Resumen: El artículo presenta un acercamiento a los intelectuales que se preocuparon por la infancia en situación de calle o "institución gamín" en Colombia entre 1960 y 1990. Para ello, se analiza el papel de dos psiquiatras colombianos: Francisco Cobos y José Gutiérrez. El primero como intelectual de Estado y el segundo como intelectual visibilizan algunas tensiones, posicionamientos políticos y epistémicos que se vivieron y disputaron en la emergencia de la concepción contemporánea de la infancia en Colombia, mostrando importantes bifurcaciones y tensiones en el imaginario hegemónico sobre el tema que se viene instalando desde el siglo XIX hasta el día de hoy.
Palabras claves: infanciainfancia,intelectualesintelectuales,saberes modernossaberes modernos,imaginario socialimaginario social,historia de la infanciahistoria de la infancia.
Abstract: This article presents an approach to the intellectuals concerned with homeless children or "institución gamin" in Colombia between 1960 and 1990, by focusing on two Colombian psychiatrists in particular: Francisco Cobos and José Gutiérrez. The former, as a state intellectual, and the latter, as a critic, highlight, on the one hand, the political and epistemic positionings played out in the context of the emergence of the contemporary conception of childhood in Colombia; on the other, the significant bifurcations and tensions in the hegemonic imaginary of childhood that has prevailed since the nineteenth century until the present day.
Keywords: children, intellectuals, modern knowledge, social imaginary, history of childhood.
Resumo: O articulo apresenta uma abordagem dos intelectuais que se preocuparam com a infância em situação de rua, ou instituição "gamín", na Colômbia, entre 1960 e 1990. Para tanto, analisa-se o papel de dois psiquiatras colombianos, Francisco Cobos e José Gutiérrez. O primeiro, como intelectual de Estado, e o segundo, como intelectual crítico, tornam visíveis algunas tensões e posições políticas e epistêmicas vividas e disputadas na emergência da concepção contemporânea de infância na Colombia, trazendo à luz importantes bifurcações e tensões no imaginário hegemônico sobre o tema que se foi instalando desde o século XIX até os dias de hoje.
Palavras-chave: Infância, intelectuais, saberes modernos, imaginário social, história da infancia.
Artículo
Los intelectuales en la cultura de la infancia en Colombia: Gutiérrez y Cobos. Una Introducción
Intellectuals and the Culture of Childhood in Colombia: Gutiérrez and Cobos. An Introduction
Os intelectuais da cultura da infância na Colômbia: Gutierrez e Cobos. Uma introdução
Recepción: 18 Marzo 2015
Aprobación: 08 Junio 2015
La pregunta por los intelectuales en la historia de la infancia en Colombia y Latinoamérica brilla por su invisibilidad. Las investigaciones realizadas en el joven campo de estudios históricos sobre la infancia han dejado de lado el papel de aquellos personajes que han reflexionado, reproducido o criticado las ideas de infancia que circularon en un momento y espacio determinado. Marta Herrera y Yeimy Cárdenas distinguen cuatro tendencias analíticas en el campo de la infancia y en detalle en los abordajes históricos realizados en este espacio, en todas ellas el papel del intelectual es pasado por alto. 1 Hablan de abordajes relacionados con las instituciones asignadas al cuidado de la infancia, los regímenes correctivos, los procesos escolares y la infancia como experiencia. Es un hecho que las tres primeras tendencias, de forma general, pertenecen al campo del pensamiento y acción de los adultos, el "mundo adulto". En estas tendencias, la infancia tiene un lugar pasivo, oficia como receptora; es el colectivo sobre el que recaen y en el que se asienta una expectativa de mundo; un imaginario, concepción o representación a través de la cual los niños son socializados. En este tipo de abordajes o tendencias analíticas, exceptuando el trabajo de Sandra Carli, se ha tomado como fuente, como registro histórico, los escritos y pensamientos que han dejado sobre el papel los pensadores de la infancia en Colombia y en otros países. 2 Sorprendentemente, no se ha analizado el rol de estos personajes en el devenir de imaginarios, prácticas y políticas, todos articulados a saberes sociales y, en el caso abordado, modernos, a través de los cuales, niños y niñas han sido formados, gobernados y encauzados. Tampoco se ha analizado el posicionamiento y las diferencias políticas, sociales y epistémicas que los autores tomaron respecto a la infancia, aspecto de suma importancia en la visibilización de tensiones y pugnas en las que se fraguó y devino la noción contemporánea de infancia en el país. Este artículo intenta contribuir a llenar ese vacío. También se propone abrir una brecha en los estudios históricos sobre la infancia en Colombia; una ruta donde el papel de los intelectuales en respuesta a algunos argumentos esbozados más adelante tenga mayor peso en la reconstrucción histórica de la infancia y sobre todo, en la responsabilidad intelectual y política de los pensadores y, en este caso, historiadores al momento de hacerse parte o tomar posición respecto a los discursos de orden epistémico o epistemológico, imaginarios y prácticas en medio de las cuales se formó el discurso dominante sobre la infancia en Colombia y en el mundo. Es importante destacar que los intelectuales abordados en este trabajo dedicaron gran parte de sus reflexiones al estudio de los niños en situación de calle, en Colombia llamados comúnmente "gamines". El estudio de estos intelectuales resulta estratégico, pues los gamines representaron la contraparte del imaginario hegemónico de infancia que se viene imponiendo desde finales del siglo XIX en el país. 3 Estos niños ocuparon