Derechos Humanos, Género y Cultura

Recepción: 13 Octubre 2020
Aprobación: 20 Mayo 2021
Resumen: La presente investigación, inscripta en la línea de aportes metodológicos para el estudio de publicaciones periódicas dedicadas a la cultura y la literatura, parte de una interrogante cada vez más problematizado en diversos campos disciplinares: cómo leer una revista. Aquí nos abocamos a revistas digitales de Argentina, partiendo de la evidencia de que todo lo construido sobre la tradición nacional de publicaciones impresas ha sido interpelado por la presencia del soporte digital en red y sus formatos, rutinas y hábitos de publicación. En este sentido, nos abocamos a la relevancia del objeto revista en su nueva materialidad, a partir de proyectos que nacieron en el ecosistema digital. Tomamos cinco casos representativos de revistas vigentes dedicadas a la literatura y la crítica cultural (Paco, Anfibia, Carapachay, Atletas y Humo), para delimitar dimensiones de análisis entre aspectos internos y externos de cada medio.
Palabras clave: revista digital, campo literario argentino, geografía cultural, formato de publicación.
Abstract: This work, in line with the methodological contributions to the study of cultural and literary journals, is based on a question that is increasingly problematic in various disciplinary fields: how to read a literary magazine. Here we focus on digital magazines in Argentina, starting from the evidence that everything built on the national tradition of printed publications has been challenged by the presence of the digital network support and its formats, routines, and habits of publication. In this sense, we focus on the relevance of the magazine object in its new materiality, based on projects that were born in the digital ecosystem. We take five representative cases of current magazines dedicated to literature and cultural production (Paco, Anfibia, Carapachay, Atletas and Humo), to delimit dimensions of analysis between internal and external aspects of each medium.
Keywords: digital magazin, Argentine literary field, cultural geography, publication format.
Aspectos teóricos y metodológicos para el análisis de revistas digitales de cultura y literatura. Nuevas geografías en el contexto argentino
Introducción
El presente trabajo se ofrece en el marco de un estudio más amplio, cuyos primeros resultados abordaron los aspectos internos —en algunos casos intrínsecos, que por una adecuación categorial llamamos sintaxis interna— de las revistas digitales dedicadas a la producción cultural y literaria en Argentina. Así se completa una serie que tuvo por objetivo reconocer y analizar las características propias de las revistas digitales en el marco del campo literario e intelectual que las acoge, dentro de una investigación que comenzó hace diez años con el estudio de blogs de escritores (Vigna, 2014) y que, con la expansión de la web interactiva y el ecosistema de medios conectivos (van Dijck, 2016: 19), prolongamos al estudio de publicaciones periódicas sostenidas tanto por grupos o formaciones literarias e intelectuales (Williams, 1981) como por instituciones académicas, que desde hace al menos una década y media consolidan espacios alternativos de producción de sentido en el ecosistema digital, sobre todo respecto de las agendas de crítica y discusión encabezadas por los medios impresos y, en un grado mayor, por la producción discursiva incesante en las plataformas sociales online.[1]
Frente a la intención de abordar la naturaleza de las revistas digitales, aquí partimos de un interrogante cada vez más problematizado en diversos campos disciplinares de la producción científica: de la historia de los medios a la sociología de la cultura, y de las humanidades a los estudios literarios, la pregunta cada vez más extendida es cómo leer una revista. Existen en Argentina —principalmente en los polos de producción editorial: Buenos Aires, Rosario y Córdoba— numerosos antecedentes en torno al estudio de publicaciones periódicas, tanto de revistas culturales y literarias[2] como de prensa gráfica, que en la última década se han multiplicado. Podríamos decir, asimismo, que en dicho periodo este proceso se vio consolidado por la injerencia de las tecnologías digitales de registro, publicación y archivo; específicamente en Argentina y Uruguay, distintos proyectos de digitalización y estudio crítico de publicaciones periódicas impresas han alcanzado repercusión regional y han motivado estudios críticos exhaustivos —cfr. Ahira, AméricaLee, Biblioteca Orbis Tertius, Proyecto Anáforas—,[3] como sistematiza Hanno Ehrlicher en un relevamiento regional (Ehrlicher, 2014: 28-32).
Los estudios sobre revistas impresas se han diversificado al punto de que hoy es posible revisar una frondosa literatura en torno a la naturaleza híbrida del medio, al estudio de contenidos —debates, intervenciones, despliegue de géneros—, diseños y materialidades, como dimensiones centrales en la construcción de sentido y, fundamentalmente, a cómo el formato revista ha sido protagonista en la conformación del campo literario e intelectual argentino (Sarlo, 1992; Patiño, 2008). Si nos remitimos a la herencia de publicaciones impresas dedicadas a la literatura, la crítica de obras y la intervención cultural y política, desde el punto de vista teórico y metodológico se introdujo —desde la década de 1980— una perspectiva que tomó preceptos de la sociología de la cultura y que buscó asimilar herramientas de análisis tanto de los estudios culturales como del estructuralismo para reconocer, describir y comprender problemáticas estéticas, políticas e ideológicas del campo intelectual argentino —tensión literatura autónoma/compromiso social; tensión literatura académica/literatura de mercado, etc.— a partir de la efervescencia observada en las revistas (Altamirano y Sarlo, 1983; Patiño, 1997).
Al respecto, diversos autores han destacado, desde 1950 hasta hoy, a las revistas como espacios autónomos de producción simbólica dentro del espacio público. Espacios que ha merecido la constitución de un campo de abordaje específico, no supeditado a otros formatos y expresiones de la industria editorial —periódicos, libros, folletines— porque han sido y son estructurantes del campo de producción cultural y artística.
En lo que nos incumbe, hay evidencia de que lo construido sobre la tradición de publicaciones impresas, así como también parte de la discusión sobre la historia de las intervenciones literarias e intelectuales en el espacio público, se encuentra interpelado por la actual omnipresencia del soporte digital, casi siempre transmutado al terreno inestable[4] de internet y sus formatos, rutinas y hábitos de publicación. Los productos impresos vinculados al trabajo literario, sean libros o publicaciones periódicas, hoy son complementados por espacios virtuales que oscilan en su articulación con las dinámicas del mercado editorial y que dan cuenta de manifestaciones distintas a las estudiadas el siglo pasado, al menos en el contexto argentino. En este sentido, destacamos la relevancia del objeto revista en su nueva (in)materialidad, a partir de proyectos que nacieron en el ecosistema digital. Aquí tomamos cinco casos representativos del abanico de revistas argentinas vigentes, dedicadas a la literatura y la crítica cultural (Paco, Anfibia, Carapachay, Atletas y Humo), para dar referencia empírica, a modo de ampliación de lo expuesto en el trabajo que precede a esta investigación (Vigna, 2020), de la propuesta de sistematización de dimensiones de análisis entre aspectos internos y externos de cada medio.
