Recepción: 01 Diciembre 2015
Aprobación: 01 Enero 2016
Resumen: La Segunda Guerra Mundial ha sido tratada con frecuencia por la novela venezolana. Nuestro objetivo fundamental es explorar las novelas que tienen esta temática y configurar un corpus de la novelística venezolana de ese episodio. Podemos citar la novela Cláper, el marchante de Alicia Freilich (1987/2008) que tiene como motivo central la huida de un judío polaco a tierras venezolanas por el conflicto bélico. La novela Los vocablos que se amaron por última vez (2009), escrita por Eva Feld, imagina la ambición alemana que pretendía adueñarse del territorio venezolano, una vez culminado el conflicto. También podemos citar la autobiografía Procedencia desconocida (2013) en la cual los personajes llegan a Venezuela de Europa por motivo de la Segunda Guerra Mundial. Existen autores que aluden a personajes que reflexionan sobre este suceso y lo insertan en la trama fundamental de su novela como La última cena de Stefanía Mosca (1991), La advertencia del Ciudadano Norton (2010) de Karl Krispin, Rosas y duraznos (2011) de Marisol Marrero, Largo Haiku para un viaje (2011) de Susy Calcina Nagai, Nunca más Lili Marleen (2012) de David Alizo y Las mujeres de Houdini (2012) de Sonia Chocrón, quienes nos describen personajes que vivieron en la contienda. Son muy ricos los episodios que narran los distintos aspectos de ella. Generalmente son los hijos de emigrantes provenientes de Europa que enmarcan sus novelas dentro de este episodio, pero también, los venezolanos son arrojados por azar en ella como es el caso de la novela Massaua (2012).
Palabras clave: Historia, conflicto, literatura, Venezuela.
Abstract: The Venezuelan novel often deals with the Second World War. Our main purpose is to explore the novels about this topic and to create a corpus of the Venezuelan narrative about this event. We can cite the novel Cláper, el marchante by Alicia Freilich (1987/2008) that has as main argument the flee of a Polish Jew to Venezuela because of the armed conflict. The novel Los vocablos que se amaron por última vez (2009), written by Eva Feld, imagines the Germans expecting to own the Venezuelan territory after the end of the war. We can also cite the autobiography Procedencia desconocida (2013) on which the characters arrive to Venezuela from Europe because of Second World War. There are authors which refer to characters that reflect on this event by inserting it in the main argument of their novels, as La última cena by Stefanía Mosca (1991), La advertencia del Ciudadano Norton (2010) by Karl Krispin, Rosas y duraznos (2011) by Marisol Marrero, Largo Haiku para un viaje (2011) by Susy Calcina Nagai (2011), Nunca más Lili Marleen (2012) by David Alizo and Las mujeres de Houdini (2012) by Sonia Chocrón. They describe characters that lived the battle. The chapters that describe the different aspects of this event are very rich. Usually, the children of the European immigrants delimitate theirs novels to the war, but also, Venezuelans are randomly involved by the war as the case of the novel Massaua (2012).
Keywords: History, conflict, literature, Venezuela.
INTRODUCCIÓN
Este trabajo constituye una pesquisa histórico-documental mediante la recopilación de novelas venezolanas con relación a los hechos históricos registrados de la Segunda Guerra Mundial, personajes que tuvieron relación con ella o simplemente el recuerdo de su impacto en la circunstancia venezolana que transformó el imaginario de algunos de sus ciudadanos a raíz de sus contactos con las innumerables ramificaciones de este fenómeno histórico. En cada una de ellas los narradores seleccionan los acontecimientos que consideran relevantes para incluirlos dentro de la construcción de su ficción por lo que ninguna de las novela se parece a las otras, aunque tienen al fenómeno histórico como detonante original. No hemos encontrado algún otro trabajo similar, no obstante, el impacto de la Segunda Guerra Mundial en Venezuela ya ha sido abordado por otros autores como Luis Farage (2011) en Venezuela y la Segunda Guerra Mundial, 1939-1945.
Nuestros materiales para realizar este trabajo han sido las siguientes novelas: Cláper, el marchante; La última cena; Los vocablos que se amaron por última vez; La advertencia del Ciudadano Norton; Largo Haiku para un viaje; Rosas y duraznos; Massaua; Nunca más Lili Marleen; Las mujeres de Houdini y Procedencia desconocida. Los incidentes fundamentales de la Segunda Guerra Mundial expresados por las novelas los hemos encontrado en la bibliografía que citamos en este trabajo, y algunos de ellos han sido transformados por la imaginación de los autores. No obstante, la repercusión que la Segunda Guerra Mundial tuvo en Venezuela es demostrada por el impacto significativo que ocasiona en esta serie de obras.
