Resumen: El presente trabajo se ocupa de la aparición y consolidación de nuevas expresiones eidéticas en la realidad contemporánea. De este modo, se estudia un conjunto de “ismos” que pueden ser agrupados en la noción “cotidianía”, género (o especie) eidético que se distingue de ideologías, sistemas filosóficos, paradigmas científicos e “ideoglobías”, entre otros. Así, para dar cuenta de las “cotidianías”, se muestran tres casos de “purificación de la vida personal-cotidiana” presentes a comienzos del siglo xxi, describiendo sus nociones fundamentales, buscando similitudes y diferencias. La hipótesis a desarrollar consiste en que las cotidianías son expresiones eidéticas cuyo sentido se realiza en la posibilidad de mejorar la existencia en su dimensión cotidiana, asumiendo que ello es posible en el marco de lo individual, haciendo escasas o nulas referencias a la realidad socio-económico-política, aunque sin descartar dimensiones colectivas o comunitarias. Debe agregarse que la noción “mejorar la existencia” tiene en las cotidianías un sentido eminentemente psíquico-corporal, no económico, de ascenso social, ni menos de hegemonía —aunque todo ello tampoco se excluye, por principio—. Se argumenta además sobre la necesidad de abrir los estudios de las ideas hacia expresiones de lo eidético, poco consideradas por la comunidad de quienes estudian estos asuntos.
Palabras clave:cotidianíascotidianías,ideologíasideologías,“futbolismo”“futbolismo”,“jardinerismo”“jardinerismo”,ecosistema intelectualecosistema intelectual.
Abstract: This work deals with the emergence and consolidation of new eidetic expressions in contemporary reality. Thus, a set of “isms” that can be grouped into the “cotidiany” notion are studied. Cotidiany is an eidetic genre (or species) that distinguishes itself from ideologies, philosophical systems, scientific paradigms, and “ideoglobies”, among many others. To account for “cotidianies”, three cases of “purification of personal-daily life” present at the beginning of the 21st century are shown, describing their fundamental notions, and looking for similarities and differences. The hypothesis developed is that cotidianies are eidetic expressions whose meaning is achieved in the possibility of improving existence in its daily dimension, assuming that this is possible in the context of the individual, making few or no references to the socio-economic-political reality, but without ruling out collective or community dimensions. It should be added that the notion “improving existence” has in cotidianies an eminently psychic-bodily sense, non-economic, non-social rise, nor of hegemony—although all those matters are not excluded in principle—. It also argues about the need to open up studies of ideas into expressions of the eidetic, since these expressions are very little considered by the community of those who study these topics.
Keywords: cotidianies, ideologies, “footballism”, “gardenism”, intellectual ecosystem.
Derechos Humanos, Género y Cultura
“Cotidianías” en América Latina actual: conceptos, géneros, contrastes

Recepción: 24 Octubre 2020
Aprobación: 27 Junio 2021
Formulación del problema*
Es frecuente en los estudios de las ideas en América Latina —y en primer lugar como herencia de lo recibido por parte del quehacer europeo— encontrar palabras como filosofía, intelectual, ideología, historia, sociedad, autoconciencia, clase, modernidad, positivismo, siglo xx, género, neoliberalismo, ilustración, populismo, Estado, dependencia, entre muchas otras, que incluso han llegado a caracterizar este quehacer. Mas existe otro léxico, para formular las “cotidianías” como género eidético diferente: meditación, cuerpo, estrés, cintura, pasarlo bien, espiritualidad, relajación, respiración, danza, diversión, juego, sanación, entretención, desintoxicación, purificación espiritual, piernas, y muchas más. Así, resulta patente la presencia de múltiples discursos que intentan fundamentar teóricamente un conjunto de actividades, algunas de las cuales se practican desde hace bastante tiempo y que frecuentemente se agrupan en nociones como hobbies, deportes, pasatiempos e incluso terapias. Las actividades no son nuevas; lo que interesa en nuestro caso es la elaboración de discursos que fundamentan dichas prácticas, otorgándoles estatus y sentidos que antes carecían. Tales discursos, que han proliferado enormemente, han sido escasamente abordados por los estudios de las ideas. En el presente trabajo se agruparán bajo la denominación “cotidianías”.
El interés por estudiarlos puede fundarse, al menos, en cuatro razones: la primera y más importante, es contribuir a superar un déficit de conceptualización. Este déficit se manifiesta en variadas formas. Una de las más importantes se observa en la equivocidad de la noción “ideología-ideológico” (Freeden, 2013) como sinónimo de “relativo a las ideas” o lo que se denomina en la actualidad lo “eidético”,[1] además de su significación como “pensamiento político” (Devés y Kozel, 2018), que es la más propia, y “falsa conciencia”. La indeterminación conceptual conduce a confusiones, debido que, a partir del estudio de un caso en particular, se pretende obtener resultados para toda especie eidética posible. Por otro lado, dado que la palabra ideología suena muy extemporánea para tiempos remotos o para expresiones eidéticas muy baja o nulamente occidentalizadas, como las de pueblos indígenas, por ejemplo, entonces se les silencia como no existentes. La segunda, porque tradicionalmente los estudios de las ideas se han focalizado en aquello que atañe a las polis, en tanto se ocupe de pensamiento social, educacional, económico e internacional, entre otros, olvidando las cotidianías y otros géneros eidéticos, cosa que incidió, por lo demás, en la dificultad histórica para “ver” el pensamiento femenino, que enfatizaba en lo personal, lo domestico-privado-íntimo, más que en lo “político”.[2] La tercera, porque en sociedades con alto crecimiento de la educación superior —teniendo en cuenta que entre 1970 y 2015 la matrícula en educación superior en la región se multiplicó por 12 o 13 aproximadamente (Brunner, 2016: 103)—, los procesos de despolitización[3] desde hace ya unos cincuenta años, la irrupción de las mujeres en la vida estudiantil y laboral, fuera del hogar y del quehacer doméstico, han favorecido la aparición y diferenciación de terrenos para instalar y desarrollar diversas expresiones eidéticas, permitiendo un espacio mayor para el desarrollo de las cotidianías y la conversación entre estas, de lo cual es necesario hacerse cargo, si no se quiere permanecer de espaldas a la realidad. Al respecto debe agregarse, por lo demás, que la inmensa “eido-diversidad” no se deja atrapar estudiando solo el pensamiento de grandes figuras como Gabriela Mistral, Gilberto Freyre, Arturo Roig o José Martí. Y finalmente, porque la descripción de esta entidad eidética permite explicar de forma más precisa el cambio y la circulación de ideas, así como su relación con aspectos no eidéticos, además de facilitar la formulación una agenda de renovación para los estudios eidéticos regionales.