el lugar del "otro" social, aquel despreciado y rechazado. A partir de ellos el ideal de infancia se fortaleció. Así las cosas, en el seno de los debates referidos a la infancia, el estudio de los gamines resultó central dado el estado "anormal" y "peligroso" de estos sujetos con respecto a las prácticas sociales y formativas en medio de las cuales los niños y niñas "decentes" eran educados. Estos intelectuales publicaron sus obras en una temporalidad que iría de 1960 a 1990. Sobra aclarar que esta periodización se realiza no para demarcar un principio y un final, sino una ubicación temporal de carácter instrumental. En este periodo histórico, Colombia y en específico Bogotá y Medellín, experimentaron profundas transformaciones en el plano de la cultura, la sociedad, la economía y la política. Se trató de un momento histórico atravesado por un nudo de variables que reencauzaron las vidas de los habitantes urbanos. El artículo presenta, en un primer momento, un bosquejo del escenario social, político y epistémico articulado a la historia de la infancia en Colombia. Se trata de una contextualización histórica superficial, para describir el escenario de aspectos biográficos, institucionales, políticos, académicos y epistémicos de José Gutiérrez y Francisco Cobos en el seno del imaginario hegemónico de la infancia y la emergencia de la infancia contemporánea. 4 A continuación se analizan dichos aspectos con el objetivo de visibilizar las distintas apuestas políticas, profesionales y de pensamiento que lideraron los autores abordados en una temporalidad y espacio determinado respecto al problema de los niños en situación de calle, entendidos en el presente artículo como "institución gamín". 5 Se escogieron y analizaron algunos aspectos esbozados por los autores en torno a este problema, elementos nucleares en la medida en que responden, con base en un ideal de infancia, al porqué de la existencia del fenómeno del gaminismo, las formas de intervención y reducción del mismo.
La infancia a finales del siglo XIX e inicios del XX es el punto de entrecruzamiento de saberes como la medicina, la psicología y la psiquiatría, que en su conjunto llevaron a cabo la "medicalización" de los niños y niñas. 6 Estos discursos gradualmente se constituyeron en algo inmanente a ellos y la familia. 7 Esta "medicalización", efectuada mediante los saberes modernos experimentales o científicos, respondió a las necesidades de un mundo moderno que demandaba nuevos conocimientos, ideas y prácticas. Estos saberes operaron como eje de técnicas económicas, sociales, médicas y pedagógicas de gobierno que posibilitaron una nueva imagen de hombre y nación. En el seno de los saberes modernos que se fueron adoptando en Colombia desde finales del siglo XIX, la infancia, en tanto "objeto de investigación científica y de intervención social" adquirió un lugar central en los interrogantes y expectativas referidos a la formación de nación y ciudadanos. 8 Los niños y niñas gradualmente se convirtieron en un laboratorio de experimentación que daba cuenta del nivel de "evolución social" de una nación y sobre todo de una "raza". Entre el siglo XIX y el siglo XX, es visible en Colombia, según Cobos y Gutiérrez, el paso de unos saberes anclados en una episteme metafísica, cuyo lugar de trabajo eran las "facultades del alma", a unos saberes modernos, que de cierta forma rompieron con lo viejo, lo clásico y tradicional, así
lo moderno era la ciencia y su método, los saberes experimentales y aplicados -prácticos-, los métodos inductivos y experimentales en la ciencia y la enseñanza, la actividad, la conducta, lo medible, lo material, lo visible, lo útil [...] en fin, la unidad entre lo físico, lo moral y lo intelectual. 9
En el estudio la infancia se reunieron saberes y prácticas pedagógicas, psicológicas, psiquiátricas paidológicas, higiénicas, biológicas, fisiológicas, médicas, entre otras. La antropometría infantil, la criminología infantil, la psicología del niño, que teniendo como columna vertebral a la escuela y la familia, hicieron de estas el espacio político y pedagógico en el que devino y se vio fortalecido gradualmente el imaginario hegemónico de la infancia, imaginario que sigue vigente en gran parte del mundo occidental hasta el día de hoy. Estos saberes se entrelazaron en nichos académicos e institucionales siempre en movimiento, respondiendo a demandas sociales y políticas nacionales y locales - articuladas a políticas internacionales- en un tiempo y espacio determinado. Los mismos se fueron rehaciendo, reajustando y modificando constantemente, siempre contenidos por un conjunto de ideas y lógicas de campo que les confería cierta "identidad" y sostenibilidad. Dichos saberes estaban alojados en un imaginario hegemónico de la infancia que se ampliaba, fortalecía y diversificaba sin diluirse o fragmentarse, gracias a un centro simbólico que lo nutrió y contuvo en el seno de un campo emergente de luchas intelectuales. 