Aguijón

Jesús, Palinuro y perspectivas marxistas y huxleyanas

JESUS, PALINURUS AND THE PERSPECTIVES OF MARX AND HUXLEY

Raúl Quintana-Selleras *
George Washington University, Estados Unidos

Jesús, Palinuro y perspectivas marxistas y huxleyanas

La Colmena, núm. 98, pp. 81-92, 2018

Universidad Autónoma del Estado de México

Resumen: Análisis comparativo entre la mitología griega y la tradición judeo-cristiana. Se examinan paralelismos entre pasajes mitológicos griegos y citas bíblicas del Antiguo y Nuevo Testamentos. Se ofrecen puntos de inflexión, pero también opiniones afines, entre el materialismo histórico marxista y el perennialismo huxleyano.

Palabras clave: religión, mitología, sagradas escrituras, filosofía, marxismo.

Abstract: A comparative analysis between Greek mythology and the Jewish-Christian tradition. Parallelisms between Greek mythological characters and biblical verses from the Old and New Testaments are examined. Inflection points are showed, as well as kindred opinions, between Marxist historical materialism and Huxleyan perennialism.

Keywords: religion, mythology, Holy writings, philosophy, Marxism.

INTRODUCCIÓN

La mitología griega y la cultura judía ya se conocían antes de que naciese Pablo de Tarso. Por su parte, el Nuevo Testamento se escribió en griego (Porter, 2012). Aunque griegos, judíos y cristianos practicaban diferentes rituales religiosos y seguían diversas prácticas sociales y culturales, todos ellos entendían cabalmente cuáles eran los verdaderos mensajes que se ocultaban detrás de las alabanzas religiosas.

El enfoque de la filosofía perenne (Gallegos Nava, 2004), ampliado por Aldous Huxley, afirma que todas las religiones convergen en su núcleo, incluso cuando son interpretadas a través de prácticas culturales que se distancian entre sí.

De manera similar, Karl Marx sentenció que las religiones son “el opio del pueblo, la esperanza de los pobres y el pretexto de los ricos para asentar el status quo” (Gudorf y Stier, 2012).

En el siguiente artículo se analizan puntos paralelos entre pasajes mitológicos griegos y escenas bíblicas. Ambas posturas convergen des- de perspectivas etimológicas, etiológicas y escatológicas, como lo señalase Huxley, y también tomando referentes comunes en ámbitos políticos y sociales, como apuntase Marx.

¿GRECIA O ISRAEL?

Una introducción a las similitudes religiosas

La mitología griega y la tradición judeo-cristiana comparten mitos e historias que contienen valores morales muy cercanos (Piñero y Lozano-Velilla, 2006). Dichas similitudes se refieren a la misma realidadtrascendente. Ambas tradiciones religiosas celebran el valor y la singularidad de la feminidad, los objetos sagrados, las criaturas mitológicas, los mitos de la creación del mundo, los sacrificios humanos, el rol de lo divino sobre lo mundano, el contraste entre la belleza y la sabiduría y los comportamientos contemplativos frente a las actitudes militantes.

El marxismo y la filosofía perenne poseen perspectivas diametralmente opuestas; sin embargo, coinciden en que todas las culturas tienen credos análogos. Los mitos griegos y las escrituras bíblicas confirman cómo religiones diferentes comparten ideas comunes.

Hermes y Asclepio, Moisés y Aarón

La vara de Asclepio es comúnmente asociada a la medicina y, a diferencia del caduceo, símbolo del comercio ostentado por el dios Hermes, solamente muestra una serpiente enroscada, sin la presencia de alas (Murillo-Godínez, 2010). La vara de Asclepio se asemeja a un objeto descrito en el libro de Éxodo:

Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra (Éxodo, 7:10).

Mitos de la creación

Según los griegos, Pandora y Epimeteo fueron los padres de la raza humana. Pandora representa la maldición divina sobre la humanidad ya que, al igual que Eva, es la responsable de traer el pecado al mundo una vez que abre su conocida “caja”. Ambos mitos de creación representan a las féminas como tentadoras (Escartin Gual, 2007: 60), y tanto Epimeteo como Adán simple- mente siguen los pasos de éstas:

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Génesis, 3:6).

