Aguijón

El método socrático en los programas educativos actuales: una propuesta de Martha C. Nussbaum

Erick Ivanovic Zetina-Esquivel *
Universidad Autónoma del Estado de México, México
Patricia Piñón-Rodríguez **
* Universidad Autónoma del Estado de México, México

El método socrático en los programas educativos actuales: una propuesta de Martha C. Nussbaum

La Colmena, núm. 91, pp. 79-90, 2016

Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 03 Febrero 2016

Aprobación: 12 Abril 2016

Resumen: A partir de la propuesta de Martha C. Nussbaum, se analizó la importancia del método socrático aplicado a la educación. Se enfatizó la necesidad de incluir en los programas escolares la enseñanza de las humanidades, las artes y las ciencias sociales a fin de desarrollar en los alumnos habilidades como la crítica, la imaginación, la reflexión, la creatividad y la empatía. Para que estas medidas tengan éxito se propuso que los gobiernos incrementen la inversión en materia educativa, la adecuada formación de los docentes, el aprendizaje de lenguas distintas a la materna y un enfoque plural y multicultural en los cursos.

Palabras clave: política educacional, desarrollo económico y social, humanidades, educación bilingüe, multiculturalismo.

Abstract: From a proposal by Martha C. Nussbaum, we analyzed the importance of Socratic Method applied to education. We emphasized the need to include in schools curriculum the teaching of humanities, arts and social sciences to develop in the students’ skills such as critical thinking, imagination, reflection, creativity and empathy. For these measures to be successful, we proposed that the Government should increase the investment into education, teachers training, learning languages other than mother tongue and multi-pronged and multicultural approach in the lessons.

Keywords: educational policy, economic and social development, humanities, bilingual education, multiculturalism.



La educación es el proceso por el cual el pensamiento se
desprende del alma y, al asociarse con cosas externas,
vuelve a reflejarse sobre sí mismo, para así cobrar
conciencia de la realidad.

Fuente: Bronson Alcott

Los de los mayores retos para las naciones del mundo son, por un lado, la competitividad económica que les permita generar riquezas e ingresos, crecer y alcanzar un mejor nivel de vida, y por otro, la educación, tema que ocupa gran parte de las discusiones políticas en tanto va de la mano con la economía. Un país con ingresos limitados poco puede ofrecer a sus habitantes en cuanto a enseñanza, mientras que una instrucción pobre ocasiona problemas sociales que repercuten en la producción de bienes y servicios. Además, un aumento en la generación de riquezas no siempre garantiza una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos debido a la injusta distribución de los recursos y a la poca importancia que los gobiernos dan a cuestiones tan trascendentales como ésta. Dicha situación ocasiona que la enseñanza que ofrecen los Estados sea deficiente o carezca de un lado más humano. En este caso en particular, aludimos no sólo al proceso formativo y de aprendizaje, sino también al sistema educativo de un país, que incluye los programas escolares y la preparación de los docentes.

El problema educativo actual

Uno de los grandes inconvenientes que se ha podido constatar en décadas recientes es, precisamente, la forma en que los gobiernos han despojado a la educación de su objetivo original de criar, nutrir, o en palabras de la filósofa estadounidense Martha C. Nussbaum, cultivar al ser humano. En vez de ello, han convertido los sistemas escolares en una simple herramienta al servicio del propio Estado o del sector empresarial. De esta manera se forman individuos que carecen de la capacidad de reflexionar y a quienes no se les ofrece la preparación necesaria para desarrollar sus capacidades, por el contrario, se les enseñan competencias que los vuelven aptos para un trabajo necesario en la escala de producción y para el cual no requieren de una habilidad analítica o empática. Tales sujetos sólo precisan contar con ciertas aptitudes que, a la larga, los hacen incapaces de cuestionar, deliberar y pensar por sí mismos. Así, se tornan manipulables para los intereses de quienes mueven la economía.

Lo anterior da paso a una pérdida de valores que culmina en un proceso de descomposición social, donde la llamada democracia es controlada por grupos de poder. Esto termina por convertirse en un círculo vicioso que se puede repetir continuamente: poca educación, problemas sociales y pérdida de poder ciudadano derivan en menoscabo de la confianza de inversionistas y productores de riqueza, y por ende, de recursos destinados a mejorar la educación. Pero ,¿cómo se pueden formar e instruir ciudadanos con capacidad crítica, analítica, reflexiva, empáticos hacia ‘el otro’ y con valores civiles, que en la escuela promuevan el buen desarrollo de los individuos y como ciudadanos sean capaces de ejercer su poder de participación social, con lo cual dejarían de ser peones carentes de voz y voto?

