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El estatus de la percepción sensible en el Tratado sobre la eterna e inmutable moralidad de Ralph Cudworth*
Natalia Strok
Natalia Strok
El estatus de la percepción sensible en el Tratado sobre la eterna e inmutable moralidad de Ralph Cudworth*
The Status of Sensible Perception in Ralph Cudworth's Treatise Concerning Eternal and Immutable Morality
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, vol. 22, núm. 45, pp. 139-161, 2022
Universidad El Bosque
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RESUMEN: En el presente artículo se analiza el lugar de la percepción sensible en la propuesta gnoseológica de Ralph Cudworth (1617-1688), principalmente en su Tratado sobre la eterna e inmutable moralidad. Si bien aquella no es considerada conocimiento verdadero, mostraré que aporta algún tipo de información sobre el mundo natural que nos rodea, por lo cual sostengo que produce algún tipo de “sabiduría” práctica para desenvolverse correctamente en el mundo en un nivel físico. Para esto presentaré de modo general su metafísica dualista en The true intellectual system, y distinguiré las características propias de la sensación, por una parte, y del conocimiento intelectual, por otra, en el Tratado.

Palabras clave: Ralph Cudworth, percepción sensible, dualismo, conocimiento, Tratado sobre la eterna e inmutable moralidad, platonismo de Cambridge, alma.

ABSTRACT: This article analyzes the place of sensible perception in the epistemological proposal of Ralph Cudworth (1617-1688), mainly in his Treatise Concerning Eternal and Immutable Morality. Although that is not considered true knowledge, I will show that it provides some kind of information about the natural world and of that which surrounds us, whereby I maintain that it produces some kind of practical "wisdom" for our correct movement in the world, at a physical level. In order to accomplish this, I will present in a general way his dualistic metaphysics in his The True Intellectual System, and I will distinguish the characteristics of sensation, on the one hand, and of intellectual knowledge, on the other, in the Treatise.

Keywords: Ralph Cudworth, sensible perception, dualism, knowledge, Treatise Concerning Eternal and Immutable Morality, Cambridge Platonism, soul.

Carátula del artículo

ARTÍCULOS

El estatus de la percepción sensible en el Tratado sobre la eterna e inmutable moralidad de Ralph Cudworth*

The Status of Sensible Perception in Ralph Cudworth's Treatise Concerning Eternal and Immutable Morality

Natalia Strok
Universidad de Buenos Aires – CONICET - Universidad de La Plata Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, Argentina
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, vol. 22, núm. 45, pp. 139-161, 2022
Universidad El Bosque

Recepción: 03 Febrero 2022

Aprobación: 29 Septiembre 2022

Publicación: 16 Diciembre 2022

1. Cudworth

Ralph Cudworth (1617-1688) es uno de los representantes más destacados del grupo de los platónicos de Cambridge del siglo XVII. Su obra principal es The true intellectual system of the universe (1678, de ahora en más TIS), monumental escrito donde el filósofo desarrolla su pensamiento platonizante y hace muestra de gran erudición en su combate contra el ateísmo. Fue un autor de lenta producción: estuvo siete años corrigiendo dicha obra y dejó varios manuscritos sin publicar. Su nieto, Francis Masham Cudworth, hijo de la filósofa Damaris Masham (1659-1708), publicó uno de esos manuscritos, que se mezclaron con los textos de John Locke (Cudworth Treatise 1996 xii), quien murió en la casa de los Masahm (Frankel 1989 80-81). Por eso, en 1731 se publicó el Treatise concerning eternal and immutable morality (de ahora en más TEIM), donde Cudworth complementa, en parte, el plan original de su sistema intelectual.1 Allí busca explicar el fundamento de la moral y para ello desarrolla su teoría del conocimiento. Si bien muchos de sus temas se encuentran ya en el capítulo 5 de TIS (Roger 1996 155), este tratado presenta en detalle un tratamiento de la percepción sensible y su relación con el conocimiento.

En este artículo me propongo prestar atención a dicho análisis sobre la sensación para dar cuenta de lo paradójico que resulta el conocimiento del mundo natural, donde el conocimiento es “mezclado” porque hay actividad y pasividad conjuntamente. En contraposición a la sensibilidad, Cudworth ubica al conocimiento intelectual, verdadero conocimiento, pero que se desembaraza totalmente del cuerpo y lo material. Si pensamos que en su filosofía no existe espíritu sin cuerpo, esto resulta al menos intrigante. Mi hipótesis sostiene que la sensación aporta un tipo de conocimiento práctico y fundamental. Para esto, en primer lugar, presentaremos los lineamientos generales de su metafísica dualista en TIS para luego embarcarnos en su tratamiento de la percepción y el conocimiento en el TEIM.

2. El dualismo en The true intellectual system

Ya en su prefacio TIS presenta una concepción dualista de la metafísica. Allí Cudworth afirma que encontramos en el universo solo dos tipos de sustancia de la siguiente manera:

Sin embargo, aquí presentamos toda la escala de entes y (son) considerados los rangos generales de seres sustanciales por debajo de Dios (o Trinidad de hipóstasis divinas), que, de acuerdo a nuestra filosofía, son dos: almas de distintos grados (los ángeles mismos son incluidos en este número) y el cuerpo o materia. (Cudworth TIS 1678 5v)1

Los dos tipos de sustancias son las almas, que podemos denominar sustancia inmaterial o incorpórea, y la materia o cuerpo. Notamos ya en esta afirmación que el primer tipo contempla distintas clases o grados en él.

