Aguijón

Literatura y realidad: las lecturas de la novela histórica

LITERATURE AND REALITY: THE READINGS OF THE HISTORICAL NOVEL

Betsy Fabiola Castillo-Ríos
Universidad Nacional Autónoma de México, México

Literatura y realidad: las lecturas de la novela histórica

La Colmena, núm. 98, pp. 43-54, 2018

Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 05 Marzo 2018

Aprobación: 21 Mayo 2018

Resumen: Hasta ahora, la discusión sobre el tratamiento de la novela histórica es tema de debate; escritores, críticos y lectores han divergido sobre cuál es la mejor manera de interpretarla. Enfoques relacionados con diversas corrientes, teorías, escuelas y tradiciones han diversificado, y regido, el estudio del género, sin embargo, a finales de la década de los noventa aparece una propuesta de lectura que apunta más que a una visión referencial, mimética y de lógica formal, a un enfoque semanticista de mundos posibles, de lógica de la imaginación, de lógica de la sensibilidad. En el presente texto se abordan ambas posturas aplicadas a los estudios nacionales sobre la, siempre reta- dora, novela histórica.

Palabras clave: novela, literatura, teoría literaria, novela histórica, memoria.

Abstract: Thus far, the discussion on the treatment of historical novel is a matter of debate; writers, critics, and by and large, readers have diverged on what the best way to interpret it is. Approaches related to a number of trends, theories and so have diversified and ruled the study of the genre; albeit, by the end of the 1990’s decade, there appears a reading proposal that instead of pointing at a referential, mimetic and formally-logical vision, does at a semanticist approach of possible words, of logic of the imagination, of logic of sensibility. In the present text, we approach both stances applied to the national studies on the always challenging historical novel.

Keywords: novel, literature, literary theory, historical novel, memory.

INTRODUCCIÓN

Si bien es cierto que el estudio referencial de la novela histórica pudo funcionar en el México del siglo XX como elemento identitario y que su parentesco con la biografía novelada ha permitido que se forjen los héroes y villanos de la patria, también es necesario anotar que el lector ha llegado a padecer dos tristezas: 1) creer que la novela histórica es la Historia misma y vivir en la ignorancia, y 2) descubrir que la novela histórica no es la Historia misma y caer en la triste- za de no gozar del placer que la literatura otorga. El primer problema ha dirigido, principalmente, la crítica y estudio de este género, permitiendo la igualación de los espacios, épocas y personajes con un referente extratextual, lo que ha llevado incluso a la aplicación de teorías como el psicoanálisis —de utilización final netamente humana— o investigaciones históricas con la finalidad de “desvirtuar” o “desenmascarar” los textos literarios, por lo que la Teoría de los Mundos Posibles intenta mostrar una alternativa basada en la Semántica de los Mundos Posibles, y apostar por el enfoque de la construcción de cosmos virtuales antes que al de referencialización, lo que ha llevado a preguntar ¿qué proponen una y otra lectura?, ¿en qué convergen?, ¿en qué difieren?; en el caso de la novela histórica, ¿cuál es la lectura más conveniente?, ¿cómo se aborda este tipo de novela desde una y otra?

Con este conjunto de cuestiones se abre una amplia temática que debe servir para propiciar el debate y la reflexión no sólo entre teóricos y escritores, sino también entre lectores y estu- diantes afines a las humanidades, pues ambas lecturas, una de corte referencial, otra de corte poético, se relacionan con el desarrollo crítico e ideológico de nuestras sociedades. En este trabajo no se pretende dar respuestas a todas estas interrogantes, pero se apuesta por realizar una breve aproximación a esta problemática y centrar aspectos que pueden ser más interesantes para aportar al desarrollo nacional de competencias lectoras y actitudes críticas de la Historia y la literatura.