Desde los estudios eidéticos escasamente se han estudiado tales cotidianías, aunque desde otras especialidades sí se han abordado más a fondo, sea en su dimensión práctica o en su dimensión teórica, que es la que interesa en este trabajo. Son numerosos los estudios que abordan las tendencias de pensamiento que nutren los discursos “cotidianistas” o “cotidiológicos”: saberes psi, saberes médicos, autoayuda, orientales y ecológicos, entre otros, poniéndolos en conexión con las prácticas cotidianas, aunque sin definir una clase eidética.
La historiografía de la cultura se ha ocupado de los discursos psi (Ruperthus y Lévi, 2017), de los discursos médicos, psicológicos y psiquiátricos (Viotti, 2018; D’Angelo, 2014 y 2016) que constituyen algunas de las bases de las cotidianías. Dichos trabajos se aproximan al problema de la articulación entre discursos científicos y discursos espiritualistas presentes en las terapias alternativas. Respecto a estudios sobre la literatura de autoayuda, clave en numerosas cotidianías —y quizás la más importante de todas, como aportadora de conceptos y perspectivas—, existen también trabajos recientes (Peredo, 2012; Papalini, 2013), junto a estudios que provienen de la sociología de las religiones en América Latina (Viotti, 2011 y 2018; Semán y Viotti, 2015), asociándose a la masificación de la diversidad de manifestaciones religiosas en la región (Parker, 2005). Otra de las entradas posibles ha sido impulsada por estudios focalizados en pensamientos de raíz asiática, que han inspirado yoguismos y meditacionismos, con variadas manifestaciones, al menos desde 1900 en adelante y a lo largo de todo el siglo xx (Vicuña, 2006; Devés, 2020; Devés y Melgar, 2005). Estas articulaciones son particularmente interesantes, pues explicitan la variedad de procedencias de los elementos que componen algunos relatos de las cotidianías que no se definen precisamente por pertenecer a un mismo linaje eidético (Rose, 2003) sino por ser capaces de desenvolverse, proliferar e hibridarse en nuevos terrenos disponibles, componiendo discursos que se renuevan rápidamente. En tal sentido, la noción “cotidianía” pretende operar como una clasificación que corresponde a la presencia de un tipo de entidades eidéticas en determinados ecosistemas intelectuales y no por su pertenencia a un mismo linaje.[4]
Objetivos, hipótesis, axiomas y ecosistemas intelectuales
El objetivo de este trabajo consiste en elaborar una caracterización de las cotidianías como expresiones eidéticas diferenciadas, para lo cual se abordan tres casos presentes a comienzos del siglo xxi, futbolismo, jardinerismo y yoguismo, describiendo sus nociones fundamentales y buscando similitudes y diferencias. La hipótesis general apunta a interrogarse sobre las cotidianías como expresiones eidéticas, cuyo sentido efectúa en la posibilidad de mejorar la existencia en su dimensión cotidiana. Debe agregarse que la noción “mejorar la existencia” tiene aquí un sentido eminentemente psíquico, corporal e individual, o de pequeños grupos, sin apuntar a una dimensión política estructural.
A lo señalado debe agregarse —si bien esta premisa no se intentará probar en el presente trabajo— que las cotidianías han proliferado y diversificado en relación a numerosos factores que han contribuido a perfilar los terrenos[5] donde han echado raíces. Algunos de estos factores son: el aumento de los años de educación formal y el enorme crecimiento de sectores con educación superior; los procesos de desideologización-despolitización; el ingreso masivo de mujeres en la educación primaria, secundaria y terciaria; el quehacer laboral remunerado y la baja en las tasas de maternidad; la convicción socio-culturalmente aceptada en las generaciones de 1960’s hacia adelante, donde es posible enamorarse y reinventar la existencia más de una vez y hasta edades mayores; la pérdida relativa, en los imaginarios, de la importancia del aparato de Estado como proveedor de bienestar, asumiéndose que los grados de bienestar provienen de logros personales más que institucionales;[6] el desarrollo de una preocupación mayor, a nivel masivo, por la individualidad, la apariencia, el cuerpo, la imagen que se proyecta. Sin descontar factores como la existencia de una sociedad de consumo, capas medias extendidas, tiempo libre y democracia, que parecen condiciones necesarias para la masificación de las prácticas cotidiánicas. Es más, la existencia de las cotidianías indica el estado en que se encuentran otras entidades eidéticas, ya sea de fragmentación, debilitamiento u olvido.[7]
Definiciones y distinciones necesarias
Las cotidianías son expresiones eidéticas que aspiran a fundamentar un quehacer por el cual se adquiere una vida buena o mejor, en dimensiones físicas y psíquicas por parte de quienes lo practiquen, de modo inmediato. Un bienestar focalizado en una dimensión particular de la existencia, si bien conllevaría algunas proyecciones hacia personas cercanas, sobre las que debería repercutir de manera indirecta. Estas expresiones eidéticas no pretenden dar sentido a la totalidad de la existencia personal, ni menos de toda la sociedad, y por ello no se proponen cambiar las estructuras, ni menos convencer a la humanidad de sus beneficios. En consecuencia, proliferan inspirando (dando sentido a) ámbitos de la cotidianeidad personal o de pequeñas agrupaciones de personas con lazos estrechos. Es decir, no tienen como referente necesario la polis-Estado-nación, ni el espacio mundial, aunque tampoco lo descartan ni descalifican (Devés y Kozel, 2018). “Cotidianías”, “ideologías”, “pan-ismos” e “ideoglobías”,[8] además de otras expresiones eidéticas, suponen la noción de una existencia mejor que la vivida, aunque en planos diversos: privado, público nacional, público global.