10 Ahí se disputó -o se continuó afirmando- un ideal de infancia que tuvo como ejes los ideales occidentales de modernidad y civilización. Hacia la segunda mitad del siglo XX, estos saberes, sin desprenderse del horizonte de formación de ciudadanía y de Estado, adquirieron una tonalidad distinta al nutrirse de una mirada social, en la que se redujo la importancia del eje experimental y biológico que los había alimentado en las primeras décadas del siglo XX. 11 Esta nueva mirada sobre la infancia desplazó la preocupación por las leyes biológicas de la evolución de esta, la vitalidad de los cuerpos y el mejoramiento de la raza, por el entendimiento de los problemas sociales y culturales del pueblo. En este nuevo escenario epistémico empiezan a aparecer los intelectuales abordados en medio de un escenario social y político en constante movimiento. En el plano social y político, Colombia desde la primera mitad del siglo XIX y hasta la segunda mitad del siglo XX, vivió una gran cantidad de guerras civiles en las que de un bando se encontraban los conservadores y en el otro los liberales. Dichas confrontaciones dejaron miles de muertos, y redujeron el impulso modernizador y retrasaron la consolidación del Estado. A partir de 1950, posterior al conocido "Bogotazo", detonado por al asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, los cambios en las dimensiones políticas, sociales, culturales y económicas se hicieron cada vez más notables. En 1958 se instaura el Frente Nacional: un acuerdo político entre las oligarquías en el que los partidos tradicionales del país -conservadores y liberales- se repartieron el poder durante 16 años. De esta forma, cada 4 años se alternó el poder, no solamente representado en el presidente, sino también en los altos cargos administrativos y políticos. Esta dinámica trajo una aparente paz y propició un tiempo de crecimiento social, económico e institucional significativo. Desde años atrás, Colombia asistía a la expansión del sector interno de consumo y el nacimiento y fortalecimiento de la industria. 12 Tanto la producción interna que buscó satisfacer la creciente demanda de las nuevas fracciones de clase, como la exportación de manufacturas, ocuparon un lugar importante en la orientación económica de un país en vías de modernización. Entre 1945 y 1980
La industrialización fue el elemento dominante [...] estuvo apoyada por un activo intervencionismo estatal, especialmente en la regulación de las transacciones con el exterior y el sector financiero [...] involucró también la modernización del agro, el desarrollo de los servicios modernos, una (insuficiente) diversificación de las exportaciones, la expansión de las áreas de acción del estado y una profunda transformación de los actores sociales. 13
El fortalecimiento del aparato estatal, la emergencia de instituciones estatales en los campos de la salud, la educación, la economía, junto al momento global que experimentaba el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, la ampliación de la escolarización y el aumento de las instituciones educativas a nivel de escuelas y universidades, sumado al arribo de la televisión, el uso de la radio y el crecimiento de la industria editorial, constituyen un momento clave en la historia del país. Francisco Cobos y José Gutiérrez presenciaron una ruptura histórica en el devenir de las ciudades, las instituciones políticas y los imaginarios sociales que reunían y cohesionaban a los habitantes en ellas. De 1960 a 1990 en lo referido a la infancia a nivel internacional se firma la Convención sobre los Derechos del Niño (1989); en Colombia se funda el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (1968) (ICBF) y se lleva a cabo la Primera Conferencia sobre Familia, Infancia y Juventud, organizada por dicha institución en 1970. El tema de la infancia cada vez tiene mayor importancia. Es en este escenario brevemente esbozado, que los intelectuales analizados tienen un lugar. Al mismo tiempo, Bogotá y Medellín aumentaban su población y se urbanizaban a un paso acelerado y sin mucha planificación, ciudades que a partir de 1950 continuaron una transición ahora con mayor fuerza, de pueblos grandes a ciudades modernas14 En el caso de la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis, hubo una gradual ampliación, diversificación y sobre todo un diálogo de mutua transformación, en el que las corrientes de análisis que nutrían dichos saberes dieron lugar, por ejemplo, a una psicología cultural, una psiquiatría social y un psicoanálisis menos dogmático. En este escenario social y político, los saberes y en general, la episteme moderna en medio de la cual se buscó civilizar y modernizar al país contó con un cuerpo de individuos que hicieron posible la reflexión y proyección de una nación en el seno de una apuesta liberal y mercantil en el periodo abordado. Ellos constituyeron una comunidad de pensamiento necesaria en el devenir del Estado y la idea de cultura, sociedad y en el caso particular, de infancia que se impulsaba. Fueron distribuidores, productores y cohesionadores de "cultura", pues, las epistemes y paradigmas de pensamiento no coexisten en un mundo de las ideas desvinculadas de toda realidad socio-corporal, sino que requieren de individuos que las expresen, las problematicen, las enriquezcan y las hagan circular. Se entienden en el presente artículo como intelectuales, en algunos casos, críticos, al estilo Sartre o políticamente activos políticos de acción-; en otros, intelectuales, científicos o funcionarios burocratizados en clave weberiana. 15 Tanto en uno como en otro caso, los intelectuales ofician como organizadores de la cultura, integrantes y dinamizadores de un espíritu estatal.16 En palabras de Gramsci ellos posibilitaron el "'consenso' espontaneo que las grandes masas de la población dan a la dirección impuesta a la vida social por el grupo social dominante, consenso que históricamente nace del prestigio (y por tanto de la confianza) detentada por el grupo dominante, de su posición y de su función en el mundo de la producción." 17