Asesinatos familiares

Ixión, el rey de los lápitas y padre de la raza de los centauros, fue el primer personaje griego en matar a un miembro de su familia, Deyoneo, quien fuese su suegro y padre de Día. Ixión violó las leyes de la hospitalidad y su historia también aborda las consecuencias de la ingratitud y la interrelación entre los celos humanos y divinos (González Ruz, 2013: 236). Análogamente, el libro de Génesis describe el asesinato de Abel a manos de su hermano Caín, quien reaccionó envidiosamente ante la ofrenda de Abel que satisfizo a Jehová:

Y dijo Caín a su hermano Abel: “Salgamos al campo”. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató (Génesis, 4:8).

El poder de la música

Anfión y Josué usaron el poder de la música para erigir y destruir ciudades, respectivamente. Anfión fue un hijo de Zeus y aprendiz de Hermes que llegó a tocar su lira con tanta gracia que erigió el muro tebano con su talento musical:

Anfión, hijo de Zeus y Antíope, recibe de Apolo en su nacimiento el regalo de una lira, con la que adquiere tal maestría que, cuando levanta las murallas de Tebas con su hermano gemelo Zeto, mientras éste arrastraba las piedras con su gran fuerza, Anfión las transportaba haciéndolas flotar con la poderosa magia de su música (Ojeda, 2011: 143).

El profeta bíblico Josué fue capaz de conquistar la ciudad de Jericó una vez que los sacerdotes israelitas tocaron sus trompetas o bocinas, construidas con cuernos de carneros:

Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron (Josué, 6:20).

El diluvio

Los dioses griegos decidieron inundar la tierra para erradicar a la especie humana. Deucalión fue descendiente de Prometeo y esposo de Pirra y, tras sobrevivir al diluvio universal, se convirtió en el nuevo padre de la raza humana. Ovidio describe dicho diluvio en su obra Metamorfosis:

Admiran bajo el agua florestas y ciudades y casas las Nereidas, y las espesuras las poseen los delfines y entre sus altas ramas corren y zarandeando sus troncos las baten. Nada el lobo entre las ovejas, bermejos leones lleva la onda, la onda lleva tigres, y ni sus fuerzas de rayo al jabalí, ni sus patas veloces, arrebatado, sirven al ciervo, y buscadas largo tiempo tierras donde posarse pudiera, al mar, fatigadas sus alas, el pájaro errante ha caído. Había sepultado túmulos la inmensa licencia del ponto, y batían las montañas cumbres unos nuevos oleajes (Ovidio, 2008).

Noé, por ser el único hombre justo, sobrevivió al castigo que Jehová le había impuesto al resto de la humanidad:

Y dijo Jehová: “Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho” (Génesis, 6:7).

Sacrificios humanos

Coincidentemente, Idomeneo, hijo de Deucalión, le prometió a Poseidón, en medio de una terrible tormenta, que sacrificaría al primer ser humano que encontrase tras su llegada a la isla de Creta. Agamenón fue castigado por la diosa Artemisa en Áulide por haber matado a un ciervo, y el rey, buscando apaciguarla para permitir que la flota aquea continuase su camino hacia Troya, decidió sacrificar a su hija Ifigenia (De Paco Serrano, 2001: 279).

Jefté, hijo de Galaad y miembro de la tribu de Gad, hizo un voto para asegurar su victoria sobre los amonitas. Jefté, igualmente, terminará sacrificando a su propia hija.

Abraham estuvo dispuesto a inmolar a su hijo Isaac para complacer un pedido divino. Las similitudes entre Idomeneo y Jefté (quienes llevan a cabo el sacrificio), y entre Agamenón1 y Abraham (quienes son interrumpidos por la misericordia divina), son notables.

