Recepción: 23 Septiembre 2015
Aprobación: 15 Febrero 2016
Hermann BrocH no escribió poesía de manera ‘profesional’, en el sentido que se le podría otorgar al término de acuerdo con lo que Gottfried Benn expone en su célebre conferencia Probleme der Lyrik. En efecto, siendo un habilísimo novelista, un notable y agudo ensayista, un profundo filósofo, Broch no logró ser, empero, un poeta de relevancia. Lo demuestra el hecho mismo de que los poco menos de sesenta poemas que escribió entre 1913 (Mathematisches Mysterium) —justo durante el apogeo del expresionismo alemán, cuyas huellas pueden observarse en sus primeros escritos, en particular en su novela Die Schuldlosen— y 1949 (Vom Altern), no hayan sido conocidos sino de manera póstuma. La mayoría fueron publicados en revistas o escritos a manera de obsequio para amigos cercanos, y el propio autor no dio muestras de querer verlos reunidos, como a la postre sucedió con la magna Kommentierte Werkausgabe, compilación hecha por Paul Michael Lützeler.
No obstante lo señalado, su muy breve obra poética muestra de manera condensada sus obsesiones y preocupaciones intelectuales, pero también sus limitaciones y desviaciones. No hay que olvidar que el auténtico y único tema de Broch es la desesperada soledad del alma frente al sentimiento de la muerte, el inextinguible anhelo hacia la eternidad, hacia Dios. El esquema base de sus novelas no es, por lo tanto, la falta de solución posible entre los opuestos o su equilibrio, como en Thomas Mann; ni la búsqueda del irrecuperable centro, como en Musil; sino la vía mística en sus tres etapas inmutables: descenso, ascenso y sacrificio —sacrificio trashumante, cuya recompensa es el endiosarse del alma, así sea solo momentáneamente—.
Mitte des Lebens es una prueba de ello. Ya en un ejercicio hermenéutico previo demostré cómo el ambiente de la época en que vivió Broch determinó de manera decisiva el desarrollo de su pensamiento y la forma en que se aproximó al mundo, a la vida perceptible (erkanntes Leben). Aquí, el autor sintetiza sus obsesiones literarias, casi como curándose en salud, y las cristaliza en el verso amplio y expansible a placer del molde del Langzeile, introducido en la Alemania del siglo XX por Stadler. El lector descuidado podría suponer que los orígenes de Mitte des Lebens se hallan en el célebre dictum dantesco de apertura de la Commedia, o en el clásico poema hölderliniano, traducido por Jaime García Terrés entre nosotros hace algunos años.
De hecho, no hay que perder de vista que en su primer poema Broch confiesa abiertamente lo que podría considerarse su ‘profesión de fe’ racionalista, la cual, sin duda, recorre toda su obra, pero se oculta en un muy elaborado discurso y un notabilísimo desarrollo lingüístico:
El Yo, por fuerza, ha de reconocer que la verdad sólo está en la forma y quizá en esta llama fría pueda consumirse.
Pero aunque innumerables sean las manifestaciones de la forma, nada puede separarlas de la unidad.
En la más honda profundidad aparece, soleado, el mundo.[1]
Casi resultaría conmovedor el adverbio ‘mag’, utilizado por Broch, si no fuese por la deliberada seriedad de la confesión hecha en Mathematisches Mysterium:
Sostenido en un solo concepto se erige en pie un edificio:
y se une a las incontables estrellas que una lejana divinidad alumbra.
En semejante soneto no hay siquiera trazos de una trascendencia o un más allá. “Die Wahrheit in der Form nur hält”, expresa el autor: “la verdad sólo está en la forma”. Broch se encuentra aquí muy lejos de autores como Stefan George o Gottfried Benn, también cultivadores de este postulado. Si se le puede llamar así, el optimismo latente del soneto se encuentra ausente, por ejemplo, en sus trabajos prosísticos del periodo, e incluso pareciera que éstos se hallan enmarcados en un contexto que refuta lo que en el soneto se expresa. También podría pensarse que en su narrativa Broch busca conjurar el espantoso vacío que le rodea. Su poesía parece aludir a un orbe que se le escapa al filósofo: el de lo ilimitado. En Nachtwiese im September, pero también en Mathematisches Mysterium, se lee:
Con mesura se abre lo inconsciente y en lo infinito el mundo alza el vuelo. Siento cómo el juicio se pronuncia y asombrado sigo su desarrollo.