Francisco Cobos y José Gutiérrez fueron parte de un grupo conformado por psiquiatras, pero también por médicos de otras especialidades, psicólogos, psicoanalistas, pedagogos, juristas y empresarios que tomaron a la infancia como objeto de estudio y, especialmente, como la llave que, en su continua elaboración, formación y orientación, abriría las puertas a un mejor mañana en el país; un mañana moderno, civilizado y, sobre todo, económicamente sostenible. Las luchas por la definición y orientación del imaginario de la infancia, aunque pocas, existieron y de cierta forma, haciéndose parte del paradigma imaginario de la modernidad instalado, constituyeron el encuentro de diferentes visiones e ideas sobre la infancia, su educación y gobierno. 18 Los intelectuales abordados tienen un lugar destacado en la historia de la concepción de la infancia y en el imaginario hegemónico que la alimenta, en la medida en que ocuparon, en Colombia, posiciones institucionales y políticas de gran importancia, disfrutaron de un reconocimiento intelectual y político en la sociedad civil y académica de la cual hacían parte. 19 En la segunda mitad del siglo XX, produjeron conocimiento materializado en publicaciones, ponencias y asesorías a diversas instituciones y crearon u orientaron importantes instituciones dedicadas al trabajo con la infancia. Por ejemplo, el psiquiatra Francisco Cobos, fue director en 1988 del Instituto para el Niño, el Adolescente y la Familia de la Clínica Monserrate además de un importante asesor del ICBF. 20 Francisco Cobos recibió su grado en Medicina y Cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia en 1955. Se inició en pediatría en el Hospital de la Misericordia y se especializó en varios hospitales norteamericanos, específicamente el Children's Hospital y el National Jewish Hospital en Denver. Allí completó su entrenamiento en medicina infantil en el Beth Israel Hospital de Nueva York. En el Ypsilanti State Hospital y luego en el Yorkwoods Center, en Michigan, se entrenó como psiquiatra de niños. También fue Profesor Asistente de Psiquiatría Infantil en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Boston. Estando allí, tuvo la oportunidad de investigar en Colombia el impacto de la pobreza sobre el funcionamiento psicológico del niño, lo que originó algunas publicaciones sobre el tema y sobre otros temas psiquiátricos generales. 21 Asociado a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia publicó su obra más conocida y difundida: Psiquiatría Infantil, el primer libro de su género en lengua española que se convirtió en texto formal en varias universidades nacionales y extranjeras, así como otras publicaciones en revistas científicas. Fue un miembro activo de la Sociedad Colombiana de Psiquiatría y un autor constantemente consultado por Semana, aspecto que demuestra su importancia en el escenario social e intelectual colombiano de la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en las décadas de los setenta y los ochenta. Por otro lado, José Gutiérrez en su juventud fue miembro de las Juventudes Comunistas. Se destacó como estudiante de medicina, egresando como médico en 1954 de la Universidad Nacional de Colombia, donde se caracterizó por ser un estudiante crítico. Junto a otros estudiantes, fundó la revista Bisturí, espacio de crítica a la orientación fisiológica de la enseñanza media y oligarca presente en la universidad por aquellos años. A su vez, fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Case Western Reserve University de Cleveland y miembro del grupo psicoanalítico confrontativo de París, de la Sociedad Colombiana de Psiquiatría y de la Academia Americana de Psicoanálisis. Hizo parte del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) junto a Alfonso López Michelsen y fue uno de los fundadores del Movimiento Político de la Izquierda Democrática (FIRMES), al lado del maestro Gerardo Molina. Ejerció como asesor Político de la Unión de Trabajadores Colombianos (UTC), de la Comisión de Paz en el gobierno de Belisario Betancur. En lo referente a la infancia, fue parte del colectivo que dio luz a la Fundación Consiso -institución que trabaja por el futuro y bienestar de los niños y niñas desplazados por el conflicto armado en Colombia- y Presidente del Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos. Se le reconoce como un discípulo de Erich Fromm, aunque, como se visibiliza en su libro El método psicoanalítico de Erich Fromm tomó distancia de su maestro. 22 Francisco Cobos y José Gutiérrez participaron de las transformaciones, alteraciones y prácticas en las que devino la cultura de la infancia, comprendida como un conjunto de ideas, creencias, costumbres, imaginarios, representaciones y disputas en las que la sociedad adulta entretejió el escenario político-institucional que dio lugar a la concepción contemporánea de la infancia. Sin embargo, la diferencia entre los dos consistió en la manera en que lo hicieron, pues si bien podría afirmarse que ninguno pudo tomar distancia y lograr autonomía respecto a la trama cultural, política y epistémica en la que se encontraban envueltos y encauzados, el caso de José Gutiérrez constituye en cierta medida una excepción debido a que este intelectual logró desnaturalizar, tomar posición política en torno al imaginario hegemónico que lo atravesaba y constituía no solo como profesional, también como ciudadano, como padre y, a grandes rasgos, como hombre producto de una cultura temporal y espacialmente específica. 23 En todo caso, tanto Gutiérrez como Cobos se abastecieron de una episteme moderna que excluyó al "otro" gracias a conceptos, teorías y argumentos civilizados y modernos que, sin posibilitar un dialogo, tendieron a diagnosticar, señalar y justificar el estado enfermo o reducido del "otro", en este caso los gamines. Se trató de una mirada que colonizó y violentó -violencia epistémica- aquello distinto y lo hizo, de cierta forma suyo, borrando la otredad. 