Resumen: La evolución histórica del concepto de cuerpo, desde visiones dualistas hasta concepciones monistas y post-estructuralistas, refleja una transformación en nuestra comprensión, donde el cuerpo ha pasado de ser visto como un objeto de control a convertirse en un agente activo de resistencia. Merleau-Ponty ofrece una visión integral del cuerpo como sujeto encarnado que define nuestra relación con el mundo, mientras que Foucault revela cómo el poder y el conocimiento regulan y disciplinan los cuerpos en diversas instituciones sociales. Este trabajo analiza y compara las interpretaciones filosóficas del cuerpo propuestas por Maurice Merleau-Ponty y Michel Foucault, abordando las perspectivas fenomenológica y biopolítica. Maurice Merleau-Ponty, desde la fenomenología, sitúa al cuerpo como el fundamento de la percepción y la experiencia vivida, desafiando la dicotomía cartesiana entre mente y cuerpo. En contraste, Michel Foucault examina el cuerpo como un constructo social y político, enfocado en cómo técnicas de control y regulación se ejercen sobre él en el marco de la biopolítica. Ambas perspectivas, aunque distintas, subrayan la centralidad del cuerpo en la experiencia humana y la subjetividad, desafiando dicotomías tradicionales y ofreciendo una visión más compleja y matizada del cuerpo.
Palabras clave: Cuerpo, Biopolítica, Filosofía, Subjetividad.
Abstract: The historical evolution of the concept of the body—from dualist views to monist and post-structuralist conceptions—reflects a transformation in our understanding, where the body has shifted from being perceived as an object of control to becoming an active agent of resistance. Maurice Merleau-Ponty provides a comprehensive view of the body as an embodied subject that shapes our relationship with the world, while Michel Foucault reveals how power and knowledge regulate and discipline bodies across various social institutions. This article analyzes and compares the philosophical interpretations of the body proposed by Maurice Merleau-Ponty and Michel Foucault, addressing both phenomenological and biopolitical perspectives. From the standpoint of phenomenology, Maurice Merleau-Ponty situates the body as the foundation of perception and lived experience, challenging the Cartesian mind-body dichotomy. In contrast, Michel Foucault examines the body as a social and political construct, focusing on how techniques of control and regulation are exercised over it within the framework of biopolitics. Although their approaches differ, both perspectives underscore the centrality of the body in human experience and subjectivity, challenging traditional dichotomies and offering a more complex and nuanced understanding of the body.
Keywords: Body, Biopolitics, Philosophy, Subjectivity.
Resumo: A evolução histórica do conceito de corpo, das visões dualistas às concepções monistas e pós-estruturalistas, reflete uma transformação em nosso entendimento, no qual o corpo deixou de ser visto como um objeto de controle para se tornar um agente ativo de resistência. Merleau-Ponty oferece uma visão abrangente do corpo como um sujeito incorporado que define nossa relação com o mundo, enquanto Foucault revela como o poder e o conhecimento regulam e disciplinam os corpos em várias instituições sociais. Este artigo analisa e compara as interpretações filosóficas do corpo propostas por Maurice Merleau-Ponty e Michel Foucault, abordando perspectivas fenomenológicas e biopolíticas. Maurice Merleau-Ponty, a partir da fenomenologia, situa o corpo como o fundamento da percepção e da experiência vivida, desafiando a dicotomia cartesiana entre corpo e mente. Por outro lado, Michel Foucault examina o corpo como uma construção social e política, concentrando-se em como as técnicas de controle e regulamentação são exercidas sobre ele na estrutura da biopolítica. Ambas as perspectivas, embora distintas, enfatizam a centralidade do corpo na experiência e na subjetividade humanas, desafiando as dicotomias tradicionais e oferecendo uma visão mais complexa e matizada do corpo.
Palavras-chave: Corpo, Biopolítica, Filosofia, Subjetividade.
