La balanza comercial de América Latina con China y Estados Unidos en el contexto de la guerra comercial entre Trump y Xi Jinping

Latin America's trade balance with China and the United States in the context of the trade war between Trump and Xi Jinping

Rafael A. Barrera G
Universidad Nacional de Colombia, Colombia
Llaneth Suárez G
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Colombia
Leonel M Ospina
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Colombia

La balanza comercial de América Latina con China y Estados Unidos en el contexto de la guerra comercial entre Trump y Xi Jinping

Cuadernos Latinoamericanos de Administración, vol. 17, núm. 33, 2021

Universidad El Bosque

Recepción: 28 Abril 2021

Aprobación: 26 Julio 2021

Resumen: El rápido ascenso de China en la esfera económica mundial y los esfuerzos de Estados Unidos para mantener su rol hegemónico en el sistema internacional ha tenido consecuencias adversas como la más reciente guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo y la consecuente disminución de los intercambios comerciales. Este documento muestra el marco reciente en que se desarrolla la relación comercial de Latinoamérica con Estados Unidos y China, y luego analiza los indicadores de comercio de América Latina con estos dos países. El método de estudio consistió en un análisis de las cifras de las relaciones comerciales en términos de los valores de las importaciones y exportaciones entre los países. Los datos señalan que la participación de China en las exportaciones e importaciones de los países de la región se ha venido incrementando a un ritmo que parece no estar influenciado por la pugna reciente con Estados Unidos por la hegemonía.

Palabras clave: poder hegemónico, guerra comercial, balanza comercial, América Latina.

Abstract: The rapid rise of China in the world economic sphere and the efforts of the United States to maintain its hegemonic role in the international system have had adverse consequences such as the most recent trade war between the two largest economies in the world and the consequent decline in trade exchanges. This document shows the recent framework in which the commercial relationship of Latin America with the United States and China is developed, and then analyzes the trade indicators of Latin America with these two countries. The study method was carried out through an analysis of the figures of trade relations in terms of the values ​​of imports and exports between countries. The data indicate that China's participation in the exports and imports of the countries of the region has been increasing, at a rate that seems not to be influenced by the recent struggle with the United States for hegemony.

Keywords: Hegemonic power, trade war, balance of trade, Latin America.

Introducción

En el marco reciente de la disputa por la hegemonía entre Estados Unidos y China, se evidenciaron dos posturas claras en el ámbito comercial: una vinculada con el proteccionismo y el aislacionismo, defendida por el gobierno del presidente Trump, y otra que propende por la libertad de comercio, defendida por el gobierno del presidente Xi Jinping. La primera apunta a una lógica basada en la fuerza, con un marcado acento mercantilista que aboga por las restricciones al comercio y un rechazo al multilateralismo. La segunda, mantiene el apego a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), de las que ha salido beneficiada, y una defensa del multilateralismo. Dicho marco permite cuestionarse sobre las relaciones comerciales de América Latina y el Caribe con los dos países.

En Estados Unidos, el número de empleos en el sector manufacturero doméstico entre 1998 y 2016 disminuyó en 5,3 millones, mientras que 60 000 fábricas cerraron (Pauken, 2020). Trump pretendía detener el retroceso en la producción de manufacturas, aumentar el empleo y mejorar las exportaciones. Al renegociar acuerdos comerciales, con la pretensión de fortalecer su posición hegemónica, buscaba imponer condiciones favorables a los intereses de sus empresas transnacionales y detener el avance de China (Guillén, 2018; Novak y Namihas, 2018). Su política recuerda la época mercantilista, en la cual las relaciones comerciales se incrementan y las medidas económicas restrictivas se convierten en un instrumento de presión que determina las relaciones políticas y económicas entre naciones.

Xi busca mantener y potenciar la posición alcanzada por China. El gigante asiático, además de cumplir con las obligaciones como miembro de la OMC, se convierte en su defensor, aboga por el sistema multilateral de comercio, critica el proteccionismo y el unilateralismo. El respeto y la cooperación, junto con la equidad y la justicia, se consideran los elementos que deben caracterizar las relaciones internacionales de China (OMC, 2018). Dichas políticas se fortalecen luego de la reelección del presidente Xi Jinping en 2018, y de que quedara consignado su pensamiento en la Constitución del Partido Comunista Chino.

América Latina y el Caribe históricamente ha tenido mayores vínculos comerciales con Estados Unidos que con China, aunque en años recientes ha aumentado la cercanía y los vínculos comerciales con el gigante asiático. Los dos países son los mayores inversionistas actuales de la región y muestran diferencias en la manera en que se relacionan con Latinoamérica. Estados Unidos evidenció un desinterés abierto hacia la región en los últimos años a la par de un discurso poco amigable, al contrario de lo ha mostrado China, que devela su interés y se acerca a los diferentes países en una tónica de integración no solo comercial, sino de inversión. “Los flujos de inversión china hacia Latinoamérica superaron los 150 mil millones de dólares en los últimos 12 años […] lo que hace a China uno de los principales inversionistas de la región” (Bencivellli y Tonelli, 2020, p. 79).

El aumento del monto y variedad de las inversiones chinas en la región se da a partir de 2010, año a partir del cual se registraron, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), entradas superiores a los mil millones de dólares anuales. Así mismo, para el período 2005-2019: “China se ubicó después de los Estados Unidos como el segundo origen de fusiones y adquisiciones transfronterizas en lo que atañe al monto, y tuvo más peso que otros inversores históricos de la región” (Cepal, 2021, p. 109). Existe un espacio que China pretende ocupar en la región y el ámbito comercial puede dar algunas señales de esto. En este artículo se muestra que la diferencia de políticas comerciales en el marco de la pugna reciente entre China y Estados Unidos no conllevaron un cambio significativo en la tendencia de la relación comercial de América Latina con las dos potencias, en que China ha ganado un terreno considerable y Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de la región.

Entre proteccionismo y libre mercado

Una guerra comercial se entiende como un conflicto económico, de naturaleza bilateral, en el que se usan medidas económicas restrictivas que buscan afectar las importaciones de bienes de otro país o grupo de países para alcanzar ciertos objetivos económicos. Sus causas pueden ser económicas o políticas y puede relacionarse con elementos internos o externos, tanto directos como indirectos. No es un fenómeno exclusivamente económico, pues su inicio, desarrollo y finalización implica un intricado proceso de interacciones políticas con implicaciones que van más allá del control económico y político de los directamente afectados (Liang y Ding, 2021). De acuerdo con Lau (2019), aunque se pueda utilizar la guerra comercial como un instrumento para mejorar los resultados en el comercio bilateral, “no hay verdaderos ganadores: ambos países pierden porque las opciones factibles abiertas a cada uno de ellos se reducen” (p. 153). Pierden exportadores, importadores y consumidores, se afectan los niveles de empleo, de crecimiento económico y de formación de capital de los dos países.