Las cotidianías enfatizan lo privado, lo diferente de la polis, no la colectividad, reivindicando espacios para la individualidad, para encontrarse consigo misma y consigo mismo, para desintoxicarse, para hacerse mejor, para estar bien en su piel. Así se acercan a la definición que ofrece Vanina Papalini para la autoayuda, que es un discurso que traspasa las cotidianías:
Ofrece una técnica para la resolución de problemas. En ella [la autoayuda] hay una promesa condicionada: si el lector sigue el camino prefigurado, conseguirá bienestar en su vida. La autoayuda trata la dimensión subjetiva como fundamento de un cambio vital individual, orientado a una finalidad específica. (Papalini, 2013: 164)
n todo caso, si hay colectividad se refieren a las pequeñas agrupaciones: parejas afectivas, familia, amistades ínti
En todo caso, si hay colectividad se refieren a las pequeñas agrupaciones: parejas afectivas, familia, amistades íntimas, compañeras y compañeros en el trabajo cotidiano. Es decir, colectivos pequeños de lazos muy frecuentes. Para entenderlo más claramente, podemos aludir a los silencios. En las cotidianías, las palabras sociedad, colectividad, país, nación, política, economía nacional, relaciones internacionales, no existen a nivel de proyecto y, si aparecen, lo hacen a modo de generadoras de tensiones, de las cuales las prácticas inspiradas por estas cotidianías nos mejorarían. Por su parte, los enemigos no son sectores sociales, clases, políticas o medidas económicas, sino malos hábitos o situaciones: vida sedentaria, alimentación nociva y estrés. Ahora bien, aunque una cotidianía no pueda imaginarse por sí sola como un proyecto de sociedad-política y ni siquiera como el principal componente de un proyecto, y esto es lo que le otorga carácter a esta clase de expresiones eidéticas, sí puede articularse en torno a proyectos de sociedad y de globalidad.
Las cotidianías, en tanto que expresiones eidéticas, se desarrollan (y no aparecen por primera vez) de modo preferente, entre sectores sociales que se hacen sensibles a la noción de mejorar la existencia o la calidad de vida en el ámbito cotidiano-personal. La propuesta de este tipo de expresiones eidéticas apunta a diferenciar el quehacer cotidiánico de otras dimensiones de la existencia, sobre las cuales debe influir sin suplantar. Dicho tipo de discursos hace la diferencia entre momentos de la existencia, diferenciando este género de un quehacer profesional que envolvería toda la jornada y que produciría el sustento, como se verá en múltiples intervenciones de sus voceras y voceros. No se hace taichi, yoga, fútbol, cultura física, meditación trascendental o jardinería todo el día, sino unas horas, algunos días por semana, en un momento de la jornada diaria o semanal, sin exclusión de momentos más extensos e intensos en alguna ocasión semanal, mensual o anual. Las cotidianías operan entonces como formulaciones para una vida mejor en los recodos de la existencia.
En definitiva y adelantándose al propio camino de investigación que conduce a una definición, puede decirse que las condiciones para determinar si se trata o no de una cotidianía: (a) es una expresión eidética que pretende inspirar una existencia mejor en un ámbito específico (lo que se ha denominado un recodo existencial) y no para la totalidad, como por ejemplo una teología o religión tradicional; (b) expresión eidética focalizada en el ámbito individual y corporal, aunque con proyecciones psicomentales; (c) expresión que propone su práctica de modo regular, normalmente en ritmo semanal, para alcanzar efecto de sanación; (d) expresión diferenciada de las que formulan una existencia mejor para las sociedades como conjunto, y (e) expresión de bajo o nulo nivel proselitista, que no se concibe como excluyente ni conmina a sus cultivadores a difundirla.
Los casos: futbolismo, jardinerismo y yoguismo
Presentaremos tres casos de cotidianías, orientando la exposición específicamente a los aspectos que permiten detectar un pensamiento, tendiente a mostrarlas como ejemplos de la clase de entidad eidética que se intenta precisar. Los tres casos fueron seleccionados con dos criterios: que se encontrara suficiente información en sitios en internet en español y que fueran lo suficientemente diversas como para otorgar un espectro relativamente amplio. Ante esto aparece una pregunta clave: ¿existen cotidianías con carácter latinoamericano? Y de ser así, ¿cuáles son sus trazos? Los sitios fueron revisados tendiendo a detectar cuáles eran las motivaciones presentadas para fundamentar las prácticas pertinentes a cada una de estas cotidianías. Así, por ejemplo, no se consideraron los sitios que se ocupan del fútbol como espectáculo o los que apuntan a estudios botánicos o sobre filosofías orientales.
Para evitar malentendidos, reiteremos la definición de cotidianías: se entiende por “futbolismo” (o bien “jardinerismo”, “yoguismo”, u otra) el conjunto de ideas articuladas que fundamentan la práctica del fútbol (la jardinería, el yoga u otra) en la vida cotidiana, como una manera no única ni excluyente de mejorar aspectos de la propia existencia. No se confunda el futbolismo con el fútbol, ni mucho menos con el conjunto de prácticas que rodean el quehacer profesional de la industria y el espectáculo del fútbol. En este caso se trata del desarrollo de ideas que motivan la práctica cotidiana de este deporte. Lo mismo aplica para las demás cotidianías.
