ARTÍCULOS

REALISMO Y ANTIRREALISMO CIENTÍFICOS, STANCES EN DESACUERDO

SCIENTIFIC REALISM AND ANTIREALISM, STANCES IN DISAGREEMENT

Ignacio Federico Madroñal
Universidad de Buenos Aires - CONICET. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, Argentina

REALISMO Y ANTIRREALISMO CIENTÍFICOS, STANCES EN DESACUERDO

Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, vol. 23, núm. 46, pp. 1-40, 2023

Universidad El Bosque

Recepción: 12 Diciembre 2021

Aprobación: 15 Junio 2022

Publicación: 26 Junio 2023

RESUMEN: En este trabajo, nos proponemos redefinir las posturas que toman parte en el debate entre realismo y antirrealismo científicos, dejando de concebirlas únicamente como doctrinas o teorías que describen cómo es el mundo. En cambio, acorde al camino iniciado por van Fraassen en The empirical stance, optamos por definirlas como stances: políticas, estrategias o perspectivas a partir de las cuales construimos creencias fácticas. Así, en primera instancia nos dedicamos a entender qué es una stance y cómo caracterizar esta noción. En segundo lugar, exploramos metodologías y enfoques para tratar el realismo y el antirrealismo como stances, y, en esta clave, definirlos adecuadamente. Por último, examinamos el impacto de esta propuesta en la explicación de los acuerdos y desacuerdos en el debate, evaluando los grados de afinidad o distancia en las perspectivas en juego.

Palabras clave: Realismo científico, epistemología social, desacuerdo profundo, pares epistémicos.

ABSTRACT: In this article, we propose to redefine the positions that take part in the debate between scientific realism and antirealism, ceasing to conceive them solely as doctrines or theories that describe how the world is like. Instead, following the path initiated by van Fraassen in The empirical stance, we choose to define them as stances: policies, strategies or perspectives from which we build factual beliefs. Thus, in first place we are dedicated to understand what a stance is and how to characterize this notion. Second, we explore methodologies and approaches to treat realism and antirealism as stances, and in this key, define them appropriately. Finally, we examine the impact of this proposal in explaining the agreements and disagreements in the debate, evaluating the degrees of affinity or distance in the perspectives at stake.

Keywords: Scientific realism, social epistemology, deep disagreement, epistemic peers.

1. INTRODUCCIÓN

En el campo de la filosofía de las ciencias está en boga la discusión acerca de qué entidades, entre aquellas que son descritas por las teorías científicas, estamos dispuestxs a aceptar como existentes, en qué grado podemos conocerlas, y en qué medida podemos considerar verdaderas las afirmaciones acerca de ellas. Es conocido como el debate entre realismo y antirrealismo científicos. En particular, suele concentrarse en el estatus de las entidades inobservables postuladas por esas teorías, como los electrones o los procesos mentales inconscientes. No obstante, las posturas son variadas y no se reducen solamente al tratamiento de este punto. Acorde a una famosa taxonomía propuesta por Kukla (1998), estas pueden diferir tanto por las clases de objetos a los que aluden, dando lugar a una clasificación vertical de distintos grados de compromiso ontológico posibles, como por el tipo de tesis que afirman o niegan respecto de ellos, permitiendo una clasificación horizontal de los distintos tipos de realismo y antirrealismo sostenidos.

Pese a sus diferencias, lo común a todas estas posiciones es que suelen ser concebidas como doctrinas. Sostener una doctrina, según la terminología que haremos propia durante este trabajo, significa comprometerse con un conjunto de tesis fácticas sustantivas acerca de cómo es el mundo y cómo podemos conocerlo. Si concebimos las propuestas de realistas y antirrealistas científicxs en estos términos, entonces debemos asumir que sus discusiones suelen consistir en afirmar al menos una tesis fáctica de este tipo que resulte representativa de la postura propia, y criticar alguna doctrina rival atacando aquellas tesis que sean incompatibles con aquella. En este sentido, el realismo científico podría ser entendido en general como la doctrina que afirma la tesis de que existen ciertas entidades inobservables postuladas por nuestras mejores teorías, y que se enfrenta al antirrealismo científico, el cual reniega de esa afirmación. Este marco supone que toda posición filosófica puede ser expresada como un conjunto de tesis fácticas.

Sin embargo, una nueva propuesta surgió a partir del momento en que Bas van Fraassen (2002) indicó que su propia postura filosófica no puede ser una doctrina, es decir, no puede concebirse simplemente como un conjunto de tesis fácticas. Él se asume empirista, pero argumenta que el propio empirismo estaría sometido a problemas muy serios si fuera comprendido en esos términos. Señala, entonces, que su propia postura debe ser concebida como una stance, más que como una doctrina. El concepto de stance, en estas circunstancias surge como una alternativa para dar cuenta de las posiciones filosóficas como algo más que meros conjuntos de tesis fácticas, y, a nuestro entender, ofrece elementos provechosos para analizar las posturas sostenidas en el debate entre realismo y antirrealismo y comprender su desacuerdo de forma novedosa.

Nuestro objetivo, a lo largo del trabajo, será evaluar si la novel concepción vanfraasseana puede, en alguna medida, cumplir un rol metaepistemológico interesante respecto al debate realismo-antirrealismo. Para hacerlo debemos llevar a cabo una tarea propedéutica profunda, porque, en primer lugar, el concepto de stance no está definido de forma clara y así corre el riesgo de obstaculizar nuestra comprensión del debate; en segunda instancia, porque debemos explicar a partir de qué procedimientos resulta posible dar cuenta de las posiciones del debate en términos de stances. Habiendo abordado estos problemas en las primeras dos secciones del trabajo, nos abocaremos hacia el final a la tarea de indicar cuáles son las consecuencias de la adopción de este enfoque, evaluando los grados de afinidad o distancia de las perspectivas en conflicto, y las posibilidades de acuerdo o desacuerdo entre ellas.