Desde hace años se sabe que la educación es la mejor solución para la problemática sociopolítica e intelectual de todo país. Si las naciones mejoraran sus sistemas de enseñanza y a la par se incrementara el nivel cultural de sus habitantes, se obtendrían grandes beneficios. Sin embargo, el futuro parece augurar un problema que pone en riesgo el ejercicio de la democracia: la actual crisis mundial en materia educativa. Los gobiernos han estado produciendo lo que algunos expertos llaman ‘autómatas no pensantes’, pues lo que se estila el día de hoy desde el nivel de instrucción básica hasta la universidad es impartir el conocimiento simplificado, dejando en segundo plano el hecho primordial de enseñar a los estudiantes a pensar y opinar por sí mismos. De hecho, el método utilizado se basa en la memorización de la teoría y los conceptos que abordan los programas de estudio, para luego repetir de memoria lo que se ‘aprende’ en los cursos. Con ello, los alumnos se acostumbran a no discernir ni a utilizar su propio criterio para resolver problemas, establecer nuevas teorías y aportar metodología innovadora. Finalmente, sólo se desempeñan como máquinas automatizadas que no tienen la capacidad de saber qué hacer o cómo reaccionar ante los cambios.

Un factor importante que contribuye a la buena educación del pueblo y a su formación ética es la inclusión de materias relacionadas con las humanidades en los programas educativos de todos los niveles. No obstante, en años recientes se ha observado que tanto esas asignaturas como las carreras relacionadas con dicha área han perdido relevancia. Lo contrario ocurre con los cursos y disciplinas pertenecientes a las ciencias exactas y los negocios. Se ha llegado al extremo de decretar que las instituciones reduzcan al mínimo las licenciaturas relacionadas con las humanidades, como lo hará Japón en las universidades públicas por decreto gubernamental a partir de 2016 ( RT Noticias, 2015 ). Este fenómeno desolador está conduciendo a que los alumnos desdeñen los estudios de filosofía, ética y moral, entre otras disciplinas, y con ello se pierda la formación que desarrolla aspectos relacionados con la imaginación, la creatividad y el pensamiento crítico. Debido a esta carencia en su instrucción, los jóvenes entran menos en contacto con sus emociones, por lo tanto,s no saben cómo ser empáticos con sus semejantes, a quienes consideran simples instrumentos u obstáculos para llevar a cabo sus propios planes de desarrollo personal y económico, y no seres humanos pensantes, con necesidades y aspiraciones. En este punto es prudente recordar lo que afirma Kant sobre el humanismo:

el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin ( 2007: 41 ).

Para reforzar lo anterior, analicemos lo que Martha C. Nussbaum refiere en su obra Sin fines de lucro.Por quéla democracia necesita de las humanidades :

Cuando nos encontramos en una sociedad, si no hemos aprendido a concebir nuestra persona y la de los otros de ese modo, imaginando mutuamente las facultades internas del pensamiento y la emoción, la democracia estará destinada al fracaso, pues ésta se basa en el respeto y el interés por el otro, que a su vez se fundan en la capacidad de ver a los demás como seres humanos, no como meros objetos ( 2010: 25 ).

Así pues, si reducimos la enseñanza de las humanidades perderemos la democracia poco a poco, y al no contar con intelectuales críticos nos convertiremos en una sociedad obtusa de pensamiento ( Houmann et al. , 2014: 7 ).

La importancia de las humanidades en la educación

Al recibir una enseñanza humanística de buena calidad, los individuos no sólo obtienen una mejor preparación para el trabajo y la ciudadanía, sino que incrementan su capacidad para dar un mejor sentido a la vida. El desarrollo de las artes y las humanidades es de vital importancia para alcanzar esos objetivos. Asimismo, si los individuos cuentan con un alto nivel educativo tendrán un mejor criterio como votantes al considerar el bien de los demás y tomar en cuenta su diversidad étnica, religiosa, capacidades, nivel económico y género ( Nussbaum, 2010: 28-29 ). En este sentido, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, establece con gran claridad la importancia de la instrucción humanística:

La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos ( Organización de las Naciones Unidas, s/f ).