Objeto de estudio y premisas de análisis
Existen revistas impresas de distintos formatos, intereses y modos de sostenimiento que han conformado la tradición argentina: Martín Fierro, Babel, Sur, Contorno, Crisis, Pasado y Presente, Los Libros, El ornitorrinco, Punto de vista, solo por nombrar algunas. Encontramos revistas que nacieron en papel, que soportaron la explosión neoliberal de la década de 1990 y que, luego de la crisis de 2001, debieron mudarse al soporte digital por una cuestión de costos o estrategias de supervivencia: ejemplos son Bazar Americano (ex Punto de vista), Otra parte, Zigurat o Los asesinos tímidos. Existen, también, revistas en papel que mantienen una versión digital en forma complementaria, aun con la publicación de contenidos exclusivos en la web —como Crisis o Humo—,[5] y también hay revistas que nacieron en digital y se distinguen por buscar visibilidad (lectores-usuarios, lectoras-usuarias) mediante elementos propios de la conectividad. El abanico, por tanto, se ha diversificado de modos insospechados. Hace 15 años pocos eran los vestigios de la reformulación en los modos de producción y recepción de este tipo de artefactos de cultura, hoy hipermediales (Echevarría, 2008; Pron, 2009; Mazzoni y Celsi, 2006; Botto, 2012).
Nuestro objeto contempla un corpus de revistas en versión digital que incluye a las nacidas en el soporte y a una que se complementa con una versión en papel. A las referencias empíricas del primer trabajo (Vigna, 2020) (revistas Panamá, Polvo, Anfibia, Colofón, Paco, Eterna Cadencia blog, Islandia, Humo, Chocha, Linterna), aquí sumamos cinco casos que sustentan la sistematización de dimensiones metodológicas. La selección parte de la representatividad de estructuras y funcionamientos: Anfibia, Humo, Paco, Carapachay y Atletas dan cuenta de las tendencias formales, estéticas y editoriales que venimos reconociendo y caracterizando dentro del contexto argentino (Vigna, 2015).
Humo se enfoca en el ensayo, la crónica y la entrevista para el abordaje de acontecimientos estéticos y políticos, y lo hace desde la convivencia de soportes; su sitio web complementa una edición impresa. Anfibia apuesta por los mismos géneros desde otra matriz de producción: referente del periodismo narrativo, propone una fusión de herramientas literarias e informativas junto con un marcado diseño visual y editorial, para el abordaje alternativo de acontecimientos candentes de la actualidad argentina. Atletas se dedica al ensayo y las narrativas autorreferenciales desde un equipo editorial que busca establecer un aporte experimental dentro de las publicaciones dedicadas a la literatura. Paco, por su parte, se distingue en la búsqueda de efecto dentro del campo de consumo cultural, con artículos sobre economía, política, música, arte, filosofía, internet y crítica literaria: representa, en el corpus, a los colectivos autorales que repelen desde sus proyectos el mecenazgo público, en una suerte de trinchera digital de expresión. Carapachay, por último, da cuenta de la persistencia de las publicaciones programáticas; parte de premisas teóricas y se centra en la relación literatura/sociedad/política de un modo tal que replica las líneas editoriales de las revistas literarias del siglo XX. Aporta crítica, producción ensayística y una línea estética definida.
La observación empírica se realizó durante tres meses (marzo, abril y mayo de 2020). El periodo se enlazó con el trabajo precedente, que ocupó una observación desde septiembre 2019 a enero 2020. El objetivo del recorte temporal fue la definición de un periodo de análisis que propicie el reconocimiento de tendencias e insistencias en las líneas editoriales y el funcionamiento de las revistas, para consolidar lo observado en los últimos tres años de investigación.
Destacamos a partir de lo anterior que, más allá de las distintas variantes, cualquier propuesta metodológica debe vincular rasgos propios de los objetos digitales con sus condiciones materiales de producción. El “cómo leer una revista” no busca dilucidar solo la lectura de sus contenidos —lo publicado—, sino también las formas de organización de sus elementos (Sarlo, 1992 y 1994; Patiño, 2006) y el modo en que esos elementos se articulan con contextos de producción y posicionamientos para problematizarlos (Gramuglio, 1983; Weinberg, 2011). Afrontar, en definitiva, los modos de articulación entre cuestiones estéticas, éticas y políticas que las revistas vehiculizaron desde la segunda mitad del siglo XX y que hoy han mutado notoriamente. A esto nos referimos con las premisas de abordaje: las sintaxis interna y externa de las revistas.
Hemos adecuado en otros trabajos (Vigna, 2015: 27-29) estas categorías a partir de las definiciones de Sarlo (1992) y Weinberg (2011: 201). Partimos de una sintaxis interna que se construye desde los rasgos de origen del grupo o formación de la revista a la propuesta concreta: lo que publica —y cómo lo publica— el medio. Esto se complementa y tensiona con la sintaxis externa: las condiciones sociales, estéticas, económicas en que se inserta y produce una publicación. Dicha tensión obliga a repasar épocas, políticas, soportes e influencias, que aquí traducimos a las formas en que se insertan y distinguen las revistas nacidas digitales de sus partes y otros protagonistas del campo. Respecto de la sintaxis interna, la definimos entonces como un “orden propuesto”: la organización, articulación y puesta en diálogo de los componentes internos; la ponderación de contenidos o segmentos que surgen de la lectura; cómo se ofrecen sus componentes desde lo textual a lo hipertextual (elemento decisivo en la especificidad del formato), de lo visual a lo multimedial (el paso del diseño gráfico al diseño web, y la complementariedad de lenguajes intervinientes). Respecto al nexo con la sintaxis externa, consideramos lo que Weinberg llamó “sintaxis ideológica que tematiza y problematiza la revista” (Weinberg, 2011: 202), algo que articula la estructura, el diseño y la línea editorial con la dinámica de campo y su evolución histórica. Sarlo nombró a esos aspectos externos como “doble geografía cultural”, remitiéndose al espacio intelectual donde circula una revista y al espacio imaginario donde cada revista se ubica idealmente (Sarlo, 1992: 12). La sintaxis externa articula, de ese modo, los elementos propios de cada revista con el reconocimiento de redes autorales, formaciones o instituciones que las enmarcan, a partir de cómo cada grupo responsable ejecuta acciones de vinculación y legitimación.
Partimos de estas categorías porque no se puede aislar el abordaje material y la estructura de un medio respecto de sus políticas de publicación, o de las formas en que los responsables de las publicaciones asumen posicionamientos de campo; esto es, modalidades de intervención que hablan de lo público “como espacio de alineamiento y conflicto” (Weinberg, 2011: 201). Para Sarlo, el análisis del cruce de sintaxis permite reconocer fundamentos de acción, y coloca a toda revista en relación con otros discursos: “la literatura frente a la política, la crítica literaria frente a las ideologías, la cultura letrada frente a la popular” (Sarlo, 1992: 12). Desde la intención de indagar, como dice Sarlo, qué discursos se subordinan a otros, o qué valor organiza el resto de los valores de una revista (Sarlo, 1992: 13), rescatamos la marca de época para agregar otra tensión: la cultura literaria, y sus rutinas críticas, frente a la influencia de las tecnologías digitales y la premisa de la circulación permanente de contenidos en red.