2. UNA RECONCEPTUALIZACIÓN DE NUESTRAS POSICIONES FILOSÓFICAS

2.1. INTRODUCIENDO LAS STANCES: DE LA INDEFINICIÓN HACIA UN PLURALISMO

¿Qué son las stances? Este problema quedó instalado cuando van Fraassen convirtió la palabra prácticamente en un término técnico para poder caracterizar su propio compromiso con el empirismo. Como veremos, es una noción que está lejos de ser prístina, aunque, pese a ello, la seguimos utilizando y discutiendo. ¿Por qué?

En principio, esto se debe a la relevancia del problema que instaló el autor: la imposibilidad de definir el empirismo como una doctrina que se pueda resumir en una o más afirmaciones fácticas sustantivas. Es notorio que gran parte de los trabajos que utilizan el concepto vanfrasseano de stance comienzan por exponer este problema y, sin ir más lejos, es una característica común a la mayoría de los que tendremos en cuenta en esta sección. Aquí, aunque de forma breve, no podemos darnos el lujo de evitar ese mismo recorrido.

Van Fraassen menciona que, normalmente, las posturas filosóficas son comprendidas como doctrinas o teorías, es decir, como conjuntos de tesis fácticas que describen el mundo de cierta manera y que pueden resultar verdaderas o falsas. Como él se declara empirista, ensaya una posible forma de caracterizar el empirismo en estos términos: sería la doctrina que sostiene que “la experiencia es la única fuente de información” (van Fraassen 2002 45). Sin embargo, argumenta que este enfoque resulta fatal para la misma doctrina: esa afirmación fáctica es imposible de sostener partiendo únicamente de la información que brinda la experiencia. Por lo tanto, si el empirismo fuese una doctrina o una teoría, sería injustificable desde su propio punto de vista. Caería, de esta forma, en una contradicción pragmática porque sostendría una afirmación inaceptable desde su propio criterio.

La solución que se ofrece, entonces, es concebir el empirismo no ya como una doctrina conformada en su totalidad por afirmaciones fácticas, sino como una stance:

Una posición filosófica puede consistir en una stance (actitud, compromiso, enfoque, un conjunto de tales cosas, que posiblemente incluyen, también, algunas actitudes proposicionales, como las creencias). (van Fraassen 2002 47-48. Cursiva en original)

Así, los criterios propios del empirismo constituirían un tipo de actitud, más que una serie de tesis cuya caracterización es problemática. Ahora bien, en lugar de una definición rigurosa, lo que van Fraassen ofrece es una vaga sugerencia de cómo deberían comprenderse las stances. Más que delimitar lo que debemos reconocer con este concepto, solo pretende orientar nuestra mirada en una dirección distinta respecto al punto de vista que presupone que toda posición filosófica es una doctrina o una teoría. Como definición, podría resultar insuficiente y, por eso, dos años después dará cuenta de la noción en forma más detallada:

Una stance consiste en un conjunto de actitudes, que incluyen actitudes proposicionales (que pueden incluir algunas creencias fácticas), así como otras, y especialmente ciertas intenciones, compromisos y valores. […] las posiciones filosóficas presentadas en la forma aparente de afirmaciones fácticas, en realidad son a menudo stances, que implican principalmente algo bastante diferente de las afirmaciones fácticas (van Fraassen 2004 128).

Si bien aquí no logra una absoluta claridad, se logra un poco más de exhaustividad. Sin embargo, antes de contentarnos con las indicaciones de este autor, hay dos puntos importantes que no debemos perder de vista: por un lado, que la posibilidad de salvar el empirismo de la contradicción pragmática planteada antes depende de cómo caractericemos las stances; por otro, que esta caracterización abre y determina un campo de reflexión nuevo respecto de cómo describir nuestras propias posturas filosóficas. En consecuencia, resulta crucial desarrollarla correctamente. Por estos motivos, hay múltiples propuestas que han buscado esclarecer la noción en cuestión y para describirlas nos permitiremos partir del análisis realizado en Gentile (manuscrito no publicado) sobre las más relevantes.

En primer lugar, Teller (2004) indica que las stances pueden comprenderse como políticas que nos guían a la hora de formar y evaluar creencias. Según este enfoque, (i) son susceptibles de compromiso por parte de los agentes, (ii) no son susceptibles de verdad o falsedad, (iii) ya sea explícita o implícitamente, son expresión de ciertos valores, y (iv) se puede argumentar a favor o en contra de ellas, entre otros rasgos (Gentile) . En esa misma línea, Chakravartty (2004; 2017) concibe las stances como políticas epistémicas.

En segunda instancia, Sandy Boucher sostiene que “las stances deben ser entendidas como perspectivas metafísicas justificadas pragmáticamente, o modos de ver […] los hechos” (Boucher 2014 2319). En este sentido, son maneras de ver el mundo cuyo respaldo reside en los beneficios que acarrea su uso. Si bien las ganancias o los frutos al adoptar una stance pueden ser epistémicos (por ejemplo, el gran número de creencias fácticas confiables que unx agente genere a partir de ella), su propia justificación no es epistémica ya que, como indicó Teller, de una stance no se predica verdad o falsedad. A su vez, Boucher también considera que las stances son expresión de ciertos valores epistémicos y no-epistémicos. Por ejemplo, si valoramos la simplicidad en las teorías científicas, nuestra stance muy probablemente expresará este valor conduciéndonos a la creencia en teorías que tengan un conjunto reducido de principios, más que en teorías que no dispongan de este rasgo a su favor.

Por su parte, Rowbottom (2011) expone algunos caracteres de las stances que es útil destacar: (i) la adopción de las stances está ligada con un compromiso que asumen lxs agentes epistémicxs con respecto a ellas, (ii) los valores defendidos por sus partidarixs toman un lugar central en la definición de la stance adoptada y (iii) la adopción de una determinada stance por parte de unx agente puede estar fuertemente influida por factores relacionados con la comunidad en que está inserto. Específicamente, nos interesa rescatar en (iii) la relevancia del contexto en la adopción de las stances.