En este libro Cudworth presenta como proyecto general combatir las concepciones fatalistas que se desprenden de los distintos ateísmos que ganan terreno en su tiempo, los cuales pueden rastrearse hasta la filosofía antigua. Por eso comenzará mostrando los errores de estos últimos como un primer paso. Las cuatro formas de ateísmo que determina tienen el mismo problema: no aceptan la superioridad de la sustancia inmaterial por sobre lo material. En el mejor de los casos, los ateos crean un monstruo al proponer una materia animada por sí misma, dando cuenta así del desconocimiento de la verdadera naturaleza de esta sustancia (Cudworth TIS 1678 134-145; Strok 2020 2-11). En oposición, el inglés entiende que la materia ocupa el último lugar en la escala de seres al carecer de poder vital y depender del ámbito espiritual para cualquier tipo de actividad.

De esta manera, su dualismo apunta ante todo a la diferencia entre actividad y pasividad. Así lo presenta: “Porque concebimos que los principales géneros de ser deben mejor ser expresados así: extensión resistente y antitípica (antitypous), y vida (es decir, energía interna y actividad propia)” (Cudworth TIS 1678 159). Siguiendo a Passmore y atendiendo a este texto, es importante entender que la dualidad no es la de pensamiento y res extensa, la de la mente que se opone al cuerpo, como sostiene Descartes, sino la de aquello que presenta actividad y aquello que es pasivo (Passmore 1951 19-28; Hutton “Ralph Cudworth” 2020 109). La materia tiene como característica principal, más allá de su extensión, la imposibilidad de cualquier tipo de movimiento, de pensamiento o de vitalidad. Sin embargo, se observa la materia en movimiento y Cudworth explica que eso depende de la sustancia incorpórea, que es aquella que tiene como característica principal el poder vital sin necesidad siquiera de tener consciencia. Esta sustancia, a diferencia de la extensa, carece de partes: “hay una sustancia distinta del cuerpo, denominada como carente de partes separables unas de otras, que puede penetrar el cuerpo, y, por último, activa por sí misma, y que tiene una energía interna distinta a la del movimiento local” (Cudworth TIS 1678 10v). Esa sustancia puede penetrar el cuerpo y es principio de movimiento. Podemos agregar que el movimiento de la materia es solo mecánico, esa propagación entre cuerpos, a diferencia de la sustancia inmaterial que tiene poder vital para actuar en el cuerpo.

Resaltemos que, de todos modos, el origen de todo está por encima de esos dos tipos de sustancia. Cudworth presenta al Dios unitrino, “trinidad de hipóstasis”,2 principio de toda la creación e identificado con el amor intelectual, que se origina a partir de sí mismo, bondad esencial y sustancial, y que,

Al tener plenitud y fecundidad infinitamente desbordantes, se da a sí mismo sin envidia, gobierna dulcemente todo, de acuerdo a la mejor sabiduría, sin ninguna fuerza o violencia (al estar todas las cosas sujetas naturalmente a esta autoridad, y obedeciendo verdaderamente sus leyes), y reconcilia la totalidad del mundo en armonía. (Cudworth TIS 1678 117)

Este Dios es sabiduría, armoniza el mundo según su inteligencia, se ofrece a sí mismo en el modo de la emanación platónica. Cudworth quiere marcar también que no se trata de un Dios que intervenga en cada evento de la creación ni que ejerza violencia sobre ella, sino que establece su ley de modo natural y lo hace a través de una herramienta específica a la que denomina naturaleza plástica (plastic nature):

Por lo cual, dado que ni todas las cosas son producidas fortuitamente o por un mecanismo sin guía de la materia, ni puede pensarse razonablemente que Dios mismo hace todas las cosas inmediata y milagrosamente, debe concluirse que hay una naturaleza plástica bajo Él, como un instrumento inferior y subordinado, que ejecuta como esclava esa parte de su providencia que consiste en el movimiento regular y ordenado de la materia, de modo tal que haya también, además de ésta, una providencia superior que debe ser reconocida, la cual, al presidir sobre todo, muchas veces suple los defectos de ella, y a veces prevalece ante ella, ya que esta naturaleza plástica no puede actuar por elección, ni con criterio. (Cudworth TIS 1678 150)

Dios, entonces, tiene una herramienta, un instrumento ciego para gobernar la materia que es absolutamente pasiva: la naturaleza plástica. Ella es sustancia inmaterial que trabaja internamente en la materia para darle movimiento según la providencia divina que en su acto comunica; es una especie de mensajera que incluso a veces puede equivocarse, aunque involuntariamente, ya que no decide ni es consciente de sus actos, para lo cual Cudworth establece una providencia superior que puede corregirla. Así, las almas que tienen algunos de los seres son superiores a la naturaleza plástica porque presentan algún tipo de consciencia (Allen 2013 343-344).

