Dossier: Ficciones en transición

La literatura brasileña contemporánea y su crítica

Contemporary Brazilian Literature and its Criticism

A literatura brasileira contemporânea e sua crítica

Karl Erik Schollhammer *
Pontifícia Universidade Católica Do Río De Janeiro, Brasil

La literatura brasileña contemporánea y su crítica

Cuadernos de Literatura, vol. XX, núm. 40, pp. 204-214, 2016

Pontificia Universidad Javeriana

Recepción: 17 Septiembre 2015

Aprobación: 18 Noviembre 2015

Resumen: El artículo se propone mostrar que existen ejemplos en la literatura contemporánea de escenarios para la relación mundo y nación que escapan al modelo occidental de centro y periferia, de influencia y autonomía y de sumisión y resistencia. Sugiere que el desafío para el escritor brasileño contemporáneo es tratar los temas nacionales con un sentimiento que se alimenta de una cierta intimidad global y de una visión, o un imaginario global, cuyo perspectivismo refleja la inserción de Brasil en el panorama mundial.

Palabras clave: Weltliteratur, imaginario global, ficción brasileña contemporánea.

Abstract: The essay will show existing examples from contemporary Brazilian literature of a relation between World and Nation that escapes the Occidental modeling of Center and Periphery, Influence and autonomy and submission and resistance. Suggest that the challenge for the contemporary Brazilian writer is to treat national themes with a sentiment nourished by a certain global intimacy and by a vision, a Global Imaginary, which perspectivism reflect the insertion of Brazil in the global panorama.

Keywords: Weltliteratur, global imaginary, Brazilian contemporary fiction.

Resumo: O artigo visa mostrar que há exemplos na literatura contemporânea de cenários para o relacionamento mundo e nação que estão para além do modelo ocidental de centro e periferia, de influência e autonomia, de submissão e resistência. Exprime que o desafio para o escritor brasileiro contemporâneo é o de tratar os temas nacionais com sentimento que se alimenta de certa intimidade global e de uma visão, ou imaginário global, cujo perspectivismo reflete a inserção do Brasil no panorama mundial.

Palavras-chave: Weltliteratur, imaginário global, ficção brasileira contemporânea.

Cómo citar este artículo

Schollhammer, Karl Erik. “La literatura brasileña contemporánea y su crítica”. Cuadernos de Literatura 20.40 (2016): 204-214. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.cl20-40.lbcc

“La literatura contemporánea, en Brasil y fuera de él, raramente innova, pues vive un impasse radical. Por un lado, ya no consigue convertirse en la epopeya de la construcción nacional, pues la circulación internacional del capital minó las bases del Estado-nación; por el otro, no se mantiene como valor estético lo suficientemente duradero, pues el programa, generalmente asociado a la reivindicación de derechos, tiende a ser inmediatista y concerniente a grupos restringidos”.

Alcir Pécora

En la novela más reciente de Bernardo Carvalho (2014), Reprodução, la historia transcurre en el espacio claustrofóbico de un aeropuerto, el no lugar más internacional de nuestro tiempo, donde el “estudiante de chino” es interrogado por la Policía Federal y se defiende de las sospechas de complicidad por la migración ilegal de su exprofesora china. El soliloquio fastidioso del personaje central se convierte en la materialidad anómala del diálogo interrumpido por la ideología violenta de la noticia mediática. En lugar de ser el encuentro ideal entre las lenguas en la esfera publica de un cosmopolitismo idealmente libre, el discurso sale del “frequent travellers lounge” y entra en la realidad del tráfico internacional de mercaderías, de mano de obra y de servicios y oportunidades. Además de encontrarse con las fronteras de la ley y las sinuosidades de las relaciones internacionales fuertemente vigiladas y fiscalizadas, la novela de Bernardo Carvalho abandona el viaje como forma narrativa fundamental, que fuera ejercitada en novelas anteriores como Mongólia y O sol se põe em São Paulo, y se convierte en una experiencia sensible de la angustiante y prejuiciosa parálisis pos-11 de septiembre en el “entre lugar” entre la nación y el mundo global.