Por último, una propuesta adicional considerada por Borge (2021) en relación con algunas de las que analizamos previamente es la noción de sistema epistémico o E-system, que consiste en un conjunto de “normas, estándares, o principios para formar creencias y otros estados doxásticos” (Goldman 2010 187). Consideramos que podría asociárselo a la noción de política epistémica ya que pone de manifiesto el rol normativo de los criterios que guían a unx agente para evaluar tesis fácticas. Ratificamos esta afinidad al notar que van Fraassen (2002 37-58) y Chakravartty (2004 176-178; 2017 209) explicitan en algunas oportunidades las stances en términos de conjuntos de reglas a partir de las cuales se procede para creer, rechazar o suspender el juicio respecto a ciertas proposiciones. Por consiguiente, esta propuesta complementa también el resto de los aportes contemplados en esta sección.

Consideramos que es posible sostener un pluralismo con respecto a lo que son las stances, porque, en definitiva, las podemos reconocer en virtud de su puesta en funcionamiento, cuyos resultados son los sistemas de creencias fácticas a los que dan lugar. Nada impide que las consideremos a la vez conjuntos de actitudes, políticas epistémicas o perspectivas justificadas pragmáticamente. Lo importante, a los fines de nuestro trabajo, es describir el procedimiento por el cual asumimos ciertas actitudes doxásticas con respecto a las tesis fácticas frente a las cuales nos hallamos, y cada una de las caracterizaciones propuestas nos será de utilidad para poder identificar, a continuación, los distintos elementos que intervienen en este proceso.

2.2. LOS ELEMENTOS DE NUESTRA VIDA EPISTÉMICA

A partir de las tentativas analizadas en la sección anterior, podemos identificar varios elementos ineludibles en la caracterización de las stances y, en general, de nuestra vida epistémica. No obstante, cabe mencionar que esta exploración lejos está de ser exhaustiva.

Con Boucher, tuvimos en cuenta que la justificación de las stances es pragmática. Entonces, ¿qué objetivos perseguimos a través de la adopción de alguna de ellas? En toda empresa que se lleve a cabo para obtener conocimiento, al menos en tanto compete a la epistemología, son dos: creer lo que es verdadero y no creer lo que es falso, según lo establecido por William James en The will to believe (1897). El mismo van Fraassen los recoge en The empirical stance (2002 86-88) y Borge también los menciona como parte de su propuesta para comprender qué son las perspectivas epistémicas (Borge 2021 6). Las stances, entonces, deben constituir las estrategias por las cuales buscamos llevar estos fines a cabo.

Por otro lado, señalamos que las stances expresan ciertos valores epistémicos, que son los parámetros con los que evaluamos las virtudes de las distintas tesis fácticas que se nos presentan como candidatas a ser creídas. En otras palabras, marcan la medida con la que evaluamos qué tan posible es que seamos consecuentes con los objetivos epistémicos mencionados al creer, rechazar o suspender el juicio respecto a una proposición (o un conjunto de proposiciones). Cabe mencionar que podemos comprometernos a la vez con muchos valores, pero usualmente ponemos algunos por encima de otros. Por ejemplo, cuando evaluamos qué estado doxástico tomar frente a una teoría, algunos valores relevantes a tener en cuenta pueden ser su parsimonia ontológica y su poder explicativo. Una teoría es más parsimoniosa ontológicamente en la medida en que postule la existencia de menos entidades o clases de entidades; por otro lado, tiene mayor poder explicativo si facilita una comprensión más profunda de cierto fenómeno que sus rivales o posibilita la comprensión de un gran número de fenómenos simultáneamente. Seguramente habrá situaciones en las que una teoría tenga un gran poder explicativo pero postule muchas entidades más (o una ontología más compleja) de lo que nos parezca prudente aceptar. Otro tanto puede suceder a la inversa. En esas circunstancias, si sostenemos ambos valores, deberemos priorizar la parsimonia ontológica por sobre el poder explicativo o viceversa. Saber con qué valores nos comprometemos y qué jerarquía establecemos entre ellos, en consecuencia, es central a la hora de justificar una stance.

Además, el rol de las stances consiste en dictarnos qué estado doxástico adoptar frente a distintas tesis fácticas a la luz de la evidencia disponible. No debemos ignorar que lo que cuente como evidencia depende fuertemente de los valores que adoptemos. Por ejemplo, en la filosofía de las ciencias, la relevancia de la evidencia empírica no se suele cuestionar en vistas del valor que se otorga a los procedimientos consensuados por los científicos, pero hay numerosos elementos adicionales que se pueden considerar evidencia no-empírica o ignorarse con base en lo que valore unx determinadx agente epistémico. Volviendo sobre el ejemplo anterior, el hecho de que una teoría postule menos entidades que otra al explicar un mismo fenómeno debería ser considerado una evidencia en su favor, si se valora su parsimonia ontológica.

Por último, retomaremos la relación entre el contexto de los agentes epistémicos y la adopción de determinadas stances, como lo indicamos cuando rescatamos algunos elementos de la propuesta de Rowbottom. En primer lugar, podemos notar que distintxs partidarixs de una misma stance suelen generar creencias fácticas muy diferentes. En parte eso se debe a que, en contextos disímiles, son distintas las tesis fácticas a evaluar y también es posible que no dispongamos de un vocabulario idéntico para poder describir el mundo que nos rodea. Entonces, adoptar una misma stance no implica necesariamente sostener las mismas creencias fácticas, solo implica sostener una misma actitud y ciertas estrategias comunes con respecto a su evaluación. Además, el contexto no solo puede influir sobre las creencias fácticas que generamos, sino sobre el hecho mismo de que adoptemos una stance y no otras. Ya van Fraassen notaba que en nuestra vida epistémica hay más que buscar la verdad y evitar la falsedad. Otros aspectos que intervienen en nuestra adopción de una stance son lo que otrxs esperan de nosotros, los dominios de información más apreciados por nuestra comunidad (van Fraassen 2002 88) y los procedimientos que disponen de mayor consenso. Los procesos por los que aprendemos a seleccionar las tesis fácticas que debemos creer son complejos, y no se puede ignorar el peso que tiene la educación y los círculos en que nos hallamos en la determinación de nuestras estrategias de evaluación de tesis fácticas. En pocas palabras, la influencia del contexto es central. A su vez, esto conduce a considerar un aspecto adicional al describir nuestras propias stances, que consideraremos brevemente a continuación.

