SOBRE LA NOCIÓN DE INFORMACIÓN Y ALGUNAS IMPLICACIONES EN EL ÁMBITO PSICOSOCIAL [1] [2]

About the notion of information and some implications in the psychosocial field

Isabella Builes Roldán
Humanidades-Universidad EAFIT, Colombia

SOBRE LA NOCIÓN DE INFORMACIÓN Y ALGUNAS IMPLICACIONES EN EL ÁMBITO PSICOSOCIAL [1] [2]

Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, vol. 17, núm. 34, pp. 161-178, 2017

Universidad El Bosque

Recepción: 25 Agosto 2016

Aprobación: 21 Marzo 2017

Resumen: La noción de información es esencial para la teoría de la individuación de Gilbert Simondon. Este autor se distancia de las concepciones tradicionales sobre la información dado que estas la consideran medible y controlable. Además, una posible implicación de esta sustancialización en las teorías tradicionales es que, en la sociedad actual, la información se utiliza, en conjunto con la comunicación, para controlar y manipular los sistemas sociales, y en este sentido, puede ir en vías de la alienación de los sujetos. Profundizar en este concepto desde la perspectiva de Simondon nos permite observar algunas de sus implicaciones en el ámbito psicosocial. Para ello, tenemos en cuenta los conceptos de amplificación, transducción, modulación, organización, metaestabilidad, significación y transindividualidad. Por último, proponemos que el proceso de individuación guarda una relación de continuidad con la adaptación (biológica y psicológica), entendida como una operación específica de la cual se sirve la transducción para resolver las tensiones en los seres vivientes, incluyendo allí al ser humano.

Palabras clave: cibernética, Gilbert Simondon, transindividualidad, adaptación psicológica.

Abstract: The concept of information is essential for the individuation theory of Gilbert Simondon. This author takes distance from traditional notions because these think information as a measurable and manageable thing. Also, a possible consequence of this substantialization of the term by the traditional theories is that information is being used with communication, to control and manipulate social systems. In this sense, it may lead to alienation of the individuals. Look deeper into this concept from Simondon allow us to observe some its implications in the field of psychosocial. For this we will take in account the notions of amplification, transduction, modulation, organization, metastability, signification and transindividuality. Finally, we propose that the individuation process and (biological and psychological) adaptation maintain a relation of continuity, understanding adaptation as a specific operation of transduction that serves to resolve tensions in living beings.

Keywords: cybernetics, Gilbert Simondon, trans-individuality, psychological adaptation.

1. Introducción

La sección inicial contextualiza el concepto de información, retomando algunas definiciones desde la perspectiva de la cibernética y la teoría matemática de la información, para luego plantear que este ha devenido un concepto central en la sociedad actual para pensar las relaciones entre los sujetos y los fenómenos sociales. No obstante, dado que tradicionalmente se asocia la información con el control de los sistemas que la contienen y la producen, en el ámbito humano esta se ha relacionado con nuevas formas de alienación de los sujetos. Consideramos con Rodríguez (2016) que los aportes de Simondon en torno a este concepto permiten distanciarse de esta posibilidad de alienación, dado que al vincular la información con aquello que permite producir una transformación en un sistema y con la significación es posible profundizar en el concepto a fin de enlazarlo con el devenir y la individuación misma. Desde un punto de vista psicosocial, nos acercamos a la dimensión ética que implica la teoría de la individuación mediante la concepción de la transindividualidad. Además, proponemos que, en el ser humano, la operación específica de la transducción es la adaptación psicológica, entendida no como un ajuste pasivo y acrítico a las normas sociales, sino como un doble movimiento que implica instituir normas que vayan en vías de un despliegue armónico, propio del ser y coincidir con las propias normas, manteniendo la capacidad de modificarlas por el cambio propio o de las circunstancias.

2. Contextualización de la noción de información

El concepto información puede sonar sumamente trivial pues en la cotidianidad por lo general se usa con frecuencia para referirse a la transmisión de datos. Sin embargo, es de gran interés y actualidad para tan diversas disciplinas como la genética, la neurociencia, la sociología, la psicología, entre otras.

Las definiciones de este término son variadas. De acuerdo con Morán-Reyes, “el verbo transitivo “formo, -āre” expresa: “dar forma, conformar, construir, organizar, moldear, educar” (66). La raíz inform- con lleva la idea de infundir una “forma” en el receptor de la acción, forma que es una organización, una configuración, estructura (de contenidos). Informar se define particularmente como dar forma a algo, in-formar. Etimológicamente, el término proviene del latín informare; dar forma, describir (Corripio).

