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El entorno de las dos araucarias
La Colmena, núm. 93, pp. 96-104, 2017
Universidad Autónoma del Estado de México

Panal de luz



Recepción: 21 Octubre 2016

Aprobación: 21 Diciembre 2016

Para mi padre

I. Génesis

Entonces, en el último

bastión verde,

dispersas

por la fuga,

las lanzas

de la selva

se reunieron

bajo las araucarias

espinosas.

Pablo Neruda

Vivo en una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, cerca de la zona centro. La calle en la que se sitúa mi edificio está entre dos anchas avenidas y a pocos kilómetros del aeropuerto, por lo que el ruido de las personas, coches, buses y aviones es constante. Por desgracia la vegetación es cada vez más escasa aquí, en mi colonia (como en el resto de la metrópoli). Habito un departamento en la cuarta planta, la más alta, lo que me brinda un enorme privilegio: puedo ver más allá de la barda que separa mi edificio de las construcciones contiguas. Dicha posibilidad me generó la necesidad —primero inconsciente— de asomarme varias veces al día por las ventanas y de establecer lazos afectivos con las escasas plantas que alcanzo a ver.

Mis consentidas son una frondosa jacaranda entre cuyos troncos vive enredada una buganvilia púrpura, y dos araucarias (cada par, en su respectivo jardín, constituye un islote verde). La jacaranda y la buganvilia lucen en todo su esplendor sólo durante parte de la primavera: sufren con el viento y con la lluvia. Las araucarias, en cambio, se mantienen casi inmutables, esbeltas, el año entero: sólo crecen, se menean, se despeinan (cuando la lluvia y el viento son más intensos).

Los únicos puntos desde los que puedo ver estos islotes verdes son mi estudio, el dormitorio y el baño (ahí tengo la mejor perspectiva). Diario abro las cortinas y las ventanas en un intento por acercarme a las plantas del exterior.

II. Revelación

rugió como una ola

de leones

todo el follaje

de la selva

dura

y entonces

cayó

una marejada

de piñones

Pablo Neruda

Mi esposa y yo nos mudamos a otra colonia. Durante el proceso comencé a hacer conciencia de las múltiples cosas que extrañaría. Dos de las principales: la jacaranda con la buganvilia y las araucarias. Por ello decidí elaborar una serie fotográfica sobre alguno de mis islotes verdes; elegí las segundas porque, lo reitero, se mantienen prácticamente inmutables (las transformaciones que sufren son muy lentas, lo que las vuelve casi imperceptibles). En consecuencia, dicha particularidad fijó la regla principal de mi serie: que en todas las imágenes apareciera al menos un fragmento de las araucarias. Esto me obligó a permanecer más atento de lo normal tanto al cielo, la luz, el clima y la hora como a los elementos del entorno que caben en el visor de mi cámara: otro árbol (un hule), una antena de radio, dos cables tensores de acero, un anuncio espectacular con focos de led, varias azoteas, tinacos, un centro comercial y algunos otros objetos y circunstancias, como el paso de las aves y de los aviones.

Los puntos desde los que tomé las fotografías y el motivo de las mismas fueron fijos, constantes; lo único que cambió fue el entorno. Desde esa perspectiva las fotos estuvieron fuertemente influidas por el azar: dependieron de las características de cada instante. A final de cuentas, factores como las nubes, el sol, la lluvia, el granizo, la oscuridad y el viento determinaron las imágenes.

Durante la elaboración de esta serie miré por la ventana mucho más de lo común, tratando de descubrir algún rayo solar, nube, reflejo, sombra o elemento singular que dialogara con mis araucarias y que me permitiera realizar alguna composición interesante. Seleccioné 40 fotografías, pero tomé 1077, en 52 momentos diferentes (la primera data del 28 de mayo y la última del 31 de julio de 2016).



De la serie El entorno de las dos araucarias (2016).
Fotografía: Jorge Luis Herrera. Prohibida su reproducción en obras derivadas .

III. Antecedentes, homenajes, diálogos

Araucaria,

follaje

de bronce con espinas

Pablo Neruda

El entorno de las dos araucarias tiene varios antecedentes obvios que me sirvieron como fuente de inspiración. Los principales son dos series pintadas por Claude Monet durante la última década del siglo XIX: Almiares1 y La catedral de Rouen. La segunda, en particular, me impresionó desde la infancia: entre treinta y cuarenta óleos que muestran igual número de versiones de la catedral gótica de la ciudad francesa homónima, pero con variaciones provocadas por los distintos encuadres y por los cambios en el clima y la luz.

Como salta fácilmente a la vista del espectador, en los lienzos de La catedral de Rouen el edificio pierde relevancia y su magnificencia decrece (buena parte de las piezas lo muestran fragmentado). Entonces se vuelve un simple motivo para proponer sugerentes composiciones y para revelar las increíbles posibilidades que ofrece la pintura al representar las cualidades dinámicas de la luz y del medio ambiente en general.

Diré también que pretendí dialogar y homenajear —implícita y explícitamente— mediante varios efectos lumínicos y encuadres particulares a varios artistas plásticos a los que admiro, como René Magritte, John Constable y Joseph Turner.

IV. Ideas sueltas

De pronto

se estremeció allá arriba

la araucaria

araucana,

sus ilustres

raíces,

las espinas

hirsutas

Pablo Neruda

Las araucarias me provocan nostalgia. No sólo las de mi islote verde, sino también otras. Por ejemplo, una que compré con mi padre en un mercado tradicional de la ciudad, cuando yo era niño, y que después plantamos frente a una casa de campo que disfruté con mi familia durante un par de décadas.

Una vez oí que cada nivel de las araucarias representa un año de su vida; desde entonces he creído que así es, aunque confieso que no he averiguado si es verdad.



De la serie El entorno de las dos araucarias (2016)
Fotografía: Jorge Luis Herrera. Prohibida su reproducción en obras derivadas .



De la serie El entorno de las dos araucarias (2016)
Fotografía: Jorge Luis Herrera. Prohibida su reproducción en obras derivadas .

Esta serie, a través de la experiencia al elaborarla y de las imágenes que la constituyen, me permitió apreciar con claridad una de las maravillas del mundo y de la vida: cada momento es muy diferente al siguiente (a todos los niveles y en todos los sentidos).

Expresiones artísticas como la fotografía me enseñan a observar, a percibir mi entorno con mayor sensibilidad.

En algunas fotos las araucarias terminaron siendo meros pretextos para mostrar la belleza cambiante del cielo.

Cuando necesito ver más allá me aferro al escaso paisaje verde que soy capaz de abarcar con mi mirada.



De la serie El entorno de las dos araucarias (2016).
Fotografía: Jorge Luis Herrera. Prohibida su reproducción en obras derivadas .

Notas

1 Serie de quince lienzos que representa unos almiares (montones grandes de heno o paja, al aire libre, aglomerados en torno a una vara vertical clavada en el piso) cercanos a Giverny, Francia. Los óleos muestran los almiares a diferentes horas del día y en distintas épocas del año, subrayando así el dinamismo de la naturaleza y los efectos visuales de ésta sobre los objetos.


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