Artículos
Reconfiguraciones del Cuerpo: Una Reflexión Filosófica a través de Merleau-Ponty y Foucault
Reconfigurations of the Body: A Philosophical Reflection through Merleau-Ponty and Foucault
Reconfigurações do corpo: uma reflexão filosófica através de Merleau-Ponty e Foucault

Recepción: 26 Agosto 2024
Aprobación: 30 Diciembre 2024
Publicación: 01 Enero 2025
La evolución histórica del concepto de cuerpo refleja una transformación continua en nuestra comprensión desde las visiones dualistas que separaban tajantemente el cuerpo y la mente, hasta las concepciones monistas y post-estructuralistas contemporáneas (Águila y López, 2019; Mujica, 2020; Gamboa-Jiménez et al., 2022). A lo largo de esta evolución, las prácticas corporales, las normas sociales y las estructuras políticas han moldeado y regulado el cuerpo, convirtiéndolo no solo en un objeto de control, sino también en un agente activo de producción y resistencia (Foucault, 2009; Foucault, 2017; Casanova-Molina, 2023).
Históricamente, la noción de cuerpo ha sido comprendida desde dos perspectivas fundamentalmente opuestas: la dualista y la monista. La visión dualista, con profundas raíces en la filosofía clásica griega, divide al ser humano en una parte material (el cuerpo) y una realidad inmaterial (alma, mente), (Gallo, 2007, García y Castelli, 2013). Esta concepción encuentra su expresión más clara en el pensamiento de Platón (2002), quien conceptualizaba el cuerpo como una prisión del alma, una entidad que obstaculizaba el acceso al verdadero conocimiento. Siglos más tarde, René Descartes (2003), con su famosa máxima "Cogito ergo sum" (Pienso, luego existo), llevó esta separación a su punto culminante, estableciendo una distinción radical entre el pensamiento y el cuerpo, considerando este último meramente como un mecanismo complejo, pero esencialmente separado de la esencia del ser (Descartes, 2003). Esta perspectiva cartesiana ha tenido una influencia duradera, llevando a un entendimiento mecanicista del cuerpo, en el que se le percibe como una "máquina" que debe ser entrenada, optimizada y, en última instancia, superada (Johnson, 2009; García et al., 2013).
En contraposición a esta visión dualista, la concepción monista sostiene que cuerpo y mente forman una unidad indivisible, una totalidad integrada que no puede ser separada sin perder su esencia. Desde esta perspectiva, el cuerpo no es simplemente un receptáculo pasivo del alma o de la conciencia, sino que se constituye como el centro mismo de la experiencia y la interacción humana, reflejando y a la vez escondiendo nuestras realidades más íntimas (Vicente, 1989; Murcia y corvetto, 2021). Esta visión monista reconoce que el cuerpo es profundamente influenciado por factores socioculturales, convirtiéndose así en un fenómeno histórico y cultural, marcado indeleblemente por la realidad social, el tiempo y el espacio en el que se vive y se desarrolla (Águila y López, 2019; Casanova-Molina, 2023).
La dimensión política y social del cuerpo ha sido objeto de una profunda y sostenida reflexión filosófica y sociológica, particularmente en los trabajos Michel Foucault y la biopolítica, así como desde la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty. Estos pensadores han ofrecido marcos conceptuales innovadores que desentrañan cómo el cuerpo, lejos de ser una entidad biológica neutral o un dato natural inmutable, se configura y se regula a través de una compleja red de relaciones sociales, culturales y políticas.
Desde la fenomenología de Merleau-Ponty, el cuerpo es concebido no como un mero objeto físico, sino como el medio fundamental a través del cual experimentamos y percibimos nuestra realidad. Merleau-Ponty argumenta que el cuerpo no solo está en el mundo, sino que el mundo está en el cuerpo, estableciendo así una relación de co-pertenencia constante y recíproca (Merleau-Ponty, 1996). Este enfoque implica una "sensoriomotricidad" en la que los sentidos y el movimiento están en constante interacción con el entorno, permitiendo que el mundo se "dibuje" a través de nuestras experiencias corporales (Merleau-Ponty, 2006).
Por otro lado, Michel Foucault desafía las concepciones tradicionales del cuerpo desde una perspectiva biopolítica. Para Foucault, el cuerpo no es una entidad preexistente y fija, determinada únicamente por la biología, sino un constructo que se forma y se moldea continuamente a través de relaciones de poder y conocimiento (Foucault, 2009). Foucault introduce el concepto de biopolítica para describir cómo las técnicas de poder se extienden más allá del control disciplinario de los cuerpos individuales para abarcar la regulación de las poblaciones en su conjunto. La biopolítica implica un conjunto de estrategias y mecanismos que gestionan la vida de las poblaciones a través de prácticas de salud pública, políticas demográficas y regulaciones sanitarias. En este marco, el cuerpo se convierte en un punto de articulación crucial entre las técnicas disciplinarias y biopolíticas, donde las fuerzas productivas y las relaciones de poder se entrelazan para producir y controlar la vida en una escala masiva (Foucault, 1978).