En la guerra comercial entre China y Estados Unidos fueron manifiestas dos posturas económicas distintas con respecto a la manera de entender y abordar las relaciones comerciales entre las naciones: el libre mercado y el proteccionismo. El modelo económico de libre cambio se fundamenta en los principios que esgrime la obra de David Ricardo (1997). Según Ricardo, con base en el principio de ventaja comparativa, los países se especializan en aquellos bienes que producen de manera relativamente más eficiente. Por la especialización se evidencia un abaratamiento de los bienes que beneficia a los consumidores, que a los productores les abre las puertas a otros mercados extranjeros. La búsqueda del beneficio individual junto al libre comercio permite un incremento en las posibilidades de producción y en el bienestar general más que un sistema autárquico.

Un desarrollo posterior se da con el modelo Hecksher-Ohlin (HO) en el que, apoyado en las ideas ricardianas, se considera una economía en donde hay igual tecnología para dos países que producen dos bienes, y que para ello tienen dos factores, capital y trabajo, donde cada país tiene abundancia relativa en uno de ellos. El énfasis de la explicación del modelo HO se encuentra en la abundancia de los factores y en la intensidad de su uso. El modelo establece que hay igualación de los precios relativos de productos y factores entre los países y que las economías se benefician del comercio al exportar el bien intensivo en el factor en que se tiene mayor abundancia. Sin embargo, con respecto a la distribución de la renta al interior de un país no todos ganan de igual manera, los propietarios de aquel factor de producción utilizado de manera más intensa recibirán una mayor retribución que aquellos que posean el factor más escaso.

De acuerdo con Krugman, Obstfeld y Melitz (2016), un énfasis distinto, pero sustentado también en el modelo ricardiano, se encuentra en el modelo de factores específicos que desarrollan Samuelson y Jones. Este distingue tres factores de producción: tierra, capital y trabajo. Se considera al trabajo como un factor móvil que se puede utilizar en la producción de manufacturas y alimentos, mientras que los otros dos solo se pueden utilizar de manera específica en un sector productivo. Ambos sectores compiten por el factor móvil el cual combinan con capital o con tierra, para la producción de manufacturas o alimentos, respectivamente. Como en el caso anterior, la especialización en la producción de un bien dependerá de la abundancia del factor y, en cualquier caso, el trabajo se utiliza plenamente. Igualmente, aparecen ganadores y perdedores, dependiendo de la producción del bien en que se especialice cada economía.

Posteriormente, Krugman (1980) deja de lado el supuesto de competencia perfecta en que se basan los modelos anteriores y considera la existencia de rendimientos crecientes en la producción. Al presentarse un incremento en la producción, se disminuyen sus costos, lo cual lleva a que se incentive el comercio internacional. El comercio internacional permite no solo el comercio interindustrial como señalaban los modelos anteriores, sino intraindustrial, en que el comercio se da también para las mismas industrias. Este permite obtener beneficios de las economías de escala para las industrias y ofrecer variedad a los consumidores.

Contrario a las ideas de libre mercado están las ideas proteccionistas que encuentran su mayor expresión en el pensamiento mercantilista, en el que se daba importancia a las restricciones al comercio para proteger el mercado interno y se vinculaba el poderío militar al comercio exterior. Así, en su análisis del sistema mercantil, Adam Smith (1997) evidenció el énfasis que se le daba a la balanza comercial favorable, mayores exportaciones que importaciones y criticó el prohibicionismo como medida para acrecentar la riqueza de una nación. Señaló restricciones a las importaciones traducidas en aranceles a las importaciones y cuotas de importación, que se pueden imponer de manera general a los países o en casos particulares a los países con que se tenga balanza comercial desfavorable. De otro lado, señalaba la devolución de derechos arancelarios y primas para estimular las exportaciones.

Como evidencian Liang y Ding (2021), bajo ciertas condiciones las restricciones comerciales podrían ayudar a incrementar el bienestar más que el libre comercio: cuando las medidas adoptadas no conlleven una retaliación de la contraparte, que los bienes sobre los que se ponen las tarifas no resulten determinantes para la actividad económica interna, que exista una alta elasticidad precio de las importaciones, que haya una diferencia significativa en el tamaño de las economías y que los conflictos que puedan surgir no sean duraderos. Las restricciones al comercio de las dos mayores economías del planeta se han convertido en un tema no solo importante, sino delicado a la luz de las implicaciones políticas y económicas que puede tener a nivel global (Lau, 2019), a la vez que invita a reflexionar nuevamente sobre las condiciones propias de los países y las regio

La pugna entre Estados Unidos y China

Algunos antecedentes

Estados Unidos entró en el siglo XXI con una posición de poder hegemónica que parecía no tener rival, aunque advertía que el crecimiento económico de China implicaba verlo como un actor importante en el comercio a nivel regional y mundial a inicios de siglo. En la administración Bush, los planes para considerar a China como un competidor se desviaron a raíz de los ataques del 11 de septiembre. Al retomarse el asunto durante la administración del presidente Obama, China había aumentado su capacidad económica y militar y los planes hegemónicos de Estados Unidos se mostraban como una alternativa costosa (Lind, 2007; Goldstein, 2020). Al final de la primera administración Obama, se reconoce de manera abierta la prioridad de la Región Asia-Pacífico para los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos y el desafío que representaba China en el manejo de sus relaciones bilaterales (Clinton, 2011; León-Manríquez, 2016; Zhang y Feng, 2019).

El inicio del segundo mandato de Obama coincide con el cambio en la presidencia de China, de Hu Jintao a Xi Jinping. Al final de la era de Hu Jintao (2002-2012), China había vivido un periodo muy importante del crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB). En 2007, el año de mayor crecimiento de la economía china y previo a la crisis del 2008, China alcanzó una tasa de crecimiento del PIB 7,5 veces la de Estados Unidos (figura 1). De igual manera, se cimentó su relevancia internacional a nivel estratégico y económico como actor determinante en la consolidación del grupo conformado por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, denominado BRICS (Barrera, 2019). Al término del mandato de Hu Jintao, el papel de China a nivel mundial resultó evidente al ayudar a mitigar los efectos de la recesión mundial de 2009, donde América Latina se vio beneficiada por el impacto macroeconómico que tuvo la exportación de productos básicos hacia el país asiático.

Crecimiento porcentual del PIB para Estados Unidos y China (2000-2020)
Figura 1
Crecimiento porcentual del PIB para Estados Unidos y China (2000-2020)
Banco Mundial (s. f).

El periodo de Obama y Xi Jinping al frente de sus respectivos países marca la profundización en las relaciones entre Estados Unidos y China debido a la importancia de este último en el panorama mundial. Dicha importancia se refleja en los distintos encuentros que tuvieron Obama y Xi Jinping durante estos cuatro años. En promedio, hay dos encuentros anuales y los temas discutidos abarcaron desde el cambio climático hasta la expansión militar y el crecimiento económico de los países (tabla 1).