La ciencia que tradicionalmente se ha ocupado de la información es la cibernética. Según Siles, esta se define como “el estudio teórico de los procesos de comunicación y de control en sistemas biológicos, mecánicos y artificiales” (88). El término proviene del griego kybernetes, que significa ‘gobierno’, por lo que la información se asocia con las nociones de control, regulación y dominio. Uno de sus fundadores es el matemático Norbert Wiener, quien propone una equivalencia entre máquinas y humanos en cuanto a comportamientos de información, aunque diferencia ambos en su proceso de emergencia y construcción (Siles). De acuerdo con esto, todo ente es informacional dado que intercambia información con su medio.

Wiener define información de la siguiente manera:

[…] is a name for the content of what is exchanged with the outer world as we adjust to it, and make our adjustment felt upon it. The process of receiving and of using information is the process of our adjustment to the contingencies of the outer environment, and of our living effectively within that environment (17-18)[3].

Según Siles, Wiener se interesa por comprender el intercambio de información así como su grado de complejidad en términos de cantidad estadística, y para esto es necesario estudiar la comunicación, que define como “la ciencia de las relaciones entre los fenómenos que permite distinguir su parte esencial, su naturaleza” (Siles 88).

Shannon y Weaver, a finales de la década de 1940, propusieron la llamada teoría de la información o teoría matemática de la comunicación, según la cual “la comunicación consiste en un proceso técnico de codificación/descodificación de mensajes entre una fuente y un destinatario, articulado por medio de señales en un canal determinado” (Siles 92). Esta teoría postula que existe algo, un objeto físico por ejemplo, que es transmitido de un emisor a un receptor; lo que se transmite es el mensaje o un conjunto de señales que son percibidas por el receptor de acuerdo con el ruido que exista y el canal que se utilice (Capurro, Shannon).

De acuerdo con Ferrater Mora, el término información se refiere a un conjunto de datos que son transmitidos desde una fuente emisora hacia una estación receptora; lo que se transmite se llama “mensaje”, el cual alberga la información. Estos datos son señales que pueden adoptar muchas formas y son generalmente medibles. La información implica cierta indeterminación en sí misma, es decir, dada una señal o unidad de información (bit), no se pueden predecir totalmente las próximas señales, es decir, se trata de una estructura que contiene aún cierta carga de indeterminación. Para Gell-Mann, la información se refiere a un conjunto de datos de los cuales el receptor extrae regularidades y las separa de lo accidental, para luego condensar ambos aspectos en un sistema sujeto a variación con el fin de generar un resultado aplicable al mundo real, por ejemplo para describir un fenómeno o predecir algún suceso.

En la teoría de Shannon y Weaver, la información no es solamente lo que reduce la incertidumbre, como se entiende coloquialmente, sino que se refiere a cantidades físicas de energía que al reducirse se asocian con una mayor entropía (Capurro, Morán-Reyes). Para Beer:

A machine in its pristine state is therefore full of uncertainty; its content is chaos. Once the machine beings to operate, however, a degree of order is introduced; and this ordering begins to eliminate the ruling uncertainty. This is what enables us to handle cybernetic systems: it is information. Information kills variety; and the reduction of variety is one of the main techniques of regulation –not indeed because it simplifies the system to be controlled, but because it makes it more predictable. “Noise” in the system increases the variety (and therefore uncertainty) without increasing the information (1959 44)[4].

“La entropía representa la medida de la desorganización, el caos y el desorden que gobierna el conjunto del universo” (Siles 91). La introducción de información se asociaría más bien con la neguentropía o principio de orden. El progreso para Wiener estaría dado por el mejoramiento en el control y el tratamiento de la información.

El ser humano y la sociedad se componen esencialmente de información, que se convirtió en un concepto crucial para pensar las relaciones humanas en una sociedad tecnológica o sociedad de la información como es llamada la sociedad actual. En esta vía, Wiener afirma:

As we have said, nature’s statistical tendency to disorder, the tendency for entropy to increase in isolated systems, is expressed by the second law of thermodynamics. We, as human beings, are not isolated systems. We take in food, which generates energy, from the outside, and are, as a result, part of that larger world which contains those sources of our viability. But even more important is the fact that we take in information through our sense organs, and we act on information received (28)[5].

En las definiciones de Shannon y Weaver comenzamos a observar lo que parece una dificultad en la noción de información, esto es, la presuposición de la dicotomía emisor-receptor y sus implicaciones. Morán-Reyes se aproxima a esta dualidad desde una concepción idealista/materialista:

El hecho de que la informātio haya mantenido una afinidad con los conceptos eidos y morphé, indica quizá un carácter dual de la información, es decir, objetiva y subjetiva a la vez (eidos como una concepción ideal y morphé como una física). Aquí está presente un hilemorfismo: son dos caras de una misma moneda. Empero, existe un sentido para morphé de tipo filosófico, pero que igualmente mantiene un carácter material. Esta “forma” filosófica remite a los recursos en que se vierte la expresión filosófica, tanto en lo referido al género filosófico como a su estilo correspondiente. Es decir, esta variante de la forma filosófica (morphé) sería una manifestación de la primera forma (eidos), puesto que no se puede dar la expresión sin la forma; hay una implicación necesaria, lo cual afianza la idea de dualidad (66).