El objetivo de este trabajo es analizar y comparar las interpretaciones filosóficas del cuerpo propuestas por Maurice Merleau-Ponty y Michel Foucault. A través de la exploración de las perspectivas fenomenológica y biopolítica, se busca desentrañar cómo estos dos pensadores abordan la corporeidad desde ángulos distintos pero complementarios. Maurice Merleau-Ponty, desde la fenomenología, sitúa el cuerpo como el fundamento de la percepción y la experiencia vivida, desafiando la dicotomía cartesiana entre mente y cuerpo. En contraste, Michel Foucault examina el cuerpo como un constructo social y político, sometido a técnicas de control y regulación dentro del marco de la biopolítica. Este ensayo pretende iluminar las tensiones y puntos de convergencia entre estas dos perspectivas, subrayando sus implicaciones para la comprensión contemporánea del cuerpo en contextos sociales, culturales y políticos.
Desde sus primeras obras hasta su trabajo póstumo "Le visible et l’invisible" (2003), Maurice Merleau-Ponty se preocupó profundamente por superar el dualismo metafísico clásico de cuerpo y conciencia, un paradigma representado notablemente en la modernidad por la filosofía cartesiana (Ferrada-Sullivan, 2019). Merleau-Ponty criticó a lo largo de toda su obra el dualismo cartesiano, responsabilizándolo de abordar la relación cuerpo-conciencia desde una perspectiva dicotómica que opone una conciencia absolutamente libre, que constituye autónomamente la realidad del mundo mediante las cogitationes del cogito, a un cuerpo concebido como un objeto físico, similar a los estudiados por las ciencias naturales (Firenze, 2017). Este enfoque dicotómico resulta en una "diplopía" ontológica en la cual el hombre se ve desdoblado. Merleau-Ponty se esforzó en reconsiderar esta diplopía ontológica, conduciendo la interrogación filosófica más allá del impasse dualista.
En Fenomenología de la percepción, Merleau-Ponty (1996), siguiendo la fenomenología husserliana (1940), emprendió su crítica del dualismo mediante una rehabilitación fenomenológica de la corporeidad subjetiva, o como él lo denominó, "cuerpo propio" (corps propre). Este término se refiere a la noción husserliana de Leib (cuerpo vivo), entendido como cuerpo-sujeto, "Yo puedo", y unidad originaria de la conciencia, en contraposición a Körper (cuerpo físico), el cual es objetivado por las ciencias naturales. La descripción fenomenológica de la diferencia ontológica entre Körper (cuerpo objetivo) y Leib (cuerpo vivido) es fundamental para restituir la centralidad de la corporeidad subjetiva en oposición a las pretensiones cognoscitivas de la corporeidad objetiva del cogito cartesiano (Ferrada-Sullivan, 2019). Según Merleau-Ponty, la experiencia perceptiva del cuerpo propio se opone radicalmente a la dicotomía de sujeto y objeto, requiriendo una diferenciación clara de la representación científica del cuerpo objetivo como fragmento de la res extensa. Merleau-Ponty afirma:
Me comprometo con mi cuerpo entre las cosas, estas coexisten conmigo como sujeto encarnado, y esta vida dentro de las cosas nada tiene en común con la construcción de los objetos científicos, ya que es por mi cuerpo que comprendo al otro, como es por mi cuerpo que percibo cosas (Merleau-Ponty, 2006, p. 202).
Esto destaca que solo a partir del cuerpo propio, es decir, de una subjetividad encarnada en un cuerpo vivo, es posible acceder al mundo y a otros cuerpos vivos, previo a la intervención de la conciencia reflexiva que considera el mundo según parámetros de la verdad objetiva construida por la ciencia.