Enfoque teórico, preguntas de investigación e hipótesis
El soporte digital y las redes de información introdujeron no solo nuevos formatos de publicación sino una lógica de producción, circulación y recepción de contenidos que se volvió omnipresente —al menos en contextos urbanos— en los últimos 15 años. Las tres cualidades intrínsecas que fundamentan las posibilidades de los dispositivos informáticos —computadoras, tablets, smartphones— y de los medios digitales en general, y que son ajenas a las publicaciones impresas, son las mencionadas antes: hipertextualidad, multimedialidad y participación e interacción de los usuarios, se trate de autoras y autores, lectores y lectoras u otros agentes del campo cultural (Rojas Castro, 2015).
Los aspectos que utilizamos como base para las preguntas de investigación no son nuevos. El desarrollo del campo informático ha definido funciones y herramientas digitales y de redes desde el siglo pasado en adelante, tanto a nivel de procesos como de infraestructuras (Zukerfeld, 2014: 85-90). Pero sí podemos decir que el uso corriente del hipertexto, el multimedio y las plataformas conectivas (van Dijck et al., 2018) hoy tienen una penetración social inaudita. Según Rojas Castro, y como también han introducido Castells (2009) o Scolari (2008), entre otros, esa penetración ha significado un verdadero cambio de mentalidad y actitud hacia la informática (Rojas Castro, 2015: 16).
Es por dicha penetración que nos preguntamos si se pueden tomar estos tres aspectos, que caracterizan desde el origen a los medios digitales en red, para pensar la geografía cultural, al decir de Sarlo (1992), de las revistas argentinas que nacieron desde el cambio de siglo. Si las revistas, durante el siglo XX, fueron estructurantes de las agendas de debate en los espacios públicos (Schwartz y Patiño, 2004; Patiño, 2008; Saítta, 2004; Gilman, 1999) y de intensos laboratorios de experimentación estética —basta ver revistas argentinas de las dos oleadas vanguardistas, 1920-1930 y 1940-1955 (Stedile Luna, 2019: 190-196)—, así como también de posicionamientos políticos e ideológicos (Sarlo, 1994) a partir del reconocimiento de una dimensión intelectual cuyos exponentes lograban intervenir con un cierto peso autoral, ¿qué papel juegan hoy las revistas digitales dentro de los campos y subcampos de producción literaria e intelectual? ¿Cómo actualizar elementos teóricos y metodológicos que crucen desarrollos adjudicados a las humanidades digitales y, a su vez, complementados con elementos del campo de producción de bienes simbólicos?
Desde el comienzo de la investigación hemos relevado un gran número de revistas argentinas[6] que son reflejo de la complejidad del objeto. La atomización de proyectos colectivos que dieron y dan origen a revistas digitales pide, al menos, un intento de sistematización que mitigue semejante heterogeneidad, además de que se trata de un terreno inestable, en constante movimiento. Esa es una limitación para la indagación, como supo abordar Wendy Chun (2008) para marcar las dificultades de todo análisis vinculado con tecnologías en tiempo presente, pero también reviste el valor de signo de época, en el sentido que le atribuye Montaldo a la vinculación evidente entre los dispositivos de producción digitales y la lógica del consumo cultural y la circulación de contenidos (Montaldo, 2017: 54).
La hipótesis que guía este recorrido es que, más allá de las mutaciones de los campos de producción literaria e intelectual, las revistas digitales se expanden como vehículos para comprender una parte dinámica, y atendible, de la producción y reflexión en los centros urbanos del país. Las revistas digitales, más movedizas e inestables que las impresas por las cualidades que ofrecen los servicios conectivos,[7] dan forma a espacios interpretativos, de discusión, de ensayo y hasta de “riesgos” diversos a nivel de temas y estéticas. La convivencia de soportes y formatos da cuenta de los cambios en las condiciones de producción cultural que vivió Argentina en los últimos 40 años. Pero más allá de que cualquier abordaje sobre revistas no puede ignorar a la herencia impresa, reconocemos aspectos recurrentes en las revistas digitales que dan cuenta de políticas editoriales específicas, de estrategias de posicionamiento, de acciones de autoidentificación y, en consecuencia, de distintas modalidades de intervención (Sarlo, 1992; Weinberg, 2007 y 2011), con distintos objetivos y resultados.
Una propuesta metodológica consecuente exige la construcción de un enfoque adecuado a los interrogantes, y por eso apelamos a una “emulsión” de conceptos propios de las humanidades digitales y de la sociología de la producción cultural. Por un lado, se impone la necesidad de interpretar los fenómenos digitales fundiendo estructuras críticas heredadas con las herramientas digitales. En ese sentido, las características de la cultura digital en expansión, como afirma Rojas Castro (2015: 17), redefine formas de expresión artística e intelectual para ser experimentadas en pantallas, lo cual implica dedicarse al impacto de los formatos y las redes informáticas y por ende a las posibilidades específicas y ajenas a los formatos impresos. Esto debe ser contemplado en la interrogación a los actores que administran los medios: editores y colaboradores.
Por otro lado, cualquier producto digital se inscribe en la historia del campo intelectual y literario. El cotejo entre sintaxis interna y externa es la decisión metodológica para dar cuenta de un panorama en torno al carácter actual de la cultura literaria y las mutaciones de los debates estéticos e ideológicos. Algo que, sobre todo, sirva a los investigadores por-venir. Las herramientas sociológicas no pueden desligarse de lo anterior si se pretenden actualizar argumentos sobre la producción en medio de una esfera mediática tan álgida. ¿Cómo y dónde se producen hoy las polémicas literarias, y en torno a qué valores? ¿Cuánto influye la atención actual que la opinión pública le brinda a las agendas periodísticas de medios digitales y audiovisuales, en su contrapeso con las propuestas de las revistas culturales y literarias, a la hora de profundizar en una coyuntura? Las condiciones sociales y materiales generan instancias propicias para una producción incesante —oferta de medios, visibilidad inaudita e inmediata— pero dispar frente a la recepción: las rutinas de lectura y las formas de acceder y de discutir con textos, obras e ideas parece en crisis respecto de los paradigmas anteriores. Asimismo, la “espectacularidad” de los análisis coyunturales otorga todo su peso a operaciones mediáticas más que a la búsqueda de posiciones críticas consistentes. ¿Cómo leer la inserción de una revista digital en dicha geografía cultural?