24 En el caso particular, estos "otros" fueron los niños en situación de calle, pero también niños indígenas, los niños en situación de discapacidad, en fin, todo aquello que se encontraba fuera de la "norma" referida al niño occidental o la infancia moderna. Gracias a este tipo de saberes insertos en un imaginario social que se rehacía constantemente sin perder su horizonte político, cultural y epistemológico, se estableció un patrón de normalidad infantil, en función del cual los niños y niñas en Colombia fueron leídos e intervenidos. En este escenario epistémico e institucional, los dos pensadores abordados ocuparon un lugar destacado. Cada uno a su modo se articuló en un engranaje social y político en medio del cual emergía la concepción contemporánea de infancia. Resulta importante destacar que la construcción, promoción y sostenimiento de un imaginario de la infancia, un segmento del cual estaría habitado por los saberes nombrados, no tuvo -o por ahora no es visible-entre sus exponentes a integrantes de grupos subalternos o dominados. No hubo un individuo que encarnara los saberes no hegemónicos. Por ejemplo, los saberes indígenas no tuvieron la fuerza necesaria para contrapuntear con los saberes modernos y hegemónicos. Estos últimos fueron retomados y robustecidos en instituciones estatales -universidades públicas y privadas, instituciones gubernamentales, por ejemplo, ICBF- las cuales, a través de intelectuales institucionalizados, con un bajo nivel de autonomía y pertenecientes a una élite social y cultural, abanderaron y promovieron un ideal de infancia, alimentado más por una episteme con pretensiones de universalidad, que por las realidades e imaginarios locales. Lo anterior se debió a que los intelectuales de la infancia, con seguridad se identificaron y sintieron pertenecientes a un horizonte epistémico internacional, que tuvo como centro los Estados Unidos y Europa. Respecto a los intelectuales estudiados, puede considerarse sus lugares de formación posgradual y una mirada a la red de autores en los que se basaron, como Erich Fromm, Sigmund Freud, Ludwig von Bertalanffy, entre otros. En una vía de mediana resistencia, el caso de José Gutiérrez constituye una excepción. Él fue un pensador social y político. En su obra desfilan reflexiones que fueron más allá de la infancia en situación de calle y que contribuyeron a que este autor, impulsor de la psicología humanista y culturalista en el país, pensara de forma distinta el problema de los niños en situación de calle, una forma en la que el capitalismo, la modernización y los problemas sociales, culturales y políticos que atravesaban -y atraviesan- a Colombia, constituían factores inherentes a la hora de reflexionar críticamente e intervenir a esta población. Este aspecto, también queda evidenciado en la diversidad de temáticas -gamines, doctores, violencia, narcotráfico, el café, el poder, la ciencia-, y disciplinas -psicoanálisis, psiquiatría, sociología, antropología, historia- de las que se alimentó y a las que problematizó a profundidad. 25 Por otro lado, Cobos concentró su reflexión en el terreno académico y allí la infancia, por lo menos hasta inicios de los noventa. Su libro más importante es Psiquiatría infantil, publicado en 1972 en los talleres del ICBF y reeditado en 1980. 26 Allí se presenta el terreno epistémico en el que dialogaron saberes como la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis respecto a los niños y niñas. En el texto no se presta mucha atención a los niños en situación de calle o "gamines" por aquella época. En el libro Estrategia para una lucha contra el abandono publicado en 1979, también con el apoyo del ICBF, Cobos despliega un marco conceptual o modelo cognitivo que buscó emplear como ingrediente central en las intervenciones a los "gamines", evitando así, según el autor "improvisaciones y gastos inoficiosos". 27 Este libro sirvió como fundamento del Programa Nacional de Atención el menor desprotegido impulsado por la primera dama de la nación. El Programa estuvo dirigido por un Comité Operativo Nacional, integrado por entidades responsables de programar y ejecutar las acciones referidas a la protección de los niños en situación de calle. Las entidades fueron el ICBF, el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), la Policía Nacional, el Programa de Atención a la Niñez (PAN), el Departamento Administrativo de Bienestar Social, la Secretaría de integración Popular de la Presidencia de la Republica y el Instituto Colombiano para la Recreación y el Deporte (Coldeportes). El mismo respondió a una solicitud del ICBF a Cobos en la cual, al decir de Ángela María Gómez Gómez, subdirectora de Promoción social de esta entidad en los setenta: "El Comité propuso '[...] la participación de aquellos profesionales que en el campo del trabajo con la familia y los menores pudieran aportar valiosas experiencias y orientaciones'". 28 Para Cobos en el problema del abandono de los niños y niñas, residía la principal causa de la existencia de los niños en situación de calle. 29 Esta idea la defenderá y profundizará durante varios años, haciendo de ella una suerte de axioma que caracterizaría a los países del Tercer mundo y en general a todos los niños y niñas. En el libro Abandono y agresión, escribiendo sobre la soledad, como condición general inherente al abandono, sostiene que en realidad, ella significa "[...] el desamor, la pérdida de fuentes de afecto, que para el niño está representada en el desinterés de quienes, por amor, deberían querer cuidarlo". 30 Se trata de problema hereditario, pues, si los padres no pueden querer y amar "[...] a su hijo, le impide, a su vez, alcanzar un desarrollo psicológico normal y, así, le deja por herencia su propia condición de incapacidad psicológica, su propia soledad [...] condenando así a sus hijos a crecer en el Tercer Mundo social, económico y emocional". 