Tabla 1
Temas principales de los encuentros entre los presidentes Barak Obama y Xi Jinping
No. Lugar y fecha EventoTemas principales
1Sunny Lands, Estados Unidos –7 y 8 de junio de 2013–Cumbre informalAscenso de China en el escenario internacional, situación de Estados Unidos en el Pacífico, ciberseguridad, relaciones entre China y Estados Unidos, promoción de la paz.
2San Petersburgo, Rusia –6 de septiembre de 2013– VIII Cumbre G-20Cambio climático. Expansión militar. Crecimiento económico
3La Haya, Holanda –24 de marzo de 2014–III Cumbre de Seguridad NuclearEl Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. La Ruta de la Seda. Desnuclearización de la península de Corea.
4Pekín, China –10 y 11 de noviembre de 2014–Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) - Visita de EstadoFortalecimiento de las relaciones bilaterales. Disminución de emisiones de gases de efecto invernadero.
5Washington, Estados Unidos –24 y 25 de septiembre de 2015–Visita de EstadoPaz, terrorismo, seguridad, relaciones militares; desarrollo sostenible, seguridad alimentaria, salud pública; cooperación, asistencia humanitaria e instituciones multilaterales; relaciones bilaterales.
6Washington, Estados Unidos –31 de marzo al 4 de abril de 2016–IV Cumbre de Seguridad NuclearLas sanciones a Corea del Norte por su programa de armas nucleares.
7Hangzhou, China –4 y 5 de septiembre de 2016–XI Cumbre G- 20Paz, refugiados y cooperación marítima; seguridad nuclear; seguridad alimentaria y asistencia humanitaria; fortalecimiento de las relaciones bilaterales.
8Lima, Perú –18 de noviembre de 2016–Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC)Las relaciones son sobresaltos entre China y Estados Unidos por la llegada de Trump al poder
The White House (2013a, 2013b, 2014, 2015, 2016) y Ministry of Foreing Affairs of the People’s Republic of China (2013, 2014, 2015, 2016a; 2016b).

El presidente Obama continuó con la línea suave de las dos administraciones anteriores, pero evidenciaba preocupación por el nuevo rol de China a nivel mundial y regional vinculado con el desgaste hegemónico de Estados Unidos en Asia y América Latina (León-Manríquez, 2016; Freund y Martey, 2017). Al finalizar el segundo gobierno de Obama en 2016, era manifiesta la disputa entre Estados Unidos y China por el poder económico (Wike y Poushter, 2016). Estados Unidos continuaba en déficit comercial con China (figura 2) y aun cuando el gigante asiático tenía la menor tasa de crecimiento económico en lo corrido del siglo (figura 1), su nuevo estatus como la segunda mayor economía del mundo, que va de la mano con su avance tecnológico y militar (Lau, 2019; Pauken, 2020), ejerce presión sobre Estados Unidos.

Balanza comercial de Estados Unidos con China.
Figura 2
Balanza comercial de Estados Unidos con China.
The United States Census Bureau (s. f).

De acuerdo con la figura 3, en el periodo comprendido entre 2013 y 2016 hay una tendencia creciente en la participación de cada país dentro de las exportaciones e importaciones del otro, excepto en el caso de las importaciones en 2016 para ambos países. Se evidencia un notorio desbalance a favor de China con respecto al peso que el país tiene tanto en exportaciones como en importaciones para Estados Unidos, en comparación con lo que Estados Unidos representa para China. Las exportaciones hacia Estados Unidos representaron, en promedio, el 17,5 % del total de las exportaciones chinas en dicho periodo, mientras que las exportaciones hacia China representaron, en promedio, solo el 7,88 % de las exportaciones totales de Estados Unidos. En el caso de las importaciones se evidencia un comportamiento similar. Las importaciones desde Estados Unidos representaron en promedio el 9,73 % del total de las importaciones chinas en dicho periodo, mientras que para Estados Unidos el 20,99 % del total de sus importaciones proviene de China.

Dependencia comercial entre Estados Unidos y China: 2013-2016.
Figura 3
Dependencia comercial entre Estados Unidos y China: 2013-2016.
International Trade Center (2021a, 2021b)

Las relaciones de Trump y Xi Yinping (2017-2020)

La campaña de Trump con los lemas “Make America Great Again” y “America First” se reconoce por haber pregonado un mensaje de aislacionismo y proteccionismo, con un rechazo al libre comercio. Sostenía que la invasión de productos baratos a Estados Unidos y los menores salarios en otros países causaban la destrucción de la industria estadounidense y la pérdida de empleos. Por tanto, prometió aumentar las barreras al comercio de manufacturas para incrementar el empleo, el retiro de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) y la presión a China por devaluar su moneda. Tal rechazo al libre comercio abría las puertas a la confrontación comercial (Hathaway y Shapiro, 2019).

De acuerdo con Pauken (2020), China resultaba ser, en buena parte, causante de estas pérdidas de empleos por su ascenso económico y los excedentes comerciales con Estados Unidos, vinculado con el proceso de actualización de sus fábricas y la integración de avances tecnológicos en su producción. Por tanto, en vez de culpar a China, los estadounidenses precisan reducir costos y ser más eficientes en la producción y logística para no perder en la competencia de manufacturas frente a otras naciones.

El inicio de las relaciones

La construcción geopolítica y económica de Trump se caracterizó por una tendencia autoritaria basada en un discurso nacionalista en que defendía a Estados Unidos de enemigos entre los cuales estaban China y América Latina, con México como su principal representante. Así Trump, al inicio de su mandato, con base en la idea de la defensa de los trabajadores de Estados Unidos, firmó la orden para retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) firmado por Obama en febrero de 2016, y del cual formaban parte Chile, México y Perú por América Latina. Tal decisión generó posiciones encontradas, pues algunos consideraban que el acuerdo limitaba la influencia China en Asia (Bernardis et al., 2017) y salir del mismo le daba una oportunidad para influir en la región (Maillier, 2018; Müller, 2018). Decisiones posteriores reforzarían el enfoque proteccionista y aislacionista de Trump.

Las relaciones de los presidentes Trump y Xi Jinping, evidenciadas en sus distintos encuentros, inician con algunas tensiones generadas por la aceptación de la llamada de Trump a Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán, quien lo llamó en diciembre de 2016 para felicitarlo por su elección y, por esto, poner en duda la política estadounidense de Una sola China. El asunto se resuelve en febrero de 2017 con una charla telefónica entre los presidentes, en la que Trump afirma su compromiso con dicha política (Copper, 2017) y las relaciones parecen relajarse. En los distintos encuentros se evidencia una tendencia hacia las relaciones comerciales y la situación en la Península de Corea (tabla 2).

Tabla 2
Temas principales de los encuentros entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping
No. Lugar y fecha EventoTemas principales
1Mar-a Lago, Estados Unidos –7 de abril de 2017–Cumbre conjuntaComercio bilateral y situación nuclear en la península de Corea.
2Hamburgo, Alemania –7 y 8 de julio de 2017–XII Cumbre G-20Profundización de las relaciones bilaterales y el plan estratégico de 100 días.
3Pekín, China –8 y 9 de noviembre de 2017–Visita de EstadoCrisis norcoreana, y relaciones comerciales bilaterales.
4Buenos Aires, Argentina –2018XIII Cumbre G-20Relaciones bilaterales, intercambio cultural y déficit comercial, península de Corea, tregua en relaciones bilaterales.
5Osaka, Japón –29 de junio de 2019–XIV Cumbre G-20Cooperación y diálogo para tregua en la guerra comercial y estabilidad de las relaciones bilaterales.
The White House (2017a, 2017b, 2017c, 2018, 2019a) y Ministry of Foreing Affairs of the People’s Republic of China (2017, 2018, 2019)

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Como resultado del primer encuentro, en Mar-a-Lago, se anunció un plan estratégico de 100 días que incluía, entre otros temas, analizar las relaciones comerciales entre las dos potencias. Así, se flexibilizarían las condiciones para que Estados Unidos accediera al mercado financiero chino y se disminuyeran las restricciones a las exportaciones de carne de Estados Unidos hacia China (Hernández, 2018). Esto último se concretó en un plan de acción anunciado en mayo y que comenzó a regir en junio del mismo año (U.S. Department of Agriculture, 2017). De dicho encuentro parecía derivarse una distensión de las relaciones entre los dos países.