DOS POÉTICAS

1. Poética mimética

De corte tradicional, esta poética funda sus bases en la obra aristotélica del siglo IV a. C., la Poéti- ca, en donde se encuentran al menos tres significados de mímesis y se ha llegado a realizar “una distinción funcional entre mímesis no-imitativa o pre-platónica e imitativa o platónica” (Doležel, 1997: 69). Mímesis, desde la perspectiva aristotélica, señala García Bacca, traductor al español de la obra de Aristóteles (2002), significa:

Reproducción imitativa, es decir: una síntesis de acciones artificiales y artísticas, de modo que las artificiales se ordenen a las artísticas y en ellas llegue la obra a su término poético. […] En nuestra traducción hemos empleado la frase reproducción imitativa, reproducción por imitación, imitación y reproducción para ver- ter el doble sentido de la palabra aristotélica, fuera de los casos en que se toma esta palabra en sentido amplio y no estricto (García Bacca, 2002: 33).

Es decir, bajo esta poética, la “reproducción” y la “imitación” se encuentran estrechamente vinculadas, en el sentido de que reproducción implica imitación y sólo a través de la imitación se llega a la reproducción.

A la vez, García Bacca (2002: 41) resalta que para que la operación mímesis se lleve a cabo se requieren operaciones del tipo a) técnicas, b) artificios peculiares y c) operaciones artísticas. Esto lleva a preguntarse cuál es el fin de tal reproducción imitativa. Beristáin (2008: 41), en su Diccionario de Retórica y Poética, señala que existen dos: el científico, cuya persecución es en pos de la verdad y corresponde a la representación real por medio del discurso histórico, principalmente en el positivista; y el artístico, cuya búsqueda va en pro de la verosimilitud y corresponde al discurso poético, en el que la voluntas poética se vale de las cuatro categorías modificativas de la retórica para dominar e interpretar el contorno humano, individual y social en la obra (mimema).

Bajo esta visión se resaltan entonces dos elementos, por un lado, que la noción de mímesis se ha relacionado principalmente con el sentido de reproducción, y por el otro, con la noción de verdad. Una vez esbozada la concepción de mímesis es necesario abordar las características del tratamiento de una obra desde esta poética:

1.1. Características de la poética mimética

a) Basada en el mundo real extratextual

Es importante recordar que el concepto de mímesis nace en el tratamiento de la tragedia, sin embargo, en los capítulos 23, 24 y 26 Aristóteles se detiene a comparar la tragedia y la epopeya y marca como rasgos comunes, según Bobes, Baamonde, Cueto, et. al. (2003:107-150):

Esta comparación permite introducir términos de la tragedia al ámbito de la novela, descendiente de la epopeya, y sobre todo dirigir una lectura alusiva a la existencia de una teoría referencial, en la que el poeta creador tiene tanta presencia e importancia como la realidad extratextual reproducida, y la noción diferenciadora de diégesis aparece:

Tragedia y epopeya difieren fundamentalmente en el modo de imitación utilizado en cada caso: la modalidad puramente mimética en el caso de la tragedia y la diegética en el caso del género épico. En el género dramático se oculta tras las voces de los que dialogan en escena y los personajes viven la acción directamente ante el lector o espectador. En la epopeya, género die- gético, el poeta puede hablar en su propio nombre o puede ceder la palabra a sus personajes (Bobes, Baamonde Cueto, et al., 2003: 124).

b) Defiende que los particulares ficcionales representan universales reales

Cuando algún personaje o lugar no corresponde a algún referente extratextual se habla de que se está frente a una metáfora o serie de metáforas acerca de algún tema universal, así, “Don Quijote y Sancho Panza aparecen como perso- nas representativas de la España contemporánea… Sancho es un campesino de La Mancha y Don Quijote… un pequeño caballero rural que ha perdido la razón. La novela Madame Bovary es la representación de toda una existencia huma- na que no tiene sentido” (Doležel, 1997: 72), y a esto procede que “mediante la aplicación de la función mimética universalista, las funciones literarias se transformen en ejemplos categoriza- dos de la historia real” (Doležel, 1997: 72). Esto ha llevado a la crítica, por ejemplo, a utilizar una operación doble: primero, seleccionar un sistema interpretativo (ideológico, sociológico, psicológico, etc.) y transcribir la realidad en sus categorías abstractas; y segundo, hacer corresponder cada particular ficcional con las categorías interpreta- tivas postuladas (Doležel, 1997: 73).