2.3. STANCES IMPLÍCITAS Y EXPLÍCITAS

Enfatizamos, en el apartado anterior, la influencia del contexto como un aspecto central en la caracterización de las stances. La complejidad de este fenómeno nos permite sugerir que su adopción no es necesariamente consciente. De hecho, varios de los autores mencionados tienen en cuenta esta cuestión. Teller propone utilizar el concepto de stance implícita para referirnos a “prácticas que son aprendidas y aceptadas sin examen crítico” (Teller 2004 165-166) en la producción y selección de creencias fácticas. Ratcliffe, desde un abordaje fenomenológico, diferencia a su vez “dos tipos diferentes de stance: una política epistémica explícita y un modo implícito de ‘encontrarse en un mundo’” (Ratcliffe 2011 121). Por su parte, Chakravartty (2011 41) distingue el hecho de “tomar [taking] una stance”, que obedece a un proceso de aculturación en que seleccionamos creencias respondiendo a ambientes epistemológicos, sociales, económicos y políticos determinados, del de “elegir [choosing] una stance”, que consiste en una práctica de compromiso filosóficamente reflexiva con las políticas epistémicas que utilizaremos.

Debemos distinguir entonces entre tomar una stance implícita y elegir una stance explícita, y por eso, hasta el momento, nos hemos referido indistintamente a ambas opciones con la expresión (que consideramos neutral) “adoptar una stance”. Si unx agente epistémicx toma una stance implícitamente, es probable que lo haya hecho únicamente por influencia del contexto y simplemente procede generando creencias fácticas con criterios que bien pueden ser ignorados por ellx. Por otro lado, para elegir una stance explícitamente es necesario reflexionar sobre dichos criterios y comprometerse con ellos a consciencia.

Buena parte del análisis que llevaremos a cabo en el trabajo consiste en explicitar las stances de quienes participan en el debate realismo-antirrealismo. Hay dos formas en las que este tipo de tarea se ha realizado. Por un lado, cuando unx agente o bien no explicita cuáles son sus criterios para generar creencias fácticas, o bien expresa su postura aunque inadecuadamente, resulta natural explicitar su stance (que para él es implícita) como una actitud. Por el otro, cuando nos referimos a una stance en orden de discutirla o justificarla, debemos manifestar cuál es el conjunto de criterios que guían la generación de creencias fácticas de lxs agentes epistémicxs que la sostienen. En el primer sentido, van Fraassen puede caracterizar el empirismo como una actitud de rebelión recurrente contra la metafísica y de exaltación de la investigación empírica (van Fraassen 2002 36) que puede identificar en distintxs filósofxs a lo largo de la historia, aun cuando no expresan sus posturas adecuadamente en términos de una stance, sino como doctrinas o teorías (con los problemas que eso conlleva, según hemos descrito). En el segundo sentido, cuando se trata ya de justificar la stance empirista, dicho autor manifiesta cuáles son los criterios o políticas que la guían: rechazar demandas de explicación en términos de cosas que subyacen a los fenómenos, rechazar intentos de responder a tales demandas de explicación por postulación y seguir, como modelo de investigación, los métodos de las ciencias (Chakravartty 2004 178). No obstante, debemos anticipar que una stance puede ser explicitada indistintamente como una actitud frente a las tesis fácticas ante las cuales nos encontramos o como un conjunto de criterios por los que determinamos qué tesis creer o no creer.

2.4. LO QUE CARACTERIZA UNA STANCE

Recordemos nuestro objetivo principal: queremos comprender el debate realismo-antirrealismo en la filosofía de las ciencias, concibiendo ambas posturas en términos de stances. Para hacerlo, debemos ofrecer criterios de identidad que nos permitan reconocer qué diferencia a una de la otra, y asimismo de otras posturas alternativas que puedan ser concebidas también como stances. ¿En virtud de qué podemos decir que dos agentes epistémicxs comparten una misma stance? ¿Y cómo podemos establecer cuándo sostienen distintas stances?

Anteriormente, cuando nos preguntamos qué es una stance, sostuvimos un pluralismo respecto de su definición. Aunque mantenemos esta opinión, ahora nos será de provecho utilizar una de las caracterizaciones que se han propuesto para capturar el sentido de lo que nosotros aquí reconocemos bajo este término en pos de reconocer posturas concretas de forma adecuada. La más cercana a nuestros propósitos es la noción de perspectiva epistémica propuesta por Borge, que rescata muchos de los elementos que destacamos previamente: “una perspectiva epistémica incluye un conjunto de políticas epistémicas orientadas hacia la consecución de ciertos objetivos epistémicos privilegiados, guiadas por valores específicos” (Borge 2021 7). En línea con ella, consideraremos que una stance es un conjunto de políticas epistémicas guiadas por ciertos valores y orientadas al logro de ciertos objetivos epistémicos, que establecen qué estado doxástico debemos adoptar respecto a ciertas tesis fácticas (i.e., creencia, rechazo o suspensión del juicio) a la luz de la evidencia disponible y qué características debe tener esta evidencia para ser tenida en cuenta en la evaluación de aquellas tesis.

Así, explicitar una stance implica, como mínimo, manifestar (a) las políticas epistémicas que ponemos en acción al adoptarla, pero podemos completar esta labor mencionando (b) qué valores epistémicos expresa y (c) los objetivos epistémicos perseguidos por quien se comprometa con ella. Esta tarea es la que intentaremos desarrollar con respecto a las posturas en el debate realismo-antirrealismo para poder comprender cuáles pueden ser los tipos de desacuerdo que constatamos en él y cuáles son las expectativas de lograr consensos en ese marco.

3. RECONOCIENDO STANCES: POSICIONES EN EL DEBATE REALISMO-ANTIRREALISMO

3.1. ¿CÓMO IDENTIFICAR UNA STANCE?