Como veníamos diciendo, la ciencia de la información se ha caracterizado por excluir el rol activo del sujeto “receptor” (Capurro). Además, se ha considerado que su estudio debería hacerse en términos de cantidad estadística de información (bits), sin embargo, esto no nos provee conocimiento acerca de su contenido semántico, lo cual podría ser para algunos lo más relevante (Dretske). En este sentido, para Capurro, tanto la producción como el uso y la interpretación de la información debiesen hacerse en un grupo social concreto cuando esta aporte elementos nuevos y relevantes para una sociedad o un individuo.

No obstante, en algunas de las definiciones de Wiener encontramos una diferencia. Se tiene en cuenta la interacción que implica la información y por esto se comienza a hablar de retroalimentación, con lo cual se introduce en alguna medida el asunto semántico de la información, asunto que destacan Blanco y Rodríguez, citando a Wiener dicen:

La información es presentada por la cibernética como algo no reductible a las categorías que había concebido la física, revolucionada por la relatividad y la mecánica cuántica: “la información no es materia ni energía, es información. Ningún materialista que no admita esto podrá sobrevivir en nuestros días” (Wiener, como se cita en Blanco y Rodríguez 2017 216).

3. Aportes de Gilbert Simondon a la noción de información

En el presente artículo nos distanciamos de las formulaciones clásicas sobre la teoría de la información para dirigirnos hacia concepciones que conciben la información como un proceso o una operación entre términos dispares. Al respecto, el filósofo Gilbert Simondon (2009, 2016) plantea que un sistema de información es un sistema metaestable, donde se conservan potenciales para futuras transformaciones y se tiene en cuenta el devenir. En sus palabras:

Una situación hilemórfica es una situación en la cual no hay más que forma y materia, por tanto dos niveles de realidad sin comunicación. La institución de esta comunicación entre niveles –con transformaciones energéticas– es el inicio de la individuación; supone la aparición de una singularidad, que se puede llamar información, sea viniendo de afuera, sea subyacente (2009 114-115).

Recordemos que Simondon (2013, 2014, 2016) se opone a las concepciones ontológicas tradicionales: el sustancialismo y el hilemorfismo. En su teoría de la individuación, propone que el ser tiene la capacidad de desfasarse con respecto a sí mismo gracias a la tendencia a la amplificación. El ser humano, por ejemplo, posee una carga preindividual que puede desplegar de acuerdo con la resonancia interna y externa (del sistema), pero esta carga, por su carácter indeterminado, no lleva a los sujetos a realizarse según un estado predeterminado por alguna sustancia; sino que el sujeto tiene en cuenta individuaciones anteriores como estructuras, y también las operaciones que realiza a partir de la información disponible y la resolución que haga de las tensiones emergentes. Por tanto, el ser humano posee la capacidad de inventar o crear nuevas formas de relacionarse con su medio y de resolver las tensiones con este.

La teoría de la individuación se basa en la perspectiva de las estructuras y las operaciones. La operación fundamental de la cual se sirve la individuación es la transducción, entendida como la propagación de una información en un dominio o campo específico que da lugar a cierta transformación de una estructura y sirve de base para futuras operaciones (Simondon 2009, 2014). Desde esta perspectiva, la individuación es una operación de comunicación que se basa en la concepción de la metaestabilidad[6], la cual permite que se conserve energía potencial en un sistema que dé lugar a ulteriores transformaciones.

Con el surgimiento y desarrollo de la cibernética, así como con proyectos tecnológicos como el de la inteligencia y la vida artificial, se presentan grandes cambios en las sociedades. Dado que la definición clásica de información agrupa el control de sistemas biológicos, mecánicos y artificiales, esta une a los hombres, los animales y las máquinas, ubicándolos en el mismo nivel. Además, el asunto del control se relaciona directamente con el poder y las formas de alienación en los seres humanos.

La información, desde la perspectiva de la cibernética, es un fenómeno que se da tanto en el plano natural como en el artificial, sin que sean necesarias la conciencia o el ánimo humano (Morán-Reyes). Para Chavarría, una de las consecuencias del desarrollo de esta ciencia es la “descorporeización de la razón”, esto es, que el razonamiento humano podría ser presuntamente copiado en cualquier máquina inteligente; lo anterior se relaciona también con el advenimiento de la analogía de la mente como un computador. En consecuencia, la información era algo separado del medio que la portaba: por ejemplo, la información genética podría ser implantada en los individuos por diversos medios. Estas formulaciones y otras similares son caracterizadas como un pensamiento poshumanista.

De este modo, se fueron relacionando los desarrollos cibernéticos con nuevas formas de alienación en el ser humano. “Esa noción de sujeto biológico, autónomo, racional y esencialista como representante de la ‘identidad humana’ va a sufrir cambios importantes en su concepción, a partir de los descubrimientos de: (a) la cibernética y (b) las biotecnologías” (Chavarría 98).