HITOS DE LA GUERRA DESTACADOS POR LAS NOVELAS
En la novela Cláper, el marchante de Alicia Freilich (1987/2008), se narra la historia de un judío polaco quien huyendo de su aldea natal en busca de “América” (p. 25) -siendo ésta para él sinónimo de la realización humana-, pasa de Cuba a Estados Unidos hasta llegar a Venezuela, donde con arduo trabajo en su condición de marchante logró mejorar significativamente sus condiciones de vida, lejos de los prejuicios hacia su religión existentes en Europa:
“Por no pasar un poco de hambre en tierra santa o allá en América, prefieres aguantar asesinatos de tus hermanos, incendios de sus casuchas y que tu hijo nunca pueda estudiar en un colegio polaco. A cambio tienes que dar tu sangre en sus guerras (…) Por eso les digo papá y mamá. Si los gentiles polacos ganan todas las guerras que hacen y harán, yo ¿qué gano? Al contrario, no soy católico (…) Siempre seré perdedor porque soy quien soy. Por eso les digo adiós. Y sólo hasta pronto pues me marcho y no los abandono. Además sigo siendo ferviente polaco en una sola cosa. Me preocupan mucho los alemanes…” (Freilich 1987/2008: pp. 14-16).
Al enterarse de la muerte de sus padres, Max el personaje principal, regresa a Polonia cuando está a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial y escucha de su hermana la miseria a la que los nazis sometieron a sus padres por su condición judía, fulminándoles la moral y el organismo provocando su muerte. Max intenta convencer a su hermana para que salga de Varsovia pero esta se resiste. Ella asoció los penosos últimos días de sus padres a la vejez de los mismos y no a los tiempos que padecieron, asumiendo que serían pasajeros:
“Lo que veo ¿es miseria? Pobres fuimos siempre, casi todos. Aquí hay otra cosa. Un odio calculado para arruinar el amor propio. No les quitan el pan sino la posibilidad de ganarlo…” (Freilich 1987/2008: p. 173)
Stefanía Mosca (1991) en La última cena realiza una mirada a Venezuela tras la Segunda Guerra Mundial desde la óptica ítalo-venezolana. Lucio y Marcela, encabezan una familia de inmigrantes italianos que llegan a Caracas en los años 40 por motivos económicos. Si bien, han emigrado a un país con cultura e historia distinta, la familia es incapaz de dejar atrás las tradiciones y costumbres italianas, en especial el machismo que también consiguen en Venezuela en tiempos de dictadura. Marcela quien repite los patrones machistas al permitir las irresponsabilidades de su esposo con el hogar y al priorizar la educación de su hijo varón sobre la de su hija; tampoco logra deslindarse de su pasado fascista en Italia:
"El padre de Marcela era fascista, Cavaliere. Il Duce, viva Il Duce, Marcellina. (...) Y en la alcaldía era una de las veinte secretarias que archivaban los recibos y las recaudaciones del impuesto para la causa del Duce" (Mosca 1991: p. 22).
De esa forma en tiempos de dictadura perezjimenista, Marcela encuentra en Venezuela una sociedad machista y militarizada donde la mujer casada debe vivir a la sombra del varón sin libertad, y que paradójicamente admira al recordarle la Italia fascista:
"Pero a Marcela, de padres fascistas, le encantaban los militares. Les tenía un no sé qué de respeto, de admiración. Ella, tan recatada, no podía evitar que sus caderas temblaran visiblemente bajo el plisado de su falda gris." (Mosca 1991: p. 31)
Historia distinta comparte Eva Feld (2000) en Los vocablos que se amaron por última vez. En un edificio, “El Tirrenia” vivía Sara la niña del séptimo piso, pendiente de todo lo que sucede en cada apartamento. Por las conversaciones sabemos que Sara pertenece a una familia judía. Las situaciones que ocurren en cada piso la incitan a recordar acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Un televisor en blanco y negro proyecta imágenes de la biografía de Hitler. Los relatos de ésta guerra pueden ser descritos a través de la mirada de esa niña o se hacen autónomos dentro de la historia cuando se explica la conexión de Venezuela con éste hecho. Sara recurre a un taller literario para escribir una novela, y le viene la idea de torcer la historia verdadera y de imponer en suelo venezolano la presencia nazi, sirviéndose de la dictadura de Pérez Jiménez como aliado.