Al explicitar una stance, es posible no expresarla adecuadamente. El primer ejemplo al respecto es brindado por van Fraassen: hay numerosxs empiristas que, al expresar su propia postura filosófica, han intentado describir el empirismo como una doctrina o una teoría. No obstante, no han explicitado la stance empirista correctamente porque incurren en contradicciones pragmáticas como hacer afirmaciones que no pueden ser aprobadas por sus propios criterios. El inconveniente, entonces, consiste en que no siempre es claro qué es doctrina y qué es stance, y aunque estudiamos los elementos que caracterizan esta última, puede resultar difícil reconocerla en la práctica.

Pese a esta dificultad, hay dos métodos que han sido utilizados para poder reconocer ciertas stances. El primero, que podemos llamar “diacrónico”, es utilizado por primera vez por van Fraassen (2002) para reconocer la stance materialista, y es recogido por Sandy Boucher (2015) para identificar las stances funcionalista y estructuralista en biología. Para ponerlo en práctica, debemos analizar una postura de la cual ignoremos si es una teoría (o doctrina) fáctica o una stance. Si es una teoría, no podría sobrevivir a una revolución conceptual ya que la cosmovisión en la que se apoya se habría derrumbado, y los términos que utiliza habrían quedado en desuso o cambiado radicalmente de sentido. Si logró sobrevivir alguna revolución conceptual, por lo tanto, es una stance y no una teoría. Según van Fraassen, el materialismo ha sobrevivido numerosas revoluciones conceptuales en las que las tesis fácticas propuestas han ido cambiando, aunque manteniendo ciertas estrategias para generarlas y evaluarlas. Para Boucher, otro tanto sucede con el funcionalismo y el estructuralismo en biología, cuyos criterios y modos de proceder han resistido la revolución darwiniana. Esta metodología requiere constatar que, con el paso del tiempo y las revoluciones mediante, se mantienen ciertas actitudes o políticas con respecto a la generación de creencias, aun cuando varíen las creencias mismas; estas actitudes o políticas, entonces, son reconocibles como una stance. Así, el materialismo, el funcionalismo y el estructuralismo son concebidos como stances.

Podemos llamar “sincrónico” al segundo método. También es utilizado por van Fraassen, pero sobre todo por Chakravartty (2004; 2017). En líneas generales, consiste en considerar distintas teorías o doctrinas fácticas propuestas por diferentes agentes epistémicxs para reconocer ciertos objetivos y valores comunes a todos ellos, y, en consecuencia, identificar criterios o políticas comunes a pesar de sus diferencias. Chakravartty (2017 208-213) identifica entonces las siguientes stances en el ámbito de la filosofía de las ciencias:

● Stance deflacionaria: valora especialmente los aspectos pragmáticos de las ciencias y se consuma en dos políticas centrales:

o D1: rechaza las formas filosóficas tradicionales (i.e., realistas) de comprender la ontología científica.

o D2: a fortiori, rechaza los análisis de la verdad y la referencia con los cuales aquellas se justifican.

● Stance empirista: es una actitud cauta respecto a la ontología científica, limitándose a lo que podemos detectar a partir de nuestros sentidos y valorando sobre todo la vulnerabilidad empírica. Procede a partir de las siguientes políticas:

o E1: rechaza las demandas de explicación en términos de cosas que subyacen a lo observable.

o E2: a fortiori, rechaza los intentos de responder a esas demandas teorizando acerca de lo inobservable.

● Stance metafísica: tiene pretensiones ontológicas más amplias, valorando especialmente el poder explicativo de las teorías que acepta. Sus políticas son:

o M1: acepta demandas de explicación en términos de cosas que subyacen a lo observable.

o M2: intenta responder a esas demandas teorizando acerca de lo inobservable.

En líneas generales, ambos procedimientos buscan identificar, pese a las diferencias en las doctrinas, teorías y contextos de los autores, los mismos elementos que destacamos antes al caracterizar las stances: (a) las actitudes o políticas que adoptan lxs agentes para generar creencias, (b) los valores epistémicos involucrados en su evaluación y (c) los objetivos epistémicos que persiguen. En este momento tenemos la oportunidad de enfatizar que varixs agentes epistémicxs pueden expresar de forma diferente sus stances (y algunos hasta hacerlo inadecuadamente, como sucede con lxs empiristas que conciben su postura como una doctrina), y también pueden llegar a formular doctrinas o teorías fácticas muy diferentes, pero si reconocemos en ellxs un compromiso común con aquellos tres elementos, estamos en condiciones de asegurar que adoptaron una misma stance.

Ahora bien, es poco probable que dos agentes epistémicxs compartan (a) todas sus políticas para generar creencias, (b) la misma jerarquía y cantidad de valores epistémicos, y (c) cada uno de sus objetivos; por ese motivo, es teóricamente posible adscribir y diferenciar ciertas stances particulares en cada unx de ellxs. A pesar de esto, siempre que podamos identificar que comparten ciertas políticas, valores y objetivos centrales, podemos convenir en que comparten, a grandes rasgos, una misma stance. El criterio de identidad de las stances sigue dado por los mismos elementos, pero la posibilidad de reconocer a varixs agentes bajo una misma stance o determinar, en cambio, que se hallan en stances diferentes depende de cuántos de ellos consideremos centrales. Por ejemplo, dos agentes epistémicxs pueden compartir las políticas, los valores y los objetivos centrales de la stance empirista pero sostener otros adicionales que diferencian sus posturas entre sí. Los dos procedimientos tenidos en cuenta son de utilidad para identificar las stances según estas consideraciones.

3.2. EL REALISMO Y ANTIRREALISMO CIENTÍFICOS COMO STANCES

Como mencionamos en un inicio, el debate entre realismo y antirrealismo científicos, a grandes rasgos, es la discusión acerca de qué entidades, entre aquellas que son descritas por las teorías científicas, estamos dispuestos a aceptar como existentes y en qué grado podemos conocerlas. Kukla (1998) plantea una taxonomía de las distintas posturas del debate que distingue entre variedades verticales de realismo y antirrealismo, según los niveles de compromiso ontológico que se asumen en cada una de ellas, y variedades horizontales, según el tipo de tesis que se afirma en cada uno de los niveles. Aquí tendremos en cuenta solamente las variedades verticales, cuyos niveles de compromiso son los siguientes:

1. Los datos-sensibles, como “ser de apariencia verdosa”, existen.

2. Los objetos perceptibles del sentido común —palos y piedras— existen.

3. Las entidades inobservables postuladas por las teorías científicas, como los electrones y procesos mentales inconscientes, existen.

