Panal de luz
Historia de Barro
Historia de Barro
La Colmena, núm. 92, 2016
Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 17 Octubre 2016
Aprobación: 27 Octubre 2016
A Guillermo Romero-Zarazúa,fotógrafo de profunda y escrutadora mirada urbana, debemos esta serie visual,urdida al menos hace veinte años en la interrelación comunitaria típica denuestros barrios, y modelada con maestros depositarios del arte y la culturanacida del agua, la tierra y el fuego consagrados en el alfar por los muchosartesanos oriundos de Metepec —José Alfonso SotenoFernández, Othón Montoya León, Saúl Camacho Rodríguez, Teobaldo HernándezCajero…—. La obra de Romero Zarazúa brota para atestiguar una historia vívidade fructíficos reencuentros entre amigos de esteoficio conservado y dado a conocer de padres a hijos, oficio que viene desangre y por amor a las raíces del pueblo del árbol de la vida y la Tlanchana. Dicha historia trasciende hoy en día con larealización de este proyecto finalmente cobijado, enhorabuena, por el FOCAEM.En el marco de una realidad típica trasfigurada con ‘el encanto y la magia’venidos del mercadeo turístico moderno, esta obra estética rescata, pronuncia ydefiende valores identitarios de la vida comunitaria,e incluso se convierte en un elemento de influencia dentro del corazón mismodel arte popular de este tan amado pueblo nuestro de todos los días.
La fotografía que Romero-Zarazúa produce, beneficiada con tantas reminiscencias elementales enraizadas en las entrañas del alma metepequense, parece fluir hipnótica de las divinidades de la naturaleza —cualesquiera que sean sus nombres y la advocación a que correspondan— a la fuente creadora que por las venas de quien las mira corre que corre. A modo de remembranza, las imágenes se extrapolan en medio del inconsciente y las neuronas, asomando sus narices como improntas eléctricas emergentes al otro lado del espejo de suspiros y nostalgias en espiral. A lo mejor esto ya no sucede como ‘enantes’, cuando existían casas con paredes de tierra y cal, donde el hogar se encendía a fuerza de leña y querencias de la entraña abierta, y los hombres alzaban los ojos despiertos a la oscura mansión de la imaginería bien llegada con la palabra de la tradición estacional del campo y la música que por dentro cada cual llevaba. Pero tales recuerdos están plasmados en aquellos cacharros de barro que amorosos crean, cachivaches con sentimiento de identidad matria que bien lucen en el alfar y la sala, como dentro de la mismísima cocina de humo. Y desde la puerta del alma abierta por el viento de ayer, estas evocaciones afloran para contar lo que somos como pueblo.
De algún modo, la obra fotográfica de Romero-Zarazúa —tal vez romántica y hasta candorosa— está llena de esperanzas quijotescas que le llegan desde tiempos sin tiempo montadas a lomo de la costumbre de ser de por acá, reflejo de lo que el maestro intuye y expresa: las obras, como las personas de la comunidad, al mundo vienen para florecer y enriquecerlo antes de ya no estar más en él entre los otros como un nosotros; por ende, cargadas de aprecio y admiración universal sentida por la historia feraz y cara tradición que da vida a este oficio amanuense de algún modo, enriquecidas con la fascinación causada al mundo, deben regresar al mismo colectivo para seguir creciendo como integrante del ‘nosotros’ que es el género humano.
Por eso, a fin de testimoniar la cada vez más añeja preocupación común de lo que sucede con el auténtico patrimonio municipal: su gente, Romero-Zarazúa comparte hoy imágenes hechas por y para el pueblo alfarero metepequense.
Así también, dado el carácter de esta comunidad, el artista cree desde el corazón que el vínculo entre su obra fotográfica y nuestro pueblo originario —de rostro alegre y mano franca para con el resto del mundo— dará luz a las sombras que obnubilan la memoria y la precipitan al olvido. Romero-Zarazúa sabe con certeza que, pese a toda adversidad, la manera de forjar nuestra vida en este lugar y tiempo es siendo parte de lo que siempre será: la mejor gente. Por ello, la serie “Historia de Barro“ es espejo de un pueblo de tierra, agua, fuego y corazón.
Notas de autor