Dimensiones para abordar la inserción de las revistas digitales en el contexto de producción y recepción
Proponemos cuatro dimensiones para aproximar una respuesta al interrogante anterior, siempre desde las cualidades señaladas: hipertextualidad, multimedialidad e interactividad. En principio, partimos de un abordaje que implique instancias de observación y análisis documental complementadas con entrevistas a los responsables de cada proyecto. Esta posición pugna por expandir una mirada hermenéutica de dichas incursiones a partir no solo de lo manifiesto —qué publican las revistas, y cómo; qué dicen que hacen sus responsables— sino también de lo implícito, aquellos elementos que se filtran a la hora de relevar líneas temáticas centrales o secundarias, problemáticas a abordar en cada número o dossier, posibles contradicciones entre lo publicado y la gestión del medio. Como afirmaron Pita y Grillo, para el abordaje metodológico de las revistas impresas, los “nudos” de contenido de las revistas pueden seguirse a partir del reconocimiento y análisis de aspectos que logren configurar ejes estructurales representativos de las temporalidades propuestas (Pita y Grillo, 2013: 191). En nuestro caso, el desafío es reconocer y caracterizar cómo se componen esos nudos y qué posiciones tiene un proyecto digital respecto de la temporalidad en la que pretende intervenir.
Las categorías que se ofrecen a continuación intentan dilucidar los modos de intervención de las revistas digitales.
1. Origen, temas y problemáticas. La primera dimensión explicita el vínculo intrínseco entre la sintaxis interna y la externa, esto es, el ir y venir entre las decisiones que toman los editores al interior de la organización según la lectura que se hace del campo de producción. En principio, pensando en la definición de una línea editorial, no parecen viables para una revista digital ciertas premisas metodológicas que fueron pertinentes para las impresas, como el “análisis de contenidos jerarquizados” —artículos o notas principales—. Pita y Grillo (2013) han intentado sistematizar aspectos semejantes y, entre ellos, mencionan la posibilidad de captar programas o manifiestos de los grupos editores a partir del análisis de notas principales. Ciertas revistas digitales pueden adecuarse a esta observación, pero en general las formas de actualización de contenidos —con periodicidades más laxas— lo impide, por las velocidades que intervienen en la web. Como casi todas las revistas digitales utilizan plantillas de blogs, las páginas de inicio —podríamos decir: las portadas— se estructuran según un orden cronológico inverso: a primera vista del diseño, lo último publicado (Figura 1 y 2). Otros matices pueden operar, no obstante, con elementos relacionados que destacan Pita y Grillo: las notas menores de una revista (Pita y Grillo, 2013: 179). En las revistas digitales de cultura y literatura tampoco podría destacarse cuáles son esas notas menores, pero entre esos elementos, para el papel, fueron pensados otros contenidos, como actividades culturales, comentarios y críticas de libros, y otros productos artísticos. Si esos elementos permiten pensar e interpretar líneas de interés y de acción de un medio, en las revistas digitales quizás no transparentan posicionamientos políticos o ideológicos pero sí objetivos de exposición, según el uso que le da a la categoría Geraldine Rogers (2019: 12-17).
Lo anterior se vincula con la definición de áreas problemáticas: poder reconocer si una revista aborda un conjunto de asuntos y propone una toma de posición sobre estos. Más allá del reconocimiento de secciones —muchas veces definidas por género, como en Anfibia, Atletas o Humo—, y de la observación de cierta heterogeneidad en los contenidos —atada al carácter multimedial e hipertextual, que permiten una aproximación a lenguajes complementarios que impactan en el valor documental: las entrevistas, por ejemplo, o el vínculo entre fotografía, artes visuales y escrituras—, también pueden identificarse insistencias en torno a núcleos de debate que atraviesan varios números o periodos de actualización de contenidos. Son ejemplos de ello los desarrollos sobre cultura digital y defensa de derechos de las mujeres en Anfibia;[8] los vínculos entre cultura digital, periodismo y política en Paco,[9] o la cuestión de “la zona” en Carapachay: una noción que vertebra la propuesta editorial y que remite, según los editores, a un paisaje geográfico que también opera a nivel intelectual y estético —el río, el pueblo, la ciudad—.
La inserción de una revista digital en el campo de discusiones o coberturas no siempre busca instalar premisas políticas o estéticas en torno a hechos de actualidad, sencillamente porque los campos de intervención parecen cooptados por los medios periodísticos y sus reverberaciones en las plataformas sociales online. Las revistas digitales tienden, en cambio, a asimilar la condición de espacios alternativos, a veces en forma reactiva a la velocidad en el tratamiento de temas candentes —Humo— o formas de abordaje —como Paco, Anfibia o Carapachay—.


La periodicidad de Carapachay se estructura por números: para este caso, el 12, publicaron todos los textos el 27 de abril. Fuente: captura de pantalla del 12/05/2020. The periodicity of Carapachay is structured by numbers: in this case, the 12th, contains all the texts on April 27th. Source: screenshot from 15/05/2020.
Los orígenes de cada proyecto esclarecen formas de inserción en el campo literario e intelectual. Frente a la consulta sobre diagnósticos o búsquedas que los motivaron a lanzarse al espacio público, las respuestas de los responsables fueron dispares. Humo nació en 2013 desde un motor discusión entre pares: poner en común ideas, inquietudes, problemáticas no coyunturales que interpelaban a los creadores en tanto colectivo en formación, y que pretendían extender a un entorno con el que compartían amistades e intereses, desde “una voz más” entre todas, sin pretensiones de marcar agenda ni plegarse a las establecidas (Beccaria, 2019). Paco nació de un diagnóstico interno de los “medios con recursos” —periodísticos— como pobres y perezosos, y frente a eso definieron un posicionamiento autorreferencial —escribir lo que sus responsables quieren leer y no encuentran en otros medios, para luego socializar esos textos— (Rife, 2019). Atletas surgió desde participaciones de autores iniciáticos, asistentes a talleres de escritura, con la intención de abrir el juego del recorrido literario de cara a un público lector y dar a conocer producciones desatendidas en otros medios por ese carácter “desconocido” (Cosin, 2019); Carapachay nació de una experiencia anterior en papel —la revista En ciernes epistolarias— que buscó obtener continuidad de publicación en el soporte digital e incorporar, además, a la propuesta estética y política la posibilidad de dar lugar al desarrollo multimedial, centrado en la preponderancia de las imágenes (Guiñazú, 2018).
Estos elementos de origen y disposición de contenidos pueden fusionarse para dar cuenta de posicionamientos editoriales, dentro de eso que Sarlo (1992) llamó “ideología cultural” de una revista: un modo de ser y de distinguirse.