Entonces, la metafísica de Cudworth propone una escala de seres, una jerarquía. Contempla a un Dios, principio intelectual de todo, que emanativamente trasmite su sabiduría a la naturaleza, la cual, aunque ocupa un lugar bajo en la escala de seres, gobierna a su vez la materia. La última en dicha escala es la materia por carecer de toda actividad propia. El nivel más alto lo ocupa la vida racional de los seres animados, aunque obviamente por debajo de la perfección de la mente intelectual de Dios. Esto significa que Dios, las almas de animales y hombres, y la naturaleza plástica son vida activa, en oposición a la materia que es totalmente pasiva. En este marco se determinan dos tipos de movimientos en el mundo natural: por un lado, el mecánico que comunica la materia por contacto o choque, manteniéndose siempre pasiva, y, por el otro, el teleológico de la sustancia inmaterial, representado especialmente por la naturaleza plástica, que actúa sin saber las razones (Allen 2013 342). Todo en la creación se compone de materia y sustancia inmaterial pero no de forma separada sino siempre en unión, ya que la materia es absolutamente dependiente de la sustancia incorpórea y esta última no se encuentra separada de la materia, como veremos a continuación.

“Nada puede ser creado a partir de la nada” quiere decir que hay un único creador de lo que existe, que es Dios, quien produce a partir de su propia naturaleza de forma emanativa (Cudworth TIS 1678 739), porque el resto de los seres, imperfectos, no pueden crear nuevas sustancias sino modificaciones y accidentes sobre las sustancias creadas por Dios (Cudworth Tratado 2021 289). Así, la naturaleza plástica y las almas pueden realizar modificaciones y producir nuevos accidentes (Cudworth TIS 1678 147). La naturaleza lo hace de forma necesaria y de manera inexplicable, siguiendo ciegamente el designio divino, las almas racionales son aquellas que pueden sustraerse a esta necesidad y actuar libremente, aunque muchas de sus acciones se producen también de forma necesaria. Veremos más adelante el caso de la sensación.

3. Unión de alma y cuerpo

Mientras en la filosofía cartesiana el tema de la unión de alma y cuerpo es problemático (Cottingham 1995 181-ss.), en el dualismo de Cudworth esta unión siempre presente merece algún tipo de explicación. En el capítulo 5 de TIS el profesor de Cambridge presenta una objeción contra la idea de la sustancia inmaterial que tiene en cuenta la relación entre alma y cuerpo luego de la muerte, cuando el alma abandona al cuerpo. Cudworth discute con Plotino, quien, según el inglés, sostiene la posibilidad del alma separada, sin cuerpo. Para Cudworth esto es “un absurdo paradójico” porque sería como dividir la vida del alma en dos.1 Por eso, luego de citar extensamente a Filópono (490-570), arriba a una conclusión sobre los antiguos incorporealistas:

No supusieron que las almas de los hombres, luego de la muerte, estuvieran completamente despojadas de todo cuerpo, sino que la generalidad de las almas tenía entonces un cierto cuerpo espiritual, vaporoso o aéreo que las acompañaba, aunque con diferentes grados de pureza o impureza de acuerdo a ellos mismos. Como también que ellos concibieron este cuerpo espiritual (o al menos algo de él) rondando con el alma en esta vida, antes de la muerte, como una indumentaria o vestido interior, que también se pega a ella cuando esta otra parte grosera y terrena del cuerpo es, por la muerte, dejada, como una prenda externa. (Cudworth TIS 1678 787)

No hay un alma desnuda luego de la muerte, hay distintos tipos de vestidos que la acompañan siempre, como capas. El alma, entonces, actúa unida a un cuerpo que puede tener distintos grados de sutileza, ya sea el cuerpo externo y térreo o los cuerpos más espirituales en el interior del externo. En el fondo de ellos se encuentra el alma y por eso Cudworth sostiene que la materia tiene cierta profundidad (Cudworth TIS 1678 780). Aquí una explicación fisiológica:

Y, en verdad, no se puede negar que nuestra alma no actúa inmediatamente solo sobre huesos, carne, cerebros y otras partes groseras similares del cuerpo, sino primero y principalmente sobre los espíritus animales, como instrumentos inmediatos de los sentidos y la fantasía, y que, por cuyo vigor y actividad la otra masa pesada y difícil de manejar del cuerpo es tan ágilmente movida. (Cudworth TIS 1678 788).

Se hace presente la necesidad de mediación entre el cuerpo grosero y el alma inmaterial, por eso los espíritus animales cumplen esa función de mediar y así se garantiza la percepción que, como veremos en breve, requiere tanto la participación del cuerpo como del alma. Sin embargo, no se explica cómo se produce esa unión, aunque ya debemos pensar que siempre existió esa unidad.

Otra pista sobre esto se encuentra en el tratamiento de la naturaleza plástica que, como dijimos, es la sustancia inmaterial que utiliza Dios para impartir su providencia en la creación. Cudworth explica que “es el arte mismo, actuando inmediatamente sobre la materia como principio interior” (Cudworth TIS 1678 155). Entonces, debemos pensar a la naturaleza plástica no como una entidad separada, sino actuando internamente en la materia. El movimiento que ella produce no es mecánico sino vital y por eso es la vida de la naturaleza. Y agrega que la naturaleza plástica “debe concluirse que actúa fatal, mágica y simpáticamente (sympathetically)” (Cudworth TIS 1678 161). Es decir, su actividad es fatal porque sigue ciegamente la ley divina, sin conocer las razones de esto, sino solo como una especie de mensajera. Lo mágico hace referencia a su saber práctico: aunque sea solo trasmitiendo el mensaje divino, la naturaleza plástica sabe cómo actuar en la materia y esa actividad no es ni la mecánica ni nuestra forma de actuar en tanto seres racionales. “Simpatía” y “magia” son equiparadas por Cudworth (Cudworth TIS 1678 162), por lo cual podemos pensar a la segunda en un sentido más de “milagro” que de efectiva magia de magos y hechiceros. La simpatía o afinidad que existe entre las sustancias inmaterial y material es la base para su desarrollo mutuo, ya que el universo que propone Cudworth es armónico y no nos es posible explicarlo de modo racional, por lo cual es conveniente denominarlo “magia”. En esta relación simpática y mágica se evidencia el sistema intelectual, que es la armonía con la cual Dios crea el mundo.

