Reseñas
Los miedos cercanos
Los miedos cercanos
La Colmena, núm. 98, pp. 147-150, 2018
Universidad Autónoma del Estado de México

![]() | Antonio Rosado Juan. El miedo lejano y otras fobias. 2017. México. Editorial Praxis. 220 pp.pp.. SBN 978-607-420-222-9 |
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La literatura no nació el día en que un niño del Neanderthal corrió gritando, El Lobo el lobo, con un gran lobo gris pisándole los talones; nació el día en que un niño vino gritando, el lobo, el lobo y no había ningún lobo que lo persiguiera”, dice Vladimir Nabokov. Sus palabras son un llamado a la facultad de imaginar; la narrativa es ficción. El diccionario la describe como “fábula, quimera, fantasía”. Sin embargo, la frontera entre verdad y mentira es nebulosa y quizá es en esa línea imprecisa donde radica la seducción. Yo creo que un anhelo de la litera- tura es ése, seducir y los caminos para lograrlo son múltiples y a veces disímbolos. La corriente realista quiere retratar la verdad, los hechos medibles, constatables, apegados a lo que se puede observar en las circunstancias de los seres humanos; el naturalismo va más allá, busca la verdad desprovista de paliativos optimistas y apoya- da en las teorías científicas. Ambas contarían la historia del niño que grita el lobo, el lobo; según la primera probablemente el animal lo atraparía; de acuerdo con la segunda, y al cálculo relativo a la velocidad de carrera de un lobo y un niño, seguramente también lo devoraría. ¿Eliminarían estas versiones el elemento imaginativo? La habilidad del narrador ofrece infinitas posibilidades: la belleza del paisaje circundante, las imponentes montañas que presiden la escena, los conflictos familiares que llevan al niño a ausentarse de su casa, el amor del lobo por sus lobeznos hambrientos, la aparición inesperada de un oso que a su vez persiga al lobo… Desde luego el suspenso dosificado: ¿Logrará el niño escapar? ¿Conseguirá el lobo llevar el almuerzo a su guarida? El escritor realista nos convencerá de la inevitabilidad de la cadena alimenticia: los lobos se comen a los niños. El fabulista dibujará un niño execrable y un lobo que es paradigma de la paternidad responsable.
En esa tierra de nadie entre realidad y fantasía se ubican los cuentos de Juan Antonio Rosado. Son relatos escritos a lo largo de años (1980 a 2015) y reunidos en este volumen. En un periodo tan largo es lógico suponer que el punto de vista cambie y los temas obedezcan a nuevos estímulos y distintos enfoques. Sin embargo, las tres secciones (Sobre el tiempo, De la urbanidad y De la pureza) comparten un hilo conductor no siempre visible: en éstas, la cotidianidad se viste de negro. No esperemos niños ilesos, lobeznos saludables ni mucho menos parejas que vivieron felices para siempre. La mirada del autor evoca las palabras de Baudelaire: “las flores de la poesía se cortan también entre los escombros del mal”. No pienso que se trate de un mal metafísico ni encuentro mensajes moralistas que lo sugieran, que propongan como antagonista la opción consciente del individuo por el bien. Más bien creo que se trata de la contingencia de lo perverso en la vida del hombre común; los personajes se ven arrastrados a situaciones —y hechos— absurdos o crueles por detonantes casuales, nacidos de alguna profunda incapacidad de control sobre sus actos. Un niño es golpeado hasta la muerte por sus compañeros de escuela sin que intervenga alguna motivación explícita más allá de algo que hoy se llamaría bullying y que involucra la violencia ejercida por el grupo en contra del débil, el diferente. Incluso los objetos, las cosas, se confabulan para perturbar. El simple hecho de preparar el desayuno desemboca en un atisbo del horror: el huevo, al romperse, resulta ser “un aborto de gallina, un feto espeso y hediondo”.
Hay algunos cuentos en que el Mal, tanto más ominoso por carecer de antecedentes para el lector, se hace presente. Las imágenes del relato “Ecce Homo” evocan la película de 1971 Johnny tomó su fusil, escrita y dirigida por Dalton Trumbo. El discurso de Trumbo es antibélico y concierne el mal endémico que la guerra representa y la consecuente destrucción física y moral de los seres humanos; su visión del otro mal, el proveniente del individuo, es más adjudicable a la insensibilidad y la ignorancia. En “Ecce Homo” hay una víctima cuyas circunstancias son muy similares a las del personaje de Trumbo, pero aquí el mal encarna en un individuo específico, casi una fuerza diabólica cuya motivación se desconoce, pero que lleva la posibilidad de venganza y crueldad a sus últimos límites.