2. Costos, financiamiento. La forma de afrontar sostenimientos materiales de las revistas también habla de la inserción en el campo, en determinadas condiciones institucionales y económicas de producción y recepción. En este caso, los elementos específicos que asume la condición digital son un atajo en términos de gastos en logísticas de recepción y diseño. Para conocer estos elementos es pertinente tanto el análisis del medio (explicitación de una pertenencia institucional o no) como las entrevistas a editores responsables. Si nos remitimos a los casos, luego de haber realizado entrevistas encontramos una tendencia marcada —consecuente con la condición “alternativa” que militan estos espacios— a lograr una autonomía económica que se tensiona con las dificultades para obtener ingresos. Las necesidades materiales de los grupos y organizaciones para sostener las revistas incluyen distintos aspectos: pago de colaboraciones, tareas de edición, diseño y difusión, mantenimiento del espacio en la web (hosting). Paco, por ejemplo, obtiene su principal fuente de financiamiento de suscripciones de lectores, que abonan una cuota mensual fija. La política del grupo es, según afirmaron, “no arruinar el sitio con publicidad de ningún tipo, mucho menos pauta estatal” (Rife, 2019) (Figura 3). Consideran que la independencia de la revista se construye desde las lectoras y lectores que sostengan con aportes la escritura y la práctica.
Humo, que se distingue por ser un proyecto editado en papel con una versión digital que no espeja la edición impresa, nació a partir de un subsidio del Fondo Metropolitano de la ciudad de Buenos Aires, que financió el primer número. Fue, sin embargo, el único financiamiento que recibieron. El resto del trabajo digital se sostuvo con ventas de ejemplares en papel y con aportes de los editores. Otra vez, la política grupal es evitar aportes publicitarios. Organizaron tareas para buscar opciones de mecenazgo que, en una experiencia fallida, llegó a postergar números de la revista, algo que de todos modos no cambió la idea de que la publicidad iría contra la identidad del medio.
Los responsables de Carapachay también intentan que la revista no se sostenga con aportes publicitarios. En ese caso sí concretaron la opción del mecenazgo cultural, también de la ciudad de Buenos Aires, que les obliga a colocar su sello en cada número. En Carapachay no son tajantes respecto de acudir a diversos modos de sostenimiento, porque ante todo priorizan la calidad de cada número (Guiñazú, 2018). Evitan el aporte privado pero si de ello dependiera la prolijidad y la organización del trabajo, no lo verían como problemático. Por su parte, el caso de Anfibia contrasta con lo anterior y a su vez encabeza una tendencia concreta en publicaciones digitales de la última década en Argentina: el origen y sostenimiento de medios por parte de instituciones académicas. En Anfibia no negocian los criterios de decisión editorial, que se definen autónomamente, pero se ofrece como producto periodístico-narrativo, académico y cultural creado por la Universidad Nacional de San Martín. Literalmente, la revista “propone una alianza entre la academia y el periodismo con la intención de generar pensamiento y nuevas lecturas de lo contemporáneo”.[10]

Al pie de la página de inicio se explicita el sistema de suscripciones con la frase: “Con solo $25 por mes sostenemos #Paco Nuestro acuerdo es con vos: buenas notas libres de obsecuencia”. Fuente: captura de pantalla del 12/05/2020. At the bottom of the home page, the subscription system is explained with the phrase: “With only $25 per month we support #Paco Our agreement is with you: good notes free of obsequiousness”. Source: screenshot from 12/05/2020.
Si recuperamos las tres cualidades de los medios digitales complementadas con las condiciones de producción y recepción en el campo literario, se hace ostensible que las herramientas digitales permiten, por un lado, mayores alternativas a la hora de “hacer vivir” un medio, al evitar el modelo de negocios básico del sector editorial (tener que vender lo impreso para producir los números siguientes), pero a la vez distorsiona los espacios de discusión y profundización que propician los medios impresos por causa de la atomización del ecosistema conectivo: salvo Anfibia, que por la estabilidad de su sostén institucional y económico ha desarrollado un aceitado programa de edición, colaboración e intervención en agendas públicas por parte de figuras reconocidas en distintos campos, las otras revistas parecen subsistir, sin negociar identidades y políticas, como espacios encapsulados que no pugnan por ganar lectores sino por mantener lectores y lectoras de calidad —pequeños “clubes” o burbujas de interacción— que les dan sentido al trabajo. Desde esta perspectiva, la articulación entre formas de sostenimiento material y formas de intervención literaria e intelectual en el conglomerado de revistas responde al diagnóstico de Montaldo sobre la ecología crítica del nuevo siglo en el contexto latinoamericano: frente a una estructura editorial tan centralizada en corporaciones, como atomizada y dispar en el sector independiente y autogestivo, las revistas digitales —como las de papel, vale decirlo— no buscan ganar lectores sino producir nichos consistentes de lectores adecuados (Montaldo, 2017: 55-56).
3. Vínculos/tensiones entre proyectos o instituciones: redes autorales adecuadas a la época. La sola participación de actores en la escritura, producción, edición, difusión y circulación de una revista, da cuenta de la conformación de una red de trabajo autoral e intelectual, según los temas que aborde cada medio. Por eso, también define —con bordes cada vez más difusos— un otro —proyecto, línea editorial, posición estética— con el cual dialogar, espejarse o distinguirse. Aunque el campo literario argentino ha sufrido notables mutaciones respecto de la herencia impresa, un punto pertinente para un análisis de casos según sus dinámicas relacionales puede ser la indagación de las participaciones y rutinas de trabajo para saber si dichos actores se restringen a cada proyecto, si están insertos en otros grupos o redes —políticos, literarios, sociales— y, sobre todo, si dialogan entre sí. Según propusieron Pita y Grillo (2013) para el análisis de revistas impresas, una forma de operacionalizar estos elementos es relevando y analizando formas de participación, de toma de decisiones y de convocatoria a colaboradores en cada revista: saber qué funciones llevan a cabo, si son fijas, cómo se encargan y producen los contenidos, quiénes y cómo se dedican al diseño o la difusión. Ese es un punto de partida para reconocer y caracterizar posibles redes intelectuales y artísticas que en las últimas décadas se han diversificado, justamente porque el campo de producción tensiona cada vez más los valores simbólicos y materiales: cientos de autoras y autores orquestan el trabajo entre la gestión editorial (autores-editores-distribuidores; autores-editores-libreros), la formación estética o social (talleres de escritura, de lectura, seminarios teóricos informales, cátedras académicas formales) y la producción literaria y periodística en medios digitales.
El desempeño individual puede eventualmente dar indicios sobre políticas de trabajo colectivas. En esto encontramos una fricción en la relación entre espacios heterogéneos, como las revistas, y lo que veremos en el punto siguiente: la producción y búsqueda de visibilidad en otras plataformas de la web. Desde lo colectivo, todo grupo que mantiene una revista establece su posición pública a partir de un diálogo real o imaginario con otras entidades del campo: revistas, suplementos, editoriales, instituciones. En ese sentido, el componente relacional influye en la inserción de esa propuesta entre otras. Si nos remitimos a los ejemplos, el proyecto híbrido de Humo mantiene sus diálogos en dos niveles: la importancia de las invitaciones a los/as colaboradores/as, y lo que esa producción genera, y por otro lado, las presentaciones de los números y otras actividades, es decir, la socialización que propicia la revista (Beccaria, 2019). Un posicionamiento semejante apela más a la burbuja que a la intervención amplia en el espacio discursivo: como sus responsables afirman, las actividades organizadas por la revista funcionan casi como excusas para encuentros y charlas entre pares.
