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Teología de la liberación en El Salvador y Guatemala, una historia para repensar
Teología de la liberación en El Salvador y Guatemala, una historia para repensar
La Colmena, núm. 93, pp. 121-125, 2017
Universidad Autónoma del Estado de México
![]() | . La iglesia católica en El Salvador y Guatemala. Entre el poder y la opción preferencial por los pobres,. 2016. México. Juan Pablos Editor. 9786077113621 |
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Apareció un nuevo libro del Dr. Juan Monroy García, titulado: La iglesia católica en El Salvador y Guatemala. Entre el poder y la opción preferencial por los pobres, que es continuidad de un texto previo: La iglesia católica en Nicaragua, entre el poder y el compromiso con los pobres. Ambos son estudios que implican el reconocimiento de la teología política en su historicidad espacio-temporal. Anteriormente, en nuestra América (siglo XVI hasta ya avanzado el siglo XX) y en el mundo occidental se le llamó ‘teología positiva fundada en los principios del Nuevo Testamento’. Es la relectura hermenéutica del texto bíblico que se remonta al estudio de los Evangelios, la patrística, la patrología, etcétera; la reinterpretación y resemantización del sentido teológico-religioso cristiano del mensaje de Cristo y la ‘opción por los pobres’ desde ‘el reino de Dios en el mundo’.
Dicha interpretación hermenéutico-analógica de la teología implica el análisis de las relaciones de poder y dominio, aunque habremos de decirlo, en ello no siempre se busca el justo medio, ni el bien común, porque esto muy pocas veces es reconocido por la ética, la filosofía política, la historia política, la filosofía de la historia y las ciencias sociales. Lo anterior requiere la reconstrucción y resemantización del sentido hermenéutico analógico incluyente del mensaje de cristiano, en el sentido democrático radical, equitativo, horizontal y solidario rousseauniano.
Lo que se se busca es la fronesis del justo medio, de proporcionalidad, equilibrio, equidad y justicia ética en la historia, en la dialéctica y dialógica entre los miembros de la diversidad humana, concebida como práctica de politicidad democrática. Allí los seres humanos son partícipes del hacer y quehacer humano en relación y lucha por el reconocimiento. Asimismo, se plantea el pólemos de comunicación y entendimiento en la dialogicidad para poner en común los problemas más apremiantes y urgentes en la búsqueda de posible respuestas y soluciones. Este diálogo incluyente se sitúa en la ‘ontofenomenicidad’ del quehacer histórico solidario como caritas amoroso. Esto es, ni más ni menos, el amor al prójimo.
Esta teología es la opción por formas de vida en comunidad convivencial solidaria con el otro; es el ‘cara a cara’, el ‘espejo horadado’, el ‘frente a frente’ como reconocimiento y equidad con el semejante. El prójimo es un otro ontológicamente situado y en situación histórica-contextual. Tal concepción pone en juego el vivir mismo, porque en el vivir se juega el mismo vivir biopolítico y, en consecuencia, el modo de vivir pleno como seres humanos.
El libro de Juan Monroy García es una motivación para repensar la teología de la liberación de nuestra América, que ha de ser entendida en un sentido plural. En el texto se plantean maneras, actos de vivir y vivenciar el mensaje de Cristo en el mundo, y se busca mostrar una expresión humana a través de los modos, actos y procesos singulares del existir, lo que de ninguna manera se reduce a simples hechos, sino, más aún, es la posibilidad del vivir con el otro en equidad ética de justicia. Esto implica el ‘buen vivir’, el ‘convivir en comunidad’ incluyente de la diversidad ontológica humana.
La obra de Monroy es la expresión de la práctica del poder y del derecho por la vida humana plena, como contrapartida al poder del Leviatán, del soberano que amenaza con la destrucción y la muerte. Es la diferencia del poder del soberano, en sentido hobbesiano, que se muestra y ejerce mediante la participación de todos en algo que afecta a la comunidad humana. El ser humano no es un hipotético teórico, una visión, una mirada, una perspectiva del ‘ser humano natural’, sino del ‘ser social’ como sujeto de la historia, porque sólo se es en relación solidaria con el otro, en la comunidad.