Por su parte, el filósofo francés Michel Serres (2001) propone que las transformaciones individuales y sociales de la actualidad se relacionan con el auge de las tecnologías de la información y la comunicación, las cuales han tenido repercusión en aspectos esenciales de la existencia humana tales como el tiempo, el espacio y la relación entre los hombres. Estas transformaciones actuales tienen el mismo estatus social de otros cambios significativos pasados tales como la invención de la escritura y la imprenta.

En el ámbito de la cognición humana, por ejemplo, hay un cambio en el saber. Anteriormente este se asociaba con la acumulación de conocimientos en la propia memoria, en la actualidad estos conocimientos pasan a ubicarse en una “memoria objetivizada”, esto es, exterior al cuerpo y depositada en artefactos construidos para ser bastante eficaces, dejando así la “cabeza libre” para nuevos descubrimientos. Serres (2013) utiliza la leyenda de la decapitación de Saint-Denis narrada por Santiago de la Vorágine en su Leyenda dorada como metáfora para expresar que en la actualidad el conocimiento se da desde lo externo, en una “caja cognitiva objetivada”, como lo es el computador, que contiene las “facultades” que se pensaban internas al sujeto, estas son: una memoria muy capacitada, una imaginación llena de íconos y un razonamiento que permite resolver problemas diversos. En el lugar de esa cabeza llena de conocimientos queda únicamente un vacío, y afuera se ubican unos medios objetivos llenos de conocimientos disponibles y accesibles a todos.

De acuerdo con Rodríguez (2010), en los análisis que hace Gilles Deleuze del pensamiento de Michel Foucault, la comunicación y la información ocupan un papel central, y pone como ejemplos la biología molecular y la informatización de la producción, los cuales representan las modificaciones que se han dado en dos aspectos fundamentales para el hombre como son la vida y el trabajo. “Por tanto, se asiste a lo que algunos llaman la biologización de la cultura y el gran riesgo de un determinismo genético, que deja en un pasado lejano la noción de ser humano como un agente moral, dueño de sí mismo y su destino” (Chavarría 101).

Para Rodríguez (2016), Deleuze encontraba en la noción de información la clave para actualizar los análisis de Foucault sobre las sociedades disciplinarias hacia las sociedades de control, pues se redefinen las relaciones entre la vida, el trabajo y el lenguaje más allá de la figura del hombre, lo cual es llamado por algunos “poshumanismo”.

Simondon (2016) sostiene que la información en cuanto amplificación se da de tres formas: mediante transducción, que es la propagación de una información que da lugar a una modificación en la estructura y por tanto a un desfasamiento; mediante modulación, cuando existe un punto fijo que gobierna la estructura y a partir de esto la informa sin producir un cambio total en la misma; y mediante organización, como síntesis de transducción y modulación.

De acuerdo con Rodríguez (2016), refiriéndose a la opinión de Simondon sobre la noción de información, la cibernética intenta constituir un método técnico y científico de gobierno de las cosas y del hombre, pero con un error fundamental: sustancializar la información, por tanto, no se tiene en cuenta el devenir, así,

Simondon anticipait les dispersions qui sont en train de se produire maintenant dans les disciplines postcybernétiques et postsystémiques. Ainsi, là où les épistémologies traditionnelles se heurtent à la réfutation d’une notion d’information trop technologique issue de la première cybernétique, nous observons une élasticité épistémique de la définition des objets et des concepts, ainsi que de véritables dispersions qui confirment que des aspects centraux de la société, de la psyché, de la nature, de la vie et de la technique ne peuvent être compris sans une formulation, même partielle, en termes d’information, mais une information qui suit les tensions que Simondon identifiait déjà il y a cinquante ans (2016 220)[7].

La importancia del aporte de Simondon (2009, 2016) está en resistirse al acaparamiento de la cibernética sobre el concepto de información, que llevaría, desde las definiciones tradicionales, al uso del poder y la alienación de los sujetos. Simondon se opone a esto profundizando en la noción de información, salvando el concepto, reinstalándolo en el devenir, ligándolo a la individuación. Esto implica considerar que el receptor es activo, resignifica el mensaje que recibe. Además, conlleva ubicar la información como aquello que fluctúa entre la novedad absoluta y la estereotipia completa. “Por esta razón el humanismo nunca puede ser una doctrina ni incluso una actitud que se pueda definir de una vez por todas; cada época debe descubrir su humanismo, orientándolo hacia el peligro principal de alienación” (Simondon 2007 121).