c) El narrador refiere

Más que existir autentificación, existe verificación en el sentido lógico aristotélico (tradicional- formal). La segunda operación por excelencia del pensamiento es el acto de enjuiciar, de encade- nar dos o más ideas, de construir enunciados, que en el caso de la novela, como ya se explicó, debe responder a un contrato de verosimilitud, el cual queda supeditado en la poética mimética a la idea de que estos enunciados deben responder per se a juicios verdaderos y correctos —siempre en relación con su contexto—; el narrador, porta- dor de información, es quien se encarga de realizar esta verificación a partir de que es visto como referenciador; la referenciación es vista en ocasiones como verificación extratextual.

d) Su lenguaje poético parte de la mímesis

En esta lectura la primacía de las acciones es sumamente importante y éstas corresponden al fin catártico del espectador. Se entiende que el narrador “refiere unos hechos y lo hace mediante un lenguaje que es bello a través de su precisión, de la armonía del engarce de sus elementos y de su metaforización” (García, 2005: 77). El nove- lista no es quien refiere hechos sino que es quien los hace presentes delante del lector:

Es en esta presentidad de la acción en la que se basa, como he dicho, lo específico novelístico, y ella no se logra mediante el lenguaje únicamente, sino mediante el enfoque, mediante la forma de la presentación de la realidad. Están equivocados los novelistas, críticos y lectores que creen que la materia de una novela es la palabra. No: la materia novelística es la realidad novelada (García, 2005: 77).

2. Poética de mundos posibles

Esta poética tiene como base la Lógica de la imaginación y la Lógica de la sensibilidad de Baumgarten y Breitinger, las cuales interpretan a Leibniz, quien, con su afirmación de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, sentaba las bases de “una ciencia especial de la belleza —la estética— que igualaría en rigor a la ciencia de la naturaleza”; es decir, Leibniz, con su interpretación de “el demiurgo quiso que el mundo fuera el mejor posible”, del Timeo de Platón (Aguado, 2009: 19), daba argumentos a los pensadores alemanes y suizos de la segunda mitad del siglo XVIII (Baumgarten y Breitinger sobre todo) para trabajar en la reformulación de la relación entre arte y mundo, la cual postulaba no una lógica de raciocinio, sino dos tipos de lógica para la estética: por un lado, la lógica de la sensibilidad, puesto que “la belleza, ciertamente, no se puede abstraer de su base sensorial” (Doležel, 1997c: 65); y por el otro, la lógica de la imaginación, pues decía Breitinger “a menudo me ha venido a la cabeza que la imaginación, no de manera diferente a la razón, necesita de una cierta lógica” (Doležel, 1997c: 65), alejando el estudio del arte, y con ello de la literatura, de estudios referenciales. A continuación se presentan sus características.

2.1. Características de la poética de mundos posibles

a) Basada en el lenguaje

Esta primera característica es erigida desde la noción que Eco (2001: 242) aporta sobre un mundo posible:

Un estado de cosas expresado por un conjunto de proposiciones en el que, para cada pro- posición, p o ̴ p. Como tal, un mundo consiste en un conjunto de individuos dotados de propiedades. Como algunas de esas propiedades o predicados son acciones, un mundo posible también puede interpretarse como un desarrollo de acontecimientos.

Esto quiere decir que en esta propuesta existe un enfoque ens rationes o “de los posibles como construcciones racionales” (Eco, 2001: 244), como construcciones culturales (Eco, 2001: 243) en el que los individuos de estos mundos son vis- tos como combinaciones de propiedades que no sólo retan “la enciclopedia del lector” y su modo de abstracción de ésta, sino sobre todo la capacidad del lector de ver la realidad objetiva como un constructo cultural.

A su vez, esta primera característica retoma la importancia del texto como elemento autorreferencial y autoconstructivo, que se abordará más adelante.

b) Defiende que los particulares ficcionales no pueden ser identificados ni con universales reales ni con referentes precisos extratextuales

Si el modelo mimético tendió a una normativa naturalista, el modelo de mundos posibles apuesta por una especie de autonomía de los mundos ficticios en la que éstos requieren la realidad para no resultar ininteligibles para el lector (Eco, 2001: 244), es decir, el escritor requiere la realidad extratextual para poder crear vínculos con el receptor, puesto que si éste no reconoce estos vínculos ¿cómo podría formar un imaginario? Se trataría de un mundo posible utópico (Doležel, 1997c: 72), es decir, el lector y el escritor estarían incapacitados para representar en su mente el conjunto de proposiciones.

