Aguijón

José Fuentes Mares: estampas para una historia de lafilosofía mexicana1

José Fuentes Mares: hallmarks for a history of Mexicanphilosophy

Jorge Ordóñez-Burgos *
Universidad Autónoma de CiudadJuárez, México, México

José Fuentes Mares: estampas para una historia de lafilosofía mexicana1

La Colmena, núm. 92, 2016

Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 06 Septiembre 2016

Aprobación: 14 Octubre 2016

Resumen: Se analizó la relación entre literatura, historia y filosofía en la obra de José Fuentes Mares. Se hizo énfasis en el análisis del discurso usado por el autor, cuya logra adentrarse en recovecos del pensamiento mediante métodos convencionales de reflexión. En especial, se revisaron algunas de las narraciones que el intelectual escribió sobre aspectos de la vida de filósofos mexicanos, plasmados en artículos periodísticos, memorias y ensayos. Se determinó que la categoría ‘estampas’ era la más adecuada para definir estos relatos donde se describe la personalidad de los personajes, acentuando pasiones y obsesiones, amistades y odios. Finalmente, se concluyó que tales textos constituyen un complemento importante para la historia de la filosofía mexicana, ya que destacan la obra de sus protagonistas, pero también su lado más humano.

Palabras clave: investigación histórica, literatura, filosofía, intelectuales, biografía.

Abstract: We analyzed the relationship between literature, history and philosophy in José Fuentes Mares’ work. We focused on the speech used by the author whose richness manages, through conventional reflection methods, to go deep into the nooks of the thinking. Specially, we reviewed some of the stories written by this author about some aspects of Mexican philosophers’ life captured in journal articles, memories and essays. We established the term ‘hallmarks’ as the most accurate to define these stories describing the characters’ personality, stressing their passions, obsessions, friendships and hatreds. Finally we concluded that such texts are a very important complement to the history of Mexican philosophy since they highlight their protagonists’ work as well as their most human face.

Keywords: historical analysis, literature, philosophy, intellectuals, biographies.

José Fuentes Mares (1918-1986) fue un filósofo, historiador, abogado y literato chihuahuense. En la escena nacional se le conoce principalmente por el trabajo histórico que desarrolló, enfocado en la revisión de acontecimientos políticos del siglo XIX, en particular, la polémica alrededor de la presidencia de Santa Anna y su lectura escéptica de la Reforma. Con implacable tenacidad buscó borrar la aureola que el sistema colocó a los héroes patrios y dedicó un denodado esfuerzo a investigar la figura de Benito Juárez. Sus indagaciones tuvieron tal impacto que por presiones de grupos políticos de dentro y fuera del Estado se le exigió renunciar a la rectoría de la Universidad Autónoma de Chihuahua en 1959 (Fuentes Mares: 2002). Entre su trabajo literario pueden contarse obras de teatro, novelas y cuentos en los que la crítica histórica es constante. También fue colaborador de diversos medios impresos, entre los que se encuentran Diorama de la Cultura, suplemento de Excélsior, Siempre! y Proceso. En lo que atañe a la filosofía, Fuentes Mares siempre se valió de ella como herramienta para la confección de la pesquisa histórica, además de estar presente en diálogos de personajes ‘ficticios’ y en frases graves que salpican sus novelas a manera de aforismos. El material filosófico de corte académico que escribió data de la década de los cuarenta del siglo pasado. Se compone por el estudio introductorio a unos textos de Gabino Barreda, así como por tres ensayos: uno sobre el pensamiento político-jurídico de San Agustín, otro sobre Kant y el Occidente, y un tercero acerca de la identidad del mundo hispano. En España publicó un artículo sobre la filosofía mexicana de la primera mitad del siglo XX.2 Todos estos escritos se encuentran reunidos en el volumen 5 de las Obras del chihuahuense (2012), a excepción del texto “México en la hispanidad, ensayo polémico sobre mi pueblo” (2014), que aparece en el tomo 4 de la misma compilación.

Los escritos que constituyen la materia prima del presente ensayo son fundamentalmente artículos de Diorama y Proceso. Algunos de ellos fueron reelaborados y aparecieron con modificaciones menores en Intravagario (1985), memorias que publicara Fuentes Mares un año antes de morir.

Estampas

Para ilustrar mejor el título del presente artículo, vale la penapreguntarse por qué hablamos de estampas. Un colega de Fuentes Mares, eljurista alemán Gustav Radbruch, afirma:

Cuando el arte de leer no se hallaba todavía tan extendido como hoy,las gentes acreditaban mayor talento para entender las estampas e interpretarlas alegorías. A medida que nos hemos ido divorciando de la contemplaciónplástica, para orientarnos hacia los conceptos, las alegorías han idoperdiendo, para nosotros, valor y sentido. Apenas nos damos cuenta ya de queexistió, en un tiempo, una forma alegórica de arte que atrajo y entretuvo a loshombres por espacio de varios siglos: la emblemática. Y fue precisamenteun gran jurista, Andreas Alciatus (1492-1550), quien creó esta modalidadartística. Cierto es que esta emblemática se basaba ya en la combinación de laestampa y la palabra, pues sus alegorías eran demasiado complicadas para quepudieran entenderse sin los versos que la acompañaban. De aquí que la autonomíade las artes, es decir, la separación del arte de la palabra y el arte plásticoimperante desde los tiempos del Laocoonte de Leßing, asestara la puñalada demuerte a la emblemática. Lo cierto es que desde entonces desaparecióenteramente el gusto por las alegorías (1951: 138-139).

Podemos entender una estampa como una especie de corte practicado alentorno. Quien escoge una fracción del todo para acentuar ciertos aspectosemprende un proceso exegético en el que se omiten o minimizan elementoscircundantes con el fin de realzar personajes, paisajes u objetos. La estampano mutila, concentra la observación del espectador en detalles que convienen aquien la elaboró. Por ejemplo, nuestra lotería mexicana, compuesta por figurastan variadas como el alacrán, el diablito, la chalupa o la guitarra,silenciosamente da cuenta de creencias, temores, costumbres y lenguajes. Aunquese exhiban en apariencia ‘incomunicados’, el valiente, el soldado y el catrínremiten a una semiótica profunda en la que estos elementos tienen lazos indisolubles.La estampa, pues, es un instrumento vinculante de significados que podríaobedecer a una semiótica de guerra de guerrillas muy al estilo de Mao. Ésta sedesarrolla a partir de aparentes células atómicas, no obstante, su poder paragolpear al enemigo descansa en la fuerte raigambre que tiene con el pueblo,además de los lazos que conectan a las milicias entre sí. Al quedarnosexclusivamente con aquello que se dibuja en la estampa, pervertimos el sentidode sistema que le da razón de ser. Una estampa no es rigurosamente descriptiva;no resuelve dudas, quizá las motiva.