“Goebbels, Ministro de Iluminación Pública y Propaganda del Führer, había impuesto a Harald Quandt como Superintendente para controlar la situación de Venezuela, mientras se adelantaba las formalidades para su anexión al Reich. Pérez Jiménez y Harald Quandt garantizarían de ese modo la transición...”. (Feld 2000: p. 16)
En el caso de Karl Krispin (2010) en La advertencia del Ciudadano Norton, nos traslada a la Segunda Guerra Mundial a través de la alerta que hace el antivirus Norton al protagonista de la novela, el escritor Max Moro. Si bien la advertencia de virus subestimada por Max, antecede al robo de su novela por parte de un hacker; no es difícil hacer la analogía de tal hecho con el inicio de la Segunda Guerra Mundial:
“Son las propias compañías de software las que fabrican los virus para traficar con la histeria de los usuarios y comerciar su medicina preventiva. Pura literatura de ciencia ficción (...) Al fin y al cabo uno desecha todos esos mensajitos (…) y ¡zaz! se marchan en milésimas de segundos en un abrir y cerrar de ojos.” (Krispin 2010: p. 11)
El Comando Mapuche -alias del hacker- pudo robar la novela de Max aprovechando la escasa atención que éste otorgó a las advertencias de vulnerabilidad de su computadora -sitio de archivo de su novela-, para luego hacerla trizas por ser referente del orden social establecido, y así presentar la misma novela como si fuera de su autoría, siendo entonces galardonado al respecto aún cuando la novela distara de la original. De la misma forma surgirían en Europa los movimientos fascistas y comunistas, que tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial develarían su verdadero rostro y cambiarían por completo el orden mundial, es decir, valiéndose de un continente que ignoraba las advertencias de la Guerra. Así pues, no es casualidad el vínculo existente entre Max como escritor víctima del robo de su novela, y Max como pareja de la argentina Delfina, quien viene junto a él a Venezuela para descifrar el misterioso pasado familiar marcado por la Segunda Guerra Mundial. Erika y Bettina, tía y abuela de Delfina, protagonizan la historia de dos hermanas alemanas separadas por la guerra hasta el fin de sus vidas, sin saber realmente las razones que las distanciaban:
“Erika se había unido a un grupo antinazi y había sido arrestada por la Gestapo seis meses antes de zarpar. Juró abandonar Alemania para siempre e influyó que el cónsul [de Venezuela] le pidiera matrimonio (…) Bettina se casó con un ingeniero argentino de ascendencia alemana (…) Bettina y Erika no volvieron a verse y tuvieron una comunicación poco fluida, que se agravó cuando a Erika le llegaron rumores de que su cuñado ingeniero tenía cierto afecto por los nacionalsocialistas (…) Bettina, su abuela, vivió hasta el último día de su vida, preguntado por Erika al momento de su muerte…” (Krispin 2010: pp. 117-119)
Por otra parte, Susy Calcina Nagai (2011) en Largo Haiku para un viaje -siendo un Haiku un poema tradicional japonés donde se yuxtaponen dos ideas- presenta dos historias afectadas por los cambios que experimentan sus protagonistas, así como el mundo que los rodea tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Jaruko, hija de un alto militar japonés que en 1932 es trasladado a China con motivo de la ocupación japonesa de ese país, vive en la Zona Internacional de Shanghái rodeada de lujos y bajo una estricta educación tradicional. Antonio, un pobre panadero italiano y sostén de su madre viuda, se ve obligado a abandonar su Sicilia natal tras haber sido reclutado por la Armada una vez que cumple 18 años en 1936. A ambos pertenecientes a mundos distintos separados por kilómetros de distancia, sólo el Pacto Antikomintern los uniría. A la lucha comunista germano-japonesa se uniría en 1937 Italia. Así, al poco tiempo Antonio llegaría a Shanghái, encontrándose con Jaruko en un acto militar presidido por su padre, el cual fue saboteado por los chinos, en oposición a la ocupación extranjera.