No obstante, los motivos lucrativos conducen a la mayoría de los políticos a pensar que sólo la ciencia y la tecnología son de crucial importancia y que no existe ninguna objeción en contra de la educación de calidad en estos ámbitos. Sin embargo, también existen otras habilidades que son decisivas tanto para el bienestar de la democracia como para la creación de sociedades con una cultura basada en el bien común, la empatía y la ciudadanía global, características que están en riesgo de perderse a causa de la competitividad económica ( Nussbaum, 2009: 6 ).

Para alcanzar un buen desarrollo educativo a nivel nacional no se debe olvidar la importancia del estudio crítico de las artes y la filosofía, pues éstas tienen la función de desarrollar habilidades cognitivas, sensitivas, imaginativas e intelectivas que son básicas para los seres humanos en tanto entes sociales. Enfocar los programas a la tecnología, la economía y los negocios afecta no sólo a la democracia sino al desarrollo íntegro del individuo. Deshumanizar la enseñanza despoja al educando de su lado sensible. Además, al hacer énfasis en el crecimiento monetario, la instrucción se convierte en un medio cuyo propósito es que los alumnos aprendan que ellos sólo son un elemento de producción en el engranaje del sistema económico. En cambio, se les debería inculcar el uso del pensamiento crítico para que adquieran conocimientos que les permitan integrarse de manera sana a un grupo social y a la vez ser empáticos con quienes los rodean.

En el caso de esta propuesta, se entiende por ‘crítica’ la acción de discernir la verdad tras haber pasado antes por el error. En su obra El criterio, Jaime Balmes la interpreta como el pensar bien para llegar a lo verdadero y define de manera muy completa su importancia:

El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error […] conociendo que el respeto a los padres, la obediencia a las leyes, la buena fe en los contratos, la fidelidad con los amigos, son virtudes, conocemos la verdad; así como caeríamos en error pensando que la perfidia, la ingratitud, la injusticia, la destemplanza, son cosas buenas y laudables. Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conocer la verdad, es decir, la realidad de las cosas ( 1845: xi ).

Con base en el enfoque de Balmes, podemos afirmar que la educación orientada exclusivamente al lucro afecta la habilidad de criticar y cuestionar la autoridad, minimiza la compasión hacia los marginados e influye en el modo de enfrentar los problemas globales complejos, entre otras dificultades. La pérdida de dichas capacidades humanas básicas pone en peligro la salud democrática y el futuro mismo (Houmann, Michelsen, Reininger Ardilsø, et al., 2014: 28-29). Entre ciudadanos y gobernantes incluso se tiene la falsa creencia de que el aumento del producto interno bruto per cápita y el desarrollo económico de un país elevarán la calidad de vida. Sin embargo, la realidad ha demostrado que esto no es necesariamente cierto. Lo anterior se puede comprobar con facilidad si se observan las estadísticas de suicidio a nivel mundial, donde las tasas más altas se dan, curiosamente, entre los países más desarrollados y con mejores ingresos, como Japón, Francia y Finlandia ( Infoabe, 2014 ).

Los ciudadanos vivirán mejor si están más preparados en el ámbito de las humanidades. Éstas, como afirma Martha C. Nussbaum, no son ciencias dóciles, y por ende, no convienen a los propósitos de los gobernantes. Los humanistas son muy críticos con las disciplinas relacionadas con los negocios que sólo se concentran en la acumulación y generación de riqueza, por ello son percibidos como amenazas para el sistema. Si una nación en verdad desea fomentar en sus habitantes la democracia, la libertad y la felicidad, deberá considerar desarrollar en ellos, como mínimo referencial, las siguientes aptitudes:

La educación basada en las humanidades debe tener en cuenta la libertad y la igualdad, las cuales se desarrollan principalmente cultivando la comprensión y el respeto por los demás. Estos principios se abordan en el estudio de la filosofía. Así, el conocimiento de los grandes pensadores de la historia tiene la finalidad de configurar el criterio propio y enfocarlo al beneficio de todos y no sólo de unos cuantos.