Por ello, la teología de la liberación y la opción por los pobres es la afirmación del ser con el otro, con la nosotridad y la alteridad en tanto partes de un todo, no la decisión política autoritaria del soberano sobre los derechos humanos del otro: los gobernados. La teología de la liberación es exclusiva de aquellos que deciden en común. Esto rompe con las concepciones dominantes del ‘estado de excepción’ del soberano para decidir sobre las diversas formas políticas de participación social.
La teología de la liberación es la opción por la vida solidaria con el otro, con la comunalidad. Se trata de la sacralización de la vida, que va más allá de la antinomia de la ética individual y la tecnociencia del liberalismo actual, para plantear un universo incluyente como concepto filosófico-teológico de política terrenalizada. Cabe advertir que el amor al prójimo, como aquí se plantea, no es domesticación y sumisión ética del otro a una orientación ideológica ético-política, porque el ser humano es el centro del cual dimana la responsabilidad ética. Sin embargo, ha de advertirse que toda universalidad está cargada, teñida por nuestros valores y subjetividades, lo cual entraña secretos y exclusiones. Empero, de ningún modo se reduce a esto. Hay que insistir en que los valores, para ser universales, tienen que ser incluyentes de la diversidad humana.
La teología de la liberación es una vida política diferente de las formas reales del mundo de la vida, de exclusión y opresión amenazantes que se actualizan con la violencia, el extrañamiento, la enfermedad, la miseria, la guerra y la muerte. Es la oposición a los diversos modos del poder en contra de las prácticas autoritarias del poder del soberano, para estar ‘todos en las cosas de todos’ como práctica de la libertad en comunalidad.
Lo que se busca es el respeto y el reconocimiento de la libertad como proceso de liberación de los sujetos individuales y sociales de convivencia complementaria de eticidad solidaria. La ‘naturaleza social humana’, en el sentido ontológico de su fenomenicidad, incluye todos los seres humanos que se manifiestan en el sentir, pensar y actuar, y establecen un diálogo de entendimiento entre el hablante y el escucha.
Tal dialogicidad implica la necesidad de la libertad del pensar, del actuar y del obrar, en la que está implícita la discrepancia para comprender y hacerse comprender desde un horizonte teológico religioso común: la felicidad en este mundo, que se aglutina en una manera de vida sólo pensable desde la reinterpretación del mensaje de ‘Cristo en la tierra’, como práctica amorosa y solidaria con la comunalidad.
Como bien dijera el filósofo mexicano Luis Villoro: todo por la comunidad, nada en contra de ella, sin perder la individualidad. Esto es emanciparse de las convenciones de dominio e ir del poder de unos al poder de todos: comunalidad social libertaria y socialista. Es vida teológica de la liberación opuesta a la teología tradicional radicada en la especulación lógica purista del lenguaje para ir al análisis de la práctica escatológica del contexto y de la vida toda en sus muy diversas expresiones. Se trata de la fuerza vital potenciada por la existencia misma ante una realidad y un contexto desigual, desequilibrado e injusto de pobreza y exclusión, donde la vida humana no es apreciada ni concebida como biopolítica, la cual implica y demanda el cuidado de sí mismo y el cuidado del otro.
El texto que reseñamos parte de un estudio histórico, político y social de la teología de la liberación, la experiencia de vida entre dos países centroamericanos: El Salvador y Guatemala, y la participación de la Iglesia católica en los procesos de insurrección e intervención, por más de cincuenta años de historia del siglo XX, en esos Estados nacionales.
Juan Monroy estudia las jerarquías católicas, las opiniones y puntos de vista de los sacerdotes y religiosas, y su asunción comprometida con el género humano. Analiza los preceptos de la teología de la liberación y las prácticas del poder de la Iglesia con los pobres, las cuales muchas veces son acertadas y otras no tanto o, en su defecto, son desacertadas, por ser prácticas de poder de los gobiernos en turno.