c) El narrador es autentificador

En contraste con la visión mimética, la de mundos posibles establece una diferencia importante en la figura del narrador, mientras en la primera la voz de éste verifica y refiere, en la segunda autentifica y construye —probablemente sea ésta la aportación más importante de tal propuesta—: “mi enfoque se basa en que no se pueden asignar valores de verdad a las afirmaciones del narrador, por- que no se refieren a un mundo, sino que más bien construyen un mundo” (Doležel, 1997b: 105).

d) Su lenguaje poético parte de la evocación Breitinger es quien más trabaja sobre esta pos- tura; para diferenciar el lenguaje común del lenguaje poético, materia prima en esta visión, le otorga al segundo una función específica: la función evocativa, es decir, “como el ‘lenguaje visible’ de los colores, el lenguaje poético sirve de mediador entre la imaginación del poeta —el creador de los mundos ficcionales— y la del lector —su recreador—” (Doležel, 1997c: 75); esto es, Breitinger da un lugar especial al poder de la evocación a través del lenguaje poético en el recreador. Se entiende que:

la función evocativa convierte al lenguaje poético en el factor principal e indispensable en la creación de los mundos ficcionales. El lenguaje poético, al servicio de la imaginación creativa, tiene el poder de innovación, la capacidad constante de expandir el universo de los mundos imaginarios (Doležel, 1997c: 75).

3. Síntesis

A continuación se presenta un resumen de la primera parte de este texto, elemento que servirá para continuar con el tratamiento del tema a partir del estudio de la crítica sobre novela histórica.

Cuadro 1.
Características de los dos tipos de poética
Características de los dos tipos de poética
Elaboración propia.

DOS LECTURAS DE LA NOVELA HISTÓRICA

En la ponencia “La Historia como novela verídica”, Luis González y González (2004) señaló que la rivalidad entre novelistas e historiadores parece cada vez menor, puesto que los primeros se apegan más a la verdad de los hechos y los segundos reconocen que la imaginación está más presente de lo que quisieran en su deseo de contar sólo lo sucedido, sobre todo en la microhistoria y la novela costumbrista. Esta visión abre los horizontes de los enfoques de tratamiento de la novela histórica, permitiendo así el desarrollo de diversas interpretaciones; los enfoques aquí presentados corresponden a las dos poéticas ya desarrolladas, por una parte la lectura mimética, de corte referencial, y por otra, la lectura de mundos posibles, ajustada al orden poético.

Es de suma importancia recalcar que ninguna de las lecturas exime a la creación literaria de la relación con la realidad extratextual, y que no es objeto de este acercamiento tratar cuáles son estas relaciones sino cómo es que lectores, críticos y algunos escritores se enfrentan a la novela histórica partiendo de las dos poéticas ya expuestas.

1. Lectura mimética

La lectura tradicional de la novela histórica —y en general de la novela— ha permitido al lector no especializado, entre otras cosas, crear un vínculo con su historia colectiva y fomentar sentimientos patrióticos, nacionalistas, e incluso de morbo por el pasado de su nación, hecho que no sólo proviene de sus lecturas sino también de las interpretaciones de especialistas. Recorriendo algunas críticas y comentarios se han podido res- catar ejemplos seguidores de la Poética mimética. Este tipo de lectura concibe que “lo que hace histórica a una novela o a una película es que su contenido y su planteamiento tengan relación con los aspectos significativos de la época en la que se pretende sucedieron los hechos narrados y que éstos sean reconstruidos con la mayor fidelidad posible” (Rubial, 2000: 46), o bien “toda novela es histórica en la medida en que refleja, con mayor o menor exactitud, o recrea, con mayor o menor talento, las costumbres y el lenguaje de una época, los hábitos y el comportamiento de una sociedad o de una parte de ella” (Del Paso, 2004: 91); las cursivas nos dan la pauta: desde esta lectura, son importantes la reconstrucción y la fidelidad, es decir, un reto tremendo de reelaboración que da la calidad de literatura y de compromiso con la Historia misma.

a) La lectura mimética concibe al personaje como alterno al humano

En la primera parte se señaló que para Aristóteles era de suma importancia el hacer del personaje. La lectura de la novela histórica que parte de esta visión del personaje afirma que:

si bien es cierto que el personaje no es una representación de seres humanos en tanto que “copia fiel”; que, debido a la autorreferencialidad inherente a los universos del discurso, un personaje es, más que una identidad “orgánica”, “con vida propia”, un efecto de sentido, un efecto personaje; también es cierto que la referencia última de todo actor es —permítase- me insistir— a un mundo de acción y valores humanos (Pimentel, 2008: 61).