La formación con valores facilita la educación

Para que una enseñanza escolar de calidad sea aprovechada por los estudiantes, lo ideal es comenzar con una buena formación en valores adquirida previamente en el hogar familiar. De esta manera, al recibir una instrucción basada en el respeto por el otro, el estudiante será más sensato y presto a sentir empatía hacia sus congéneres. Las escuelas deberán promover ciertos principios para elevar la calidad de la vida en sociedad, por ejemplo: desarrollar la capacidad del alumno para que vea el mundo desde distintas perspectivas, mostrarle que el ser débil o necesitar de los otros no es vergonzoso ni indigno, alentar en él la capacidad de sentir un interés genuino por los demás, luchar contra la tendencia a considerar inferiores o contaminantes a las minorías, enseñarle acerca de grupos religiosos, raciales, sexuales y con capacidades diferentes para contrarrestar estereotipos, fomentar el sentido de la responsabilidad individual, así como impulsar el pensamiento crítico y la habilidad de expresarlo ( Nussbaum, 2010: 73-74 ).

La educación con valores se debe dar a la par que se desarrollan las capacidades de los individuos. Gracias a esto, el estudiante no sólo percibirá a los demás como sujetos valiosos por sí mismos, sino que él mismo se asumirá como una persona que tiene valor (no económico) dentro de la sociedad. Según Nussbaum, para promover la formación de buenos ciudadanos se deben considerar tres aspectos:

La importancia del método socrático

Con la finalidad de formar sujetos críticos, pensantes y empáticos, se necesita adoptar el método socrático y las materias relacionadas con las humanidades. Estos estudios desarrollarán en los alumnos la capacidad de aprender a pensar y discernir por sí mismos. Sin embargo, en tanto la generación de riqueza sea el propósito de fondo de los programas educativos, las aptitudes de reflexión están en peligro de pasar a un segundo plano. Un instrumento que muestra la dinámica dialéctica y reflexiva del método socrático se encuentra en los Diálogos de Platón. Estos coloquios se caracterizan por su alto grado de indagación y análisis, lo cual supone un compromiso con el intelecto. Al recurrir a este método se pueden formar ciudadanos con mentes pensantes y críticas, en lugar de producir futuros empleados con un nivel de obediencia digna de un rebaño.

En contraste con esta propuesta de aprendizaje, las escuelas actuales se han convertido en espacios para escuchar y absorber, en donde se deja poquísimo sitio para la deliberación, el escrutinio y la resolución de problemas. Alcanzar niveles mínimos de desempeño evaluable y medible por medio de exámenes internacionales (como si se tratase de una competencia) se ha convertido en la meta de los actuales sistemas de enseñanza. Debido a esto, los docentes se dedican a llenar las mentes de los estudiantes con datos que posteriormente los educandos repiten de memoria. Este procedimiento genera alumnos y docentes frustrados, cansados, sin ganas de aprender o enseñar, que hacen lo mínimo necesario para superar las pruebas. Se necesita un enfoque especial para impartir el conocimiento al mismo tiempo que se desarrolla la capacidad de reflexión, y centrarse en la enseñanza dirigida sino en el aprendizaje adquirido —hay que recordar que enseñanza y aprendizaje no son la misma cosa—. Aunque el conocimiento no garantiza el buen comportamiento del individuo, la ignorancia es muy probablemente el peor mal que aqueja a la humanidad, puesto que nos impide comprender los problemas sociales.

El método socrático se basa en la indagación y en la dialéctica para analizar y buscar la verdad, cuestiona todo aquello que se sabe o se asimila, elimina las pretensiones de certeza y busca detalles para llegar a un entendimiento general o a una comprensión más profunda de un tema particular. Se trata de un método crítico porque se da mediante cuatro pasos básicos: en el primero, un interlocutor A (un docente) da una tesis o afirmación que la contraparte considere incierta, lo cual lleva a un análisis y su refutación. En segundo lugar, la contraparte manifiesta su opinión y sus premisas, es decir, aquello que sustenta su punto de vista. A continuación, el primer interlocutor argumenta y la contraparte reconoce que los razonamientos que ha ofrecido son contrarios a la primera afirmación. Finalmente, la contraparte puede demostrar con sus proposiciones que la tesis del interlocutor A es falsa y que por lo tanto su negación es verdadera.

Con base en lo expuesto hasta ahora, es conveniente incluir cuatro aspectos de la educación socrática que Martha C. Nussbaum compila y resume en los siguientes puntos:

  1. 1. Es para todos los seres humanos. Partimos de la idea socrática de que para el hombre la vida no vale la pena si no se examina. Es necesario algún tipo de enseñanza crítica y filosófica, pues implica la realización del sujeto.