Desde su enfoque fenomenológico, Merleau-Ponty concibe el cuerpo no simplemente como un objeto físico en el mundo, sino como el medio fundamental a través del cual experimentamos y percibimos nuestra realidad. Argumenta que el cuerpo no solo está en el mundo, sino que el mundo está en el cuerpo, estableciendo una relación de co-pertenencia constante y recíproca (Merleau-Ponty, 1996). Este cuerpo fenomenológico no se limita a ser un receptor pasivo de estímulos externos, sino que actúa como el vehículo primordial a través del cual el mundo se nos presenta y se convierte en una posibilidad vivida. En "Fenomenología de la percepción", Merleau-Ponty sostiene que, aunque el cuerpo puede cerrarse al mundo, es igualmente lo que nos abre a él, situándonos dentro de su contexto perceptivo y dotándonos de una perspectiva única e insustituible (Merleau-Ponty, 2003).
Este enfoque implica una sensoriomotricidad en la que los sentidos y el movimiento están en constante interacción con el entorno, permitiendo que el mundo se "dibuje" a través de nuestras experiencias corporales (Buriticá, 2018). En otras palabras, el cuerpo no solo percibe el mundo, sino que lo constituye activamente, haciendo posible que nuestra existencia sea una experiencia integrada y vivida. Así, el cuerpo se convierte en un fenómeno de sensaciones y movimiento que define nuestra relación con el mundo, no como un ente separado, sino como una parte esencial e inseparable de la experiencia de ser-en-el-mundo.
Coherente con este planteamiento, en " Fenomenología de la percepción " defiende la primacía de la corporeidad perceptiva sobre la objetiva utilizando el término "cogito tácito". Este término indica el cuerpo propio como una forma de autoconciencia primordial, anterior a la expresión verbal y al concepto. Así, el cogito tácito designa el fundamento del cogito reflexivo, situando en el cuerpo propio la condición de posibilidad de la experiencia y el contacto "directo" del sujeto perceptivo con el mundo (Rojas, 2011). La noción de cogito tácito se convierte en el núcleo "trascendental" de la subjetividad, refundando el sentido producido por la percepción frente a la abstracción intelectualista de la primacía metafísica del pensamiento reflexivo sobre la existencia corpórea. En su crítica a la segunda meditación metafísica, Merleau-Ponty desmonta la pretensión de Descartes de fundamentar la evidencia de la existencia en el ser pensante, al identificar el cogito tácito con una forma de autoconciencia originaria y más auténtica (García y Castelli, 2013). Merleau-Ponty sostiene que el pensamiento surge de la palabra, concebida como un gesto expresivo del cuerpo, en lugar de ser el resultado del poder constituyente de la conciencia reflexiva. Asegura que el Cogito tácito, la presencia de sí a sí, al ser la existencia misma, es anterior a toda filosofía" (Merleau-Ponty,1996), con el fin de recuperar el origen opaco del pensamiento, donde la palabra, como gesto corporal, se esfuerza por expresar su vínculo primigenio con el mundo. (Firenze, 2017). Se trata de hallar, debajo de la "palabra hablada", el silencio primordial del cuerpo justo cuando la "palabra hablante" rompe este silencio con su gesto expresivo.
La fenomenología de Merleau-Ponty ofrece una perspectiva revolucionaria sobre el cuerpo, superando el dualismo cartesiano y situando la corporeidad en el centro de la experiencia humana. Al concebir el cuerpo no como un objeto, sino como el sujeto de la percepción y la base de nuestra relación con el mundo, Merleau-Ponty proporciona una visión más integral de la existencia humana (Merleau-Ponty,1996). Esta comprensión del cuerpo como fuente de significado y medio de nuestra apertura al mundo tiene implicaciones significativas no solo para la filosofía, sino también para la psicología, la neurociencia y las ciencias cognitivas. La insistencia de Merleau-Ponty en la primacía de la experiencia vivida y en la interconexión fundamental entre cuerpo, mente y mundo sigue siendo relevante en los debates contemporáneos sobre la conciencia, la percepción y la naturaleza de la subjetividad.
Durante la década de los 70, el estudio del cuerpo se expandió para incluir cómo se construye socioculturalmente a través de discursos, representaciones, jerarquías e imágenes. Un ejemplo destacado de este enfoque es el conjunto de trabajos teóricos críticos desarrollados desde el posestructuralismo. Michel Foucault, una figura central de esta corriente teórica, se opuso al reduccionismo biologicista y defendió la diversidad humana, contribuyendo significativamente al avance del estudio social del cuerpo en las últimas décadas.