Las realidades incómodas que Rosado elige contar recuerdan las palabras de Francis Bacon: “aún en el paisaje más bello, en los árboles, bajo las hojas, los insectos se devoran unos a otros; la violencia es par- te de la vida”. Como los rostros de los lienzos de Bacon, manipulados hasta transformar su esencia humana y sus rasgos estéticos, así la rutina en estos cuentos sufre una metamorfosis y asemeja una planta que desarrolla tentáculos para atrapar a los que se acercan a ella.
En medio del eclecticismo temático —ambiente urbano, rural o fantástico— que presenta este volumen hay algunos relatos unidos por una intención evidente. Dos de ellos tienen que ver con el tema del viaje; en ambos es un periplo que abre la puerta a un mundo paralelo cuyas coordenadas se descomponen en lo surreal. En “Luces opacas”, una circunstancia menor, la terquedad de una de las pasajeras en obligar a sus compañeras a detener el auto en una carretera en medio de la noche, detona una alucinante experiencia donde el tiempo se suspende y se instala en una dimensión alternativa que devora a las protagonistas. El horror más efectivo de la literatura es el que no tiene nombre ni causa, el que no comprendemos. La mujer que desciende del auto se pierde para regresar otra, fantasmal, y guiar a las demás “en medio de un paisaje lunar, lleno de rocas...” ¿a dónde? Sólo el grito repetitivo, “¿cuánto falta?, ¿cuánto falta?” evidencia la angustia de las que la siguen. “Faltamucho más”, responde siempre. ¿Para qué?, ¿para llegar a dónde?Son las preguntas que nadie contesta y que le quedan al lector.
“Destino de átomos” es una fábula urbana con ecos de Cortázar y Kafka. La premisa es sencilla: un par de amigos que regresan de vacaciones con ese ánimo iluso de los capitalinos que nos empeñamos en ignorar las acechanzas de la ciudad. Obligados a salir del camino conocido, su trayecto sin brújula se convierte en una pesadilla marcada por la omnipresencia del cadáver de un perro con el que tropiezan una y otra vez: “la reiteración de esa imagen tan repugnante nos hizo sentir que el tiempo se había detenido, que poco a poco penetrábamos en una dimensión donde todo, incluso la memoria, era el mismo presente puro del instante, presente que anulaba cualquier posibilidad de cambio. Nos sentíamos profunda- mente abandonados, estancados en un espacio limitado, como si nuestras vidas repentinamente hubieran adoptado una órbita pre- destinada”. Como satélites fuera de control, giran en las callejuelas, dirigidos por almas bien intencionadas que los envían al laberinto sin un hilo de Ariadna para rescatarlos. Este cuento de Juan Antonio Rosado es un comentario agudo sobre la condición urbana y sobre esa peculiar característica del chilango que se niega a confesarse incompetente y ofrece indicaciones falsas o ambiguas con la mejor de las intenciones; tiene un final desenfadado y divertido, quizá también un merecido guiño a la resistencia del citadino ante las peores adversidades. Hay un elemento notorio en este volumen de cuentos; si el tono es en general sombrío, proclive a explorar las facetas oscuras del ser humano, los destellos de ironía surgen como un anticlímax que permite aquilatar el drama.
Los cuentos “El drama de Calixto” y “La roncha canina” se alejan de los temas cotidianos para incursionar en la crítica sociopolítica. Por medio de la farsa y las alusiones, comentan los hechos de la actualidad económica y política no sólo de México, sino del mundo oscuro de los negocios y las corporaciones. Crean un escenario en el cual es fácil identificar muchos de los sucesos de los últimos tiempos y la manera en que un sistema profundamente corrupto manipula y engaña para preservar su poder. “La roncha canina” es una alegoría transparente de inquietante modernidad que termina con una reconstrucción lúdica del cuento El traje del emperador: como aquél, los autócratas modernos pretenden ocultarse tras de vestimentas inexistentes. Tal vez el maestro Rosado, como muchos de nosotros, anhela una voz que los identifique y denuncie el fraude.

Prohibida su reproducción en obras derivadas.
Notas de autor