Las cotidianías que se han podido detectar en América Latina son enumeradas a continuación, formulándose todas como “ismos”, precisamente para poner acento en la elaboración eidética, que es lo que atañe a este trabajo, no en las prácticas: bellecismo, fisioculturismo, futbolismo (y otras formulaciones asociadas a deportes), jardinerismo, masajismo, meditacionismo (y alternativismo cristiano, como el carismatismo); musicalismo, naturismo-nudismo, pilatismo, psicoanalismo (en el sentido de los beneficios de concurrir una o más veces por semana a entrevistas o consultas con profesionales, con la intención de limpiarse como persona y ser descargada o purificada), taichismo (y otras cotidianías asociadas a artes marciales), tarotismo, yoguismo.[9] En cierto sentido todas estas prácticas son realizadas en los recodos de la existencia cotidiana aunque, de modo frecuente, serían terapias que por su misma acción hacen “bien”, con diversos énfasis, según los discursos.[10]
La metodología consistió en detectar sitios de internet en español, de preferencia latinoamericanos, que presentaran una relativamente alta densidad eidética donde se propiciaran las prácticas estudiadas. Se detectaron sitios originados en Argentina, Chile, El Salvador, México y también de España, que se hicieron valer dada su equivalente accesibilidad. Tales medios en ocasiones tienen como voces y voceros a los practicantes y, en mayor medida, a quienes venden servicios y productos asociados. Se han aprovechado ambos, dado el hecho de una comunidad conceptual entre ambos sectores.[11] No se determinó una cantidad a investigar luego de la primera exploración, donde se concluyó que siendo muy baja la densidad eidética se debía trabajar sobre la cantidad necesaria para dar una respuesta a las preguntas formuladas, en la medida de lo posible. Fueron excluidas enciclopedias y obras académicas como fuentes para la investigación.
A los textos reproducidos en estos sitios se les formularon cuatro preguntas: definición de los objetivos del sitio y argumentaciones en torno a la práctica de la cotidianía que se propone; conceptos, autores y tendencias citados como referencias; tipos de saberes involucrados, y conexiones y proyecciones hacia otras expresiones eidéticas.
a. Futbolismo: vida sana, disminuir el sedentarismo, divertirse y jugar
Los objetivos y argumentaciones que fundamentan el “futbolismo” como propuesta teórica apunta a los beneficios de la práctica de este deporte de manera frecuente y no profesional; un ritual colectivo de sanación, según las argumentaciones encontradas. En su sitio Barrio, pasión popular, Tigre Sáez (2013) presenta su propuesta sobre la práctica futbolera de barrio en dicha ciudad. Comenta que “se dedican los días sábado y domingo a pasar un agradable momento con los vecinos del sector. Las ligas amateurs han generado en la comunidad el divertirse y jugar sin discriminar de dónde provenga la persona”. Es “una manera de entretención y distracción para los vecinos”, de modo que “el rol de las ligas amateur para la comunidad es necesario para desarrollar la vida sana de las personas y disminuir el sedentarismo en el país”, por lo cual “la edad no es una excusa para dejar de lado las actividades físicas, es por eso que la municipalidad se encarga de que todos sigan teniendo una vida sana” (Sáez, 2013).
Ahora bien, si “el objetivo final en las ligas amateurs es divertirse y pasar un rato agradable con los amigos, hoy es más que eso”. Y de hecho “cualquiera de nosotros puede pertenecer a un equipo, mientras tengamos ganas de pasarlo bien y jugar”, pudiendo encontrar “en esta disciplina que ya no solo es atractiva para quienes asisten cada domingo a la cancha a disfrutar del deporte rey, si no que las familias se han hecho parte y partícipe de las ligas amateur, algo favorable para el deporte y para cada una de ellas” (Sáez, 2013). En resumidas cuentas, si extractamos los valores que el Tigre Sáez destaca en relación al fútbol de barrio y que le permiten fundamentar esta actividad, tenemos: pasarlo bien, divertirse, pasar un rato agradable, vida sana, disminuir el sedentarismo, jugar sin discriminar, pasar un agradable momento, de entretención y distracción. De las reiteraciones anteriores concluimos con tres conceptos: entretención, vida sana y distracción.
Junto a la simpatía y espontaneidad del discurso elaborado por Tigre Sáez, debe agregarse un discurso más pragmático a la hora de constituir el futbolismo como cotidianía. Allí la clave consiste en enumerar un conjunto de beneficios que inciden en numerosas dimensiones de la vida y donde el fútbol puede representar un papel clave. De este modo: “el fútbol es un deporte que naturalmente, mientras te diviertes anotando goles, ejercita y fortalece tus músculos, tus piernas, muslos, abdomen y pecho adquieren firmeza, lo cual ayuda a eliminar esa molesta flacidez, moldear tu figura y prevenir lesiones futuras”; “equilibrio máximo”, y la pasión, porque con el fútbol “reímos, lloramos, gritamos, nos enojamos, en fin, sentimos en el corazón un mundo de emociones” con “mente positiva”, permitiendo la “liberación de estrés para quienes lo practican, crea autonomía y confianza en las personas, por lo cual si lo conviertes en un hábito no tardarás en sentirte mucho mejor y eso lo notarás física, emocionalmente y en consecuencia en tu autoestima” (Granvita, 2018). Ello se complementa con un discurso de alto interés para los varones ya no tan jóvenes, pues el fútbol, además de tonificar músculos y huesos, disminuye la grasa, oxigena la sangre y mejora la capacidad cardiovascular y aumenta la testosterona (Cantolao, 2018).
Los saberes involucrados en el futbolismo inciden en una versión aglutinadora, como se verá igualmente en las cotidianías abordadas más adelante. Por un lado, el discurso del practicante de barrio popular, cercano a la práctica de un hobby o pasatiempo, es poco elaborado y, por tanto, considerado casi un divertimento sano para personas y familias.[12] Junto a este coexiste otro saber de tipo “científico” y hasta “higienista”, más cercano al lenguaje de entrenadores, profesores de gimnasia y polifacéticos comentaristas deportivos, donde se habla más específicamente de los “beneficios de practicar el fútbol” y donde el divertimento cede lugar a argumentaciones utilitaristas, algunas basadas en saberes médicos como los amplios beneficios para la salud física: músculos, piernas, muslos, abdomen, pecho, además de mejorar la capacidad cardiovascular y aumentar la testosterona, entre otros beneficios corporales. Un tercer elemento es el discurso de autoayuda y que traspasa numerosas cotidianías. En este caso, el fútbol mejoraría el equilibrio psíquico, en la medida que sentimos emociones, potencia una “mente positiva”, “libera estrés”, “crea autonomía y confianza” y favorece la autoestima, repercutiendo todo esto en una sensación general de bienestar.
Entre los conceptos, autores y tendencias citados como referencias, deben considerarse entonces tres niveles: diversión, bienestar físico y bienestar psíquico. Las figuras intelectuales referenciales pueden ser comentaristas deportivos, figuras de la burocracia ocupadas del deporte y personas con formación profesional en educación física, además de practicantes convocados a expresarse sobre sus quehaceres.