La literatura brasileña contemporánea se encuentra en una aparente paradoja. Según algunos críticos, el abandono de un proyecto nacional, e incluso de sus características nacionales históricas, se está convirtiendo en uno de sus rasgos característicos. Se observa en la ficción un esfuerzo multifacético por ampliar la geografía y la espacialidad de manera tal que la narrativa se inserte en el centro de la relación entre la identidad nacional brasileña y la globalización. Esta ya no es descrita como una fuerza ajena y extranjera, resultado de un mecanismo ciego de expansión del capital multinacional, contra la cual se llama a resistirse, sino como una potencia que está en el propio encuentro entre individuos, movimientos y culturas y que, por ello, simultáneamente viene de adentro y de afuera. De afuera para adentro y de adentro para afuera. Pero si uno de los rasgos característicos de la literatura brasileña contemporánea es el abandono del proyecto de nación como escenario para sus narrativas, la literatura tal vez contribuya para algo que podríamos llamar globalización imaginada, algo del estilo del “cosmopolitismo del pobre” idealizado por Silviano Santiago en el ensayo y libro homónimos. Ya no se trata de una dialéctica idealizada entre la sensibilidad nacional y el espíritu moderno del cosmopolitismo como lo había articulado Machado de Assis en el conocido ensayo “Instinto de nacionalidad” de 1873, en el que el escritor nacional era llamado a expresar su brasilidad no en el tema o en el escenario nacional —en el indianismo o en el color local—; más bien en un cierto tratamiento de aquello que no es característico de lo nacional, sino que es común a la humanidad. Machado de Assis exige al escritor, antes que nada, “cierto sentimiento íntimo que lo convierta en hombre de su tiempo y de su país, aun cuando se trate de temas remotos en el tiempo y en el espacio”. Para Machado de Assis y para gran parte de la intelectualidad de Brasil, incluso en sus primeras aspiraciones de independencia, se articula una posibilidad de equilibrio ideal e ideológico entre la tradición nacionalista y la sumisión internacional que se mantendrá durante la mayor parte del siglo XX, revestido de diversas formas, dependiendo de la tendencia política.

Mi argumento es simple: básicamente postulo que existen ejemplos en la literatura contemporánea de escenarios para esa relación que escapan al modelo occidental de centro y periferia, de influencia y autonomía y de sumisión y resistencia. Si para Machado de Assis el escritor brasileño se convertía en hombre de su tiempo y su país por la manera particular en que trataba los temas universales o globales, podemos sugerir que el desafío para el escritor brasileño contemporáneo es tratar los temas nacionales con un sentimiento que se alimenta de una cierta intimidad global y de una visión cuyo perspectivismo refleja la inserción de Brasil en el panorama mundial. Brasil disputa su lugar en el mundo desde hace mucho tiempo y viene compitiendo para posicionarse en los rankings de los índices económicos y ganar influencia política en las esferas globalizadas diplomáticas y de prestigio internacional. Sin embargo, no son esos los índices de la competitividad internacional que buscamos en la literatura y en las artes contemporáneas, sino algo más cercano a lo que Silviano Santiago llama “inserción del lenguaje-Brasil en el mundo” y que considera la episteme del siglo XXI de manera diferente del concepto de formación que predominó en el siglo XX brasileño y que se expresó en obras fundacionales como Formación de la literatura brasileña, de Antonio Cándido; Formación del Brasil contemporáneo, de Caio Prado Junior, y Formación económica de Brasil, de Celso Furtado (Santiago, “Tenho duas” 14). Así, buscamos un lenguaje es un lenguaje literario capaz de ofrecer una visibilidad de la esfera global en un decir que trae las marcas materiales e indicadoras de la experiencia específica de quien vive en estas tierras.

En una reciente encuesta en el suplemento Ilustríssima del diario Folha de São Paulo, varios críticos respondieron a la pregunta: ¿la identidad nacional, un tema que siempre estuvo presente en la ficción, se ha perdido y ha dejado de ser central? El crítico paulista Alcir Pécora respondió que la cuestión “de la identidad era solo una de las posibilidades de pensar los acontecimientos vividos con relativa urgencia”. Más importante era que “la forma literaria” —hasta alrededor de los años sesenta y setenta— “era esencial para la interpretación del país, parecía central en la creación consistente de una comunidad imaginaria que respondía por él o por sus destinos”. Continúa Pécora: “(actualmente) esa urgencia interpretativa perdió fuerza”, supuestamente en detrimento de la “representación de un pequeño espectáculo de sí, de grupos de lectores o de comunidades más restringidas, con gustos y perspectivas, a priori homogéneos, aunque diseminados por el mundo”. Y prosigue el crítico: “lo que quiero decir es que no me parece que sea en la literatura, en el lenguaje de la invención que hoy se libra la batalla de las contradicciones de lo real y de la búsqueda de sus alternativas más consistentes [...]”. Vale la pena prestarle atención al cuestionamiento crítico de Pécora como señal de alerta para la literatura contemporánea contra el peligro de perder la centralidad y el privilegio de ser el centro de los cuestionamientos sobre la realidad en la que se encuentra inserta. Incluso estando de acuerdo en parte, me permito traer algunos ejemplos de posibles excepciones a ese diagnóstico indicando los efectos de la creciente globalización comercial de la literatura y en respuesta a la experiencia cada vez más viva de las transiciones y desplazamientos internacionales que afectan particularmente la dimensión de lo cotidiano de la clase media brasileña, principal productora de literatura.