No es ésta, precisamente, la expresión de un poeta lírico. Como ocurre con James Joyce, otro novelista contemporáneo suyo, cuando Broch concibe sus poemas la musicalidad y libertad que uno espera parecen sufrir la gota gorda en manos de alguien que no es un poeta sino un narrador. De alguna manera, entendemos aquella reflexión de Gottfried Benn respecto a la diferencia entre el lenguaje de la poesía y el de la narrativa. Exactamente eso es lo que vemos en Broch: en él no hay misterio en las palabras sino argumentación, exposición narrativa más que veta lírica. Es ya un asunto muy conocido cómo en La muerte de Virgilio el autor concibe largos pasajes líricos de enorme belleza y hondura, pero esa clase de ‘extravíos’ o abandonos no aparecen en su poesía. Parece atado a un mundo desolado, irremediablemente racional.
¿Qué le queda a quien se enfrenta a tal vacío? El cinismo o la ironía, la parodia. Esta última parece una propuesta que quizá valdría la pena explorar. En efecto, ¿y si su obra no fuese sino una enorme parodia, un gigantesco simulacro? Así parece confirmarlo Mitte des Lebens desde el inicio:
lo que digo sucede en un discurso perdido o
en uno por venir, no es más que seducción, seducción y ser seducido,
Un poeta que afirma semejante estado de ánimo —el lenguaje es seducción y ser seducido— no puede resultar más lacónico, más desencantado. No nos hagamos ilusiones. Podemos escuchar ecos de aquel reproche de Paul Celan a Hans Bender en una carta del 18 de mayo de 1960: “No nos vengan aquí con poiein y cosas semejantes”(1999: 489). Esta seducción brochiana no puede hallarse más lejana de aquella construcción de palabras para fascinar que Benn demandaba del poeta lírico. Broch no parece aspirar siquiera a eso.
Tratándose de un poema laudatorio, resulta desconcertante el sucinto y desengañado tono general que corresponde a alguien que no tiene prácticamente nada que celebrar:
Escucha, hombre en mitad de la vida, nadie contigo se lamenta por el lenguaje perdido, nadie por el mundo creado, por el regalado y de nuevo quebrado, nadie contigo se lamenta por el amor, el amor dado y de nuevo perdido, por la estrella apagada, por la sonrisa apagada. Pues ya ni siquiera nadie es, ni nada ha sido. Tú, sin embargo, cegado y empujado por las olas, no escuchas ya ni tu propia queja, tan mudo es su lamento, y más mudo aún su eco en las paredes y los barrancos de las aguas.
Lejos de ser una construcción elegiaca, celebratoria, Mitte des Lebens parece no sólo una manifiesta diatriba contra los poderes terrenos que se apoderan del orden germano de la época, sino un auténtico ejercicio de desmontaje intelectual, a través del cual el poeta busca en vano, como sus propios personajes, hallar una respuesta ante lo infinito, lo imposible:
¿Por qué, ah, por qué luchas contra las olas que ruedan?
¿Confías y aún esperas, como si hubiera espera en el tiempo sin tiempo?
¿Por qué no desfalleces feliz y cansado, hundiéndote feliz en el silencio que
[fluye?
¿Sigues espiando, oh ciego, a la estrella extinta? Jamás brilla para ti, de ninguna orilla llega respuesta y en ningún astro se te hace visible el cielo, ninguno satisface tu anhelo ciego con la mirada que conoce, ninguno la esperanza en la agitada soledad.