Es decir, el personaje en tanto constructo-reproducción puede someterse a ejercicios del tipo psicoanalítico y sociológico, pudiendo encontrarnos con argumentos analíticos del tipo:

La amante-prima cumple, así, la función del “espejo” materno que niega la muerte de Clementina, y por ende, la metamorfosis de nuestro personaje. El “niño Palinuro” se confirma en vilo ante un espejo remendado y grotesco constituido por la dualidad “Estefanía-Clementina”, hecho que permitirá una intermitente y frágil identidad anacrónica, a la postre, insuficiente (Álvarez, 2008b: 149).

O bien:

Como mito que tiene una valiosa interpretación psicológica, Palinuro representa claramente una cierta voluntad de fracaso o de repugnancia por el éxito, un deseo de renunciar a última hora, un apremio de soledad, de aislamiento y de oscuridad. Palinuro, pese a su gran destreza y a su conspicua posición pública, desertó de su puesto en el instante de la victoria y optó por la ribera incógnita. (Connolly, citado en Álvarez, 2008a: 124).

b) La realidad objetiva es verificación y verosimilitud

El narrador, como ya se dijo, tiene un papel fundamental en ambas poéticas. En la mimética es elemento referencial; es quien cuenta la historia, testigo de los acontecimientos que puede dar fe de que lo salido de su boca es cierto. En la nove- la histórica tiene un papel muy importante sobre todo cuando la voz es dada a un personaje histórico, como en el caso de Noticias del Imperio de Fernando del Paso, cuya narración es adjudicada a la emperatriz Carlota, con todo el poder referencial que se le da en diálogos como: “Yo no soy la reina de América sino que soy todo, todo el tiempo, un presente eterno sin fin y sin principio, la memoria viva de un siglo congelado en un instante” (Del Paso, 2000: 320) y “es mi privilegio, el privilegio de los sueños y el de los locos, inventar si quiero un castillo de palabras, tan ligeras como el aire en el que flotan” (Del Paso, 2000: 320), con lo que se cumplen las dos perspectivas para una lectura mimética: por una parte, Carlota hace eco en el lector como la emperatriz esposa de Maximiliano y, por la otra, ella se proclama reina y creadora de imperios, de mundos, por lo que la verificación y la verosimilitud son posibles. Dice Castellanos (2012: 98):

A partir de su relación con Maximiliano y de la presencia de la polifonía y heteroglosia, Carlota recupera la historia y los eventos históricos. Se trata de una historia llena de horrores, de guerras, de mentiras, de dolor, de deseos frustrados, de insolidaridad y de locura(s). Carlota se dirige a la locura que significó el Segundo Imperio y de la que ella misma formó parte, y en tanto que remite al pasado precolombino mexicano, su discurso también se refiere a la historia general de México. Debido a esta situación, Carlota como sujeto lírico revisa el pasado mexicano, presenta la visión de distintos participantes, así como de textos históricos y literarios sobre el Segundo Imperio y reevalúa su papel. Al llevar a cabo esta reevaluación ella se inscribe a sí misma como parte de la historia de México y como mexicana.

c) La novela histórica tiene primordialmente fines sociales

Cuando se dice que la novela histórica actúa como reelaboración del pasado, muy común sobre todo en las novelas referentes a acontecimientos históricos como la Revolución mexicana en el caso de Los de abajo, o a un periodo como el Segundo Imperio en el caso de Noticias del Imperio, e incluso a obras situadas cronológicamente tras algún acontecimiento como El llano en llamas en relación con la Guerra Cristera o Arráncame la vida con la Revolución mexicana, es posible dirigir la interpretación hacia una lectura mimética del tipo comprometida, es decir, se le adjudica una función social a la obra, desprovista de la función estética; es una lectura tendente a lo que Reyes describía como ancilar (Morales, 1965: 92), ejemplo de ello la lectura de Terradas (1983: 54), quien señala:

Ni las más pacientes etnografías ni las más vívidas historias han dicho tanto de unos hombres y mujeres como lo ha hecho Juan Rulfo en su Llano en llamas. Su obra es como un retablo de los cuadros más significativos y definitivos de la vida de un tipo de poblaciones rurales difíciles de penetrar e interpretar. A menudo, ciertas obras que se presentan como “literarias” poseen una capacidad de explicación y acercamiento a la realidad mucho mayor que otras específicamente “científicas” o de “investigación”.

Este tipo de lecturas resultan muy polémicas, sobre todo al enfrentarse con comentarios de los propios autores; por ejemplo, cuántos y cuántos críticos se han jactado de decir que el lenguaje de los personajes de Pedro Páramo corresponde al de la gente de Comala en Colima, aun cuando Rulfo en una entrevista (Cuéllar, 2017) comentó que tal lenguaje no respondía más que a la estilización de sus personajes.

2. La lectura de mundos posibles

La lectura desde la perspectiva de mundos posibles aparece como una alternativa de lectura que no ha logrado del todo solidificar seguido- res pues, heredera de la tradición estructural y semiótica, ha llegado a ser tachada de cientificista y esquemática; sin embargo, aparece como una interesante propuesta de análisis de las obras literarias y una alternativa al segundo pro- blema del lector planteado en este trabajo: ¿qué sucede cuando el lector reconoce que la historia que lee no es la Historia que cree? ¿Qué sucede cuando, como cual Quijote, se enfrenta a la realidad y descubre que el mundo que ha formado en su mente a través de la lectura no es “más que ficción”? El placer de la lectura corre el riesgo de perderse, he aquí la importancia de este enfoque que no establece una lectura desde la concepción de la novela histórica como reelaboración de la Historia, sino bajo una concepción de la nove- la histórica como hecho de diálogo no sólo con la realidad objetiva sino con otros mundos posibles. A continuación se señalan algunas características de esta lectura.

La concepción de novela histórica, para la visión de mundos posibles, viene dada por las relaciones que mantiene con el mundo real extra-textual. Ryan (1997: 188) explica:

Las novelas realistas e históricas, como Guerra y paz, las novelas de Sherlock Holmes o La mujer del Teniente francés: las A/propiedades se mantienen hasta el extremo lógicamente posible, pero B/mismo inventario es reemplazado por C/ inventario expandido. MRT (Mundo Real Textual) contiene algunos individuos que no tienen contrapunto en MR (Natasha, Sherlock Holmes, Sarah Woodruff), pero presenta por otra parte el mismo inventario y la misma geografía que MR (Mundo Real) en el mismo intervalo temporal. Las propiedades de los miembros comunes son iguales para ambos mundos: el Londres de Holmes es la capital de Inglaterra, y los nombres de sus calles son idénticos a los del Londres real. El Napoleón de Guerra y paz nació en Córcega en 1769, hijo de Carlos Bonaparte y Leticia Ramolino, y tuvo doce hermanos.

a) Se concibe al personaje como ser lingüístico

El personaje, en esta lectura, no es concebido sino en cuanto al principio de homogeneidad ontológica (Doležel, 1997: 80), lo cual ejemplifica Eco (2001: 243):

Al contar la historia de Caperucita Roja amueblo mi mundo narrativo con una cantidad limitada de individuos (la niña, la mamá, la abuela, el lobo, el cazador, dos chozas, un bosque, un fusil, una canasta), dotados de una cantidad limitada de propiedades. Algunas de las atribuciones de propiedades a individuos se ajustan a las mismas reglas del mundo de mi experiencia (por ejemplo, también el bosque del cuento está formado por árboles), otras sólo valen para ese mundo, por ejemplo, en este cuento los lobos tienen las propiedades de hablar, las abuelas y las nietecitas de sobre- vivir a la ingurgitación por parte de los lobos.

Esta concepción es explicada también por algunos escritores. Por ejemplo, Fernando del Paso (2004: 92), en la ponencia titulada “Novela e historia”, explica cómo “el novelista también tiene la posibilidad de elegir entre varias posibilidades que no se pueden demostrar, es decir, las posibilidades de que un hecho no hubiera sucedido así sino de otra manera”.