Antes de la visita de Trump a China a finales de año, Xi Jinping presentó su informe ante el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, el 28 de octubre de 2017. En el tema internacional denunció el aislacionismo, destacó la interdependencia entre países, la relación entre pares, la no intervención y la no intención hegemónica ni expansiva de China, el respaldo del papel de la ONU y un modelo de relaciones basado en la apertura sustentado en la idea de desarrollo pacífico y beneficio mutuo (Xinhuanet, 2017; Bernardis et al., 2017). De la visita, se firman acuerdos por 250 000 millones de dólares dentro de los cuales había elementos sin garantía, lo que implicaba que varios de estos acuerdos fueran solo memorandos de entendimiento no vinculantes (Eihorn, 2017; Dou, Kobuta y Moss, 2017).

La guerra comercial

La relación entre las administraciones de Trump y Xi Jinping da un giro importante en 2018 cuando se hace evidente el pensamiento mercantilista de Trump asociado al superávit comercial, por el que toma medidas para restringir el comercio con China. Sin embargo, resultaba manifiesta la ausencia de condiciones para que tales medidas tuvieran el resultado esperado para Estados Unidos.

En la segunda semana de marzo, el premier Li Keqiang urge a Estados Unidos a actuar con mesura en vista de la posibilidad de una guerra comercial (Zhicheng, 2018). Sin embargo, después de que el presidente Trump anunciara medidas que implicaban aumentos de aranceles y una revisión ante la OMC de prácticas consideradas perjudiciales para Estados Unidos relacionadas con licencias de tecnología y restricciones a la inversión (Office of the United States Trade Representative, 2018), en abril entra en vigor la imposición de aranceles del 25% y 10% al acero y el aluminio que afectaba principalmente a China. Como reacción a dicha medida, Pekín impone aranceles a 128 productos estadounidenses y se evidencia una posición divergente entre las dos administraciones. Trump insiste en la bondad de las guerras comerciales y se muestra convencido de la facilidad de Estados Unidos para ganarlas, mientras Pekín mantiene una posición conciliadora, aunque considera responder a las medidas tomadas por Estados Unidos (BBC, 2018).

El 6 de julio de 2018 inició la denominada guerra comercial con la aplicación de aranceles sobre 34 000 millones de dólares a importaciones chinas, lo que generó una respuesta china de igual magnitud. La imposición de tasas por parte de Estados Unidos y la correspondiente reacción china se repite en agosto y septiembre, de la mano de dos quejas en agosto por parte de China ante la OMC. Se realizan diálogos entre los dos países en agosto sin resultados concretos, se cancelan negociaciones por parte de China a finales de septiembre y se reanudan comunicaciones en octubre, previo al encuentro entre Trump y Xi en la cumbre del G-20 en Argentina (Wong y Chipman, 2019). En esta se logró un acuerdo para detener nuevos aranceles por 90 días y mayores compras de China a Estados Unidos. La tregua con que finalizó el 2018, se refuerza en febrero de 2019 con un anuncio de Trump sobre el retraso del aumento de aranceles a los productos chinos de manera indefinida (Laborde, 2019).

Trump aprueba, a inicios de mayo de 2019, el aumento de los aranceles del 10 % al 25 % sobre unos 200 000 millones de dólares en productos chinos, a lo que el gobierno chino responde con un anuncio de aumento de aranceles a productos por un valor de 60 000 millones de dólares (Méndez, 2019). A esto se suma la firma de una orden ejecutiva de Trump el 15 de mayo por amenazas a la seguridad nacional relacionadas con tecnología y servicios de información y comunicaciones (The White House, 2019b). Se incluye a compañías chinas como Huawei y HiSilicon, y se les restringe el uso de tecnología y software estadounidenses para sus productos (U. S. Department of Commerce, 2019). Posteriormente, en reunión del G-20 a finales de junio, en Osaka, se acuerda una tregua comercial y el desbloqueo a Huawei (Rampton y Martina, 2019).

En agosto, Trump anuncia un aumento en los aranceles, a lo cual China responde con un anuncio sobre la disminución de compras de productos agrícolas y aumento de tarifas, a la vez que se devalúa el yuan, por lo que Trump etiqueta al país como un manipulador de divisas (Rooney, 2019). Después de nuevos anuncios, retaliaciones y conversaciones entre los dos gobiernos sobre un acuerdo comercial (Wong y Chipman, 2020), en octubre se anuncia el pacto de primera fase del acuerdo parcial para poner fin a la guerra comercial en la cumbre Asia-Pacífico (APEC) en Santiago de Chile y se posterga un aumento de aranceles por parte de Trump (Mason y Chen, 2019), aunque a fin de mes se cancela la cumbre del APEC por protestas sociales en Chile. Finalmente, en diciembre, Trump aprueba la firma de un acuerdo comercial con China, que concreta junto con el viceministro chino Liu He en Washington el 15 de enero de 2020, que incluye mayores importaciones chinas de productos estadounidenses, protección a la propiedad intelectual y transferencias de tecnología (Garijo, 2019; Vallejos, 2020). Tal acuerdo se ve como la primera fase de la desescalada de la guerra comercial.

Al terminar 2020, la tasa de crecimiento económico de ambos países continuó disminuyendo, aunque de manera más pronunciada para Estados Unidos (figura 1). El déficit comercial de Estados Unidos en los primeros tres años de la Administración Trump fue mayor que durante los cuatro años de la segunda administración Obama (tabla 3). A su vez, como señala la figura 3, la tendencia creciente de la dinámica comercial entre los dos países en la administración Obama cambia en la administración Trump, y cada país pesa menos en las importaciones y exportaciones del otro (figura 4), aunque se mantiene la diferencia a favor de China.

Tabla 3
Valor en dólares del déficit comercial de Estados Unidos con China: 2013-2020
AñoSegunda Administración ObamaAñoAdministración Trump
2013-372.405.0002017-395.998.059
2014-339.491.7252018-443.086.481
2015-178.569.3262019-365.846.412
2016-137.236.1832020-332.525.648
International Trade Center (2021b) y TradeMap (s. f.)

Dependencia comercial entre Estados Unidos y China: 2017-2019
Figura 4
Dependencia comercial entre Estados Unidos y China: 2017-2019
International Trade Center (2021a, 2021b) y TradeMap (s. f.).

En línea con la primera fase del acuerdo firmado el 15 enero de 2020, hay reducciones en aranceles por parte de ambos gobiernos y se otorgan exenciones arancelarias a productos estadounidenses. Posteriormente, en mayo, se reafirma el acuerdo por parte de los dos gobiernos y una nueva exención de aranceles por parte de China a productos estadounidenses. En julio, se anuncian medidas para excluir de aranceles a algunos productos chinos necesarios para mitigar los efectos del COVID-19, en agosto se pospone y luego se reprograma la revisión del acuerdo (Wong y Chipman, 2020). En septiembre, la Comisión de Tarifas del Consejo de Estado anunció la exclusión y extensión por un año de tarifas impuestas a Estados Unidos y Canadá (Zhang, 2020).