Incluso en este momento es posible escuchar ecos de aquel pasado expresionista que asoman aquí y allá de vez en cuando, no sólo en Broch sino en Musil, agazapado entre los pliegues de su escritura:
Mutismo de la madurez, el silencio del que conoce. Y tú ya no entiendes el lenguaje en tu boca ni las palabras de otro tiempo, pero tan clara e intacta, como si fuese un grito desde la otra orilla del lago
El lector apenas se contiene de preguntar por qué Broch no utiliza la preposición típicamente expresionista ‘Ur’. Pero de la lectura uno deduce que en realidad el poeta está parodiando aquella búsqueda por un origen mítico al insertar su creación en un contexto semi-religioso que, más que acudir a la reiteración de un pasado con el cual Broch no se siente del todo identificado y del que a la postre renegaría, integrándose al catolicismo, lo desmonta con inquebrantable parsimonia. Todo el poema es en el fondo un simulacro, una parodia, un ejercicio irónico de creación en clave negativa. No se trata de destrucción, sino de la puesta en duda de todo lo que podría considerarse ‘dado’ como seguro.
Pero si el tono desencantado recorre el poema como con un escalpelo implacable, Broch parece no olvidar que está componiendo un texto conmemorativo que obsequiará a sus amigos. Por eso hacia el final, como un mago que saca un conejo de su chistera, decide romper el tono decididamente amargo del poema e introduce un final feliz, justo en el momento en que determina que es necesario dirigirse no a sí mismo, sino a aquéllos a quienes está dedicando su elegía.
No obstante lo señalado, este procedimiento paródico no pretende mostrar una actitud desafiante ni crítica por parte del autor, no al menos en un sentido teológico. A diferencia de lo que afirma en sus novelas —a saber, que la búsqueda que sus personajes emprenden no necesariamente concluye ante al silencio absoluto, ante la incomprensión de la totalidad y majestad de lo sagrado, del silencio divino—, es posible hallar una respuesta a esas corrosivas dudas que experimenta el poeta, pero que también padecieron Musil, Kafka, Jünger y Benn, entre otros, en esta misma vida, y más concretamente, Mitte des Lebens.
Sería un error suponer que el Broch tardío alcanza lo que sus propios personajes nunca pueden: escuchar la respuesta a sus ruegos, a sus dudas, a sus obsesiones. No, pese al optimista final en el lector siguen resonando, perniciosas, las dudas que aquí y allá recorren el poema y que parecen colocadas más como un elemento de contraste que como una fractura efectiva, definitiva, irrevocable de la realidad, y por supuesto del lenguaje.
No sólo en Mitte des Lebens, sino en casi todos los poemas del autor es posible hallar este mismo tono, como si su propia obra narrativa lo dejara insatisfecho, o más aún, como si supiera que ésta fuera una respuesta espuria, un ejercicio vacuo y sin sentido. “Vier Sonette über das metaphysische Problen der Wircklichkeitserkenntnis” (1915), “Von Worte aus” (1943) y “Auf der Flucht zu denken” (1949) son ejemplos de otros tantos poemas en los que se ocultan el desencanto y la secreta confirmación de que el mundo es una estructura vacía, pese al esfuerzo del poeta por convencerse de lo contrario.
Quizá por eso mismo, Broch busca una y otra vez en el lenguaje, en lo que él llama ‘conocimiento’, ‘Wissen’, en su potenciación y acabamiento —en el sentido de llevarlo hasta su límite, hasta sus últimas consecuencias—, un sucedáneo de lo que el mundo del espíritu no puede ofrecerle, y no por una imposibilidad fáctica. En el fondo Broch, como muchos de sus contemporáneos, será una víctima de lo que Weber llamará “die Entzauberung der Welt”, la desmagización del mundo. No habiendo un más allá al cual recurrir, el hombre queda solo, vacío, sin referentes. Broch no fue capaz de elaborar una teoría trascendente del arte, como Benn. No pudo haberse quedado más solo. ¿Qué hacer con el mundo cuando nos es ajeno? ¿Celebrarlo, como tantos otros? No. Lo que hizo Broch fue parodiarlo. Ni más ni menos.
Referencias
Celan, Paul (1999), Obras completas, Madrid, Tratta.
Mitte des Lebens[2]
Nimmer erkenne ich die Sprache in meinem Mund und die geschriebenen [Worte
und was ich sage, geschieht in längstentschwundener Rede oder in künftiger, ist nichts als Verführung und Verführstein und jene Angst, die den Menschen befällt, wenn er gewahr wird, daß Ruf und Widerhall, daß Gebärde und Verstehen, all das Gewohnte wie für immer Geschenkte plötzlich ersterben kann und daß er allein ist in der Mitte des Lebens.