    Debe adaptarse a las circunstancias y al contexto del alumno. La educación socrática vuelve activa el alma de cada individuo y, por ende, se lleva a cabo de manera muy personal. Hay que tomar en cuenta la situación del estudiante, sus conocimientos y creencias, para que alcance la introspección y la libertad intelectual.

    Debe ser pluralista, es decir, atenta a una diversidad de normas y tradiciones. El alumno debe ‘despertar’ de manera eficaz. Para ello, hay que lograr que realice las cosas de distinto modo al que siempre lo hace, sobre todo en áreas donde creía que sus métodos personales eran neutrales, necesarios y naturales. Al comparar sociedades para observar el modo en que éstas han contribuido al bienestar se conseguirá la indagación socrática y la pluralidad.

    Requiere garantizar que los libros no se transformen en autoridades. Hay que evitar la consideración de que los textos son obras maestras que deben seguirse al pie de la letra, como afirman los conservadores. Los libros deben poseer la capacidad de atraer la atención del lector, despertar en él cierta sensibilidad y una verdadera actividad racional que se adapte a las necesidades actuales y situacionales del alumno. Aunque sean valiosos recordatorios de distintos argumentos, los textos académicos pueden ser monótonos. No se les debe ver como incuestionables porque son propensos a dañar el conocimiento del estudiante (2005: 52-57) .

Para alcanzar una educación integral que forme ciudadanos del mundo críticos, Nussbaum recomienda la aplicación del método socrático encaminado a las humanidades. Según la autora, por medio del análisis se puede comprender mejor al otro. Su propuesta incluye tomar en cuenta elementos como la multiculturalidad y sus diversos ejes histórico, geográfico, etc. De esta manera, se pone al alumno en contacto con la historia y la forma de vida de diversos grupos sociales, tanto de las principales comunidades religiosas y culturales del mundo como de las minorías étnicas y sexuales. La conciencia de la diferencia es vital para promover el respeto hacia los demás. No existe algo más despreciable que la ignorancia ( Nussbaum, 2005: 96 ). Con el fin de cultivar estudiantes socráticos se debe promover el espíritu crítico y no sólo enseñar la empatía y las emociones (Nussbaum, 2005: 134-135 ). Además, prestigiosas universidades han enfatizado la importancia de enseñar sobre las verdaderas culturas, las cuales se distinguen por los siguientes aspectos:

El primer objetivo de la educación socrática debe ser la formación de alumnos que estén conscientes de su propia ignorancia respecto a otras culturas y a la propia. De este modo dudarán acerca de lo que escuchen cuando se hable de las diferencias entre sociedades y, por ende, cuestionarán, investigarán y abordarán lo que les es distinto con humildad pero con intelecto, para buscar entenderlo mejor. Un ciudadano actual no podrá desarrollar dichas habilidades sólo con su experiencia personal. Un individuo irreflexivo y dogmático constituye un peligro para la democracia porque no piensa en los asuntos que requieren un debate fundamentado. Por el contrario, el socrático reflexiona, compara y promete crear una sociedad equitativa más rica y deliberante ( Nussbaum, 2005: 239 ).

John Meacham siguió el modelo socrático en la Universidad de Buffalo y tomó en cuenta los factores étnico y religioso. El éxito que obtuvo se basó en los siguientes principios, que según el instructor deben guiar los programas educativos:

Al considerar estos aspectos, se puede observar que el docente cobra importancia en el proceso de enseñanza que recurre al método socrático. En su papel de guía o facilitador, el maestro está obligado a conocer la materia que imparte, de lo contrario deberá recibir la formación pertinente que le permita ejercer su profesión con calidad. Hay que aclarar que para usar este método se debe desechar la figura del profesor como el centro de todo el conocimiento impartido.

Algunos países desarrollados han adoptado la idea de que el aprendizaje activo implica un firme compromiso con el pensamiento crítico socrático, noción que ha tenido gran influencia en algunas primarias y secundarias extranjeras. Por ejemplo, el pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi intentó acabar con la práctica de la memorización —que consiste en llenar de información al alumno—, pues forma individuos dóciles que finalmente sólo obedecen a la autoridad sin cuestionar. Su solución consistió en diseñar un sistema que buscase formar estudiantes inquisitivos y activos mediante el desarrollo de sus capacidades críticas naturales. La educación socrática infunde vida y crea compromiso, lo cual es ideal para formar la mente y evitar un acatamiento sumiso ( Nussbaum, 2010: 88 ).