Las referencias sobre Idomeneo y Jefté aparecen incluidas a continuación:

A su regreso de Troya, la flota cretense fue azotada por una tempestad y el rey prometió a Poseidón sacrificar en su honor lo primero que encontrase a su llegada; al abordar en Creta, el primero en salir a su encuentro fue su hijo; y fiel a su voto, Idomeneo lo inmoló (Valverde Sánchez, 2005: 274).

Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: “Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibir- me, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto” (Jueces, 11:30-31).

El peligro de la desobediencia

Las historias de Orfeo y Eurídice, y de Níobe y Leto, demostraron cómo la desobediencia y la rebeldía contra la autoridad divina terminan siendo adversas. Tras la muerte de Eurídice, Orfeo realizó una catábasis (expedición hacia los infiernos) con el fin de rescatarla. Usando su talento musical, Orfeo convenció a Hades y Perséfone para que le entregasen a Eurídice. Los dioses asintieron bajo la única condición de que Orfeo no podría voltear su vista para ver a Eurídice hasta haber alcanzado el mundo de los vivos (Cardona, 2012: 111).

Níobe, por haber tenido catorce hijos, se vanaglorió de Leto, quien sólo había concebido a Apolo y Artemisa. Los vengativos hijos de Leto mataron a la prole de Níobe, y ésta, consumida por la tristeza y el remordimiento, fue convertida en piedra por Zeus (Valverde Sánchez, 2002).

La mujer de Lot sufrió un destino similar al de Níobe, pero por una acción que asemeja al mito de Eurídice: “Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” (Génesis, 19:26).

Anfiarao y Coré recibieron viva sepultura:

Anfiarao huyó en su carro por la ribera del río Ismeno, y estaba a punto de ser atravesado por la espalda por un tebano que le perseguía cuando Zeus abrió la tierra con un rayo y Anfiarao desapareció sin dejar rastro, con carro y todo, y ahora reina vivo entre los muertos. Batón, su auriga, desapareció con él (Graves, 1985: 10).

Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes (Números 16:31-32).

Filoctetes y Job fueron considerados proscritos en algún momento de sus vidas, pero terminaron por convertirse en modelos de perseverancia.

Filoctetes fue un gran arquero y uno de los pretendientes de Helena de Troya, quien sufrió durante largo tiempo los efectos de una mordedura de serpiente, pero fue el verdugo de Paris tras su recuperación (Biggs, 1966). Igualmente, después de sufrir la tentación y los castigos de Satanás2, Job demostró su fidelidad por Dios y fue premiado por ello:

Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job (Job 42:10).

Hermandad

La mitología griega y las escrituras judías comúnmente representaron las diferencias entre hermanos. Helena y Clitemnestra (Jensen, 2003) se asemejaron a Raquel y Lea, contrastando belleza con sabiduría, espíritu contemplativo con militancia, esterilidad con fecundidad (Génesis, 29:17; 29:31).

De forma similar, dos de los hijos malditos de Edipo, Eteocles y Polinices, eran tan diferentes y se odiaban con tal intensidad que se asesina- ron mutuamente en el campo de batalla. El fuego de la pira común que compartieron se dividió en dos, simbolizando la enemistad que se pro- curaban incluso tras sus muertes (Coffee, 2006).

Criaturas legendarias

El grifo, un monstruo mitológico descrito por los griegos, tenía cabeza, alas, y garras de águila en su zona superior; cuerpo, pelaje y patas de león en su parte inferior; así como cola de reptil (Millares, 2015).

El libro bíblico de Daniel describe una criatura con características fisiológicas afines: “La primera era como león, y tenía alas de águila. Yoestaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas”(Daniel, 7:4).

Curiosamente, Quimera fue otro monstruo híbrido con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente, el cual tenía la habilidad de escupir fuego. Algunas versiones describen a Quimera con tres cabezas: una de león y otras dos de dragón y cabra, respectivamente (Borges, 1945: 88). Las escrituras bíblicas también introducen una criatura que, aunque posee características diferentes en comparación con Quimera, cuenta con rasgos híbridos de un orden trinitario:

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad (Apocalipsis, 13:2).