En su obra seminal "Vigilar y castigar", Foucault (1975) describe cómo las instituciones disciplinarias, como las escuelas, las fábricas y los cuarteles, organizan y controlan los cuerpos mediante la distribución espacial, la vigilancia constante y la imposición de una relación de docilidad-utilidad. Estos métodos disciplinarios, según Foucault, transforman a los individuos en "cuerpos dóciles y útiles" que pueden ser utilizados eficazmente para los fines de la producción económica y el control social. Este análisis revela cómo el poder no solo se ejerce sobre los cuerpos, sino que los produce activamente, moldeándolos según las necesidades y los objetivos de las estructuras de poder dominantes.
El cuerpo, en la visión de Foucault, está inmerso en un campo político porque las relaciones de poder operan directamente sobre él; estas relaciones lo marcan, lo cercan, lo doman, lo someten, lo obligan a realizar ciertos trabajos, y lo fuerzan a participar en ceremonias y exhibir ciertos signos (Foucault, 1975; 2009). De esta manera, el cuerpo es utilizado económicamente para servir a diversos propósitos dentro de la sociedad.
En sus obras "La arqueología del Saber" (1997) y "Las palabras y las cosas" (2014), Foucault cuestiona la concepción platónica tradicional que ve al alma como prisionera dentro de un cuerpo mortal. En cambio, propone que, desde una perspectiva centrada en las prácticas más que en los discursos, es el cuerpo el que se encuentra atrapado por el alma. En esta visión, el alma, entendida como el sujeto socializado, actúa como la cárcel del cuerpo, moldeando su comportamiento a través de mecanismos de vigilancia y castigo. De esta manera, Foucault redefine la relación entre cuerpo y alma, desafiando la noción tradicional y destacando cómo el poder y la disciplina influyen en la formación de la identidad. (Mauri Medrano y Torrebadella, 2022).
Este interés llevó a Foucault a construir teorías sobre una micropolítica de regulación del cuerpo y una macropolítica de vigilancia de las poblaciones. Por una parte, encontramos el anatomopoder, que se refiere a las formas de disciplinar el cuerpo individual para hacerlo útil y dócil. Por otra parte, se encuentra la biopolítica, que se refiere a las políticas de administración de la vida de una población para maximizar la eficiencia de los cuerpos. Ambas técnicas conforman lo que Foucault denomina el biopoder (1995; 2009; 2013). A partir de estas teorías, Foucault propone una nueva concepción del cuerpo, revisando las herencias Platónico-Aristotélicas que históricamente habían enfatizado la supremacía del alma (Monardes-Pereira, 2021). En lugar de esto, plantea la idea del alma como cárcel del cuerpo, entendiendo al alma como un instrumento disciplinario.
Michel Foucault ofrece una perspectiva radicalmente distinta y provocadora sobre el cuerpo, desafiando las concepciones tradicionales de la biología y la ontología cartesiana. Para Foucault, el cuerpo no es una entidad preexistente y fija, determinada únicamente por la biología, sino un constructo que se forma y se moldea continuamente a través de relaciones de poder y conocimiento (Foucault, 2009; 2017). Esta visión implica que el cuerpo no puede ser comprendido simplemente como un objeto biológico dado, sino que existe y se desarrolla dentro de un "sistema político" complejo que define y regula cada aspecto de su comportamiento y función (Foucault, 1978).
Foucault subraya que el cuerpo es objeto de una disciplina específica que emana de las normas sociales, las expectativas culturales y las estructuras políticas. Este "espacio" donde el cuerpo debe operar no es neutral, sino que está cargado de significados y normas que imponen un control y una regulación sobre el cuerpo (Foucault, 1995). En este sentido, el cuerpo se convierte simultáneamente en una herramienta de producción económica, donde se maximiza su eficiencia y productividad según las demandas del sistema capitalista, y en un objeto de control y disciplina, sujeto a las relaciones de poder que lo moldean y lo configuran en función de intereses históricos y políticos específicos (Foucault, 2013).
Además, Foucault (1978) introduce el concepto de biopolítica para describir cómo las técnicas de poder se extienden más allá del control disciplinario de los cuerpos individuales para abarcar la regulación de las poblaciones en su conjunto. La biopolítica implica un conjunto de estrategias y mecanismos que gestionan la vida de las poblaciones a través de prácticas de salud pública, políticas demográficas y regulaciones sanitarias. En este marco, el cuerpo se convierte en un punto de articulación crucial entre las técnicas disciplinarias y biopolíticas, donde las fuerzas productivas y las relaciones de poder se entrelazan para producir y controlar la vida en una escala masiva (Foucault, 2009).