El ejemplo clave es el relacionado con Concepción Sedano, la amante que se dice tuvo el emperador Maximiliano en Cuernavaca, tema que, menciona el escritor, ha sido trivial para algunos historiadores y de suma importancia para otros, pues “se necesitaban dos días para llegar de México a Cuernavaca y dos de regreso. Los frecuentes viajes a esa ciudad distraían a Maximiliano de responsabilidades fundamentales en su gobierno” (Del Paso, 2004: 93); lo que muestra estos espacios ambiguos o irresolubles como áreas de oportunidad para la creación literaria:

Ahora bien, los historiadores que sí admiten que Maximiliano tuviera una amante en Cuernavaca no saben si esa mujer era la esposa o la hija del jardinero en jefe de los jardines en Borda. Yo elegí que fuera la esposa porque quise hacer un ejercicio poético sobre el abuso del poder. De haber sido la hija, el padre no se habría disgustado tanto de que fuera la amante del emperador e incluso hubiera buscado tener algunas ventajas… Y ahí está precisamente la libertad del novelista: puede escoger entre varias posibilidades que nos ofrece la historia sobre algunos sucesos que posiblemente nunca habrían de aclararse (Del Paso, 2004: 93).

Con trasfondo estructuralista, la lectura de mundos posibles apuesta por la noción de personajes como “combinaciones de propiedades” (Eco, 2001: 243); su interpretación por tal debe ir en función de esta concepción, donde los personajes tienen razón de ser sólo por la homogeneidad ontológica del texto.

b) La realidad objetiva sirve al lector para poder formar una representación mental de la obra

En general, en esta lectura, como ha sido posible observar, se apuesta por la capacidad reconstructiva del lector: el narrador construye y éste reconstruye; la literatura, al tener como materia prima al lenguaje, ubica su construcción no en un referente extratextual sino en la imagen (concepto) que el hablante tiene de éste (Saussure, 1988), el cual efectivamente sólo puede venir de su experiencia; sin embargo, esta lectura propone, como ya se dijo, el enfoque de una construcción que implique más que una reproducción, un diálogo que efectivamente puede repercutir en la crítica a la realidad objetiva del lector:

los escritores que se valen del referente histórico, no hacen otra cosa que volver a la Historia utilizable; en dicha utilización, se pone en tela de juicio, generalmente con resultados negativos, el comportamiento y el accionar de los denominados oficialmente como héroes de la patria (Florencia, 2008: 106).

Es decir, esta lectura aparece como motivadora de la llamada conciencia lectora más que como un ejercicio de cátedra; el escritor no es quien dirige al lector, es el lector quien, a partir del des-menuzamiento del diálogo, se establece entre la obra y la realidad. La interpretación de Humberto Florencia sobre la novela Yo el supremo, del para- guayo Roa Bastos, sigue esta vertiente:

La novela nos pone la posibilidad de confrontar puntos de vista, o más bien, permite el diálogo entre diferentes individualidades. Con ello, un mandatario [Supremo] y un escritor [Patiño], aprovechando la identidad que el lector les reconoce, se dan el gusto de exhibir la idea que ellos conservan de uno o diferentes momentos históricos; la transición republicana del siglo XIX y las dictaduras militares del XX (Florencia, 2008: 110).

Y advierte que “si la trama se realiza a partir de la configuración de un mythos [entendido como la relación entre el personaje histórico y su colectivo], el texto requerirá de un lector activo, esto es, que haga suyas las mayores posibilidades interpretativas.” (Florencia, 2008: 113).

c) La novela histórica no sólo dialoga con el mundo extratextual

Si bien no se puede eximir a la novela histórica de su relación con la realidad extratextual, es necesario subrayar que en esta lectura se pue- de realizar otro tipo de interpretaciones, alejadas del referente extratextual, pero siempre en pos del diálogo; ejemplo de ello es el estudio de la capacidad evocativa del lenguaje literario y los diálogos establecidos con otros mundos posibles:

La poética intratextual de la obra de Fernando del Paso —desde la revisión de José Trigo y Palinuro de México— implica la noción de imitación, transformación y deformación de los textos aludidos. El autor entabla un diálogo a nivel temático y formal con la obra de Joyce, Connolly y Sterne, el diálogo es abierto y permanente, de tal manera niega, la acinesia y el carácter cerrado de la obra literaria. Del Paso concibe a la tradición literaria como un elemento imprescindible, formante, de su literatura pero esta tradición es también propensa a ser deformada y reelaborada (Álvarez, 2008b: 138).