Así, la relación entre ellos que ante tal distancia sociocultural era rechazada por los padres de Jaruko, terminó en matrimonio en 1939; de esta forma Antonio y Jaruko que tras ser bautizada pasaría a ser Anna, darían paso a una vida radicalmente distinta, al igual que millones de personas tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial también a finales de 1939. La vida de la pareja en plena guerra mundial, sufrió constantes altibajos por las diferencias sociales y culturales entre ambos así como por la nostalgia hacia su vida anterior, en especial Jaruko. Una vez que sus países se rindieron, mientras que Antonio sentía alivio por un fin de una guerra que significaba el cese de las penurias en Sicilia, para Jaruko significaría el fin de una época de esplendor tanto para ella como para su país y China, el cual se materializaría con el ascenso de los comunistas chinos, obligándolos a partir a Venezuela en busca de refugio:
“La rendición total de los alemanes el 8 de Mayo de 1945, fue recibida con absoluto regocijo por Antonio, mientras que Anna [Jaruko], tomó aquel “Día de la Victoria” como un acto de cobardía. Luchar hasta vencer al enemigo era su consigna, y ponía el ejemplo de los Kamikaze (…), para él, una vida que se perdía y por tanto irrecuperable.” (Calcina Nagai 2011: p. 93)
Marisol Marrero (2011) a través de su obra Rosas y duraznos, presenta la historia de las descendientes de una de las primeras familias en poblar La Colonia Tovar, pueblo de colonos alemanes en la Cordillera de La Costa venezolana. Contada por unas de ellas, la obra desentrama las angustias e ilusiones de su bisabuela Lotte y sus hijas gemelas Kina y María Manuela, así como de su madre Eugenia con respecto a encontrar su lugar en un microentorno como lo es la Colonia, teniendo como trasfondo el surgimiento del nazismo y su desencadenamiento en la Segunda Guerra Mundial, y la dictadura gomecista en Venezuela:
“(…) en nuestro lejano país de origen, se daba un fuerte crecimiento industrial, que los llevaría a ser una gran potencia, eso decía don Guillermo, el alcalde el Pueblo. ¡Alemania se estaba armando hasta los dientes! Mientras nosotros, en estas altas montañas de la costa, construíamos “Una isla en la selva” sin posibilidad de salir de ella.” (Marrero 2011: p. 23)
Al igual que las Guerras Mundiales arrasaron Europa y provocaron una crisis de identidad en el seno de ella, el Río Tuy arrasó la casa de María Manuela en la Colonia provocando la crisis en ella. María Manuela, quien es el punto de enlace de una estirpe de mujeres fatalmente destinadas al desengaño amoroso, desdibuja la realidad siendo incapaz de diferenciar los pensamientos de ella y los de Kina o Lotte, hasta el punto de ni siquiera precisar si estas están vivas o muertas. Habiendo huido previamente a Alemania tras haberse embarazado de un hombre casado al igual que su madre, allí se enfrentó con la modernidad de la cara de la militarización, expansión industrial y xenofobia promovida por los nazis:
“(…) He perdido el contacto con mi realidad, he perdido mi verdadera vida, mis amores. (…) Día a día lucho contra un estado de sueño perenne, arcaico. Mas ahora tengo que migrar porque aquí no quieren a los extranjeros, hay mucho odio contra ellos, (…) Dicen que Alemania es para los alemanes. (Marrero 2011: p. 34)
Volviendo desesperada a su tierra natal en búsqueda de su sitio en el mundo, de regreso tan solo encuentra los fantasmas del pasado, pues la Colonia Tovar que dejó atrás también fue tocada por la modernidad simbolizada por la apertura de la Escuela de Aviación y el alcance del gobierno gomecista en materia de educación, infraestructura y persecución política:
“Pero eso es muy peligroso, esos aparatos se caen mucho. ¡La gente se mata en ellos! No quiero que José Manuel [su hijo] sea piloto (…) ¡Es la modernidad! Nadie puede contra ella, yo pensé que venía a un mundo más primitivo y me encuentro con esto. ¡Una escuela de aviación!” (Marrero 2011: p. 97)
Arnoldo Rosas (2012) en Massaua lejos de hacer referencias a la construcción de un nuevo orden mundial tras la Segunda Guerra Mundial, relata las peripecias de un grupo de pescadores de perlas margariteños en la colonia italiana de Eritrea en la antesala de la guerra. Massaua, es el principal puerto de Eritrea. Controlado por Italia desde 1885, constituyó el punto partida de las ambiciones coloniales italianas en África, las cuales se verían incrementadas con los Fascistas en el poder al preparar la anexión de Abisinia. Mussolini pretendía “llevar la civilización adonde imperaba la salvaje naturaleza” (Rosas 2012: p. 18).