Al finalizar el gobierno de Trump fue manifiesto que la guerra comercial no benefició a Estados Unidos ni tampoco fue tan fácil como Trump anunció. Aunque en el último año se haya disminuido el déficit comercial de Estados Unidos con China (tabla 3), dejó en evidencia la mayor vulnerabilidad y el poco liderazgo de Estados Unidos en cabeza de Trump, y la cimentación de la fortaleza china en términos económicos y políticos, que se manifiesta no solo en sus relaciones con Estados Unidos, sino también en la ampliación de sus relaciones con otros países y regiones, incluida América Latina. Joe Biden reemplaza al presidente Trump cuya Agenda Comercial, publicada a inicios de marzo de 2021, señala la necesidad de restauración del liderazgo de Estados Unidos y muestra la importancia que tiene la revisión de las relaciones comerciales con China (United States Trade Representative, 2021).

América Latina entre el desdén de Estados Unidos y el interés de China

Las relaciones entre Latinoamérica y Estados Unidos

Al comienzo del siglo XXI hubo un déficit en la balanza comercial de América Latina y el Caribe, que era superavitaria con Estados Unidos (figura 5). Además, existía inconformismo en algunos países de la región por los resultados en la distribución del ingreso que arrojaba el modelo de libre mercado, por lo que algunas administraciones pretendían usar el poder del Estado para corregir dicha situación. Para la administración Bush, resultaba necesario “definir un nuevo tipo de relaciones con América Latina más allá del eslogan de ‘libre comercio, sin ayuda’ y los mercados abiertos, […] que respondiera a las necesidades de la región para el cambio económico y social” (Leogrande, 2007, p. 356). Sin embargo, el interés que la región pudiera tener para el gobierno de Bush cambió a causa de los ataques del 11 de septiembre, y las pretensiones iniciales no se lograron.

Balanza Comercial de Latinoamérica con Estados Unidos (2001-2020)
Figura 5
Balanza Comercial de Latinoamérica con Estados Unidos (2001-2020)
International Trade Center (2021b), y TradeMap (s. f.).

Posteriormente, en el gobierno del presidente Obama, se “anunció en la V Cumbre de las Américas que deseaba abrir un nuevo capítulo en la relación de EE. UU. con América Latina, basada en «el respeto mutuo y los valores e intereses compartidos»” (Powell, 2015, p. 29). Aunque el presidente Obama se propuso un restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Latinoamérica, y en su último año de mandato visitó Cuba, algunos balances de su gestión con respecto a la región, heterogénea y políticamente dividida, evidenciaban una mayor independencia de Latinoamérica, y distanciamiento e indiferencia por parte de Estados Unidos, que se aproxima en algunos lineamientos a la administración anterior (Ayerbe, 2017; Tiusabá y Rodríguez, 2018).

Luego, con la llegada de Trump a la Casa Blanca la retórica de amistad de la administración Obama cambia drásticamente, se vuelve amenazante en términos militares y económicos, además de racista y xenófoba; se aleja de la colaboración y la asociación, mientras se acerca a la imposición, refleja el desinterés y miopía sobre los problemas de la región a la que acusa, por causa de la migración, de ser la causa de sus problemas internos (Guida, 2018; Long, 2018). Trump tiene un cambio de discurso luego del pacto con México en 2019 para disminuir el flujo migratorio hacia Estados Unidos, así como al renegociar el NAFTA en enero de 2020.

En relación con los acercamientos a la región, Trump solo hace una visita a Latinoamérica durante su gobierno, a finales de noviembre de 2018 para una reunión del G-20 en Argentina, a diferencia de las seis de Bush y Obama en su primer mandato. En dicho encuentro solo se reúne con el presidente Macri, el anfitrión, con quien discute, entre otros temas, las relaciones comerciales con China y la situación en Venezuela. Esta última se convierte en el elemento central de su política hacia Latinoamérica, que ratifica en 2019 en discusión con los presidentes o representantes de varios países de la región en una reunión paralela a la asamblea de la ONU. En las relaciones comerciales, con Trump se mantiene una tendencia creciente que venía desde la primera administración de Obama, y que presenta un quiebre en 2015 y 2016 (figura 3).

Los intercambios comerciales

En 2001, el valor de los intercambios comerciales con Latinoamérica y el Caribe, exportaciones más importaciones, sumaron 358 552 millones de dólares (figura 5), lo cual era veintitrés veces el inercambio entre China y Latinoamérica en el mismo año. El saldo de las balanzas comerciales resultaba favorable para Latinoamérica. Al finalizar el primer gobierno de Obama en 2012 el valor de los intercambios comerciales con Estados Unidos solo era tres veces superior a los intercambios entre China y Latinoamérica y, en 2020, llegó a ser 2,23 veces el valor del comercio entre Latinoamérica y China. Se observa que la balanza comercial tiende a ser cada vez más superavitaria para los países de Latinoamérica y el Caribe (tabla 4).

Tabla 4
Comercio bilateral entre Latinoamérica y Estados Unidos
Valor del saldo comercial de países de Latinoamérica con Estados Unidos entre 2013 y 2020 (millones de dólares)
AñoAmérica Latina y el CaribeArgentinaBrasilChileMéxicoComunidad AndinaEcuadorPerúColombia
201365.011-3.887-13.105-6.250111.7285.6434.323-9852.264
2014101.739-5.025-9.805-4.962122.796-2.0223.547-2.546-3.786
201593.079-4.283-2.546-2.454121.891-6.9301.420-2.833-5.531
2016103.373-2.502-799-1.223122.987-1.1431.320-857-1.731
2017115.812-3.0751.959-1.075132.416-2912.097-1.134-1.120
201894.446-4.830-217-2.465128.661-1.8251.661-1.367-1.995
2019110.881-3.398-711-2.902152.519-1.6482.342-3.260-567
2020129.443-2.885-6.591-541162.570-1.056809-421-1.192
International Trade Center, TradeMap (2021c, 2021d, 2021e, 2021f, 2021g, 2021h, 2021i, 2021j)

En relación con México, se evidencia que las políticas de Trump no incidieron en cambiar la tendencia creciente del déficit comercial que se presentó en los tres años de gobierno del presidente Obama, sino que se incrementó en un 24 % en promedio desde 2016 hasta 2019 (tabla 4). De igual manera, durante el periodo de gobierno de Trump, la participación de Estados Unidos en el total de las exportaciones mexicanas tuvo una ligera disminución al pasar de un promedio del 80,33% de los cuatro últimos años del segundo gobierno de Obama al 78,35 % durante el gobierno de Trump (tabla 5). Con respecto a la participación de Estados Unidos en el total de importaciones en los mismos periodos es de 48,03% y 45,53% respectivamente (tabla 6).