Stets aufs neue erfaßt uns der Fluß des Beginns und des Endes, kaum Fluß mehr, nur mehr ein Strömen, kaum Strömen mehr, nur mehr ein Sinken, denn uferlos, mündungslos, quellenlos wälzt es sich einher das schweigende Rauschen, kein himmel überwölbt es und von keinem Grund wird es getragen,
keines Gottes Blick ruhte je auf ihm: nicht Beginn und nicht Ende, [schauriges Jenseitsb der Seele, ihr Licht, ihre Finsternis vermählt in der [Woge des Ununterscheidbaren.
Wo scheiden sich Mündung und Quelle? wo Sein und Nichtsein? dort, wo Jakob den Engel entließ? Oh Mensch in der Mitte des Lebens, niemand klaget mit dir der verlorenen Sprache, niemand der geschaffenen Welt, der geschenkten und wiederzerbrochenen, niemand klaget der Liebe mit dir, der geschenkten und wiederentglittenen, des erloschenen Sterns, des erloschenen Lächelns. Denn nicht einmal Niemand [ist mehr und nichts war gewesen. Du aber geblendet und von den Fluten [getrieben,
du hörest nicht mehr die eigene Klage, so stummt ist ihr Seufzen, stummer noch ihr Echo in den Wänden und Schluchten der Gewässer.
Warum, oh, warum kämpfest du weiter gegen die rollenden Wogen? hoffst du und wartest du noch? als gäbe es Warten in zeitloser Zeit? warum erlahmst du nicht selig und müde, selig versinkend in dem
[strömenden Schweigen?
Spähest du, Blinder, noch weiter nach dem erloschenen Stern?
Nimmer blinkt er dif auf, von keinem Ufer kommt Antwort und an keinem Gestirn wird der Himmel
[dir sichtbar,
EN MITAD DE LA VIDA
Nunca reconozco el discurso en mi boca, ni las palabras escritas y lo que digo sucede en un discurso perdido o en uno por venir, no es más que seducción, seducción y ser seducido, y esa angustia que al hombre invade al descubrir que grito y eco, gesto y comprensión, todo lo acostumbrado es como algo regalado para siempre que de repente puede extinguirse, y que
[él está solo en mitad de la vida.
Siempre nos atrapa el río del principio y del fin, constantemente, apenas un río, sólo una corriente, apenas una corriente, ya sólo una caída, pues sin orilla, sin desembocadura, sin fuente rueda vacilante el silencioso murmullo, ningún cielo lo cubre y ningún suelo lo sostiene, ninguna mirada divina en él se posó jamás: sin principio ni fin, más allá terrible del alma, su luz, su oscuridad, fundidas en la ola de lo indistinguible.
¿Dónde se separan desembocadura y origen? ¿Dónde el ser y el no ser?
¿Allí, donde Jacob liberó al ángel? Escucha, hombre en mitad de la vida, nadie contigo se lamenta por el lenguaje perdido, nadie por el mundo creado, por el regalado y de nuevo quebrado, nadie contigo se lamenta por el amor, el amor dado y de nuevo perdido, por la estrella apagada, por la sonrisa apagada. Pues ya ni siquiera nadie es, ni nada ha sido. Tú, sin embargo, cegado y empujado por las olas, no escuchas ya ni tu propia queja, tan mudo es su lamento, y más mudo aún su eco en las paredes y los barrancos de las aguas.
¿Por qué, ah, por qué luchas contra las olas que ruedan?
¿Confías y aún esperas, como si hubiera espera en el tiempo sin tiempo? ¿Por qué no desfalleces feliz y cansado, hundiéndote feliz en el silencio que [fluye?
¿Sigues espiando, oh ciego, a la estrella extinta? Jamás brilla para ti,
de ninguna orilla llega respuesta y en ningún astro se te hace visible el cielo, keines erfüllt dir die blicklose Sehnsucht mit erkennendem Schauen, keines die Hoffnung in der treibenden Einsamkeit.
Selig und schmerzvoll war dein erstes Erwachen, war die erste Gabe des
[Glanzes, schmerzvoller und seliger des Tages neue Vermählung mit nächtlichem Dunkel, selig der Wiedererblindete.