De este modo nos adentramos en los aportes de Gilbert Simondon (2007, 2009, 2014, 2016) a la noción de información y sus implicaciones en el ámbito psicosocial. Desde su perspectiva, existe un punto medio entre la determinación absoluta y la total indeterminación: la información, que por definición lleva consigo una carga de indeterminación, y que solo puede ser llamada de este modo cuando es efectivamente integrada en el funcionamiento de un sistema y produce en él alguna transformación:

Ser o no ser información no depende solamente de los caracteres internos de una estructura; la información no es una cosa, sino la operación de una cosa que llega a un sistema y que produce allí una transformación. La información no puede definirse más allá de este acto de incidencia transformadora y de la operación de recepción. No es el emisor el que hace que una estructura sea información, puesto que una estructura puede comportarse como información por relación a un receptor dado sin haber sido compuesto por un emisor individualizado y organizado; algunos impulsos provenientes de un fenómeno de azar pueden activar un receptor determinado tan bien como si provinieran de un emisor (2016 139).

Según el autor, la información no es para nada un asunto superfluo, sino que se encuentra en la base misma del proceso de individuación, esto es, del devenir del ser. “Nos veríamos entonces llevados a distinguir tres términos: el puro azar, la forma y la información” (2007 54). Así, la información se sitúa al nivel de la ontogénesis. Para Blanco y Rodríguez,

El punto de anclaje de su teoría es la metaestabilidad de las posiciones “pasivas” y por lo tanto su transformación en activas; es más, es de ellas de quien depende el proceso entero de la información. Lo que define la correcta recepción de la información como adquisición de forma o llegada de un mensaje es el hecho de que quienes reciban tengan capacidad de transformarse, y de este modo logra hacer equivaler a la información con la ontogénesis y con la individuación misma (99).

Dicho de otra forma, para que exista información debe producirse una significación, de este modo, la información más que estar ligada con una cantidad física se relaciona con la semántica (Blanco y Rodríguez). Esto no significa que la posibilidad de producir significación sea exclusiva de los seres humanos, pues lo colectivo se define como aquello por lo cual una acción individual posee un sentido de símbolo (base de la invención) para otros individuos. En este sentido, una acción en un individuo no humano podría devenir significación si va en vías de la amplificación y el despliegue del ser y permite la efectiva transformación de una estructura previa y del sistema (Simondon 2009, 2014). Sobre este punto, Blanco y Rodríguez plantean que:

La cuestión de fondo para algunos filósofos consiste en que la única semántica posible es la que los humanos pueden proveer. Sólo habría información en ese caso si finalmente algún agente humano la puede discernir. Frente a esta disyuntiva, Floridi cree necesario incluir a los datos ambientales como datos no-semánticos que valen, de todos modos, como información, lo cual es consistente con la postura simondoniana según la cual la información es parte operatoria de los procesos de individuación, los que se dan en la naturaleza pero también los de la individuación psíquica y colectiva, así como en la estructuración de los sistemas técnicos; esto es, una operatoria donde el hombre está en el centro pero no es el único protagonista (113).

En este sentido, el receptor no estaría referido a una posición pasiva sino a “toda realidad que no posee enteramente en ella misma la determinación del curso de su devenir” (API[8]: 159, traducción nuestra), que le permita disponer de una energía potencial” (Blanco y Rodríguez 100). Y, por tanto, tenga la posibilidad de modificarse a sí mismo y modificar su entorno.

Para Simondon (2009, 2014), la información no se reduce a un conjunto de datos aislados, de hecho, es lo que permite una comunicación y una relación entre niveles dispares de la realidad, forma y materia, por ejemplo; o también entre lo psíquico y lo transindividual. Para un sujeto, recibir una información es crear una relación colectiva (amplificante) con el ser del que proviene la señal, teniendo en cuenta su resonancia interna (del sujeto), lo cual permite que se construya una significación. Solo existe información si los términos que esperan comunicarse forman sistema, aunque sean dispares. Según lo dicho hasta el momento, Simondon propone que:

En lugar de tratar la información como una magnitud absoluta, estimable y cuantificable en un número limitado de circunstancias técnicas, es preciso ligarla a la individuación: sólo existe información como intercambio entre las partes de un sistema que implica individuación, puesto que para que la información exista hace falta que tenga un sentido, que sea recibida, es decir que pueda servir para efectuar una cierta operación; la información se define por la manera en que un sistema individuado se afecta a sí mismo condicionándose: es aquello mediante lo cual existe un modo de condicionamiento del ser por sí mismo, modo que se puede llamar resonancia interna: la información es individuante y exige un cierto grado de individuación para poder ser recibida; es aquello sobre lo cual transita la operación de individuación, aquello por lo cual esta operación se condiciona a sí misma (2009 490).

Es importante entonces diferenciar señal de significación. Una señal es un dato que se transmite. Luego, mediante la percepción, el sujeto construye una significación, que es espacio-temporal y posee un sentido con relación a la estructura y otro con relación a la operación de cambio o devenir; es entonces la significación la que permite la actividad amplificante según Simondon.