4. Entidades abstractas atemporales como los números, los conjuntos y plas roposiciones existen (Kukla 1998).

El debate suele concentrarse, sobre todo, en el tercer nivel, discurriendo acerca de si debemos creer que existen las entidades inobservables postuladas por nuestras mejores teorías científicas. Se suele considerar realistas a quienes sostienen que tenemos buenos motivos para creer que sí existen, y antirrealistas a quienes consideran que no podemos afirmar tal cosa.

Para poder concebir el realismo y el antirrealismo en Filosofía de las Ciencias como stances, es dudoso que podamos recurrir al método diacrónico, dado que habría que establecer cuánto tiempo lleva vigente el debate y si consideramos o no que existieron grandes revoluciones conceptuales durante ese periodo, de manera que podamos identificar ciertas actitudes comunes antes y después de ellas. No obstante, sin dudas podemos utilizar el sincrónico, buscando explicitar los valores, objetivos y políticas que permitan distinguir ambas posturas.

En esta línea, Chakravartty (2004 174) identifica el realismo científico con la stance metafísica, y el antirrealismo, con la stance empirista. Así, el objetivo epistémico de realistas y antirrealistas consiste en generar creencias verdaderas y rechazar las falsas en el contexto de las ciencias. Para lograrlo adoptan las políticas epistémicas citadas previamente: M1/M2, en el caso del realismo, y E1/E2, en el del antirrealismo. En consecuencia, este suspende el juicio o rechaza tesis fácticas referidas a entidades inobservables, mientras que aquel genera y acepta creencias fácticas sobre ellas. Por otro lado, van Fraassen incluye, entre las políticas de la stance empirista, una tercera, que Chakravartty llama E3: seguir, como modelo de investigación, los métodos de las ciencias . Sin embargo, este último considera que no hay buenos motivos para considerar que E3 sea particularmente afín al empirismo; bien podría ser adoptada dentro de la stance metafísica, ya que los métodos de las ciencias pueden (y a veces, suelen) conducir a creencias afines a M1 y M2 en el contexto del realismo científico. Indicar lo contrario parece contradecir las intuiciones de muchxs científicxs que suscriben a esta perspectiva en su práctica cotidiana.

Según el análisis que proponemos, para poder establecer con precisión cuáles son las stances que toman lugar en el debate, debemos indicar (a) en qué políticas epistémicas consisten, (b) cuáles son los valores epistémicos que expresan y (c) los objetivos epistémicos que persiguen.

Como puede notarse a partir de la observación de Chakravartty sobre el estatus de E3, parece ser que tanto lxs realistas como lxs antirrealistas comparten una especial deferencia por los métodos de las ciencias; en la filosofía de las ciencias, de hecho, parece ser un requisito esencial para participar de cualquier debate. Sostenemos que esto constituye una actitud compartida por realistas y antirrealistas, y la podemos identificar en sí misma como una stance común entre ellxs, con su política, sus valores y sus objetivos centrales definitorios. La llamaremos “stance naturalista” , (a) cuya política epistémica N1 es la previamente llamada E3: seguir como modelo de investigación, los métodos de las ciencias. Adicionalmente, unx partidarix de esta stance (b) sostiene los valores propios de la investigación científica: ya mencionamos el poder explicativo y la parsimonia ontológica, a los que se suman otros, como racionalidad, sistematicidad, objetividad, tolerancia respecto a creencias fácticas rivales, simplicidad, etc. Por último, (c) tiene como objetivo generar creencias verdaderas y descreer las falsas en el ámbito de las ciencias. Lxs realistas y antirrealistas, aun con todas sus diferencias, comparten la stance naturalista, y por eso el resto de sus políticas se aplican solamente a las creencias sobre entidades inobservables postuladas por teorías científicas.

Podemos considerar que el objetivo epistémico, en ambos casos, se mantiene sin modificaciones con respecto a la stance naturalista: creer lo verdadero y descreer lo falso en el ámbito científico. Las posiciones realista y antirrealista parecen compartir también una valoración por la parsimonia ontológica y el poder explicativo de las teorías científicas. Para cada una, no obstante, mantendrían una jerarquía distinta. En el caso del antirrealismo, es primordial mantener la parsimonia ontológica de las teorías, y por eso aceptan solo la existencia de entidades que podamos percibir sensiblemente, rechazando demandas de explicación que vayan más allá de este límite; toda pretensión adicional resultaría imprudente. En consecuencia, el poder explicativo cede ante aquel valor epistémico. En el caso del realismo, la jerarquía de valores se invierte: se prioriza el poder explicativo ya que consideran necesario dar cuenta de lo que subyace a lo observable y, en este sentido, postulan entidades a pesar de sacrificar parcialmente la parsimonia ontológica. Así, adoptan E1/E2 o M1/M2 respectivamente, agregándolas a N1. Por lo tanto, las stances realista y antirrealista no se identifican completamente con la metafísica y la empirista, cuyas políticas son inespecíficas porque tienen amplia aplicabilidad más allá del ámbito científico, sino que surgen al subordinar sus elementos a los de la stance naturalista.

En suma, las stances realista (R) y antirrealista (AR) podrían expresarse de la siguiente manera:

● Stance realista:

a) Sus políticas epistémicas son:

▪ R1 (N1 ): seguir, como modelo de la investigación, los métodos de las ciencias.

▪ R2 (M1): aceptar demandas de explicación en términos de cosas que subyacen a lo observable.

▪ R3 (M2): intentar responder a esas demandas teorizando acerca de lo inobservable.

b) Expresa los valores epistémicos promulgados por las ciencias, priorizando el poder explicativo de las teorías que evalúa.

c) Se adopta con el objetivo de creer lo verdadero y no creer lo que es falso en el ámbito de las ciencias.

● Stance antirrealista:

a) Sus políticas epistémicas son:

▪ AR1 (N1): seguir, como modelo de la investigación, los métodos de las ciencias.