En cuanto a conexiones y proyecciones hacia otras expresiones eidéticas el futbolismo, particularmente por ser un discurso hacia el cual está sensibilizada una cantidad importante de población, puede tender a transformarse en un discurso gremial. Ello puede ocurrir cuando las agrupaciones amateurs se van confederando y nombran directivas que comienzan a golpear las puertas de las autoridades del gobierno local para obtener beneficios o facilidades como segmento social. Entonces ya han dejado de ser cotidianías para constituirse en un discurso que representa intereses gremiales o corporativos, que aspiran a cambiar al menos algunos aspectos de la legislación vigente. Otra conexión importante, que también es posible por la masividad del fútbol en algunas sociedades (y que sería traspasable al “beisbolismo” en otras latitudes) consiste en ir desde la cotidianía a problemas sociales en los barrios populares, en particular al tema de la violencia, las drogas y el delito en general. Es el caso de un club de barrio que funde a jóvenes partidarios de Colo-Colo y Universidad de Chile, llamado Bullalbo, gestado a partir de una inquietud por frenar la violencia. Cuenta Flavio Ruiz, fundador del club en 2004: “La violencia del fútbol se soluciona con fútbol”. Según Ruiz persiste un concepto errado respecto de lo que se considera valiente o “choro”: “Acá en Chile se cambiaron los roles. Acá choro es el que roba, choro es el que es narco, choro es el que pasa a llevar a los demás. ¡Para mí choro es el que se levanta todos los días a trabajar a las cuatro de la mañana!”. Luego insiste en su argumentación: “El ambiente no era cordial en el barrio antes de la fundación de Bullalbo. Era normal que en los días que jugaba Colo-Colo contra la Universidad de Chile, los barristas del sector se enfrentarán a combos, piedrazos, puñaladas e incluso balazos”. Finalmente concluye que esto ha cambiado completamente (Burotto, 2013).
b. Jardinerismo: muchos beneficios para la salud, tanto física como mental
La cotidianía jardinerista se ha elegido por sus relativos contrates, en comparación a otras notoriamente más masivas o tematizadas, como futbolismo y yoguismo. Iniciando su libro Jardinería en Chile, María Gabriela Saldías argumenta que “la jardinería, entendida como el arte y técnica de cultivar jardines, ha cautivado al ser humano en todas las épocas” y ello porque “en forma espontánea surgen los deseos de plantar y cuidar las plantas que conforman un jardín” (Saldías, 2011: 7).
Los objetivos y argumentaciones consisten, como en las otras cotidianías, en un conjunto de beneficios que reporta la jardinería para quienes la cultivan de forma amateur, algunos de los cuales rebalsan hacia prácticas profesionales. La misma autora enumera razones que justifican la ocupación por los jardines; agrega tanto la de disponer de espacios acogedores y bellos como también la de satisfacer necesidades alimenticias y medicinales, tanto más cuando “conocer y disfrutar de las plantas y su cultivo, es un desafío que no tiene restricciones de edad ni actividad”, y todavía agrega otros beneficios para la vida personal, para la economía, la humanidad, la naturaleza (Saldías, 2011: 8). Una segunda línea de argumentación enfatiza en las cuestiones ambientales de modo que “contribuyes a la protección del medioambiente y a la preservación de los recursos naturales” (Monge, 2018). Como si ello fuera poco, en un derroche de generosidad eidética, una página española nos promete que estas prácticas y su producto las plantas “alivian tensiones, nos hacen compañía, mejoran el estado de ánimo, permiten la desconexión total, aumentan nuestra autoestima, nos ayudan a socializar, nos enseñan a adquirir responsabilidades, nos ayudan a organizar nuestra mente” (Cores, 2020). Sin embargo, este género de discurso, compartido con las cotidianías en general, es complementado y desarrollado por otros agentes. La tienda virtual AutoHuerto (s.f.), por ejemplo, elabora una versión identitaria, sumamente inusual en el discurso sobre cotidianías, aunque comprensible en el caso específico del jardinerismo, al argumentar: “queremos que las personas vuelvan a sus raíces, que la tierra vuelva a ser parte fundamental de nuestra vida y con esto despertar la semilla que todos llevamos dentro” (Cores, 2020).
Los tipos de saberes involucrados consisten, como en otras cotidianías, en amplias argumentaciones favorables que derivan de la buena voluntad de quien quiera ir agregando beneficios, no existiendo en los ecosistemas intelectuales una discusión como aquellas a que están sometidas las ideologías, los sistemas filosóficos, las teorías científicas u otras especies eidéticas en torno a las cuales existe debate, sobre la base de conocimientos compartidos y competencias en el campo intelectual y social. Dado que en este ámbito no se plantea una militancia, no hay quién descalifique las otras cotidianías y ni siquiera otras versiones sobre la misma, sino más bien ocurre un fair play que simplemente opera agregando beneficios.
Los conceptos, autores y tendencias citados como referencias provienen del paisajismo y la estética, por una parte, del naturalismo[13] y del ecologismo por otra, del discurso psicológico y de autoayuda en tercer lugar, y del discurso médico en cuarto. Así, por ejemplo, se cita la autoridad de la psicóloga Guadalupe Pacas, quien afirma que “estar relajado en medio de las plantas que has sembrado con tus manos puede influir mucho en tu nivel de estrés y ansiedad, la calidad de tu sueño y descanso, entre otros factores” (citada en Monge, 2018).
Las conexiones y proyecciones hacia otras expresiones eidéticas, como saberes médicos, psicológicos y de autoayuda, ya se han señalado, y con mayor énfasis se abordarán en el siguiente apartado sobre el yoguismo. Es de notar sin embargo la presencia de un discurso naturista y la derivación posible hacia “desertismos”. En el jardinerismo aparecen tendencias “desertistas” que, de acentuarse, exigirían renunciar a las sociedades “normales” para retirarse hacia una existencia completa en medio de la naturaleza y el cultivo orgánico de la tierra.
c. El yoguismo: repetir en cada inhalación “estoy en paz” y en cada exhalación “soy feliz”
No está demás repetir que las formulaciones que vienen a continuación no representan la única versión del yoguismo, como tampoco una versión consensuada. Se trata más bien de allegar argumentos y expresiones que van conformando un todo que permite detectar un corpus eidético, teniendo en cuenta que no es la obra de figuras teóricas que estén formulando una posición propia ni pretendiendo validarla por contraste frente a otras en disputa.