No sólo en Grecia

El rey persa Ciro trató vanamente de seducir a la reina de los masagetas, Tomiris, razón por la cual decidió invadir el pueblo escita. Tomiris, después de cortar la cabeza de Ciro y ganar la batalla, sumergió la testa del rey en un recipiente lleno de sangre (Romero Mariscal, 2000: 238). De forma similar, Judit decapitó a Holofernes, uno de los generales del rey babilónico Nabucodonosor, lo cual le permitió al pueblo judío salir victorioso en la batalla que ocurriría más tarde:

Avanzó entonces hacia la cabecera de la cama, de donde colgaba la espada de Holofernes, la desenvainó y después, acercándose al lecho, tomó al hombre por la cabellera y dijo: “Señor, Dios de Israel, dame fuerzas en este momento”. Lo golpeó dos veces en el cuello, con todas sus fuerzas, y le cortó la cabeza (Judit, 13:6-8).

El diluvio universal también se menciona en el Poema de Gilgamesh (Dalley, 2000), texto mesopotámico, así como en otras historias asiáticas3 y sudamericanas.4

Aunque las similitudes entre ciertos mitos griegos y pasajes bíblicos son obvias, podrían citarse muchísimas anécdotas provenientes de culturas previas. Sería recomendable iniciar una investigación más abarcadora que considerase múltiples corrientes religiosas, pero dicha exploración se apartaría del centro de atención del presente trabajo.

EL PAPEL DEL HÉROE

Los griegos, los judíos y los cristianos tienen varios puntos de convergencia con relación al arquetipo del héroe (Cardona Zuluaga, 2012), el cual es una representación simbólica de la perfección o la salvación. Así como Heracles lo hizo en la mitología griega, el personaje bíblico Sansón protagonizó incontables acciones heroicas. Por ejemplo, el primer trabajo (de entre un total de doce) de Heracles describe cómo éste aniquila al león de Nemea:

Manos, manos, espalda y pecho, queridos brazos, vosotros os erguisteis como aquellos que otrora subyugaron por la fuerza al habitante de Nemea, tormento de los pastores, al león, cria- tura inaccesible y que no puede ser confrontada (Nelli, 2006).

De la misma manera, Sansón mató a un imponente león sin usar arma alguna:

Y el Espíritu del Señor vino sobre él con gran poder, y lo despedazó como se despedaza un cabrito, aunque no tenía nada en su mano; pero no contó a su padre ni a su madre lo que había hecho (Jueces, 14:6).

Aunque Heracles (López Saco, 2002) y Sansón5 tenían fuerzas sobrehumanas, ambos murieron a manos de sus respectivas amantes: Deyanira (Obrist, 2011: 177) y Dalila.6

Paris (Sanz, 2010: 168) y David (Vosters, 1971) tuvieron muchísimas experiencias similares: ambos fueron pastores antes de formar parte de la realeza y mataron a Aquiles y a Goliat disparándoles flechas y piedras, respectivamente.

En el centro de la tradición bíblica se encuentra Jesús de Nazaret, quien nació como Heracles (Shero, 1956): el Espíritu Santo (Zeus) fue su padre, María (Alcmena) fue su madre y José (Anfitrión) fue su padre nutricio. De acuerdo con el Evangelio de Mateo:

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo (Mateo, 1:18).

Varios siglos antes del nacimiento de Jesús, Sófocles escribiría la siguiente frase para su personaje Yocasta cuando acusasen a Edipo por la muerte de Layo: “¿Lo conoce por sí mismo o por haberlo oído decir a otro?” (Sófocles, 1969). Igualmente, Jesús se defendió durante su juicio, diciendo: “¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?” (Juan, 18:34).

Además, los conceptos de un perdón redentor y una muerte vicaria en forma de sacrificio humano no tienen su origen con la crucifixión de Jesús, en los umbrales del cristianismo:

Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida (Romanos, 5:18).

Otras figuras mitológicas, entre las cuales resalta Palinuro, el piloto de la nave de Eneas, dieron sus vidas por la salvación de otros. En efecto, Neptuno garantiza que los troyanos que acompañaban a Eneas llegarían a Lacio a cambio de un sacrificio humano. El dios del sueño toma la vida de Palinuro como ofrenda: “Sólo llorará a uno de los suyos, perdido en los abismos del mar; una sola vida se sacrificará por el bien de muchos” (Virgilio, 1998).