La primera pregunta que debemos hacernos es ¿cuál es el papel, si hubiere alguno, de la literatura producida en Brasil en relación con aquel fenómeno que Goethe en los años de 1820 llamó Weltliteratur, es decir, literatura mundial, y que señaló como el futuro y destino necesario de la literatura alemana? Actualmente, el campo de la World Literature está emergiendo con un éxito inédito y está siendo la salvación de los principales programas universitarios de literatura comparada. En uno de los trabajos pioneros sobre el tema, “Conjectures on World Literature”, de Franco Moretti, el crítico trata de construir una teoría sobre la expansión mundial de la novela europea que se inspira en el evolucionismo darwiniano y en la teoría de Immanuel Wallerstein del sistema mundial en la historia económica. Moretti piensa la literatura mundial en paralelo con el capitalismo mundial, como un sistema único (One) que no se compara con otro (Unequal) y que se desarrolla en la expansión del centro a la periferia como una especie dominadora que termina subyugando y eliminando los géneros y formas tradicionales, acompañando el desarrollo político y económico de la colonización y neocolonización y creando raíces en culturas con menos historia y tradición, pero también inspirando creativamente luego de superar las primeras resistencias que se derivan.

Este no es el sistema único de la literatura mundial de literaturas interrelacionadas que Goethe y luego Marx idealizaban, pues su tendencia es profundamente distinta. Fiel al fundamento teórico del materialismo histórico, Moretti entiende el proceso como inminentemente dialéctico y es interesante para nuestra discusión destacar la inspiración que él encuentra en la crítica brasileña, principalmente en las teorías de Roberto Schwarz, quien en el ensayo “La importación de la novela y sus contradicciones en Alencar” —y luego en otros ensayos— analiza la literatura nacional como deudora de la literatura europea. Este proceso de endeudamiento —obsérvese la metáfora económica— es profundamente asimétrico y se desarrolla en la literatura en paralelo con la historia social y económica creando cada vez más desigualdad al poner el relieve en la superioridad de la novela como la forma europea por excelencia. Reconocemos fácilmente el polémico y muy discutido desprecio sistemático de Schwarz por la literatura brasileña y no es extraño que sea exactamente él quien se preste de ejemplo para la dialéctica de Moretti. “La novela moderna —escribe el crítico— no emerge en el desarrollo autónomo, sino en el compromiso entre la influencia formal occidental (normalmente francesa e inglesa) y los materiales locales [...]” (“A importação”). De esta forma, Moretti insiste en la unicidad del sistema literario aunque reconozca que es un sistema de variaciones creadas por los materiales locales y también por las formas locales cada vez que reconoce, con Schwarz, que una parte de las condiciones históricas originales reaparece en la forma sociológica, siendo las formas representaciones abstractas de relaciones sociales específicas.

Este no es el lugar adecuado para exponer las críticas realizadas, en el contexto brasileño, contra esta teoría de la dependencia cultural de Schwarz; pretendemos apenas recordar que fue una de las principales discusiones que caracterizó el ambiente crítico durante las décadas de los sesenta, de los setenta y de los ochenta. Basta recordar las respuestas contundentes de Silviano Santiago, Haroldo de Campos y Luiz Costa Lima. Por ejemplo, en el ensayo “Atracción del mundo”, Silviano Santiago critica el eurocentrismo de Joaquim Nabuco a Antônio Cândido que refuerza en Brasil una “conciencia del subdesarrollo y del atraso”. Como observa Eneida Maria de Souza, se instala en la discusión en torno de la “identidad dialéctica de la cultura brasileña” una oscilación entre “lo local y lo universal, lo mismo y lo otro, la civilización y el primitivismo, lo moderno y lo arcaico”. Esa oscilación se manifiesta “a través de la dialéctica positiva —Oswald de Andrade y la poética de Pau-Brasil, el tropicalismo de los años sesenta— o por la dialéctica negativa —Machado de Assis y la lección del desequilibrio entre la modernidad capitalista y la experiencia brasileña” (Souza 49)—. En la crítica brasileña, la primera postura es defendida principalmente por Silviano Santiago —“El entre-lugar del discurso latinoamericano”, de 1978, y “A pesar de dependiente, universal”, de 1982— y la segunda en los argumentos de Roberto Schwarz en, por ejemplo, “Las ideas fuera del lugar” (1978) y “Nacional por substracción” (1987). La polémica se desarrolla con fuerza como eje de la crítica académica brasileña y culmina en torno del proyecto modernista de Oswald de Andrade y con la evaluación de la adecuación de la propuesta antropofágica. Para Santiago se trata de la posibilidad real de una nacionalidad fuerte y auténtica, y para Schwarz, de la expresión de un mito progresista-conservador. Años después, en 2002, en un discurso preparado para la Feria de Fráncfort, Silviano Santiago va a criticar la condición de la cultura nacional desde otra perspectiva en la que lamenta la falta de capacidad de adecuarse al panorama mundial después de la caída del muro de Berlín.