No es posible explicar de manera detallada el modo en el que actúa la naturaleza plástica en la materia sin hacer referencia al destino, la simpatía y la magia, porque saber más sería conocer cómo actúa el propio Dios. Por lo pronto, solo podemos afirmar que no actúa mecánicamente ni en el modo en el que actuamos nosotros porque la naturaleza plástica es vida pero que carece de conocimiento y elección.

En síntesis, de alguna manera que no conocemos o no podemos entender, las sustancias inmaterial y material se encuentran siempre unidas. Por eso, observamos distintos tipos de movimientos en la creación: por un lado, el movimiento mecánico que se trasmite pasivamente de un cuerpo material a otro, y, por otro, la actividad vital que genera la sustancia inmaterial, ya sea en su forma anímica o como naturaleza plástica. Cabe aclarar que el movimiento mecánico también tiene su origen en la sustancia inmaterial, aunque luego pueda ser propagado sin necesidad de su actividad.

4. Tratado sobre la eterna e inmutable moralidad

Establecidas estas características sobre las sustancias incorpórea y corpórea que presenta Cudworth en TIS, pasamos ahora a su TEIM. En esta obra el filósofo tiene la intención de mostrar que las ideas morales no son un producto de la humanidad, y por eso no son relativas sino que son verdades que tienen su origen en la mente divina (Koffman 2009 305) —como parte de su combate contra el fatalismo—, con la particularidad de que el Dios del inglés es ante todo sabiduría, bondad y amor (Armour 2008 113-114). Para demostrar esto, el de Cambridge explica, en primer lugar, el modo en que el ser humano adquiere conocimiento. Por eso esta obra, antes que un texto sobre moral, es un tratado sobre gnoseología y, por tanto, también sobre metafísica, como sostiene Amstrong (1969 189-190). En palabras de Hutton, se trata de la discusión más completa sobre gnoseología innatista producida en Inglaterra en el siglo XVII (Cudworth TEIM 1996 xxi). A lo largo de su argumentación, utilizará fuentes sobre todo antiguas, aunque resulta evidente que la discusión es centralmente contra Hobbes y, en parte, contra Descartes.

En el libro III del Tratado Cudworth se plantea estudiar la naturaleza de la sensación, por una parte, y la de la intelección, por otra, que completará en el libro IV. La percepción sensible ocupará esta parte de la obra y será diferenciada de la intelección, que adquirirá el título de “verdadero conocimiento”. Por eso en las secciones que siguen prestaremos atención a este análisis para dar cuenta de nuestra hipótesis de trabajo, según la cual la sensación tiene importancia para nuestra adquisición del conocimiento de la naturaleza.

4.1 Sensación

En el capítulo 1 del libro III del TEIM Cudworth explica que toda sensación es pasión, y con lo primero que debería relacionarse dicha afirmación es con el planteamiento de su dualismo en términos de actividad y pasividad. En el caso de la sensación, por supuesto, lo que padece es el cuerpo, sustancia material, al verse afectado, por medio del movimiento local, por el objeto externo que se percibe. Como ya pudimos anticipar, la relación entre los distintos cuerpos se produce a través de movimiento local y es algo que no genera la materia sino que solo padece o propaga. Por eso, siempre que percibimos un objeto distante, este tiene que trasmitir una acción que llegue a nosotros, para generar así una pasión que desde el cuerpo llega a los nervios y, a través de estos, se propaga hasta el cerebro. Explica:

Y por eso, cuando un objeto corpóreo remotamente distante es percibido por nosotros, dado que es por alguna pasión hecha sobre nuestro cuerpo, debe haber necesariamente una propagación continua de algún movimiento local o una presión proveniente de allí hasta los órganos de nuestra sensación, o en los nervios, y así hasta el cerebro. (Cudworth Tratado 2021 185)

El movimiento local se trasmite por contacto y por eso el objeto distante tiene que generar esa propagación continua que repercute en nuestro cuerpo. El ejemplo que ofrece es el de las estrellas en una noche clara: la propagación es la de la luz que genera una presión o pasión en nuestros ojos que las observan (Cudworth Tratado 2021 187).

Ahora bien, esa propagación desde el objeto percibido hacia quien percibe es lo propio del movimiento mecánico, es lo propio de la sustancia material y su pasividad, podría ser una pelota que choca a otra y propaga el movimiento de la primera a la segunda. Por eso, si la recepción en quien percibe termina ahí, no hay verdadera sensación, sostiene Cudworth, porque falta el reconocimiento de eso, lo cual es actividad, y ello solo puede darse si participa en dicho proceso un algo vital, propio ahora del alma, sustancia incorpórea y activa. Se sigue produciendo una pasión pero, al inmiscuirse el alma con su actividad, se trata de una pasión distinta a la que produce el movimiento mecánico.