Paco también apela a la distancia con instituciones públicas y privadas —estados nacionales, provinciales o municipales; medios de prensa, organizaciones burocráticas— desde el autoconvencimiento de que su producción crítica repele la obsecuencia. Los abordajes que se hacen desde los contenidos, según sus responsables, ofrecen miradas distintas a las que circulan por medios de prensa, Facebook o Twitter, y eso es lo que consideran su mayor virtud.
Revista Atletas, la más reciente, es administrada por alumnos del taller literario de la editora responsable. Su propia red autoral remite al nicho que propició la idea de origen: encabezar un muestrario de escrituras en gestación. Según la editora, buscan posicionarse como publicación de literatura emergente donde se difunden trabajos terminados y, en algunos casos, la misma “cocina de la escritura” (Cosin, 2018). El estímulo (estrategia de distinción) es que no existen otros medios dedicados a agrupar producciones de talleres literarios, y así aspiran a abandonar la endogamia para cooptar colaboraciones de autores de otros talleres. La independencia del proyecto, entonces, se sostiene en la red de formación de talleres que caracteriza a las “ciudades literarias” más grandes (los polos de producción editorial) y que está relacionada con la ampliación del público que propician los medios digitales.
Carapachay, en cambio, apela a una inserción que se independiza del formato. Sus responsables consideran que lo digital no define la forma de la revista ni sus reverberaciones hacia dentro y fuera, sino que lo hacen los contenidos, que pueden ser pensados de igual modo para el papel. La construcción de los vínculos con otros actores se transparenta desde la priorización del diálogo con colaboradores y colaboradoras: dicen ser cuidados —dedicados— con los pedidos de colaboraciones y con las devoluciones que estructuran el proceso crítico propio de cada número, porque la línea de la revista propone un reconocimiento explícito de “un legado histórico, político, filosófico y hasta escritural” (Guiñazú, 2018) que antecedió y marca, a la vez, una ética de escritura y publicación.
4. Estrategias de visibilidad y espacios de difusión, interacción y circulación. Las metodologías de análisis de publicaciones periódicas impresas contemplan como punto central de difusión y circulación a los entornos urbanos; sobre todo —teniendo en cuenta que se habla de productos independientes— al lugar de edición. Para las revistas digitales, cualquier referencia empírica se incrusta en la naturaleza del soporte virtual. La problemática territorial, tradicionalmente atada a estrategias de distribución, se ve en la naturaleza digital transmutada a la deslocalización y los flujos de información vehiculizados por la web, y específicamente a la nueva ética interactiva que, plataformas sociales mediante, se ofrece como el gran canal para llegar a lectores, editores, escritores y otros participantes de la dinámica de campo. De modo que este cuarto punto también atañe al tránsito entre sintaxis interna y externa desde el estudio de los vínculos entre autores y lectores —visibilidad—, entre revistas y otros productos editoriales —convivencia de soportes—, y entre pares, como vimos en la dimensión anterior —relaciones dentro del campo de producción—. Un estudio de caso puede permitir el relevamiento de los vínculos estratégicos entre soportes y formatos que ofician de mediadores para alcanzar los objetivos de visibilidad que toda publicación periódica pretende —tanto los objetos impresos como la administración de cuentas en plataformas como Facebook, Twitter o Instagram, las más populares en Argentina—.[11]
Esta dimensión recurre a la especificidad del objeto, que desde la interdisciplina conjuga, por un lado, el impacto de las tres cualidades —hipertextualidad como forma de vincular nodos de información; multimedialidad por los lenguajes pasibles de ser utilizados, e interactividad como mediación entre actores—, y por otro la evidencia de nuevos hábitos de lectura y escritura, si se quiere rizomáticos y diversificados, que fueron ganando lugar a fuerza de una incesante fragmentariedad textual y una aceleración del flujo de información. En las revistas digitales de cultura y literatura cada contenido, materializado en un post, no es solo eso: se pueden encontrar cuentos, crónicas, ensayos, entrevistas, relatos de no ficción, artículos o columnas de opinión pero también otros contenidos satelitales que las mismas revistas publican a través de otras plataformas. El posicionamiento editorial se hace visible en los contenidos del sitio y los “metadatos” contextuales de ese posicionamiento se muestran en plataformas sociales y otras mediaciones, en forma de adelantos, recortes, fragmentos. Humo, por ejemplo, mantiene su blog donde publica contenidos de las ediciones en papel pero también publica textos coyunturales, no ceñidos a un tema especial. Sus editores piensan en las plataformas sociales como espacios para los lectores que solo leen en pantallas: mantienen cuentas en Facebook y Twitter, donde específicamente ofrece adelantos de ensayos y crónicas en hilos de tweets (threads), desplegando fragmentos de texto incluso con la restricción de caracteres. Anfibia publicita en Facebook y Twitter no solo contenidos sino también talleres de capacitación, de redacción, podcasts, series documentales que produce Anfibia y la comercialización de Anfibia papel, su proyecto de libros impresos (Figura 4).

Humo (derecha) ofrece en un post adelantos de un artículo y Anfibia (izquierda) publicita la edición de su segundo título en papel. Fuente: capturas de pantalla del 14/05/2020. Humo (right) offers in a post advances of an article and Anfibia (left) adverstises the edition of its second title in paper. Source: screenshots from 14/05/2020.
Ahora bien: ¿qué relación tiene la diversidad de formatos y procesos digitales con la inserción de un medio en una geografía cultural específica? En principio, expone la configuración de un nuevo mercado simbólico adecuado a las rutinas del ecosistema de medios conectivos. La difusión de novedades, la interpelación de hábitos de lectura o consulta, la propuesta de interacción con los lectores y lectoras y, por tanto, la inclusión de dispositivos técnicos en el contacto con otros actores —computadoras, tablets, teléfonos— son signos de la inserción de un medio en la cotidianeidad de los consumos literarios. La razón mediática se impone por sobre cualquier otra estrategia interpretativa, algo que quizás no predomina en los productos impresos.
Las plataformas sociales ocupan un lugar central para suplir la potencia interactiva que les falta a las revistas digitales. Dicho de otro modo, las plataformas centralizaron la velocidad conectiva en detrimento del formato blog utilizado por las revistas. El blog representó un quiebre en el consumo de la web 2.0 al propiciar la asimilación de nuevas rutinas de consulta e intervención basadas en el hipertexto, la multimedialidad y el carácter interactivo. Hace más de una década, sin embargo, que las revistas digitales montadas sobre plantillas de blogs mantienen la función de comentarios —cada lector o lectora puede intervenir con su palabra— pero casi no reciben réplicas o aportes. Hoy la faceta interactiva se explota en las cuentas que las revistas administran en plataformas sociales; ahí es donde se observan las intervenciones de los lectores. De modo que la evolución de los grupos, sus formas de trabajo y sus estrategias de recepción van necesariamente atadas a la dinámica de las plataformas, donde la visibilidad es mayor. De hecho, las revistas publican contenidos allí para “arrastrar” lectoras y lectores a sus sitios, donde apuntan a una suerte de regresión: funcionar como espacios 1.0, prácticamente unidireccionales, como sucede con otros medios, empresas u organizaciones.