¿MARX O HUXLEY?

Sin dudas, las culturas griegas, judías y cristianas son diferentes y poseen marcadas discrepancias no sólo externas sino también internas. No obstante, el propósito de este trabajo es concentrarse en las similitudes perennes que conectan a estas tradiciones y así ilustrar cómo aparecen conectadas a principios fundacionales de la teología y la filosofía.

Philosophia perennis, un concepto utilizado por Leibniz (Schmitt, 1966) y ampliado por Huxley (2009), describe una forma ética que coloca a los hombres detrás de un Dios trascendente (Katz, 2012). Philosophia perennis está dividida en tres áreas: metafísica, psicológica y ética. Además, el perennialismo—corriente opuesta al particularismo, al pluralismo y a la comparación que Zaehner (1961) establece entre los misticismos teístas y monistas— afirma que el propósito humano más noble radica en entender las similitudes entre las realidades internas y externas.

La filosofía perenne explicaría, en efecto, los puntos análogos entre la mitología griega y el cristianismo y, específicamente, entre los nacimientos de Heracles (Shero, 1956) y Jesús (Mateo, 1:18), los crímenes de Ixión (González Ruz, 2013: 236) y Caín (Génesis, 4:8), el sufrimiento de Filoctetes (Biggs, 1966) y Job (42:10), las fuerzas físicas y las debilidades emocionales de Heracles (López Saco, 2002; Obrist, 2011: 177) y Sansón (Jueces, 15:15 y 16:16), ya que las tradiciones griegas y judeo-cristianas describen acontecimientos similares que resultan “más ciertos que la verdad”.

Por ejemplo, Rudolf Otto compara al filósofo indio Adi Shankara y al monje católico alemán Meister Eckhart, concluyendo que religiones diferentes pueden buscar fines similares (Stace, 2013). Shankara creía en una realidad (Nirguna Brahman) que trasciende las ilusiones mundanas (Maya y Saguna Brahman), recopiladas en la doctrina llamada Vedãnta Advaita (Potter, 2014). Sin embargo, Meister Eckhart encontró el mismo sentido dualista de Dios como real y absoluto, o ilusorio y escondido detrás de la creación y del misterio de la salvación (Katz, 2012). A pesar de que las experiencias espirituales pueden ser diferentes (personales, colectivas, intemporales o históricas), como lo propuso Huston Smith (2000), Huxley utilizó las escrituras hindúes, el misticismo cuáquero, las enseñanzas de Zhuangzi y los escritos de Santa Catalina de Génova, entre otros, con el fin de demostrar la universalidad de todas las religiones, las cuales comparten un “factor común absoluto y un núcleo esotérico singular que se encuentran en un estado puro” (Katz, 2012). Por añadidura, las religiones preceden al lenguaje.

Marx opinaba que todas las religiones eran similares porque ofrecían un paliativo para los individuos excluidos, oprimidos y olvidados (Marx, 1844). Marx defendió a las minorías que eran en realidad una mayoría —hoi polloi (Giménez Pérez, 2008)— en la Europa del siglo XIX. Karl Marx resumió su visión sobre la religión en la siguiente frase:

El sufrimiento religioso es a su vez una expresión del sufrimiento físico y real y una protesta contra éste. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin sentimientos y el alma de las condiciones infrahumanas (Mitchell, 2007: 120).

Las interpretaciones marxistas sobre la religión contrastan con las opiniones huxleyanas en varios puntos. Marx sostenía que el hombre crea a la religión y los factores económicos la influencian; por otro lado, Huxley afirmó que la realidad última —aunque equidista con el alma humana— no es obra del hombre, sino que representa un concepto absoluto (Katz, 2012). Karl Marx consideraba a la religión como una herramienta para la opresión y la dominación, una entramada antología de ilusiones que limitaban y esclavizaban a las pobres clases trabajadoras. Por otra parte, el perennialismo de Huxley simbolizaba una liberación, pues proponía que todas las religiones comparten elementos y objetivos comunes: fusionarse con una realidad trascendente. Obviamente, Marx distinguía las expresiones religiosas como deshumanizantes y alienantes, como métodos artificiosos que reforzaban la autoestima del creyente por medio de la negación de su esencia humana (Marx y Engels, 1855); mientras que Huxley creía que la religión era abarcadora, universal, completa (Huxley, 2000).