La teología de la liberación en nuestra América se ejercita desde distintas posiciones ideológicas y políticas, particularmente de las izquierdas en países modernos donde la democracia liberal no está desarrollada, hay dominio de las dictaduras, antidemocracia, pobreza, miseria y exclusión que sólo propician el crecimiento de una burguesía dependiente, de una Iglesia aburguesada, sometida y cómplice algunas veces con el poder, lo que hace casi imposible otros modos de lucha por la liberación y los derechos humanos.
Ante ello, la teología de la liberación libertaria y de izquierda debería buscar sustraerse de la oposición ideológica del poder dominante de raíz liberal y proponer una filosofía positiva que no promueva el miedo ante el peligro para propugnar por los valores positivos cristianos en la vida social comunitaria.
El texto de Monroy hace un seguimiento puntual de los acontecimientos históricos y políticos de ambos países para mostrar cómo se entendió el mensaje de Cristo por la jerarquía religiosa católica, los sacerdotes y las religiosas. Las fuentes de apoyo de este trabajo son la experiencia de recuperación de la práctica de campo históricamente situada del autor, incursión en archivos, entrevistas, revisión política e histórica de los textos, discursos, encíclicas, etc. Lo anterior muestra a un investigador maduro, con independencia en el ejercicio del pensar y razonar sobre los acontecimientos salvadoreños y guatemaltecos —cargados de destrucción, muerte, exterminio, éxodos, exiliados, perseguidos, refugiados—. Esto plantea un nuevo paradigma de conciencia histórica y política, es el regreso a la reconstrucción de la identidad nacional; mucho de ello se constituye en la vanguardia nacional en ambos países.
El libro que presentamos es la expresión de un autor con gran dominio y conocimiento de las filosofías prácticas y las ciencias sociales de nuestra América. Más aún, habremos de anotar que hasta hoy existen muy pocos estudios sobre la historia teológica y política de ambos países, especialmente después de la experiencia importada de Estados Unidos como ‘tierra arrasada,’ —que implica expulsión, persecución, muerte, racismo, sexismo, etc.—, y la construcción de categorías desde el poder imperial y los gobiernos incondicionales en turno, serviles de ambos países, para construir categorías como los ‘apátridas’, los ‘refugiados’ y los ‘traidores’. Es necesario decirlo, las burguesías nacionales del capitalismo neoliberal global han sido reducidas a servir a los intereses del capital, sin capacidad de decisión política sobre las cosas más importantes de la vida.
Los pueblos de Guatemala y El Salvador se vieron incendiados por la guerra civil durante la segunda mitad del siglo XX, influidos de algún modo por la Revolución cubana y por la situación de injusticia, exclusión y muerte que vivían los habitantes de esos países. Ante ello, las juventudes revolucionarias del momento optaron por cambiar las condiciones de injusticia y desigualdad social, gracias a las cuales las burguesías y los militares gobernaron de manera autoritaria.
Las oligarquías y el ejército de esos países impusieron por décadas un régimen de terror, destrucción y muerte fundada en los órganos de legitimación del Estado y de grupos paramilitares como los Escuadrones de la Muerte, la Mano Blanca, etc., los cuales asesinaron y violaron sistemáticamente los derechos humanos. Es allí donde la Iglesia católica asume el compromiso moral de denunciar los asesinatos, los desaparecidos y la violación constante de los derechos.
En este espacio geográfico centroamericano, la teología de la liberación encuentra una zona fértil para el compromiso y la responsabilidad ética con los pobres. Sacerdotes diocesanos, jesuitas, franciscanos, agustinos, y otros, asumieron voluntariamente el compromiso, teológico y político con los pobres, al lado de las religiosas que ayuden a los marginados, los explotados y excluidos, realizando evangelización y recatequización. El impulso de las teologías de la liberación es promovido por organizaciones políticas de lucha de la jerarquía católica, los teólogos y las religiosas simpatizantes de la lucha por los pobres. Algunos jóvenes salvadoreños y guatemaltecos optaron por la lucha armada ante la falta de salidas y la violación de los derechos humanos.
La opción por los pobres contenida en la teología de la liberación fue una alternativa necesaria de recuperación del otro como responsabilidad ética, política, social y económica, como caritas, recuperación de la dignidad humana en equidad, justica y libertad, en busca del justo medio, del bien común y la dignidad humana.

Notas de autor