Un poco de historia

Una exposición sucinta de los antecedentes de la estampa moderna podríaayudar a comprender mejor su propósito y lógica, sin embargo, hace faltaexpandir las fronteras de la concepción convencional que se tiene de ‘plástica’y de ‘texto’. Para no divagar demasiado por los intrincados callejones delpasado, hago algunas menciones puntuales. La palabra ‘historiola’,acuñada en el siglo pasado, identifica episodios mitológicos abreviados,recogidos en papiros mágicos egipcios y óstraca ptolemaicos ygrecorromanos. En ellos se acentúa la faceta de un dios benefactor cuyo fin esinterceder en favor del fiel. Poderes de protección contra demonios, facultadescurativas o inspiración para adivinar y alcanzar la sabiduría se invocan apartir de ensalmos. Aunque las primeras historiolas pueden encontrarseen textos como el Papiro de Ebers (Wreszinski, 1913), que data del 1536a. C., la mayoría de ellas pertenece al período helenístico. El óstracontenía el boceto del dios protector y una pequeña inscripción al pie o reverso.Además de fungir como amuleto, estas lajas fueron un medio perfecto paradifundir nuevas ideas religiosas, constituyendo tal vez la versión más arcaicade estampas de santos y escapularios.

En lo que respecta al mundo griego, además de haber contribuido significativamente al desarrollo de la pintura, la alfarería fue un instrumento de gran valor para difundir información, creencias políticas y sacras. En ocasiones sirvió también como una herramienta muy eficaz para hacer propaganda, incluso ‘publicidad’, dado que retrataba guerreros míticos que personificaban la participación de alguna polis en batallas reales. Las vasijas estaban decoradas con figuras de personajes célebres o dioses, en ellas se plasmaba la versión contemporánea y local de hechos históricos o escenas religiosas. En tiempos de guerra o durante las fiestas circulaban recipientes que materializaban el espíritu heleno. La alfarería podía difundir las creaciones de los poetas, por ejemplo, de los comediógrafos, quienes recomponían la literatura y la mitología señoriales creando personajes grotescos, no por ello de menor impacto para el público de entonces. En otros casos, las piezas de cerámica pecaban de tradicionalistas y conservadoras, mostrando a personajes como Edipo y Odiseo con estricto apego a la estética señorial de la Grecia arcaica. En estas obras se exhibían actitudes y convencionalismos ya establecidos en cantos que la tradición oral llevaba y traía por todas partes. La segunda rapsodia de la Ilíada (Homero, 2014) es una de las fuentes más citadas para la caracterización de los héroes bélicos. Recuérdese que en ella el aedo pasa lista a señores y embarcaciones dispuestos en el Pireo para zarpar a Troya.

Lejos de serlos objetos de veneración que hoy atiborran las vitrinas de los museos deprimer mundo, la alfarería griega producía objetos que servían en la vidacotidiana. Se trataba, simplemente, de trastos que contenían aceite, ungüentosmedicinales o

Crátera acampanada de fondo negro, figuras pardas y detalles enblanco.
Crátera acampanada de fondo negro, figuras pardas y detalles enblanco.
Proviene del Puglia, Italia. Está datada entre el 380-370 a.C.Pertenece al British Museum. Tiene una altura de 38 cm. La figura más visiblede la pieza es Quirón, de edad avanzada y con notorio trasero. El centauro,mítico preceptor de medicina de Asclepio, habitaba una caverna sagrada yconocía de misterios al grado de ser iniciador de dioses. Aquí es mostrado deforma tal que ofrece un banquete para cualquier psicoanalista.

filtrosmágicos. Así, se creaba la urna que guardaba las cenizas de un difunto, lajarra con la que se servía el agua o el vino, los platos donde estaba lacomida, los envases de perfumes y miel. La pieza de alfarería fijaba ciertasimágenes en la mente de los usuarios a tal grado que lograban pasardesapercibidas con el paso del tiempo. Entre estas figuras encontramos a Hermescon pétaso y sandalias aladas, a Dioniso acompañado de hiedras y vides, y aAsclepio armado con el caduceo que tantas especulaciones avivó en los últimoscien años recientes. Los antiguos captaban el bulto de la estampa y seapropiaban de ella, de modo que no se perdían analizando detalles, símbolos ymetáforas.

Otros objetos creados para transitar de mano en mano fueron las monedas. Entre griegos y romanos circulaban trozos de bronce y plata, en una de cuyas caras se apreciaban figuras de dioses, patronos de ciudades o soberanos ataviados con vestimenta ritual cuyas características se tomaban arbitrariamente de la imaginería ancestral o de lugares distantes. Los sujetos de dichas representaciones estaban provistos de armas, cetros o instrumentos mágicos que los dotaban de poder ilimitado. En la otra cara de la moneda se veía con frecuencia un elemento característico de la ciudad de acuñación, siendo éste una manifestación antiquísima de la heráldica.3 Así era como se medía el alcance de los dominios de persas, romanos y macedonios. Con el dinero viajante se daba realce a vetustas o recién creadas religiones, introduciéndolas en el imaginario de las personas. Al igual que los decorados de las vasijas, la iconografía numismática terminaba por pasar desapercibida, no sin antes difundir el mensaje para el que había sido creada.