31 El autor en la publicación de 1979, presta gran atención a la relación materno-infantil donde el abandono es una constante, pues, para él una fractura en dicha relación suele ser el detonante de desviaciones en el sistema de protección o anaclítico. El modelo conceptual de Cobos, tiene como base la teoría de los sistemas generales de Ludwig von Bertalanffy y por el psicoanálisis freudiano. Según se aprecia, Cobos propone un modelo de sistemas integral compuesto por diversidad de subsistemas o niveles funcionales en continua relación. Para él, el modelo presta atención especialmente a las fallas o disfunciones que tendrían que ver con "una falta de eficiencia en la relación de un subsistema y otro". 32 La falla en un sistema "anaclítico", compuesto por diversidad de subsistemas, entre ellos la familia, trae consigo una desviación, que en el caso retomado por el autor, implica la situación de abandono. Una intervención adecuada, según Cobos debe contemplar aspectos inherentes al ambiente proximal (psicología de la persona) y distal (contexto social, económico, cultural); sin embargo, en el modelo propuesto, a pesar de sustentar el carácter sistémico de las relaciones sociales, centra los problemas en la relación del niño con la madre, basándose en una mirada proximal, que al parecer es la única que permite la emergencia de "marcos conceptuales operacionales". Y es que, para Cobos, "el uso de elementos distales produce, en ocasiones, situaciones paradójicas como la bien conocida en la que se arguye que este tipo de problema es irresolvible a menos que se resuelvan socio-económicas o políticas del país". Por tanto, los elementos distales resultaban elementos "no operacionales" 33 . En otra vía, José Gutiérrez, reflexionó y promovió un "método psicoanalítico" para el trabajo con la población infantil en situación de calle. Su método, sin cumplir con las demandas científicas ortodoxas ni constituir un recetario o manual para el trabajo con los niños, permitió al autor reflexionar constantemente sobre sus acciones y estrategias de intervención e interacción con esta población, aspecto de suma importancia en un momento social donde pocos académicos que trabajaban con niños en situación de calle, eran capaces de despojarse de sus prejuicios. 34 De esta forma, Gutiérrez fue más allá de los espacios de trabajo académico y profesional, desestabilizando las prácticas de atención del psicoanálisis, acostumbrado a los espacios privados, encerrados y -en sus palabras- al "diván". En la obra de Gutiérrez se pueden percibir dos líneas de trabajo que siguió en el transcurso de su vida: una línea psicoanalítica con un marcado acento académico, y otra más social e histórica. Ambas se cruzaban en momentos: en la primera línea se destacan obras como Medio siglo de travesía freudiana por Colombia (1996), El método psicoanalítico de Erich Fromm (1961) y Silencio y verdad. Negación y estima en el psicoanálisis (1987), entre otrasEn la segunda línea, se encuentran las obras que contienen las investigaciones sobre los niños en situación de calle, esto es, Infancia en miseria (1967), Gamín: Un ser olvidado (1972) y Gamín: Mi vida con los niños de la calle (1998), esta última contiene algunos capítulos de un libro tituladoDoctor: algunas tendencias de la cultura colombiana, del letrado al gamín y el colono (1990). Aunque Gutiérrez no presenta un "modelo cognitivo" como Cobos, ni deja ver en su obra una apuesta teórico-disciplinar clara y delimitada respecto a la intervención a los niños en situación de calle, es notable que en ella desfilan conceptos, discusiones y tensiones alojados en el seno de una modernidad cuestionada y criticada por el autor, quien también objetó y analizó a la tradición elitista de la que él mismo hizo parte. Por ejemplo, en Gamín: un ser olvidado problematizó el papel del psicoanálisis, la psiquiatría y la sociología en el análisis de los gamines. En lo correspondiente al psicoanálisis, cuestionó el diagnóstico de "neurosis" asignado a los niños en situación de calle: "como si el organismo social fuera algo sobrenatural [y] lo contrario de la neurosis, 'la madurez', pudiera considerarse equivalente a la santidad". 35 También expresó sus sospechas en el terreno de la psiquiatría, que, para él, era la "ciencia que estudia aquellas manifestaciones de la personalidad entorpecedoras de la óptima utilización de los recursos que el organismo social dispone para el individuo", donde la "rebeldía de los gamines sería un síntoma". 36 En la investigación que Gutiérrez presenta en este libro, las consideraciones "científicas" no resultaban satisfactorias. Para él era imperante "deducir, de los hechos mismos de la relación de los gamines con mi familia, otras consideraciones". 37 En otras palabras, partir del individuo, intervenir de forma horizontal a este prestando atención a la diversidad de aspectos sociales, psicológicos y culturales que lo entrelazan. Además, Gutiérrez denunciaba, en vía contraria a Cobos -quien se atrevió a teorizar y valerse de una episteme particular para la intervención y reducción de la población en situación de calle- la insuficiencia de los saberes modernos respecto a la integración de dicha población. En sus palabras:
Y hasta tanto el avance de nuestras ciencias humanas y de sus profesiones, la sociología, la antropología, la psicología y la psiquiatría, así como el de otras disciplinas no logre estimular verdaderos caminos para hacer atractiva a los gamines una educación que subsane sus impedimentos para una vida social normal, mal puede pensarse en una reinserción social de los gamines. 38