Si el fin de la Guerra Fría transformó los estáticos valores políticos, ideológicamente estableció en Brasil una “falla geológica en el escenario brasileño” capaz de crear condiciones para que un escritor como Paulo Coelho se convirtiera en representante global:

Al volverse insignificante, la lengua portuguesa redujo, a su vez, la posibilidad y la capacidad de cualquier hablante de insertarse adecuada y críticamente en la realidad conturbada de finales de siglo. Todo sucedió entre nosotros como si el muro hubiese caído allá fuera, muy lejos de aquí, y sus escombros no hubiesen comprometido el comportamiento cotidiano y el discurso reflexivo de los brasileños. (Santiago, O cosmopolitismo 78)

Voy a mencionar solo tres ejemplos de la literatura contemporánea que, desde mi perspectiva, reflejan de manera indirecta la condición globalizada o mundializada del escritor nacional. Los ejemplos van más allá del tema general y ya muy discutido de la transitoriedad de los personajes y de las identidades, del motivo recurrente del viaje y de las tramas internacionales que ya habían empezado a aparecer con fuerza en la crítica de las décadas de los ochenta y de los noventa.

El primer ejemplo es una especie de inversión de escenarios típicamente nacionales. En la reciente novela de Marcelino Freire, Nuestros huesos, de 2013, el narrador es un nordestino autor de teatro que vive en São Paulo y cuyo amante, un gigoló también nordestino, es asesinado en una situación poco clara y mal explicada. A partir de este evento, que evoca la muerte como causa primordial de la historia, la narrativa toma dos rumbos. Un movimiento casi policial que reconstruye las últimas horas de la víctima, acompañado por una retrospección de la historia amorosa que en la materialidad del texto conjuga las temporalidades de la memoria con el presente de la acción y el proyecto de redención futura del cuerpo. En una especie de road movie, el narrador se propone llevarle a la familia el cadáver de vuelta al interior del nordeste y comienza un viaje a los orígenes geográficos y culturales. Solo que esta trayectoria física de vuelta no es gratuita y el viaje termina desencadenando una marcada profundización existencial de las crisis de identidad del narrador que fatalmente se suicida. Así se ensaya una repetición de las historias de los protagonistas de la migración nordestina para las grandes ciudades, que en las décadas de los cincuenta y de los sesenta fue el gran tema de la literatura regionalista nacional que evocaba el destino urbano del país que estaba en pleno desarrollo industrial. Pero ahora con el destino invertido, invita a una necesaria reflexión contemporánea de las cuestiones regionales y culturales de Brasil.

En el segundo ejemplo, la nación reaparece, convertida en un lugar anómalo y postapocalíptico como en la novela Dentes negros, de André de Leones. Se crea un relato que insiste en la historia a través de una ficción científica poshistórica que sucede en un tiempo supuestamente posterior a una gran calamidad ocurrida en Brasil, tiempo que ambiguamente está situado entre el pasado y el futuro. Hay en el universo de la cultura juvenil tendencias estáticas caracterizadas como retrofuturistas en que la ansiedad por un futuro utópico se confunde con el sueño del pasado lejano. Esa misma ambigüedad se encuentra patente en el relato de Leones: estamos en un ambiente brasileño del interior, en el lugar que antes era conocido como el estado de Goiás y que está desapareciendo como consecuencia de un mal que en todo momento ocupa el centro de la narración mostrando la verdadera historia, el evento que todo cambia.

Sin ambiciones totalizadoras, el último ejemplo es de narrativas que retoman el escenario nacional como teatro de reflexión, no como desafío interpretativo en relación con problemas actuales, sino como archivo histórico de reflexión sobre eventos recientes que antecedieron nuestro presente.