La noción Foucaultiana de que el cuerpo es un constructo social y político tiene profundas implicaciones para entender cómo las estructuras de poder influyen en la subjetividad y la identidad (Foucault, 1978, 2009). Al considerar el cuerpo no como un hecho biológico dado, sino como un producto de las prácticas sociales y políticas, Foucault nos invita a cuestionar las formas en que las normas y las instituciones configuran nuestras experiencias corporales más íntimas. Esta perspectiva nos permite explorar cómo el poder se ejerce a través de los cuerpos, no sólo mediante la coerción directa, sino también a través de las sutilezas de la regulación social y la gestión biopolítica.
Gilles Deleuze (1986), en su interpretación y extensión del pensamiento de Foucault, propone una transformación de las sociedades disciplinarias descritas por Foucault en lo que él denomina "sociedades de control". Según Deleuze, estas nuevas formas de organización social operan mediante máquinas informáticas y ordenadores, generando una profunda mutación del capitalismo (Deleuze, 2006). Esta transformación también se observa en el régimen escolar, donde las formas de control continuo y la acción de la formación permanente sobre la escuela indican un abandono de la investigación en el seno de la Universidad y la introducción de la lógica empresarial en todos los niveles de escolaridad (Deleuze, 2006). En este contexto, la importancia de la recuperación del cuerpo como eje crítico radica en su potencial para subvertir la construcción y reproducción de estas sociedades de control, ofreciendo posibilidades de resistencia y reconfiguración de las relaciones de poder.
El cuerpo ha sido un tema central en la filosofía del siglo XX, abordado desde múltiples perspectivas. Maurice Merleau-Ponty y Michel Foucault, dos de los filósofos más influyentes de este periodo, ofrecen visiones contrastantes y complementarias sobre el cuerpo. Mientras que Merleau-Ponty se enfoca en la experiencia corporal y la percepción desde una perspectiva fenomenológica, Foucault se interesa por las formas en que el poder y el conocimiento regulan y disciplinan los cuerpos. Este ensayo explora las tensiones y puntos de convergencia entre estos dos enfoques filosóficos, destacando sus implicaciones para la comprensión del cuerpo en la sociedad contemporánea.
Maurice Merleau-Ponty, en su obra "Fenomenología de la percepción", presenta el cuerpo como el punto de partida fundamental para la experiencia y la percepción del mundo. Para Merleau-Ponty, el cuerpo no es simplemente un objeto en el mundo, sino el medio a través del cual nos relacionamos con él. La percepción es un acto corporal que implica una interacción constante entre el sujeto y su entorno. Este enfoque fenomenológico subraya la primacía de la experiencia vivida y la indisoluble relación entre el cuerpo y la conciencia.
Merleau-Ponty critica la visión cartesiana del cuerpo como una máquina controlada por la mente, proponiendo en su lugar una visión holística en la que el cuerpo y la mente son aspectos inseparables de la experiencia humana. El cuerpo es un "sujeto encarnado", capaz de acción y percepción, y no meramente un objeto pasivo. Esta concepción enfatiza la agencia del cuerpo y su capacidad para interactuar con el mundo de manera activa y significativa.
Por otro lado, Michel Foucault, en obras como "Vigilar y castigar" y "La historia de la sexualidad", explora cómo el poder moderno se ejerce a través del control y la regulación de los cuerpos. Foucault introduce el concepto de biopolítica para describir las estrategias y técnicas mediante las cuales las instituciones y el Estado gestionan la vida y la salud de las poblaciones. A través de la biopolítica, el poder se enfoca en el cuerpo, no solo para disciplinarlo, sino también para optimizarlo y hacerlo más productivo, argumenta que el cuerpo es un sitio donde se inscriben las relaciones de poder. Las instituciones como las prisiones, los hospitales y las escuelas utilizan diversas técnicas de vigilancia y disciplina para controlar y conformar los cuerpos según las normas sociales y económicas dominantes. Este enfoque destaca cómo el poder opera a nivel microfísico, infiltrándose en los cuerpos y las prácticas cotidianas, moldeando así la subjetividad y el comportamiento.