Como menciona Dewey, “el problema central de los métodos educativos convencionales es la pasividad que engendran en los alumnos. Las escuelas son tratadas como espacios para escuchar y absorber, pero nunca se prioriza el análisis, la indagación y la resolución de problemas” (John Dewey, en Nussbaum, 2010: 96). Dewey solía comenzar sus clases con alguna actividad práctica, como cocinar, tejer, etc. En el proceso de solucionar problemas, formulaba preguntas como: ¿de dónde provienen los materiales?, ¿quién los hizo?, ¿cómo llegaron a mí?, ¿cómo se organiza el trabajo en sociedad? De ese modo, las interrogantes seguían varias direcciones, “En una misma situación, se podría preguntar por qué es tan difícil preparar el algodón para hacer tejidos, pero también cuál es la relación de esa dificultad práctica con el trabajo de los esclavos” (John Dewey, en Nussbaum, 2010: 96 ).

La filosofía, como la entiende Sócrates, es la búsqueda comprometida de la verdad. Más que la aceptación de conclusiones en particular, importa darle seguimiento a un cierto camino que lleve a ellas; no sólo hay que llegar al contenido correcto, sino alcanzarlo mediante el saber verdadero. Los libros no pertenecen a dicha exploración ni enseñan esos conocimientos ( Nussbaum, 2004: 182 ).

En la actualidad, sólo las escuelas de medicina y leyes de las universidades estadounidenses han adoptado el método socrático como base de su enseñanza. Esto lo muestran los programas de la Escuela de Leyes de Chicago, la Escuela de Leyes de la Universidad de Georgia y la Escuela de Leyes de California, por mencionar algunos ejemplos. El objetivo de estas instituciones es que los alumnos lleguen a una verdad general despojada de prejuicios personales, al analizar los pequeños detalles del todo. Un caso documentado es el del profesor Rick Garlikov. El docente explica que un viernes ya cerca de fin de curso y con los alumnos centrados sólo en el toque de salida para salir de vacaciones, decidió aplicar el método socrático en su clase de matemáticas para atraer la atención de los estudiantes, lo cual resultó exitoso ( Study Guides and Strategies, s/f ).

Por otra parte, Martha C. Nussbaum (2010: 126) menciona que uno de los aspectos más descuidados de la educación para la ciudadanía mundial, de gran relevancia para lograr el entendimiento de los otros, es la enseñanza de lenguas extranjeras. La filósofa considera que lo ideal sería que todo alumno aprendiera, como mínimo, un segundo idioma a un nivel aceptable. Observar la forma en que otra cultura vive extiende el panorama intelectual y promueve la tolerancia y la comprensión. En este caso, las escuelas europeas son conscientes de que los estudiantes necesitarán en un futuro próximo el dominio de una lengua extranjera, por lo cual su enseñanza se incluye desde los primeros años de educación básica y continúa hasta que el alumno alcanza un buen nivel de desempeño. Incluso en algunos países se promueve el aprendizaje de un tercer idioma, como en el caso del modelo educativo de Reino Unido. Sus programas incluyen hasta tres lenguas a nivel básico y medio básico, lo cual refleja los objetivos establecidos por el gobierno:

Learning a foreign language is a liberation from insularity and provides an opening to other cultures. A high-quality languages education should foster pupils’ curiosity and deepen their understanding of the world. The teaching should enable pupils to express their ideas and thoughts in another language and to understand and respond to its speakers, both in speech and in writing. It should also provide opportunities for them to communicate for practical purposes, learn new ways of thinking and read great literature in the original language. Language teaching should provide the foundation for learning further languages, equipping pupils to study and work in other countries ( United Kingdom Department of Education, 2013 ).