Así, en 1935 llega a Massaua una excursión de 18 margariteños. Gomecista y oriundo del sector margariteño Los Robles -El Roblero- es uno de los 18 excursionistas y personaje principal de la trama. Desconsolado por la muerte de su madre; despechado amorosamente; y pobre, El Roblero busca salir de un lugar del que solo conserva malos recuerdos en aras de volver con fama y dinero. Una excursión perlífera en el extranjero se perfilaba como la opción perfecta para El Roblero. No obstante, la excursión resultó ser una trampa por parte de la empresa contratante al intentar saldar una deuda con los excursionistas dándolos como esclavos. Una vez descubierto el plan, serían abandonados en Massaua.
La Massaua que encontrarían los margariteños en enero de 1935, sería muy distinta a la que dejarían a finales de año. Massaua pasaría de ser un insignificante puerto habitado por apenas cinco mil italianos como minoría ante las distintas etnias africanas que la poblaban, a una moderna ciudad habitada por más de 100 mil italianos, repleta de soldados y militantes fascistas, y bajo la mira internacional ante los planes de Mussolini de anexarse Abisinia. En ese escenario y en medio de la pobreza, El Roblero se sentía a gusto y pretendía quedarse. Había obtenido algo muy deseado por él, el aprecio. Era apreciado por sus compañeros de excursión; por su amada Margaretta; y por sus amigos fascistas con quienes discernía de sus planes “civilizatorios” para África e incluso para Margarita, pero con quienes coincidía con las razones por las que Italia dominaba Massaua:
"¿Y por qué como colonia? (...) Ay joven amigo, cómo se nota que no conoce nada de estos pueblos (...) Eritrea no es una nación. Es un amasijo (...) Acá conviven múltiples naciones que no tienen nada en común unas con otras, acrisoladas por presencia y acción de italianos. Sin ellos, la entidad se desintegraría (...) quedando en consecuencia disponible a la rapiña de ellos mismos o de un próximo invasor. (...) Meditando a medida que escuchaba, pensé que en Venezuela (...) aún compartiendo un mismo idioma y religión, habíamos pasado todo el siglo diecinueve guerreando entre nosotros (...) y recién ahora, gracias al benemérito general Gómez, disfrutábamos de paz y unidad. Él era para nosotros lo que (...) era Italia para Eritrea: un gran poder protector que nos mantenía unidos. Quizá tenía razón." (Rosas 2012: pp. 384-385, 387)
Por otra parte, David Alizo (2012) en Nunca más Lili Marleen, de forma similar a Marisol Marrero (2011) en Rosas y duraznos, construye una cadena existente en torno al agente de las SS Martin Fuchs como analogía de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, las cuales afectaron a todos los rincones del planeta de distintas formas. Fuchs quien escapa a Sudamérica para evitar ser juzgado en Nuremberg al igual que otros nazis por su actuación en la guerra, escoge como destino a los Andes trujillanos al tener allí una prima, así espera que la lejanía y su nueva identidad como el empresario Helmut Braune le permitan construir una nueva vida, como el nuevo orden que se instauró en Europa tras la posguerra:
“Al final de la Segunda Guerra Mundial, muchos miembros del alto gobierno del Tercer Reich (…) escaparon de la Alemania derrotada, (…) Vinieron a Sudamérica, donde ya muchos alemanes inmigrantes de la Primera Guerra Mundial habían alcanzado posiciones claves en sus países de adopción (…) [El] Partido Nazi, contaba con varias organizaciones en Latinoamérica [Incluida Venezuela desde 1936]” (Alizo 2012: pp. 13-14)
Son siete las relaciones que Alizo expone en su obra. Todas ellas si bien se desarrollaron en distintos lugares y épocas de la historia, reúnen en común a Martin Fuchs, y también a las distintas formas en las que actúa el mal, ya que aún cuando siempre tome de sorpresa a sus víctimas al mostrar su cara más prometedora, debido a que muestra esa cara, aquello que las victimas esperaban de él no se materializa nunca. De esa manera, se describe el ascenso de Hitler y el nazismo en Europa. Partiendo de las miserias y desesperanzas del pueblo alemán tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, se presenta en contraposición con el temido bolchevismo y los desacreditados partidos tradicionales, como la única oferta capaz de convertir a Alemania en una potencia mundial sin precedente en todos los campos de la sociedad:
“Alemania ya no puede más. Yo creo que los nazis pueden tener la solución, si no de todos los problemas, al menos de los más importantes (…) Hitler es un estadista joven, enérgico, y con los nazis nos protegeremos del bolchevismo.” (Alizo 2012: p. 36)
Siendo la opción más prometedora, nadie pudo prever los horrores que tuvo que sufrir Alemania con sus catastróficas armas modernas, campos de concentración, y millones de muertos y desaparecidos. Así de forma ilustrativa se relata el suicidio de Hitler a la par de la irrealización de los anhelos de grandeza del pueblo alemán tras su derrota en la guerra:
“[Hitler] “Si la guerra se pierde, la nación debe perecer. El destino lo quiere así… Es preferible proceder a las destrucciones nosotros mismos, porque nuestra nación habrá probado su debilidad (…) Un mes después de esto, el Reich llegó a su fin en el búnker de Adolf Hitler, bajo los escombros de la Cancillería de Wilhelmsplatz, arrasada por granadas rusas.”