Con respecto a los filósofos, existe material abundante en el que se esbozaron estampas narrativas de los célebres maestros. Una de las más antiguas es el retrato psicológico que Aristófanes hizo de Sócrates y de la soberbia de algunos de sus colegas. Posteriormente, ya entrado el helenismo, circularon ‘biografías’ de Platón,4 Aristóteles, Plotino, Pitágoras,5 Hipócrates6 y Epicuro,7 por mencionar sólo algunos. Vidas y opiniones de los filósofos ilustres (2013), de Diógenes Laercio, y el compendio literario Suda (Adler, 1971) son álbumes de estampas que se unieron con cierto método y propósito. La meta de Diógenes fue presentar un panorama general de la filosofía, no sin desmarcarla de las circunstancias de sus creadores. Por su parte, Suda logra reunir material como

Moneda de plata proveniente de Sidón. Data del siglo III a. C.
Moneda de plata proveniente de Sidón. Data del siglo III a. C.
Actualmente pertenece al British Museum. Mide 2.8 cm y pesa 25 gr. Muestra aMazaeo, un sátrapa persa que gobernó Cilicia y estuvo al frente de la poderosa caballeríameda, llevado en un carro de combate.

escolios en los que se dan a conocer detalles de los autores más afamados de la Hélade, imposibles de conocer en otras fuentes. Ambas compilaciones tienen un espíritu que sistemáticamente se ha subestimado por la historiografía de la filosofía de los últimos dos siglos, motivada por la reducción idealista de la historia encabezada por Hegel. Desde esta perspectiva, los aspectos de la vida diaria de los pensadores son por entero prescindibles porque incluirlos crea ‘ruido’ y ‘distractores’.

De la Edad Media nos ha llegado un sinnúmero de estampas. Aludo a un manuscrito no relacionado directamente con la filosofía, pero de interés particular para nuestro estudio. El Codex Manesse (2012)8 recoge poemas de amor acompañados por una reproducción de sus respectivos autores. En él se muestra a los poetas practicando actividades como los combates en torneos, el tañido del laúd, la pesca, la caza y la altanería. Los colores y elaborados emblemas heráldicos distribuidos por doquier, así como la disposición de construcciones y paisajes carentes de perspectiva tridimensional, integran el juego pictórico que nos abre una ventana a la cultura medieval. No sólo se muestran figuras de nobles, sino que se revela la estética de una época y la forma de pensar e interpretar el mundo en este periodo. Hamann, Herder, los Schlegel, Goethe, los hermanos Grimm, Wagner y Dilthey, filósofos alemanes del siglo XVII y del romanticismo, abrevaron en el Codex Manesse para forjar los conceptos de ‘Geist’, ‘Kultur’, ‘Geschichte’ y ‘Volk’.

El jurista, filósofo y teólogo bizantino Miguel Pselo fue un prolífico autor que escribió por igual sobre Homero, la antigua lengua griega, teología, Platón y derecho, además de que criticó despiadadamente la vida en los monasterios. Su obra Vidas de los emperadores de Bizancio (2005) está compuesta por catorce libros, cada uno dedicado a un soberano. El primero fue Basilio II (cuyo reinado abarcó del 976 al 1025), y el último, Miguel VII Ducas (con un gobierno que se extendió del 1071 al 1078). Las descripciones de Pselo exhiben la personalidad de quienes ostentaban el poder, a la par del ambiente que se vivía en la corte. Parece que una actitud metódica en Occidente ha consistido en omitir el estudio de Bizancio y en simplificar al máximo un imperio en el que se gestó un sistema de ideas de valor intrínseco, amén de ser un laboratorio del Renacimiento y una zona de intenso intercambio entre Europa y Oriente. Aunque el tratado de Pselo no es propiamente filosófico, en él se deja ver un método historiográfico inspirado por la filosofía antigua, por lo cual se le puede considerar una de tantas continuaciones del mundo clásico que merece la pena revisarse. A continuación, cito un breve pasaje que describe el reinado de Zoe y Teodora, dos emperatrices con un estilo para gobernar bien definido.

Para enseñar un poco cuál era el carácter de las dos emperatrices a quienes no las hayan conocido, diré que la que era mayor en edad, Zoe, era la más ágil a la hora de concebir, pero más lenta a la de expresarse, mientras que para Teodora ambas cualidades se hallaban precisamente invertidas, pues su ánimo no adoptaba con rapidez una resolución, pero tan pronto como se lanzaba a hablar daba muestras de su locuacidad con una voz autorizada y desenvuelta. Mientras Zoe era impetuosa en todo lo que decidía y su mano estaba dispuesta a actuar con la misma vehemencia en ambas direcciones, es decir, tanto para dar la vida como para quitarla —en este aspecto era semejante a las olas del mar que alzan la nave a lo alto y luego la sumergen de nuevo—, Teodora no tenía ese carácter, sino que era de ánimo apacible y, por decirlo así, obtuso en los dos extremos. La una era de mano pródiga y capaz de gastar en un solo día todo un mar rebosante de polvo de oro; la otra sacaba cuenta de cada moneda que daba, en parte porque no disponía de fuentes de ingresos ilimitadas de las que echar mano, en parte porque en este respecto había heredado una forma de ser más dada al control de sus actos (2005: 624-626).

En el Renacimiento se produjo una cantidad importante de estampas de los filósofos más reputados, su objetivo principal era dar a conocer a los lectores la apariencia física, rasgos psicológicos —no olvidemos que la fisiognomía todavía estaba vigente— y aspectos característicos de sus actividades intelectuales y políticas. Con la aparición de la imprenta se modificó a fondo la naturaleza del libro y al mismo tiempo se abrieron posibilidades que antes no se imaginaban. Es probable que los retratos de los autores pretendieran humanizar un poco más la letra fría, sin personalidad, que atiborraba las páginas de los nuevos legajos. La epístola fue un género que se cultivó con insistencia durante el Renacimiento. Mediante su estudio se pueden explicar los sistemas filosóficos y entrever aquellos temas de reflexión que fueron desechados o se explotaron posteriormente en densos tratados. En las cartas se daban verdaderos duelos intelectuales en los que se ponía a prueba el ingenio más agudo. Leibniz mantenía correspondencia con princesas y reinas; en sus misivas exponía con sencillez el pensamiento más abstracto, además de ser un escaparate de autopromoción

Retrato de Giovanni Pico della Mirandola.
Retrato de Giovanni Pico della Mirandola.
Tomado del libro Les vrais pourtraits et vies des hommes illustresgrecz, latins et payens, de André Thevet, publicado en 1584.La pieza pertenece al British Museum y mide 17.8 x 14.3 cm.

