Editoriales
Una mirada a la nueva Guía de Prevención de Infecciones en el área de anestesia en el quirófano
A look at the new expert guidance for infection prevention in the anesthesia work area

Se estima que en Estados Unidos cada año suceden 157,000 infecciones del sitio quirúrgico asociadas con la atención de la salud,1 con 8205 muertes vinculadas con ellas. También se atribuye que 11% de las muertes en unidades de cuidados intensivos se relacionan con infecciones del sitio quirúrgico.2
Las infecciones del sitio quirúrgico aumentan la estancia hospitalaria de pacientes 11 días en promedio3 y ocasionan 20% de los reingresos del paciente no planeados.4 El costo de atención de estas infecciones alcanza 3200 millones de dólares anuales.3 En los últimos 5 años, en el Instituto Nacional de Pediatría las infecciones de todos los servicios quirúrgicos reportan tasas mínimas de 5.6 (en 2016) a máxima 8.4 (en 2018) por 1000 días paciente.5
Lo anterior denota la importancia del problema de las infecciones del sitio quirúrgico y la necesidad de la búsqueda de estrategias de prevención; secundario a ello se ha explorado la participación del proceso de anestesia como un factor contribuyente para la generación de estas infecciones.
La evidencia demuestra que las cinco superficies más contaminadas en el quirófano son el teclado de la enfermera, el teclado y ratón del anestesiólogo, el cajón del carro de anestesia y la mesa de operaciones. El grado de contaminación observado en el área de anestesia indica que aun cuando los anestesiólogos no tienen contacto directo con el sitio quirúrgico, su potencial contribución a la trasmisión de infecciones durante los procedimientos es alto; por lo que se desarrollan un conjunto de consideraciones para la prevención de infecciones en esta área: manipulación y limpieza de equipos, seguir una técnica aséptica, administración segura de medicamentos, y la medida más simple y efectiva: practicar la adecuada higiene de manos. Se reporta que de ésta, los anestesiólogos sólo cumplen 20% de la higiene de manos que deberían realizar y usan guantes cuando está indicado en 10% de los casos. También llevan a cabo acciones de riesgo : manipular equipo multiusos, medicamentos multidosis e inconsistencia en la asepsia del punto de inyección de fármacos en el equipo. Otro factor de riesgo durante la cirugía es que en algunas ocasiones el anestesiólogo manipula la posición del paciente a petición del cirujano tocando superficies fuera de su área de anestesia.6
La problemática de prevención en el trabajo diario del anestesiólogo se documenta al determinar que para llevar a cabo el proceso de anestesia del paciente debería lavarse las manos al menos 54 veces por hora y esto influye en la no ejecución de esta medida. Se ha observado un cumplimiento de sólo 17% de apego a la higiene de manos por parte del anestesiólogo. Algunos investigadores mencionan que lo anterior es imposible, por lo menos en los 5 momentos durante el proceso de inducción anestésica. Otro factor contribuyente es el volumen de trabajo acelerado, que en ocasiones implica la atención de un nuevo procedimiento anestésico en los siguientes 10 a 15 minutos, lo que es un desafío para la práctica de la higiene de manos como para llevar a cabo la limpieza del equipo de anestesia, del carro de anestesia, y del ambiente alrededor de éste; sin embargo, aun así deben efectuarse estas medidas de prevención para evitar la trasmisión cruzada de microorganismos y la generación de riesgos de infección asociada con la atención de la salud.7
En el proceso de intubación endotraqueal o el manejo de la vía aérea que realiza el anestesiólogo, las manos pueden contaminarse con secreciones de la vía aérea superior y, secundariamente, ocurre la contaminación cruzada del área de trabajo de anestesia. Maslyk PA y su grupo8 encontraron que el área de trabajo de anestesia estaba contaminada con carga biológica de bacterias comensales y patógenas, incluidos: estafilococos coagulasa negativos, Bacillus spp, estreptococos, Staphylococcus aureus, Acinetobacterspp, y otras bacterias gramnegativas. Mahida y colaboradores encontraron durante la anestesia de pacientes que, de 426 jeringas usadas, 15% de las puntas de éstas y 4% de los contenidos tenían crecimiento bacteriano, predominantemente bajos recuentos de colonias de microorganismos de la piel (Staphylococcus spp coagulasa negativa, Micrococcus . Kocuria).
La contaminación del contenido de la jeringa fue significativamente más frecuente durante las cirugías de urgencia que en las electivas (razón de momios, 4.5; p = 0.01).
Loftus y sus coautores9 estudiaron la repercusión de la contaminación de las llaves de paso con las bacterias que contaminan las manos de los anestesiólogos en el área hospitalaria y encontraron que las manos y el ambiente ocasionaban trasmisión cruzada a las llaves de paso, que se asoció con aumento de la mortalidad del paciente a los 30 días. Henry B y su grupo reportaron, en 1999, un brote de Serratia marcescens en 7 pacientes posoperados en quienes identificaron como factor de riesgo a un solo anestesiólogo que preparó simultáneamente múltiples jeringas de propofol sin usar guantes para extraer la sustancia de las jeringas o para realizar las intubaciones.10
La superficie de trabajo de la máquina de anestesia, controles de flujo de gas, diales del vaporizador, válvula limitadora de presión ajustable (APL), soportes intravenosos, calentadores de fluidos, carrito de suministros, teclado de computadora, el ratón, son también ejemplos de componentes que se contaminan en el área de anestesia. Existen brotes que se asocian con el uso de laringoscopios contaminados.