▪ AR2 (E1): rechazar demandas de explicación en términos de cosas que subyacen a lo observable.

▪ AR3 (E2): rechazar los intentos de responder a esas demandas teorizando acerca de lo inobservable.

b) Expresa los valores epistémicos promulgados por las ciencias, priorizando la parsimonia ontológica de las teorías que evalúa.

c) Se adopta con el objetivo de creer lo verdadero y no creer lo que es falso en el ámbito de las ciencias.

Es posible que este análisis resulte incompleto, especialmente a la hora de identificar cuáles son los valores y las políticas epistémicos propios de cada stance en el debate. A pesar de esto, y aun cuando se pueda rechazar la caracterización que hemos ofrecido, partiendo de este marco teórico podremos tener en cuenta los distintos motivos por los que son esperables consensos y disensos entre estas posturas rivales.

4. ¿POR QUÉ SEGUIMOS DEBATIENDO? TIPOS Y FACTORES DE DESACUERDO EN EL DEBATE

Podemos interpretar el debate entre realismo y antirrealismo científicos como un conjunto de casos de desacuerdo entre pares epistémicxs. Como indica Borge (2021), este tipo de desacuerdo aparece cuando dos (o más) agentes epistémicxs adoptan distintas actitudes doxásticas respecto a cierta proposición (o conjunto de proposiciones) a pesar de que comparten la misma evidencia, la evaluaron del mejor modo posible, y adicionalmente se encuentran en una situación en la que no puede considerarse que alguno de ellos posea virtudes epistémicas especialmente ventajosas respecto al otro. ¿Cómo podemos explicar estos hechos a pesar de que son prácticamente iguales en todos los aspectos mencionados? Según el autor, aquí entran en juego las perspectivas epistémicas; en nuestros términos, en cambio, intervienen las stances.

Teniendo en cuenta que los agentes epistémicos pueden compartir o diferir en sus perspectivas o stances, se bifurca nuestro camino: existen dos clases de pares epistémicos,

Pares epistémicos fuertes [strong epistemic peers]: Dos agentes epistémicxs son pares epistémicxs fuertes respecto de cierta proposición P cuando (1) tienen (aproximadamente) las mismas virtudes epistémicas, (2) están al tanto (aproximadamente) de la misma información acerca de P, y (3) sus perspectivas epistémicas son suficientemente similares y aplican sus políticas epistémicas (aproximadamente) de la misma manera.

Pares epistémicos débiles [week epistemic peers]: Dos agentes epistémicxs son pares epistémicxs débiles respecto de cierta proposición P cuando (1) tienen (aproximadamente) las mismas virtudes epistémicas, (2) están al tanto (aproximadamente) de la misma información acerca de P, y (3) sus perspectivas epistémicas divergen de forma relevante, o sus perspectivas epistémicas son suficientemente similares, pero el modo en el que aplican sus políticas epistémicas diverge de manera relevante (Borge 2020 12, traducción propia, negrilla está en el original).

A su vez, los tipos de desacuerdo epistémico también se dividen en dos: los desacuerdos epistémicos fuertes se dan entre pares epistémicxs débiles y los desacuerdos débiles, entre pares epistémicxs fuertes. Así, la profundidad del desacuerdo depende del grado de similitud entre las stances de los agentes involucrados y el modo de aplicación de sus políticas. En estos casos, ¿es racionalmente exigible que lo resuelvan o es permisible que cada agente se mantenga en su postura? Desde aquel punto de vista, cada agente debería, en principio, disminuir el nivel de confianza en su propia posición y disponer todos los medios posibles para encontrar una opinión común con quien se le opone; desde este, en cambio, ambxs se encontrarían habilitadxs para no rescindir su confianza en su posición inicial sin ser consideradxs irracionales por ello. En el ámbito de la epistemología del desacuerdo, quienes afirman lo primero son llamadxs conciliacionistas, y quienes sostienen lo último son partidarixs del punto de vista obstinado (steadfast view) acerca de los desacuerdos entre pares . Por su parte, Borge considera que el conciliacionismo funciona en el ámbito de los desacuerdos epistémicos débiles y que la perspectiva obstinada, en el de los desacuerdos epistémicos fuertes.

En nuestro caso, seguiremos esta misma línea de pensamiento, aunque con dos diferencias. La primera reside en el hecho de que consideramos que el desacuerdo no necesariamente es acerca de proposiciones. Por ejemplo, aun cuando dos pares epistémicxs mantengan la misma actitud doxástica respecto de P, pueden no acordar acerca de los motivos por los cuales consideran que esa actitud está justificada. Los desacuerdos pueden versar acerca de todos los elementos que tuvimos en cuenta antes: objetivos, valores, políticas, y, por supuesto, también sobre proposiciones o tesis fácticas. En cada caso, la manera como se califique el desacuerdo (es decir, si es fuerte o débil) dependerá de qué stances/perspectivas sostengan lxs agentes involucradxs.

Así, tendremos en cuenta cuatro posibles factores de desacuerdo en el debate realismo-antirrealismo correspondientes a cada uno de los elementos mencionados. Comencemos por los objetivos epistémicos: mencionamos previamente que los objetivos de la stance realista y antirrealista consisten en creer lo verdadero y no creer lo que es falso en el ámbito de las ciencias, y, por ello, no hay motivos para el disenso en este aspecto. Por supuesto, podríamos desacordar acerca de los objetivos que creemos que persiguen las ciencias, pero tal desacuerdo versaría, en realidad, sobre ciertas tesis fácticas que caracterizan a la práctica científica; no constituye un caso de desacuerdo en los objetivos que persiguen los agentes epistémicos que debaten, ya que siguen buscando creer lo verdadero y no creer lo que es falso. Aquí el consenso es obligatorio porque podemos calificar cualquier otro objetivo epistémico de irracional (como buscar creer lo falso o no creer lo verdadero).