Se puede llamar señal a lo que es transmitido, forma a aquello en relación a lo cual la señal es recogida en el receptor, e información propiamente dicha a lo que es efectivamente integrado al funcionamiento del receptor luego de la experiencia de disparidad que refiere a la señal extrínseca y a la forma intrínseca (2009 333).

La operación transductiva fundamental se da con relación a la noción de forma como unidad coherente, y la noción de información como posibilidad de interacción y reciprocidad entre dos términos; esta operación permite avanzar en complejidad y en amplificación (y posiblemente en orden) a partir de una base estructural y de unos potenciales o fuerzas organizables, en vez de dirigirse hacia la degradación que implicaría el equilibrio estable (Simondon 2014). De este modo:

En lugar de concebir una forma arquetípica que domina la totalidad, e irradia por encima de ella, como el arquetipo platónico, ¿no podríamos plantear la posibilidad de una propagación transductiva de la adquisición de la forma, que avanza etapa por etapa, al interior del campo? (2014 507).

En este mismo sentido, para Blanco y Rodríguez hay un intento por parte de Simondon de unificar las diferentes nociones de información y las teorías respectivas, lo cual corresponde con uno de los desafíos de la actual filosofía de la información.

4. Algunas implicaciones en el ámbito psicosocial

A continuación mencionaremos brevemente algunas de las implicaciones que estos desarrollos teóricos y filosóficos podrían tener en el ámbito psicológico y transindividual. Lo colectivo o transindividual es representado por Simondon (2009, 2014) como una red que excede a los individuos, pues además de tejer relaciones entre ellos también constituye una realidad que los trasciende. Esta realidad, el entre, es reserva de información (Gil 2016). De este modo,

Se podría decir que lo colectivo es un segundo nacimiento en el cual participa el individuo, algo que incorpora al individuo mismo y constituye la amplificación del esquema que porta. Como significación efectuada, como problema resuelto, como información, el individuo se traduce en lo colectivo: se prolonga así lateralmente y a escala superior, pero no en su cierre individual (Simondon 2009 322).

Cierta individualidad puede ser perpetuada en el ser como información. Esta última se opone a que haya una degradación total de la energía potencial en el sistema, y por tanto, le permite al sujeto continuar viviendo y desplegándose en su medio, en conjunto con este, así,

La única chance para el individuo, o más bien para el sujeto, de sobrevivirse en cierta forma es devenir significación, hacer que algo suyo se convierta en significación. Aun allí existe una perspectiva poco satisfactoria para el sujeto, pues la tarea de descubrimiento de las significaciones y de lo colectivo está sometida al azar. Sin embargo, es apenas como información que el ser sujeto puede sobrevivirse en lo colectivo generalizado; participando en la individuación colectiva, el sujeto infunde algo de sí mismo (que no es la individualidad) en una realidad más estable que él. Es a través de la naturaleza asociada que existe el contacto con el ser. Ese contacto es información (Simondon 2009 494).

Para Gil (2016), cuando algo de la peculiaridad logra ser articulado con el entorno, esto es, logra perpetuarse en lo colectivo a nivel simbólico como significación, puede ser tomado como el culmen de la singularización[9]; aportar algo de lo propio sin imponerlo para lograr significaciones que trasciendan lo individual.

En este sentido, la relación que el ser humano mantiene con los demás sujetos y con otros entes, como por ejemplo con los objetos técnicos, es privilegiadamente transindividual, ya que “[…] la cultura, los productos simbólicos, son reactualizados como información y significación por los individuos a través del tiempo y el espacio” (Vargas y Gil 72). Esta relación transindividual se caracteriza porque pone a los individuos en relación, mediante lo que ya son, pero además mediante su carga de realidad preindividual que está cargada de potenciales. En El modo de existencia de los objetos técnicos, Simondon (2007) plantea que la oposición tradicional entre cultura y técnica y entre hombre y máquina es falsa; dado que los verdaderos objetos técnicos son mediadores entre la naturaleza y el hombre, son invenciones en las que reside también la realidad humana y, en la medida en que poseen mayor libertad de funcionamiento y de autonomía en cuanto al uso de su información, se van perfeccionando cada vez más, por tanto,

[…] la primera condición de incorporación de los objetos técnicos a la cultura sería que el hombre no fuera ni inferior ni superior a los objetos técnicos, que pueda abordarlos y aprender a conocerlos manteniendo con ellos una relación de igualdad, de reciprocidad de intercambios: en cierta manera, una relación social (Simondon 2007 108).

De este modo, la analogía entre el hombre y la máquina no se haría en términos de funciones corporales, sino entre el funcionamiento mental del hombre y el funcionamiento físico de la máquina: el primero deja algo propio en el segundo tras su invención.