Para los países de Mercosur, se observa que Brasil ha mantenido un déficit comercial a lo largo de los últimos ocho años, excepto en 2017 cuando alcanzó un superávit de 1 959 millones de dólares. En 2019, el déficit alcanza los 711 millones de dólares y luego se incrementa para 2020, alcanzando un valor de 6 591 millones de dólares (tabla 4). La participación de Estados Unidos dentro del total de las exportaciones de Brasil durante el segundo gobierno de Obama fue, en promedio, de 12,05% y de 12,04% en la administración Trump (tabla 5). Con respecto al peso de Estados Unidos en el total de importaciones en los mismos periodos es de 15,88 % y 16,94 %, pero no se encuentra una tendencia marcada en participación de Estados Unidos en las importaciones brasileras (tabla 6).

En relación con Argentina, el déficit comercial con Estados Unidos muestra una tendencia decreciente en los periodos de gobierno de Obama y de Trump. Durante el segundo periodo de Obama, el promedio del déficit comercial de Argentina con Estados Unidos fue de 3 924 millones de dólares (tabla 4). En este mismo periodo, la participación de Estados Unidos en el total de las exportaciones de Argentina representó un promedio de 6,32%, y dentro de las importaciones un 12,54 % (tabla 5). En el periodo de Donald Trump, el déficit promedio fue de 3 546 millones de dólares (tabla 4), y la participación de Estados Unidos en las exportaciones de Argentina representó un promedio 12,56 % y 11,57% del total de las importaciones para cada periodo respectivamente (tabla 6).

Tabla 5
Estados Unidos en el total de las exportaciones de países de Latinoamérica
AñoArgentinaBrasilUruguayParaguayBoliviaChileMéxicoColombiaEcuadorPerú
20135,51%10,69%3,92%2,70%10,10%12,75%78,82%31,78%44,60%18,37%
20145,97%12,28%4,59%2,15%15,59%12,33%80,29%26,41%43,69%16,18%
20156,03%12,67%6,71%1,81%12,07%13,47%81,20%28,17%39,42%15,10%
20167,76%12,56%6,32%1,69%13,54%14,25%81,03%32,85%32,36%17,30%
20177,67%12,42%5,83%1,37%7,46%14,81%79,95%29,06%31,67%15,68%
20184,67%12,14%6,09%1,35%5,61%14,07%76,49%26,53%30,88%16,60%
20194,42%13,26%5,87%2,13%5,09%14,09%77,85%31,05%30,15%12,30%
20202,79%10,33%6,13%2,03%4,48%13,89%79,11%30,41%23,66%16,10%
Cálculos propios con base en datos de International Trade Center, TradeMap.

Tabla 6
Estados Unidos en el total de las importaciones de países de Latinoamérica
AñoArgentinaBrasilUruguayParaguayBoliviaChileMéxicoColombiaEcuadorPerú
201310,84%15,05%8,70%7,79%12,47%20,21%49,25%27,67%25,15%20,32%
201413,85%15,34%9,40%9,51%11,70%19,52%48,97%28,51%27,96%20,86%
201512,89%15,61%8,61%11,22%10,57%18,98%47,39%28,83%27,15%20,63%
201612,56%17,50%8,42%14,66%9,79%17,71%46,50%26,61%25,43%19,63%
201711,30%16,64%11,17%16,01%7,99%18,21%46,38%26,25%19,96%20,30%
201811,78%16,19%8,93%14,14%6,27%19,08%46,58%25,52%21,77%21,33%
201912,77%17,15%10,56%19,25%6,31%19,73%45,28%25,45%21,65%20,80%
202010,42%17,76%12,64%15,32%7,99%17,94%43,89%24,45%22,34%18,47%
International Trade Center, TradeMap

n el caso de Chile, se encuentra que tiene un déficit con EE. UU. que tiende a decrecer hasta 2017, cuando llega

En el caso de Chile, se encuentra que tiene un déficit con EE. UU. que tiende a decrecer hasta 2017, cuando llega a los 1 074 millones de dólares, un 82% menos de lo obtenido en 2013. A partir de 2017, el déficit crece hasta 2020 cuando llega a ser un 50% de lo obtenido en 2017 (tabla 4). La participación de Estados Unidos dentro del total de las exportaciones de Chile durante el segundo gobierno de Obama fue, en promedio, de 13,20% y de 13,72% en la administración Trump (tabla 5). Con respecto a las importaciones, EE. UU. representó para Chile en los mismos periodos 19,11% y 19,74 % respectivamente (tabla 6). Lo que indica que el peso que tiene EE. UU. en las exportaciones y las importaciones de Chile se ha mantenido relativamente estable en los últimos ocho años.

Con respecto a los países de la Comunidad Andina, los últimos cuatro años han mostrado una tendencia favorable para Estados Unidos pasando de un déficit de 5 642 millones de dólares en 2013 a un superávit de 1 648 millones en 2019, que se reduce 35,9 % en 2020 alcanzando los 1 044 millones de dólares. En este grupo, los mayores vínculos comerciales se dan con Ecuador y Perú. Para el primero, entre 2013 y 2016, hay un superávit promedio de 2 652 millones de dólares, que luego disminuye a 1 727 millones para los cuatro años siguientes (tabla 4). El peso promedio que tiene Estados Unidos en el total de las exportaciones ecuatorianas para cada periodo son 40,02% y 29,09% respectivamente (tabla 5), mientras que en las importaciones ecuatorianas EE. UU. representa respectivamente para cada periodo 26,42% y 21,43% (Tabla 6).

Con respecto a Perú, entre los años 2013 y 2016, hay un déficit promedio con EE. UU. de 1 805 millones de dólares, que luego disminuye a 1 545 millones para los cuatro años siguientes (Tabla 4). El peso promedio que tiene Estados Unidos en el total de las exportaciones peruanas, respectivamente para cada periodo es 16,74% y 15,17% (tabla 5), mientras que el de las importaciones es 20,36% y 20,23% respectivamente (tabla 6). Colombia, por su parte, es el país de la región que más sigue los lineamientos de política de Estado Unidos. Esto va de la mano con una balanza comercial deficitaria para Colombia en los últimos siete años (tabla 4). Para cada periodo, 2013-2016 y 2017-2020, la participación de EE. UU en las exportaciones colombianas fue de 29,8% y 29,1% respectivamente (tabla 5), mientras que en las importaciones fue de 27,91% y 25,42% respectivamente (tabla 6).

Las relaciones entre Latinoamérica y China

Al comenzar el siglo XXI el valor del comercio entre Latinoamérica y China ascendía a 15 636 millones de dólares lo que corresponde al 4,36 % del valor de los intercambios entre Latinoamérica y Estados Unidos. Al finalizar 2012, previo al inicio del mandato de Xi Jinping, el comercio entre las dos primeras ascendió a 254 011 millones de dólares (figura 6), lo que representaba un 33,9% de los intercambios entre Latinoamérica y Estados Unidos. En lo corrido del siglo los vínculos entre América Latina y China se han ampliado debido a que el gigante asiático precisa suplir su demanda de alimentos y recursos energéticos, nuevos mercados para sus productos, limitar el reconocimiento de Taiwán, y tener en América Latina y el Caribe un aliado político (Novak y Namihas, 2017).

Balanza comercial de Latinoamérica con China
Figura 6
Balanza comercial de Latinoamérica con China
International Trade Center (2021k), TradeMap.