Las entrevistas a editoras y editores aportan datos relevantes en este sentido. Si nos remitimos a los citados, Paco todo el tiempo destaca el valor “elástico” de los formatos web, y el escribir y publicar sin intermediarios. Atletas tiene cuentas en Facebook, Twitter e Instagram, y su grupo de trabajo también se encarga de gestionar la publicidad y la prensa del sitio. Consideran que tener una presencia eficaz y creativa en plataformas sociales también define la identidad del medio y es crucial para difundir sus obras literarias. Carapachay, por último, confiesa un manejo de otros medios y plataformas muy artesanal: usan Facebook y una estrategia de mailing —envíos privados y personalizados por correo electrónico— para difundir cada nuevo número. Los responsables de la revista consideran que la lógica de redes se contrapone al espíritu que buscan transmitir, que prioriza básicamente la potencia textual —narrativa y argumentativa— por sobre la noción de novedad (Guiñazú, 2018). De modo que, en el cruce entre aspectos sociotécnicos, también es posible encontrar continuidades entre formas de posicionamiento en el campo y la definición de una zona de difusión y alcance virtual.
Conclusión
Nociones como “modo de ser” de una revista, “ideología cultural” o, por fuera del medio en sí, la “geografía cultural” en que se inserta, siguen representando claves de análisis para la evolución del ecosistema digital conectivo, sea desde la perspectiva sociológica como desde las humanidades, ambas atravesadas por el desarrollo tecnológico-informacional. El tránsito entre las sintaxis interna y externa de una revista digital, aunque presente inconvenientes por la complejidad de abordar fenómenos que responden a otra ontología —por la composición material y operativa de los objetos en red (Isoglio y Vigna, 2021)— y a la vez a mutaciones de los campos de producción literaria, es una clave metodológica que habilita la comprensión de las tensiones entre proyectos específicos y dinámicas sociales y económicas determinadas histórica y geográficamente, algo que resultaba mucho más asible en los contextos de producción de las revistas impresas durante el siglo XX, al menos en Argentina. Las revistas, de cualquier modo, incluso las creadas para intervenir en el tránsito vertiginoso de la web, siguen insertas en un campo de producción cada vez más atomizado y restringido, orientado por la heterogénea producción del sector editorial independiente y los intercambios de dichos actores en medios digitales y también presenciales. En Argentina, la fracción más dinámica y vital de la producción literaria reciente parece alejarse de los grandes conglomerados editoriales para hacer confluir productos —revistas, libros, podcasts— con actividades sociales y comerciales —ferias de libros, talleres de lectura y escritura, cooperativas de distribución— vehiculizadas por escritores, editores, libreros, lectores y hasta recomendadores de literatura en la web: los llamados influencers (booktubers, bookstagrammers). Y aunque las reverberaciones de las propuestas estéticas, intelectuales y hasta periodísticas de las revistas hoy no tengan el impacto que supieron tener (Hernaiz, 2012: 101), en la virtualidad han alcanzado una complejidad atendible y siempre cambiante por la naturaleza del sistema de medios, esencialmente porque las condiciones de enunciación reconocidas por los discursos literarios e intelectuales han sido desbordadas por otros híbridos de la maquinaria de consumo, como las agendas periodísticas y las intervenciones de técnicos y especialistas —antes encerradas en la figura del desempeño intelectual, hoy traducidas en una forma de espectacularización de la crítica cultural y literaria—.
El hecho de reconocer y pensar el terreno donde esas formas estéticas, culturales e ideológicas han comenzado a ofrecer matices exige contemplar el problema de la circulación (Montaldo, 2017), la temporalidad y la autorreferencialidad en el sentido de atender a medios que pueden reflexionar sobre sus propias condiciones de producción. Las fricciones entre las nuevas manifestaciones literarias y un contexto social cada vez más problemático, a veces casi distópico, parecen expresarse en esa tirantez entre grupos que “hacen lo posible” para insertarse en condiciones de producción y recepción cada vez más inestables, por causa de los posicionamientos frente a la compulsión de primicias, las formas de circulación y obsolescencia de la información y, sobre todo, las nuevas temporalidades involucradas en los procesos interpretativos. La conjunción de esos tres aspectos —circulación, temporalidades, autorreferencialidad—, cruzados por las cualidades de los objetos digitales —hipertextualidad, multiplicidad de lenguajes, interactividad—, modelan las perspectivas de abordaje de las relaciones objetivas y subjetivas del campo de producción literaria y cultural en medio de la convivencia de soportes.
Sobre el presente artículo
“Aspectos teóricos y metodológicos para el análisis de revistas digitales de cultura y literatura. Nuevas geografías en el contexto argentino” forma parte del plan de investigación “Publicaciones colectivas digitales en el campo intelectual argentino de la última década. Continuidad y ruptura con la tradición cultural y literaria” (periodo 2014 a la fecha), financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Bibliografía
Altamirano, C. y Sarlo, B. (1983). Literatura/Sociedad. Buenos Aires, Edicial.
Artundo, P. (2010). “Reflexiones en torno a un nuevo objeto de estudio: las revistas”. IX Congreso Argentino de Hispanistas. La Plata, Argentina, 27-30 de abril. En http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.1028/ev.1028.pdf
Badenes, D. (2016). “Dimensiones y preguntas para el análisis de las revistas culturales”. En Delgado, V. y Rogers, G. (eds.). Tiempos de papel. Publicaciones periódicas argentinas (siglos XIX-XX). La Plata, Universidad Nacional de La Plata.
Beccaria, L. (2019). “Comunicación personal”. Buenos Aires, 15 de octubre de 2019.
Botto, M. (2012). “Esos raros proyectos nuevos. Reflexiones para la conceptualización de las nuevas prácticas editoriales”. VIII Congreso de Teoría y Crítica literaria Orbis Tertius. La Plata, Argentina, 7-9 de mayo. En http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos /ev.1584/ev.1584.pdf (consultado 03/06/2021).
Carrier, E. (2019). “Radiografía de redes”. Comentarios. Información, análisis y opinión. En https://comentarios.info/index.php/2019/08/02/radiografia-de-redes/ (consultado 03/06/2021).
Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Buenos Aires, Alianza.
Chun, W. (2008). “The Enduring Ephemeral, or the Future Is a Memory”. Critical Inquiry 35(1): 148-171. DOI https://doi.org/10.1086/595632
Clement, J. (2020). “Active Social Network Penetration in Selected Countries as of January 2020”. Statista. En https://www.statista.com/statistics/282846/regular-social-networking-usage-penetration-worldwide-by-country/ (consultado 03/06/2021).