Doch gewaltiger ist die Gewißheit, unerklärlich, das menschliche Schicksal sich selbst zu gebären, göttlich des Auge des Seins, und aufs neue zu scheiden im Rauschen des Herzens sein Licht, seine Finsternis, der Erzväter
[erhabene Sphäre.
Denn schwanger der Zeit ist das Zeitlose und schwanger der Wiedergeburt die zeitlose Seele. Und über dem unendlichen Schloß der Gewässer,
[unendlicher noch wölbt sich der Spiegel des nimmer Erfaßbaren, der Spiegel des Ursprungs und
der verwobenen Landschaft, empfangend und gebend in mittaglich später [Stille die goldene Schale des Herbstes.
Stummenheit der Reife, Schweigen des Erkennenden. Und du begreifest
[nicht mehr
die Sprache in deinem Mund und die einstigen Worte, aber so deutlich und unversehrt, als wär’ es ein Rufen vom anderen Ufer des Sees, weht mittagbesonnt die vergessene Stimme der Kindheit, und aus dem kühleren Schatten, dem schwärzlich grünen Spiegel unter den Bergen, tönt der Gesang des Alters, das beruhigte Fluten.
Mündung und Quelle der Seele, ihre Frage und zeitlose Antwort, so fallen die Tage und die rollenden Wogen der Nacht in die goldene Schale, und sanft im siebenfarbigen Bogen spannt sich der himmlische Rand über die heilig erneute
nochmals erschaffene Landschaft von Morgen zu Abend, Schöpfung der Liebenden, die in ihr wandeln. Dann erst, irdisch sein Leuchten dennoch das
[leuchtende All,
gewahrst du den Tod vermählt deinem Leben, dennoch vom Leben geschieden,
[gewahrst ihn
als Stern der Erhaben unendlichen Sphäre, Widerhall deines Seins lächelnd
[dein Sehnen erfüllend, verwandelt zu ruhendem Schauen: und Hand in Hand mit der geliebten
[liebenden Seele,
oh, Mitte des Lebens, lauschest du schaeund dem Gesang deines Alters — die wiedergefundene Sprache. (1934)
ninguno satisface tu anhelo ciego con la mirada que conoce, ninguno la esperanza en la agitada soledad.
Feliz y doloroso fue tu primer despertar, fue el primer don del resplandor, más doloroso y feliz fue el nuevo enlace del día con la oscuridad de la noche, feliz fue quien retornó a la ceguera.
Pero más poderosa es la certeza, inexplicable el destino humano de engendrarse a sí mismo, divino el ojo del ser, y separar de nuevo en el latido del corazón su luz, sus tinieblas, la esfera sublime de los patriarcas. Porque preñado del tiempo está lo intemporal y preñada del renacer, el alma eterna. Y sobre el seno infinito de las aguas, más infinito aún el espejo de lo incomprensible se arquea para siempre, el espejo del origen y del paisaje entretejido, recibiendo y ofreciendo en la calma tardía del mediodía
[la copa dorada del otoño.
Mutismo de la madurez, el silencio del que conoce. Y tú ya no entiendes el lenguaje en tu boca ni las palabras de otro tiempo, pero tan clara e intacta, como si fuese un grito desde la otra orilla del lago, sopla expuesta al sol del mediodía la olvidada voz de la niñez, y desde una sombra más fresca, desde el espejo oscuramente verdoso bajo las montañas suena la canción de la vejez, sosegando la agitación.
Desembocadura y fuente del alma, su pregunta y su respuesta intemporal, así caen los días y las olas giratorias de la noche en la copa dorada, y, apacible, en el arco de siete colores se tensa el borde celestial sobre el paisaje, de la mañana a la noche sagradamente renovado, creado de nuevo creación de los amantes, paseando en él. Sólo entonces, terrenal su luminosidad a pesar del luminoso
[universo, descubres las bodas de la muerte con tu vida, aunque separada de la vida, la
[descubres
como una estrella de la sublime esfera infinita, eco de tu ser que sonriente
[satisface tu anhelo,
transformado en apacible contemplación: y de la mano con la amada alma oh, mitad de la vida, contemplando escuchas la canción de tu vejez — el lenguaje recuperado.
(1934)
Notas
Notas de autor
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