Según lo dicho hasta el momento, no tener en cuenta la carga de indeterminación que conlleva la información en sí misma implica desconocer la posibilidad de invención de los sujetos y su posibilidad de aportar nueva información a la red de significaciones a la cual pertenecen en cuanto seres transindividuales. En esta misma vía, considerar que el individuo y el entorno son dos realidades estáticas y paralelas sin interacción entre sí, o que los sujetos se ajustan de forma pasiva y acrítica a las normas sociales establecidas, es negar la potencial intermodificación entre estas dos facetas del ser, que solo se hace posible por medio de la información. Más bien, proponemos que los seres vivientes realizan continuamente procesos de individuación y de transducción para resolver tensiones, o en el caso del ser humano, problemas existenciales, así,

[…] lo viviente resuelve problemas, no solamente adaptándose, es decir modificando su relación con el medio (como puede hacer una máquina), sino también modificándose él mismo, inventando nuevas estructuras internas, introduciéndose él mismo completamente en la axiomática de los problemas vitales. El individuo viviente es sistema de individuación, sistema individuante y sistema individuándose; la resonancia interna y la traducción de la relación consigo mismo en información están en este sistema de lo viviente (Simondon 2009 31).

Como se observa en la cita, Simondon (2009, 2014) critica el concepto de adaptación pues considera que se presuponen los términos individuo y medio como dos realidades distintas y estáticas, con una zona oscura en la mitad, y que la adaptación ideal sería alcanzar un equilibrio estable e implicaría un salto cuántico en los sujetos. Sin embargo, desde nuestra perspectiva (Builes 2016, Builes y Manrique 2016, Builes Manrique y Henao 2016), la adaptación sería un proceso continuo en el cual no existe un medio completamente inmutable que determina a los individuos, sino que es la interacción y la relación constante que existe entre los sujetos y su campo asociado la que permite que se instituyan ciertas normas provisionales o equilibrios metaestables que favorezcan la armonía propia y del entorno (modo de organización, forma más compleja de amplificación que implica una síntesis de modulación y transducción).

Desde este punto de vista, la adaptación no se opone a la invención (Simondon 2013), sino que es una invención en sí misma, pues implica todo el proceso de interacción con el medio que da como resultado una intermodificación, es decir, una modificación tanto de los propios esquemas (cognitivos, conductuales) como del entorno por medio de la creación de una obra (material o inmaterial). Para resolver las tensiones emergentes, el sujeto instituye normas provisionales que guían su actuar, y de acuerdo con esto, los equilibrios que alcanza son metaestables, permiten que se den futuras transformaciones y no agotan toda la energía potencial del sistema. Según esto, la adaptación guarda una relación de continuidad con el proceso de individuación, aunque ambos no están al mismo nivel: la adaptación es la forma que adquiere el proceso de transducción en los seres biológicos y psíquico-transindividuales (Builes 2016).

Con lo anterior queremos decir que la individuación tiene como correlato en los seres vivientes un proceso que es a la vez biológico y psicológico, es una operación o un movimiento que implica al tiempo ajuste y acción, esta es, la adaptación. Para Simondon (2014), esta es posible mediante dos procesos opuestos: a) el adiestramiento, que consiste en ajustar cada vez más el comportamiento según los datos del medio con el fin de reducir cada vez más el margen de indeterminación del funcionamiento; b) el aprendizaje[10] que, por el contrario, permite que mediante la interacción con el medio se dé un aumento de la información en los esquemas del individuo, y esta se almacene en las estructuras del ser y posiblemente dé lugar a posteriores transformaciones. Cuando este proceso de adaptación da cuenta de una síntesis real entre estos dos movimientos (ajuste y acción) puede originar una mayor organización de un sistema (Simondon 2016), lo cual, en el ser humano, relacionaríamos con la armonía, la alegría y también la salud (Builes 2016, Lopera 2016).

Sobre el pensamiento de Simondon, Deleuze considera que en el centro de sus análisis se encuentra su visión ética del mundo, que estaría dada por la convergencia entre la carga preindividual y lo que ya ha sido individuado. Lo opuesto a esto sería el individuo cerrado en sí mismo, que se resiste a la comunicación y a la individuación y que provoca de esta forma una pérdida de información y por tanto de posibles significaciones. La ética conlleva entonces el camino desde lo preindividual hacia lo transindividual. La organización de una resolución en un sistema donde se encuentran tensiones, estas resoluciones o equilibrios metaestables se dan, por un lado, gracias a la resonancia interna como un modo de comunicación entre realidades dispares y, por otro lado, gracias a la información, que es la que permite establecer la comunicación entre estos niveles dispares. Al respecto, nos dice Simondon que:

Postular que el sentido interior es también un sentido exterior, que no existen islotes perdidos en el devenir, ni regiones eternamente cerradas sobre sí mismas, ni autarquía absoluta del instante, es afirmar que cada gesto posee un sentido de información y es simbólico en relación con la vida entera y con el conjunto de vidas (2009 498).