El materialismo dialéctico de Marx explica cómo las organizaciones sociales y religiosas dependen de los modos de producción, conduciendo por añadidura al deterioro del sistema social que los alberga (Gudorf y Stier, 2012). Por el contrario, Huxley se opone a las perspectivas relativistas, porque sentencia que las “religiones superiores” comparten verdades universales y absolutas (Katz, 2012), aunque se hayan desarrollado de manera diferente debido a la existencia de etnias, culturas y órdenes sociales contrastantes.

Aunque Marx define a la religión como una fuerza moderadora en un marco limitado, también afirma que la religión sostiene y apoya a las clases dominantes (superestructura) que subyugan y explotan a las clases trabajadoras (Gudorf y Stier, 2012). De hecho, el elitismo religioso facilita la explotación de las mismas personas que intenta salvar. La religión es un calmante para una sociedad que sufre, una justificación para las desigualdades económicas, un agente moral que controla a las masas. Para Marx, la religión y la esclavitud marchan tomadas de las manos (Gudorf y Stier, 2012). En consecuencia, la liberación de la economía provocaría la desaparición de los dogmas religiosos. Todas las religiones, según Marx, nacieron a partir de la evolución de los modos de producción y de las estructuras sociales (Gudorf y Stier, 2012), los excedentes económicos y la injusta distribución de los bienes materiales (propiedad). El hombre imagina la religión forzado por presiones económicas y materiales. Además, las religiones forman parte de un aparato social que oprime y mantiene a los trabajadores explotados y controlados emocional y moralmente, dándoles falsas esperanzas por medio de una promesa ilusoria que toma la forma de una posible recompensa divina.

Karl Marx considera a la religión como un método universal para explotar a las masas, un régimen impuesto por fuerzas físicas y fenómenos naturales, un modelo construido por hombres pero que sólo le es fiel a las élites gobernantes y se aprovecha de los desafortunados (Marx y Engels, 1855). Irónicamente, la acusación que Jesús lanzó contra los ricos acabó afectando a los pobres: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Marcos, 10:25).

Karl Marx considera que la religión, el capitalismo y las élites están todos mancomunados contra los pobres. Las religiones y las clases sociales desaparecerían en una sociedad igualitaria creada tras una revolución obrera (Gudorf y Stier, 2012).

Sin embargo, Marx y Huxley también comparten algunas de sus opiniones. Por ejemplo, Marx afirma que la propiedad privada es la piedra angular que mantiene al capitalismo en pie y alega que la “abolición de la propiedad” facilitaría una transición hacia una sociedad más justa y humanitaria (Rothschild, 1995: 88). Asimismo, Huxley critica a quienes le rinden culto a la propiedad:

Sólo cuando hayamos renunciado a nuestra pre- ocupación por el “yo” y lo “mío”, podremos verdaderamente poseer el mundo en el cual vivimos. Poseeremos todo, siempre que no consideremos nada como propiedad y, no solamente será todo nuestro sino también de todos los demás.7

La principal dicotomía de la religión es que ésta puede ser una o muchas (Katz, 2012). Si las religiones son de hecho diferentes y si los métodos huxleyanos que determinan la jerarquía religiosa son erróneos, entonces el enfoque perennialista estaría completamente errado. Si el ansia humana hacia la religiosidad va más allá de las causas materiales, como parecen indicarlo algunas prácticas budistas8 y ciertas órdenes mendicantes cristianas,9 entonces las teorías marxistas sobre la religión resultarían incompletas. Sin embargo, Marx y Huxley analizaron las religiones en un sentido general y no se preocuparon por las diferencias obvias que las religiones exhiben a nivel cultural.