El alma, sustancia inmaterial, aporta un vigor y por eso los platónicos hablan de “conocimientos activos de las pasiones del alma” (Cudworth Tratado 2021 189). A diferencia de lo que pasa hasta ahora entre objetos materiales que propagan una acción y aquellos que reciben esa acción como pasión, el alma recibe la pasión que se produce en el cuerpo y le agrega el vigor o actividad que le es propia. Por lo tanto, la verdadera pasión en el alma tiene parte de pasividad y parte de actividad, por eso es conocimiento mezclado. El innatismo de Cudworth se hace presente porque eso recibido del objeto percibido es reconocido con base en ciertas ideas que ya se encuentran en el alma de quien percibe y que no provienen desde afuera.

Cudworth aclara que, si bien el alma aporta su vigor, ella no puede elegir no sentir eso que produce el objeto externo, acentuando de esta manera el aspecto pasivo de la percepción sensible (Hutton “Ralph Cudworth” 2020 115). Dice además: “De modo tal que el alma no puede elegir sino tener esas sensaciones, pensamientos o afecciones en ella cuando este o aquel objeto externo se presenta a los sentidos externos” (Cudworth Tratado 2021 189). Es decir, ante la presencia de esa propagación de movimiento se produce necesariamente esta irrupción del alma, que es de alguna manera arrastrada a ese reconocimiento, en tanto unida vitalmente con el cuerpo. Cudworth explica que esta actividad necesaria del alma solo puede producirse de esta manera, casi pasivamente, justamente por la unidad que compone con su cuerpo: “compuesto” o “animal”. Afirma: “toda la sensación surge de aquella empatía natural o compasión que el alma tiene por ese cuerpo individual al que está vitalmente unida” (Cudworth Tratado 2021 191; Hutton “Salving” 2016 19).

Este tipo de actividad necesaria que realiza el alma ante la presencia de un estímulo es “un principio pasivo en ella” (Cudworth Tratado 2021 191) justamente porque actúa en respuesta a eso que afecta pasivamente al cuerpo y lo hace de forma necesaria.1 Las pasiones que se conforman con la actividad de un alma en el cuerpo que recibe algo desde el exterior, algo que Cudworth explica que conocemos por experiencia (Tratado 2021 189), se denominan “compasiones” (Tratado 2021 193), y son una clase especial que se diferencia de otras pasiones del alma, en las que no se produce una propagación de movimiento desde el exterior.2

Sobre estos objetos que se perciben por los cinco sentidos, Cudworth explica que el alma los percibe por instinto natural a partir de lo que se produce en el cuerpo propio, pero eso no resulta en una percepción de los objetos “como ellos existen de manera absoluta fuera de nosotros” (Cudworth Tratado 2021 195). Esto es así porque, aunque el alma reconozca necesariamente, y por eso con fatalidad, ella pone algo de sí misma en el proceso y el resultado tiene ese agregado de la actividad vital. Sin embargo, esto para el profesor de Cambridge no es conocimiento porque entiende que para serlo no debe tener nada de pasión en él y debe producirse como actividad pura del alma. Así lo sostiene: “el juicio o el conocimiento son la energía activa de un poder no pasional en el alma” (Cudworth Tratado 2021 201).

La percepción sensible, de todos modos, genera esos pensamientos que son compasiones en el alma. El dualismo de Cudworth y su esfuerzo por mostrar unidad y armonía en su metafísica lo llevan a diferenciarse, en parte, de la propuesta cartesiana en la descripción de la relación de cuerpo y alma a partir de la metáfora aristotélica del barco y su piloto en la meditación VI de las Meditaciones cartesianas, ya que en todo momento el de Cambridge sostiene esa unidad de alma y cuerpo funcionando en la sensación.3 La unión está planteada desde el inicio. Dice Cudworth:

Y por eso no está (el alma) presente en él (el cuerpo) solo como un piloto en el barco, esto es, solo de modo local, ni presente cognitiva e impasiblemente, como si fuesen dos cosas distintas, sino que está vitalmente unida a él y está pasionalmente presente a él. Y por eso, cuando el cuerpo es herido, él no conoce o entiende eso impasiblemente, como cuando el piloto conoce que un barco tiene una fuga de agua o como cuando a un hombre se le informa que la casa de su vecino se incendia, sino que siente un dolor fuerte y vehemente y tiene una sensación o percepción dolorosa de eso, como si fuera una sola cosa con él. (Cudworth Tratado 2021 205)

Es decir, el alma siente o padece con el cuerpo, perciben en tanto unidad, por eso el sufrimiento se aloja también en ella. La unidad de alma y cuerpo es fuerte en Cudworth y por eso se resalta, como ya podíamos adelantar a partir de lo expuesto en la sección anterior. Las sustancias que componen su metafísica tienen una relación de armonía que refleja la sabiduría divina, que debe entenderse como bondad y amor, en primer lugar. La armonía, entonces, se expresa en la unidad simpática y mágica de las sustancias.

Ahora bien, el caso de la percepción sensible refleja cierto estatus del alma inferior con respecto a su capacidad de actuar por sí misma. Por eso Cudworth define: “el sentido es cierto tipo de percepción adormilada y somnolienta de esta parte pasiva del alma, que es como si estuviera dormida en el cuerpo, y actúa concretamente con él” (Cudworth Tratado 2021 207). Por eso los pensamientos que se producen a partir de este actuar conjuntamente el alma y el cuerpo son “confusos, indistintos, turbios y abrumadores”, opuestos a la claridad de los pensamientos intelectuales, usando el vocabulario cartesiano de la claridad y la distinción. Sin embargo, estas percepciones tienen utilidad en tanto informan sobre la existencia de los objetos individuales externos, nos permiten evitar peligros u obtener cosas necesarias para el cuerpo y otorgan pistas al alma que por sí sola generará conocimiento verdadero. Podemos afirmar que la percepción sensible genera cierta “sabiduría” práctica para desenvolverse en la vida cotidiana a nivel físico.