Los objetivos y argumentaciones que se encuentran en el sitio Yogastyle desarrollan numerosas reflexiones que provienen de practicantes, entrevistas y diversas opiniones que contribuyen a formular el “yoguismo” como conjunto de ideas que explican, fundamentan y proyectan un quehacer cotidiano, mostrando versiones posibles y donde son presentadas de manera armónica, aunque no unívoca. Por ejemplo, para Mauricio López, enfermero, el yoga “no es solo una práctica física; si lo tomas así, muy pronto te podrás sentir frustrado”. Debe entenderse más bien como un quehacer que permite “conexión entre cuerpo, mente y espíritu, generando una conversación interna, un intercambio y retroalimentación, que ayudan a aumentar mi conciencia”. A ello López agrega un conjunto de otros beneficios, donde el yoga “oxigena el cerebro y siento que puedo pensar mejor”, de modo que “como enfermero intensivista, he mejorado mucho mi manejo del estrés, la rapidez y agilidad en los cálculos mentales y la resolución de problemas en mi trabajo diario con personas que se encuentran en riesgo vital”, pues el yoga le habría permitido sentirse “más sereno y menos reactivo, más afable y menos agresivo” y no solo en el plano laboral, “sino que en todas las actividades de mi vida” (López, s.f.).
Las frases de Mauricio López son paradigmáticas, pues el yoga no solo ha cambiado su existencia sino que parecen completar todo lo que una persona puede desear de una práctica desarrollada en algunos breves momentos, pues en paralelo continúa trabajando como enfermero en un establecimiento médico. En el sitio, sus opiniones y las de varias otras personas de edades y ocupaciones diversas son acompañadas de informaciones provenientes de fuentes universitarias como los trabajos de Richard J. Davidson, presentado como “pionero de la ciencia de la meditación”, que habrían concluido que “meditar cambia nuestro cerebro” (Yogastyle, s.f.), lo que si bien no es sinónimo de yoga es una práctica emparentada y realizada frecuentemente por las mismas personas. De hecho, se informa que imágenes obtenidas por resonancia magnética “demuestran que las personas que practican meditación aumentan la densidad de neuronas en estructuras cerebrales responsables del aprendizaje, memoria, regulación de emociones y empatía (corteza cingulada en el sistema límbico, hipocampo izquierdo y unión temporoparietal)”, tanto como disminuyen la densidad de neuronas “en otras zonas como la amígdala, que controla, procesa y almacena las respuestas fisiológicas relacionadas con emociones instintivas básicas, como miedo, rabia, lucha, huida y estrés” (Yogastyle, s.f.). Correlativamente, se informa de otras investigaciones como la de Sara Lazar, “neurocientífica del Hospital General de Massachusetts y de la Facultad de Medicina de Harvard”, que muestran que la meditación “disminuye el ritmo de adelgazamiento progresivo de la corteza prefrontal, que filtra y ordena nuestro mundo exterior, definiendo comportamientos complejos como nuestras ideas, planes personales y toma de decisiones” y que ello tuvo repercusiones en varios planos de modo que “meditadores de 50 años tienen la misma cantidad de estructura cortical que jóvenes de 25”. A nivel hormonal, “la meditación reduce los niveles de cortisol en la sangre, sustancia relacionada con el estrés” y “al finalizar un programa de investigación de ocho semanas con la doctora Lazar, los meditadores reportaron menos estrés y mayor felicidad, a pesar de que sus condiciones externas no habían cambiado” (Yogastyle, s.f.).
No puede faltar en un sitio sobre cotidianías los beneficios detallados sobre la práctica, parte clave del discurso de estas expresiones eidéticas. Así, en el artículo “6 buenas razones para practicar yoga” se destaca que: favorece el sistema inmune, alivia el dolor, reduce el estrés, combate la depresión, retarda el envejecimiento y reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, entre otros beneficios.
Dos personas que aparecen como referentes de autoridad: Sara Lazar y Richard J. Davidson, presentado como “pionero de la ciencia de la meditación”. A ello se suman autoridades criollas, sin títulos académicos sino de prestigio en el campo; así, destacan las propuestas de la “maestra Yanquinao Guasch” en 2020, quien propone “pranayama y meditación para sostenernos emocionalmente en estos convulsionados tiempos que vivimos como país”. Ello porque “el yoga aporta herramientas concretas de autocuidado y auto observación, ambas muy importantes para comprender con claridad qué fibra le toca a cada uno lo que está ocurriendo afuera”. El pranayama se define como la posibilidad de crear, regular, distribuir, mantener y aprovechar la energía vital por medio de la respiración consciente. “De esta forma no nos perdemos en la efervescencia y en el incesante movimiento, permitiéndonos hacer de esta situación difícil tierra fértil para el nacimiento de lo nuevo”, comenta Yanquinao. Pensando en aliviar el estrés y la inestabilidad emocional, propone repetir un Sankalpa, que es un propósito o una afirmación positiva para ti. Si no tienes uno puedes repetir en cada inhalación “estoy en paz” y en cada exhalación “soy feliz” (citado en Rossi, s.f.).
Las propuestas teóricas de Yanquinao Guasch son complementadas por otras que provienen de personas menos profesionalizadas. Por ejemplo, el artista plástico Mario Toral argumenta que “Muchos creen que el yoga no es más que un ejercicio físico. Sin embargo, trabaja también con el alma. Para mí, anhelar el Nirvana es buscar la paz, el equilibrio y la armonía que también confluyen en la belleza de una obra. Y es que yoga y arte tienen eso en común” (Toral, s.f.). El actor Héctor Noguera, por su parte, responde a una entrevista que “principalmente el teatro y también el yoga me han enseñado a tener compasión por el ser humano”, lo que no significa “apenarse por el otro”, sino “saber ponerse en su lugar”. De hecho, comenta Noguera que uno de los secretos para mantenerse en buen estado a sus 83 años ha sido practicar “yoga desde muy joven, aunque no siempre con la continuidad que quisiera” (citado en San Román, s.f.).