Estampa de sir Francis Bacon.
Estampa de sir Francis Bacon.
Impresa en lasprimeras páginas de su obra El avance del saber, publicado en 1640. Enla imagen se ve al filósofo escribiendo en una biblioteca, en el fondo elescudo de armas de su linaje. Pertenece al British Museum y mide 24.6 x 14.6cm.

donde se bosquejaban, si se mepermite la expresión, ‘estampas intelectuales’ de sus contemporáneos. Acontinuación se muestra el extracto de un texto que Leibniz le envió a laprincesa Elisabeth de Bohemia en 1678:

No quiero detenerme aquí en la Física, aunque posea demostraciones de las reglas del movimiento muy diferentes a las del Sr. Descartes. Paso pues a la Metafísica, ya que cabe decir que he pasado por los grados anteriores por amor a Ella: he podido darme cuenta que la Metafísica apenas difiere en nada de la verdadera Lógica, es decir del Arte de Inventar en general. En efecto, la Metafísica es la Teología Natural; y Dios mismo, que es la fuente de todos los bienes, es también el principio de todos los conocimientos.

Todo cuanto pensamos tiene su origen en que la idea de Dios incluye en sí la del Ser Absoluto, es decir lo que hay de simple en nuestros pensamientos. El Sr. Descartes no aborda los temas de esta manera. Ofrece dos maneras de probar la existencia de Dios […] Las verdaderas demostraciones, en cambio, acostumbran a nutrir nuestro espíritu con sólidos alimentos. Resulta difícil, sin embargo, encontrar el nudo de la cuestión, y observo que muchas personas competentes que han objetado al Sr. Descartes no lo han logrado (1989: 52).

Es necesario pensar la filosofía de otra manera, por ello quiero hacermención de dos trabajos de folcloristas europeos que dibujan estampas delpensamiento y tradiciones populares. Al estudiar estas últimas

Retrato de Marin Mersenne.
Retrato de Marin Mersenne.
Publicado por Balthasar Moncornet entre1648 y 1668. Al pie de la imagen se leen los títulos ‘teólogo’, ‘filósofo’ y‘matemático’. La pieza pertenece al British Museum y tiene unas dimensiones de16.5 x 11.8 cm.

Estampa de Christian Wolff.
Estampa de Christian Wolff.
Publicada por Michel Odieuvre en 1741. Alpie de la imagen se ve una leyenda que lo acredita como profesor pertenecientea las Academias de París y Berlín. Es propiedad del British Museum, mide 15 x11 cm.

en el medio donde se producen, la investigación se ‘ensucia’ de ambigüedades, imprecisiones y verdades a medias, sin embargo, son un instrumento ideal para entender la cultura que enmarca las grandes escuelas y las mentes célebres.[9] No se puede creer que personajes como Schleiermacher o Wilhelm von Humboldt flotaban en el éter y desde allí construyeron su pensamiento, en cuyo caso saldría sobrando hablar de aspectos complementarios para comprender la filosofía como un proceso humano.

Justus Möser (1720-1794) fue un moralista y periodista alemán que se ocupó de escribir breves artículos en los que describía el ambiente doméstico de las familias rurales alemanas. En sus textos, penalidades y carencias son tratadas con optimismo, bajo la inspiración de valores protestantes que ayudan a poner buena cara al mal tiempo. Aunque sus escritos también incluían temas políticos e históricos, son las estampas populares las que tuvieron mayor difusión todavía en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.10 Alexandr Nikoláievich Afanásiev (1828-1871) fue un folclorista ruso que se dio a la tarea de recopilar noticias, leyendas y relatos orales que circulaban entre aldeas y pueblos de Rusia y el mundo eslavo en conjunto. Personajes como san Jorge aparecen con frecuencia en sus narraciones, en las cuales nos enteramos de las variantes de la historia del santo que se fueron fraguando en diferentes regiones al pasar de los siglos. ¿Nikoláievich proporciona pistas para entender la otra Europa que tanto desconocemos con un misticismo e identidad nacional que poco nos hemos preocupado por estudiar? ¿Reúne claves para interpretar la literatura rusa clásica que tanta admiración ha despertado entre filósofos, literatos e intelectuales de café?

Las estampas que hemos mencionado a vuelo de pájaro contribuyen a construir una filosofía de la cultura de cimientos profundos, nutren la historiografía de las ideas y humanizan la reflexión invitando a hacer una incómoda filosofía de la filosofía, necesaria en el México contemporáneo.

Las estampas de Fuentes Mares

Una buena historia de la filosofía debe contener estampas. El paso diario de Kant por cierta calle de Königsberg, siempre a la misma hora, nos dice mucho del transeúnte y de la sociedad prusiana que lo rodeaba. En la imagen de Justo Sierra debatiendo en el Congreso de la Unión sobre la legitimidad de una institución de raíces medievales como la Universidad Nacional resulta evidente la condición política del México de los últimos años del Porfiriato y también se revela con cruda nitidez nuestra idiosincrasia. El estudio formal de la historia de la filosofía exige acercarse a los intelectuales, escuelas y corrientes de pensamiento con una actitud que no contemple otras posibilidades que las que establece un discurso muy cerrado —‘Fulanito’ fue discípulo de ‘Perengano’, escribió los tratados A, B, C, pertenecía a la corriente de los neosutanos rivales de los postperenganos—. Este tipo de estudios podría reducirse a llenar un cuadro de Excel con varias entradas e innumerables renglones. Pero, ¿qué hace único a cada pensador?, ¿cómo vivía la filosofía cuando ‘Fulanito’ no portaba su ‘manto de filósofo’? Aquí resulta oportuno recurrir a las estampas cargadas de significado, a esos momentos cruciales que unen a los individuos mediante grandes redes.

Fuentes Mares era un hombre de método y sistema, no obstante, su forma de trabajo no encaja en los modelos usados por algunas tradiciones. El filosofar de este intelectual no se apega al manual; para comprenderlo debe irse más allá. Un par de consideraciones hechas por el propio chihuahuense nos ayudará a dimensionar de manera más precisa la manera en que él entendía la filosofía:

me servía poco la filosofía, con su temática abstracta y lenguaje para iniciados (1985: 58).