Es entonces, cuando el argumento de la novela se alterna con el resto de las historias en torno a Martin Fuchs. De este modo se habla de Martin Fuchs como el joven desorientado y desesperanzado que vio en el Nazismo una oportunidad para progresar, cuando en realidad sucede lo contrario una vez que es inducido por las ideas nazis para cometer actos de barbarie que precipitarían su propia destrucción como ser humano perseguido por los fantasmas del pasado. Martin Fuchs como el encantador oficial nazi que enamora a Else prometiendo matrimonio y una vida feliz; un aborto ante la infertilidad de Fuchs no traería más que desdicha para la joven quien termina siendo asesinada por el propio Fuchs. Kristina Flohr, quien no ve peligro alguno en las amenazas de Fuchs hacia ella por sus posturas liberales, sino más bien como un estimulo para lucha por al libertad en Alemania; torturas y el asesinato de su esposo por Fuchs serían los resultados. Helmut Braune como el apuesto empresario alemán quien promete a la pobre Cornelia matrimonio y una vida mejor; otro aborto de parte de un Braune que nuca se casaría con ella, el ejercicio de la prostitución para poder subsistir, y su muerte en manos de Braune serían los resultados. Helmut Braune como el rico alemán que ofrecería a la rica Berta Victoria un matrimonio y familia feliz acorde a las exigencias de su clase social; una familia que nunca se hizo realidad y la humillación pública tras conocerse la identidad de Braune, sería lo que le esperaría a Doña Berta.
Sería un niño trujillano llamado Luciano quien establecería la cadena en torno a Martin Fuchs. Al mismo tiempo que se sintió intimidado por el extraño personaje de tierras lejanas, descubrió una revista donde era identificado como Martin Fuchs, oficial de las SS deleitándose con los cadáveres de los judíos en un Campo de Exterminio en Polonia. Tan solo el desarrollo de los acontecimientos reavivaría su curiosidad sobre el personaje. Así como el Mossad había podido localizar a nazis en el resto de Sudamérica para hacerlos pagar justicia, podrían descubrir si Braune era un nazi y localizarlo. Contactado el Mossad a través de un judío de Caracas, Luciano se encontraría con Kristina y su hija (futura esposa) quienes viajaron a Caracas para servir de testimonio de los crímenes de Fuchs. Así nunca más se escucharía Lili Marleen, la canción de las tropas nazis y por ende la canción favorita de Fuchs al recordarle sus tiempos de oficial de las SS.
En el caso de Sonia Chocrón (2012) y Las mujeres de Houdini, hace de la Segunda Guerra Mundial el acontecimiento clave para comprender el origen de la conflictiva relación existente a lo largo de tres generaciones de judías venezolanas. El mago Houdini ha alcanzado su fama gracias a sus trucos de escapismo, metáfora que alude a los contantes intentos de Sara al igual que de su madre Helena y de su abuela Lía de escapar de la vida. Ellas desaparecen en momentos específicos de la historia de la novela sembrando la duda y la intriga en la familia en detrimento de la armonía. Toda la discordia tendría su origen en el París de los días previos a la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial. Aún así, pese a los tiempos de guerra que se avecinaban los franceses al igual que Lía parecían buscar escapar como fuera lugar de la realidad:
“Por el contrario, sus habitantes [de París] se mostraban extrañamente optimistas al igual que el Primer Ministro Édouard Daladier, convencidos de haber consolidado la paz mundial con el Pacto de Munich (…) nadie se atrevía a presagiar el envilecimiento que padecería, en pocos meses, la mitad de Francia al entregarse en los brazos alemanes (…) Lía se detuvo en varias esquinas abrumada por el peso de la presencia indescifrable (…) Sentía que era preciso escapar de un perseguidor anónimo. Que era preciso huir de un monstruo invisible que le pisaba los talones.” (Chocrón 2012: p. 43)
Entonces, Lía escapó de aquella enrarecida atmosfera del París de la preguerra y desapareció siete días sin notificar a su esposo quien se encontraba con ella en la misma ciudad. Si bien Lía desapareció una semana para colaborar en una red clandestina que llevaba a niños judíos a Suiza para salvarlos de las políticas raciales nazis, para su familia, en especial para su hija Helena, los había abandonado siete días para escapar con un amante.
