Reseñas
Radicals in America. The U.S. left since the second world war
Brick Howard, Phelps Christopher. 2015. New York. Cambridge University Press |
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La izquierda en los Estados Unidos debió adaptarse a las nuevas circunstancias alejándose de los tradicionales postulados de los años inmediatos a la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Entre las décadas de 1960 y 1970 comenzó una clara distinción entre la vieja y la nueva izquierda, en gran parte por las características cambiantes de una sociedad en ebullición. Las universidades fueron un hervidero de ideas e iniciativas donde las reivindicaciones de las diversas minorías raciales, étnicas y sexuales se adhirieron al movimiento de la nueva izquierda y sus críticas a la sociedad consumista estadounidense influyeron en los movimientos sociales del período. Como lo ha demostrado Steve Malanga, la izquierda del siglo XXI se convirtió en la heredera de la nueva izquierda de los años sesenta, la cual retomó consignas pasadas y enfrentó nuevos desafíos; se tornó en un "movimiento de movimientos" en el que se superponían luchas y polémicas.
Radicals in America se inserta en el debate entre la vieja y la nueva izquierda, aunque sin enfocarse en sus diferencias, sino apreciándolas más bien como una continuación. La experiencia norteamericana ha demostrado que la izquierda radical llevó a cabo muchos intentos revolucionarios "que se percibían en el aire" pero sin la profundidad requerida para lograr el deseado éxito. En esas ocasiones parecía que se estuviera pidiendo permiso para hacer la revolución; navegando entre los márgenes y la corriente principal (margins and mainstream).
Los autores son dos reconocidos investigadores de las izquierdas estadounidenses: Howard Brick, profesor de University of Michigan, y Christopher Phelps, profesor de Historia en University of Nottingham. En este libro, se apartan del estilo estrictamente académico de largas citas textuales y referencias constantes a los debates historiográficos, para hacer una interpretación de los acontecimientos más dinámica, abierta y flexible, lo que permite al lector moverse con cierta libertad para avanzar y retroceder en la lectura de los capítulos sin perder el argumento principal ni los conceptos clave. La obra es una síntesis de gran calidad que se fue fraguando desde hace ya 25 años, cuando los autores se conocieron como profesor y alumno, pero que solo se concretó una vez que Donald Critchlow, editor de Cambridge Essential Histories, les solicitó una historia de la izquierda estadounidense.
Desde el comienzo se afirma que la izquierda radical en los Estados Unidos tuvo la ambición de ensamblar grandes mayorías capaces de provocar un cambio, pero sin perder su identidad. ¿Cómo lograr este fin? Intentando provocar tensiones en ciertos momentos, aplicando nuevas estrategias y tácticas de cambios, esperando conformar una sólida base popular, aunque actualmente no sean considerados más que una minoría enredada en agitación. Precisamente, se trata de la historia de una izquierda radical que intentó salir del sectarismo cuando las circunstancias se volvieron propicias para intentar provocar un cambio a través de la estrategia electoral o de la protesta masiva en la búsqueda de un futuro socialista (o, al menos, con mejoras en lo social).
Cronológicamente, el libro parte desde la Segunda Guerra Mundial, pasando por el macartismo, los movimientos anti-segregación y de liberación sexual, las protestas estudiantiles contra la guerra de Vietnam, los apoyos a las luchas de liberación en el Tercer Mundo, la ecología, hasta llegar a las protestas contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Seattle (1999) y el movimiento Occupy Wall Street (2011).
El libro provee un análisis global de la izquierda en los Estados Unidos, destacando los objetivos urgentes como la unificación y la búsqueda de alianzas entre la clase obrera y los liberales, hasta los propósitos a largo plazo -incluso utópicos-, como la implantación del socialismo en el país. Así pues, durante la Segunda Guerra Mundial hasta 1948, el propósito fundamental de los radicales era derrotar al fascismo en cualquiera de sus formas. Los logros asociativos forjados por el partido Comunista a mediados del siglo XX se vieron frenados por una contraofensiva republicana, la cual provocó un retraimiento de la izquierda durante los primeros años de la Guerra Fría. Persecución, paranoia y represión marcaron esta etapa gracias a la política propuesta por el senador McCarthy, llegando al pico de "locura" durante los años de la guerra de Corea (1950-1953).
Para la década de los sesenta resurgió el radicalismo de la mano del "poder negro", del creciente protagonismo de las mujeres y la amplia movilización de las minorías. Los derechos civiles fueron puestos en el centro de la escena de la nueva izquierda, concebida no como una organización piramidal, sino como un movimiento expresado a través de comités, partidos, revistas y miles de individuos radicales no afiliados que acusaban al país de proclamar un ideal que se encontraba muy lejos de la realidad. El desencanto por una sociedad cada vez más desigual llegó a su ápice a mediados de los años sesenta, cuando la oposición a la guerra de Vietnam potenció aún más los reclamos por la igualdad racial, la concientización por la ecología y los derechos de las minorías.
Aunque los autores señalan el año 1968 como un momento de rebelión global -vivida en los Estados Unidos como un signo de rebeldía incontenible-, ratifican que fue en el transcurso de la década de 1970 cuando se presentaron nuevas oportunidades revolucionarias, proliferando severas críticas a la burocracia y al imperialismo, y promoviendo debates y luchas contra el racismo, por la igualdad de género, la liberación sexual y la difusión de una conciencia ecológica. Las protestas fueron cada vez más vigorosas y con gran capacidad de movilización, se trató de un período de incondicional apoyo a los movimientos de liberación del Tercer Mundo, en el cual se experimentó un enorme compromiso y activismo al interior de los círculos radicales.
Con el inicio del período "reaganiano" en los años ochenta, la fuerza de la izquierda comenzó a disiparse a diversos argumentos muchas veces poco relacionados entre sí: retomando desafíos como la cuestión económica y social, la crisis energética, la ecología; y afrontando otros nuevos como el problema del Sida. Según Brick y Phelps, los radicalismos surgidos -o continuados- en estos años ganaron nichos para sobrevivir, pero nunca llegaron a radicalizarse completamente.
Desde 1990 se presenta un radicalismo decadente, a la deriva, incoherente a pesar de las numerosas innovaciones en el campo medioambiental y de la justicia global. La izquierda, si bien sintetizó los principios de libertad, igualdad y solidaridad, se topó con una sociedad que priorizaba el individualismo, valor defendido -al menos en el ideario- por los grandes partidos. Fueron años durante los cuales se vivieron momentos de enorme tensión, como la manifestación de Seattle contra la OMC en 1999, pero que se disiparon rápidamente.
La izquierda radical continuó dividida en diferentes movimientos de lucha contra las nocivas corporaciones que afectaban a la sociedad, prevaleciendo entre estos un modelo de horizontalidad (network) que comenzó a relacionarse con organizaciones no gubernamentales por temas específicos (sostenibilidad, democracia, poder y desigualdad), y que atrajo una importante cantidad de adeptos.
En resumen, este libro es producto de una profunda reflexión que se convertirá, probablemente, en un clásico necesario para el estudio del radicalismo estadounidense. Se combina simplicidad con claridad, presentándose los hechos como un todo, dividido por períodos. De ahí la diafanidad expositiva, el rigor y el buen gusto que caracteriza toda la obra y que sin duda marcará un punto de inflexión en el estudio de la izquierda en los Estados Unidos.