Además, los valores de la experiencia (empirismo) resultan esenciales y necesarios para la evolución social (Mandel, 1977) propuesta por Marx y para la inefabilidad religiosa (Echarte, 2009) (fuera de las limitaciones de la comprensión humana) definida por Huxley. Sin embargo, el hombre posee un ansia por escapar del sufrimiento, una necesidad atormentante por acceder a una realidad perfecta, pacífica y absoluta que representaría su fusión con lo divino. Dicha ansia y dicha necesidad se ocultan detrás de aspiraciones de liberación, salvación o iluminación. En otras palabras, tal vez la negación del materialismo sea en realidad su aceptación en una nueva interpretación que los creyentes confunden con el idealismo. Los razonamientos circulares y las ambiciones irracionales de los creyentes atentan contra el mensaje de un idealismo que no es tal.

Steven Katz afirma que las religiones son diferentes porque están separadas por fronteras culturales y simbólicas que el lenguaje, la comunidad y las experiencias individuales construyen (Katz, 2012). Stephen Prothero alega que las religiones poseen marcadas diferencias y que las brechas entre éstas definen la singularidad de cada cultura: “En mi opinión, las diferencias son tan claras que resulta frustrante que las personas simplemente no consigan verlas” (Pais, 2007).

Huxley ignora el poder de la comunicación humana y las contradicciones culturales que conducen hacia la transculturización (Martín Serrano, 1977). El perennialismo define cuatro ideas centrales10 fundamentales. No obstante, si existe un método más allá de la lógica en un plano más allá de la realidad, ¿cómo podrían los seres humanos utilizar su lógica imperfecta o su realidad limitada para interpretar el método mencionado, ya sea para defenderlo o para criticarlo?

CONCLUSIONES

En resumen, las religiones comparten más elementos comunes de los que los creyentes admiten. El Dalai Lama, las perspectivas kabalísticas, los concilios ecuménicos organizados por el catolicismo y ciertos grupos musulmanes han defendido el pluralismo religioso hasta cierto punto (Katz, 2012). Específicamente, el Dalai Lama aplica un enfoque relativista cuando analiza a la religión como una preocupación universal y, al mismo tiempo, como una perspectiva pluralista, afirmando que el mejor camino hacia la iluminación es el que cada creyente elija conscientemente:

Tanto si se tienen creencias religiosas como si no, si se cree en tal o cual religión, todos buscamos algo mejor en la vida. Así pues, creo que el movimiento primordial de nuestra vida nos encamina en pos de la felicidad (Pereira Silva, 2014).

Además, el Dalai Lama sentencia:

I always say there should be pluralism —the concept of many religions, many truths. But we must also be careful not to become nihilistic [Siempre digo que debemos aceptar el pluralismo: conceptos de religiones y verdades diferentes. Pero también debemos tener cuidado de no volvernos nihilistas] (la traducción es nuestra) (Thurman, 1997).

Desde un punto de vista sociológico, no todas las religiones contribuyen por igual a la formación de un mundo mejor (Katz, 2012). Los seres humanos son individuos que buscan significado y patrones por naturaleza (apofenia) y, por ello, podría concluirse que aceptan similitudes antes que diferencias (Gutiérrez, 2014). En otras palabras, las personas olvidan cien discrepancias en favor de un paralelismo. El hombre siempre sufre los efectos de la falacia de evidencia incompleta o supresión de pruebas (cherry picking) y sesgo confirmatorio (confirmation bias), la cual favorece proposiciones afirmativas sobre aquellas que resultan negativas o contradictorias (Kopitowski, 2016).

Sin título
(2015). Tinta sobre papel: Asdrúbal Max Morales.
Sin título (2015). Tinta sobre papel: Asdrúbal Max Morales.

Prohibida su reproducción en obras derivadas.