La novela K., de Bernardo Kucinski, retoma el momento traumático de la dictadura en una simulación de documental autobiográfico, que se basa en anotaciones —verídicas o no— de un diario fragmentado sobre la desaparición de la hija del narrador. Kucinski crea una estructura de archivo compleja y elíptica que erige su trama sobre aquello que permanece indecible en los restos textuales: los hechos consumados penosamente previsibles —el secuestro y asesinato de la hija por agentes de la dictadura—.

No es este el lugar para un análisis detallado de los ejemplos citados; solo pretenden mostrar un cierto historicismo narrativo que, al reescribir la historia de la nación, sirve de estrategia epistemológica para proporcionar realidad al paisaje material del presente en que se condiciona la experiencia de lo contemporáneo.

Hoy en día es más importante pensar esta relación a partir del reconocimiento de la centralidad de la condición periférica como uno de los rasgos principales de la globalización actual. La contemporaneidad se caracteriza no tanto por la capacidad de homogeneizar las condiciones culturales occidentales al extender los privilegios de los centros económicos y culturales, sino más bien por la proliferación de la condición periférica que ya emerge en la miseria en cualquier lugar a pesar de los esfuerzos contrarios. La alteridad cultural, racial y social ya no está en el horizonte del extranjero, sino que se reintroduce en el corazón de la vivencia occidental cotidiana y la experiencia de la exterioridad amenaza la jerarquía de los valores civilizatorios.

El padre de la teoría sistémica alemana, Niklas Luhmann, identificó la modernidad con la condición epistemológica del “observador de segundo orden” que, a diferencia del “observador de primer orden”, posee el privilegio de la autorreflexividad cartesiana. El sujeto observador frente a su objeto reflexiona sobre su propia posición de observador y se ve viendo. Actualmente, en la condición global reflejada en la literatura contemporánea, el sujeto observador pierde centralidad, pues es él mismo quien empieza a observar lo ya visto y objetivado por otra mirada que perdió su centro y está en todas partes. Tal vez podamos entender estos ejemplos no como representaciones realistas de la condición social y cultural del país, sino, como sugiere Luiz Costa Lima, en un texto sobre la novela del nuevo milenio: hay aquí un realismo que expresa una dimensión desapercibida y latente que no se comprueba directamente en la dimensión de lo cotidiano ni en los estudios históricos o antropológicos. “El realismo del siglo XIX —afirma Costa Lima— se fundaba en lo patente, lo que ahora se muestra destaca lo latente. Lo que presumo que es una nueva tendencia de la novela no se opone al dominio de lo ficcional. Todo sucede como si entre lo real y lo ficcional hubiese habido tan solo una pared y ella se desmoronó”. Pienso que esta latencia está constituida por escenarios globalizados que asumen la periferia y le ofrecen resistencia a la dialéctica única (One and Unequal) de la que Moretti hablaba y materializan la condición globalizada en un paisaje ético en el que los encuentros se suceden y se plantea el desafío de resistencia política relativo al combate contra la desigualdad, actualizando su real posibilidad de inversión. No como reversión de la inevitable globalización, sino como su respuesta micropolítica y local. Tal vez sea la construcción de estos paisajes, de esta geografía y espacialidad del encuentro global lo que necesita la lengua portuguesa para superar la falla geológica que denunció Silviano Santiago para poder intervenir en un diálogo real que no se reduzca a la verborragia mediática de los prejuicios y del lugar común.

En los escritores mencionados, las tramas se desarrollan a partir de los restos de una sociabilidad que se perdió, que se extinguió, pero cuya supervivencia está en los huesos, en el esqueleto, en la carcasa y en las vértebras. Esta centralidad de los restos corporales forma parte de una estética forense sustentada en una epistemología particular cuya principal característica es que los objetos ganan voz y hablan de aquello que escapa al testimonio subjetivo. Revelan un nivel latente a partir del cual la historia y las narrativas se rehacen y se reinician.

Referencias

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Souza, Eneida Maria de. “O discurso crítico brasileiro”. Crítica Cult. Belo Horizonte: Editora UFMG, 2002. Impreso.

Notas de autor

* Doctor en Literatura por la Universidad de Aarhus, Dinamarca. Ha publicado Além do visível: o olhar da literatura (7 Letras, 2007), Ficção brasileira contemporânea (Civilização Brasileira, 2009), Cena do Crime (Civilização Brasileira, 2013). Correo electrónico: karlerikschollhammer@me.com
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