Sin embargo, esto no sucede en muchos países en desarrollo, como México, pues la importancia que se le da al estudio y el nivel de dominio de una segunda lengua es pobre o insuficiente. Tanto docentes como responsables de la educación, e incluso la misma ciudadanía, se enfrascan en discusiones que van desde la falta de instructores capacitados en la impartición de idiomas —la sepan hablar o no—, hasta aquéllas donde se argumenta la hipocresía de enseñar lenguas extranjeras en vez de dar a conocer las indígenas, o hacer a un lado estas últimas en los programas educativos. Para darse cuenta de esta problemática no hace falta más que abrir un periódico y encontrar encabezados como los siguientes: “En México, se puede ser maestro de inglés… sin saber hablar inglés” ( Montalvo, 2015 ), o “Enseñanza del inglés en México: una gran simulación: Mexicanos Primero” ( Milenio Noticias, 2015 ). Lo mismo puede decirse del estudio “Sorry, el aprendizaje del inglés en México” (O’Donoghue, 2015). La falta de atención en la adecuada formación de docentes y el poco compromiso del gobierno por preparar a sus profesores —no sólo en el área de idiomas— demuestran ser grandes inconvenientes para el buen entendimiento de los otros. En una democracia pluralista, que incluye diversos grupos sociales, como la mexicana, es completamente necesario considerar la multiculturalidad en la educación.

El aprendizaje de lenguas, historia, filosofía y ciencias políticas, de la mano con el método socrático, es imprescindible si se desea que el país se desarrolle adecuadamente en su ámbito social. En cuanto a los ámbitos emocional y cognitivo no se pueden dejar de lado los estudios relacionados con las artes, pues si éstas se enseñan en las escuelas cumplen dos funciones muy importantes. Por un lado, cultivan la capacidad de juego y empatía de modo general y, por el otro, se enfocan en las carencias específicas de cada cultura ( Nussbaum, 2010: 147 ). En efecto, el esparcimiento es óptimo para que las artes conduzcan a una mejor percepción del mundo y a la esperanza en él. La música culta, por hablar de un caso concreto, es igual de importante que las ciencias para el desarrollo de la mente y el espíritu, siempre y cuando se enseñe a apreciarla y escucharla en armonía. En el método socrático, la importancia de enseñar artes radica en que éstas desarrollan en los estudiantes capacidades como la creatividad, la autonomía, el análisis y la crítica, indispensables para interpretar las imágenes visuales y reflexionar sobre sus contenidos.

Finalmente, nuestra sociedad no debe concentrarse solamente en la búsqueda de la riqueza ni promover que las escuelas formen personas cuyo único fin sea generar ingresos monetarios en vez de gente reflexiva y razonable. Por ello, la educación tendría que enfocarse no sólo en las carreras tecnológicas y de negocios, sino también dar la debida importancia a las humanidades, disciplinas fundamentales para conservar la salud de la sociedad y de nuestro mundo. No se debe impulsar la violencia y la deshumanización, sino la cultura, la igualdad y el respeto. Martha C. Nussbaum lo expresa del siguiente modo en Sin fines de lucro :

Si no insistimos en la importancia fundamental de las artes y las humanidades, éstas desaparecerán, porque no sirven para ganar dinero. Sólo sirven para algo mucho más valioso: para formar un mundo en el que valga la pena vivir, con personas capaces de ver a los otros seres humanos como entidades en sí mismas, merecedoras de respeto y empatía, que tienen sus propios pensamientos y sentimientos, y también con naciones capaces de superar el miedo y la desconfianza en pro de un debate signado por la razón y la compasión ( 2010: 189 ).

Por desgracia, si día a día se observan las noticias de un país como México, es posible darse cuenta de que el poco interés por las humanidades y su consecuente eliminación de los programas de estudio está generando una serie de fenómenos donde imperan la ausencia del respeto por los otros, la carencia de empatía, la promoción de la violencia, la deshumanización, el bullying, la educación de baja calidad y, en muchos casos, la apatía de la ciudadanía ante los problemas sociales.

El ideal educativo

Para una buena educación cimentada en el método socrático se recomienda ampliamente enfocarse en el ‘método de desarrollo humano’ o ‘método de las capacidades’ que propone Martha C. Nussbaum (2011) como tema principal de su investigación. Dicho sistema consta de diez puntos que conforman la base para poder instaurar una sociedad estable en donde imperen los principios de libertad e igualdad:

  1. Vida. Poder disfrutar plenamente la existencia hasta que llegue a su fin, tomando en cuenta la esperanza de vida actual.

    Salud física. Gozar de un buen estado físico, nutrición de calidad y un hogar.

    Integridad física. Moverse con libertad de un lugar a otro y no sufrir violencia doméstica. Tener libertad sexual y de reproducción.

    Sentidos, imaginación y pensamiento. Ser capaz de utilizar los sentidos, contar con libertad para expresar, soñar, analizar y razonar. Poder acercarse a la cultura disponible, poseer libertad religiosa y científica.