La lectura de mundos posibles permite la interpretación del texto a partir de otros textos y de los documentos históricos como discursos con los que se puede entablar un diálogo.

3. Síntesis

A continuación se presenta el cuadro comparativo de lecturas que permite reconocer la influencia de ambas poéticas en la interpretación de la literatura de corte histórico.

Cuadro 2.
Características de los dos tipos de lectura
Características de los dos tipos de lectura
Elaboración propia.

CONCLUSIONES

A partir de lo enunciado en el presente trabajo es posible recuperar no sólo distintas maneras de lectura de la novela histórica sino sobre todo diferentes caminos de interpretación que apuestan por elevar el panorama crítico de cualquier lector y sobre todo la diferenciación de la naturaleza del hecho histórico a la del hecho literario. Por un lado, se puede valer del mundo extra-textual a partir de una poética mimética en la que exista identificación con universales reales, donde el narrador sea referenciador y verificador de los hechos narrados y el personaje sea visto a imagen y semejanza del hombre. La realidad extratextual será portadora de la verificación del hecho literario y además responsable de la verosimilitud que el texto aporte. En esta lectura el acontecimiento histórico permanece como elemento de vital trascendencia para una comunidad. La novela histórica queda definida a partir de la fidelidad con que reconstruya el acontecer histórico.

Sin
título (2017). Tinta sobre papel: Asdrúbal Max Morales.
Sin título (2017). Tinta sobre papel: Asdrúbal Max Morales.

Prohibida su reproducción en obras derivadas

En la segunda propuesta es posible identificar el texto como constructo cultural a partir del mundo extratextual que en todo momento se entiende de la misma manera: como un conjunto de proposiciones, lo que aporta el elemento diferenciador y la primacía lingüística del texto como mundo posible. Se apuesta por el narrador como constructor del mundo y no como referenciador de hechos y por tal se le da calidad de autentificador más que de verificador; y el lenguaje, materia orgánica de cada mundo posible, actúa como evocador de conceptos que permiten al lector-reconstructor formar el imaginario del texto. En esta lectura la realidad extratextual es fundamental, pues las formas y contenidos mentales de los lectores no son posibles sin el recurso motivador que ésta implica. La novela histórica queda definida a partir de las relaciones de accesibilidad entre el mundo posible y el mundo real extratextual, de la compatibilidad de propiedades y de la diferencia de inventario, es decir, queda definida como mundo posible construido por el narrador, autónomo y de ontología homogénea.

REFERENCIAS

Aguado, Javier (2009), “¿Por qué según Leibniz vivimos en el mejor de los mundos posibles?”, Thémata. Revista de Filosofía, núm. 42, pp. 19-37, disponible en: http://institucional.us.es/revistas/themata/42/03%20aguado%20rebollo.pdf

Álvarez, Carmen (2008a), “Identidad y ambivalencia. Una lectura de Palinuro de México desde el grotesco”, Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. 56, núm. 1, pp. 123-139.

Álvarez, Carmen (2008b), “Joyce, Canolly y Sterne como fundamentos de la poética de Fernando del Paso”, en Noticias del intertexto. Estudios críticos sobre intertextualidad en la literatura hispanoamericana, México, Miguel Ángel Porrúa / Universidad Autónoma del Estado de México.

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Notas de autor

BETSY FABIOLA CASTILLO RÍOS: Es licenciada en Letras Latinoamericanas por la Universidad Autónoma del Estado de México. Estudiante de la Maestría en Lingüística Hispánica en la Universidad Nacional Autónoma de México. Forma parte del Seminario de Lenguaje, Pensamiento y Complejidad Social del Departamento de Lingüística Aplicada de la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción, en donde desarrolla investigaciones en el campo del análisis de opinión pública en redes sociales.
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