El segundo posible factor de desacuerdo son los valores epistémicos. En este caso, sí puede haber desacuerdo, aunque bajo dos variantes. Si desacordamos o bien acerca de cuáles deben ser nuestros valores epistémicos centrales o bien acerca de la jerarquía que deben mantener, el desacuerdo epistémico será fuerte, ya que nuestras stances los expresan y divergirán de forma relevante. Por el contrario, si este desacuerdo es sobre valores epistémicos subsidiarios o secundarios, el desacuerdo epistémico será débil. Si nuestro análisis previo fue correcto, lxs partidarixs de la stance realista y antirrealista podrían sostener un desacuerdo epistémico débil acerca de cuáles son los valores centrales con los que debemos comprometernos (porque los comparten en la stance naturalista), pero fuerte en cuanto a la jerarquía de los valores centrales privilegiados, porque aquellxs priorizan el poder explicativo sobre la parsimonia ontológica, y estxs, a la inversa. A su vez, quienes adopten la misma stance pueden mantener desacuerdos débiles tanto sobre el compromiso con los valores subsidiarios como sobre su jerarquía.

El tercero de los factores son las políticas epistémicas. En este caso, el desacuerdo se centra en cuáles son las políticas que se deben adoptar y cómo aplicarlas. Como las stances, que constituyen el compendio de aquellas, son expresión de los valores epistémicos; el desacuerdo será fuerte si los valores epistémicos centrales o su jerarquía difiere entre lxs agentes, y débil si no difiere. En el debate entre realismo y antirrealismo, en virtud de la inversión de la jerarquía de los dos valores epistémicos centrales mencionados, las políticas epistémicas se hallan claramente contrapuestas, originando un desacuerdo fuerte: AR2 y AR3 son rivales directos de R2 y R3. Por otro lado, es posible que dos agentes compartan una misma stance pero desacuerden en el modo de expresar sus políticas epistémicas. En este caso, el desacuerdo epistémico es débil porque, partiendo de objetivos, valores y actitudes comunes, se genera un disenso respecto a la expresión correcta de las políticas. Así, van Fraassen no desacuerda con la actitud empirista de sus predecesores, sino con el modo en el que han explicitado sus políticas (es decir, en términos de doctrinas o teorías).

El cuarto y último de los factores lo conforman, finalmente, las tesis fácticas. Aquí podemos encontrar dos motivos de desacuerdo: dos agentes o bien (a) adoptan estados doxásticos distintos respecto a una misma proposición o tesis fáctica P, o bien (b) adoptan el mismo estado doxástico respecto de P, pero difieren en el modo de considerar la evidencia para justificar la creencia, suspensión del juicio o rechazo respecto de P. No obstante, el desacuerdo es entendido aquí en el mismo sentido considerado por Borge al inicio: hay desacuerdo epistémico fuerte si, frente a una afirmación fáctica P, y a partir de la misma información compartida por agentes con similares virtudes epistémicas, parten de stances distintas o las aplican de forma muy diferente para evaluarla; de lo contrario, el desacuerdo es débil. Así, es presumible que si dos realistas han llegado a un acuerdo respecto al modo de expresar las políticas epistémicas propias de su stance, tengan desacuerdos epistémicos débiles en cuanto a sus creencias fácticas; otro tanto sucedería entre dos antirrealistas. Los desacuerdos epistémicos fuertes, entonces, se darán al enfrentarse lxs realistas y lxs antirrealistas. Resultarán especialmente notorios cuando (a) adopten estados doxásticos distintos respecto a tesis referidas a la existencia de entidades teóricas inobservables, como “los fotones existen”. Sin embargo, también podrán aparecer cuando (b) adopten el mismo estado doxástico frente a otras tesis, aunque por motivos radicalmente distintos. Por ejemplo, si la tesis en cuestión es “los fotones se mueven a tal velocidad”, existe la posibilidad de que tanto unx realista como unx antirrealista crea en ella pero los motivos por los cuales cada uno de ellos lo hace y la evidencia que consideran en favor de tal tesis podrán ser muy diferentes en virtud de la divergencia de sus stances, y, en ese sentido, constituye también un caso de desacuerdo fuerte.

Finalmente, podemos determinar más puntillosamente nuestras expectativas en cada una de las discusiones dentro del debate realismo-antirrealismo, promoviendo conciliaciones ante los desacuerdos epistémicos débiles y esperando una obstinación racionalmente permisible ante los fuertes. Por supuesto, este análisis no tiene más que un carácter programático, pero creemos que constituye suficiente evidencia para mostrar en qué sentido podemos utilizar las stances como una herramienta teórica interesante para comprender los motivos y grados de desacuerdo en el debate entre realismo y antirrealismo científicos.

5. CONCLUSIÓN

En este trabajo, hemos intentado llevar a cabo la tarea de aplicar el tipo de enfoque propuesto inicialmente por van Fraassen en The empirical stance para comprender el debate entre realismo y antirrealismo en la filosofía de las ciencias.

Para hacerlo, partimos indicando que, pese a la aparente indefinición de las stances, pudimos identificar a partir de ellas distintos elementos que componen nuestra vida epistémica y nuestra construcción de creencias; así, dimos lugar a los objetivos, los valores y las políticas epistémicos como aspectos que resultan centrales aun sosteniendo un pluralismo respecto a las definiciones de aquella noción.

Luego, analizamos los métodos diacrónico y sincrónico para poder reconocer stances concretas, estipulando así ciertos criterios de identidad de las stances. Utilizando el último de los dos, nos propusimos identificar las stances realista y antirrealista en la filosofía de las ciencias, analizando sus características principales, que surgen de la integración de las stances metafísica y empirista con la stance naturalista.

Por último, incorporamos algunas herramientas propias del análisis de los desacuerdos entre pares epistémicos, y, en especial, la distinción entre desacuerdos fuertes y débiles. A partir de ellas, y apoyándonos en el trabajo previo, dilucidamos algunos posibles motivos y grados de desacuerdo en el debate realismo-antirrealismo. Así intentamos evidenciar que la línea de pensamiento iniciada por van Fraassen puede cumplir un rol epistemológico interesante al respecto, y permite fijar expectativas respecto a aquellas discusiones para las que cabría prever que haya acuerdos y aquellas para las que no.

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