No obstante, Lía no era la única de la familia que había escapado. Sara llegaría a esta conclusión una vez que su madre Helena le comentara la huida de su abuela en un intento de llamar la atención de su hija:
“Ahhhhh mamá. Tú también volaste, tú también te esfumaste de mi infancia. Y no una semana sino cinco larguísimos años (…) Por lo visto, el abandono era una tara familiar. Lía había abandonado a Isaac. Helena la había abandonado a ella (…) y ella acababa de dejar a Xavier.” (Chocrón 2012: pp. 34, 90)
Sara al igual que su madre Helena, pensaba que ella la había dejado para tener una escapada romántica con un amante. Lo cierto es que su madre la había “abandonado” con sus abuelos mientras ella era internada en un sanatorio mental tras descubrir que su esposo quería abusar de su hija en las noches. Sara, por su parte no solo abandonó a su pareja Xavier como tantos otros, sino que toda su vida había sido un escapismo. Drogadicta, se había casado precipitadamente para escapar de casa (al igual que Helena y Lía); y vivía de los pronósticos del futuro, se dedicaba a leer cartas del tarot a singulares personajes. Pese al constante sentido de evasión por parte de Sara y Helena, éstas no podían escaparse de la culpa a lo largo de su vida. Así lo demostraría Sara tras ser robada en su viaje a Paris, viaje que hace para investigar sobre la desaparición de Lía. Helena también lo haría cada vez que pensaba en sus acciones:
“[Sara] No lloraba por las cosas perdidas. Lloraba por la gravedad de su mamá, por la muerte prematura de Lía (…) por la soledad, por su infancia dividida (…) [Helena] De los cultos de sus antepasados, sólo atesoraba la culpa judeo-cristiana que le sobrevenía en las noches, cuando repasaba su infancia judía (…)” (Chocrón 2012: pp. 165, 190)
En sus últimos días, Lía e Isaac comprenderían que quizás sólo a través de la muerte, se pudiese escapar de los problemas de la vida, lo contrario era una ilusión como las de Houdini:
“Por fin Lía Brandao, es decir, Eugenia Gómez Maya había sido vencida por la muerte sin posibilidad de error. O tal vez fue al revés. Por fin había logrado su último acto de escapismo y se había liberado de los misterios, de lo real y lo ficticio, para siempre. Como Harry Houdini” (Chocrón 2012: p. 195)
Antonieta Benítez Briceño (2013) a través de su autobiografía Procedencia desconocida establece una emotiva aproximación a la Segunda Guerra Mundial desde las vicisitudes que sufrieron los habitantes de los países de Europa del Este, cuyas fronteras cambiaban constantemente a la par del avance de las tropas de un bando u otro, así una vez culminado el conflicto, su procedencia para efectos de la nacionalidad era desconocida. Siendo la autora, hija de una familia de inmigrantes de Europa del Este en Venezuela, fue adoptada por una familia venezolana al nacer, y nunca mostró interés alguno por el origen de su familia biológica. No obstante, cuando su hijo se ve envuelto en una complicada situación legal tras su participación en las protestas estudiantiles de 2007 contra el gobierno de Hugo Chávez, su madre le recomienda recurrir a su familia biológica para salvar a su hijo de un aparente encarcelamiento inminente:
"¿Por qué no tratas de conseguir el pasaporte de la Comunidad Europea para que puedas protegerlo? (...) ¿Cómo?-respondí- (...) Pues recurre a tus documentos. Eres hija de un polaco y tienes derecho a ese pasaporte. Contigo, lo tendría él [su hijo]." (Benítez Briceño 2013: p. 208)
Así, Antonieta recurriría a su familia biológica, la Dogwiallo Hamke, para obtener la nacionalidad polaca, pues para ello necesitaba el número de pasaporte de su padre Boris. No solo la distancia geográfica y las barreras idiomáticas dificultarían la misión -se habían mudado en 1963 a EE.UU. temiendo que la transición a la democracia en Venezuela culminase en una guerra-, sino que su propio pasado familiar le jugaría en contra, pues se desconocía la verdadera nacionalidad de sus padres, Boris y Katherine:
"Los orígenes eran claros, pero los destinos inciertos. Por ser descendientes de polacos, ucranianos, rusos, lituanos y alemanes, no sabían qué pasaría con el triunfo de cualquiera de los lados (...) Si ganaban los Aliados era probable que los deportaran a Rusia, y quedarían en manos de Stalin y su Gobierno, quienes ya los consideraban traidores a la patria. Primero, por tener sangre alemana y, segundo por ser ucranianos, (...). Por eso, y a pesar de no estar conformes con Hitler eran la mejor opción que tenían." (Benítez Briceño 2013: pp. 13-14)
Y es que si bien, Boris era de origen lituano-polaco y Katherine de origen alemán, ambos habían nacido en Ucrania, pero escapando de los soviéticos se refugiaron en Alemania. Sin embargo, tuvieron que huir de Europa como apátridas para evitar ser perseguidos tras el fin de la guerra, de forma tal que Antonieta tan solo obtuvo como solución la solicitud de reagrupación familiar por parte de sus familiares estadounidenses.