La política china hacia América Latina y el Caribe se recoge en los denominados Libro Blanco de 2008 y 2016 que muestran que los vínculos deben ir más allá del intercambio comercial. El primero plantea cuatro áreas de cooperación: 1) política, 2) económica, 3) cultural y social, y 4) paz, seguridad y justicia; mientras el segundo, que pretende acelerar y profundizar la cooperación, separa el área social y cultural y adiciona las de cooperación internacional y cooperación conjunta. Se mantiene la disposición de desarrollar un marco de cooperación “1+3+6”, anunciado por Xi Jinping en su intervención de 2014 en el foro BRICS, que incluye un Programa de Cooperación para el periodo 2015-2019 donde el comercio, la inversión y la cooperación financiera son tres elementos impulsores del desarrollo de la cooperación; energía y recursos naturales, infraestructura, agricultura, manufactura, innovación técnica y tecnología informáticas, son seis áreas del mismo (Novak y Namihas, 2017; Osterloh, 2018). Por el lado de América Latina y el Caribe, no hay una política conjunta con respecto a China, lo cual puede dejarla en desventaja.

Xi Jinping afianza esta política de penetración de China en América Latina con cinco visitas a América Latina y el Caribe: en junio de 2013 visita México, Costa Rica y Trinidad y Tobago; en julio de 2014, Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba; en noviembre de 2016 Ecuador, Perú y Chile; en diciembre de 2018, Argentina y Panamá; y en noviembre de 2019, Brasil. En dichas visitas destaca la importancia de sus relaciones comerciales, los beneficios que las inversiones chinas pueden tener para los países de la región, y la compatibilidad de la Franja y la Ruta con los planes de desarrollo de los países de América Latina (Yuanlei, Chunxue y Sheminari, 2019).

Los intercambios comerciales

De acuerdo con la figura 6, durante el primer año de la administración de Xi Jinping, las relaciones comerciales entre América Latina y China cambian 8,32% con respecto al año anterior, pasan de 254 011 472 millones de dólares en 2012 a 275 133 millones de dólares en 2013, con saldo a favor de China. Para finales de 2016, el valor de los intercambios comerciales cae en 5,77% con respecto a 2013, para luego ascender el siguiente año un 15,08% y llegar a 2019 a tener un valor de 324 409 millones de dólares, lo cual representa un aumento del 10,97 % con respecto a 2017, con un saldo negativo para Latinoamérica. Dicho cambio no se presenta de manera homogénea entre los países y las regiones. Tomado el total de los países de América Latina y el Caribe, hay un continuo balance comercial deficitario con China entre 2010 y 2017, y con una tendencia creciente hasta 2015 cuando alcanza un déficit de 93 612 millones de dólares, que luego disminuye hasta llegar a 67 863 millones de dólares en 2019, y de 58 824 millones de dólares en 2020 a favor de China (tabla 7).

Tabla 7
Comercio Bilateral entre Latinoamérica y China
Valor del saldo comercial de países de Latinoamérica y el Caribe con China entre 2013 y 2020 (millones de dólares)
AñoAmérica Latina y el CaribeArgentinaBrasilChileMéxicoComunidad AndinaEcuadorPerúColombia
2013-87.963-5.8016.3913.283-54.853-11.394-3.940-1.0605.261
2014-89.078-6.3161.2603.199-60.306-13.479-4.129-1.872-6.035
2015-93.612-6.5754.8883.425-65.107-12.951-2.543-1.328-7.769
2016-79.980-6.04211.7703.839-64.115-10.382-1.893249-7.504
2017-72.212-7.99020.1674.615-67.434-8.474-2.9132.765-6.750
2018-69.809-8.23229.4769.143-76.307-8.145-2.8583.123-6.797
2019-67.863-2.93427.6017.035-76.122-5.678-9412.904-5.918
2020-58.824-4.06233.0109.965-65.822-9.051-754653-7.729
International Trade Center, TradeMap. (2021l, 2021m, 2021n, 2021o, 2021p, 2021q, 2021r)

En lo que respecta a las relaciones comerciales entre México y China, el saldo de la balanza comercial resulta favorable para China y con una tendencia creciente. Aumenta un 16,88% entre 2013 y 2016, y un 12,88 % entre 2017 y 2019. El peso de China en el total de las exportaciones de México realmente no es significativo, pues alcanzó un promedio de 1,48% entre 2013 y 2016, y luego pasó a 1,65% en promedio para los cuatro años siguientes (tabla 8). El peso de China dentro del total de importaciones mexicanas es considerable, pues representaron, en promedio, para los mismos periodos el 17,08% y el 18,27% lo cual indica que China se afirma como el segundo mayor vendedor a México después de Estados Unidos (tabla 9).

Para los países de Mercosur, en el caso de Brasil se observa algo completamente diferente a lo que sucede con México. Brasil ha venido aumentando el superávit de su balanza comercial con China desde 2014 (tabla 7). El peso que tuvo China para las exportaciones brasileras fue, en promedio, para 2013 a 2016 de 18,94 %, y para los siguientes cuatro años de 27,25% (tabla 8). Con respecto al peso de China en las importaciones brasileras para los mismos periodos, los promedios fueron de 17,15% y 19,76% respectivamente. Lo que indica una mayor participación de China en el mercado brasilero (tabla 9).

Con respecto a Argentina, este país tiene el segundo déficit de la región con China en los últimos ocho años. Para 2013 a 2016 el déficit promedio fue de 6 184 millones de dólares, el cual desciende a 5 804 millones de dólares durante el periodo 2017-2020, con una significativa disminución en 2019 (tabla 7). China, dentro del total de las exportaciones argentinas, encuentra para el periodo de 2013 a 2016 una participación promedio del 7,64% y para el periodo 2017 a 2020 la participación aumenta a 7,94 % (tabla 8). En importaciones, China participó con el 17,52% del total de las importaciones argentinas para el primer periodo de 2013 a 2016, y luego aumenta a 19,05% para el cuatrienio siguiente (Tabla 9).

Por su parte, Chile se ubica detrás de Brasil como el segundo país de la región que presenta superávit con China. Para el cuatrienio de 2013 a 2016 hay un superávit promedio de 3 436 millones de dólares, el cual aumenta en los siguientes cuatro años y registra un promedio de 7 689 millones de dólares (tabla 7). Con respecto a la participación de China en el total de las exportaciones chilenas se encuentra que estas pasan de tener una participación promedio del 25,92% para el cuatrienio 2013-2016, a un 32,06% para el cuatrienio siguiente (tabla 8). De otro lado, la participación promedio de China en el total de las importaciones chilenas para el cuatrienio 2013-2016 es de 21,64 % y para el siguiente es de 23,76% (tabla 9).

Tabla 8
China en el total de las exportaciones de países de Latinoamérica
AñoArgentinaBrasilUruguayParaguayBoliviaChileMéxicoColombiaEcuadorPerú
20137,26%19,79%14,24%0,60%2,62%24,84%1,70%8,67%2,28%17,28%
20146,52%18,38%13,31%0,51%3,43%24,23%1,50%10,50%1,89%18,22%
20159,12%18,63%18,06%0,36%5,36%26,39%1,28%6,34%3,94%22,06%
20167,66%18,97%15,61%0,25%6,73%28,23%1,45%3,62%3,91%23,54%
20177,43%21,81%22,41%0,32%5,51%27,25%1,64%5,31%4,04%26,28%
20186,23%26,76%22,24%0,29%5,11%32,48%1,60%8,97%6,92%27,88%
20199,71%28,07%27,47%0,14%4,52%31,35%1,50%11,56%12,97%29,16%
20208,38%32,36%14,47%0,16%5,11%37,16%1,86%8,60%15,79%28,29%
International Trade Center, TradeMap.