Por lo que se refiere a los laringoscopios, el estudio de Lowman y su grupo11 encontró la contaminación con bacterias viables incluso en 57% de las cuchillas y 86% de los mangos de los laringoscopios que fueron desinfectados y estaban listos para su uso en el próximo paciente. Bhatt y colaboradores12 también encontraron contaminación bacteriana de laringoscopios de fibra óptica flexibles.
El personal de anestesia expresó las razones para no llevar a cabo la higiene de manos en una en- cuesta efectuada en 396 médicos anestesiólogos y 246 enfermeras anestesistas a quienes se mencionó que las causas son la falta de tiempo por situaciones de urgencia (58.3%), falta de tiempo en general (44.2%), factores de la piel (35.8%), infraestructura o contenedores para higiene de manos no accesibles (44.2%) y falta de apoyo del personal de quirófano para interrupciones en el flujo de trabajo relacionado con la higiene de ma- nos (15.5%). Se refirieren diferentes porcentajes de apego a la higiene de manos en los hospitales en anestesiólogos que van desde la ausencia de ésta, 24.25, 34.9 y 40.9% y el cumplimiento de otras medidas de prevención: 20.9 a 42.3%.13
En cuanto a la instalación de catéteres venosos centrales los anestesiólogos identificaron como medidas de barrera para efectuar el proceso adecuadamente, el uso de: mascarilla quirúrgica (94.4%), de guantes estériles (93.8%), de bata (88%), de gorro (91.6%) y de campos completos (79.2%). La práctica fue diferente para las líneas arteriales porque las medidas de barrera se utilizaban en menor proporción: mascarillas quirúrgicas (82%), guantes estériles (74.2%), bata (10.9%) y campos (3.7%).14,15
En el Cuadro 1se muestran las recomendaciones a que llegaron los autores. Todos son miembros de la Sociedad de Epidemiología Hospitalaria de América (SHEA) y representantes de organizaciones asociadas como la Sociedad Americana de Anestesiología (ASA), la Fundación de Seguridad de Pacientes de Anestesia (APSF) y la Asociación Americana de Enfermeras de Anestesia (AANA). Para documentar las recomendaciones aquí mostradas los autores realizaron una revisión exhaustiva de la bibliografía y levantaron encuestas con enfermeras y médicos encargados del proceso de anestesia.7
Muñoz-Price S y sus colegas7 prepararon una guía de prevención de infecciones en el área de anestesia. La desarrollaron con base en la estrategia PICO buscando los estudios de acuerdo con el problema, las intervenciones, análisis y control que pudiera solucionarlo. Los comensales comunes fueron los microorganismos más frecuentemente aislados (79.1%), pero se aislaron patógenos hospitalarios importantes: Enterobacter sp y Acinetobacter baumannii. El panel identificó las preguntas utilizadas en el desarrollo de términos de búsqueda (título del tema médico [MeSH] y palabra de texto), y se votaron tanto las preguntas como los términos de búsqueda por el panel de expertos hasta lograr la aprobación unánime. El panel identificó el periodo del 1 de enero de 1990 al 30 de junio de 2016 para los artículos estilo PICO; este sistema consiste en una iniciativa internacional para optimizar la evaluación de la calidad de la evidencia, calificando la fuerza de las recomendaciones que mejora la trazabilidad y la transparencia del proceso.7
De acuerdo con la Guía, se necesitan más estudios de investigación para determinar los factores





de riesgo asociados con el proceso de anestesia y la generación de infecciones asociadas con la atención de la salud, y para planear estrategias de prevención de acuerdo con los resultados de los factores identificados. Algunas recomendaciones emitidas por la guía refieren no tener evidencia científica contundente, como el uso de doble guante por el anestesiólogo. Como medidas de prevención para disminuir la trasmisión cruzada, en la realización del trabajo del anestesiólogo, debido a la problemática de realizar higiene de manos con la frecuencia requerida, se propone conocer esta Guía y aplicar las medidas ahí recomendadas para disminuir el riesgo de generación de infecciones asociadas con el proceso anestésico, darles seguimiento y evaluar las que aún no tienen fuerte evidencia para mejorar su aplicabilidad mediante la evaluación de su factibilidad y eficacia.
Otras de las medidas recomendadas ya han sido probadas como efectivas en la prevención de infecciones asociadas con la atención de la salud, como la higiene de manos y sólo se requieren estrategias para reforzar su cumplimiento por el anestesiólogo. Lo más importante es la difusión de estas guías y su puesta en práctica en los hospitales con el objetivo de utilizar una herramienta más para la disminución de infecciones asociadas con la atención de la salud durante la cirugía.