Las religiones comparten elementos comunes, ya que en su mayoría hacen referencia a lo inefable, a lo trascendente. ¿Fue Jehová (Génesis, 1:26), o Prometeo (Ruiz De Elvira Prieto, 1971: 79), quien creó al hombre a su imagen y semejanza? ¿O fue él (o quizás ella o quizás algo) Ahura Mazda,11 Ptah,12 Daksha,13 Damballa,14 o Quetzalcóatl?15 Las religiones son esencialmente diferentes, pero tratan de conectar la humanidad con una realidad última, uniéndola con lo divino, pero durante este proceso la realidad mundana que realmente cobija a los seres humanos sufre las consecuencias.

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Notas

1 De acuerdo con la mayoría de las versiones, incluyendo la de Eurípides, Artemisa intercede y transporta a Ifigenia a Táurica, salvando su vida. Véase Quijada (1991).
2 Llamado “serpiente antigua”. Véase Apocalipsis (12:9).
3 En China este evento se conoce como la Gran Inundación (Gun-Yu), la cual duró un par de generaciones y obligó a los sobrevivientes a vivir en las montañas. Véase Wiesheu y Feizi (2009).
4 De acuerdo con la mitología mexicana, la diosa del agua, Chalchiuhtlicue, inundó la tierra y el cielo, transformando a los seres humanos en peces. Véase Lupo (1999: 230).
5 “Y halló una quijada de asno fresca aún, y extendiendo su mano, la tomó y mató a mil hombres con ella”. Véase Jueces (15:15).
6 “Y como ella le presionaba diariamente con sus palabras y le apremiaba, su alma se angustió hasta la muerte” (Jueces, 16:16).
8 “Los odios aquí nunca se apaciguan con el odio. Pero con el amor se apaciguan. Ésta es una ley antigua”. Véase Buda (2012), Dammapada (I, 5).
9 La Orden de los Carmelitas Descalzos fue fundada en 1562 por Santa Teresa de Jesús. Sus miembros adoptan una vida de estricta pobreza y una postura mendicante. Véase Ramos Medina (1997).
10 Primero, el mundo fenoménico o físico es la manifestación de una realidad trascendental. Segundo, los seres humanos son capaces de alcanzar el conocimiento inmediato de dicha realidad. Tercero, además de poseer egos fenoménicos, los seres humanos cuentan con una identidad trascendental que contiene la misma naturaleza de la realidad última. Cuarto, el objetivo final y el propósito principal de la existencia humana es aceptar la perspectiva descrita en el tercer acápite. Véase Shear (1994).
11 Ahura Mazda es el creador no creado, la deidad suprema del zoroastrismo que representa la realidad trascendente, siendo abstracto, omnisciente, inexplicable e irrepresentable. Véase Clark (1998).
12 Ptah es el dios de la magia en la mitología egipcia y creador de los demás dioses. Véase Sandman-Holmberg (1946).
13 Daksha es el dios creador de acuerdo con el hinduismo. Véase Pancorbo (2011: 326).
14 Damballa representa el espíritu masculino en la tradición vudú africana y también en su versión haitiana. Véase Price (2005).
15 Quetzalcóatl es el dios principal de las culturas precolombinas y creador de los seres humanos, a quienes forma tras robar los huesos resguardados por Mictlantecuhtli y les enseña cómo sobrevivir. Véase Carrillo Trueba (2009).

Notas de autor

* RAÚL QUINTANA SELLERAS (Cuba, 1984). Tiene una licenciatura en artes y letras en teología y un certificado en el estudio de la espiritualidad por la Universidad Internacional de la Florida. Además, posee una maestría en ciencias informáticas por la Universidad de Texas en Arlington. Actualmente cursa estudios en la George Washington University. Pertenece a varias sociedades de honores, como Ronald E. McNair, TAK, ACM, PKP, GK y DEI. Ha publicado en diversas revistas, como Stoneboat Literary Journal, Crítica, Relatos Sin Contrato, Resonancias, así como con la Universidad Complutense de Madrid. Publicó su libro Filosofía Fragmentada: La Mediocridad y la Genialidad con la Diputación Foral de Álava (2018), recibiendo el Premio de Ensayo Becerro de Bengoa en su vigésima novena edición. Sitio web: https://www.RaulQs.com
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