Tabla 9
China en el total de las importaciones de países de Latinoamérica
AñoArgentinaBrasilUruguayParaguayBoliviaChileMéxicoColombiaEcuadorPerú
201315,20%16,53%16,88%28,28%15,04%19,89%16,09%17,45%16,66%19,42%
201416,39%17,17%18,49%25,30%17,65%20,58%16,56%18,41%16,77%21,14%
201519,65%17,92%14,46%16,53%18,09%22,73%17,71%18,56%15,27%22,75%
201618,82%16,99%15,28%14,99%20,00%23,36%17,96%19,23%15,75%22,79%
201718,45%18,12%16,21%17,48%21,78%22,42%17,64%19,00%18,57%22,28%
201818,45%19,16%15,28%16,12%20,72%22,41%17,99%20,58%18,91%23,28%
201918,85%19,89%15,75%15,78%21,73%22,84%18,24%20,79%18,93%24,21%
202020,44%21,88%16,06%16,14%22,32%27,37%19,20%23,91%22,17%28,59%
International Trade Center, TradeMap

Con respecto a los países de la Comunidad Andina, en los últimos cuatro años han mostrado, a diferencia de lo que sucede con Estados Unidos, una tendencia favorable, pues se evidencia una leve disminución de su déficit comercial con el país asiático. Así, en el cuatrienio 2013-2016, el déficit para los países de la Comunidad Andina asciende a 12 051 millones de dólares, y en el cuatrienio siguiente disminuye a un promedio de 7 837 millones de dólares. Al revisar lo correspondiente a Ecuador, Perú y Colombia, el país con el mayor déficit comercial con China es Colombia, seguido de Ecuador y, por último, Perú (tabla 7). Para el caso de Colombia, el déficit para 2013-2016 tiene un valor promedio de 4 012 millones de dólares, que luego asciende en los siguientes cuatro años a 6 798 millones, lo que representa un aumento del 69,45% (tabla 7). En relación con la participación de China en las exportaciones e importaciones con Colombia, se encuentra que: para el primer cuatrienio, la participación de China en las exportaciones colombianas asciende a 7,29% y para el segundo 8,61% (tabla 8). Con respecto a las importaciones la participación es mayor, pues para el primer cuatrienio la participación promedio es de 18,41% y aumenta al 21,07% para el segundo (tabla 9).

Ecuador muestra una disminución de su déficit con China, al comparar los dos periodos 2013-2016 y 2017-2020. Para el primero, el déficit promedio es de 3 126 millones de dólares y para el segundo de 1 866 millones de dólares (Tabla 7). Con respecto a la participación de china en las exportaciones se tiene que para el primer cuatrienio esta asciende a un promedio de 3% y luego asciende a 9,93%. Con respecto a las importaciones, china pesa un 16,11% en promedio para el primer periodo y luego ascienden al 19,64 % para el segundo (tabla 8). Finalmente, en el caso peruano se ve una disminución del déficit entre 2013 y 2015 para pasar luego a un superávit desde 2016. La participación de China en el total de las exportaciones peruanas ha venido ascendiendo en todo el periodo de ocho años revisado y alcanza, en el cuatrienio 2013-2016, un promedio de 20,27% y en el siguiente el 27,90% de la participación dentro del total de exportaciones (tabla 8). En el caso de las importaciones estas representan el 21,53 % y el 24,59 % en cada cuatrienio respectivamente (tabla 9).

A modo de conclusión

La disputa por la hegemonía mundial entre EE. UU. y China ha mostrado dos posturas claras en temas comerciales. Una relacionada con el proteccionismo y unilateralismo que defiende EE. UU. los cuales, aunque no son nuevos, tomaron una nueva forma con la llegada del presidente Trump al poder. La segunda postura, promulgada por China, evidencia el haber sabido utilizar las reglas de juego que se le impusieron para poder entrar a la OMC y ocupar un espacio mayor en el panorama internacional. China se convierte en defensor de un sistema multilateral en donde se ve como un país en desarrollo que lidera cambios a nivel global, con una perspectiva clara de largo plazo y con un liderazgo importante de su presidente.

La reciente pugna entre EE. UU. y China, que aún no termina, evidenció de manera clara las dificultades que tiene EE. UU. para dictar las reglas del juego que le permitan establecerse de nuevo como el actor más importante a nivel global. China no solo ha respondido a las medidas tomadas por EE. UU., sino que se ha puesto en riesgo su estabilidad económica, así como la del resto del globo. Estados Unidos al no ser el único actor relevante y con fuerza militar y económica del planeta, deja de ser el único punto de referencia para las actividades económicas y, entre estas, las relaciones comerciales.

A diferencia de lo ocurrido a finales del siglo pasado, en donde América Latina se encontraba con un solo punto de referencia para el desarrollo de sus relaciones comerciales, este siglo ha mostrado de manera clara que no hay un solo actor hegemónico que determine los lineamientos que las demás naciones han de seguir. Las disputas que se generen afectan con mayor velocidad al resto de naciones y se muestran como una oportunidad para pensar y repensar el papel que tiene América Latina en el globo. Sin embargo, las disímiles condiciones materiales, sociales y políticas que vive la región dificultan tal accionar y dejan solo espacio para seguir actuando como proveedores de materias primas al resto del mundo.

Es evidente el papel que actualmente juega China para los países de Latinoamérica en sus relaciones comerciales. La participación de China en las exportaciones e importaciones de los países de la región han venido incrementando a un ritmo sin precedentes que hace que China sea el segundo socio comercial más importante después de Estados Unidos. Las relaciones comerciales entre China y Latinoamérica no son coyunturales, estas se vienen dando hace varios lustros y responden a un plan del gigante asiático que va más allá del intercambio comercial, pero que no encuentra una respuesta en conjunto de los países de Latinoamérica, lo cual es una desventaja para estos.

El análisis de las balanzas comerciales evidencia que la pugna reciente por la hegemonía entre China y Estados Unidos no ha influenciado la relación comercial que América Latina ha tenido con estas dos potencias. No cambia la tendencia de la participación de EE. UU. y China en el total de exportaciones e importaciones de los países de Latinoamérica; sin embargo, el mayor crecimiento de las relaciones comerciales de la región con China va en detrimento de los intereses comerciales y políticos de los EE. UU. en Latinoamérica.

La relación trilateral entre Latinoamérica, China y EE. UU. se presenta como un campo con gran potencial para posteriores investigaciones con el fin de identificar posibles tendencias comerciales y políticas, y para intentar mitigar los posibles efectos adversos que una guerra comercial de larga duración pueda traer para los países de la región. De acuerdo con lo anterior, conviene preguntarse sobre la posibilidad de generar una estrategia conjunta entre los países de Latinoamérica para responder a los intereses de las dos potencias.

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