Las perspectivas de Merleau-Ponty y Foucault sobre el cuerpo presentan tensiones fundamentales, pero también puntos de convergencia. Una de las tensiones principales reside en su concepción del cuerpo y la agencia. Mientras que Merleau-Ponty enfatiza la agencia y la experiencia vivida del cuerpo, Foucault se centra en cómo el poder regula y disciplina los cuerpos, a menudo subrayando la pasividad y la docilidad impuesta por las estructuras de poder.
Sin embargo, ambos filósofos coinciden en reconocer la centralidad del cuerpo en la constitución de la experiencia humana y la subjetividad. Para Merleau-Ponty, el cuerpo es el punto de anclaje de nuestra percepción y acción en el mundo. Para Foucault, el cuerpo es el sitio donde se materializan y se disputan las relaciones de poder. Esta convergencia resalta la importancia de considerar el cuerpo no solo como una entidad biológica, sino también como un constructo social y político.
Otro punto de convergencia es su crítica a las dicotomías tradicionales, como la mente-cuerpo y lo biológico-social. Merleau-Ponty rompe con la separación cartesiana entre mente y cuerpo, proponiendo una visión integrada de la experiencia humana. Foucault, por su parte, desafía la separación entre lo biológico y lo social, mostrando cómo el poder y el conocimiento se inscriben en los cuerpos y configuran la vida biológica.
Integrar las perspectivas de Merleau-Ponty y Foucault ofrece una comprensión más cítrica y compleja del cuerpo. La fenomenología de Merleau-Ponty nos permite apreciar la experiencia vivida y la agencia del cuerpo, mientras que la biopolítica de Foucault nos alerta sobre las formas en que el poder y las instituciones moldean y regulan nuestros cuerpos.
En el ámbito de la educación física, estas perspectivas pueden ayudarnos a entender cómo las prácticas educativas no solo desarrollan habilidades físicas, sino que también conforman identidades y subjetividades. Mientras que la fenomenología nos invita a valorar la experiencia corporal y la expresión individual, la biopolítica nos llama a reflexionar sobre las normas y los discursos que guían estas prácticas y las formas en que pueden perpetuar desigualdades y relaciones de poder, tras ello es que se plantean las siguientes implicaciones practicas:
Redefinir la Dimensión del Cuerpo en la Educación Física:
Incorporar las perspectivas fenomenológicas y biopolíticas de Merleau-Ponty y Foucault en la educación física puede llevar a una comprensión más matizada del cuerpo en la educación. Esto implica ver el cuerpo no solo como un objeto de entrenamiento físico, sino como un medio para la experiencia y la identidad. La educación física debe valorar tanto la experiencia vivida del cuerpo como las influencias sociales y normativas que afectan la formación y desarrollo corporal.
Superar Concepciones Mecanicistas y Biomédicas:
La educación física debería superar enfoques mecanicistas y biomédicos que reducen el cuerpo a un simple objeto de intervención. En su lugar, se debe promover una visión que reconozca al cuerpo como un sujeto activo y complejo, integrado en su contexto social y cultural. Esto implica reconocer la agencia del cuerpo y las múltiples dimensiones que influyen en su desarrollo y experiencia.
Incluir Diversas Interpretaciones Filosóficas en la Formación Inicial del Profesorado:
La formación inicial de los profesores de educación física debería incluir cursos y contenidos que aborden diversas interpretaciones filosóficas del cuerpo. Esto permitirá a los futuros educadores comprender mejor las dimensiones fenomenológicas y biopolíticas del cuerpo, y cómo estas influyen en la práctica pedagógica y en la interacción con los estudiantes.
Una línea de investigación útil podría ser examinar cómo las perspectivas fenomenológicas y biopolíticas sobre el cuerpo son abordadas desde la didáctica de la educación física. Esto implicaría realizar estudios de campo que investiguen cómo los profesores integran conceptos como la experiencia corporal y la regulación social del cuerpo en sus métodos de enseñanza. También sería valioso analizar cómo estas perspectivas afectan la percepción y el bienestar de los estudiantes. Además, investigar cómo la formación inicial del profesorado puede incorporar estas ideas teóricas para mejorar la calidad de la educación física en las escuelas podría ofrecer enfoques prácticos y aplicables. Estos estudios ayudarían a identificar estrategias concretas para mejorar la educación física, haciendo que sea más inclusiva y consciente de las dimensiones tanto individuales como sociales del cuerpo.
redalyc-journal-id: 4399