5. Conclusión

La contextualización inicial de las teorías clásicas de la información y un análisis breve de sus implicaciones sociales en términos de posible control y alienación de los sujetos nos lleva a relievar la importancia de los planteamientos de Gilbert Simondon con respecto a la noción de información ligada a la individuación misma. Teniendo en cuenta los conceptos de metaestabilidad, amplificación, significación, invención, transindividualidad y, por último, también adaptación, concluimos que la noción de información nos permite pensar asuntos importantes en el ámbito psicológico y transindividual.

En el caso del ser humano, consideramos que no es conveniente pensar al individuo como aislado e independiente, sino a partir de las relaciones que lo entretejen y la interdependencia con otros, en una red que los constituye y los trasciende. Es más, lo patológico, desde esta perspectiva, sería la imposibilidad de formar con otros una red de significaciones en lo transindividual, que permita inventar nuevas normas más acordes al devenir, teniendo en cuenta a los otros en una interdependencia. Según esto, la salud (y la adaptación) se relacionan con la capacidad de transformarse y desplegarse de acuerdo con el devenir del entorno, teniendo en cuenta que el individuo es el centro y el núcleo de este. Y con respecto al proceso de individuación en general, decimos que un actuar acorde con este devenir en términos de contribuir al despliegue armónico propio tanto como al despliegue del ser general, desde nuestra perspectiva, sería un actuar ético.

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Notas

[1] Recibido: 25 de agosto de 2016. Aceptado: 21 de marzo de 2017.
[2] Este artículo se debe citar así: Builes, Isabella. “Sobre la noción de información y algunas implicaciones en el ámbito psicosocial”. Rev. Colom. Filos. Cienc. 17.34 (2017): 161-178. https://doi.org/10.18270/rcfc.v17i34.2086
[3] “[…] es el nombre del contenido que se intercambia con el mundo exterior en el proceso de ajuste al mismo, y de los ajustes que hacemos con base en ello. El proceso de recibir y usar la información es el proceso de ajustarse a las contingencias del ambiente exterior, y de vivir de forma eficaz dentro de ese ambiente” (traducción propia).
[4] “Una máquina en su estado más puro está entonces llena de incertidumbre; su contenido es caos. Sin embargo, una vez que la máquina comienza a operar, se introduce un grado de orden; y este orden comienza a eliminar la incertidumbre reinante. Es esto lo que nos permite manejar los sistemas cibernéticos: es la información. La información elimina la variedad; y la reducción de la variedad es una de las principales técnicas de regulación –de hecho, no porque simplifique el control del sistema, sino porque lo hace más predecible. El ‘ruido’ del sistema incrementa la variedad (y por tanto la incertidumbre) sin aumentar la información” (traducción propia).
[5] “Como hemos dicho, la tendencia estadística de la naturaleza al desorden, la tendencia de aumento de la entropía en sistemas aislados, se expone mediante la segunda ley de la termodinámica. Nosotros, como seres humanos, no somos sistemas aislados. Incorporamos comida, que genera energía, del exterior, y somos, como resultado de esto, una parte del más grande mundo que contiene esas fuentes de nuestra viabilidad. Pero más importante aún es el hecho de que incorporamos información a través de nuestros órganos de los sentidos, y actuamos según la información recibida” (traducción propia).
[6] Para Simondon (2009, 2014), los individuos se encuentran siempre en equilibrio metaestable, es decir, conservan energía potencial que les permite continuar actualizándose y complejizándose.
[7] “Simondon anticipaba las dispersiones que se están produciendo actualmente en las disciplinas postcibernéticas y postsistémicas. De este modo, allí donde las epistemologías tradicionales se golpean para refutar una definición de la información demasiado tecnológica resultado de la primera cibernética, nosotros observamos una elasticidad epistémica de la definición de los objetos y de los conceptos, al igual que verdaderas dispersiones que confirman que aspectos centrales de la sociedad, del alma humana, de la naturaleza, de la vida y de la técnica no pueden ser comprendidas sin una formulación, si bien parcial, en términos de información, sino una información que siga las tensiones que Simondon identificaba hace ya cincuenta años” (traducción propia).
[8] API: “L’amplification dans les processus d’information”. En: Comunicación e información (Simondon 2016).
[9] Gil (2016) propone que la singularización describe el proceso mediante el cual una singularidad se despliega. En el caso del ser humano, esta comprende los procesos de conformación, individuación, individualización y transindividuación. La singularización se opone entonces a la masificación, pues esta última se resiste al despliegue del sujeto ya que lo aliena en la identificación con el otro (Gil 1995). Por esto, la singularización va del lado de la responsabilización, lleva a que el sujeto se haga cargo de su propio discurso, que esté en un punto entre lo singular y lo común.
[10] Consideramos que una posible implicación de esta propuesta, entre muchas otras que no mencionamos ni desarrollamos en el presente artículo, estaría dada en el ámbito de la educación; en el cual sería posible considerar la información en términos de transducción y aprendizaje, y no del lado de alienación de los sujetos.
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