El marxista no es precisamente un hombre sino una teoría con cabeza, tronco y extremidades; un ente prefabricado que cuenta con explicaciones irrebatibles sobre la obra de arte y el acto moral, sobre la guerra y las hambrunas, los campeonatos olímpicos y la inclinación de los yucatecos a salbutes y cochinita pibil. Es pues natural que sabios tan profundos y totales sean también aburridísimos y sobre todo tan latosos como los torquemadas que el mundo ha conocido (1978: 98).

Es importante aclarar que al mantenerse alejado de palabrería vacía, Fuentes Mares no renuncia a la rigurosidad en forma alguna. Si pasajes como los que acabamos de leer no se conectan con el volumen de su obra en conjunto es posible que parezcan ocurrencias destinadas a amenizar una tertulia.

Tomaré la primera estampa del prólogo a los escritos de Gabino Barreda, la cual nos habla de la filosofía de la educación que orientó la fundación y funcionamiento de los primeros años de la Escuela Nacional Preparatoria:

El ideal preparatorio del doctor Barreda se asienta, pues, en unaeducación integral y sucesiva; en estudios para todos los preparatorianos‘uniformes y completos’, a fin ‘de que ningún rasgo de las cienciasfundamentales llegare a constituir un misterio para los educandos’. Para ellogro de tal fin, se modificó notablemente el sistema de exámenes por ‘fichas’,pues aunque éstas no llegaron a suprimirse, sí en cambio, y a diferencia de lasactuales, aquellas ‘fichas’ no comprendieron un tema monográfico aislado de lamateria por examinar, sino que, en su expresión sistemática, abrazaban cada unode los varios aspectos delcurso dictado en el período lectivo correspondiente. Mediante tal sistema seevitó en lo posible que por pura suerte, como acontece aún hoy, un alumno seviera favorecido en el sorteo con ‘la ficha que sabía’, o bien agraviado con‘la única que ignoraba’, casos éstos en los cuales el veredicto de los juradoscarecerá necesariamente de justicia (2012: 257).

¿Por qué Gabino Barreda llamó la atención del joven Fuentes Mares? La respuesta posiblemente la encontremos en su admiración y cariño por Antonio Caso, quien a su vez tuvo por mentor a don Justo Sierra, egresado de la Escuela Nacional Preparatoria e influido desde sus primeros años de actividad intelectual por el positivismo francés, corriente que conoció por Barreda. No es tan complicado detectar las tradiciones filosóficas que se gestan en nuestro país. ¡Hasta dónde pueden llevarnos unas simples fichas!

En conexión con la estampa anterior, tenemos otra que nos habla sobre Nemesio García Naranjo, hombre del Porfiriato e hijo de su tiempo:

Para los jóvenes de mi generación, admiradores de la filosofía alemanay poco amigos del espíritu francés fin de siecle, don Nemesio García Naranjorepresentaba al típico intelectual del ‘antiguo régimen’, tan afecto a Francia —él me lo dijo—, que no le disgustaba que lellamaran don Nemesio García Oranger. No obstante esa prevención me colé en elcírculo de sus amigos, y pronto admiré lo mucho que el estupendo septuagenariotenía de admirable: su amor a la vida, alegría del viejo que no se toma lamolestia de llevar la cuenta de sus años; su vocación de periodista combativo,que ejercía en aquellas Saetas que publicó en diez o veinte periódicos hasta eldía de su muerte; y su agresiva adhesión a valores pretéritos que no obstantecompaginaba con su buen talante hacia quienes no le llevábamos la corriente.Claro que le faltó ajuste espiritual con los acontecimientos que se le echaronencima lo mismo en política, en arte o en literatura. De Federico García Lorca,por ejemplo, argumentaba que no podía ser un gran poeta porque escribía versos‘sobre toros y toreros’, y en cambio le parecía estupendo Díaz Mirón porque—decía— podía echar mano de diez conceptos diversos para expresar la mismacosa, criterio de acuerdo con el cual tendría que resultar más poético undiccionario de sinónimos castellanos que el Romancero Gitano o los VeintePoemas de Amor y una Canción Desesperada. Con orgullo relataba sus grandesexperiencias políticas entre 1912 y 1913. Tribuno del antimaderismo en la XXVILegislatura, sirvió luego a Huerta como secretario de Instrucción Pública, maslejos de entonar la palinodia para acomodarse al nuevo estado de cosas sesolidarizó con Victoriano cuantas veces pudo, al preguntarle alguien, en mipresencia, si había sido ministro de De la Huerta. ‘¡Cuidado, caballero,cuidado que se equivoca usted! —atajó don Nemesio—; yo fui ministro de Huerta¡del chacal! ¿entiende usted? ¡Del sanguinario chacal...!’ A poco de conocerle vinierona menos sus facultades, y don Nemesio, nacido en 1883, principió a olvidar o aconfundir los hechos recientes. Por esos días apareció la primera edición de milibro Santa Anna: Aurora y Ocaso de un Comediante, y le envié dedicadouno de los primeros ejemplares. Sólo que además, en curiosa coincidencia, unmutuo amigo y vecino mío le escribió también para participarle el nacimiento desu primogénito. El envío de dos cartas simultáneas con motivo de dosacontecimientos diversos carecía de relevancia, más así y todo me llevé la gransorpresa cuando mi amigo, el padre reciente, se presentó un día en mi casa,alarmadísimo. ‘¡Cómo andará don Nemesio, me dijo, que le escribí sobre elnacimiento de mi hijo y me contestó felicitándome por la aparición del SantaAnna!’ La confusión no tenía la menor importancia, y así lo hice ver alrecién llegado, pero él por lo visto no la tomaba de ese modo. ‘Que don Nemesiome felicite por la publicación del Santa Anna me tiene sin cuidado—arguyó— pero sí me preocuparía si ahora recibieras tú otra carta suya,felicitándote por el nacimiento de mi hijo’ (1977d, s/n).

José Vasconcelos aparece con frecuencia en la obra de Fuentes Mares. Enella se muestra su talante combativo, demasiado humano para considerarlo dentrode los anales oficiales de la historia del pensamiento nacional:

Algunos años antes comíamos en el Centro Asturiano y don José pontificaba sobre hechos y personajes revolucionarios, uno de sus temas predilectos. Siempre me había intrigado su simpatía por Villa, y al calor de un buen tinto aproveché su vena para preguntar cómo un intelectual de su talla podía admirar al guerrillero, habitantes el uno y el otro de mundos tan distantes.