    Emociones. Tener relaciones amistosas con otras personas y afecto por ciertas cosas materiales. Exteriorizar sentimientos libremente sin necesidad de reprimirlos debido al temor o la ansiedad.

    Razón práctica. Formarse un concepto personal del bien y planificar la vida personal.

    Afiliación. Vivir con los demás, interactuar socialmente, tener dignidad y respeto por sí mismo sin ser discriminado.

    Otras especies. Ser capaz de preocuparse por el bienestar de las plantas y los animales. Interactuar con la naturaleza.

    Juego. Poder entretenerse, reír y disfrutar de actividades recreativas.

    Controlar el propio entorno. Participar en la política, poseer propiedades y libertad de asociación, utilizar la razón. Poder hablar y trabajar libremente y con la misma oportunidad que los demás.

En resumen, para formar individuos pensantes, reflexivos y empáticos, los programas educativos deben modificarse de forma que incluyan el estudio de lenguas extranjeras y artes, así como filosofía y literatura. Es necesario aplicar el método socrático de indagación y análisis en todas las materias, a fin de evitar la memorización de conocimientos. Hay que preparar a los docentes para que estén plenamente capacitados en la materia que imparten. De igual modo, se recomienda otorgar mayor peso a los resultados obtenidos que se observan en el entorno social de los alumnos en vez de a los alcanzados en un examen. Finalmente, es indispensable que el gobierno garantice el acceso a una educación de calidad y a la vez promueva acciones que mejoren la calidad de vida de la sociedad.

Conclusiones

Si bien es necesario establecer que los valores fundamentales deben impartirse idealmente en el seno familiar, se sugiere que las escuelas implementen el sistema de educación socrática con el fin de formar estudiantes capaces de discernir y analizar por sí mismos, de manera que a la larga no se conviertan en repetidores de conocimiento sin reflexión. El docente es el componente más importante para lograr este objetivo, pues ningún método reemplaza el estímulo y la percepción que un notable profesor provoca en los alumnos, ni puede lograr que desarrollen la capacidad de razonar individualmente. Por ello, es de suma importancia la correcta preparación del personal docente. Sócrates enfatizaba sobre este punto:

Si para cada uno es verdadero lo que opine por medio de la percepción y una persona no puede juzgar mejor lo experimentado por otra, ni puede tener más autoridad para examinar la corrección o la falsedad de la opinión ajena, y, según se ha dicho muchas veces, sólo puede juzgar uno mismo sus propias opiniones, que son todas correctas y verdaderas ( Platón, 1992: 161 ).

Asimismo, si se da la debida importancia al estudio de las humanidades al fortalecer y promover la enseñanza de la filosofía, la ética, la literatura y las artes, se podrán formar y preparar individuos plenos. Como resultado, mejorará la democracia y la vida en sociedad. Está en nuestras manos elegir una educación que conduzca a una ciudadanía mundial y a una justicia global más allá del viejo y estrecho concepto de desarrollo que considera únicamente el crecimiento económico y las posesiones individuales.

La noción más completa de desarrollo humano se basa en el ejercicio de habilidades como el pensamiento crítico y la imaginación ( Nussbaum, 2009: 6-8 ). Para alcanzar esta meta, se deben incluir estudios de lenguas extranjeras en conjunto con otras materias, como la economía, la política, la historia, la sensibilización sobre la pluralidad y la multiculturalidad. Esto ayudará a que se mejore el nivel social, se logre la integración de los seres humanos en una comunidad justa y se comprenda el funcionamiento de los factores socioeconómicos del país, lo que a la vez facilitará el progreso. Todo ello debe conducir a la formación de una sociedad estable cimentada en los principios de libertad e igualdad, pronta a aprovechar ‘el método de desarrollo humano’ o ‘método de las capacidades’. En consecuencia, será posible construir un mundo mejor y más justo para sus habitantes.

Referencias

Balmes, Jaime (1845), El criterio, Barcelona, Imprenta de Antonio Brusi, disponible en: https://catalog.hathitrust.org/Record/006657126.

Kant, Manuel (2007), Fundamentación de la metafísica de las costumbres , Puerto Rico, Pedro M. Rosario Barbosa.

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Notas de autor

* Licenciado en Lengua Inglesa. Egresado de la Maestría en Humanidades: Filosofía contemporánea de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), México.
** Licenciada en Lengua Inglesa. Egresada de la Maestría en Humanidades: Estudios Literarios de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), México.
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