Cudworth resalta que la percepción sensible no es conocimiento al decir que a través de ella no sabemos nada de los objetos externos, sino que nos informarnos solo sobre nuestras propias pasiones en ese choque que se produce entre el cuerpo afectado y el alma reconociendo. Es decir, no conocemos la naturaleza del fuego sino que cerca de él sentimos calor, esto es, sabemos algo sobre nosotros mismos. Por eso explica:

Porque cuando el cuerpo es o bien pinchado con una aguja o bien herido con una espada, ningún hombre puede imaginar que esos dolores que resultan de allí eran cualidades tan reales y absolutas que existían en la aguja o espada antes de nuestra sensación, sino que son nuestras propias pasiones y, por tanto, cosas relativas a nosotros, o percepciones de los movimientos de la aguja o espada relativamente al cuerpo viviente, y tales que son hirientes para él. (Cudworth Tratado 2021 233)

Es decir, no es cualidad de la espada el ser hiriente, no al menos de forma absoluta, porque en contacto con algunos materiales no genera nada o incluso se puede destruir en contacto con algunos objetos determinados. La sensación de herida es eso, una sensación, y, por lo tanto, algo propio del cuerpo herido y no de la espada misma. Esas sensaciones, que son percepciones sensibles, dicen más sobre quien percibe que sobre lo percibido. Por eso son, primero, pasiones del cuerpo y, luego, pasiones del alma.

Ahora bien, en el proceso de percepción se dan una serie de mediaciones, sobre lo cual dijimos algo en la sección anterior, y además el alma aporta algo de su actividad, que, aunque necesaria y en cierto sentido pasiva, ya modifica de alguna manera la propagación recibida. Cudworth explica, entonces, que eso que aporta el alma tiene cierto grado de fantasía en contraposición con la realidad absoluta del objeto externo:

Por eso, como el alma no percibe por el sentido objetos corpóreos como son en verdad, real y absolutamente en sí mismos, sino bajo algunas representaciones y disfraces fantásticos, el sentido no puede ser conocimiento, que comprenda a una cosa como es. (Cudworth Tratado 2021 239)

Entonces, a lo que apunta Cudworth es a que lo que se conoce a través de la sensación es solo apariencia y no la verdad de aquello que se está percibiendo en tanto es producto de la mezcla de pasividad y actividad. Este punto hace a la objetividad que debe tener el conocimiento verdadero, donde las ideas se deslindan de todo aquello aparente, pero también a la universalidad que debe tener. La sensación capta algo particular y la representación que se realiza de ella a través de la imaginación tiene “disfraces fantásticos” porque fija algo que, en realidad, se encuentra en continuo cambio, como todo en el mundo material (Cudworth Tratado 2021 441), sobre lo que volveremos en la próxima sección.

Podemos, entonces, mencionar los aspectos del alma que se van conjugando en el proceso de percepción. Hasta ahora habíamos mencionado esta parte más baja del alma que actúa de forma necesaria, como arrastrada por el cuerpo, en tanto unida con él. Ahora se agrega la imaginación o fantasía que genera imágenes a partir de la experiencia de la percepción sensible. Sin embargo, incorporada la actividad de la imaginación, es necesario completar con otros casos que también nos muestra la experiencia. Uno de estos es en el cual se puede sentir sin que haya ningún objeto externo que despierte la sensación, como en los sueños. En este caso, se percibe pero internamente y sin el uso de los sentidos corporales, sino solo a partir de la actividad de la imaginación. Como esta última también representa en el caso de las percepciones sensoriales, el producto es similar al que se produce cuando se percibe por los sentidos externos.

Cudworth se encarga de dar la distinción entre lo percibido y lo imaginado, lo cual evita la confusión entre estos tipos de ideas que guardan cierta similaridad en tanto, en última instancia, ambas son fantasías o imágenes fantásticas. La distinción se da por la fuerza y la permanencia de las fantasías que se producen por la sensación con respecto a la imaginación, y es la razón, aspecto más elevado del alma, quien discierne entre unas y otras, ya que ella es el lugar del juicio (Cudworth Tratado 2021 249).

Entonces, en el proceso de la sensación interviene el movimiento mecánico, la actividad vital de la parte más baja del alma, que reconoce eso percibido, la imaginación, que en este caso se restringe, y la razón, parte superior del alma, que entiende que esa sensación corresponde a un objeto que existe en el exterior y no a algo producido por la propia alma a partir de datos sensoriales. Se explica a partir de este análisis que en algunos momentos la sensación pueda ser engañosa y la razón tenga que sopesar esta situación.

El análisis también contempla el hecho de que el alma tampoco percibe el cuerpo propio directamente, al igual que no lo hace con el cuerpo ajeno que es percibido, sino que entre el cuerpo y el alma existe la mediación de los espíritus animales, que se mueven por “el instinto secreto de la naturaleza” (Cudworth Tratado 2021 245) y cuyos movimientos son acompañados también por el poder de la imaginación o poder fantástico. Se produce una traducción de lo material a lo inmaterial en la generación de estas ideas sensitivas y las mediaciones se hacen necesarias en dicho proceso.