‘¿No se da usted cuenta de que era la Revolución? —me dijo— ¡y en la Revolución no iba yo a seguir a un académico de la lengua sino a quien ganara las batallas! ¡Y Villa era el único que las ganaba en 1914!’.

Como Vasconcelos continuara con el relato del México de sus recuerdos bélicos, tuve la osadía de agregar que, literatura revolucionaria aparte, de México a México yo me quedaba con el de 1954 y no con el de 1914. ¡No lo hubiera dicho!

‘¡Porque usted pertenece a una generación de castrados!’ cerró impertérrito.

Contándome entre sus amigos, no me sentí capaz de imaginar lo que Vasconcelos habría contestado a cualquiera de sus enemigos (1977b: s/n).

Más sobre Vasconcelos y la historia mexicana:

Al regresar de Europa (mi hija Verónica a punto de pegar el primergrito de su vida) me encontré de nuevo con Vasconcelos y Cosío Villegas. Ambosaprobaron mi tratamiento al legendario Luis Terrazas, su enfoque en laperspectiva de la historia mexicana, mas don José insistía en su antiguo puntode vista: ‘deje de andarse por las ramas y vaya al grano —decía—; el granoconsistía en desenmascarar a la bola de cabrones que usurpan el nombre de héroesen la historia de este pobre país (1985: 151).

Es digna de mención una muestra de amistad solidaria que Vasconcelostuvo con Fuentes Mares, tendiéndole la mano en momentos muy difíciles:

Vasconcelos, generoso en los días revueltos de mi rectorado en laUniversidad de Chihuahua, en tren emprendió el largo viaje para acompañarmepese a su salud, tan precaria que murió dos meses más tarde. No se engañabaVasconcelos en cuanto a las posibilidades de salir bien librado del líouniversitario. ‘No se haga ilusiones —me dijo—, va a tener que dejar laUniversidad. En este país no se puede ser rector y escribir lo que escribeusted. Pero no se preocupe: ya le reconocen la gloria de ser traidor a lapatria y eso vale mucho (1985: 68).

En el segundo volumen de Las mil y una noches mexicanas, FuentesMares incluye el cuento “La suicida”, dedicado a María Antonieta Rivas Mercado.He tomado unas frases de la pieza, a fin de complementar el perfil deVasconcelos que lleva a cabo nuestro autor:

En París, las cosas no marcharon bien para María Antonieta. Acostumbrada a sentirse centro de las atenciones, veíase desplazada por las ocupaciones y preocupaciones de Vasconcelos, y una noche sobrevino la crisis, nada violenta por cierto.

—Para ti me he convertido en una carga, Pepe, es inútil que lo niegues.

—Bah ¡tonterías! ¿No sabes que en el exilio todos somos una carga para todos? Eso significa que nadie es una carga para nadie. Ahora vete a descansar; mañana tendremos el día muy ocupado.

—Antes de irme a dormir dime la verdad, Pepe ¿me necesitas?

—Nadie necesita a nadie, Antonieta, óyelo bien: ¡nadie! Todos necesitamos de Dios; sólo él puede darnos fortaleza…

—La fe es tu fuerza, Pepe. De mí podrías prescindir en cualquier momento si te lo propones.

—¡Pero no me lo he propuesto! Déjate de cosas y piensa en tus problemas familiares; piensa en la conveniencia de volver a México para poner en orden tus asuntos. De lo contrario te arruinarás, si no estás arruinada ya. Ve y regresa; será mejor para los dos. Piensa también en tu hijo. Si no arreglas tus cosas no podrás vivir en paz…

—He pensado en un modo de vivir en paz…

—¡Pues adóptalo! Pero de momento vete a la cama. Mañana tenemos mucho por hacer (1985b: 178).

Fuentes Mares fue espectador, con lugar preferente, de muchos de los acontecimientos más importantes de la filosofía mexicana de la primera mitad del siglo XX. Uno de los de mayor relevancia fue la llegada de los intelectuales españoles que venían huyendo de la persecución en la península y colaboraron enormemente a fortalecer la filosofía en nuestro país. Algunas anécdotas nos transportan a la Facultad de Filosofía y Letras de aquellos años:

llegaron los maestros españoles —Gaos, Xirau, Roura, Recaséns, Millares Carlo y Nicol—, y don Antonio sacó las uñas. ‘Si creen que van a ponernos el pie en el pescuezo —me dijo—, yo me encargaré de echarlos’. Pero los españoles no venían a poner el pie en el pescuezo de nadie sino al contrario, llegaban a servir, a quedarse y a comprender. En cuanto llegaron rindieron su homenaje personal a Caso, y Caso les correspondió noble y largamente (1972: 2).

Fuentes Mares recuerda las palabras que le dijo Joaquín Xirau cuandoiniciaba su carrera de profesor universitario:

‘Lefelicito, amigo, pero me parece muy mal que sea profesor de la Facultad como losoy yo’, dijo con sobrada razón, pues figurábamos en el mismo rango aunque noestuviera yo ni para ayudante del ilustre exrector de la Universidad deBarcelona. Cosas de México, demasiado absurdas para que las comprendiera donJoaquín Xirau, y cosas del maestro Caso, tan extremoso en sus afectos, apartede que también picara su mexicanísima cresta el resuelto patrocinio de don JoséGaos a Leopoldo Zea (1985: 48).

Fuentes Mares contaba entre sus amigos a AgustínBasave, un colega con quien tenía en común el apego a la tierra norteña. Apesar de viajar y estudiar fuera del terruño, ambos volvieron al entorno dondenacieron. Y fue ahí donde ejercieron oficios que no fueron del todo biencomprendidos por sus paisanos.