En Medio siglo de travesía freudiana por Colombia, Gutiérrez destaca que en la investigación realizada en la década de los sesenta prestó atención a los gamines, dejando de lado que mostrando a estos como el lado inverso del deber ser, en la "sociedad colombiana" se estaba erigiendo un ideal de "niño colombiano". 39 Al decir de Gutiérrez, este aspecto que posibilitó en los años ochenta el asesinato de niños en situación de calle a manos de los conocidos escuadrones de la muerte. En la obra de José Gutiérrez se perciben las tensiones y las contradicciones que circularon en aquella época respecto a los gamines. Gutiérrez distingue a la "cultura colombiana oficial" del "mundo gamín", visibilizando así el escenario epistémico y cultural en medio del cual el imaginario hegemónico de la infancia se fortalecía a partir del "otro", en este caso, la "institución gamín". 40
La visión comprometida, crítica y política a través de la cual Gutiérrez pensó e interactuó con los niños en situación de calle, corre al lado de una vía seguramente frecuentada por un mayor número de pensadores, esto es, el papel burocrático, administrativo y cientificista. En el caso de Francisco Cobos, como se verá a continuación, este papel estaba justificado. En lo referido al papel político del intelectual o académico, los dos autores analizados toman distancia. Si, por un lado, es visible el academicismo y cientifismo de Cobos, en otra vía se destaca la crítica de Gutiérrez y su compromiso social y político. En el libro Doctor, Gutiérrez no deja de cuestionar a aquellos "doctores" que se integran al aparato estatal con fines utilitarios. Al mismo tiempo, problematiza la emergencia de "doctores" y la profunda brecha entre estos, los gamines y el resto de "los mortales". 41 Y es que para este intelectual, la profesionalización educativa en el país, que tuvo sorprendentes avances en aquella época "antes de traer elevación general del nivel de vida, o estímulo al desarrollo económico y social [...] se traduce, de modo casi inevitable, en un ascenso social individual". 42 Gutiérrez puede ser entendido como intelectual comprometido, crítico política y socialmente, al estilo Sartre, un pensador activo políticamente -Gramsci diría un "político de acción"-pues en su obra es notable un interés social que desbordó la mera abstracción representada en la escritura y un análisis de la violencia o las violencias que hacen parte de la historia colombiana. 43 Se trata, para decirlo en las palabras de Gonzalo Sánchez Gómez, de un intelectual crítico "que ha asimilado la experiencia histórica de La Violencia, que la ha vivido como barbarie cultural, y que se propone en cierto modo disecarla". 44 En otra vía, Cobos representó un tipo de científico y académico social-administrativo producto de la modernización institucional y del boom educativo en términos de educación básica y profesional (pregrados) y estudios en el exterior (posgrados) posterior a la década de 1950. Este era un momento en que el país -y allí sus elites políticas y económicas- dejó atrás la vinculación a los cargos institucionales y gubernamentales de personas mediante la recomendación o el pago de favores, y comenzó a tener como criterio de selección los títulos académicos. 45 De esta forma, Cobos vino a hacer parte de un colectivo que se benefició de la burocratización del Estado, pero que, al decir de Gutiérrez, no repercutió ni social ni económicamente en la mejoría del país. Ahora bien, para Cobos era muy claro su rol en este momento histórico, de forma justificada, admitía que su función social y política, en tanto científico, tenía límites. 46 Para él, el papel del
[...] científico contemporáneo consiste básicamente en proporcionar la información técnica -casi siempre a manera de modelos conceptuales- que los niveles burocráticos decisorios necesitan para emprender actividades que redunden en aumentos netos del bienestar social. La promoción de la adquisición del poder necesario para llevar a cabo esos programas es la esencia de la actividad política contemporánea. 47
Así las cosas, este intelectual se inscribió en una apuesta social despolitizada, hija de una transición que dejaba atrás una sociedad republicana y da lugar a una "[...] sociedad de masas, administrada por grandes organizaciones burocráticas...". 48 En esta época, inmediatamente posterior a la del Frente Nacional, parte de los profesionales colombianos se incorporan a un aparato estatal, donde el interés social tiene que ver más con la "organización y funcionamiento" de la sociedad, una suerte de "ingeniería social" y una crítica racionalizada. 49 En la figura de Cobos se ejemplifica una forma social de intelectualidad, producto de una burocratización de las instituciones. Se trata de un intelectual preocupado por la profesionalización de su saber y una mayor fundamentación empírica de sus análisis. 50 En su pensamiento, a diferencia del de Gutiérrez, pero sobre todo la vivencia de la misma, el tema de la violencia, desaparece bajo las luces del "objetivismo" académico y científico. Cobos se libró de un compromiso político, sin dejar de denunciar que en nombre de ese supuesto compromiso, muchos políticos -y se podría pensar, también intelectuales- terminaban beneficiando sus campañas antes que a las personas o programas a los que se supone deberían apoyar. En todo caso, en la línea de análisis en curso, este pensador puede ser entendido como intelectual de Estado, cuya única función respecto al trabajo con esta institución y, consecuentemente, con gran parte de sociedad colombiana, consistió en suministrar "información técnica". Sostuvo esta posición durante gran parte de su trayectoria académica. 51 Ya que, para él, de no hacerse así, se corre el riesgo de que "los roles o papeles de cada uno de los estamentos se confunden haciendo que los medios de acción y los objetivos sean inapropiados y el resultado final altamente ineficiente". 52 Las propuestas de Cobos fueron concretas. En sus libros la posición asumida en torno a sus funciones como pensador, incluso en la arena política, es evidente. Como profesional, por esta época no asumió un compromiso político más allá de lo que podía aportar en el escenario de la academia. De esta forma, respondió a las demandas de su tiempo, pues, cabe recordar que cada momento histórico y social requiere de un tipo de pensador que se adecue y sobre todo dinamice la maquinaria instalada y en marcha. Al decir de Sánchez Gómez "la participación y el compromiso del intelectual depende no sólo de la ubicación de éste como categoría social, sino también del tipo de sociedad en la cual se materializa su intervención". 53