Los tipos de saberes involucrados provienen de lo que plantean las propias personas que practican el yoga y que sistematizan sus experiencias, a la vez que maestros de este quehacer que lo hacen más sistemáticamente. A ello se agrega el saber de investigación médica, psiquiátrica y neurológica que viene a reforzar por una parte y dar fundamento científico por otra, a lo que sienten algo espontáneamente quienes practican yoga. Ana D’Angelo ha derivado de sus investigaciones sobre la folletería de promoción en la ciudad de Mar del Plata que
estos rituales persiguen transformaciones en una o varias dimensiones de la persona, donde esta identifique el malestar que origina su búsqueda: emocional, físico, mental, espiritual o relacional. La articulación de estas dimensiones deriva en la conformación del género retórico y performático del bienestar […]. Ello porque reduce niveles de estrés, fortalece el sistema inmunológico, aumenta el optimismo, alivia la ansiedad y la depresión, aumenta la protección antioxidante, mejora la función cerebral, produce bienestar y paz mental. (D’Angelo, 2014: 151)
Tal impregnación va desde un pensamiento proveniente de filosofías asiáticas tradicionales y que ha sido aggiornado con rasgos orientalizados (no en el sentido de Said, que induce a confusión), que ha venido a impregnar junto y a través del discurso de autoayuda y el New Age (Semán y Viotti, 2015) a discursos religiosos, deportivos, ideológico-políticos o de management.
En tanto conexiones y proyecciones hacia otras expresiones eidéticas el yoguismo, como formulación discursiva, posee mayor énfasis en el desarrollo teórico que el futbolismo y el jardinerismo, derivado del público que comparte este discurso y los sitios que lo promueven. De este modo, resulta más extensa la lista de conexiones teóricas que se establecen. Estas han sido sintetizadas por Ana D’Angelo de manera sumamente perceptiva, aunque parece necesario detallar específicamente las conexiones eidéticas del yoguismo. En primer lugar y de modo obvio, la filosofía yoga parece ser la inspiración principal en el discurso, aunque ello debe ser claramente matizado, pues en la cotidianía yoguista, de la cual se ocupa este trabajo, el discurso más recurrente es el de autoayuda que se hibrida, se traduce y hasta se reviste de filosofía yoga. Por cierto, se articula con el pilatismo, que parece una versión secularizada, especialmente en la medida que alude a principios más bien médicos, por un lado, y por otro, se despoja de la cuestión del tema de la meditación y del meditacionismo, que también se articula al yoguismo. Deben destacarse dos “ismos”: el hippismo y el “pacifismo”, que no son propiamente cotidianías, si bien empalman con varias de las existentes en la región, y todos juntos se enlazan a poshumanismos como el vegetarianismo, el veganismo y el animalismo, que por su carácter más holístico podrían denominarse “filosofías de vida”.
Conclusiones
1. Se ha compilado una serie de elementos tanto teóricos como empíricos para mostrar la existencia y el desarrollo de un tipo de entidad eidética con cierta antigüedad, aunque con una importantísima proliferación en tiempos recientes. Para hacer esto más patente se han presentado tres formulaciones “cotidiánicas”, entre una amplia cantidad de posibilidades, completamente inusuales en los estudios de las ideas, aunque inspiran el quehacer de millones de personas en su existencia personal y privada.
2. Puede concluirse que las cotidianías se constituyen a partir de factores eidéticos de muy distinta procedencia, que son parcialmente resignificados, frecuentemente a través del discurso autoayuda. Estos orígenes diversos permiten contactos, fusiones y trasvasijes de significación, manejando las palabras de modo a veces demasiado laxo y poco riguroso.
3. En los tres casos estudiados encontramos la noción de “beneficios de practicar” el fútbol, la jardinería y el yoga, donde varios de estos se reiteran de uno a otro lado, y ello suele ir asociado a sitios que venden cursos o productos. El discurso de convencer acerca de los beneficios para que la gente consuma está marcando el discurso de numerosas cotidianías, no necesariamente todas, de modo notoriamente más fuerte que otras entidades eidéticas a las cuales habría muy pocos productos o servicios que venderles.
Fútbol, jardinería y yoga son presentados como prácticas que contribuyen a evitar enfermedades cardiovasculares; las tres ayudan a disminuir o evitar sobrepeso, contribuyen a cierta salud mental y en consecuencia disminuyen el estrés. Jardinería y fútbol favorecen las relaciones humanas, la primera pues permite compartir la afición con otros, el segundo ya que favorece el trabajo en equipo, y ambos fortalecen músculos. Jardinería y yoga evitan formas de envejecimiento en general; específicamente la jardinería previene la aparición del Alzhéimer y mejoran sistema inmunológico, a la vez que ambas aumentan la sensación de bienestar o la felicidad; fútbol y yoga fortalecen los huesos. Ello lo prueba el formato sumamente reiterado sobre los beneficios que implican las prácticas de las cotidianías, aunque los listados no sean exactamente los mismos al interior del discurso de una cotidianía ni de una con las otras, pero los niveles de solapamiento son altos. De los listados de beneficios entregados que aportaría la práctica de estas cotidianías, tres beneficios se reiteran para los tres casos estudiados y seis beneficios se reiteran para dos casos estudiados. Por otra parte, ello no quiere decir que cada uno de los discursos deje de desarrollar algunas nociones específicas. De esta manera, la jardinería desconecta y favorece aprender sobre la naturaleza; el fútbol favorece el trabajo en equipo, la disciplina y ayuda a la coordinación motora, especialmente si lo practican los y las jóvenes; en el caso del yoguismo aparecen criterios como que alivia el dolor, combate la depresión, reduce la ira y la ansiedad. Algunas pueden parecer muy obvias, otras claramente no. Por ejemplo, el fútbol también favorecería la “capacidad lógica”, la moral y la identidad de quienes lo practican.[14]
4. Las cotidianías expuestas muestran cercanías y suelen “racimarse” conceptualmente con otras no abordadas en este trabajo, por lo que apenas se enuncian: el jardinerismo se racima con el vegetarianismo, por ejemplo; el futbolismo, con fisioculturismo y rugbismo; el yoguismo con pilatismo y vegetarianismo. También se articulan, como se ha visto, con otras expresiones eidéticas distintas de las cotidianías: teologías, cosmovisiones, saberes provenientes de las ciencias y la filosofía, así como de la autoayuda, que es una referencia compartida. Por otra parte, se detectan énfasis diversos: en formulaciones más comunitaristas (estar en armonía con los demás); en fórmulas más ambientalistas (armonía consigo misma/o y con la naturaleza); en fórmulas más bien neoliberales y “herramentistas” (ser propietaria/o del cuerpo). En numerosas formulaciones se deslizan, como argumentos complementarios y altruistas, que las prácticas derivadas de tales propuestas contribuyen también a la solución problemas externos: educación, la seguridad pública o la economía, mediante una mejor condición individual. En todo caso, estas cotidianías no poseen el mismo desarrollo conceptual. Existe alta diferencia de sofisticación conceptual entre yoguismo y las otras dos, conectándose este con la filosofía india o japonesa ancestral e incorporando palabras en lenguas asiáticas, como intentando fundamentar sus propuestas en dichas trayectorias eidéticas. El jardinerismo y el futbolismo, en cambio, manejan conceptualizaciones menos sofisticadas y más cercanas a los saberes de amplia cantidad de gente. Tal diferencia de sofisticación no deriva de alguna esencialidad de una u otra cotidianía, sino más bien del nivel sociocultural y del perfil psicosocial de quienes las practican y por tanto del público destinatario, con sus respectivas obsesiones y criterios de “distinción”.