Agustín Basave Fernández del Valle es un filósofo nato, con cabeza naturalmente diseñada para la abstracción, espíritu dotado para plantear los problemas fundamentales del ser y de la muerte, de la conducta y el conocimiento, del arte, la técnica y la ciencia. Con Basave, activo promotor además de seminarios, congresos, conferencias y labores editoriales, la Universidad de Nuevo León cuenta con un gran maestro, Monterrey con el primer filósofo de su historia, y México con uno de los pensadores que más lustre le da ya y habrá de darle en los años venideros. En la Ludwigs-Maximilian Universität, de Múnich, don Francisco Romero Hernández recibió hace poco su grado doctoral con una tesis titulada Das Philosophische Denken des Agustín Basave Fernández del Valle, ensayo completo sobre la obra y el pensamiento del maestro regiomontano en torno a la filosofía del hombre, que él entiende como ‘Propedéutica de la Salvación’ […] Como Antonio Caso, Basave Fernández del Valle es claro ejemplo de una vocación filosófica que supera obstáculos y desengaños (1977c: s/n).

Este esbozo puede complementarse con un comentario tomado de Intravagario:

Aún sorprende a mi querido amigo Agustín Basave Fernández del Valle que él llegara a España con pretensiones de historiador, para volver filósofo, mientras yo llegué con las pretensiones de filósofo para regresar analista de la historia (1985: 61).

He dejado para el final la estampa de Antonio Caso por ser el filósofomexicano a quien más admiró Fuentes Mares, su querido maestro que lo inició enla filosofía y la historia:

Aquellos que sólo han leído sus libros —o sea todos los jóvenes—, no alcanzarán a comprender su grandeza docente, y sentirán más cerca de su interés la figura de Vasconcelos. Ni remotamente me propongo establecer juicios de valor respecto de ambos personajes, pero sí es evidente que a Caso le ocurría lo contrario que a Vasconcelos, a quien será preciso leer y no recordar sus opacas intervenciones orales, en tanto que Caso era palabra llameante que sacudía los corazones; palabra maravillosa que quedó viva en el recuerdo de sus discípulos, aunque no ande por allí ningún Platón que la perpetúe. En la historia de la filosofía, que yo sepa, sólo Sócrates contó con tamaño privilegio.

Pero Antonio Caso fue también un pasional de terribles e inexplicables enemistades, alguna tan gratuita como la que sentía por un respetable maestro cuya identidad cubro, piadosamente, llamándole don Francisco Sánchez, hombre bueno sin otro defecto notable que su indecisión, tan excesiva que escurría el bulto a las afirmaciones o negaciones rotundas con apoyo en el adverbio ‘probablemente’, muletilla que esgrimía sin medida. Para don Francisco Sánchez nada en el mundo de las ideas era verdadero o falso, admirable o repugnante sino ‘probablemente’ verdadero, admirable, o sus contrarios. Don Francisco Sánchez —el personaje que cubro con este nombre—, era pues un ‘probabilista’ consumado, adverbial y proverbial, bondadoso y muy querido en el medio intelectual de aquellos años.

Cierto día, conversando con Caso en Mascarones, que albergaba por entonces la Facultad de Filosofía y Letras, tuve la mala ocurrencia de traer a cuento el nombre de don Francisco Sánchez. No lo hubiera hecho. El Maestro me miró con aquellos sus ojos de fuego, y regodeándose desgranó su ofensivo comentario. ‘Sí, don Francisco probablemente Sánchez’.

Misterio inexplicable del trasfondo humano ese puñal tan afilado, cuando él, Antonio Caso, era uno de los hombres más generosos que he conocido (1977: s/n).

La dupla Vasconcelos-Caso fue para Fuentes Mares una herramienta para exponer el devenir del filosofar en México, lo apolíneo y lo dionisíaco en diálogo eterno, polos que se complementan.

Caso en sí era un espectáculo, un regalo para la vista, para el oído y para el pensamiento. Cuando hablaba era magnífico, mucho mejor que cuando escribía, y en eso le ocurría exactamente lo contrario que a Vasconcelos, escritor estupendo y una catástrofe en el orden de la comunicación oral. Si Vasconcelos fue y es para leerse, Caso era para verse y para oírse, y no exageró Samuel Ramos cuando le llamó ‘gran actor’ en un artículo mal hablado, malhablado porque don Antonio lo tomó a insulto, y cogió a Samuel un odio africano que luego se hizo famoso.

Estoy seguro que Ramos no pretendió ofenderlo sino al revés, mas por lo visto fracasó en la elección del halago, y Caso, un hombre de pasiones terribles, no volvió a dirigirle la palabra (1972: 2).

Para cerrar

Es esencial distinguir entre la anécdota sin fondo ni espíritu y la narración que adquiere trascendencia gracias al esfuerzo del generoso narrador preocupado por compartir una ventana —su ventana— a la realidad. Es fácil identificar los chismes, las historias que se cuentan en las cantinas para pasar el rato o la voz de algún docente dedicada a ventilar episodios de una vida inútil —estrategia utilizada indistintamente para camuflar la ignorancia en la cátedra o la pesada frustración profesional—. Los momentos de los filósofos mexicanos plasmados en las letras de Fuentes Mares van más allá de la simple presunción o el talento literario. Nos hablan de una filosofía viva en la que participan por igual miserias, virtudes y pasiones. Son de dominio público los obsesivos hábitos cotidianos de Kant, la corpulencia de Platón, las intrigas de Heidegger a sus colegas profesores o las corruptelas de Francis Bacon, aspectos todos que forman parte de la humanidad de los pensadores y se asoman de una u otra manera en sus ideas. La historia racional de la filosofía gusta de mutilar las raíces del pensamiento en aras de conseguir una perspectiva nítida de las cosas. Los grandes modelos teóricos poco se interesan por entender desde dónde y cómo se gestan los monolíticos sistemas de la filosofía. Todo debe ser monumental, etéreo, ideal, higiénico, mesurado… La filosofía vacuna contra la irracionalidad en todas sus manifestaciones, de ahí que su historia deba conservarse inmaculada. Sin embargo, es preciso detenerse un momento a pensar si la historia de la filosofía que enseñamos y aprendemos con rigor y ortodoxia es histórica y filosófica. Creemos conocer a los pensadores por su razón y no por sus arrebatos, pero las estampas de Fuentes Mares nos auxilian a entenderlos con mayor plenitud.