Cosin, V. (2018). “Comunicación personal”. Buenos Aires, 19 de abril de 2018.
Delgado, V. (2014). “Algunas cuestiones críticas y metodológicas en relación con el estudio de revistas”. En Delgado, V.; Mailhe, A. y Rogers, G. (coords.). Tramas impresas. Publicaciones periódicas argentinas (siglos XIX-XX). La Plata, Universidad Nacional de La Plata.
Delgado, V. y Rogers, G. (coords.). (2019). Revistas, archivo y exposición: publicaciones periódicas argentinas del siglo XX. La Plata, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Colectivo Crítico).
Echevarría, S. (2008). “El futuro llegó, hace rato (Presentación)”. Revista No Retornable 8.
Ehrlicher, H. (2014). “El estudio de revistas culturales en la era de las humanidades digitales. Reflexiones metodológicas para un debate”. En Delgado, V.; Mailhe, A. y Rogers, G. (coords.). Tramas impresas. Publicaciones periódicas argentinas (siglos XIX-XX). La Plata, Universidad Nacional de La Plata: 26-46.
Gilman, C. (1999). “Las revistas y los límites de lo decible: cartografía de una época”. En Sosnowski, S. (ed.). La cultura de un siglo: América Latina en sus revistas. Buenos Aires, Alianza: 461-469.
Gramuglio, MT. (1983). “Sur: constitución del grupo y proyecto cultural”. Punto de vista VI(17): 7-9.
Guiñazú, L. (2018). “Comunicación personal”. Buenos Aires, 6 de mayo de 2018.
Hernaiz, S. (2012). “Revistas literarias y lugar social de la literatura en los años noventa”. En Hernaiz, S. Rodolfo Walsh no escribió Operación Masacre y otros ensayos. Bahía Blanca, 17 Grises: 99-127.
Isoglio, A. y Vigna, D. (2021). “Desafíos teóricos y metodológicos en torno al documento de archivo como objeto digital en la red”. Investigación Bibliotecológica: archivonomía, bibliotecología e información 35(87): 129-150. DOI https://doi.org/10.22201/iibi.24488321xe.2021.87.58351
Mazzoni, A. y Celsi, D. (2006). “Poesía actual y cualquierización”. Revista El Interpretador 26.
Montaldo, G. (2017). “Ecología crítica contemporánea”. Cuadernos de Literatura 21(41): 50-61. DOI https://doi.org/10.11144/Javeriana.cl21-41.ecco
Moraña, M. (2003). “Revistas culturales y mediación letrada en América Latina”. Outra Travessia 40: 67-74.
Patiño, R. (2008). “Revistas literarias y culturales”. En Amícola, J. y de Diego, JL. (eds.). La teoría literaria hoy. Conceptos, enfoques, debates. Valladolid, Al Margen: 154-170.
____. (2006). “Revistas literarias y culturales argentinas de los 80”. Revista Ínsula 715-716.
____. (1997). “Intelectuales en Transición. Las revistas culturales argentinas (1981-1987)”. Cuadernos de Recienvenido 4: 5-37.
Pita, A. y Grillo, M. del C. (2013). “Revistas culturales y redes intelectuales: una aproximación metodológica”. Temas de nuestra América 54: 177-194.
Pron, P. (2009). “La reinvención de lo nuevo. La literatura argentina después de 2001”. Revista Quimera 304: 18-21.
Rife, T. (2019). “Comunicación personal”. Buenos Aires, 16 de octubre de 2019.
Rivera, JB. (1969). “Las revistas literarias”. Los Libros 1(3).
Rogers, G. (2019). “Las publicaciones periódicas como dispositivos de exposición”. En Delgado, V. y Rogers, G. (coords.). Revistas, archivo y exposición: publicaciones periódicas argentinas del siglo XX. La Plata, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Colectivo Crítico): 11-27. DOI https://doi.org/10.11144/javeriana.upsy14-2.ppme
Rojas Castro, A. (2015). “De los datos al metamedio”. Revista Ínsula 822: 15-17.
Saítta, S. (2004). “Modos de pensar lo social. Ensayo y sociedad en la Argentina (1930-1965)”. En Neiburg, F. y Plotkin, M. (eds.). Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina. Buenos Aires, Paidós: 107-146.
Sarlo, B. (1994). “¿La voz universal toma partido? Crítica y autonomía”. Revista Punto de vista XVII(50): 5-9.
____. (1992). Intelectuales y revistas: razones de una práctica. Cahiers du CRICCAL 9-10: 9-16.
____. (1983). “La perspectiva americana en los primeros años de Sur”. Revista Punto de vista VI(17): 10-13.
Stedile Luna, V. (2019). “Revistas y movimientos de vanguardia en las Historias de la Literatura: formas de un tiempo desfasado”. Estudios de Teoría Literaria 8(15): 189-203.
____. (2017). “Las revistas y la comunidad: formas de la crítica para nombrar una época”. En Badenes, D. (comp.). Editar sin patrón. La experiencia política profesional de las revistas culturales independientes. La Plata, Club Hem Editores: 257-289.
Schwartz, J. y Patiño, R. (2004). “Introducción. Revistas culturales y literarias de América Latina”. Revista Iberoamericana LXX(208-209): 647-650. DOI https://doi.org/10.5195/reviberoamer.2004.5529
Scolari, C. (2008). Hipermediaciones: elementos para una teoría de la comunicación digital interactiva. Barcelona, Gedisa.
van Dijck, J. (2016). La cultura de la conectividad. Una historia crítica de las redes sociales. Buenos Aires, Siglo XXI.
van Dijk, J. et al. (2018). The Platform Society. Public Values in a Connective World. Oxford, Oxford University Press.
Vigna, D. (2020). “La forma revista en su versión digital. Propuesta metodológica para el análisis de publicaciones culturales y literarias desde el contexto argentino”. Cuadernos del CILHA 21(1): 1-8.
____. (2015). “De la tradición de revistas al mundo virtual. Aproximación a las publicaciones culturales digitales en el campo intelectual argentino de la última década”. Revista Pilquen 18(3): 21-35.
____. (2014). La década posteada. Blogs de escritores argentinos (2002-2012). Córdoba, Alción-CEA.
Weinberg, L. (2011). “Presentación. Sobre revistas en América Latina: proyectos literarios, políticos y culturales”. Revista Cuadernos Americanos 137: 199-205.
____. (2007). El ensayo latinoamericano entre la forma de la moral y la moral de la forma. Cuadernos del CILHA 8(9): 110-130.
Williams, R. (1981). Cultura. Sociología de la Comunicación y del Arte. Barcelona y Buenos Aires, Paidós.
Zukerfeld, M. (2014). “Todo lo que usted quiso saber sobre Internet pero nunca se atrevió a googlear”. Revista Hipertextos 1(2): 64-103. DOI https://doi.org/10.32870/cys.v0i21.583
Notas