CONCLUSIONES
“Eso de lo local y lo universal no tiene sentido, uno está incluido en lo otro, lo particular dentro de lo general ¿Recuerda que discutíamos sobre esto? Que pensábamos la literatura debía ser universal. Aquí veo que eso es, pero no es. Cada casa es un microcosmos encarnado en un hogar. Lo que allí nos sucede pasa en el mundo entero, lo mismo pasa con la literatura” (Marrero 2011: p. 84).
Tal como lo afirma Marrero (2011) a través de las presentes palabras de María Manuela en Rosas y duraznos, aún cuando la Segunda Guerra Mundial haya tenido como principal campo de batalla Europa y el Lejano Oriente, en Venezuela las consecuencias de la misma fueron seguidas con intensidad como si fuesen propias, así como lo demuestran las novelas seleccionadas. Sea a través de los inmigrantes o de venezolanos que presenciaron el conflicto, las novelas sobre la guerra, pese a tener distintos enfoques reúnen elementos en común, siendo frecuente el empleo de metáforas sobre el conflicto por parte de cada una de las historias.
Los personajes principales experimentan profundos cambios en sus vidas habiendo ignorado por completo las señales de dicho de cambio, así como la magnitud de sus consecuencias, pues en caso de haberlo percibido, era recibido con beneplácito como una forma de evasión de los problemas de sus respectivas vidas cuyo pasado posteriormente verían con nostalgia. Asimismo, en vista de que los acontecimientos citados, ocurrieron durante tiempos de dictadura gomecista o perezjimenista, en las novelas estudiadas se establecen constantes comparaciones entre éstas y los regímenes totalitarios europeos de Mussolini, Hitler y Stalin.
Finalmente, es preciso resaltar que a excepción de Massaua, cuyo personaje principal El Roblero busca puntos de encuentro entre la política de Mussolini y la de Gómez a quien admira, el resto de las novelas son protagonizadas por inmigrantes, quienes huyen a Venezuela motivados por las penurias de la guerra así como por la concepción idealizada que tenían de América como sinónimo de éxito, y por ende, como el lugar indicado para comenzar una nueva vida aun cuando algunos de los personajes hayan sido perseguidos por los fantasmas del pasado hasta su muerte. Mientras el judío Max en Cláper, el Marchante para 1936 ya afirmaba que “los extranjeros, dice el periódico, somos el dos por cierto” (Freilich 1987/2008: p. 148), según Morales (2011) entre 1948 y 1961 entraron en el país ochocientos mil inmigrantes. Según Ramos (2010) ese flujo migratorio era encabezado por los italianos, quienes tras la caída de Pérez Jiménez sufrieron ciertos ataques de xenofobia por vinculación con el régimen, tal como lo expresa La última cena.
Referencias
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Morales J. 2011. El proceso migratorio: el Zulia y las colonias extranjeras. Algunas consideraciones preliminares. Mañongo.19 (37):57-79.
Mosca S. 1991. La última cena. Monte Ávila Editores, Caracas, Venezuela, pp. 160.
Ramos F. 2010. La inmigración en la administración de Pérez Jiménez (1952-1958). CONHISREMI. 6(3):29-43.
Rosas A. 2012. Massaua. Ficción Breve, Caracas, Venezuela, pp. 491.