5. Al parecer, las cotidianías no han alcanzado un grado de madurez que les haya conducido a “latinoamericanizar” sus planteamientos. No bastaría para que hubiera rasgos latinoamericanos el que se aludiera al fútbol en la región o que se mencionara a Santos, Boca Juniors, Peñarol, Colo-Colo o la Universidad de Chile. Latinoamericanizar el pensamiento, que ha sido una discusión tan recurrente al interior de la filosofía, las humanidades y las ciencias sociales, como saberes, no parece haber incluido a las cotidianías —o quizás sí, y no he sido capaz de detectarlo en esta ocasión—.
6. En la medida que estos saberes se “venden”, pues están elaborados también por gente que ofrece terapias, cursos, libros, herramientas, ropa, estatuillas, etc., se van cargando de una faceta “proselitista blanda”, sin alto compromiso. Así, se genera una acumulación de argumentos para afirmar los beneficios de una práctica: el jardinerismo unificará las posibilidades de mantener la vida sobre el planeta, los remedios, la alimentación, la calidad de vida, la salud física y mental, aunque no se llame a dejar la ciudad, como desertismo o fugamundismo,[15] pues se acabaría el consumo. Llama a ejecutar un pequeño jardín de un par de metros cuadrados o incluso menos, en la casa o departamento inserto en una ciudad relativamente grande. Se advierte una hipervaloración de lo que se presenta, pero sin pretensiones de “militancia” o de entregar la vida a las plantas y a la jardinería, sino simplemente practicarla como por placer. La forma de legitimación supone una acumulación de argumentos donde no hay sentido crítico y se opera como vendedor, presentando todas las ventajas imaginables y ninguna desventaja. Esto puede llamarse también faceta propagandística de nulo sentido crítico, en la medida que todo entra en la “lógica” del consumo. Ello se conecta con un elemento clave en las cotidianías realmente existentes, pues se trata de discursos en gran parte elaborados por vendedores de productos y servicios. Es un tipo de entidades eidéticas fuertemente marcadas por el mercado, aunque no sean las únicas ni asociadas al capitalismo como livianamente se tendería a pensar. Al menos, desde la Grecia clásica, los filósofos que prometen sabiduría han vendido su docencia.
7. En las cotidianías, como otras expresiones eidéticas y culturales en general, los niveles de mutación son sumamente altos. Y no solo ello, pues diversas manifestaciones, como fenómenos religiosos, espectáculos deportivos y expresiones artísticas, envuelven posibilidades múltiples: mercado, identidades y sentido de la vida, entre otras. Las cotidianías tienden a proyectarse o a “deslizarse” algunas hacia filosofías de vida, otras hacia teologías o ideologías… Tener en cuenta estos deslizamientos permitirá ver, por ejemplo, el futbolismo como expresión eidética que fundamenta una parcela de la existencia y el fútbol como espectáculo y “pasión de multitudes”.
Para continuar investigando
Siendo este un tema sobre el que se investigado y publicado extremadamente poco, podrían señalarse muchas líneas posibles de investigación. Se ofrecen únicamente tres opciones.
Dado que no se cuenta con cartografías ni con la información básica sobre las cotidianías en América Latina —aunque existen numerosos aportes señalados en las referencias, que pueden contribuir de modo importante—, una línea de trabajo útil consistiría en fijar los criterios que permitan un trabajo cartográfico sobre este género eidético, que adquiere tanta relevancia en la actualidad. Ello puede ponerse en contacto, aunque de manera renovada, con el asunto del “fin de las ideologías”.[16] Digo “renovada” porque, para avanzar en este asunto, es clave distinguir por una parte entre lo “eidético” y lo “ideológico”, en sentido estricto, tanto como distinguir una “crisis” de una “agonía”. En tal sentido, parece relevante estudiar cómo se han modificado las ideologías y de qué forma se articulan a otros géneros o especies eidéticas, en diferentes momentos.
Otro aspecto significativo para investigar, y especialmente porque ha sido reiteradamente sugerido por algunas de las personas que han leído las sucesivas versiones de este manuscrito, consiste en la relación entre las cotidianías como expresiones eidéticas y el mercado de productos que posibilitan sus prácticas. Ello sin menoscabo que se elabore un discurso distante, e incluso opuesto, al predominante en sectores neoliberales, en sociedades de alta circulación.
Finalmente, una tercera sugerencia de investigación apunta a ocuparse de las articulaciones entre las cotidianías —de unas con otras, como de estas con otras entidades eidéticas— y sus efectos sobre las dinámicas en los ecosistemas intelectuales, que se ven alterados por su propia superabundancia.