. y Safa, P. (2004). Fragmentos urbanos de una misma ciudad: Guadalajara. Espiral, estudios sobre espacio y sociedad, 6(31), 277-320. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13803110

Cabrales, L. (2006). Tendencias recientes de las urbanizaciones cerradas y polarización residencial en Guadalajara. En O. Sobarzo, E. Sposito y M. Beltrao (Coord.), Cidades médias: produçao do espaço urbano e regional (pp. 125-154). Expressão Popular.

Cabrales, L. (2010). El de atrás paga: el modelo metropolitano de Guadalajara. En O. Urquídez (Coord.). La reinvención de la metrópoli. El Colegio de Jalisco.

Cardoso, F. y Faletto, E. (1969). Dependencia y desarrollo en América Latina. Siglo XXI Editores.

Gómez, G. (2002). El siglo xx: los decenios de Guadalajara. Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi, A.C.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (1960). Censo de Población y Vivienda. México.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (1970). Censo de Población y Vivienda. México.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (1980). Censo de Población y Vivienda. México.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (1990). Censo de Población y Vivienda. México.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (2000). Censo de Población y Vivienda. México.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (2010). Censo de Población y Vivienda. México.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (2020). Censo de Población y Vivienda. México.

Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara [IMEPLAN]. (2015). Expansión urbana. Área Metropolitana de Guadalajara. Análisis y prospectiva: 1970-2045. Gobierno del Estado de Jalisco.

Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara [IMEPLAN]. (s.f.). Área Metropolitana de Guadalajara. https://www.imeplan.mx/area-metropolitana-de-guadalajara/

López, E. (1996). La vivienda social: una historia. Guadalajara. Universidad de Guadalajara; Universidad Católica de Lovaina; ORSTOM; Red Nacional de Investigación Urbana.

López, E. (2001). La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana, Guadalajara, México. Universidad de Guadalajara.

Muñoz, F. (2008). Urbanalización: Paisajes comunes, lugares globales. Gustavo Gili.

Muriá, J. (1982). Brevísima historia de Guadalajara. Hexágono.

Muriá, J. y Madrigal, P. (2004). Sucesos históricos de Guadalajara. Ayuntamiento de Guadalajara; El Colegio de Jalisco.

Nel-lo, O. y Muñoz, F. (2007). El proceso de urbanización. En J. Romero (Coord.). Geografía Humana: Procesos, riesgos e incertidumbres en un mundo globalizado (pp. 275-354). Ariel.

Núñez, B. (2007). Grandes desarrollos habitacionales en la Zona Conurbada de Guadalajara. Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, 13(39), 111-137. http://www.espiral.cucsh.udg.mx/index.php/EEES/article/view/1340/1208

Núñez, B. (2011). Zapopan, Tonalá y Tlajomulco de Zúñiga: disyuntivas habitacionales de la zona conurbada de Guadalajara. El Colegio de Jalisco.

Organización de las Naciones Unidas [ONU]. (s. f.). Carta de las Naciones Unidas, Capítulo IX: Cooperación internacional económica y social. https://www.un.org/es/about-us/un-charter/chapter-9

Periódico El Informador. (1917, octubre 5). Guadalajara moderna. Hemeroteca Nacional de México. https://hndm.iib.unam.mx/consulta/publicacion/visualizar/558a32a17d1ed64f16881967

Periódico El Informador. (1954, mayo 9a). Promoción de nuevos fraccionamientos en Chapalita, Guadalajara. Hemeroteca Nacional de México. https://hndm.iib.unam.mx/consulta/publicacion/visualizar/558075be7d1e63c9fea1a303?pagina=558a36807d1ed64f16c9373e&palabras=Peri%C3%B3dico-el-Informador&anio=1954&mes=05&dia=09&coleccion=

Periódico El Informador. (1954, mayo 9b). Promoción del fraccionamiento Las Fuentes, Guadalajara. Hemeroteca Nacional de México. https://hndm.iib.unam.mx/consulta/publicacion/visualizar/558075be7d1e63c9fea1a303?pagina=558a36807d1ed64f16c9374d&palabras=Peri%C3%B3dico-el-Informador

Periódico El Informador. (1955, septiembre 8). Lotes en Colonia Independencia. Hemeroteca Nacional de México. https://hndm.iib.unam.mx/consulta/busqueda/buscarPalabras/?palabras=Peri%C3%B3dico+el+Informador&offset=4600&orden=fecha_sort-asc&strDespliegue=tabla&max=40&filtros=pais%3A%2522M%25C3%25A9xico%2522&filtros=estado%3A%2522Jalisco%2522&filtros=ciudad%3A%2522Guadalajara%2522&filtros=titulo%3A%2522Informador%252C%2BEl%2522&filtros=fecha%3A%25221955%2522

Preston, P. (1999). Una Introducción a la Teoría del Desarrollo. Siglo XXI Editores.

Rostow, W. (1965). Las etapas del crecimiento económico: un manifiesto no comunista. Fondo de Cultura Económica.

Vázquez-Piombo, P. (2015). El Desarrollo urbano en Guadalajara. En L. Cruz González Franco (Coord.). Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos, vol. IV. El Siglo XX, tomo II. En la antesala del tercer milenio (pp.329-340). Fondo de Cultura Económica; UNAM.

Wallerstein, I. (1987). Análisis del sistema-mundo: una introducción. Siglo XXI Editores.

Notas

1 Conforme al Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara [imeplan] (s. f.), el Área Metropolitana de Guadalajara (amg) comprende nueve municipios: Guadalajara, Zapopan, San Pedro Tlaquepaque, Tonalá, El Salto, Juanacatlán, Ixtlahuacán de los Membrillos y Zapotlanejo.
2 San Juan de Dios fue el arroyo más caudaloso de la época y el límite oriente de la ciudad. Hoy corresponde a la Calzada Independencia.
3 Los antiguos sectores Hidalgo, Juárez, Libertad y Reforma.
4 Zapopan, San Pedro Tlaquepaque y Tonalá.
5 Guadalajara alcanzó el millón de habitantes en 1964. El “Tapatío un millón” fue un anunciado y celebrado suceso y el punto y aparte en el crecimiento demográfico de la ciudad. El nacimiento de Juan José Francisco Gutiérrez Pérez, nombre en honor a personajes destacados de la escena pública de la época, es el punto de ruptura para ciudad, la cual pierde su toque provinciano y arranca su caminar hacia la ya entonces codiciada modernidad. (Aceves et al., 2004)
HTML generado a partir de XML-JATS por