Editorial
El inicio del ciclo lectivo 2022 de educación es también una oportunidad para pasar revista a las principales deudas que tiene el sistema con la educación de las nuevas generaciones. Aunque muchas de ellas requieren mucho tiempo para ser saldadas, es necesario tenerlas presente porque el tiempo se empieza a contar ya. Por supuesto, no pretendemos abordar en el corto texto de una editorial todos los temas, pero sí marcar algunos que nos parecen más relevantes.
Empezamos por los déficits que las evaluaciones muestran en los aprendizajes básicos de la lengua oral y escrita, la matemática y principios generales de la ciencia. Este es un tema que venimos discutiendo desde los años ‘90 y que, como tantos otros en el país, seguimos sin saldar. En nuestra sociedad hay un consenso muy alto respecto del derecho de todos a la educación y no es posible concretarlo si no logramos que todos adquieran con la escolarización los instrumentos básicos de la cultura. Hay ya suficiente prueba empírica que justifica proporcionar una sólida capacitación docente en una variedad de metodologías que permitan que todos aprendan.
El Ministerio de Educación acaba de hacer una compra importante de libros para las escuelas. Los libros son un material valiosísimo para la tarea pedagógica cuando los niños y jóvenes son capaces de leer y comprender aquello que se lee, si no existe esta condición de base es probable que para muchos de los destinatarios no les ofrezca ningún beneficio.
Otro de los temas de enorme importancia es la educación digital. Vivimos en un mundo digital y por tanto es ineludible que nuestras escuelas se transformen a la luz de esta nueva realidad. Hay ya muchas experiencias de inclusión de las TIC en las escuelas y la pandemia aceleró este proceso. Sin embargo (como lo demuestra en gran medida el dossier de este número) no hemos logrado transformar la práctica pedagógica a la luz de la nueva era. Hay un trasfondo de cambio cultural que exige la nueva era que es difícil transitar. Las experiencias están todavía muy enfocadas en posibilitar el uso de las computadoras manteniendo una propuesta pedagógica que no logra desanclarse de las regulaciones de la didáctica moderna. Pasar del conocimiento lineal a la complejidad del saber, asumir la incertidumbre como la única certeza del mundo digital y abrir la compuerta de internet para navegar en el ultramundo virtual, será sin duda una tarea larga a la que se le tendrá que dedicar esfuerzo y recursos.
El Ministerio de Educación acaba de hacer una inversión importante en computadoras, lo hace en el marco del programa Conectar Igualdad que tiene ya una experiencia acumulada que nos permite ilusionarnos con el desarrollo de un proceso que haga de las computadoras un instrumento para una educación acorde con el mundo que vivimos y no un programa de mero reparto.
Finalmente, desde hace muchos años el ministerio se ha propuesto avanzar en la construcción de un sistema de información nominal de los alumnos, pero hasta ahora no lo ha logrado. Este es un recurso que hubiera sido necesario para identificar a todos y cada uno de los niños y jóvenes que abandonaron la escuela durante la pandemia y que no se han vuelto a incorporar. A pesar de esta falta debemos avanzar en conectarlos y volverlos a incorporar a la escuela y es de esperar que los diferentes niveles de la administración del sistema tomen conciencia del valor que tiene la provisión de los datos necesarios para que finalmente el país cuente con un sistema de información moderno.
Quedan muchos deberes por enumerar, pero si comenzáramos por hacer los nombrados estaríamos en movimiento hacia el futuro de una educación que progresa.