A pesar de que la percepción sensible tiene actividad del alma y aporta cierto saber práctico sobre cómo desenvolverse en la vida cotidiana, el conocimiento del mundo que nos rodea (Hutton “Ralph Cudworth” 2020 117), el conocimiento verdadero, en oposición, tiene que cumplir con requisitos que no tienen las ideas sensibles, como la universalidad y la abstracción. Esto veremos en la siguiente sección.

4.2 Conocimiento

La percepción sensible, entonces, no cumple con los requisitos que Cudworth determina para el conocimiento, ya que la sensación trata solo sobre lo particular, mientras que el conocimiento es de lo universal,1 y la percepción usa el cuerpo, la sustancia material, mientras que el conocimiento es del alma sobre sí misma, sustancia inmaterial. Así afirma: “El sentido es como una línea que es el flujo de un punto que sale corriendo fuera de sí, pero el intelecto es como un círculo que se mantiene dentro de sí mismo” (Cudworth Tratado 2021 223).2 Resulta interesante la metáfora para pensar en la relación entre estos procesos del alma. La percepción sensible, que es una muestra de la pasividad de la sustancia material y de esa parte del alma más baja, sale fuera de sí, se escapa, cuando en realidad no realiza su actividad más propia y se ve movida por necesidad. El alma adormecida reconoce eso exterior y particular que se percibe pero no genera todavía conocimiento, aunque en el reconocer pone algo de su vigor y actividad y echa mano de la imaginación. El conocimiento es como un círculo porque se trata ya del alma desligada de lo material reflexionando sobre sí misma a partir de ese reconocimiento de lo externo. El alma, ahora en su aspecto intelectual, investiga lo universal a partir de conceptos que le son propios, domésticos. Esas ideas e imágenes confusas que recogió a partir de la percepción sensorial encuentran un correlato claro y a priori que permite avanzar en lo universal y abstracto. Por eso es un círculo, el alma gira sobre sí misma y no descubre nada en el exterior que no posea ya en sí misma. El conocimiento, entonces, es el conócete a ti misma del alma intelectual. La sensación es a posteriori, el conocimiento es a priori, la sensación llega hasta la superficie, el conocimiento penetra en la esencia y la verdad pero sin salir del alma propia (Cudworth Tratado 2021 229).3 Cudworth sostiene que el conocimiento es reminiscencia, pero aclara:

[…] no que es el recuerdo de algo que el alma haya de hecho conocido en un tiempo anterior en un estado pre-existente, sino porque es la compresión que la mente hace de las cosas por algunas anticipaciones internas de sí misma, algo nativo y doméstico a ella, o algo ejercido activamente desde su interior. (Cudworth Tratado 2021 271)

No se trata de rememorar un conocimiento adquirido sino de ejercer ese vigor innato del alma lo que se denomina propiamente “mente”. Esa actividad es la que permite entender las relaciones y alcanzar el conocimiento más allá de las apariencias materiales.

Hay otra distinción posible de marcar entre sensación y conocimiento si prestamos atención a sus objetos. En el capítulo IV del libro IV de TEIM Cudworth sostiene que los objetos naturales individuales (e incluso los artificiales) están sujetos al cambio propio de lo material al afirmar: “Ninguna cosa material individual es siempre necesariamente igual a sí misma, sino mutable y cambiante” (Cudworth Tratado 2021 441). Si recordamos que la materia es pasiva, debemos entender los cambios en la naturaleza a partir del movimiento que ejerce en ella la naturaleza plástica y lo ocasionado por la propagación del movimiento mecánico entre las cosas materiales. Cuando la sensación capta y el alma construye su compasión, no hace más que fijar esa apariencia, que en realidad no está fija, con la ayuda de la imaginación. Ese objeto que nunca deja de ser particular, entonces, es una idea que forma la mente a partir de su actividad necesaria, incitada por los movimientos que se producen desde afuera. A diferencia de esto, en su recorrido circular, el alma encuentra esas nociones universales, eternas e inmutables, que se fundan en la sabiduría divina, de la que las almas y mentes creadas participan y a la que reflejan. Entre ellas se encuentran nociones abstractas como justicia, equidad, causa, efecto, etc. Afirma Cudworth:

Ahora, todo el conocimiento y sabiduría que hay en las creaturas, ya sean ángeles u hombres, no es nada más que la participación de esa sabiduría de Dios eterna, inmutable e increada, o varias signaturas de ese único sello arquetípico, o como tantos múltiples reflejos de un único y mismo rostro, hechos en muchos cristales, del cual algunos son más claros, otros más oscuros, algunos que permanecen más cercanos, otros más lejanos. (Cudworth Tratado 2021 109-111)

La naturaleza creada, el mundo material, también tiene su fundamento en la sabiduría divina, “la mente es anterior al mundo y superior a todas las cosas” (Cudworth TIS 1678 734). Su creación presenta un orden y una armonía que refleja esta conexión con Dios (Hutton Salving 2016 6). Estas nociones fundan entonces el mundo material y por eso el conocimiento se produce cuando se alcanzan esos fundamentos que explican el movimiento y la vitalidad observable en los entes naturales e, incluso, en los artificiales. Se trata de ver el entramado de la realidad no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma.