Los saberes disponibles de los que se nutrió el pensamiento de Francisco Cobos y José Gutiérrez, permitieron una comprensión polifónica de los niños en situación de calle o "institución gamín" y en el "niño decente", la otra orilla de la misma infancia. Esta polifonía se alojaba en el centro de una cultura cuyas instituciones que, contribuyeron a la construcción de una episteme "moderna", en la que los niños en situación de calle resultaron señalados más por lo que no eran respecto a un ideal de infancia (niños decentes y escolarizados), que por lo que eran en el marco de sus propias construcciones simbólicas. De esta forma, el saber psiquiátrico, psicológico y psicoanalítico, en el caso de los pensadores abordados, reprodujo una suerte de violencia epistémica, esto es, una negación e inferiorización del "otro" mediante saberes científicos y racionales. 54 De este modo se justifican y legitiman intervenciones a un colectivo determinado, buscando con ello, en el mejor de los casos, una "integración" no negociada a un "Nosotros", al eliminar o mermar las construcciones simbólicas de ese "otro"; en el peor de los casos, una eliminación física, esto es, la muerte. Lo que se jugó en la emergencia de la concepción contemporánea de la infancia o la cultura de la infancia, en el caso estudiado fueron las conceptualizaciones, los modos de intervención, el fundamento epistémico y sobre todo la posición política a través de la cual se interpretó a los niños en situación de calle, los "gamines" y, en general, a la infancia. Más allá de juzgar a uno u otro autor, interesa comprender y destacar las formas en que diversos pensadores se hicieron parte de las discusiones y apuestas institucionales en que devino el imaginario de la infancia. Para ello, se muestra la variedad de caminos e indicaciones que, en el plano de los saberes pero también de los oficios y visiones políticas, circuló al interior de dicho imaginario y consecuentemente de las prácticas a las que dio lugar. El análisis de los intelectuales que tomaron por objeto de estudio de la infancia resulta relevante en la medida en que estos personajes operaron como ejes dinamizadores del centro simbólico más racional y sistematizado del imaginario hegemónico de la infancia, imaginario que venía -y viene- haciéndose campo en Colombia y en el mundo.
Tanto la obra del intelectual como el intelectual mismo, visibilizan un nudo de tensiones hasta ahora opacas en la historia de las ideas sobre la infancia. Estas tensiones encierran en sí mismas, no solo aquello que dio lugar o alimentó y dinamizó a un imaginario hegemónico, sino también otras rutas y apuestas que se quedaron en el camino o que no tuvieron la posibilidad de erigirse de forma institucional y política significativamente. Estas distintas posibilidades que al decir de Josep Fontana podrían dar lugar a una historia que
[...] renuncie a explicar las cosas "tal como han pasado" -esto es, de la única manera en que podían pasar- y atienda la demanda de Walter Benjamin para que el historiador trabaje como el físico en la desintegración del átomo, con el fin de liberar las enormes fuerzas que quedaron abandonadas en las bifurcaciones en que se hizo una elección -en las encrucijadas en que se escogió uno u otro camino- o entre el bagaje de los que fueron derrotados. 55
Gutiérrez posibilitó una ruptura en las formas hegemónicas de intervención y conceptualización que se venían trabajando en la psiquiatría, el psicoanálisis y la psicología en el país en torno a los niños y niñas. Más aún si se tiene en cuenta que los gamines, los niños en situación de calle, fueron presentados como la contraparte del "niño ideal", es decir, la parte de negativa a través de la cual el imaginario hegemónico de la infancia se fortalecía ubicando a los gamines en el lugar de lo incorrecto, lo desviado, lo anormal. Por otro lado, Francisco Cobos se integró a un contingente de profesionales que fortalecieron la estructura académica e institucional en Colombia. Lejos del compromiso social y político de Gutiérrez, Cobos tomó las rutas epistémicas disponibles y, a partir de ellas, al parecer sin cuestionarlas, pensó alternativas de intervención eficaces para los niños en situación de calle. Su trabajo más conocido Psiquiatría infantil, resulta de extrema importancia en la medida en que despliega una sistematización de un conjunto de saberes e ideas que circularon por aquellas épocas. En tanto intelectual de estado, Cobos, sin dejar de reprochar los intereses implícitos y la politiquería en el aparato estatal, confío en que sus ideas pudiesen materializarse adecuadamente, meta que, hasta ahora, no ha pasado de ser una esperanza. En las obras de Francisco Cobos y José Gutiérrez es visible una parte del campo enunciativo alojado al interior del espacio más sistematizado y racional del imaginario hegemónico de la infancia. Este espacio operó como núcleo vital en las diferentes variables que dieron lugar a la emergencia de la idea contemporánea de la infancia y en general a la cultura de la infancia en función de la cual, hoy en día se lee, educa e interviene a los niños y niñas.