El intelectual chihuahuense no explotó lo suficiente el espacio por él abierto, sus facultades literarias e intuición filosófica hubieran podido enfocarse en trabajos más profundos sobre la filosofía en nuestro país. No logro entender del todo por qué escribió un libro laudatorio al empresario chihuahuense Eloy Vallina (Fuentes Mares, 1968), luego de publicar buenos estudios sobre Antonio Caso, Daniel Cosío Villegas, Agustín Basave o José Vasconcelos. Tal vez la respuesta se encuentre en el medio en que vivió, un escenario desértico donde la sequedad no sólo hace estragos en el paisaje.

No pretendo presentar a Fuentes Mares como un historiador de la filosofía, de hecho, en toda su obra sólo dedicó un breve artículo a tal propósito. Lo importante es revisarlo como un testigo calificado cuya versión de los hechos se integraría a esa gran historia de la filosofía mexicana ideal que quizá jamás se materialice. Sobra decir que las estampas aquí citadas no se incrustan en la totalidad de un gran sistema filosófico, no se registraron con grabadora en mano para evitar alterar el dicho de los personajes referidos y tampoco fueron escritas pensando en una reflexión historiográfica de los pensadores nacionales. Su aportación consiste en trascender la visión estática que suele tenerse de la filosofía.

Referencias

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Notas

1 Este artículo se presentó el 11 de agosto de 2011 a manera de charla en un ciclo de conferencias con motivo de la exposición "Intravagando en la vida y obra de José Fuentes Mares", organizada por la Casa Chihuahua Centro de Patrimonio Cultural. La muestra retrospectiva se compuso por documentos, fotografías y objetos personale. El texto leído entonces ha sido modificado para su publicación.
2 Paramayor información sobre la obra de Fuentes Mares, se puede consultar elartículo “José Fuentes Mares (1918-1986)” (s/f: 1-7) de Jorge Ordóñez Burgos,así como su revisión bibliográfica (Ordóñez Burgos, 2014: 1993-2031) y la deLuis Muro (1986).
3 Respecto a las raíces más lejanas de la heráldica, es importante citar el testimonio de Heródoto sobre el ejército cario: “fueron, efectivamente, carios quienes enseñaron a fijar penachos sobre los yelmos, a grabar emblemas sobre los escudos” (2000: 172).
4 Eldenso y complejo mar de textos que escribieron académicos, neoplatónicos yneopitagóricos sobre Platón rebasa los propósitos de este trabajo. Sin embargo,a manera de ejemplo mencionaré una obra en la que se bosqueja una estampa delfilósofo: “Sobre el bien”, de Numenio de Apamea (1991). Aquí Platón aparececomo pitagórico y discípulo de sabios orientales, entre los que se encuentranMoisés y los magos egipcios.
5 Pitágorasrepresenta una piedra en el zapato para la historiografía racional y la filosofíaoccidental. ¿Quién fue?, ¿existió en realidad?, ¿fue un líder religioso?, ¿unfilósofo?, ¿un mago?, ¿un matemático?, ¿un charlatán? El corpus de textos quelo mencionan es amplísimo. Vida de Pitágoras, de Porfirio (1987), y Vidapitagórica, de Jámblico (2003) son las fuentes más conocidas. De maneraparadójica, casi todas las estampas lo muestran como ‘antifilósofo’. Sinembargo, Pitágoras es alguien de quien no pueden prescindir los anales porque aél se le adjudica el haber acuñado el término ‘filósofo’.
6 Entreel gran volumen de textos que se escribieron sobre él, destaca Vida deHipócrates, de Sorano, que nos ha llegado de manera fragmentaria (Kolleschy Nickel, 1979: 95).
7 Porejemplo, el tratado perdido Sobre Epicuro,escrito por Filodemo enel siglo I a. C. (Bauzá, 2006)
8 Conocido también con el nombre Manuscrito largo de poetas deHeidelberg, actualmente pertenece a la Biblioteca de la Universidad deHeidelberg. La recopilación de buena parte de los poemas ahí reunidos se debeal trabajo del clérigo Rüdiger Manesse. El texto se elaboró entre 1300 y 1340.Inicia con la descripción del Káiser Heinrich IV y pasa después a nobles contítulos de menor importancia en orden decreciente, a saber: margraves, duques,condes, barones y plebeyos.
9 Lasfrases del prólogo a la compilación de leyendas rusas de Nikoláievich Afanásievhacen una puntualización al respecto: “aunque nosotros tengamos una visión‘evolutiva’ del devenir de la historia, para el pueblo, ignorante de teorías,lo antiguo no sólo convive al lado de lo nuevo, sino que lo alcanza y lo rebasamientras no se lo prohíba una cultura ‘superior’ que sea aceptada y asumida porél como tal […] Por ello, aunque la voluntad popular perciba la leyenda comoalgo sagrado, aunque la misma influencia bíblica sea rastreable por aquí y porallá, sería un error querer encontrar en estas obras poéticas las creencias deldogma religioso que el pueblo acepta en la actualidad. No: lo que tenemos aquídelante son obras maestras de la literatura de la antigüedad, de aquel lejanotiempo en que un devoto cronista, lleno de asombro ante la fusión de creenciasy de tradiciones paganas y cristianas, llamó a nuestro pueblo ‘pueblo de lasdos fes’” (2007: 35-36).
10 Enel volumen Escritos escogidos puede encontrarse una selección detrabajos titulada “Fantasías patrióticas”, que contiene artículos de acentuadocontenido moral (Möser, 1984).

Notas de autor

* JorgeOrdóñez Burgos. Chihuahua, 1973. Licenciado y doctor en filosofía,cuenta con estancias postdoctorales en El Colegio de Chihuahua (Colech),México, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid(UAM), España, y en la Philosophische Fakultät de la Potsdam Universität,Alemania. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, la AsociaciónFilosófica de México, la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos y la AcademiaMexicana de Ciencias. Es autor de siete libros y diversos artículos publicadosen revistas nacionales y extranjeras. Es profesor fundador de la Licenciaturaen Filosofía de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), México;coordinador del Seminario Internacional de Historia y Filosofía de lasReligiones de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), México, yprofesor-investigador del Departamento de Humanidades de la UACJ. Sus líneas deinvestigación son: filosofía oriental antigua y filosofía contemporánea delnorte de México.
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