Por último, quisiera hacer una breve aclaración sobre esas nociones intelectuales. Ellas no se encuentran acumuladas en la mente o alma, sino que se producen a partir de la capacidad omniformante u “omniformidad potencial” de la sustancia inmaterial, que contiene a todas estas nociones potencialmente (Cudworth Tratado 2021 279).

El ser humano, para Cudworth, es imagen de Dios y, por eso, tiene la capacidad de conocer toda la creación usando esta capacidad: la mente. Afirma: “De modo que no es más que una verdad y conocimiento que está en todos los entendimientos del mundo” (Cudworth Tratado 2021 473). El primer paso para arribar a ello es comprender que las sensaciones no son más que una cáscara (Hutton “Ralph Cudworth” 2020 115) que no dice más que sobre nosotros mismos y que el conocimiento verdadero radica en el fundamento de aquello que percibo:

Más aún, de allí se sigue también, como nos dice la experiencia, que el conocimiento científico es mejor adquirido por la abstracción del alma de los objetos exteriores del sentido, y por retirarlos hacia sí misma, de modo tal que pueda entender mejor sus propias nociones o ideas. (Cudworth Tratado 2021 283)

De este modo, podemos decir que la percepción de los objetos individuales otorga la ocasión para que el alma se embarque en su círculo del conocimiento, aunque ello no sea estrictamente necesario para que se produzca dicho proceso.

5. Conclusión

En estas páginas quise dar cuenta de la teoría gnoseológica de Cudworth, especialmente en su TEIM. Allí pudimos ver que para este filósofo el conocimiento del mundo natural se produce cuando se llega a los fundamentos de dicho mundo, a las nociones intelectuales a partir de las cuales la naturaleza está constituida. Por eso la sensación no otorga verdadero conocimiento, porque, aunque el alma ejerce actividad, esta se produce de forma necesaria y sobre lo particular, construyendo, por decirlo de alguna manera, sensaciones que dicen más sobre quien está percibiendo que sobre aquello que se percibe. Por eso hay que profundizar en esta actividad reflexiva del alma para llegar a desplegar esa potencia intelectual por la cual se conocen nociones intelectuales, universales, que se encuentran desde siempre en la propia alma y que permiten comprender cabalmente aquello que se observa. La percepción sensible puede ser la ocasión para que se produzca el verdadero conocimiento.

Sin embargo, hay un punto en el que considero que lo que otorgan las sensaciones tiene una importancia crucial, que fue la tesis que guio esta investigación. Esta es que las sensaciones otorgan una “sabiduría” práctica sobre cómo desenvolverse en la naturaleza, cómo relacionarse con el medio exterior. Por esta razón, aunque parece que Cudworth menosprecia de alguna manera a la sensación, debemos recordar que este universo está compuesto de sustancias materiales e inmateriales siempre conjugadas, por lo cual para la vida del propio individuo perceptivo hay una necesidad de saber manejarse en la materia, sin necesidad de generar ciencia o conocimiento. Por eso el conocimiento mezclado que otorgan los sentidos tiene su utilidad. Y este es el punto en el cual los seres humanos nos igualamos a otros animales no humanos, que también producen sensación, punto que es importante comprender incluso para vislumbrar la armonía que rige el universo y actuar según ello de forma responsable.

Material suplementario
Referencias
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Armour, Leslie. “Trinity, community and love: Cudworth’s Platonism and the idea of love”. Platonism at the origins of Modernity, editado por Douglas Hedley y Sarah Hutton, Dordrecht: Springer, 2008, pp. 113-129.
Cottingham, John. Descartes. Traducción de Laura Benitez Grobet, UNAM, 1995.
Cudworth, Ralph. The true intellectual system of the universe. Londres, Richard Royston, 1678.
Cudworth, Ralph. A treatise concerning eternal and immutable morality: With a treatise of freewill, editado por Sarah Hutton, Cambridge University, 1996.
Cudworth, Ralph.Tratado sobre la eterna e inmutable moraldiad. Introducción, traducción y notas de Natalia Strok, Buenos Aires, Ediciones Winograd, 2021.
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Hutton, Sarah. “Ralph Cudworth: Plastic nature, cognition, and the cognizable world”. Causation and cognition in early modern philosophy, editado por Dominik Perler y Sebastian Bender, Nueva York, Routledge, 2020, pp. 105-122.
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Passmore, John Arthur. Ralph Cudworth. An interpretation. Cambridge University Press, 1951.
Roger, Graham Alan John. “Innates ideas and the ancient philosophy in Cudworth’s epistemology”. “Mind senior to the world”: Stoicismo e origenismo nella filosofia platonica del Seicento inglese, editado por Marialuisa Baldi, Franco Angeli, 1996, pp. 149-161.
Strok, Natalia. “Un monstruo con cuatro cabezas que se devoran entre sí: materialismo y naturaleza plástica en Ralph Cudworth”. Diánoia, vol. 64, n.º 83, noviembre del 2019-abril del 2020https://doi.org/10.22201/iifs.18704913e.2019.83.XXXX
Notas
Notas
* Este artículo se debe citar: Strok, Natalia. “El estatus de la percepción sensible en el Tratado sobre la eterna e inmutable moralidad de Ralph Cudworth”. Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 22.45 (2022): 139-161. https://doi. org/10.18270/rcfc.v22i45.4202
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